sábado, 14 de enero de 2017

Loco Amor (Confesión) / Capítulo 9




Loco Amor (Confesión)
Fanfic de la trilogía “Mi Hombre”
Historia original de la autora Jodi Ellen Malpas.
                           
CAPITULO 9

Ya tenemos todo preparado para nuestro viaje, estoy que no quepo en mi cuerpo, unos días de relax con el amor de mi vida… Lo dicho, soy un cabrón con suerte.


Ahora, a recordar todo. Ya hice las llamadas necesarias, ya está todo preparado para nuestro viaje, ya pasé un fax a los encargados de mi casa, quienes tienen que llenar la nevera y tener todo listo. Ya les avisé a mis suegros y también tengo su dirección. ¡Listo! Todo está OK, solo nos falta salir cuando, de pronto, siento un ruido fuerte. Coño, es una maleta y veo a Ava en la parte alta de la escalera queriendo cargar otra maleta más grande. ¡¡No me jodas!!
-¡¡¡Eh!!! -Le doy el padre de todos los gritos. ¡Cómo se le ocurre hacer eso! Ava se agarra del pasamanos, mientras subo de tres en tres las escaleras como alma que lleva el diablo-. ¿¡Qué coño haces, mujer!?
Me mira muy molesta.
-¡Joder, Jesse! ¡Relájate, coño! ¡Casi me caigo por tu puta culpa! -Al decir eso se queda pasmada, cómo no, si soltó todo un rosario de tacos. ¡Odio que diga tacos! ¿Quién ha escuchado a un ángel soltando tacos? ¡Nadie!
-¡¿Quieres hace el favor de vigilar esa puta boca?! -Cojo la maleta-. ¡Espera aquí! -le hablo molesto y ella me obedece. Casi tiro la maleta desde arriba. ¿Qué aún no ha asimilado que está embarazada? Acomodo en la salida la puta maleta y vuelvo a subir a su lado, tomándola en mis brazos-. Podrías haberte partido el puto cuello.
-¡Llevaba bien la maleta! ¡Ha sido tu grito lo que casi hizo que me cayera!
-El único peso que debes llevar es el de mis pequeños.
-¡Nuestros pequeños!
-¡Eso es lo que acabo de decir! -Y la dejo en el suelo-. No hagas ninguna estupidez, señorita. -Está muy molesta, lo sé por la mirada que me lanza.
-¿Desde cuándo es una estupidez llevar una maleta?
-¡Desde que estás embarazada!
-Ward, será mejor que te relajes o…-me apunta con su dedo-: ¡Cornualles!
Suelto una carcajada, si la conoceré. Si de algo estoy seguro es que no se va a ir a ninguna parte. Voy a darle un susto, así aprenderá a no estarme amenazando.
-¿Cuántas veces vas a amenazarme con el puto Cornualles? -Y cuando se lo pregunto le pongo cara de que sé que no se va a ir a ningún lugar.
-¡Me iré ahora mismo! -Se acerca y me lo grita en la cara.
-Muy bien. Yo te llevo -Cojo la maleta y voy hacia la entrada, me volteo y veo el desconcierto en su hermoso rostro, ya está… Ya picó. ¿Vienes o no?
-¿Has llamado a Patrick?
-Sí -le respondo tajante-. Tienes que volver al trabajo el martes -Cierro la puerta del apartamento y llamo el ascensor.
-No puedo creer que hayas puesto la cuenta atrás de código. -No le paro. Bajamos en silencio, mientras llamo a John y hago como si ella no estuviera. Llegamos, y con la cabeza le indico que salga y sigo mi charla con John, le estoy recordando a mi amigo que contacte a Steve, esto es algo muy importante, tengo que descubrir quién está detrás de todo esto. Luego, suelto a John que voy a llevar a Ava a casa de sus padres. Ella me mira interrogante.
-¡Hola, Ava! -Saluda el imbécil de Casey a mi mujer, ¡qué coño son esas confiancitas! ¡Qué tal! ¿Qué se habrá creído este cabrón? ¡Mierda, me cae gordo!
Estoy que muerdo y Ava sigue saludando al tipejo este.
-¡Buenos días, Casey! ¿Qué tal?
-Muy bien, gracias. Hace un día estupendo. Que tenga usted un buen día, Ava.
-Gracias.
Salimos al exterior y veo el Aston Martin que me enviaron, es precioso. Me despido de John.
-Sí, gracias, grandulón.  -Cuelgo y voy a meter las maletas en el Aston Martín.
-¿Qué es esto? -Me señala el DBS. Cierro el maletero y hago como que pienso.
-Creo que podría ser un coche.
-El sarcasmo no te pega. ¿De dónde ha salido?
-De un garaje para sustituir al mío hasta que lo encuentren. -La ayudo a meterse al carro.
-¿Todavía no han encontrado tu coche?
-No -le hablo seco.
-¿Qué tiene que hacer Steve?
-Nada -le miento, aunque sé que ella lo sospecha, no es casualidad que primero la hayan drogado y ahora la hayan querido matar, golpeando su carro, hasta conseguir que se accidentara. Quieren hacerme daño a través de ella, de eso estoy completamente seguro, y es un él o una ella. Pero quien quiera que esté haciendo esto me conoce y sabe que me moriría si algo le llegara a suceder… Pero ¿quién será? Mikael no creo que llegue a esos extremos, se que va a intentar algo, pero no tan mortífero…entonces… ¿Quién? A veces pienso en… No… No puede ser, tengo entendido que tiene una nueva relación, que vive lejos de aquí. Supuestamente estaba feliz, así que no creo que sea ella. Dios, si lo fuera sería terrible, ella si es muy peligrosa, si lo sabré yo. Pero no quiero que Ava se preocupe y menos ahora que está embarazada. Por eso Steve me va a ayudar, sabe que me la debe. Además, sé que está arrepentido y sé que siente una profunda vergüenza con Ava, por eso estoy convencido de que me va a ayudar.
Me acomodo en el carro, empujando el asiento a todo lo que da, tengo piernas largas.
