viernes, 6 de enero de 2017

Loco Amor (Confesión) / Capítulo 8




Loco Amor (Confesión)
Fanfic de la trilogía “Mi Hombre”
Historia original de la autora Jodi Ellen Malpas.

CAPITULO 8

Acabo de decirle a mi esposa que tenía un hermano mellizo, y su asombro es tal que no puede hablar. Ha quedado muda. Poco a poco, voy descargando todos mis secretos, ya que esa vida en realidad no es un orgullo para mí. Mis padres siempre quisieron cuidar el buen nombre y nos forzaban a sus ideales sin siquiera contar con nuestra opinión. No estoy de acuerdo en eso, nunca lo estuve y nunca lo estaré, porque cada ser humano debe elegir lo que quiere ser, solo hay que cumplir en darles buenas enseñanzas y buena moral, darles educación y confort, pero de ahí a, prácticamente, obligarte a ser lo que ellos elijan, ¡No!
Le sonrío a mi esposa con cariño.
-Mi chica vivaz se ha quedado sin habla -Le acaricio la mejilla con suavidad. Después, deslizo por su cuello mi mano, trazando pequeños círculos con mi pulgar-. Ven a bañarte conmigo -Me levanto y tiro de ella para ponerla en pie-. Necesito estar contigo. -La elevo hasta mi cuerpo, y ella me rodea con sus brazos y sus piernas, como está ya acostumbrada, y de la misma manera se mete en mi cuello y comienza a besarme, me huele, me siente... Le gusta mi olor y yo amo el suyo.
Ya estamos en el baño y la coloco sobre el mueble del lavabo. Voy hacia la bañera, abro el agua caliente y un poco la fría, añado las sales y comienzo a remover el agua para que se formen las burbujas. Luego, preparo las toallas, coloco el gel y el shampoo, todo junto a la bañera, y regreso al lado de ella, quiero desnudarla. Le levanto la camiseta de tirantes, la beso en los labios y empezamos a entrelazar nuestras lenguas, mientras le quito la ropa. Nos separamos solo para que yo pueda quitarle la camiseta. Luego, seguimos con este beso glorioso, suave, largo. Es un beso del más puro amor, muy hermoso, muy real, el cual lo siento en todo mi ser.
Siento las manos de Ava deslizándose por mi cuerpo para sacarme la camiseta, se tarda, me palpa poco a poco, es una caricia para mi alma el sentirla en este momento.
-Quítamela -murmuro-. Por favor, despójanos de todo lo que nos separa. La beso con más fuerza, se aparta y saca rápidamente la prenda. Sigue con los vaqueros, dejándolos caer, y me los saco de una patada. Luego es mi turno y la levanto para bajarle los pantalones extra grandes y las bragas de encaje. La tomo en mis brazos, levantándola, y Ava me besa con todo su amor. Este sentimiento es infinito. Luego, me meto en la bañera con ella aferrada a mí, me voy agachando-. ¿Está buena el agua? -le pregunto mientras la acomodo sobre mis muslos.
-Sí.
Se pega a mí, fuerte, sin dejar espacio para nada, y me sigue besando como si no hubiera un mañana… ¡Qué delicia! Adoro esto.
-Siempre te parece que está bien.
-Todo me parece perfecto si te tengo.
-Me tienes -Hundo mis dedos en su pelo, y lo agarro para apartarla un poco-. Lo sabes, ¿verdad?
-Te has casado conmigo, claro que lo sé.
Sacudo mi cabeza y tomo su mano, le saco el anillo de boda y lo sostengo en alto.
-¿Crees que esto simboliza mi amor por ti?
-Sí -admite, mientras yo sonrío.
-Entonces, deberíamos quitar esos diamantes e incrustar mi corazón -Y vuelvo a colocarlo en su dedo. Ella pone sus manos en mi pecho, conmovida por mis palabras-. Me gusta tu corazón donde está -se inclina y pega sus labios a mi piel-. Me gusta cómo se hincha cuando me miras.
-Solo por ti, nena -Nos besamos por un buen rato-. Deja que te bañe -Voy bajando con mis labios por su cuello-. Date la vuelta. -No le gusta mucho la idea, pero se voltea. Me arrodillo y la acomodo entre mis muslos y comienzo con la rutina del baño. Estamos en silencio, pero es cómodo y agradable. La estoy consintiendo, me deleito pasando la esponja por su hermoso cuerpo-. ¿Estás bien? -le pregunto, al tiempo que sonríe.
-Estoy bien. -Me acerco y pongo mi boca en su oreja.
-Estoy un poco preocupado por mi pequeña seductora desafiante -le susurro.
-¿Por qué?
