Loco Amor (Confesión)
Fanfic original de la
trilogía “Mi Hombre”
Historia original de la
autora Jodi Ellen Malpas.
CAPITULO 10
En este momento, siento la felicidad más increíble, de esto deberíamos
llenarnos todo el tiempo, disfrutar y compartir con la persona que amamos, porque
de esto se trata la vida. Nunca podemos estar todo el tiempo felices, eso es
imposible. Entonces, la definición exacta sería que la felicidad se basa en disfrutar
de pequeños momentos compartidos con nuestros seres queridos. Una fiesta, un
paseo, un viaje, un abrazo, un beso, hacer el amor, comer delicioso… Esos son
nuestros momentos de felicidad.
Como el mío en este momento, viajar con el amor de mi vida.
No veo el momento de llegar y ver su rostro al admirar el sitio dónde la
voy a llevar, sé que lo va a amar.
Ya estamos cerca del aeropuerto Heathorow, desde allí saldremos en mi
jet privado, es pequeño, pero moderno, y sobre todo seguro, mi esposa se va a
llevar una sorpresa.
Voy en otra dirección, rodeando el aeropuerto, Ava me mira con el ceño
fruncido, dirá que estoy loco, ella jura que vamos en un vuelo público. Me
encantaría tener una filmadora en este momento para ver sus expresiones, porque
me mira a todas partes y me mira a mí, pero me hago el pendejo hasta que, de
pronto, sale con una de las suyas.
-¡Mierda!
-¡Ava, esa boca! ¿Qué pasa? -Doy una curva bruscamente, soy otro, porque
en ocasiones olvido que mi Ava está embarazada. Coño, debo calmarme.
-¿Quieres tener cuidado? -dice irritada y asustada.
-Ava, en ningún otro lugar estarás más segura que en un coche conmigo.
¿Qué pasa?
-Mi pasaporte -La veo apurada, buscando entre su bolso-. Me he dejado el
pasaporte en la caja de trastos. -Abro la guantera-. Yo lo tome lo vi por
casualidad, menos mal porque, de lo contrario, me habría cabreado mucho.
_No. No te lo has dejado, pero has olvidado tu nombre señorita O’Shea.
-Se lo pongo en su regazo y le echo malos ojos.
-Entonces, ¿voy a viajar como si estuviera soltera? -me dice abriéndolo
y leyéndolo.
-Cállate, Ava. -Freno derrapando y salgo rápidamente fuera del coche,
doy la vuelta y le abro la puerta para que salga ella-. Vamos...
Al verme el piloto y el encargado se nos acercan hay que llenar unos
papeles y firmar, así termina el trámite del permiso para volar el Jet, tenía
mucho que no lo usaba. Nos saludamos de mano, y me pasan unos papeles para qué
firme piden nuestros pasaportes, después piden el equipaje, para luego un
encargado subirlo al Jet.
-¿Vas a pasarte el día aquí sentada, señorita? -le ofrezco mi mano y
tiro de ella, no sale de su asombro, mirando el Jet.
-¿Qué es eso?
-Es un avión -le digo burlón.
La arrastro hacia el Jet, la siento tensa, y cuando vamos a subir, ella
se queda prácticamente paralizada. Volteo.
-¿Qué pasa, Ava?
-No pienso subirme a ese cacharro -lo dice reflejando miedo en su
hermoso rostro. Sonrío, pero me preocupo.
-Claro que lo harás -Tiro de su brazo con suavidad, animándola a que
suba, pero ella comienza a retroceder-. Ava, no me habías dicho que tenías
miedo de volar. -La miro de frente, saliendo del Jet.
-No lo tengo. Me gustan los aviones grandes. ¿Por qué no vamos en un
avión grande? -Mira a su alrededor, señalando-:¿Por qué no podemos ir en uno de
ésos?
-Porque, probablemente, esos no vuelan adónde vamos nosotros -le hablo
con suavidad. Debo calmarla, pongo mi mano en su mejilla.
-Es totalmente seguro. -Y vuelvo a tirar de ella.
-No parece seguro. -Mira hacia arriba y ve a la azafata-. Parece
demasiado pequeño.
Sonrío y le hablo con todo el cariño del mundo._
-Estás conmigo, con tu controlador sobre protector, irracional y
posesivo -le doy un beso rápido-. ¿De verdad, crees que te dejaría subir si
corrieras algún peligro?
Ella sacude la cabeza, tiene derecho a sentir nervios, solo tengo que
calmarla.
-Estoy algo nerviosa. -Miro sobre su hombro y están todos los empleados
esperando para poder subir al Jet.
-Responde a mi pregunta.
-No, sé que no.
-Bien. -Me coloco detrás de ella, tomándola por los hombros, y la empujo
suavemente para que suba los escalones.- Te va a encantar, créeme.
-¡Buenos días! -dice la azafata, una mujer hermosa y muy bien arreglada,
Ava la mira de arriba abajo. Tontita, para mí ninguna es más hermosa que ella.
Entramos y se ven los asientos enormes de piel, reclinables, están
divididos en dos filas, una a cada lado, la obligo a volverse y la siento en
uno de los asientos, son muy mullidos. Le abrocho el cinturón y yo me siento
enfrente de ella. Coloco sus pies sobre mi regazo.