-¿Por qué no vamos en mi coche? -Y me señala su nueva camioneta.
-No puedes conducir mucho.
-No, pero podrías conducirlo tú.
-Sí, podría, pero ahora tengo éste -Y arranco el motor, lo acelero. ¡Wow! ¡Es una maravilla! Sonrío de oreja a oreja-. Escucha eso. -Piso el embrague y arranco, me fascina el sonido que tiene, la suavidad de todo el coche. Realmente, es una delicia conducirlo.
-Bueno, ¿a dónde vas a llevarme? -Saca su móvil.
-Ya te he dicho, a casa de tu madre.
Pone en blanco sus ojos, no lo cree, ya veremos.
-Vale.
-Dame tu móvil. Nada de teléfonos.
-Tengo que llamar a Kate. -Le quito el teléfono, ya que cuando dije para mí solo, eso será. Nada de llamadas. Después que veamos a sus padres, por 4 días será solo mía.
-Tengo que llamar a Kate.
-Ya he llamado a todos los que tienen que saber que nos vamos, Kate incluida. Relájate, señorita. -Se queda tranquila… menos mal.
Ya estamos entrando a Cornualles, es una hermosa ciudad, pequeña pero hermosa.
Busco la dirección que me dio mi suegro. ¡Aqui es! La miro con curiosidad. Es una hermosa casa, sencilla, pero hermosa. Miro a Ava y está profundamente dormida. Ella siempre ha sido dormilona, y ahora con el embarazo lo es aún más. Según leí, eso hace bien para los bebés y también a ella.
Me estaciono cerca de su casa y la miro, no me gusta despertarla, pero hay que hacerlo.
-Ava, nena, despierta. -Abre sus hermosos ojos y se estira, tocando el techo del carro, aun no recuerda donde está. Luego, voltea a mirarme y ve que le sonrío.
-¿Dónde estamos? -me pregunta, frotándose los ojos.
-En Cornualles.


-Ya, vale -Cree que es un juego-. Tengo que hacer pis -Quiere bajarse y entonces observa el lugar, lo reconoce y se queda pasmada-. ¿No era coña? -Vuelve a mirar-. ¿Vas a dejarme en casa de mi madre? -dice con sentimiento. Coño, parece que fuera a llorar. Así que la tomo por el cuello y la atraigo hacia mí.
-No me amenaces con Cornualles -Sonrío malicioso, mirándola. ¿Llora? ¿En serio se lo creyó? Antes muerto que dejarla-. Nena, es una broma. Tendrían que matarme para apartarme de ti. Ya lo sabes -Tiro de ella y la pongo sobre mi regazo, ella hunde su cara en mi cuello, sollozando. Dios, tengo que calmarla, puede hacerle daño-. Ava, mírame.
Como puede levanta su cara que está cubierta de lágrimas.
-Voy a ponerme gordísima... ¡Enorme! ¡Son mellizos, Jesse! Ya no…
-¿Te desearé? -termino su frase. Es la tontería más grande, porque amaré cada segundo de su embarazo, lo seguiré con fotos. De hecho, amo su embarazo, y en definitiva ¿no fui yo el que lo buscó con desespero? ¿Y que si la voy a desear? ¡Como un loco como siempre! La duda ofende.
-Sí.
Sonrío, acariciándole la mejilla.
-Nena, eso no va a pasar.
-¿Y cómo lo sabes? No tienes ni idea de cómo te sentirás cuando tenga los tobillos hinchados y camine como si me hubieran metido una sandia a presión.
Me río ante esa imagen.
-¿Así va a ser?
-Seguramente.
-Deja que te diga una cosa, señorita. Cada día que pasa te deseo más, y creo que llevas a mis hijos ahí dentro desde hace unas cuantas semanas -le digo, acariciándole su vientre.
-Todavía no estoy gorda.
-No vas a engordar, Ava. Estás embarazada. Y además, pensar que tienes algo que forma parte de ti y de mi ahí dentro, calentito y a salvo, hace que me sienta tremendamente feliz -empujo mi cadera hacia arriba, ya estoy empalmado, es una barbaridad, basta con ponerle un dedo encima para excitarme de inmediato. Siempre siento un corrientazo. Por mí viviría dentro de ella-. Hace que te desee aun más si cabe. Así que cállate y bésame, esposa -Me da una mirada cínica y le subo de nuevo mi cadera para que vea de lo que se pierde, y ni corta ni perezosa, se me avienta encima, cachonda. Amo esto de ella, el cómo reacciona a mi contacto, lo caliente que es. ¡Me encanta!-. Mmmm, ésta es mi chica. -Se separa un momento-. Joder , Ava -me encantaría arrancarte esas bragas de encaje y follarte como un loco aquí mismo, pero no quiero montar un espectáculo.
-Me da igual -replica y mete su lengua hasta el fondo, agarrándome por el pelo. Mmmm qué delicia.
-Ava –Forcejeo, riéndome -, no me hago responsable de mis actos.
-Tranquilo, no te haré responsable. -Tira de mi camiseta y se pega más a mi erección.
-Joder, mujer. –Definitivamente, quiere que me la folle. Joder.
De repente, oímos unos fuertes golpes en la ventanilla, Ava se aparta, lanzando un grito, avergonzada. Nos miramos el uno al otro, los dos jadeamos muy encendidos, y luego los dos miramos al policía que no tiene muy buena cara que digamos. Aparto a Ava y la coloco en el asiento, Ava se alisa el pelo, nerviosa, y esta roja cual bandera china. Yo solo sonrío con picardía.
-Así aprenderás -Bajo la ventanilla y me dirijo al policía-. Disculpe, agente, está embarazada. Las hormonas, ya sabe. No me quita las manos de encima -le digo, aguantando la risa. Ava resopla indignada y me golpea el muslo. Me río a carcajadas, cojo su mano y se la aprieto-. ¿Lo ve?
El policía debe ser casado, pues carraspea y se ruboriza.
-Sí… bueno… están en un lugar público -nos señala el alrededor-. Prosigan su camino.