-Porque está demasiado callada cuando sabe que tengo información que compartir con ella. - La beso en la sien y me inclino hacia atrás, arrastrándola conmigo.
-Sé que cuando quieras contármelo, lo harás. -Sonrío, cualquiera le cree que es muy paciente. -Este embarazo está transformando por completo a mi chica. -Coloco mis manos en su vientre-. Primero, ha desarrollado una fobia a tener mi polla en la boca -Le pego mi polla para que vea de lo que se pierde-, y después cesa en sus enérgicas exigencias de información. -Ahora, solo se encoje de hombros.
-Mi señor también ha dejado su amplia gana de polvos expertos, así que estamos empatados. ¿No?
Suelto una carcajada. Sé que no le gusta mucho el que no me la folle como una fiera.
-Y sin embargo, sigue regalándome esa boca tan malhablada. -La pellizco en su parte débil y da un respingo. Después, ella misma se voltea y se acomoda. Sé que quiere que le cuente todo, pero estamos en absoluto silencio.
Suspiro y comienzo a formar círculos con mis dedos en su ombligo.
-Se llamaba Jake.
Ava no dice nada, solo espera.
-Lo estás haciendo a propósito, ¿verdad? -le pregunto, aunque sé que así es-. Me tenía idealizado. Quería ser como yo. Nunca entenderé por qué. Siempre que lo pienso, enfurezco. Con toda esta carga de defectos y él quería ser como yo. ¿Qué tal?


Ava se da vuelta y me mira. Está boca abajo sobre mí, mirándome a los ojos.
-No puedo hacer esto solo, nena. Ayúdame.
Instintivamente, se pega más a mí y hunde su cara en mi cuello.
-¿No se parecían?
-Éramos totalmente diferentes, en aspecto y en personalidad.
-¿Él no era un dios? -Acaricio su espalda, recordando a mi hermano-. Era físicamente bien parecido, lo sabía por como lo miraban las muchachas, pero diferente a mí. Tenía aspecto como de nerd. Él era un genio.
-¿Y eso es ser diferente de ti?
-Jake tenía un cerebro prodigioso. Yo tenía mi aspecto y lo utilizaba como bien sabes, pero Jake no utilizaba su cerebro. Si lo hubiera hecho, ahora no estaría muerto.
-¿Cómo murió?
-Lo atropello un carro.
-¿Y por qué dices que no utilizaba su cerebro?
-Porque iba borracho cuando se cayó en la carretera.
-Carmichael no es el único motivo por el que no te hablas con tus padres, ¿verdad?
-No. El principal motivo es que mi hermano murió por mi culpa. Lo de Carmichael y la mansión sucedió después, y fue la gota que colmó el vaso.
-¿Jake era el preferido?
-Jake era el hijo que todo padre desea tener. Yo no. Lo intenté. Estudiaba, pero tenía que hacer un esfuerzo mayor que él. -Pienso un momento en lo que le estoy diciendo a mi esposa-. Me considero inteligente, pero tenía que dedicarme más que mi hermano, y el tener tanta mujer linda merodeándome no me dejaba pensar. Ése fue mi punto débil.
-¿Y él quería ser como tú?
-Ansiaba la libertad de la que yo disfrutaba por ser el hijo que, según ellos, tenía menos potencial. Centraban toda la atención en Jake, el genio, el hijo del que estaban orgullosos. Jake iría a Oxford. Jake habría ganado su primer millón antes de cumplir los veintiuno. Jake se casaría con una chica inglesa de buena familia y tendría hijos educados, amables y listos. Pero Jake no quería nada de eso. Quería llevar las riendas de su propia vida, y lo más triste es que lo habría hecho bien por sí solo.
-¿Y qué pasó? -pregunta Ava con curiosidad.
-Hubo una fiesta en casa de alguien. Ya sabes, mucho alcohol, chicas y… oportunidades. Estábamos a punto de cumplir los diecisiete. Nos estábamos preparando para los exámenes finales y estábamos a punto de enviar la solicitud de matricula a Oxford. Por supuesto, fue idea mía.
-¿El qué?
-Salir y comportarnos como adolescentes, liberarnos un poco de los estudios y dejar de intentar cumplir las expectativas de nuestros padres. Sabía que acabaría pagándolo, pero estaba preparado para enfrentarme a su ira. Íbamos a salir a tomar unas copas, juntos, como hermanos. Quería pasar un poco de tiempo con él, como críos normales. Solo fue una noche. Jamás pensé que terminaría pagándolo tan caro.
-¿Se te fue de las manos?