-¿Desea champán, señor? -Miro a la sobrecargo que me da su mejor sonrisa,
no me interesa, estoy al pendiente de mi mujer.
-Solo agua -le respondo secamente, sin mirarla, y sin pedir con el por
favor. Se retira de inmediato, procedo a quitarle las zapatillas, las pongo en
el suelo y acomodo sus pies de tal manera que pueda darles un masaje-. ¿Estás
bien? -le pregunto.
-No mucho -Había vuelos regulares disponibles, ¿no? -Mira por la
ventanilla aun nerviosa.
-No lo sé, no lo miré. Nosotros no viajamos en vuelos comerciales, Ava.
-Habla por ti, yo sí lo hago. Tengo los pies hinchados. -Comienzo a
brindarle mis masajes, trazando firmes círculos en los arcos de sus pies.
-Cierra los ojos y ponte cómoda, nena -le digo con ternura, menos mal
que me obedece.
Miro como se va relajando y que cae en un sueño ligero. Al rato la veo
sonreír y gemir, se revuelve. Mmm… si no está soñando conmigo., Es más, puedo
asegurar que se está excitando, es adorable ver sus diferentes expresiones.
Se revuelve un poco en su asiento y me río. Le paso mi lengua por los
dedos de sus pies. Ella sonríe socarrona y abre un ojo, le doy mi mejor
sonrisa.
-¿Estabas soñando? –Y le mordisqueo el meñique del pie.
-Contigo -da un profundo suspiro-. Avísame cuando vayamos a despegar
para que meta la cabeza entre las piernas.
Yo meteré la cabeza entre tus piernas. Chupo su dedo, ella se estremece.
-Tú avísame.
-Mira por la ventana, nena. -Frunce su ceño y se asoma, ve solo nubes.
-¡Anda! No sé cual es su temor, el avión ni se siente. Voltea a mirar el
pasillo, mirando a la azafata.
-¿Por qué no me has avisado? -Bbeso su dedo.
-¿Y perderme los sonidos y las caras que estabas
poniendo? -Suelto su pie y la incito a que se arrime a mis brazos-. Ven aquí. -Ni
corta, ni perezosa, se suelta el cinturón de seguridad y se abalanza sobre mi
regazo, hundiendo su cabeza bajo mi barbilla y rodea con sus brazos mi cuello…
Es una delicia tenerla así-. Vuelve a dormirte y sueña conmigo, señorita.
Y voy sintiendo cómo se va durmiendo, me siento
pletórico al tenerla entre mis brazos, este es un regalo de la vida, vamos a
disfrutar de lo lindo y será nuestro nido de amor para vacacionar y, a futuro,
con dos personitas más.
Ya llegamos, y Ava ni cuenta se ha dado, durmió profundamente.
Se acerca la sobrecargo para decirme que Ava tiene que sentarse en su puesto. Pues,
ya vamos a aterrizar… No quiero despertarla, pero no fue necesario al rato se
despierta sola y mira a la mujer, hablándome. Luego, se dirige a ella.
-Bienvenida a Málaga, señora Ward. -Y le sonríe
ampliamente, muy diplomática, como tiene que ser, aunque sé que es fingida.
-Gracias. -Le sonríe mi mujer.
-Mi preciosa se ha despertado -le doy un beso en la
mejilla-. ¿Has disfrutado del vuelo? -Me mira medio dormida y ve mi pelo todo
revuelto.
-¿Te tiro del pelo mientras duermo? -me pregunta,
seguro lo tengo revuelto.
-Haces muchas cosas mientras duermes. Me pasaría la
vida observándote.
Quiere estirarse y no lo logra.
-Necesito estirarme -protesta. Y es cuando le
desabrocho el cinturón y queda libre.
-Tenía que abrocharte el cinturón. -La ayudo a levantarse,
ella me observa, si ya sé, el avión es pequeño, casi toco el techo, y es que
también soy alto.
-¿No se supone que tengo que estar en mi propio
asiento con el cinturón puesto para aterrizar? -me pregunta. Mi mujer está muy
despistada. -Con el respaldo recto, la mesa recogida y todas mis pertenencias
metidas debajo del asiento delantero.
-Sí. He estado a punto de pegarle a esa señorita tan
agradable_-bromea. Ella se levanta y se estira, dejando ver hasta su ombligo,
yo le sostengo la blusa para ponerla en su lugar-. ¿Ya has acabado? -le
pregunto.
-Sí -la cojo de la mano y salimos a la luz del día, ya
se siente el calor, es agradable para variar. Cuando llegamos a la pista se nos
acerca un encargado para entregarme las llaves del auto que voy a usar aquí. Es
otro DBS. Miro el rostro de Ava, es bueno tener dinero, y amo los Aston Martin,
no los puedo evitar.
-¿En serio? ¿No podemos coger un taxi?
Resoplo y firmo los papeles que me acerca el hombre,
poniéndolos enfrente de mí.
-Yo no voy en transporte píblico, Ava. En la vida uno
debe aprovechar y disfrutar lo que se tiene. Sería una estupidez tener dinero y
vivir recortado o pasando necesidades. Así cuando uno se muera viene otro vivo
y lo disfruta. No señor .Se debe disfrutar de todo lo que se nos
presenta....Para mí no es botar el dinero...solo lo disfruto y qué mejor que
con la mujer que amo.