-Hemos venido de visita. -Subo la ventanilla, sé que Ava va a soltar alguna perla, por eso es mejor prevenir. Me mira y le sonrío socarrón. ¡Qué extraño! Se quedó callada-. ¿Preparada?
-Creía que íbamos a viajar en avión.
-Y lo haremos, pero después de contarle a mi encantadora suegra que va a ser abuela. -Me bajo del carro, Ava tiene los ojos como asustada de imaginar a su madre. Quiero ver la cara de la suegra cuando se entere, va a poner el grito en el cielo. Coño, eso no tiene precio, ja, ja, ja… Por mí lo filmaría.
Doy la vuelta al carro y abro la puerta para que se baje.
-Vamos.
Ava no acierta a salir.
-¿Por qué me haces esto?
-Tienen que saberlo. -Tomo su mano y tiro de ella.
-No. Lo que pasa es que te mueres por anunciarle a mi madre de solo cuarenta y siete años que va a ser abuela.
¡¡Upsss!!, me río para mis adentros.
-Para nada -le respondo a la defensiva.
-¿Cómo sabias dónde era? -pregunta intrigada.
-Llamé y les pregunté la dirección, y creo que es el coche de tu padre. Es un mercedes, ¿no?
-Sí -gruñe molesta.
Vemos que Elizabeth va saliendo, así que levanto la mano de Ava, la beso con dulzura y le guiño un ojo. Ava sonríe. Saco unas esposas y las coloco en nuestras muñecas.
-¿Qué haces? -intenta retirarse, pero ya está atrapada, solo quiero oírle la lengua a la suegra. -¡Jesse!
Mi suegra se ve aun hermosa, mi Ava se le parece bastante, pero mejorada.
-¡Ya ha llegado mi chica!
-¡Hola, mama! -le digo, levantando nuestras manos esposadas y con mi mejor sonrisa estampada en mi cara. La suegra se queda petrificada, Ava sonríe al verla.
La suegra mira a nuestro alrededor, cerciorándose de que no hay moros en la costa y que no nos han visto esposados. Me agarra y me empuja hasta el recibidor.
-Quítale esas esposas a mi hija, delincuente.
Suelto una carcajada y le quito las esposas. Elizabeth sonríe.
-¿Contenta?
-Sí. -Me da un golpecito en el hombro y toma a Ava entre sus brazos. -Cuánto me alegro de verte, cariño. He preparado la habitación de invitados.
-¿Vamos a quedarnos? -pregunta Ava.
-Volamos por la mañana -le respondo-. He pensado que sería mejor que viniéramos a hacerles una visita antes de que tu madre piense que te impido verla.
Elizabeth suelta a Ava y me abraza.
-Gracias por traerla de visita. -Me da un abrazo más fuerte…Sé que se alegra, porque se ve el amor por su hija. -Le acepto con gusto el abrazo, pero no puedo evitar poner mis ojos en blanco. Si por mí fuera, no habría venido aquí, pero no debo ser tan egoísta y ellos tienen derecho a enterarse de los bebés. En definitiva, serán sus nietos.
-Aprovecha, porque voy a secuestrarla por la mañana.
-Sí, sí, ya lo sé -y me suelta-. ¡Joseph! ¡Ya están aquí! Voy a hacer té.
La seguimos hasta la cocina, miro a mi alrededor. Es una casa muy agradable, acogedora diría yo, decorada con buen gusto para su sencillez. Todo muy limpio, eso me gusta. El espacio es abierto. En verdad, es muy hogareña.
El suegro está leyendo el periódico en la cocina.
-¡Hola, papá! -le dice Ava y se inclina para darle un beso en la mejilla cuando él se tensa, como que es reacio a las demostraciones de cariño.
-Ava, ¿cómo estás? -cierra el periódico y me extiende la mano, yo ya me estoy sentando cerca de él-. ¿Aún te tiene alerta?- me pregunta.
-Por supuesto. -Miro a mi esposa de reojo.
Ava va al baño y luego se sienta junto a nosotros. Charlo un rato con el suegro, es un hombre muy agradable, me cae bien, igual que mi suegra, solo que ella es metiche, pero nadie es perfecto.
La suegra nos prepara té e interviene, a veces. Ava nos mira y se le ilumina la cara, está feliz por esta reunión, tiene a sus seres más queridos juntos y si ella está feliz, yo también lo estoy, aunque la prefiero solo para mí.
Conversamos un buen rato, y Ava y yo sentimos hambre, así que los invito a cenar. No quiero poner a mi suegra a cocinar.
-He pensado que podríamos ir a cenar a The Windmill -dice Elizabeth-. Iremos dando un paseo. Parece que hará buena noche.
-Buena idea. -Tiene razón, así conocemos un poco.
-Perfecto. -respondo yo y pongo mi mano sobre la rodilla de Ava y le doy un ligero apretón.
Llegamos al Restaurante.
-Las damas primero. -Sostengo la puerta abierta del restaurante para que entren Ava y mi suegra-. Joseph….
-Gracias, Jesse.
El suegro nos guía hasta una mesa, cerca de la chimenea, pero no hay troncos sino velas, es un lugar agradable, espero que la comida sea buena.
_-¿Qué desean beber? –pregunto, mientras les retiro la silla. Veo que la de Ava es solo de madera, sin nada acolchado, así que la detengo para que no se siente aun, y miro alrededor y veo uno más cómodo. Me dirijo a buscarlo, todos me miran, pero no dicen nada.
-Yo tomaré una copa de vino blanco -dice Elizabeth, sentándose como toda una dama, y poniéndose sus lentes para ver el menú.
-Yo una pinta de Carlsberg -dice el suegro.
-Y mi chica guapa, ¿qué va a tomar? -le pregunto a Ava.
-Agua, por favor. -De una mis suegros la miran, la conocen, y saben que ella ama el vino.
-¿No bebes vino? -le pregunta mi suegra, asombrada.
Nos ponemos algo nerviosos.
-No, tenemos que levantarnos pronto -dice Ava, queriendo retardar la gran noticia. Después,
toma el menú, se ve nerviosa y algo molesta.
