lunes, 30 de enero de 2017

Loco Amor (Confesión) / Capítulo 11




Loco Amor (Confesión)
Fanfic trilogía “Mi Hombre”
Historia original de la autora Jodi Ellen Malpas.

CAPITULO 11

Increíble día. Nunca en mi vida había tenido esto, el poder compartir con una mujer, conversar, reírme, abrirme cada día a ella. En verdad es algo mágico, y más con mi Ava. Ella es divertida, graciosa, y cada día me enamoro más de ella.

La llevé a muchos sitios de interés, algunos parques y centros comerciales. Me encanta ver la carita de emoción cuando va viendo todo, hay ocasiones en que parece una niña, pues da brinquitos y aplaude, pero lo que más me fascina es el cómo me lo agradece, con un delicioso beso o subiéndose a mí, cual Koala para regalarme virulentos y divinos besos por todo mi rostro. No hay nada mejor.




Ya vamos de regreso a la villa, estamos cerca, la fragancia nos lo indica, ya que las flores huelen demasiado bien. El paisaje que tenemos al frente invita al amor.

Ya esta anocheciendo.

-¿Has pasado un buen día? -le pregunto mientras apago el carro. Quiero verle el rostro cuando me dé su respuesta.

-Sí, gracias. ¿Y tú?

-Sí, ha sido uno de los mejores días de mi vida, nena. Pero ahora me toca a mí elegir lo que vamos a hacer esta noche. -Le desabrocho el cinturón y me inclino sobre ella para abrirle la puerta-.Sal.

-¿Y qué vamos a hacer?

-Vamos a jugar un juego. -Le dirijo una mirada lasciva.

-¿Qué clase de juego? -me pregunta curiosa.

-Ya lo verás. -La tomo de la mano y la llevo hacia la villa-. Espérame en el salón, donde está la alfombra. -Le planto un beso y la dejo pensativa.

Voy a la habitación, tengo dos juegos nuevos de cartas, y luego de ello regreso al lado de mi esposa que me espera curiosa. Me pongo a barajar el juego de cartas.

-¿Vamos a jugar a las cartas? -Se ve algo decepcionada, pero se va a divertir.

-Sí.

-¿No preferirías devorarme?

¡Auch! Ya se me pone en plan de seductora. La miro, pero me hago el tonto y me siento en la alfombra, me apoyo en el sofá y estiro mis piernas para estar más cómodo.

-Vamos a jugar al “Strip póquer”.

-Yo no sé jugar al póquer. Perderé, pero ¿eso es algo malo? No sería un juego justo si yo no sé jugar.

-Muy bien. ¿Y qué te parece el Black Jack? -Se queda en blanco, sonrío-. El veintiuno. ¿Pedir, pasar, rendirte? -Sigue mirándome en blanco, no tiene idea de lo que hablo.

-No, lo siento, no sé de qué estás hablando. -Se acomoda-. ¿Jugamos al burro?

Suelto una carcajada, es catártico, y me encanta su inocencia. Mi mujer es sana, sin ningún tipo de vicio, el único vicio que tiene en este momento… ¡Soy yo! Y amo eso.

-¿Al burro? -le pregunto divertido.

-Sí, soy muy rápida.

-Ava, dejemos el burro para cuando lleguen los niños -sigo riéndome de su inocentada, también reparto dos cartas a partes iguales -. Vale, yo soy la banca y tú tienes que mirar tus cartas.

Se encoje de hombros y mira sus cartas.

-Vale.

-¿Qué tienes?

-¡No te lo voy a decir! -Pongo los ojos en blanco.

-Es una partida de prueba. Dime qué tienes.

-Un diez y un seis.

-¿Dieciséis, entonces?

-¿Hay que sumarlas?

-Sí, hay que sumarlas.
-Vale entonces tengo dieciséis. -Y me enseña sus cartas.

-Gana el que se acerque más al veintiuno cuando todos los jugadores hayan hecho sus movimientos.

-¿Qué movimientos? -Coño, no me deja terminar de explicarle. Miro al techo exasperado.

-Los que estoy a punto de explicarte, Ava.

-Ah, vale. Explica, explica.

