Loco
Amor (Confesión)
Fanfic
de la trilogía “Mi Hombre”
Historia
original de la autora Jodi Ellen Malpas.
CAPITULO 8
Acabo de
decirle a mi esposa que tenía un hermano mellizo, y su asombro es tal que no
puede hablar. Ha quedado muda. Poco a poco, voy descargando todos mis secretos,
ya que esa vida en realidad no es un orgullo para mí. Mis padres siempre
quisieron cuidar el buen nombre y nos forzaban a sus ideales sin siquiera
contar con nuestra opinión. No estoy de acuerdo en eso, nunca lo estuve y nunca
lo estaré, porque cada ser humano debe elegir lo que quiere ser, solo hay que
cumplir en darles buenas enseñanzas y buena moral, darles educación y confort,
pero de ahí a, prácticamente, obligarte a ser lo que ellos elijan, ¡No!
Le sonrío
a mi esposa con cariño.
-Mi chica
vivaz se ha quedado sin habla -Le acaricio la mejilla con suavidad. Después,
deslizo por su cuello mi mano, trazando pequeños círculos con mi pulgar-. Ven a
bañarte conmigo -Me levanto y tiro de ella para ponerla en pie-. Necesito estar
contigo. -La elevo hasta mi cuerpo, y ella me rodea con sus brazos y sus
piernas, como está ya acostumbrada, y de la misma manera se mete en mi cuello y
comienza a besarme, me huele, me siente... Le gusta mi olor y yo amo el suyo.
Ya
estamos en el baño y la coloco sobre el mueble del lavabo. Voy hacia la bañera,
abro el agua caliente y un poco la fría, añado las sales y comienzo a remover
el agua para que se formen las burbujas. Luego, preparo las toallas, coloco el
gel y el shampoo, todo junto a la bañera, y regreso al lado de ella, quiero
desnudarla. Le levanto la camiseta de tirantes, la beso en los labios y
empezamos a entrelazar nuestras lenguas, mientras le quito la ropa. Nos
separamos solo para que yo pueda quitarle la camiseta. Luego, seguimos con este
beso glorioso, suave, largo. Es un beso del más puro amor, muy hermoso, muy
real, el cual lo siento en todo mi ser.
Siento
las manos de Ava deslizándose por mi cuerpo para sacarme la camiseta, se tarda,
me palpa poco a poco, es una caricia para mi alma el sentirla en este momento.
-Quítamela -murmuro-. Por favor, despójanos de todo lo que nos separa. La beso con más
fuerza, se aparta y saca rápidamente la prenda. Sigue con los vaqueros,
dejándolos caer, y me los saco de una patada. Luego es mi turno y la levanto
para bajarle los pantalones extra grandes y las bragas de encaje. La tomo en
mis brazos, levantándola, y Ava me besa con todo su amor. Este sentimiento es
infinito. Luego, me meto en la bañera con ella aferrada a mí, me voy agachando-.
¿Está buena el agua? -le pregunto mientras la acomodo sobre mis muslos.
-Sí.
Se pega a
mí, fuerte, sin dejar espacio para nada, y me sigue besando como si no hubiera un
mañana… ¡Qué delicia! Adoro esto.
-Siempre
te parece que está bien.
-Todo me
parece perfecto si te tengo.
-Me
tienes -Hundo mis dedos en su pelo, y lo agarro para apartarla un poco-. Lo
sabes, ¿verdad?
-Te has
casado conmigo, claro que lo sé.
Sacudo mi
cabeza y tomo su mano, le saco el anillo de boda y lo sostengo en alto.
-¿Crees
que esto simboliza mi amor por ti?
-Sí
-admite, mientras yo sonrío.
-Entonces,
deberíamos quitar esos diamantes e incrustar mi corazón -Y vuelvo a colocarlo
en su dedo. Ella pone sus manos en mi pecho, conmovida por mis palabras-. Me
gusta tu corazón donde está -se inclina y pega sus labios a mi piel-. Me gusta
cómo se hincha cuando me miras.
-Solo por
ti, nena -Nos besamos por un buen rato-. Deja que te bañe -Voy bajando con mis
labios por su cuello-. Date la vuelta. -No le gusta mucho la idea, pero se
voltea. Me arrodillo y la acomodo entre mis muslos y comienzo con la rutina del
baño. Estamos en silencio, pero es cómodo y agradable. La estoy consintiendo,
me deleito pasando la esponja por su hermoso cuerpo-. ¿Estás bien? -le pregunto,
al tiempo que sonríe.
-Estoy
bien. -Me acerco y pongo mi boca en su oreja.
-Estoy un
poco preocupado por mi pequeña seductora desafiante -le susurro.
-¿Por qué?
-Porque
está demasiado callada cuando sabe que tengo información que compartir con
ella. - La beso en la sien y me inclino hacia atrás, arrastrándola conmigo.