Pero la suegra aun no sale de su asombro.
Me acerco a la oreja de Ava.
-Te quiero. -La beso en la mejilla, ella me acerca su cara, cariñosa.
-Lo sé.
Me levanto para pedir las bebidas.
Al momento, tenemos las bebidas en la mesa, mis suegros se entusiasman, ya veo de dónde sale el gusto por el vino de mi esposa.
-Bueno, ¿qué van a querer? -pregunta la suegra.- Yo creo que voy a pedir la mariscada.
Ava se inclina sobre mí para mirar el menú y pone su mano sobre mi rodilla. La cojo y se la beso sin dejar de leer la carta.
-¿Qué te apetece, nena?
-No lo sé.
-Voy a pedir mejillones con mantequilla y ajo -anuncia mi suegro, señalando la pizarra que muestra todos los sabrosos platos de marisco. -Están deliciosos –dice, y da un trago a su vino.
-No me decido.
-Dime que te apetece y yo te ayudo. -La miro.
-Mejillones o mariscada -dice ella. Abro los ojos como platos.
-¡Ni una cosa, ni la otra! -exclamo y mis suegros de una me miran, asombrados, quedando con sus bebidas a medio camino.
-¿Por qué? -Se voltea y me mira con su ceño fruncido. -¡Venga ya, Jesse!
Niego con mi cabeza.
-De eso nada, señorita. Ni hablar. El pescado contiene mercurio, que puede afectar al sistema nervioso del feto. Ni se te ocurra desobedecerme en esto.
-¿Vas a dejarme comer algo? -pregunta Ava hambrienta y muy molesta.
-Sí. Pollo o ternera. Tienen muchas proteínas, y eso es bueno para nuestros pequeños.
Ava toma su vaso con agua completamente frustrada, y no les ha visto la cara a sus padres, que tienen la quijada en la mesa, ¡literalmente!, por toda la información que lanzamos sin querer queriendo, je, je, je.
-Hazlo con estilo, Ava -le murmuro a mi esposa. Ella me mira como diciendo “¿Yo? ¡Nooo!”.
-¿Estás embarazada? -le pregunta mi suegra.
-¿Ava? -Insiste mi suegro. Ava solo me mira a mí, asustada. Luego, se decide, suspirando profundamente.
-¡Sorpresa! -susurra como si nada.
-¡Pero si llevan casados cinco minutos! -exclama Elizabeth. ¡Coño, lo sabía!-. ¡Cinco minutos!
Joseph pone su mano en el brazo de Elizabeth para calmarla, pero eso no la va a parar, parece un puto tren descarrilado.
Joseph, Ava y yo estamos en silencio, pero la suegra no. ¡Diablos! Da un trago largo a su copa y respira profundo. Luego, me mira y me pela los ojos como platos, mientras Ava se revuelve nerviosa.
-Se casaron de penalti, ¿verdad? ¡Te casaste con ella porque tenías que hacerlo!
-¡Gracias! -le dice Ava y se echa a reír, molesta y ofendida, y empieza a soltar una sarta de estupideces. Ya va, coño.
-Elizabeth -le digo muy serio. Siento que me tiembla todo-. Sabes que eso no es verdad -Trato de hablar calmado, pero nos está insultando, y eso no se lo voy a aceptar.
Elizabeth resopla, pero el suegro interviene antes de que diga otra tontería.
-Cuando se casaron, ¿aun no lo sabías?
-No -le responde Ava. Claro que los dos lo sospechábamos, pero eso no viene al caso, yo me hubiera casado con Ava como sea, Yo adoro a mi mujer.
-Vaya. -Suspira el suegro.
-No me lo creo -protesta Elizabeth.- Una novia embarazada solo indica una cosa.
-Pues, no se lo digas a nadie -le responde Ava muy cabreada.
Coño, me siento más tenso que cuerda de violín. Por lo que tomo la mano de Ava y le doy vueltas a su anillo. Sinceramente, a veces no soporto a mi suegra.
Me inclino hacia delante y cierro los ojos.
-Elizabeth, no soy un puto crío de dieciocho años al que lo obligan a hacer lo correcto después de haber echado un quiqui con una chica. Tengo treinta y ocho años. Ava es mi mujer, y no voy a permitir que se agobie ni que se entristezca. Así que puedes aceptarlo y darnos tu bendición o seguir así, en cuyo caso me llevaré a mi chica a casa ahora mismo.
-Bueno, vamos a calmarnos todos un poco, ¿de acuerdo? -dice mi suegro tratando de ser el mediador. A él no le gustan los enfrentamientos, se ve que es muy tranquilo. Mira a mi suegra, advirtiéndole. Bien hecho, suegro. Joder, a veces hay que ponerla en su lugar.
-Ava -Joseph le sonríe a mi esposa-. ¿Cómo te sientes al respecto?
-Bien -responde rápidamente. Le aprieto la mano, me gustó su respuesta espontánea. Ava añade-: De maravilla. No podría estar más feliz. -Y le sonríe a su padre.
-Bueno, pues, ya está. Están casados y tienen estabilidad económica. -Mi suegro se ríe cuando dice eso-. Además, son adultos, Elizabeth. Hazte a la idea... ¡Vas a ser abuela!
Miro a mi mujer, está avergonzada por la reacción de su madre. Me mira como disculpándose, mientras yo sacudo mi cabeza, exasperado.
-¡No pienso ser una “abuela”! –dice-. Tengo cuarenta y siete años -se acomoda el pelo coqueta-, pero no me importaría ser una “abu” -pensando en esa opción. ¡Mierda! Me revienta, como si con eso se le fueran a ir los años o fuera a dejar a ser abuela. ¡Diablos, es la ley de la vida!
-Puedes ser lo que te dé la gana, Elizabeth. -Y cojo el menú para disimular mi rabia. Tengo que controlarme para no soltarle unas cuantas cositas.
-¡Deberías vigilar tu lenguaje, Jesse Ward! -replica ella, pero yo no pienso disculparme, que dé gracias que no le grito unas cuantas cosas. -¡Un momento! -chilla de pronto.