Como que debí inventar otra cosa.

-Bien. Tienes dieciséis y necesitas acercarte a veintiuno todo lo posible, sin pasarte. Sin pasarte quiere decir sin superar los veintiuno, ¿vale?

-Vale.

-Bien. Con un total de dieciséis deberías pedir, lo que significa que pides otra carta. ¿Vale?

-Vale.

Le entrego otra carta y la toma, escondiéndola. Ja, ja, ja como si yo no supiera lo que tiene.

-¿Qué te ha salido?

-Un rey -ja, ja, ja-, se pasó. Tira las cartas-. ¡Yo no quería pedir!

-No puedes plantarte con dieciséis, Ava.

-¡Pero así no me habría pasado!

-No, pero es probable que yo tenga más de dieciséis, así que es mejor que te arriesgues.

Volteo mis cartas para que ella las pueda ver, tengo una jota y una reina.

-Veinte -me dice.

-Exacto. Y me planto, así que gano yo. -Recojo las cartas y empiezo a barajarlas de nuevo.- ¿Lo pillas?

-Sí, voy a patearte el culo, Ward -Y se frota las manos, piensa que me va a ganar, ¡eso lo veremos! Y sonrío.

-Tenemos que decidir lo que vamos a jugarnos, nena.

-Pero ¿no estamos jugando al veintiuno?

Suelto otra carcajada, nunca en mi vida había conocido a alguien sin nada de malicia como mi Ava.



-Sí, pero me refería a que vamos a apostarnos -la miro fijamente-. Joder, te quiero muchísimo.

-Lo sé. ¿Qué vamos a apostarnos? -me pregunta emocionada.

-¿Cuántas prendas de ropa llevas puestas? -La miro completa.

-Tres. El vestido, las bragas y el sujetador. Ah, y los zapatos, así que cinco. -Ahora sí se ve emocionada. Ya entendió.

-Quítate las sandalias -le ordeno-. Yo solo llevo dos. -Jalo el short y mi camiseta.

-¿Y los calzoncillos?

-Suponían un obstáculo demasiado grande. El primero que quede desnudo pierde -le sonrío-, y el que gane tiene el mando. -Me mira incrédula, por el hecho de que si pierdo le sedo el poder. Bueno, hasta cierto punto.

-¿Qué ha sido de eso de “donde sea y cuando sea”?

-Estoy siendo razonable -me encojo de hombros y señalo mis cartas con la cabeza-. No tientes la suerte o retiraré mi ofrecimiento de posible poder.

Veo como recoge sus cartas y casi se las pega en su cara para que yo no las vea.

-No tiene nada de razonable jugarse quien tiene el mando en nuestra relación -me dice-.  Dame una.

Le paso una carta, yo sigo sonriendo.

-Todo forma parte de nuestra normalidad, señorita. Aquí tienes.

-Gracias. -Mira sus cartas, las suma, luego resopla con dramatismo y las tira-. Me he pasado.

Sonrío y le muestro mis cartas. Una jota y un nueve.

-Creo que yo me planto. Has perdido.

Ava sacude su cabeza y se queda luego muy quieta, yo suelto las cartas y empiezo a gatear hacia ella sin quitarle mis ojos de los suyos. Cuando ya estoy delante de ella, acerco mis manos a su cuello.

-Pierdes el vestido. -Y le desato el nudo-. Ponte de pie.

Voy a ver mi imagen favorita, su precioso cuerpo. Cojo el vestido por la parte baja, me pongo de pie y se lo saco por su cabeza. Luego, tiro el vestido al sofá. Me acerco a su oreja y le muerdo el lóbulo-. Llevas encaje -siento como se eriza-. Siéntate.

Y entonces, comienza con su coqueteo, se pone de frente, se abre de piernas y se apoya en sus manos. Dios, miren no más. Noto mi paraíso personal y en encaje, y siento como va creciendo mi polla. ¡Qué barbaridad!

-Reparte, señor.

Sé lo que pretende, que me vuelva loco y me le lance encima, y eso es lo que ella quiere. Lo sé. Reparto las cartas, parece que ella se va a plantar. Yo asiento y muestro mis cartas, un nueve y una reina.