-¿A mí? ¡No! Yo me tomé unas cuantas, pero jake no dejaba de beber chupitos como si se acabara el mundo. Prácticamente, tuve que sacarlo de aquella casa a rastras. Luego, empezó a sincerarse y me dijo lo mucho que odiaba toda aquella presión y que no quería ir a Oxford. Entonces, hicimos un pacto. Decidimos que les diríamos juntos a nuestros padres que no queríamos hacerlo. Que queríamos tomar nuestras propias decisiones para perseguir nuestros sueños, no para impresionar a los capullos estirados con los que ellos se relacionaban – Sonrío-. Él quería ser piloto de motociclismo, pero eso estaba mal considerado. Era demasiado imprudente. Dios, aun lo veo en mi mente, feliz con esa idea. Jamás lo había visto tan contento ante la sola opción de rebelarse conmigo, de hacer lo que realmente queríamos y no lo que decían que hiciéramos. Y entonces, cruzo la carretera. -Miro a Ava, quiero ver su reacción, siempre me he sentido culpable, quiero saber que piensa ella.
-Nadie puede culparte por ello -me dice cabreada.
Sonrío, ella no me cree culpable, ella siempre va a estar de mi lado. Le aparto el pelo de la cara.
-Me culpan porque soy culpable. No debería haber apartado a Jake del buen camino, arrastrándolo conmigo. El muy idiota no debería haberme escuchado.
-Por lo que cuentas, no parece que tuvieras que arrastrarlo mucho.
-Ava, él estaría vivo si….
-No, Jesse, no pienses así, la vida está llena de aciertos y desaciertos. ¿Y si tus padres no los hubiesen presionado? ¿Y si les hubiesen plantado antes y hubieran dicho basta?
-¿Y si no nos hubiésemos rebelado? -le pregunto serio.
-Entonces, nunca me habrías conocido, y yo nunca te habría conocido a ti. -Cuando Ava habla se le nota en su voz una infinita tristeza. Yo no creo eso, ella era para mí, Dios la tenía destinada para mi, de una u otra forma nos habríamos conocido. La estoy mirando y veo que su rostro se llena de lágrimas, por lo que hecho la cabeza hacia atrás y miro su vientre.
-Todo lo que ha pasado en la vida me ha llevado hasta ti. Ha tardado una eternidad, pero por fin he encontrado mi lugar.
Ella toma mi mano y la pone sobre su vientre.
-Conmigo y con estas dos personitas.
Le miro su cuerpo, centímetro a centímetro, y la tomo por la cintura, apretándola contra mí, fuerte.
-Contigo y con estas dos personitas. Nuestros pequeños.
-¿Y qué hay de Amalie?
-Amalie acabaría casándose con un hombre de bien y sería una buena esposa y madre, e imagino que ha cumplido con su deber. En la invitación de boda decía “Doctor David”, ¿verdad?
-Sí.
-Pues, ahí lo tienes -le digo con amargura. Nunca he sido bueno para recibir órdenes, así fueran de mis padres. Obligado ni a misa. Creo que Ava ya se ha dado cuenta de eso.
-¿Empezaste a pasar más tiempo con Camichael tras la muerte de tu hermano?
-Si. Carmichael sabía cómo me sentía con respecto a mis padres. Él había soportado lo mismo con mi abuelo. -Sobo su espalda-. ¿Estás cómoda?
-Sí, estoy bien.
-Fue un alivio. Me ayudó a escapar del recordatorio diario de que Jake ya no estaba conmigo y, asimismo, me distraía con los trabajos que mi tío me encargaba por la mansión -me revuelvo un poco-. ¿Seguro estás cómoda?
-¡Qué sí! -Y me pellizca un pezón, yo me río. Me encanta lo cómodo que siempre me siento con Ava.
-Estás cómoda -susurro.
-Sí. ¿Qué tipo de trabajo hacías?
-De todo un poco. Recogía los vasos por el bar, cortaba el césped. Mi padre se subía por las paredes, pero no pudo impedírmelo. Después, anunciaron que nos mudábamos a España.
-Y te negaste a marcharte.
-Sí. Yo todavía no había entrado en las habitaciones de la mansión. Seguía siendo virgen en ese sentido -Sonrío con gran malicia, recordando esos tiempos-. Pero el día que cumplí dieciocho años, Carmichael me dejó a mi aire por el bar. Es lo peor que pudo hacer. Fui directo, fue natural, demasiado natural-. Ava me mira, pero ya no sonrío-. Si ya el solo hecho de estar en la mansión me ayudaba a mitigar todos mis problemas, beber y follar hacía que los olvidara por completo.
-Los evadías. ¿ Y qué decía Carmichael de todo eso?
-Pensaba que era una etapa y que pasaría, pero entonces él también murió.
-¿Y tus padres intentaron que vendieras la mansión?