-¿Qué pasa? -pregunta Joseph.
La suegra nos mira, primero a Ava y luego a mí, una y otra vez, y luego deja la mirada fija en mi. Adivino lo que va a decir, pero mejor espero.
-Has dicho “Pequeños”, en plural. Has dicho “nuestros pequeños”.
-Son mellizos -les anuncio con una sonrisa, feliz. En ese momento se me sale toda la rabia-. En verdad es un milagro. Son dos bebes. Dos nietos.
-¡Por todos los santos! -El suegro se ríe fuerte-. Eso es algo muy especial. ¡Enhorabuena!
Tomo aire feliz, hinchando mi pecho. Coño, me siento orgulloso.
-¿Mellizos? -dice Elizabeth-. ¡Ay, Ava, querida! Vas a acabar agotada. ¿Cómo vas a…?
-No, no se agotará -la corto bruscamente-. Me tiene a mí.
Con lo que le digo la siento de culo….Coño, me tiene a mí, siempre me va a tener a mí.
-Y nos tienes a nosotros, querida -dice la abuela ahora-. Lo siento mucho. Es que no me lo esperaba -Se inclina y le ofrece su mano a Ava, ella la acepta-. Siempre estaremos ahí.
Miro a mi esposa muy pensativa, de seguro por lo que le acaba de decir su madre. Ella no va a estar junto a Ava, viven muy lejos, y de todas maneras no le van a hacer falta, porque yo voy a estar a su lado siempre. Con esto, cada día me decido mas a vender el hotel, éste me absorbe mucho tiempo, y quiero estar al lado de mi mujer y de mis hijos. Así que saco a Ava de sus oscuros pensamientos.
-Me tienes a mí -le reafirmo.
-¿Ya lo tienen? -Es la camarera que viene a tomar el pedido. Está sonriente y cuando me ve se pone roja y sonríe mucho más. Esto nunca cambia, me imagino que ya no sucederá cuando esté más arrugado que una pasa, pero si está en mi poder tratare de conservarme bien, a mi Ava le gusta cómo soy.
-Yo tomare el filete, por favor -dice Ava y pone su mano sobre mi rodilla, ya está en plan de posesiva. Pero la mujer no escribe ni le pregunta nada, solo me mira y la muy descarada me escanea de pies a cabeza.
-Yo tomare el filete -le repite Ava-. Al punto.
-¿Disculpe? -Me río para mis adentros, por fin la mujer le pone atención a Ava.
-El filete. Al punto. ¿Quieres que lo anote yo? -¡Uy! Ava no está muy contenta que digamos. Me río disimuladamente.
-Ah, claro. ¿Y ustedes? -Mira a los suegros.
-Mejillones para mí -pide el suegro.
-Y la mariscada para mí -pide la suegra-, y otra copa de vino -Levanta la suya ya vacía.
La camarera lo apunta todo y me mira. Sonríe de nuevo.
-¿Y para usted caballero?
-¿Qué me recomiendas? -le pregunto y le doy mi sonrisa especial, ya está, me gusta esto. Nunca le seré infiel a mi Ava, pero me gusta lo que provoco en las mujeres, me hace sentir bien conmigo mismo. Llámenle vanidad o, quizá, afianza mi seguridad… No sé, pero coño, me gusta, y más cuando veo la reacción de mi esposa, eso no tiene precio.
Miro a Ava de reojo y pone los ojos en blanco, la mujer está ruborizada y le da vuelta a su coleta.
-El cordero está muy bueno.
-Tomará lo mismo que yo -interviene mi esposa, recoge los menú y se los entrega a la camarera con una sonrisa fingida-. Al punto.
-¿Sí? -me mira para que le confirme.
-Lo que diga mi esposa -le rodeo los hombros a Ava, pero sigo mirando a la camarera-, siempre hago lo que me manda, así que por lo visto hoy comeré filete.
Ava resopla molesta y mis suegros se ríen, la camarera termina de escribir toda partida, mirándome. Las mujeres, a veces se pasan, no disimulan.
-Eres imposible -dice Ava, y mis suegros se ríen más fuerte y nos miran con cariño. Yo me zambullo en su cuello y se lo mordisqueo-. ¿Desde cuándo haces lo que yo te mando?
-Ava, eso ha estado muy feo -la reprende la suegra-. Jesse puede comer lo que quiera.
-Tranquila, Elizabeth. Ava sabe lo que me gusta.
-Te gusta ser imposible -me dice Ava y pega su cara contra la barba que me ha crecido un poco.
-Me gusta cuando te pones posesiva -le susurro al oído-. Ojala pudiera tumbarte sobre la mesa y follarte como un animal.
Ava se vuelve hacia mí y se pega a mi oído.
-Deja de decir “Follar” a menos que vayas a follarme.
-Vigila esa boca.
-No. -Me río y le mordisqueo el cuello, a veces ella me hace pataletas como una niña.
-¡Brindemos! -dice mi suegro muy contento, interrumpiéndonos. -¡Por los mellizos!
-¡Por los mellizos! -dice mi suegra.
Estamos terminando de almorzar, y de vez en cuando miro a Ava, la veo mirando los platos de sus padres. Sé que le encanta, pero no es de por vida, solo mientras esté embarazada… La amo, sé que tiene que pasar por muchas cosas, hacer muchos sacrificios.
Al terminar de comer, me levanto y cancelo la cuenta. Luego regresamos y caminamos un rato, así aprovechamos de dar un paseo. Mi suegra me va explicando los sitios por los que pasamos, hermosa ciudad. Luego que llegamos a la casa nos ofrecen té, pero veo a Ava bostezar, así que prefiero llevarla a la cama.
-¿Desean un té antes de acostarse?
-No, voy a llevar a Ava a la cama. Vamos, señorita -me acerco, poniéndole mis manos sobre sus hombros-. Dale las buenas noches a tu madre.
-Buenas noches, mamá.
-Sí, acuéstense ya, que tienen que madrugar mucho.
-Dale las buenas noches tu padre.
-Buenas noches, papá.