-Yo también me planto. -Sonríe engreída, muestra sus dos reyes y se pone a cuatro patas y se viene acercando a mí. Se monta sobre mis muslos, agarrando el ruedo de mi camiseta.

-Pierdes la camiseta. -Levanto mis brazos para facilitarle el proceso. Luego, toda tentadora se agacha un poco y me besa en el pecho-. Mmm… Qué duro -Y pone su mano en mi polla, apoyándose con mala intención. ¡Auchhh! Aguanto el grito. Luego, se aparta volviendo a su lugar… la muy sinvergüenza. -Reparte. -dice tan tranquila. Coño, este juego se me está haciendo eterno, pero coño, quiero follármela ya. Se ve ¡divina! Me acomodo mi polla, reparto de nuevo y ella acelerada mira sus cartas.
-Una más, por favor -me pide. La veo pensar, arrugando su ceño-. ¡Me planto! –Digo “¡otra!”. Le estoy pasando otra, sonriendo. -¡No! No, me planto -Y rechaza la carta, me río no me aguanto.

-¿Indecisa? -Me estiro, enseñándole mi torso, yo también sé mostrar mis activos.

-No, me planto -dice con petulancia.

-Muy bien -Trato de evitar reírme de ella, no sea que se moleste-. Mmm… Dieciséis. ¿Qué hago? -Se encoje de hombros.

-Tú verás.

-Bueno, una más -la tomo y la volteo-. ¡Mierda, me pasé!

Deja de mirar sus cartas y me escanea de pies a cabeza.

-Te has arriesgado y yo no. Pierdes los shorts.

Examino sus cartas y sonrío, ganó en buena lid.

-Tú ganas, nena.

-Yo tengo el mando. -Y se viene gateando. Carajo, ya estoy de temblorcito y todo.- ¿Cómo te sientes al respecto? -Y me va desabrochando los pantalones.

Me quedo tranquilo, no quiero detenerla, gracias que terminé este juego. Me apoyo en el sofá, levanto mi culo para ayudarla y mi polla salta libre.

-Yo te hago a ti la misma pregunta. -Mi voz ya suena a sexo, a lascivia.

-Me siento poderosa. -Ella lanza mi short por encima de mi cabeza, me quita las barajas de mis manos y las pone a un lado, yo estiro mi mano hasta su labio inferior y pasó mi pulgar, arrastrándolo. Abro mi boca y la miro.

-¿Qué planes tiene mi pequeña seductora?



-Va a renunciar al poder -susurra, se apoya en mis muslos y nuestras narices se tocan-. ¿Qué tiene que decir mi dios al respecto?

Ahora le sonrío plenamente feliz.

-Tu dios dice que su seductora ha aprendido muy bien. -Con mis manos rodeo su cintura, abarcándola casi completa, ella se apoya en mis hombros-. Tu dios dice que su seductora no se arrepentirá de haberle cedido el poder. Pego mi boca a la suya y me deja penetrar mi lengua lentamente en la suya.- Tanto el dios como la seductora saben cómo funciona nuestra relación -y pongo mi mano en mi paraíso, por encima del encaje-, y funciona perfectamente.

Se queda quieta. Luego, va descendiendo, buscando fricción con mi palma.

-Eres perfecto. -Pega su boca a la mía y hunde sus manos en mi pelo, tirando de mí hacia ella.

-Lo sé. -La beso como si no existiera un mañana. Deslizo mis manos por su cintura hasta llegar a su hermoso trasero. -Pero creía que habías renunciado al poder.

-Por favor, no te detengas -me dice sin vergüenza alguna y hunde deliciosamente su lengua en mi boca ansiosa. Gruño y la aprieto contra mí, me deja hacer lo que yo quiera, ella me dio ese gran poder.

-Sabes que no puedo negarte nada.

-Sí que puedes.