-Pues deberías. Te ahorrarías una fortuna. -Devuelvo
los papeles, le tomo el pelo a Ava como si la fuera a sentar al volante. Luego,
le doy la vuelta y la acomodo, abrochándole el cinturón. Después, me ayuda un
empleado a acomodar el equipaje en el maletero
Subo al carro y me pongo los lentes de sol.
-¿Estás preparada para el atracón de los tres días?
-No. Llévame a casa. -Sonríe y se inclina para estamparme un delicioso
beso en los labios.
-De eso nada, señorita. Eres toda mía y pienso aprovecharlo al máximo.
-Le devuelvo el beso, la agarro por la nuca y la acerco a mí.
-Siempre soy tuya.
-Exacto. Ve acostumbrándote. -Ahora la suelto y arranco a nuestro nido
por unos cuantos días.
-Ya estoy acostumbrada. -El paisaje no es algo del otro mundo, nos
alejamos del bullicio del centro de Málaga, pronto llegamos a la costa y vemos
las vistas del Mediterráneo, que se funden con el cielo y eso llama su
atención. La música es agradable.
En un momento dado, se levanta mucho el polvo de la mala carretera, pero
ya estamos cerca. Apoyo mi mano sobre su rodilla, ella me la estrecha. Veo cómo
se relaja, me gusta verla así.
Ya entramos a una carretera que está en un estado lamentable, pero en
realidad sirve para ocultar la entrada al paraíso, nadie sospecharía lo que hay
detrás de esta carretera. Ava se despierta al sentir los baches, pues el carro
comienza a dar trompicones.
-¿Dónde estamos? –pregunta, mirando a su alrededor. Solo se ven terrenos
abandonados, la carretera destrozada y polvorienta y unas pocas casas. Hay otra
entrada, pero el camino es muy largo desde donde venimos.
-Esto es el Paraíso, nena -le digo muy serio, debo rodar lento, o sino
destrozo el carro y esa no es la idea. Debería ir pensando en mandar a hacerle
un bañito de asfalto a esto. Ava se ve desconcertada, no le agrada lo que ve. Tremenda
sorpresa se va a llevar.
Llegamos a la entrada de nuestra propiedad, hay un
cartel que dice “Paraíso”, tenía demasiado tiempo que no venia, debo arreglar
un poco esto. No lo he mandado a arreglar para que no llame la atención de
nadie, pero viéndolo ahora, sí debo darle un cariñito.
-Jesse… -Ava está enfurruñada y preocupada por el
paisaje que ve, pareciera que no me conoce, me encanta el lujo, las cosas
bonitas, el orden desde siempre y más desde que tengo dinero…No sé cómo puede
imaginarse que la voy a traer a un lugar desagradable. La miro y le sonrío con
cariño, vamos a ver qué va a decir ahora. Le doy al interruptor que tengo y la
puerta de madera empieza a abrirse con un chirrido, cruzamos las puertas y nos
vemos casi cubiertos por la más hermosa vegetación, llena de flores. Está
cubierto todo el camino, las flores blanca tienen una fragancia increíble, los
encargados siempre están pendiente de ello, algo tan hermoso hay que cuidarlo
con esmero.
-¿Qué es ese olor? -me pregunta, inhalando y luego
exhala un suspiro.
-Pues, esto no es nada. Por la noche es muy intenso. Yo
también inspiro hondo, deleitándome con el aroma. Pienso en el momento que me
trajo la primera vez mi tío, quedé extasiado con tanta belleza. Era su rincón
para alejarse de todo, solo para relajarse, nunca trajo a una mujer ni a Sarah,
y luego me entero que la puso a mi nombre. Quedé perplejo, mi tío fue demasiado
generoso conmigo.
Cuando vamos llegando a la propiedad, aparece el sol,
nos ciega por un momento, para luego dar paso a la bella propiedad “El Paraíso”.
El nombre le queda bien, pues eso es lo que es, un Paraíso.
Ava se queda muda. Se desabrocha el cinturón y se inclina hacia adelante,
parpadeando al ver esta maravilla. Es preciosa, tiene pérgolas, jardines
rodeados de flores y de extensa vegetación. Me detengo y Ava se baja, mirando a
su alrededor. Echa a caminar, dirigiéndose por el camino empedrado que da a la
bella villa de terracota, yo solo camino detrás de ella, mirándola, absorbiendo
su hermoso rostro de sorpresa. Está embelesada. Sube los escalones que llevan
al porche que rodea por entero la bella propiedad, se vuelve mirando los
jardines.
Yo me acomodo, apoyándome en el capó del carro, estiro mis piernas,
cruzándolas a la altura de los tobillos y cruzo mis brazos, así la puedo ver
mejor. Y sonrío feliz.
La dejo un rato a que mire lo que tiene alrededor.
-¡¿En qué piensa mi chica?! -le grito.
Ella estira su mano, tomando una hoja de la enredadera del enrejado, la
huele y suspira.
-Creo que acabo de llegar al séptimo cielo de Jesse.
-¿¡Adónde!? -le pregunto confuso y regocijado de esas bellas palabras
que acaba de decir.