-Sé que
cuando quieras contármelo, lo harás. -Sonrío, cualquiera le cree que es muy
paciente. -Este embarazo está transformando por completo a mi chica. -Coloco
mis manos en su vientre-. Primero, ha desarrollado una fobia a tener mi polla
en la boca -Le pego mi polla para que vea de lo que se pierde-, y después cesa
en sus enérgicas exigencias de información. -Ahora, solo se encoje de hombros.
-Mi señor
también ha dejado su amplia gana de polvos expertos, así que estamos empatados.
¿No?
Suelto
una carcajada. Sé que no le gusta mucho el que no me la folle como una fiera.
-Y sin
embargo, sigue regalándome esa boca tan malhablada. -La pellizco en su parte
débil y da un respingo. Después, ella misma se voltea y se acomoda. Sé que
quiere que le cuente todo, pero estamos en absoluto silencio.
Suspiro y
comienzo a formar círculos con mis dedos en su ombligo.
-Se
llamaba Jake.
Ava no
dice nada, solo espera.
-Lo estás
haciendo a propósito, ¿verdad? -le pregunto, aunque sé que así es-. Me tenía
idealizado. Quería ser como yo. Nunca entenderé por qué. Siempre que lo pienso,
enfurezco. Con toda esta carga de defectos y él quería ser como yo. ¿Qué tal?
Ava se da
vuelta y me mira. Está boca abajo sobre mí, mirándome a los ojos.
-No puedo
hacer esto solo, nena. Ayúdame.
Instintivamente,
se pega más a mí y hunde su cara en mi cuello.
-¿No se
parecían?
-Éramos
totalmente diferentes, en aspecto y en personalidad.
-¿Él no
era un dios? -Acaricio su espalda, recordando a mi hermano-. Era físicamente
bien parecido, lo sabía por como lo miraban las muchachas, pero diferente a mí.
Tenía aspecto como de nerd. Él era un genio.
-¿Y eso
es ser diferente de ti?
-Jake
tenía un cerebro prodigioso. Yo tenía mi aspecto y lo utilizaba como bien
sabes, pero Jake no utilizaba su cerebro. Si lo hubiera hecho, ahora no estaría
muerto.
-¿Cómo
murió?
-Lo
atropello un carro.
-¿Y por
qué dices que no utilizaba su cerebro?
-Porque
iba borracho cuando se cayó en la carretera.
-Carmichael
no es el único motivo por el que no te hablas con tus padres, ¿verdad?
-No. El
principal motivo es que mi hermano murió por mi culpa. Lo de Carmichael y la mansión
sucedió después, y fue la gota que colmó el vaso.
-¿Jake
era el preferido?
-Jake era
el hijo que todo padre desea tener. Yo no. Lo intenté. Estudiaba, pero tenía que
hacer un esfuerzo mayor que él. -Pienso un momento en lo que le estoy diciendo
a mi esposa-. Me considero inteligente, pero tenía que dedicarme más que mi
hermano, y el tener tanta mujer linda merodeándome no me dejaba pensar. Ése fue
mi punto débil.
-¿Y él
quería ser como tú?
-Ansiaba
la libertad de la que yo disfrutaba por ser el hijo que, según ellos, tenía
menos potencial. Centraban toda la atención en Jake, el genio, el hijo del que
estaban orgullosos. Jake iría a Oxford. Jake habría ganado su primer millón
antes de cumplir los veintiuno. Jake se casaría con una chica inglesa de buena
familia y tendría hijos educados, amables y listos. Pero Jake no quería nada de
eso. Quería llevar las riendas de su propia vida, y lo más triste es que lo
habría hecho bien por sí solo.
-¿Y qué
pasó? -pregunta Ava con curiosidad.
-Hubo una
fiesta en casa de alguien. Ya sabes, mucho alcohol, chicas y… oportunidades. Estábamos
a punto de cumplir los diecisiete. Nos estábamos preparando para los exámenes
finales y estábamos a punto de enviar la solicitud de matricula a Oxford. Por
supuesto, fue idea mía.
-¿El qué?
-Salir y
comportarnos como adolescentes, liberarnos un poco de los estudios y dejar de
intentar cumplir las expectativas de nuestros padres. Sabía que acabaría
pagándolo, pero estaba preparado para enfrentarme a su ira. Íbamos a salir a
tomar unas copas, juntos, como hermanos. Quería pasar un poco de tiempo con él,
como críos normales. Solo fue una noche. Jamás pensé que terminaría pagándolo
tan caro.
-¿Se te
fue de las manos?
-¿A mí?
¡No! Yo me tomé unas cuantas, pero jake no dejaba de beber chupitos como si se
acabara el mundo. Prácticamente, tuve que sacarlo de aquella casa a rastras.