-Ahora no. -Me pongo en pie sin que se dé cuenta, me rodea con sus piernas. Ella siempre se pierde en mí cuando le prodigo mis caricias. Decido salir de la villa, me la llevo hacia la orilla de la playa, hace una noche hermosa que invita a muchas cosas. Ava siente la brisa y se pega más a mí. Se oye el susurrante sonido de las olas que golpean contra la costa. Se siente un poco el frío, pero así pegados como estamos y con nuestro calor no hacemos caso a nada más. No la meto al agua, me arrodillo y la coloco en la arena blanda y húmeda, procurando no despegar nuestros labios en ningún momento. Ava recorre todo mi cuerpo, despega las piernas que están debajo de mí y me rodea como si me fuera a ir. En este momento, no existe nada que pueda hacerlo. De repente, una suave ola nos alcanza. Ava lanza un grito ahogado y me clava las uñas en mis brazos. Siento sus preciosos senos cubiertos de encaje pegados a mi pecho y ella quiere pegarse más.

-Shsss… Tranquila.

Siento como se va tranquilizando, y sigo besándola, bajando por su cuello. Muerdo, chupo y luego entre besos me dirijo de nuevo a su rostro.

-Te amo -le susurro-. Joder, te amo muchísimo.

-Lo sé. Sé que me amas. Hazme el amor. -Y así será, porque no será sexo loco ni duro. No, para nada, va a ser sexo con mucho… pero mucho amor.

-No pensaba en otra cosa. -Tiro de sus bragas de encaje y las deslizo por sus piernas.- A este lo llamaremos “Polvo adormilados al anochecer”.

Ava toma mi rostro entre sus manos, me mira a pesar de la oscuridad de la noche, nos contemplamos y en el de ella veo un profundo amor. Siento que me va a estallar el corazón. Dios, ¡cómo es posible sentir tanto amor!

-Hecho -dice ella y separa sus piernas para ayudarme a sacarle las bragas. Luego, accedo a su espalda y desabrocho su sujetador, lo deslizo por sus brazos. Se queda entre sus muñecas, no quiere soltar mi rostro, y seguimos besándonos.

Siento sus pezones duros, entonces aparto sus manos de mi rostro y me echo hacia atrás. La miro por un momento, quiero grabarme esto por lo que me queda de vida, es perfecto… demasiado perfecto. Me hundo en ella lentamente y me detengo cuando estoy a medio camino, admirando la hermosa imagen que tengo al frente. Mi mujer es un ángel, honesta, pura, bella… ¡Y me ama a mí! ¡Solo a mí!

-¿Hasta el fondo? -le pregunto casi en susurro. Ella asiente y levanta sus caderas con impaciencia para recibirme. La levanto cuando siente que viene otra ola, aunque nos alcanza, da un grito pero sé que es por sentirme tan profundo. La sostengo para que se filtre el agua de sus mejillas y vuelvo a bajarla a la cálida arena. Coloco mis antebrazos a los lados de su cabeza y nos quedamos mirándonos, diciéndonos con nuestra vista el amor que sentimos el uno por el otro.

Siento como aprieta mi polla que palpita en su interior, pero esto va a ser lento, no tenemos prisa. Los dos nos sentimos plenos, satisfechos y felices. No existe nada más, solos ella y yo siendo uno solo.

-¿Quieres que me mueva? -La beso-. Dime que es lo que quieres, nena.

-A ti. Sea como sea.

-Pues, será con un amor incontrolable hacia ti. ¿Te parece bien?

No me responde, solo me besa. Me aparto mirándola con gran deseo, esperando que me dé una señal.

-Me parece perfecto.

-Me alegro. -Meneo mi cadera hacia arriba, ella se tensa deliciosamente. -Siento tanto placer estando contigo que no sé como he podido sobrevivir sin esto. Existía, Ava, pero no vivía. - Me retiro poco a poco y vuelvo a hundirme en ella sin prisa. Pego mis labios a su boca y atrapo un pequeño grito. Siente frío, pero más placer cuando nos alcanza otra ola. -Ahora estoy vivo y es solo por ti.



-Lo entiendo -me dice pegada en mi boca-. Entiendo lo que quieres decir.

-Bien. Necesito que lo hagas. -Vuelvo a salir y a entrar, los dos suspiramos y tensamos nuestros cuerpos. Me encanta nuestra normalidad.

Ella sonríe y se contorsiona por mis embestidas.