-Sí. Cuando se enteraron de que mi tío había muerto, volvieron a España. Y ahí estaba yo, una versión más joven de la oveja negra de la familia, regentándola, bebiendo y hartándome de mujeres. Había experimentado la libertad y lo que era vivir sin que estuviesen intentando transformarme constantemente en el hijo ideal. Me había vuelto engreído y seguro de mi mismo y, además, era tremendamente rico. Dios, hoy día cambiaría todo eso por ver a mi tío vivo. Les dije por donde podían meterse su ultimátum. La mansión había sido la vida de Carmichael y se había convertido en la mía. Fin de la historia.
-Nuestros hijos serán lo que quieran ser -me dice Ava, mordisqueándome la barbilla-. Siempre y cuando no quieran ser unos mujeriegos.
Le agarro las nalgas con las dos manos y se las aprieto con fuerza.
-El sarcasmo no te pega, señorita.
-Pues, yo creo que sí.
-Vale, sí -La jalo hacia arriba y beso uno de sus pezones-. Está desapareciendo el chupetón.
-Vuelve a hacérmelo. -Y me ofrece su pecho muy seductoramente. Nunca podré resistirme, porque me tiene agarrado por las bolas, ¡literalmente! Y sin pensarlo dos veces, envuelvo mis labios alrededor de la primera marca y empiezo a lamerla, suavemente. Ava gime satisfecha, y pasa su nariz por mi pelo, inhalando mi olor. Me encanta cuando hace eso.
-¿Te gusta? -le pregunto con su pezón aun en mi boca.
-Mmmm -Se ve muy relajada y complacida-. Lo tomaré como un sí. -Sigo chupando con mucha suavidad-. Ava, no sé muy bien cómo me siento respecto al hecho de que nuestros bebés vayan a apoderarse de tus pechos. -La suelto y se desliza lascivamente, frotándose contra mi polla. Estoy excitado, pero después del susto que pasamos creo que debemos esperar más tiempo. Lo peor es que no sé si podré aguantarme. Así que por temor abro mis ojos asustado e inhalo profundamente-. No. No podemos -La aparto y me levanto-. No, Ava. Y no te atrevas a ponerte en modo seductora.
Me mira molesta.
-Cornualles. -Coño, me amenaza de nuevo. La miro furioso.
-¡No vas a irte a ninguna parte! -le gruño, cabreado. Tengo que ver cómo revierto esta amenaza.
Me levanto para salir de la bañera, pero Ava no me da tiempo, está de rodillas en una posición muy sugerente. Toma mi polla que está en saludo firme y la aprieta con fuerza.
-¡Joder! ¡No me hagas esto!
-¿Vas a rechazarme? -Y la muy… lo aprieta y lo mueve suavemente. ¡Mierdaaa! Sacudo mi cabeza.
-Ava, no pienso tomarte en tu estado.
-Siéntate -me ordena, señalándome el lateral de la bañera, y así sin más, me pasa la lengua por la punta de mi polla, ya emocionada. Todo mi cuerpo se tensa deseoso. Levanto la vista al techo.
-Ava, como me dejes a punto de estallar, perderé la puta cabeza -le digo a modo de advertencia y empujando hacia delante. ¡Adoro su boca!
-No lo haré. Siéntate -Tira de mí hasta que me siento en el borde, cuando se arrodilla entre mis muslos.
-Si yo tengo que sentarme aquí, tú vas a sentarte en el otro lado -le digo y le doy un beso con furia, muy intenso. Me aparto para tomar aire, deseándola como un loco-. Abre las piernas -Ava está asombrada al entender lo que quiero. Por lo que deslizo mis manos por debajo de sus brazos y la levanto para empujarla hacia atrás, con cuidado, quedando sentada en el borde de la gran bañera, babeando, mirando mi polla erecta a lo máximo. Me mira a los ojos y me paso la lengua por mi labio inferior cuando me imita, inconscientemente-. Lámete los dedos -le ordeno. Se lleva sus dedos a la boca y lo hace muy lentamente, sin apartar sus ojos de los míos-. Desliza la mano por tu parte delantera -le exijo con afán, muy excitado-. Despacio -Obedece y desliza su mano por su precioso cuerpo, acaricia sus pezones y luego su vientre.
-¿Así es lo bastante despacio?
-¿Te he dado permiso para hablar? -le pregunto, sin quitar mi mirada de sus ojos
Ella sigue su camino hacia su vientre hasta llegar a su entrepierna
-Para -y miro hacia abajo. Ahí está mi propiedad ya húmeda para mí-. Un dedo, nena. Métete un dedo muy despacio -Sigue mis órdenes e introduce su dedo en mi paraíso personal. Inspira profundamente-. Recuerda que eso es mío -la miro de nuevo a los ojos-. Cuídalo -se lo digo cargado de lujuria, mientras cierra los ojos por un momento-. Mírame, Ava -lo hace y su cara es de puro placer. Me encanta mi mujer-. Buena chica. -No me aguanto y me agarro mi erección y empiezo a masajearla, suavemente-. Pruébalo.