Sonríe, suelta la hoja y echa a correr hacia mí. Me encanta verle la
gran alegría estampada en su cara y me preparo, riéndome para recibirla. Se
arroja en mis brazos, trepando cual mono sobre mí y devora, literalmente, mi
boca llena de entusiasmo. La dejo hacer, solo la sujeto por su hermoso culo y
sonrío por la fuerza con la que me abraza.
-Es mi lugar preferido del mundo entero -me dice, liberando mi boca. Luego,
me levanta mis Wayfarer para poder mirarme a los ojos.
-¿Estás contenta? -Se que si, pues lo veo, pero quiero que ella me lo
confirme.
-Estoy loca de alegría. -Hunde sus manos en mi pelo y tira como siempre
de él.
-Entonces, mi misión aquí ha terminado. -Me acerco a su cuello y lo
muerdo con suavidad. Luego, se va despegando de mí. Voy a coger las maletas.
-Te ayudo. -Me volteo y me quedo mirándola. Coño, se le olvidó lo que le
dije saliendo del apartamento, haber si ahora me entiende. Cuando me mira a la
cara se para y me ve cabreado-. Vale, pues no te ayudo. -Levanta las manos,
dándome a entender que ya entendió, solo recoge su bolso y me sigue hacia la
casa. Ya cargo las maletas.
Las dejo en el suelo por un momento y pruebo las llaves para abrirla, no
recuerdo cual es exactamente, así que pruebo tres hasta que encuentro la correcta.
La puerta se abre y está todo oscuro. Huele muy bien, siempre la cuidan, pero
el fax que envié fue para que la prepararan para nosotros. Tengo que buscar la
cajera principal y está afuera.
-Espera aquí. -Voy a un lado de la casa y hay un cuarto con llave, allí
está el interruptor que da luz a toda la casa, abro y lo paso. Y también abro
todas las ventanas de seguridad.
A lo lejos, escucho a Ava exclamar.
-¡Qué pasada!
Cuando entro, la veo embelesada caminando por la terraza, recorre el
césped, mira todo extasiada, esto es un sueño, el poder compartir todo lo que
tengo con ella, con mi amor. Veo que trata de abrir una puerta de hierro
fundido, que es lo que la separa de la playa que es adonde ella quiere ir.
-Espera. -Le cojo la mano para apartarla, inserto una llave en la
cerradura y abro la puerta para que ella pueda salir. Baja peldaños cortos de
madera a modo de escalones que están cubiertos de arena y césped que la llevan
directamente a la playa. Camina, y de pronto se detiene mirando a su alrededor,
buscando señales de otras viviendas o personas, pero no ve nada, esto es
completamente privado, es una bahía. Es una bellísima villa, que está rodeada
por el calor azul del Mediterráneo.
-¿Sigues en el séptimo cielo de Jesse? -le susurro al oído, y
abrazándola con mis brazos sobre sus hombros, la atraigo hacia mí.
-Sí. ¿Y tú dónde estás?
-¿Yo? -pregunto. Y la beso en la mejilla con dulzura, descendiendo mi
mano hasta su vientre. -Nena, estoy en el Paraíso.
Ella cierra sus ojos, pegándose más a mí. Y su mano se une a la mía en
su barriga. Entrelazamos los dedos y permanecemos así, sintiéndonos el uno al
otro.
Pasamos el resto de la tarde deshaciendo las maletas. Más tarde le
enseño toda la casa. Está encantada y yo orgulloso que una diseñadora tan
increíble como ella alabe la casa que tiene seis habitaciones, cada una con
baño, cada una tiene una puerta que va a dar al porche. La cocina es blanca,
espaciosa y moderna, es hermosa. Ava está fascinada, le digo que al paso de los
años le he ido haciendo reformas, ella me mira, pero no me pregunta, solo
espera a que yo le cuente, está aprendiendo a controlarse.
Luego, nos sentamos en la enorme mesa de madera que hay entre la cocina
y el salón, bebiendo agua bien fría. El calor es algo fuerte, no le quito los
ojos de encima.
-¿Quieres comer algo?
Me mira sorprendida.
-¿Vas a cocinar para mí?
-Podría haber llamado a alguien, pero quería estar a solas contigo -le
sonrío con picardía-. Creo que deberías cuidar de tu marido y cumplir con tu
deber de esposa.
Ella carraspea asombrada.
-Cuando te casaste conmigo ya sabias que odiaba cocinar.
-Y cuando tú te casaste conmigo, sabias que yo no sé cocinar -le
respondo algo irritado.
-Pero tú tienes a Cathy.
-En Inglaterra Cathy me da de comer, afortunadamente, ya que mi mujer no
lo hace -le hablo serio-. En España tengo a mi esposa. Y ella me va a preparar
algo. Aquel pollo que hiciste estaba muy bueno.
-Está bien -se levanta-, cumpliré con mi deber.
-Estupendo. Ya iba siendo hora de que hicieses lo que se te manda -le
hablo muy serio, no la quiero de cocinera todo el tiempo, pero sí de vez en
cuando. Creo que es lo lógico, espero no se moleste, con ese carácter me la
estoy jugando, aunque la verdad es que no quería a nadie aquí, así podemos
hacer lo que se nos dé la gana sin interrupciones. Pronto no lo podremos hacer,
así que la voy a aprovechar todo el tiempo que pueda. Tenerla solo para mí,
aunque en el futuro buscaré esos momentos. ¡Eso que lo jure!