El deseo corre por nuestras venas, calentándonos, incitándonos. Se aferra a mí a cada embestida y me besa con adoración. Tira de mi pelo, gime. Sigo moviendo mis caderas hacia delante y hacia atrás, acercándonos cada vez más a nuestro éxtasis.

Dejo de besarla para mirarla, ella no quiere que deje de hacerlo. Pero tengo que mirarla.

-Necesito verte -le digo jadeando. -Necesito ver cómo arden tus ojos cuando te corras para mí.

-Jesse… -Ya está jadeando, está muy cerca.

Elevo mi parte superior y me apoyo sobre los puños.

-Está cerca, contrólalo, Ava. No me obligues a parar. -Acelero el ritmo sin apartar mis ojos de ella.

-No pares, por favor. -Y me agarra mi trasero, aferrándose más a mí, apretándome para que no pare.

-Pues, ya sabes lo que tienes que hacer.

Empiezo a menearme en círculos, hundido en ella. Veo como trata de contener su eminente orgasmo. Sonrío, se lo que le cuesta, intensifico mis arremetidas y sé que con mis movimientos se la pongo mas difícil.

Ella me mira esperando, absorbiendo, mordiéndose el labio y loca por alcanzar su anhelado orgasmo. Debe aprender a disfrutar el placer que le doy. Y entonces, enrolla sus piernas alrededor de mi cintura para que me hunda más en ella. Dios, esto es demasiado bueno. Empiezo a sisear, ya estoy alcanzando mi pedacito de cielo.

-¡JODER! -Hecho mi cabeza hacia atrás y acelero mis movimientos con penetraciones más intensas. Ella cierra los ojos. -¡Abre los ojos! -le digo algo frustrado-. Siempre necesito verla a los ojos. ¿Quieres correrte?

-¡Sí!

-Ya lo sé -Y me meneo corrido, duro, una y otra vez y grito-: ¡Córrete!

Mi ángel libera su cuerpo y empieza a sacudirse con violentos espasmos.

Me siento arder. Los dos respiramos agitadamente. Sigo apoyado en mis antebrazos y sudando… Dios, vi estrellas y hasta el universo. ¡Qué orgasmo tan exquisito! Y solo ella lo logra.

-Has hecho que pierda el control, Ava -le digo enfurruñado-. Maldita sea, me vuelves completamente loco.

Deja caer sus brazos, desmadejada sobre la arena cuando otra ola nos alcanza. Miro algo preocupado.

-No les hará daño -me dice Ava, jadeando.

Sacudo mi cabeza, caigo a su lado sobre mis antebrazos y tomo su pezón entre mis labios.

-Me encanta que hagas eso -dice, suspirando, y cierra sus ojos, mientras yo aun sigo mamando sus deliciosos senos-. Sigue haciéndolo.

-Sabes tan bien. -Me dirijo a la marca, ya se le está borrando, no es aceptable, así que chupo con fuerza. Ella me deja hacer lo que quiera, así que aprovecho de marcarla como mía. Lo sé, ambos estamos un poco locos, pero amo nuestra locura.

-Llévame al agua -me pide aun jadeando, no ha logrado calmarse del todo. -Necesito refrescarme.

Sacudo mi cabeza perplejo, y suelto su teta.

-De eso nada, señorita -le respondo y sigo concentrado en lo que estaba haciendo.

-¿Por qué? -me insiste.

Beso sus pezones y me pego a su cara.

-Podrían congelarse los bebés. -Ella sonríe

-¡No es verdad!

Aparto el pelo de su cara y llevo mis manos hasta las suyas y las entrelazo por encima de su cabeza.
-¿Cómo lo sabes? -Levanta la cabeza para besarme, enternecida.

-Aunque eso fuera verdad, que no lo es, ahora mismo mi temperatura corporal se sale de lo habitual, así que probablemente tus bebés se estén cociendo mientras hablamos.

-¿Qué? ¡No puede ser!

Lanzo un grito, fingiendo un poco de dramatismo y me levanto, tiro de ella para ayudarla a ponerse en pie.

-Joder, señorita. Tenemos que refrescarte. -La lanzo sobre mis hombros y le doy una palmada en su delicioso culo.