-Buenas noches a los dos -responde el suegro sin siquiera mirarnos, está entretenido en la televisión, es un hombre muy tranquilo, me agrada.
Empujo a Ava por la escalera, guiándola por el pasillo hasta la habitación que nos designaron, y una vez allí, comienzo a desnudarla.
-Ha estado bien -me dice Ava.
-Sí, pero tu madre sigue siendo una pesadilla -le respondo secamente-. Dame la muñeca. -Me extiende la mano y le quito el Rolex y demás prendas, dejándolas encima de la mesa de noche.
-Has vuelto a callar. -Le deshago el nudo del pañuelo de encaje.
-Ya aprenderá. -Al quitarle el pañuelo aparece el diamante. Sonrío y se lo enderezo-. _¿Tienes ganas de pasar unos días de contacto constante?
-Me muero de ganas -afirma sin vacilar cuando empieza a desabrocharme los botones de mi camisa y luego la cremallera de mis vaqueros. Después, hecha la loca desliza sus manos por mi espalda y baja hasta mi trasero.
-Me encanta esto. -Y me clava las uñas.
-Lo sé -acepto y me hace sonreír. Va hasta mis muslos y me agarra mi polla. Ya tengo la madre de las erecciones. ¡Qué barbaridad!
-Y ya sabes lo mucho que me gusta esto.
Solo aprieto los dientes, ya excitado, pero aparto mi ingle, aunque ella me lo sigue agarrando.
-Ava, nena, no pienso tomarte bajo el techo de tu madre.
-¿Por qué? -me dice, haciendo pucheros-. Estaré calladita –Sí, como no, pero está muy seductora, ella sabe como joderme las pelotas. La miro escéptico, sabe que no se queda callada.
-No creo que seas capaz.
Se pone de rodillas y me desata los cordones de mis zapatos, le levanto un pie y luego el otro para que me quite hasta los calcetines. Luego, toma la cintura de mi pantalón y lo baja por mis piernas, lentamente.
-Te sorprenderías de lo que soy capaz de hacer. Arriba -me da un golpecito en el tobillo, me está sacando los vaqueros y el boxer. -Pero yo nunca me sorprendo, porque sé qué efecto tengo en ti.
Me pueden decir engreído, pero conozco a mi esposa muy bien, conozco sus debilidades y sé que es algo gritona. ¡Y me encanta! Pero estamos en casa de los suegros, da algo de vergüenza, y ahora con lo que Ava está haciendo no me la pone fácil.
Se inclina y me besa mi empeine. Luego, sube por mi tobillo y empieza a trazar círculos con su lengua y a besarme la pierna subiendo, ¡Ya estoy frito! Sigue besando cada centímetro de mi piel, ella sabe lo que hace. Llega a mi cuello e inspira mi aroma, se levanta en puntillas y alcanza mi barbilla, pues estoy mirando al techo para tratar de controlarme.
-¿Qué pasa?
-Estoy intentando controlarme. -Ya tengo mi voz ronca.
-No quiero que lo hagas.
-No digas eso, Ava.
-No quiero que lo hagas.
Muy rápidamente, enrosco su cintura y la empotro contra la pared más cercana, gruñendo desesperado, mientras ella exhala jadeos.
-Estás haciendo algo de ruido -le digo más tranquilo, sujetándole la cara, pegándo mi boca en su oreja.
-Escúchame bien -le desabrocho el sujetador-, parece que a tus padres les caigo bien. No lo fastidies. -Luego que le quito el sujetador, me inclino y tomo uno de sus pezones, sorbiendo, lamiendo, chupando suavemente, hasta que lo dejo erecto… ¡Qué belleza! Ella intenta controlarse, pero oigo un suave gemido.
-¡Jodeeeerrr! -gruñe y golpea la pared.
-En fin -Pego mi boca a la suya, rápidamente-. No puedes controlarlo, ¿verdad?
Sacude su cabeza muy excitada, dándome la razón.
-No.
-Y eso confirma lo que ambos sabemos, ¿verdad? -Le meneo las caderas ya desnudas hacia arriba.
-Sí. -Jadea.
-¿Y qué es, Ava? –Ahora le muerdo el labio
-Tú tienes el poder. -Me encanta cuando me dice eso.
-Acabamos de aclarar quién tiene el poder... -Le aparto la mano-, y debo salvaguardar mi actual posición con tus padres, así que vas a estar calladita -Espero a que me confirme que me entiende-. ¿Puedes estar calladita, Ava?
-Sí. -Sonrío para mis adentros, ella sabe que no va a poder aguantarse.
-Me parece que tenemos un problema -le susurro-. No te muevas -me aparto y busco algo. Ya está lo tengo, La veo curiosa y muy ansiosa.
Es un pañuelo de encaje, me envuelvo los puños y tiro con fuerza.
-Creo que a éste vamos a llamarlo un polvo en silencio. -Le acerco el pañuelo a su boca y lo hundo entre sus labios-. Mantén la lengua relajada -le ordeno mientras le rodeo el pañuelo por su cabeza y lo ato con firmeza,. pero no muy tenso-. Cuando sientas la necesidad de gritar, muerde el pañuelo ¿entendido?
Asiente, yo me agacho y le quito las bragas, con mi lengua subo por la parte interior de su pierna, ella se aguanta… por ahora.
Me acerco a su oído y entrelazo los dedos con los de ella, le levanto los brazos, pegándola contra la pared, mientras le beso la piel de la parte interior del brazo, muy despacio.
Creo que vamos a hacer esto tumbados.
Me inclino y la cojo en brazos y me arrodillo en la cama para colocarme encima de ella con suavidad. Le beso la punta de la nariz y la pongo ligeramente de lado, con una pierna levantada y flexionada. Así me siento a horcadas sobre la que sigue extendida encima de la cama. Me inclino hacia delante, apoyándome en una mano y sujetándole la pierna en alto con la otra, quedando a milímetros de la entrada a mi paraíso personal. Ella arquea su espalda impaciente.