-No te pases, Ward -me advierte-. ¡Ups! ¡Ja, ja, ja!, me río para mis adentros.
Veo como se dirige a la nevera y saca los ingredientes para su
preparación.
La miro fijamente, sacando, picando, sofriendo, es buena en la cocina,
quien la viese no podría decir que no le gusta cocinar.
Mientras esta rellenando unos pimientos, me inclino desde el otro lado
de la encimera.
-Estás haciendo un gran trabajo, señorita.
Ella coje el cuchillo y lo apunta hacia mí.
-No seas condescendiente conmigo.
¡Mierda! Me horrorizo cuando la veo hacer eso. Le arranco el cuchillo de
su mano.
-¡No juegues con los cuchillos, Ava!
-¡Lo siento! -Se queda helada al verme tan molesto, no debería ponerme
así, ella no tiene la culpa. Lo dejo en la encimera.
-No pasa nada, Olvídalo. -Me señala la mesa para calmar el ambiente
tenso-. ¿Pones tú la mesa?
-Claro -le respondo más calmado, los cuchillos me traen muy malos
recuerdos, fatales recuerdos. Ava no debe enterarse de ese pasado, no vale la
pena. La miro de reojo, pobrecita, le grité, ella no tiene nada que ver con ese
maldito pasado._
Comienzo a poner la mesa.
-Aquí tienes -me dice Ava, colocando mi cena bellamente servida, y
cuando se está apartando le cojo la mano y la miro arrepentido.
-Siento haberme puesto así.
-No pasa nada. No debería ser tan poco cuidadosa.
Le sonrío.
-Siéntate. -Le aparto la silla, pero en cuanto se sienta veo el ambiente
un poco frío así que me levanto. Busco la canción que quiero y me llevo el
control remoto, busco una vela y unas cerillas, me acerco a la mesa y enciendo
la vela. Luego, pulso algunos botones en el mando a distancia y se empieza a
escuchar una bella canción.
-¿Mick Hucknall? -me pregunta Ava sorprendida.
-O Dios, como prefieras llamarlo. -Sonrío y me siento.
-¿Estás dispuesto a compartir tu título?
-Él lo vale. -Y es cierto, ya que es un increíble cantante. Pincha un
trozo y cuando se lo va a llevar a los labios me pregunta muy seria.
-¿Puedo? -le respondo serio.
-Adelante. -Corto un trozo de mi cordero. Mastico, asiento, trago.
-Cocinas muy bien, esposa.
-Yo no he dicho que no sepa cocinar. Simplemente, no me gusta hacerlo.
-¿Ni siquiera para mí? –Inmediatamente, me mira y analiza para así
responderme.
-No me importa hacerlo.
-A mí me gusta que cocines para mí. Es algo normal.
Ava suelta el cuchillo y pregunta.
-¿Normal?
-Sí, normal. Es lo que hacen las parejas casadas normales.
-¿Te parece normal que la mujer cocine para que el marido coma? Eso es
un poco machista. Se ríe, yo me quedo
serio y sigo comiendo. Dejo los cubiertos y me apoyo en el respaldo de la
silla, la miro y mastico lentamente.
-¿Esto no te parece normal?
-¿Te refieres a que cenemos juntos?
-Sí. -Se encoje de hombros.
-Sí, esto es normal. -Asiento suavemente.
-¿Y si te tumbara sobre esta mesa mientras cenamos y te follara? ¿Eso
sería normal? -Abre sus ojos con asombro.
-Para nosotras es normal que consigas lo que quiera cuando quieras.
Puedes pasar de una comida que te ha cocinado tu mujer si te apetece.
-Bien -Tomo de nuevo los cubiertos. Me gusta nuestra normalidad.
-¿Te preocupa algo?
-No.
-Eso es que sí -ella insiste-. ¿De repente, te estás planteando que no
podrás hacer lo que quieras cuando quieras cuando lleguen los dos pequeños?
-Para nada.
-Mírame -me ordena y la miro perplejo. ¿Ella me está ordenando? Es eso
¿no?
La miro cabreado.
-Donde quiera y cuando quiera.
-No con dos bebés. Necesitaran toda mi atención.
La señalo con el tenedor.
-Si tu papel principal será cuidar a nuestros hijos, y después por muy
poca diferencia, será el de complacerme a mí, cuando quiera y donde quiera,
Ava, puede que necesite controlarme hasta cierto punto, pero no creas que voy a
dejar de dedicar mi vida a consumirte. Contacto constante. Donde quiera y cuando
quiera. Eso no va a cambiar solo porque tengamos hijos. -Pincho un trozo de mi
cordero y me meto el tenedor a mi boca. Ya veré como coño le hago, pero ella
siempre será mía cuando la desee. Nada ni nadie va a interferir con esto.
Encontré la otra parte de mí en este gran planeta, así que ni de coña la voy a
soltar, ella es mi amor y el mayor placer de mi vida.
-Y si me siento exhausta después de estar toda la noche dándoles de
mamar? –Coño, a ella le encanta darme en las pelotas, es feliz provocándome.