-¡Ah! -grita, riéndose; eso fue por querer tomarme el pelo. Ahora ya va a ver lo que pasa. Entra despacio para que me acostumbre a la temperatura.

-De eso nada. No tenemos tiempo para andarnos con tonterías. Corremos el riesgo de tener un par de bebés demasiado hechos.

La agarro firmemente de sus caderas, ya que comienza a retorcerse, hace como puede para mirarme a la cara y está sonriendo.

-Hola, preciosa mía.

-Hola. -La siento un poco tensa, pero no para de reírse, sabe lo que viene.

No me aguanto y desciendo un poco y la beso con fuerza en sus labios.

-Adiós, preciosa mía. -Tenso mis brazos y la lanzo al agua oscura. Ella grita, agitando los brazos y las piernas a lo loco, muerta de la risa. Cae al agua chillando y veo cómo se sumerge y al momento emerge con urgencia. Toma aire, y gira a su alrededor, buscándome. Me escondo, sumergiéndome, ni loco la descuido. Me pongo casi debajo de ella, veo como patalea con fuerza para mantenerse a flote y comienzo a emerger cual tiburón para agarrarla.

Ella me siente y de repente comienza a nadar como si de verdad la persiguiera un tiburón, chillando como una niña.

-¡Mierda! -grita cuando la agarro de un tobillo y la hundo en el agua. Ella comienza a revolcarse en el agua, moviendo brazos y piernas, hasta alcanza a darme con una de sus piernas. Sigue forcejeando, y entonces coloco mi cabeza entre sus piernas, haciéndola emerger más rápido, se que no tiene mucho aguante bajo el agua, y a lo que emerge grita con furia.

-¡Jesse! -Ya la tengo sobre mis hombros, me dirijo a la orilla.

-¿Qué pasa, nena? -Estoy tranquilo, siempre practiqué deportes fuertes, extremos, y uno de ellos era el nado. Debido a ello aguanto bastante bajo el agua.

-¿De qué vas? -Me golpea la cabeza, pero sin emplear fuerza, hasta que se dobla un poco y me agarra la barbilla, levantándome la cara-. Déjame verte -me ordena. Suelto una carcajada.

-Hola -le digo.

-Eres un peligro.

-Me amas -manifiesto con plena certeza cuando ella se agacha sin llegar a mí.

-Quiero darte un beso. -Lloriquea.

-Lo sé. -Con movimientos firmes la bajo de mis hombros, tomándola en brazos muy rápidamente. -Y ahora ya puedes.

Mi Ava me mira con una sonrisa radiante. Veo en su hermoso rostro las más absoluta de las dichas. En mi vida me había sentido tan lleno, pleno de la más pura felicidad. ¡Qué gran sensación, Dios! Estoy en el paraíso, en verdad.
Otro hermoso día, ya amaneció y sonrío de inmediato. Sería muy fácil acostumbrarnos a esto. Volteo y veo a mi esposa relajada y hasta con una sonrisa en su rostro. Amo verla así, relajada, sin mal genio, sin estrés y sin ir a trabajar. Tenerla solo para mí sería un sueño y voy a hacer la lucha por cumplirlo. La dejo para que siga durmiendo, yo no puedo quedarme en la cama, es una costumbre de mucho tiempo y, la verdad, me hace sentir bien levantarme y salir a hacer ejercicio.

Voy al sanitario y luego me cepillo los dientes, también me lavo la cara. Luego, me pongo un short, con este calor así me siento más cómodo, y esta vez me llevo el teléfono. Tengo una llamada perdida de John, ojalá no haya ningún problema. Salgo de la villa y quedo extasiado, el día está precioso. Hoy llevo a mi mujer de compras. Y comienzo a correr lentamente, hasta que me detengo por un momento bajo una palmera y marco a mi amigo, ya que si él llama es por algo, solo espero que no sea nada grave.



-Jesse, buenos días, pensé que no habías visto mi mensaje.

-Claro que lo vi, solo que en ese momento no te podía responder, tú me entiendes.

-Ja, ja, ja, ja ¡Claro que te entiendo!

-Dime, grandote. ¿Pasa algo? ¿Hay algo mal?