De manera seductora y provocativa recorre su cuerpo y mete su dedo muy lentamente, dando un gemido de puro placer...


-¿Está bueno? -le pregunto, mientras sigo masajeando mi polla, Ava me mira y se enciende más cuando me ve masturbándome.
No me responde, pero me mira con una gran carga de lujuria, lamiéndose y chupando su dedo. Es una imagen explosiva, muy sexy. Mi mujer se ve buenísima, preciosa, demasiado deseable, me tiene loco.
-Imagino que eso es un sí -y por un momento acelero mi mano. Luego, voy más lento, tratando de controlarme-. Joder, Ava. -Y sin más, vuelve a bajar su mano, hunde dos dedos en su delicioso sexo y empieza a tocarse de manera meticulosa y controlada. Arquea su espalda, separa más sus piernas y gira la cabeza, gimiendo… ¡Carajo! ¡Es una diabla! Demasiado sexual, divina, cargada de gran erotismo. ¡Qué espectáculo! Me tiene a millón y si sigue así, tendré mi orgasmo rápidamente.
-Joder, Ava. Mírame. -Estoy tenso y mi mano va a toda velocidad, masturbándome... Esto es el sueño de cualquier hombre-. ¿Estás cerca, nena?
-¡Sí!
-¡Joder, aún no! ¡Contrólalo!
-¡No puedo! ¡Joder!
-¡Joder, Ava, aguanta! -Y me masturbo con más fuerza, sin quitarnos la mirada.
Ava, por su parte, está frenética de pasión, girando sus caderas de manera deliciosa, sin vergüenza alguna. Amo eso de ella, el cómo se entrega cuando nos amamos.
-¡Jesse! -grita con desesperación.
-¡Joder, nena, me encanta verte así! -Y muevo mi puño con desesperación, gimo y caigo de rodillas entre sus piernas.... Mi boca toma el relevo de sus dedos, mientras yo aun continuo masturbándome delante de ella. Está muy excitada. Me agarra de mi pelo, apretándome aun mas contra ella, ya va a alcanzar su orgasmo.
Por fin explota cuando sus muslos se aferran a los lados de mi cabeza, mientras siento su palpitar. Yo continúo lamiéndola suavemente. Después, asciendo por su cuerpo hasta llegar a su boca. Hago que se ponga de rodillas y tomo su mano. Así sustituyo la mía por la de ella, haciendo que me agarre la polla fuerte entre su cálida mano. Quiero correrme.
-Me toca. Sostenla contra ti.
Mi erecto pene roza su clítoris y empujo contra su persistente palpitación. Ava toma el relevo y comienza a masajear con mucha suavidad mi desesperada polla, hasta mi clímax. Tengo mis manos libres y la sujeto del cuello. Mantengo su cabeza firme, mientras la beso con el mismo cuidado con la que ella me masturba. No hay apuro. Es algo controlado y relajado.
-Sigue haciendo eso -murmuro en su boca. Podría estar así eternamente.
-Te quiero. -Meto mi lengua suavemente en su boca, jugueteo con sus labios y luego vuelvo a introducir mi lengua, mientras mi cadera empuja hacia delante, frotando mi pene contra ella. Sentimos un inmenso placer el hacerlo.
-Lo sé -gimo y la beso más intensamente. Me corro y vierto mi esperma sobre ella, jadeando, siento cómo se sacude en su mano.
-Mi misión aquí ha terminado -dice Ava, imitándome. Suspira llena de satisfacción y mete sus dedos en mi pelo húmedo, dándome un pequeño tirón.
-Eres salvaje, señorita -Me acuclillo y tiro de ella hacia mi regazo-. El agua se está enfriando.
-Un poco. -Se pega a mí buscando un poco de calor.
-Deja que te limpie -Intento apartarme, pero me retiene, clavándome las uñas en mi espalda-. Será un momento. No quiero que te resfríes -No quiere despegarse y como puedo le paso la esponja-. Mi chica está cansada -Le beso la nariz-. ¿Nos echamos un rato? -Asiente y la cojo en brazos para sacarla de la bañera. Luego, nos secamos uno al otro en silencio y nos dirigimos a la cama. Nos tumbamos y nos acurrucamos inmediatamente, como de costumbre, yo boca arriba y ella echada sobre mi pecho. Zambulle feliz su rostro en mi cuello, mientras le acaricio su cuerpo con mis manos. Quiero esta costumbre por lo que me reste de vida.