Luego, empezó a sincerarse y me dijo lo mucho que odiaba toda aquella presión y
que no quería ir a Oxford. Entonces, hicimos un pacto. Decidimos que les
diríamos juntos a nuestros padres que no queríamos hacerlo. Que queríamos tomar
nuestras propias decisiones para perseguir nuestros sueños, no para impresionar
a los capullos estirados con los que ellos se relacionaban – Sonrío-. Él quería
ser piloto de motociclismo, pero eso estaba mal considerado. Era demasiado
imprudente. Dios, aun lo veo en mi mente, feliz con esa idea. Jamás lo había
visto tan contento ante la sola opción de rebelarse conmigo, de hacer lo que
realmente queríamos y no lo que decían que hiciéramos. Y entonces, cruzo la
carretera. -Miro a Ava, quiero ver su reacción, siempre me he sentido culpable,
quiero saber que piensa ella.
-Nadie
puede culparte por ello -me dice cabreada.
Sonrío,
ella no me cree culpable, ella siempre va a estar de mi lado. Le aparto el pelo
de la cara.
-Me
culpan porque soy culpable. No debería haber apartado a Jake del buen camino,
arrastrándolo conmigo. El muy idiota no debería haberme escuchado.
-Por lo
que cuentas, no parece que tuvieras que arrastrarlo mucho.
-Ava, él
estaría vivo si….
-No,
Jesse, no pienses así, la vida está llena de aciertos y desaciertos. ¿Y si tus
padres no los hubiesen presionado? ¿Y si les hubiesen plantado antes y hubieran
dicho basta?
-¿Y si no
nos hubiésemos rebelado? -le pregunto serio.
-Entonces,
nunca me habrías conocido, y yo nunca te habría conocido a ti. -Cuando Ava
habla se le nota en su voz una infinita tristeza. Yo no creo eso, ella era para
mí, Dios la tenía destinada para mi, de una u otra forma nos habríamos
conocido. La estoy mirando y veo que su rostro se llena de lágrimas, por lo que
hecho la cabeza hacia atrás y miro su vientre.
-Todo lo
que ha pasado en la vida me ha llevado hasta ti. Ha tardado una eternidad, pero
por fin he encontrado mi lugar.
Ella toma
mi mano y la pone sobre su vientre.
-Conmigo
y con estas dos personitas.
Le miro
su cuerpo, centímetro a centímetro, y la tomo por la cintura, apretándola
contra mí, fuerte.
-Contigo
y con estas dos personitas. Nuestros pequeños.
-¿Y qué
hay de Amalie?
-Amalie
acabaría casándose con un hombre de bien y sería una buena esposa y madre, e
imagino que ha cumplido con su deber. En la invitación de boda decía “Doctor
David”, ¿verdad?
-Sí.
-Pues,
ahí lo tienes -le digo con amargura. Nunca he sido bueno para recibir órdenes,
así fueran de mis padres. Obligado ni a misa. Creo que Ava ya se ha dado cuenta
de eso.
-¿Empezaste
a pasar más tiempo con Camichael tras la muerte de tu hermano?
-Si.
Carmichael sabía cómo me sentía con respecto a mis padres. Él había soportado
lo mismo con mi abuelo. -Sobo su espalda-. ¿Estás cómoda?
-Sí,
estoy bien.
-Fue un
alivio. Me ayudó a escapar del recordatorio diario de que Jake ya no estaba
conmigo y, asimismo, me distraía con los trabajos que mi tío me encargaba por
la mansión -me revuelvo un poco-. ¿Seguro estás cómoda?
-¡Qué sí!
-Y me pellizca un pezón, yo me río. Me encanta lo cómodo que siempre me siento
con Ava.
-Estás
cómoda -susurro.
-Sí. ¿Qué
tipo de trabajo hacías?
-De todo
un poco. Recogía los vasos por el bar, cortaba el césped. Mi padre se subía por
las paredes, pero no pudo impedírmelo. Después, anunciaron que nos mudábamos a
España.
-Y te
negaste a marcharte.
-Sí. Yo
todavía no había entrado en las habitaciones de la mansión. Seguía siendo
virgen en ese sentido -Sonrío con gran malicia, recordando esos tiempos-. Pero
el día que cumplí dieciocho años, Carmichael me dejó a mi aire por el bar. Es
lo peor que pudo hacer. Fui directo, fue natural, demasiado natural-. Ava me
mira, pero ya no sonrío-. Si ya el solo hecho de estar en la mansión me ayudaba
a mitigar todos mis problemas, beber y follar hacía que los olvidara por
completo.
-Los
evadías. ¿ Y qué decía Carmichael de todo eso?
-Pensaba
que era una etapa y que pasaría, pero entonces él también murió.
-¿Y tus
padres intentaron que vendieras la mansión?
-Sí.