-¿Demasiado cansada como para dejar que te tome? -le pregunto atónito.
-Sí.
-Contrataremos a una niñera. -Tomo otro trozo de cordero con rabia.
-Pero te tengo a ti. -Suspiro y suelto de nuevo mis cubiertos.
-Así es -y con mis dedos comienzo a darme masajes en la sien-. Me tienes
a mí y siempre me tendrás -le tomo la mano-. Prométeme que nunca me dirás que
estás demasiado cansada o que no estás de humor.
-¡Pero si eres tu el que dice que estoy demasiado cansada! -exclama en
un chillido-. Tú sí que puedes rechazarme, ¿no?
-Pero eso es porque yo soy el que manda -le digo y me quedo muy pancho.-
Prométemelo -le insisto.
-¿Quieres que te prometa que puedes tomarme siempre y cuando te plazca?
Dejo de mirarla un momento y luego la vuelvo a mirar fijamente.
-Sí.
-¿Y si no lo hago?
Me río, me echo hacia atrás y me quito la camiseta por la cabeza. Quiero
que vea lo que se podría perder. Me miro el pecho… Coño, para algo me rejodo
bastante en el gimnasio. Sé que soy vanidoso, pero no tengo culpa. Primero,
tengo ojos en la cara y me veo en el espejo todos los putos días y segundo,
cada mujer con la que me tropiezo me dice con la mirada que estoy bien parado,
que estoy de buen ver, ¿Que soy engreído? Quizás, un poco, pero lo que más me
ha gustado siempre es todo lo que he logrado con este físico. Ahora mismo Ava
no me quita la mirada, comiéndome con ella, me entra un temblor cuando la
siento sobre mí, me pone muchísimo cuando me mira con deseo, porque lo siento,
lo palpo y, sobre todo, lo disfruto.
-Jamás podrás resistirte a esto -le señalo mi torso, mirándola con
seguridad.
-Estoy acostumbrada. -Mírenla, deja de mirarme y todo. -Llega un momento
en que me aburro de ver siempre lo mismo. -Trata de parecer indiferente, pero
me abalanzo encima. La aparto de la mesa, luego la tumbo sobre la alfombra, en
el suelo. No le doy tiempo a reaccionar.
-Mientes muy mal, nena.
-Lo sé -admite.
-Vamos a ver lo acostumbrada que estás, ¿de acuerdo? -Coloco sus brazos
a los lados de su cuerpo y me monto encima, así los presiono, impidiendo que se
mueva.
-Jesse, por favor, no lo hagas. -Sé que estaba fingiendo, pero voy a
darle una pequeña lección. “Se aburre de lo mismo”, sí, como no. Lo dicho, le
encanta joderme las pelotas, no es feliz si no me provoca, y ella sabe que
siempre me va a encontrar si me busca.
-¿El qué? Si estás acostumbrada… -Mírenla nada mas como se revuelve, ya
se está excitando. Leo su cuerpo como mi lectura favorita.
Me pongo de rodillas y comienzo a bajarme la cremallera de mis vaqueros,
ella se pone inquieta, porque sabe lo que viene a continuación.
-Jesse, deja que me incorpore.
-No, Ava. -Me bajo un poco el pantalón, dejando ver mis calzoncillos.
-¡Por favor! -me ruega. Ya veo, está loca por ponerme las manos encima,
sé lo que se siente.
-No, Ava. -Deslizo mi pulgar en mi interior y dejo que vea mi polla.
-Joder… -Cierra los ojos desesperada y comienza la lección, mi amor.
Pongo la punta de mi polla en su boca y trato de abrírsela, ella de
inmediato, y reflejando su deseo, abre los labios, pero no lo penetro en ella.
Abre los ojos y ve mi vientre. Me apoyo en una mano y me inclino hacia ella,
mirándola con ganas de comérmela hasta la otra semana, ¡Dios, la deseo tanto!
-Métemela en la boca -me exige.
-¿Qué efecto tengo en ti, Ava? -le pregunto, rozándole los labios con mi
polla en saludo firme.
-¡Joder, me vuelves loca! -grita, retorciéndose.
-¡Vigila esa puta boca! -le gruño molesto.
-¡Por favor!
-¿Te has acostumbrado a mí?
-¡No!
-Y nunca lo harás. Esto es lo normal para nosotros, nena. Hazte a la
idea. -Y me deslizo en su calida boca que me espera impaciente. Ella gime, lo
rodea con su boca ansiosa, lame, chupa y muerde, se que está loca por
agarrarme. Por favor, miren esa boca, es riquísima, pareciera que tiene un helado
por la manera que lo lame-. Despacito, Ava -Casi no puedo hablar. Ava me mira,
pero yo solo miro esa maravilla de boca-. Me encanta tu puta boca, mujer.
Con mi mano libre le tomo la nuca para que no se mueva, así yo empujo
con suavidad hacia delante, lentamente. Mi polla está palpitando en su boca,
mis piernas se tensan, ya voy a correrme, y más con esta deliciosa mamada. ¡Qué
delicia! Ava se da cuenta y toma más bríos. Está frenética, no me hizo caso y…
¡Me encanta, coño! Y me retiro. Me arrodillo y me masturbo, mirándola. Jadeo y
¡yaaaaaa! ¡Voyyy! Me aparto el pelo húmedo de sudor y dejo que ella me mire, sé
que la excita verme haciéndome esto.