-Jamás querré a uno más que al otro -le anuncio.
No me responde, solo se pega mas a mí, como afirmando que así será.


Ya amaneció, pero no abro mis ojos, siento la mano de Ava sobre mí, acariciándome, deleitándose. Va hacia la barba y luego por mis labios, siento la yema de su dedo, rozándolos, siento sus ojos clavados en mi rostro, detallándolo. Luego, con su dedo me acaricia mi garganta. La siento suspirar con satisfacción, su sentimiento es tal que percibo que mi piel se eriza.
-¿Has acabado de palparme? –Su mano se detiene.
-No. Cállate y no te muevas -me responde y continúa con sus deliciosas caricias.
-Como ordene señorita. -Siento que se acerca más a mi cara, su respiración se halla delante de mí.
-Buen chico.
Yo sigo con mis ojos cerrados, pero no puedo evitar sonreír.
-¿Y si quiero ser un chico malo?
-Estás hablando -Pelo mis ojos, desafiante, ella sonríe al ver cómo me pongo cuando me manda-.
-Buenos días. -Y rápidamente me doy la vuelta y la pongo debajo de mí, con sus brazos encima de su cabeza-.
-¿Alguien está pensando en echar un polvo somnoliento? -Me inclino y muerdo la punta de su nariz.
-No, estoy pensando en Jesse Ward, lo que significa que tengo distintas variedades de polvos en mi mente. -Hago el intento de burlarme de ella-. Eres insaciable, preciosa mía -Y la beso con fuerza, pero vigila esa boca. -Me devuelve el beso, la detengo y la aparto. Me mira mal y sonrío burlón. Me mira más feo, pero no le paro-. He estado pensando. -Se queda quieta, esperando qué voy a decir.
-¿En qué?
-En lo dramática que ha sido nuestra vida de casados.
-¿Y?
-Vayámonos unos días -la miro suplicante y le añado unos pucheros. Sé que así la puedo convencer-, los dos solos.
-Jamás volveremos a estar solos -me lo recuerda. Eso lo sé, dos bebes, y a diferencia de muchos eso me hace inmensamente feliz.
Me incorporo y miro su vientre. Sonrío y me inclino para besarlo y luego la miro como becerro a medio morir.
-Déjame quererte. Deja que te tenga para mí solo unos días.
-¿Y mi trabajo? -me replica. Yo sabía que me lo iba a decir, ella es muy responsable.
-Ava, ayer sufriste un accidente de tráfico.
-Ya, pero tengo que visitar a unos clientes y a Patrick…
-Yo me encargo de Patrick y él se encargará de tus clientes.
Me mira recelosa.
-¿Eso quiere decir que piensas amenazarlo?
La miro como si me hubiera ofendido, pero no se lo traga.
-Hablare con Patrick.
-Con educación.
Sonrío.
-Más o menos. -Patrick es un coño interesado, si se le mira a los ojos su iris tiene pintado el signo $. Y como lo es, eso lo hace ser chupa medias, pero sé como entrarle. Pero de que me llevo a Ava, me la llevo.
-No, Ward. De más o menos, nada. Con educación y punto.
-¿Es eso un sí? -le pregunto esperanzado
-Sí. ¿Adónde vamos?
Salto de la cama como niño con juguete nuevo, feliz, y emocionado. Por fin la voy a tener unos días solo para mí… ¡Qué mejor regalo!
-A cualquier sitio, me da igual
-Pues, a mí no. ¡No pienso esquiar!
Está loca, ¡cómo la voy a llevar a esquiar, por Dios!
-No seas idiota, mujer -le pongo los ojos en blanco, entro al vestidor y salgo al momento con una maleta-, llevas a mis bebés ahí dentro -le señalo su vientre-. Tienes suerte de que no te encadene a la cama lo que te queda de embarazo.
-Puedes hacerlo si quieres -y sube sus manos toda coqueta-. No voy a protestar.
-Es usted una seductora, señora Ward. Ven a hacer la maleta. -Y vuelvo a internarme en el vestidor. Saco ropa al azar, ya sé donde vamos a ir, solo tengo que hacer unas llamadas y enviar unos fax. Tiro ropa, pero… ¿Dónde dejé la maleta?
-¿Adónde vamos?
-No lo sé. Haré unas cuantas llamadas. No le digo nada, quiero que se lleve una buena sorpresa.
Hago mis maletas, eufórico. Vacaciones cortas, pero vacaciones al fin y con mi esposa. No le puedo pedir nada más a la vida en este momento.
Volteo y la veo recostada en la puerta.
-¿No haces la tuya?