Cuando se enteraron de que mi tío había muerto, volvieron a España. Y ahí
estaba yo, una versión más joven de la oveja negra de la familia, regentándola,
bebiendo y hartándome de mujeres. Había experimentado la libertad y lo que era
vivir sin que estuviesen intentando transformarme constantemente en el hijo
ideal. Me había vuelto engreído y seguro de mi mismo y, además, era
tremendamente rico. Dios, hoy día cambiaría todo eso por ver a mi tío vivo. Les
dije por donde podían meterse su ultimátum. La mansión había sido la vida de
Carmichael y se había convertido en la mía. Fin de la historia.
-Nuestros
hijos serán lo que quieran ser -me dice Ava, mordisqueándome la barbilla-.
Siempre y cuando no quieran ser unos mujeriegos.
Le agarro
las nalgas con las dos manos y se las aprieto con fuerza.
-El
sarcasmo no te pega, señorita.
-Pues, yo
creo que sí.
-Vale, sí
-La jalo hacia arriba y beso uno de sus pezones-. Está desapareciendo el
chupetón.
-Vuelve a
hacérmelo. -Y me ofrece su pecho muy seductoramente. Nunca podré resistirme,
porque me tiene agarrado por las bolas, ¡literalmente! Y sin pensarlo dos veces,
envuelvo mis labios alrededor de la primera marca y empiezo a lamerla,
suavemente. Ava gime satisfecha, y pasa su nariz por mi pelo, inhalando mi
olor. Me encanta cuando hace eso.
-¿Te
gusta? -le pregunto con su pezón aun en mi boca.
-Mmmm -Se
ve muy relajada y complacida-. Lo tomaré como un sí. -Sigo chupando con mucha
suavidad-. Ava, no sé muy bien cómo me siento respecto al hecho de que nuestros
bebés vayan a apoderarse de tus pechos. -La suelto y se desliza lascivamente,
frotándose contra mi polla. Estoy excitado, pero después del susto que pasamos
creo que debemos esperar más tiempo. Lo peor es que no sé si podré aguantarme.
Así que por temor abro mis ojos asustado e inhalo profundamente-. No. No
podemos -La aparto y me levanto-. No, Ava. Y no te atrevas a ponerte en modo
seductora.
Me mira
molesta.
-Cornualles.
-Coño, me amenaza de nuevo. La miro furioso.
-¡No vas
a irte a ninguna parte! -le gruño, cabreado. Tengo que ver cómo revierto esta
amenaza.
Me
levanto para salir de la bañera, pero Ava no me da tiempo, está de rodillas en
una posición muy sugerente. Toma mi polla que está en saludo firme y la aprieta
con fuerza.
-¡Joder!
¡No me hagas esto!
-¿Vas a
rechazarme? -Y la muy… lo aprieta y lo mueve suavemente. ¡Mierdaaa! Sacudo mi
cabeza.
-Ava, no
pienso tomarte en tu estado.
-Siéntate
-me ordena, señalándome el lateral de la bañera, y así sin más, me pasa la
lengua por la punta de mi polla, ya emocionada. Todo mi cuerpo se tensa
deseoso. Levanto la vista al techo.
-Ava,
como me dejes a punto de estallar, perderé la puta cabeza -le digo a modo de advertencia
y empujando hacia delante. ¡Adoro su boca!
-No lo
haré. Siéntate -Tira de mí hasta que me siento en el borde, cuando se arrodilla
entre mis muslos.
-Si yo
tengo que sentarme aquí, tú vas a sentarte en el otro lado -le digo y le doy un
beso con furia, muy intenso. Me aparto para tomar aire, deseándola como un
loco-. Abre las piernas -Ava está asombrada al entender lo que quiero. Por lo
que deslizo mis manos por debajo de sus brazos y la levanto para empujarla
hacia atrás, con cuidado, quedando sentada en el borde de la gran bañera,
babeando, mirando mi polla erecta a lo máximo. Me mira a los ojos y me paso la
lengua por mi labio inferior cuando me imita, inconscientemente-. Lámete los
dedos -le ordeno. Se lleva sus dedos a la boca y lo hace muy lentamente, sin
apartar sus ojos de los míos-. Desliza la mano por tu parte delantera -le exijo
con afán, muy excitado-. Despacio -Obedece y desliza su mano por su precioso
cuerpo, acaricia sus pezones y luego su vientre.
-¿Así es
lo bastante despacio?
-¿Te he
dado permiso para hablar? -le pregunto, sin quitar mi mirada de sus ojos
Ella
sigue su camino hacia su vientre hasta llegar a su entrepierna
-Para -y
miro hacia abajo. Ahí está mi propiedad ya húmeda para mí-. Un dedo, nena.