-Ava -le beso el pie-, no hay nada mejor que esto. -Y me voy hundiendo en ella, lentamente. Hcho mi cabeza hacia atrás. Cuando los abro, la veo a ella devorándome con sus ojos plenos de deseo.
-¿Te gusta lo que ves? -le pregunto mientras me retiro hacia atrás.
No se había fijado que la estaba mirando, y mueve su cabeza afirmando mi pregunta. Yo sigo hundiéndome en ella una y otra vez.
-A mí también me gusta lo que veo. -La golpeo con un movimiento de mi cadera y ella gime.
Me retiro lentamente y vuelvo a hundirme de golpe. Me muevo más rápido, más controlado, ella es deliciosamente exquisita... Gime y muerdo su tobillo con suavidad.
Está perdiendo el control, por lo que me elevo un poco más, sobre mis rodillas, arrastrando conmigo su parte inferior. Ava empieza a sacudirse y a retorcerse, trata de incorporarse, pero la tengo bien sujeta.
-No te resistas, Ava -Arremeto con más fuerza, pero con cuidado. Me hundo hasta el fondo, sé que ya está a punto de lograr su orgasmo. Vuelvo a hundirme, meneando mi cadera, como a ella le encanta. Ava por su parte muerde el pañuelo y se le escapa un grito ahogado.


-¿Hago que te sientas cómoda nena? -le pregunto, jactándome del como la hago sentir, mientras me meneo con un ritmo constante. Ella cierra los ojos-. Lo estás haciendo bien, Ava -me hundo de nuevo, meneando mi cadera._Mi seductora se está volviendo más fuerte. Entro de nuevo, hago círculos con mi cadera y vuelvo a salir.
Gime y se agarra fuerte de la cabecera de la cama, brota un aullido.
-¡Ava! ¡Cierra la boca!
Me muevo más controladamente. Acerco mi boca a su pierna y clavo mis dientes. Comienzo a acariciarle el clítoris con mi pulgar. Ava forma un arco con su espalda, los espasmos de su orgasmo se apoderan de ella. Tiembla y gime, yo sigo hundiéndome en ella, mientras libera su delicioso placer.
-¿Te ha gustado? -le pregunto confiado en su respuesta. Asiente y cierra sus ojos. Ni te imaginas la satisfacción que siento al ver cómo te deshaces bajo mi tacto.
Siento como se contrae, atrapando mi polla, apretando, succionando. Abre sus ojos. Ha vuelto.
Mueve sus brazos y atrapa mi cara entre las palmas de su mano, siempre lo hace, le gusta cuando tengo poca barba. Giro la cabeza y beso su palma, meto los dedos en el pañuelo y lo bajo por su barbilla hasta dejarlo alrededor de su cuello. Ella me mira extasiada, me siento feliz al verla así, al saber que yo puedo darle este placer,
-Quiero besarte -me dice
-¿Ah sí?
-Aja -paso mi pulgar por su labio inferior, observándola-. Sí, mucho.
-Puedes besarme. -Sigo acariciando su labio.
-No te estoy pidiendo permiso. -Cierro los ojos y los vuelvo a abrir, fijándolos en ella-. Solo pensaba en voz alta.
-¿Y si dejas de pensar y actúas? -Eleva su cadera, apretando mi polla más fuerte.
-¿Me está dando órdenes, señora Ward?
-No, pero… Ya sé quien tiene el poder -me interrumpe. Le sonrío con picardía mientras me agacho. Pego los labios a los de ella y dejo que me bese.
-Jamás había probado nada tan delicioso. -Meneo las caderas.
-¿Ni siquiera un pastelito de Ava? -me pregunta entre mi boca.
-Ni siquiera... -le confirmo, besando su cara hasta llegar a su oreja-. Ni siquiera la mantequilla de cacahuate. -Bajo el brazo y rodeo su rodilla con él. Tiro de su pierna flexionada hacia arriba y hundo el puño en el colchón, de tal manera que su pierna envuelve mi brazo-. No hay nada tan puro -chupo el lóbulo de su oreja-, tierno -,la mordisqueo-, y desnudo… -le digo y tiro de su labio. Beso su mejilla y hundo mi lengua en su boca-, como mi Ava -le susurro-. Mi pura, tierna y desnuda Ava. Y voy a tenerla tres días enteros… toda… para… mi.
Ella sonríe pegada a mis labios, hunde sus dedos en mi pelo y me da un tirón, otra cosa que le gusta hacerme. Por mi parte, sigo aún meneándome dentro de ella. La penetro profundamente con firmes embestidas y luego me retiro con suavidad.
Me tenso, ya estoy a punto, Ava me besa con mucha intensidad al darse cuenta, tira de nuevo de mi pelo, sus manos van a mi cuello, y nos miramos con la más pura entrega.
-Se me va a salir el corazón -y la embisto una última vez hasta el fondo y permanezco allí, mientras inhalo con dificultad, comenzando a temblar-. ¡Joder, qué gusto!
Ava me rodea con sus piernas, atrapándome en mi lugar favorito, eleva sus brazos hasta mis hombros para tirar de mí hacia ella. Me besa intensamente, con un amor infinito, yo aun tiemblo.
-¿Te ha gustado? -me pregunta-. Sigo besándola y muerdo su lengua con suavidad.
-Joder, no hagas preguntas estúpidas.
Me aparto y me tumbo boca arriba, levanto mis brazos para que se acomode en el sitio que corresponde. Luego, acaricia mi cicatriz, recorriéndola de un lado al otro. La estrecho en mis brazos con fuerza, aspirando en su pelo su delicioso aroma.
-¿Estás bien?- le pregunto.
-Joder, no hagas preguntas estúpidas -repite ella, lo dicho por mí, sonriendo.
-Ava, un día de estos te meteré una pastilla de jabón en la boca.
-¿A qué hora salimos?
-Sobre las siete. El vuelo sale a mediodía desde Heathrow.
-¿En Heathrow? ¿Tenemos que ir de nuevo a Londres?
-Sí. Fue el único vuelo que encontré con tan poco tiempo. - Quiero darle la sorpresa. Ava se hunde en mi pecho.