-No sé adónde voy. ¿Hace frío? ¿Hará calor? ¿Iremos en coche o en avión?
-En coche -le afirmo rotundamente y sigo llenando mi maleta-. No puedes volar.
-¿Cómo que no puedo volar?
-No lo sé, por lo de la presión en cabina y todo eso -me encojo de hombros-. Igual aplasta a los bebés.
Ava se ríe, burlona.
-¡Dime que estás de coña!
Me vuelvo para mirarla. Ella tiene que entender que nada concerniente a su persona es un juego para mí. Pienso en cómo voy a explicarle.
-No es seguro que vuelen las mujeres embarazadas. Lo he leído.
-¿Dónde lo has leído? -me pregunta, riéndose.
-Aquí -Le muestro el libro que me he estado casi aprendiendo al caletre, pero en el fondo me da pena con ella-. También deberías tomar ácido fólico.
Ava mira el libro con la boca abierta y medio divertida empieza a pasar las páginas.
-Aquí, mira -le planto el libro en la cara-. “El Ministerio de salud recomienda que las mujeres tomen un suplemento diario de cuatrocientos microgramos de ácido fólico mientras intentan concebir, y deberían continuar con esta dosis durante las primeras doce semanas de embarazo, periodo en el que se desarrolla la columna vertebral del bebé”. Pero tenemos dos bebes, así que igual deberías tomar ochocientos microgramos.
Ahora, me mira embelesada.
-Te quiero -lo dice con su amor reflejado en su hermoso rostro.
-Lo sé. -Paso más paginas. -Lo de volar está por aquí, en alguna parte. Espera… -Me quita el libro de las manos y ambos vemos cómo cae al suelo. La miro molesto y a ella le entran ganas de reírse, yo me cabreo más. Ava le da una patada al libro y yo lanzo un grito indignado-. ¡Recoge el libro! -le ordeno molesto.
-Es una estupidez. -Y le da otra patada. Sigue riéndose.
-Recoge el libro, Ava.
-No -me responde petulante. Coño, me está provocando. Quiero aplacarla, pero no puedo forzarla a nada, ni echarle uno de mis polvos. Por lo que decido plantarle tres dedos frente a su cara.
-Tres.
Ella sonríe más.
-Dos -me responde.
Amaneció terrible, y estoy a punto de echarme a reír.
-Uno.
-Cero, nena -dice y da un alarido feliz cuando me la echo al hombro, con mucho cuidado, llevándola a nuestra habitación.
Se ríe con ganas, yo la coloco en la cama y luego la cubro con mi cuerpo, apartándole el pelo de la cara.
-Señorita, ¿cuándo vas a aprender? -La levanto por la nuca y hago que nuestras narices se rocen.
-Nunca.
Le doy mi mejor sonrisa. Eso me encanta de ella, el cómo me desafía, el cómo le gusta provocarme. Pues, le encanta ver mis reacciones que, generalmente, son en un delicioso polvo.
-Eso espero. Bésame.
-¿Y si no lo hago? -me pregunta.
Pongo mi mano en su punto débil y aprieto un poco. Da un brinquito.
-Los dos sabemos que vas a besarme, Ava -Le rozo sus labios con los míos, jugueteando-. No perdamos el tiempo con tonterías cuando podría estar perdiendo el sentido contigo. Bésame ya. -Su lengua se desliza entre mis labios, roza mi labio inferior y me provoca, dándome pequeños lametones. Cedo y nuestras lenguas se entrelazan, primero suavemente. Todo lo que ella me hace sentir es este loco amor, por lo que termino besándola muy fuerte. La amo demasiado. No hay manera que me pueda resistir, y ella siente lo mismo, lo sé.
-Mmmm… -Y termina besándome con igual pasión.
-En realidad, no pone nada de que no pueda volar, ¿verdad? -Muerdo su labio y después lo chupo.
-Es algo lógico.
-No, es algo neurótico. Las mujeres embarazadas vuelan todo el tiempo, así que vas a llevarme en avión a algún sitio cálido y vas a dejar que me sacie contigo todo lo que quiera. Contacto constante. Quiero contacto constante.
Estoy que no quepo de felicidad, mi mujer siempre me regala estos bellos momentos que los atesoraré en mi memoria para siempre. Le doy mi mejor sonrisa.
-Me muero de ganas -Le beso la nariz y me levanto-. Venga, vamos. Estamos perdiendo mucho tiempo de saciarnos. -Le guiño un ojo y la dejo que sueñe con lo que viene, pero también debe prepararse, ya que en este momento tengo que hacer varias llamadas. La primera es para John, tengo que avisarle que salimos de viaje.
-Jesse, buenos días, ¿Cómo están tú y Ava?