Métete un dedo muy despacio -Sigue mis órdenes e introduce su dedo en mi
paraíso personal. Inspira profundamente-. Recuerda que eso es mío -la miro de
nuevo a los ojos-. Cuídalo -se lo digo cargado de lujuria, mientras cierra los
ojos por un momento-. Mírame, Ava -lo hace y su cara es de puro placer. Me
encanta mi mujer-. Buena chica. -No me aguanto y me agarro mi erección y
empiezo a masajearla, suavemente-. Pruébalo.
De manera
seductora y provocativa recorre su cuerpo y mete su dedo muy lentamente, dando
un gemido de puro placer...
-¿Está
bueno? -le pregunto, mientras sigo masajeando mi polla, Ava me mira y se
enciende más cuando me ve masturbándome.
No me
responde, pero me mira con una gran carga de lujuria, lamiéndose y chupando su
dedo. Es una imagen explosiva, muy sexy. Mi mujer se ve buenísima, preciosa,
demasiado deseable, me tiene loco.
-Imagino
que eso es un sí -y por un momento acelero mi mano. Luego, voy más lento,
tratando de controlarme-. Joder, Ava. -Y sin más, vuelve a bajar su mano, hunde
dos dedos en su delicioso sexo y empieza a tocarse de manera meticulosa y controlada.
Arquea su espalda, separa más sus piernas y gira la cabeza, gimiendo… ¡Carajo!
¡Es una diabla! Demasiado sexual, divina, cargada de gran erotismo. ¡Qué
espectáculo! Me tiene a millón y si sigue así, tendré mi orgasmo rápidamente.
-Joder,
Ava. Mírame. -Estoy tenso y mi mano va a toda velocidad, masturbándome... Esto
es el sueño de cualquier hombre-. ¿Estás cerca, nena?
-¡Sí!
-¡Joder,
aún no! ¡Contrólalo!
-¡No
puedo! ¡Joder!
-¡Joder,
Ava, aguanta! -Y me masturbo con más fuerza, sin quitarnos la mirada.
Ava, por
su parte, está frenética de pasión, girando sus caderas de manera deliciosa, sin
vergüenza alguna. Amo eso de ella, el cómo se entrega cuando nos amamos.
-¡Jesse!
-grita con desesperación.
-¡Joder,
nena, me encanta verte así! -Y muevo mi puño con desesperación, gimo y caigo de
rodillas entre sus piernas.... Mi boca toma el relevo de sus dedos, mientras yo
aun continuo masturbándome delante de ella. Está muy excitada. Me agarra de mi
pelo, apretándome aun mas contra ella, ya va a alcanzar su orgasmo.
Por fin
explota cuando sus muslos se aferran a los lados de mi cabeza, mientras siento
su palpitar. Yo continúo lamiéndola suavemente. Después, asciendo por su cuerpo
hasta llegar a su boca. Hago que se ponga de rodillas y tomo su mano. Así sustituyo
la mía por la de ella, haciendo que me agarre la polla fuerte entre su cálida
mano. Quiero correrme.
-Me toca.
Sostenla contra ti.
Mi erecto
pene roza su clítoris y empujo contra su persistente palpitación. Ava toma el
relevo y comienza a masajear con mucha suavidad mi desesperada polla, hasta mi
clímax. Tengo mis manos libres y la sujeto del cuello. Mantengo su cabeza firme,
mientras la beso con el mismo cuidado con la que ella me masturba. No hay
apuro. Es algo controlado y relajado.
-Sigue
haciendo eso -murmuro en su boca. Podría estar así eternamente.
-Te
quiero. -Meto mi lengua suavemente en su boca, jugueteo con sus labios y luego vuelvo
a introducir mi lengua, mientras mi cadera empuja hacia delante, frotando mi
pene contra ella. Sentimos un inmenso placer el hacerlo.
-Lo sé
-gimo y la beso más intensamente. Me corro y vierto mi esperma sobre ella,
jadeando, siento cómo se sacude en su mano.
-Mi
misión aquí ha terminado -dice Ava, imitándome. Suspira llena de satisfacción y
mete sus dedos en mi pelo húmedo, dándome un pequeño tirón.
-Eres
salvaje, señorita -Me acuclillo y tiro de ella hacia mi regazo-. El agua se
está enfriando.
-Un poco.
-Se pega a mí buscando un poco de calor.
-Deja que
te limpie -Intento apartarme, pero me retiene, clavándome las uñas en mi
espalda-. Será un momento. No quiero que te resfríes -No quiere despegarse y
como puedo le paso la esponja-. Mi chica está cansada -Le beso la nariz-. ¿Nos
echamos un rato? -Asiente y la cojo en brazos para sacarla de la bañera. Luego,
nos secamos uno al otro en silencio y nos dirigimos a la cama. Nos tumbamos y
nos acurrucamos inmediatamente, como de costumbre, yo boca arriba y ella echada
sobre mi pecho. Zambulle feliz su rostro en mi cuello, mientras le acaricio su
cuerpo con mis manos. Quiero esta costumbre por lo que me reste de vida.