-¡Joder! -Me siento en mis talones y le quito rápidamente la camiseta y
su sujetador y coloco mi polla entre sus senos.Me meneo y rápidamente riego mi
semilla por todo su pecho. Jadeo, siento que se me va a salir el corazón. Me
sigo meneando para así extender mi esperma, marcándola como ¡Mía!
-Donde quiera y cuando quiera, nena -le hablo entre jadeos y me inclino
para comerme su deliciosa boca. La beso con todo. Joder, ha sido perfecto.
-Mmmm…
-Ven aquí. -Me incorporo y la ayudo a acomodarse el sujetador y la
camiseta, me paro y la tomo en brazos. La siento en la silla donde estaba comiendo
y le señalo el plato-. Acábate la cena.
-No he vomitado -dice orgullosa. Otra cosa que le molesta a ella del
embarazo son esas ganas de vomitar cuando se mete mi polla en la boca, pero no
es su culpa, qué se le puede hacer. Según según creo, ya se le pasara, eso leí
por ahí.
-Muy bien.
-¿Por qué no te has corrido en mi boca? -me pregunta, mientras me estoy
subiendo la cremallera. La miro como pillado en falta, tomo los cubiertos y se
lo digo.
-Podría ser toxico para los pequeños. -Ava empieza a carcajearse.
-¿Qué? -me pregunta entre risas.
No lo repito, pero le guiño un ojo. Ella me mira enternecida.
-Quizá sea una idea estúpida, pero porsiacas… Ahora, cómete la cena,
nena.
Mira su plato aun riéndose y empieza a comer con una sonrisa de
satisfacción.
-¿Qué vamos a hacer mañana? -me pregunta.
-Bueno, pues no sé tú, pero voy a darme un atracón.
-¿Vas a tenerme encerrada en el Paraíso todo el fin de semana?
-No iba a hacerlo, pero puedo poner cerrojos -Estoy masticando un pedazo
de delicioso pimentón relleno, mientras la miro. Ella, entretanto, lo hace con
una sonrisa burlona, feliz. Joder, adoro esa puta sonrisa-. Mírame, nena.
Me da su sincera sonrisa radiante y hermosa, yo le ofrezco la mía
sintiéndome muy feliz.
-¿Estás contento?
-Estoy loco de alegría.
Ya amaneció, la veo dormida y está sonriendo, es por lo feliz que se
siente. Me alegro haberla traído aquí, voy a dejarla que se despierte por su
cuenta, yo voy a correr un rato.
Voy al baño, me cepillo los dientes y me pongo solo un short cómodo, ya
siento el calor, pero antes voy a buscar un vaso con agua y lo pongo en la mesa
de noche, del lado de Ava, con los comprimidos de acido fólico y la galleta de
jengibre. Quiero que se sienta bien. Además, hoy salimos para que conozca el
hermoso lugar y quizá para hacer unas compras, quiero hacerle algunos regalos.
Ya tengo un buen rato corriendo. ¡Uf! ¡Qué calor, Dios! Es muy diferente
el hacerlo en Londres, pero no me quejo. La diferencia está en la diversión.
Ya estoy cerca de la casa y veo a mi esposa en el porche, y a medida que
me acerco veo que está completamente desnuda. Dios... ¿Qué más puedo pedirle a
la vida? Parece una diosa apoyada en la barandilla de madera, y lo mejor de
todo, está comiéndome con la mirada.
-Buenos días -me dice alegre al tiempo que cojo la toalla que había
dejado colgada y comienzo a frotarme con ella, sonriendo.
-Y tan buenos -le respondo, mirándola de arriba abajo. ¡Perfecta! -Bella,
gracias al creador por este hermoso regalo. ¿Cómo te encuentras?
Ella lo piensa.
-Bien.
-Estupendo -me acerco y la miro-: Bésame –le exijo.
Ella se inclina y me da un exquisito beso en mis labios.
-Estás empapado.
-Es que hace muchísimo calor -me aparto-. ¿Desayunamos?
-Te prepararé el desayuno. -Y echa a andar hacia la habitación.
-¡¿Adónde vas?! -grito a sus espaldas.
-A ponerme algo.
-¡Eh! -la miro enfurruñado-. Mueve ese culo desnudo a la cocina,
señorita.
-¿Perdona? -Se ríe.
-Ya me has oído. -La miro desafiante, aunque sé que a veces me paso un
poco. Coño, pero me encanta ver cómo me complace.
Se mira a sí misma su cuerpo desnudo y luego da un profundo suspiro. ¡Cómo
me va a ocultar esa preciosura de cuerpo! Y ella no se avergüenza, sabe lo que
tiene. Tenerla en la cocina, yendo de un lugar a otro, es algo afrodisíaco… me
encanta.
Cuando pasa a mi lado le doy una palmada en su trasero.
A los dos nos encanta estar en cueros, a los dos nos encanta el estar
tocándonos todo el tiempo, a los dos nos encanta follar. Sonrío gracias a esto,
porque pienso sacar el máximo provecho de estos días. Sé que con la llegada de
nuestros hijos las cosas van a cambiar un poco, pero para eso estoy yo, para
solucionar cualquier posible crisis. Y sé también que de una u otra forma vamos
a tener ayuda o sino la contrato, pero mi mujer no se me va a agobiar. No acepto
verla padecer por nada, de eso me encargo yo o dejo de llamarme Jesse Ward.