-Bien, amigo, gracias. Ava está muy bien gracias a Dios, igual que nuestros bebés.
-Me alegro, en medio de todo ella es muy fuerte.
-Cierto, y me alegro más que todo por los bebés.
-¿Vas a venir?
-No, John, el médico le mandó reposo a Ava al menos por unos días, así que me la llevo de viaje, pero estaremos pronto de regreso.
-¿Dónde piensas llevarla?
-Primero, tenemos que pasar por la casa de mis suegros, aun no saben nada del embarazo de Ava. Y luego me la llevo al paraíso, amigo.
-Te envidio...
-Quiero darle la sorpresa a Ava, ya que ésta sería como una mini luna de miel. -Sonrío emocionado.
-Está bien, Ava lo merece después de tremendo susto.
-Así es. Y Yo también quiero despejarme un poco de tanta mierda. Dime, amigo, ¿no hay problema que te quedes encargado del hotel?
-Para nada, anda tranquilo, pero cuando regreses hablaremos de alguien para que te ayude aquí, porque eso de los documentos no es tu fuerte, ni el mío.
-Mierda, sí, tienes razón. Te prometo que lo haremos.
-Perfecto.
-John, Steve se pondrá en contacto contigo, para que le digas los pormenores de lo sucedido con el accidente de Ava.
-Muy bien, pero ¿confías en él para encargarse de ese asunto?
-Por supuesto que sí. Recuerda que él me la debe.
-Así es, hay que utilizarlo. Es buena idea, por algo es policía.
-En este momento lo voy a llamar, le cuento todo rápidamente, pero tú vas a terminar de darle todo con lujo de detalles.
-Muy bien, después te contaré lo que hablamos.
-Bien, grandote, nos hablamos luego y gracias siempre por poder contar contigo.
-Un placer, amigo. Saluda a Ava de mi parte, y espero que la pasen muy bien.
-Lo haremos... ¡Claro que sí!
-John, llama tú a Whiston para que se encargue de todo lo concerniente al permiso y preparación del avión. Ava está por bajar y quiero darle la sorpresa. Solo le voy a enviar un Fax, pero tú llámalo.
-Tú y tus misterios, ya lo llamo. ¿Para cuándo sería?
-Para mañana. Hoy dormiremos en casa de mis suegros y en la mañana volvemos para tomar el Jet.
-Bien, ya me pongo en eso. Por de pronto, feliz viaje y cuídense. No corras. ¿Ya te llego el carro de reemplazo, ¿no?
-Sí, ya está aquí.
-Bien. Hasta pronto, Jesse. Feliz viaje.
-Gracias, grandote. Me llamas cualquier cosa.
-¡Eso júralo! ¡Ja, ja, ja!

Al cabo de un momento…
-Ward, dime. Buenos días. Supe lo del accidente. ¿Cómo está tu esposa?
-Bien, salió bien, Steve.
-Me alegro. Dime para qué soy bueno.
-Necesito que te encargues de la recuperación de mi DBS y de averiguar quién fue el hijo de puta que hizo esto.
-Como no. Y… ¿Cuándo hablamos?
-En cinco días. Voy saliendo de viaje, el médico le mandó reposo a Ava, así que me la llevo por ahí. Tú habla con John, él lo sabe todo, pues estaba conmigo y persiguió al maldito que se llevó mi carro.
-Bien, ya lo llamo para ponernos de acuerdo.
-Bien, Steve, me haces este favor y quizá estemos en paz.
-Ya me pongo en eso. Cualquier cosa te llamo. Digo, se puede, ¿no?
-Claro que sí, quiero estar enterado de todo.
-Okey, Jesse. ¡Feliz viaje! Nos hablamos.
-Bien. Adiós, Steve.
Ahora, llamo a Patrick y luego a Kate. Ésta última me hace mil recomendaciones, y yo solo le envío saludos a Sam. Luego, le corresponde el turno a Patrick. Menos mal que sé de qué lado cojea, ya que es muy interesado por el dinero, por lo que fue muy solícito y dijo que no nos preocupáramos, y más después que supo lo del accidente de mi Ava.
¿Qué me falta? Coño, nada salir de una buena vez. Quiero aprovechar estos días para disfrutar de mi mujer, ya que por fin la voy a tener para mí solo.
Sonrío de oreja a oreja ante la perspectiva, porque a mi Ava le va a encantar el viaje, estoy seguro, y yo voy a vivir otro sueño… el sueño de estar en el paraíso con mi esposa, con el amor de mi vida. ¡Y vaya que sí lo vamos a disfrutar! Ella y yo en contacto constante, desnudos en nuestro paraíso.

CONTINUARÁ…



**Por Fanny Rebellón.

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