-Jamás
querré a uno más que al otro -le anuncio.
No me
responde, solo se pega mas a mí, como afirmando que así será.
Ya
amaneció, pero no abro mis ojos, siento la mano de Ava sobre mí, acariciándome,
deleitándose. Va hacia la barba y luego por mis labios, siento la yema de su
dedo, rozándolos, siento sus ojos clavados en mi rostro, detallándolo. Luego,
con su dedo me acaricia mi garganta. La siento suspirar con satisfacción, su
sentimiento es tal que percibo que mi piel se eriza.
-¿Has
acabado de palparme? –Su mano se detiene.
-No.
Cállate y no te muevas -me responde y continúa con sus deliciosas caricias.
-Como
ordene señorita. -Siento que se acerca más a mi cara, su respiración se halla
delante de mí.
-Buen
chico.
Yo sigo
con mis ojos cerrados, pero no puedo evitar sonreír.
-¿Y si
quiero ser un chico malo?
-Estás
hablando -Pelo mis ojos, desafiante, ella sonríe al ver cómo me pongo cuando me
manda-.
-Buenos
días. -Y rápidamente me doy la vuelta y la pongo debajo de mí, con sus brazos
encima de su cabeza-.
-¿Alguien
está pensando en echar un polvo somnoliento? -Me inclino y muerdo la punta de
su nariz.
-No,
estoy pensando en Jesse Ward, lo que significa que tengo distintas variedades
de polvos en mi mente. -Hago el intento de burlarme de ella-. Eres insaciable,
preciosa mía -Y la beso con fuerza, pero vigila esa boca. -Me devuelve el beso,
la detengo y la aparto. Me mira mal y sonrío burlón. Me mira más feo, pero no
le paro-. He estado pensando. -Se queda quieta, esperando qué voy a decir.
-¿En qué?
-En lo
dramática que ha sido nuestra vida de casados.
-¿Y?
-Vayámonos
unos días -la miro suplicante y le añado unos pucheros. Sé que así la puedo
convencer-, los dos solos.
-Jamás
volveremos a estar solos -me lo recuerda. Eso lo sé, dos bebes, y a diferencia
de muchos eso me hace inmensamente feliz.
Me
incorporo y miro su vientre. Sonrío y me inclino para besarlo y luego la miro
como becerro a medio morir.
-Déjame
quererte. Deja que te tenga para mí solo unos días.
-¿Y mi
trabajo? -me replica. Yo sabía que me lo iba a decir, ella es muy responsable.
-Ava, ayer
sufriste un accidente de tráfico.
-Ya, pero
tengo que visitar a unos clientes y a Patrick…
-Yo me
encargo de Patrick y él se encargará de tus clientes.
Me mira
recelosa.
-¿Eso
quiere decir que piensas amenazarlo?
La miro
como si me hubiera ofendido, pero no se lo traga.
-Hablare
con Patrick.
-Con
educación.
Sonrío.
-Más o
menos. -Patrick es un coño interesado, si se le mira a los ojos su iris tiene
pintado el signo $. Y como lo es, eso lo hace ser chupa medias, pero sé como
entrarle. Pero de que me llevo a Ava, me la llevo.
-No,
Ward. De más o menos, nada. Con educación y punto.
-¿Es eso
un sí? -le pregunto esperanzado
-Sí. ¿Adónde
vamos?
Salto de
la cama como niño con juguete nuevo, feliz, y emocionado. Por fin la voy a
tener unos días solo para mí… ¡Qué mejor regalo!
-A
cualquier sitio, me da igual
-Pues, a
mí no. ¡No pienso esquiar!
Está
loca, ¡cómo la voy a llevar a esquiar, por Dios!
-No seas
idiota, mujer -le pongo los ojos en blanco, entro al vestidor y salgo al
momento con una maleta-, llevas a mis bebés ahí dentro -le señalo su vientre-. Tienes
suerte de que no te encadene a la cama lo que te queda de embarazo.
-Puedes
hacerlo si quieres -y sube sus manos toda coqueta-. No voy a protestar.
-Es usted
una seductora, señora Ward. Ven a hacer la maleta. -Y vuelvo a internarme en el
vestidor. Saco ropa al azar, ya sé donde vamos a ir, solo tengo que hacer unas
llamadas y enviar unos fax. Tiro ropa, pero… ¿Dónde dejé la maleta?
-¿Adónde
vamos?
-No lo
sé. Haré unas cuantas llamadas. No le digo nada, quiero que se lleve una buena
sorpresa.
Hago mis
maletas, eufórico. Vacaciones cortas, pero vacaciones al fin y con mi esposa. No
le puedo pedir nada más a la vida en este momento.
Volteo y
la veo recostada en la puerta.
-¿No
haces la tuya?
-No sé
adónde voy. ¿Hace frío? ¿Hará calor? ¿Iremos en coche o en avión?