-Bueno, depende como se mire, Jesse, es sobre… Sarah.

-¿Qué pasa con ella?

-Trató de matarse, Jesse, se quiso cortar las venas de las muñecas. Está mal.

-¿Qué?... ¿Por qué? ¡Coño! ¿Qué pasó?

-Bueno… Dice que no puede estar sin al menos verte, que se arrepiente de lo que hizo, que no quiere seguir viviendo así. En fin, sé que está loca, pero…

-¡Diablos! ¿Y qué coño puedo hacer yo? Me da lástima por ella, pero no voy a hacer nada que moleste a mi esposa, lo sabes. Además, no quiero que se siga haciendo ilusiones, ella debe entender.

-Lo sé, amigo, pero quiere volver a trabajar para ti, Jesse. Dice que no te va a molestar, que no se meterá nunca más con Ava.

-¡Coño, John! ¡Ese fue el problema! ¡Ella me traiciono, por muy enamorada que estuviera, ella sabía que nunca, pero nunca iba a estar con ella. Pero en medio de todo la consideraba mi amiga y decidió traicionarme y meterse con lo más sagrado que tengo: Ava, mi esposa.

-Sí, lo sé, Jesse, pero la veo mal. En este momento, estoy afuera de su hotel, la llevé al hospital y me la entregaron. La estoy dejando lo más cómoda que pueda, pero me pidió hablar contigo y más cuando le dije lo revuelto que tenemos el papeleo en la mansión. Dice que ella puede seguir con su trabajo sin importunarte. Y, Jesse… La necesitamos y lo sabes, ni tú ni yo somos buenos con los papeles. -Me quedo pensando un rato. -Jesse, ¿qué piensas?

-¿Qué pienso? Coño, en mi esposa. Ava la detesta, siendo que mi mujer no es rencorosa. Y Jhon, por si no lo sabías, Ava es un ángel, pero también tiene su genio.

-Te entiendo, Jesse, todo lo que me dices lo entiendo perfectamente. Entonces, ¿qué hago? ¿Le digo entonces que no?

-¡Mierda! No quiero tener esto en mi conciencia. Y me molesta sobremanera ese tipo de manipulación, pero la necesitamos. Déjame pensar qué le voy a decir a Ava. Tengo que hablarlo con ella antes de llegar a casa. Si la ve sin haberle dicho nada, me las veré negras. ¿Estás cerca de ella?

-Sí, afuera de la habitación.

-Pásamela un momento, por favor.

-Okey. Ya entro. Espera, por favor.

-Sarah, Jesse quiere hablar contigo… No lo cabrees.

-No, claro que no -le responde a John.

-Jesse, hola. ¿Cómo estás?
-Muy bien, Sarah. Dime, ¿cómo coño se te ocurrió esta estupidez? -Comienza a llorar.

-Jesse, me conformo con verte así sea de lejos. Por favor, déjame volver al trabajo.

-Sí, pero llegar a esos extremos, coño… ¡Estás loca! No me gusta que me manipulen, así que compórtate. -Me quedo en silencio un momento y luego comienzo a hablar-. Escucha lo que te voy a decir, Sarah. No te he perdonado todas las marranadas que hiciste, y si solo fuera lo mío, quizás, pero que te hayas metido con Ava… Coño, me revolviste la mierda, Sarah, y no lo acepto, el que se mete con mi esposa se mete conmigo. Y eso de que te conformas con verme... ¡No, Sarah! Ya es hora que te saques esa puta obsesión por mí, sabes que nunca sucederá. ¡Odio que me manipulen!

-Lo sé, y lo siento muchísimo, Jesse, te lo juro.

-Mira, puedes ir al hotel y tratar de poner todo al día, pero no te acostumbres, pues tengo que decírselo a Ava, y si ella dice que no… Sarah, lamentándolo mucho te tienes que ir. ¿Lo entiendes?

-Entiendo… Pero pensé que tú eras el que mandaba.