-Podrías haber reservado desde Bristol, al menos -replica.
-Cállate. Hablemos de nuestros planes para el fin de semana.
-¿Has hecho planes?
-Sí, e incluyen un montón de encaje y mucha piel desnuda. -La beso en la cabeza.
Ella sonríe y se acurruca contra mí, deliciosamente, hasta que ambos nos entregamos en los brazos de Morfeo.
Ya amaneció, me levanto rápidamente, dejando que mi mujer duerma otro ratito más. Mientras me baño, lo hago con rapidez, para ayudarla a recoger todo, nos espera un buen trayecto, pero me siento bien… Qué digo, eufórico, feliz, dichoso, porque por fin la voy a tener solo para mí, por unos días al menos.
Ya estoy vestido y recogí casi todo, tengo que esperar que se va a poner Ava para el viaje. Me acerco y comienzo a darle besitos por todo el rostro, ella gime y luego comienza a sonreír. Quiere meterme a la cama con ella, pero no puede ser, tenemos que salir pronto, al fin la convenzo y se levanta, entra al baño y sale al rato, secándose y completamente desnuda. ¡Mierda! Se me está empezando a parar la polla. No... No debo. Dejo ya de mirarla, ella me mira con picardía, sabe lo que hace la muy coqueta.
Por fin estamos listos.
-¿Lo tienen todo? -pregunta la suegra aun en pijama.
-Sí -suspira Ava exasperada.
-Vaya, ha sido corto, pero me alegro de que hayan venido a vernos. -Le da unas palmaditas a Ava en las mejillas y la besa-. Cuídate mucho.
-Yo también me alegro de haber venido -le dice, abrazándola.
-¿Estás insinuando que no sé cuidar de mi mujer? -le pregunto muy serio, cerrando el maletero.
-No. Solo le he dicho que se cuide -me responde y me da una mirada asesina.
-Jamás insinuaría que no sepas cuidar de mi hija. –Coño, también le encanta provocarme.
Mi suegro está mirando el DBS embelesado.
-No necesita cuidarse porque ya la cuido yo -le replico y jalo a mi esposa a mis brazos-. Es mía. -Sonrío y la beso, así queda bastante claro.
-Eres un peligro -resopla mi suegra, tratando de no sonreír-. ¡Joseph! No te hagas ilusiones.
Todos nos volvemos y vemos al suegro pasando la mano por el reluciente capó del Aston Martín. Tiene razón en encantarle, pues es una belleza, el suegro sabe apreciar lo bueno.
-Solo lo estoy admirando ¿El tuyo no era de piel negra?
Ava me mira de inmediato, suplicándome con la mirada que no vaya a decir nada. Si es boba…Claro que no soy tan imprudente y no los quiero a ellos metiéndose en mis asuntos.
-El mío está en el taller. Es un coche de sustitución -le miento como si nada.
El suegro se ríe.
-En mi taller no nos dan coches de sustitución como éste.
Le sonrío y guío a Ava al carro para ayudarla, le abrocho el cinturón. Ava me aparta las manos.
-No estoy incapacitada.
-Ya lo sé -la miro, haciéndome el molesto para que se quede tranquila. -¡Eres muy capaz de sacarme de quicio!_
-Te sacas de quicio tú solito. ¡Adiós! -Ava les lanza un beso a sus padres, yo le estrecho la mano a mi suegro y beso a mi suegra en la mejilla. Luego, atravieso por la parte delantera del carro mirando a Ava.
Subo y arranco el motor.
-Este fin de semana será mucho más agradable si haces lo que se te dice. -Le gruño.
Ava saca la mano para despedirse de nuevo.
-Sé ponerme el cinturón.
-Pero quiero hacerlo yo. -le digo hoscamente-. Es mi obligación-
-¿Ponerme el cinturón? -Ella se ríe.
-El sarcasmo no te pega, señorita -le digo y comienzo a moverle unos botones al volante-. Tengo la obligación de cuidar de ti. ¿Hoy no tienes náuseas?
-No. Parece que la galleta que me has metido a presión en la boca en cuanto he abierto los ojos ha funcionado -me dice con ironía. Prendo el radio a todo volumen, ella pega un brinco y comienza a sonar mi ídolo Justin Timberlake. Me mira sorprendida., yo me hago el pendejo.
-Les encargaste que metieran este CD ¿verdad? -Trato de no reírme. Claro que lo hice, pero no lo reconozco.
-No digas tonterías.
-Lo hiciste. En el apartado de peticiones del formulario que completaste escribiste: “Por favor, metan el disco de JT en el reproductor. ¿Dibujaste un corazón y unos cuántos besos también? -Está que suelta la carcajada.
La miro con cara de pocos amigos.
-¿Te crees muy graciosa?
-Sí -alarga la mano, le sube el volumen y comienza a reírse, cantando y bailando-. ¡Oye! -me grita cuando le aprieto su lado débil en la cadera y bajo el volumen-. Lo estaba disfrutando. Es un tío con mucho talento - le digo serio.
-Tú eres un tío con mucho talento.
-Lo sé -me encojo de hombros-. Tenemos mucho en común. Es un gran tipo.
-¿Lo conoces en persona?
-No, solo porque estoy demasiado ocupado. -Contengo mi risa.
Ella se ríe, y es cuando me coloco mis Wayfarer, pero antes le guiño un ojo y le muestro un meneo de hombros. Ava me mira sonriente y noto su amor por mí en cada gesto, en cada mirada. Soy un cabrón con muchísima suerte. Conseguí al amor de mi vida a los 37 años y estamos en espera de mis dos bebes, tengo todo lo que se puede querer en la vida, y es todo lo que pido al creador, vivir al lado de mi hermosa mujer y de mis hijos por lo que me quede de vida.
Ahora, vamos directo a nuestro paraíso en la tierra… Serán unos días grandiosos... Plenos y deliciosos con mi amor. La vida es buena, sí, señor. Miro a mi esposa y sonrío de felicidad, porque serán maravillosos.


CONTINUARÁ…

**Por Fanny Rebellón.

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