-En coche
-le afirmo rotundamente y sigo llenando mi maleta-. No puedes volar.
-¿Cómo
que no puedo volar?
-No lo
sé, por lo de la presión en cabina y todo eso -me encojo de hombros-. Igual
aplasta a los bebés.
Ava se
ríe, burlona.
-¡Dime
que estás de coña!
Me vuelvo
para mirarla. Ella tiene que entender que nada concerniente a su persona es un
juego para mí. Pienso en cómo voy a explicarle.
-No es
seguro que vuelen las mujeres embarazadas. Lo he leído.
-¿Dónde
lo has leído? -me pregunta, riéndose.
-Aquí -Le
muestro el libro que me he estado casi aprendiendo al caletre, pero en el fondo
me da pena con ella-. También deberías tomar ácido fólico.
Ava mira
el libro con la boca abierta y medio divertida empieza a pasar las páginas.
-Aquí,
mira -le planto el libro en la cara-. “El Ministerio de salud recomienda que
las mujeres tomen un suplemento diario de cuatrocientos microgramos de ácido
fólico mientras intentan concebir, y deberían continuar con esta dosis durante
las primeras doce semanas de embarazo, periodo en el que se desarrolla la
columna vertebral del bebé”. Pero tenemos dos bebes, así que igual deberías
tomar ochocientos microgramos.
Ahora, me
mira embelesada.
-Te
quiero -lo dice con su amor reflejado en su hermoso rostro.
-Lo sé.
-Paso más paginas. -Lo de volar está por aquí, en alguna parte. Espera… -Me
quita el libro de las manos y ambos vemos cómo cae al suelo. La miro molesto y
a ella le entran ganas de reírse, yo me cabreo más. Ava le da una patada al
libro y yo lanzo un grito indignado-. ¡Recoge el libro! -le ordeno molesto.
-Es una
estupidez. -Y le da otra patada. Sigue riéndose.
-Recoge
el libro, Ava.
-No -me
responde petulante. Coño, me está provocando. Quiero aplacarla, pero no puedo
forzarla a nada, ni echarle uno de mis polvos. Por lo que decido plantarle tres
dedos frente a su cara.
-Tres.
Ella
sonríe más.
-Dos -me
responde.
Amaneció
terrible, y estoy a punto de echarme a reír.
-Uno.
-Cero,
nena -dice y da un alarido feliz cuando me la echo al hombro, con mucho
cuidado, llevándola a nuestra habitación.
Se ríe
con ganas, yo la coloco en la cama y luego la cubro con mi cuerpo, apartándole
el pelo de la cara.
-Señorita,
¿cuándo vas a aprender? -La levanto por la nuca y hago que nuestras narices se
rocen.
-Nunca.
Le doy mi
mejor sonrisa. Eso me encanta de ella, el cómo me desafía, el cómo le gusta
provocarme. Pues, le encanta ver mis reacciones que, generalmente, son en un
delicioso polvo.
-Eso
espero. Bésame.
-¿Y si no
lo hago? -me pregunta.
Pongo mi
mano en su punto débil y aprieto un poco. Da un brinquito.
-Los dos sabemos
que vas a besarme, Ava -Le rozo sus labios con los míos, jugueteando-. No
perdamos el tiempo con tonterías cuando podría estar perdiendo el sentido
contigo. Bésame ya. -Su lengua se desliza entre mis labios, roza mi labio
inferior y me provoca, dándome pequeños lametones. Cedo y nuestras lenguas se
entrelazan, primero suavemente. Todo lo que ella me hace sentir es este loco
amor, por lo que termino besándola muy fuerte. La amo demasiado. No hay manera
que me pueda resistir, y ella siente lo mismo, lo sé.
-Mmmm… -Y
termina besándome con igual pasión.
-En
realidad, no pone nada de que no pueda volar, ¿verdad? -Muerdo su labio y
después lo chupo.
-Es algo
lógico.
-No, es
algo neurótico. Las mujeres embarazadas vuelan todo el tiempo, así que vas a llevarme
en avión a algún sitio cálido y vas a dejar que me sacie contigo todo lo que
quiera. Contacto constante. Quiero contacto constante.
Estoy que
no quepo de felicidad, mi mujer siempre me regala estos bellos momentos que los
atesoraré en mi memoria para siempre. Le doy mi mejor sonrisa.
-Me muero
de ganas -Le beso la nariz y me levanto-. Venga, vamos. Estamos perdiendo mucho
tiempo de saciarnos. -Le guiño un ojo y la dejo que sueñe con lo que viene,
pero también debe prepararse, ya que en este momento tengo que hacer varias
llamadas. La primera es para John, tengo que avisarle que salimos de viaje.
-Jesse,
buenos días, ¿Cómo están tú y Ava?