Terminamos un delicioso desayuno, y ha sido fabuloso, pues los dos
estábamos completamente desnudos, fue una gran sensación, y más al saber que
nadie viene a interrumpirnos. Éstas son las mejores vacaciones de mi vida.
Ahora nos estamos preparando para salir, no es justo que traiga a mi
esposa a un lugar tan hermoso y la mantenga encerrada (aunque me gustaría),
pero sé que debo dejar de pensar como un troglodita. Ya estoy listo cuando veo
el trapito que se quiere poner mi mujer. Coño, ella es mía. No quiero que todos
la vean, es bella, pero solo para mis ojos.
-Ponte otra cosa, señorita, y yo mismo comienzo a buscar. ¡Diablos!
Todos son del mismo estilo-. Lo has hecho adrede.
-Hace calor -dice, se echa a reír, y espera aun en ropa interior de
encaje.
-¡Coño, Ava! -Saco un mono lindo, pero más corto. ¡Mierda!
-Dijiste que tenía unas piernas muy bonitas.
-Sí, tienes todo muy bonito, pero eso no significa que quiera que todo
el mundo lo sepa. Aquí está, este es lindo, es largo, negro, este es sí. Y
recuerda, solo para mis ojos -se lo repito-, solo para mis ojos.
-Pero ¿qué coño te pasa? -le jalo el vestido-. El día del aniversario de
la mansión no te importó que me pusiera aquel traje, ni tampoco te molesta que
lleve los shorts vaqueros.
-Claro que me importó. Hice una excepción, pero vi cómo te miraban los
hombres. ¿Me estás tomando el pelo?
-¡ Y yo veo cómo te miran a ti las mujeres!
-Exacto. ¿Te imaginas cómo me mirarían si fuese por ahí medio desnudo?
-El señalo el vestido negro-. Puedes ponerte éste.
-Muchas veces vas sin camiseta, y yo no me abalanzo sobre ti para
ocultar tu cuerpo ¡relájate!
-¡No! -grito de frustración. Nos miramos con el ceño fruncido, pero yo
estoy más cabreado.
-Estás siendo poco razonable. Pienso ponerme lo que me dé la gana -Y me
tira el vestido a la cara… Mírenla no mas… ¡Qué atrevida! Y luego, agarra un
trapito fucsia y se lo mete como el rayo, no me da tiempo a quitárselo… Coño,
se ve demasiado… hermosa, Dios.
-¿Por qué me haces esto? -le pregunto, ceñudo.
-Porque es absurdo que creas que puedas decidir qué puedo y qué no puedo
ponerme -Por eso veo cómo se amarra ese taparrabos-. Además, no es para tanto.
-Joder, eres demasiado bonita -le digo echando humo.
Ella sonríe y se pone unas sandalias.
-Y soy tuya, Jesse.
-Lo eres -eso me tranquiliza un poco-. Eres mía.
Ava se me acerca.
-Nadie me apartara de tu lado, nunca.
No me entiende, en el hotel los hombres miran a las mujeres como los
perros a los huesos, con ganas de comérselas, todos somos mentes sucias a la
hora de ver a una mujer, si lo sabré yo. Ava no entiende que ella es sagrada y
es solo mía.
-Lo sé –suspiro-. Pero, ¿es preciso que te pongas el vestido más minúsculo
de todo el planeta? -Me da un besito en la mejilla.
-Estás exagerando.
-Yo creo que no. -Y me pego contra sus labios, amo su contacto-. ¿Y si
llegamos a un acuerdo?
-¿Qué tipo de acuerdo? -me pregunta, y mientras me agacho tomo un
cardigan-. De eso nada, Ward. Me desmayaré del calor.
Le hago un berrinche bien teatral.
-Vale, pero no me hago responsable si algún capullo te hace ojitos.
Me mira de arriba a abajo, le gusta lo que ve. Me puse unos shorts
largos y una polo de Ralph Lauren; me levanto un poco el cuello como siempre.
-Yo tengo que lidiar con los ojitos que te ponen a diario.
Sonrío con malicia, siempre veo su reacción je, je je. ¡Y me encanta!
-Sí, y en seguida las aplastas a todas.
Se ríe.
-Mi ritual de aplastamiento es algo más suave que el tuyo.
El día de hoy en el Paraíso no deja de mejorar a cada paso, disfrutamos
como nunca, paseamos por hermosos lugares. Ava miraba todo muy alegre, casi
todo el tiempo la tomé de la mano o pasé mi brazo por sus hombros, así la
pegaba mas a mí. Cuando comimos la he hecho sentar más cerca para así mantener
el contacto constante, porque nosotros como pareja no hemos disfrutado mucho de
salidas de paseo y, la verdad, es que me sentí increíble, otro recuerdo hermoso
para guardar. Conversamos mucho, nos reímos, comer helado fue increíble, una
delicia de paseo, y el día aun no termina Hummm. Ahora viene lo mejor.
CONTINUARÁ...
**Por Fanny Rebellón
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