-¡Coño! Vamos a empezar mal, Sarah. Escúchame. Ava lo es todo para mí. ¡La amo! Es mi vida, y por si no lo sabías está embarazada de mellizos. En este momento siento por ella adoración y no acepto que nadie me la vaya a joder, ni a incomodarla, ni siquiera que me la miren mal, y en esto y muchas otras cosas ella es la que manda, así que no me digas idioteces, ¿ok? Recuerda que la más ofendida es ella. ¿Hablé claro?

-Disculpa… y lo entiendo, Jesse, y si sabía lo de su embarazo. En verdad, Ava es una mujer con mucha suerte.

-No, Sarah, el de la suerte soy yo que la encontré, y si ella dice no, Sarah, te tienes que ir. ¿Entiendes?

-Ya entendí, y lo digo de corazón. Respeto a tu esposa por el solo hecho de hacerte cambiar a tal extremo. Eres otro, Jesse.

-Sí, pero el cabrón con suerte soy yo. Y si cambie y me siento dichoso de haberlo hecho, ella lo vale, te lo aseguro. Bueno, no quiero seguir hablando por teléfono. Ve apenas puedas al hotel, hoy es el último día aquí, mañana salimos para Londres.

-Mañana temprano estaré en la mansión y te organizo todo, por eso no te preocupes y espero lo que diga Ava.

-Bien, Sarah, cuídate. Hablamos luego en el hotel. Adiós.

-Hasta pronto, Jesse, ya te paso a John.

-Jesse, dime.

-Búscala mañana y la llevas al hotel, le dije que todo dependía de Ava.

-Perfecto, amigo, no te preocupes, y sigue disfrutando.

-Gracias, amigo, hoy es nuestro último día aquí y trataré de que la pasemos muy bien.

-Ese no es un reto para ti, cabrón, lo harás, ja, ja, ja.

-¡Claro que sí! Grandote, nos hablamos.

-Hasta pronto, Jesse.

Me quedo un rato mirando hacia el mar, pensando en cómo se lo voy a decir a Ava. Dios ¡qué lío! -Y para ser sincero la necesito en el hotel. Coño, qué dilema.

Vienen a mi memoria recuerdos del pasado, recuerdos que siempre me han amargado mi vida, fueron muchas cosas que no debieron pasar. Mis padres... Mi hermano... Mi angelito mi precioso angelito… Esa mujer… Mi tío, Sarah y mi culpa… Mi locura de todos estos años... Coño, son demasiadas cosas. Solo por eso no termino de aborrecer a Sarah, ella también ha sufrido, pero le brotó la maldad y con quien menos debió hacerlo. Además, cada día pienso que ya no quiero seguir con el hotel, va a ser un gran impedimento en nuestras vidas, por mis hijos y eso no lo puedo permitir. Debo aclararme en esto, me queda poco tiempo y debo dar una respuesta. Pero por hoy solo voy a pensar en todo lo que quiero hacer con mi mujer, ayer fue un día fabuloso y hoy quiero que sea otro más fabuloso aun. Quiero llenarla de regalos, quiero que conozca todos los sitios bellos que hay en este lugar, me encanta verle el rostro maravillado, cuando ve algo que le gusta me hace sentir muy feliz, así que mejor ahora voy a terminar mi ejercicio para regresar lo más pronto posible al lado de mi esposa, la luz de mi vida, mi todo. ¿Existirán hombres que amen con esta intensidad? ¿Se lo dirán a sus mujeres? Hay mucho machismo en la mayoría de los hombres hoy en día, yo no soy uno de ellos y por ello no me siento menos hombre. Me encanta que ella sepa cómo la amo, y se lo pienso decir todos los días del resto mi vida, sé que a ella le encanta escucharlo, como a mí cuando ella me lo dice, pareciera que mi corazón se me va a salir del pecho. El sentir un amor así de inmenso, nos hace mejores personas, todo cambia ante nuestro ojos, hasta el cómo vivíamos antes. Por eso “El Amor” es lo mejor de nuestras vidas. El que lo haya sentido puede decir que se ha realizado en este mundo, pues por él se vive, se lucha, se hace lo mejor. Y al final, es nuestra recompensa.

Y para mí lo mejor tiene nombre y apellido “Ava O’Shea”, mi esposa, gracias a Dios por eso.

CONTINUARÁ…

Por Fanny Rebellón.