-Bien,
amigo, gracias. Ava está muy bien gracias a Dios, igual que nuestros bebés.
-Me
alegro, en medio de todo ella es muy fuerte.
-Cierto,
y me alegro más que todo por los bebés.
-¿Vas a
venir?
-No, John,
el médico le mandó reposo a Ava al menos por unos días, así que me la llevo de
viaje, pero estaremos pronto de regreso.
-¿Dónde
piensas llevarla?
-Primero,
tenemos que pasar por la casa de mis suegros, aun no saben nada del embarazo de
Ava. Y luego me la llevo al paraíso, amigo.
-Te
envidio...
-Quiero
darle la sorpresa a Ava, ya que ésta sería como una mini luna de miel. -Sonrío
emocionado.
-Está
bien, Ava lo merece después de tremendo susto.
-Así es.
Y Yo también quiero despejarme un poco de tanta mierda. Dime, amigo, ¿no hay
problema que te quedes encargado del hotel?
-Para
nada, anda tranquilo, pero cuando regreses hablaremos de alguien para que te
ayude aquí, porque eso de los documentos no es tu fuerte, ni el mío.
-Mierda,
sí, tienes razón. Te prometo que lo haremos.
-Perfecto.
-John,
Steve se pondrá en contacto contigo, para que le digas los pormenores de lo
sucedido con el accidente de Ava.
-Muy
bien, pero ¿confías en él para encargarse de ese asunto?
-Por supuesto
que sí. Recuerda que él me la debe.
-Así es,
hay que utilizarlo. Es buena idea, por algo es policía.
-En este
momento lo voy a llamar, le cuento todo rápidamente, pero tú vas a terminar de
darle todo con lujo de detalles.
-Muy
bien, después te contaré lo que hablamos.
-Bien, grandote,
nos hablamos luego y gracias siempre por poder contar contigo.
-Un
placer, amigo. Saluda a Ava de mi parte, y espero que la pasen muy bien.
-Lo
haremos... ¡Claro que sí!
-John,
llama tú a Whiston para que se encargue de todo lo concerniente al permiso y
preparación del avión. Ava está por bajar y quiero darle la sorpresa. Solo le
voy a enviar un Fax, pero tú llámalo.
-Tú y tus
misterios, ya lo llamo. ¿Para cuándo sería?
-Para
mañana. Hoy dormiremos en casa de mis suegros y en la mañana volvemos para
tomar el Jet.
-Bien, ya
me pongo en eso. Por de pronto, feliz viaje y cuídense. No corras. ¿Ya te llego
el carro de reemplazo, ¿no?
-Sí, ya
está aquí.
-Bien. Hasta
pronto, Jesse. Feliz viaje.
-Gracias,
grandote. Me llamas cualquier cosa.
-¡Eso
júralo! ¡Ja, ja, ja!
Al cabo
de un momento…
-Ward,
dime. Buenos días. Supe lo del accidente. ¿Cómo está tu esposa?
-Bien,
salió bien, Steve.
-Me
alegro. Dime para qué soy bueno.
-Necesito
que te encargues de la recuperación de mi DBS y de averiguar quién fue el hijo
de puta que hizo esto.
-Como no.
Y… ¿Cuándo hablamos?
-En cinco
días. Voy saliendo de viaje, el médico le mandó reposo a Ava, así que me la
llevo por ahí. Tú habla con John, él lo sabe todo, pues estaba conmigo y persiguió
al maldito que se llevó mi carro.
-Bien, ya
lo llamo para ponernos de acuerdo.
-Bien,
Steve, me haces este favor y quizá estemos en paz.
-Ya me
pongo en eso. Cualquier cosa te llamo. Digo, se puede, ¿no?
-Claro
que sí, quiero estar enterado de todo.
-Okey,
Jesse. ¡Feliz viaje! Nos hablamos.
-Bien. Adiós,
Steve.
Ahora,
llamo a Patrick y luego a Kate. Ésta última me hace mil recomendaciones, y yo solo
le envío saludos a Sam. Luego, le corresponde el turno a Patrick. Menos mal que
sé de qué lado cojea, ya que es muy interesado por el dinero, por lo que fue
muy solícito y dijo que no nos preocupáramos, y más después que supo lo del accidente
de mi Ava.
¿Qué me
falta? Coño, nada salir de una buena vez. Quiero aprovechar estos días para
disfrutar de mi mujer, ya que por fin la voy a tener para mí solo.
Sonrío de
oreja a oreja ante la perspectiva, porque a mi Ava le va a encantar el viaje,
estoy seguro, y yo voy a vivir otro sueño… el sueño de estar en el paraíso con
mi esposa, con el amor de mi vida. ¡Y vaya que sí lo vamos a disfrutar! Ella y
yo en contacto constante, desnudos en nuestro paraíso.
CONTINUARÁ…
**Por Fanny Rebellón.
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