Loco Amor (Confesión)
Fanfic de la trilogía “Mi
Hombre”
Historia original de Jodi
Ellen Malpas.
CAPITULO 7
La tomo de la mano y salimos de la habitación, para cenar. Voy con mi
sonrisa de oreja a oreja, feliz y orgulloso con mi esposa. Pasamos al lado de
algunos socios, saludo con un gesto de mi cabeza y continúo sin determinar a
nadie. Este es otro Jesse Ward, y que ni se atrevan a acercarse, de solo pensarlo
me molesto. No quiero, no acepto que nadie más me toque.
Llegamos a la barra del bar y la siento en el taburete de siempre cuando
Mario aparece rápidamente.
-¡Señora Ward! -le dice el Italiano con gran alegría, se nota que
aprecia a mi esposa, eso me hace feliz. Ava sonríe.
-Mario, llámame Ava –bromea-. ¿Cómo te va?
-Va… -Se echa el trapo al hombro y se le acerca-, muy bien, gracias.
¿Qué le Apetece tomar?
-Dos botellas de agua -hablo yo-. Solo agua, Mario. -Ava me mira seria.
-Me gustaría tomar un poco de vino con la cena.
Ni loco la dejo tomar vino, lo hizo estando ya embarazada, eso le hace
daño al bebé.
-Puede, pero no hay vino para ti. Dos botellas de agua, Mario -Me
adelanto y lo ordeno, el camarero sabe que no debe desobedecerme. Le hago un
gesto a Pete para hacerle el pedido.
-Dos filetes, Pete. Uno al punto y otro muy hecho, sin sangre. -Ava me
mira perpleja y Pete sabe como le gusta y se extraña.
-Eh, vale, señor Ward. ¿Con ensalada y patatas nuevas? -pregunta. Siento
clavada la mirada de Ava sobre mí.
-Sí, y asegúrate de que uno de los filetes esté cocido del todo. -Mario
me entrega la botella de agua y se la sirvo en un vaso. -¿El aliño lleva huevo?
-Ava se atraganta con el agua, mientras yo sigo dándole la orden a Pete.
-No lo sé. ¿Quiere que lo pregunte?
-Sí. Si lleva huevo, que no le pongan aliño ni al filete ni a la
ensalada.
-De acuerdo, Señor Ward.
Mario y Pete se retiran a sus quehaceres y me quedo a solas con Ava,
siento que me está apuñalando con sus ojos. ¡Mierda, como que metí la pata! Es
por su bien. Me hago el pendejo, pero su mirada me taladra. ¡Coño! Debo mirarla
y giro mi cabeza lentamente... Lo dicho, me apuñala con sus ojos.
-Si no vas a esa cocina, cambias la orden que diste y me traes una copa
de vino, voy a estar a un paso más cerca de irme a casa de mis padres lo que me
queda de embarazo.
¡Mierda! La miro sorprendido, ¡vaya amenaza! Ni de coña la dejo ir. Ella
toma el vaso con agua y me mira.
-No vas a decidir mi dieta, señor Ward.
-Ya te has emborrachado una vez estando embarazada -le digo cabreado, en
voz baja.
-Estaba cabreada contigo.
-¿Así que vas y lo pagas con mi bebé? -le digo resentido. ¡Coño, no
olvido la borrachera que agarró hace poco! Y lo peor, ella ya sabía que estaba
embarazada. Pudo más su rabia.
-Deja de decir “mi bebé”. Es nuestro.
-¡Eso mismo quería decir!
-Entonces, ¿no te preocupas por mí? ¿Ya no te preocupa mi seguridad?
Me quedo frío. ¿Cómo coño giró mis palabras? ¿O, de verdad se entendió
así? ¿Y cómo no me voy a preocupar por ella? No respondo rápido, solo me muerdo
mi puto labio; pienso y pienso como carajo me explico, al tiempo que me paso
mis manos por mi pelo, exasperado.
-¡Mierda! -digo en voz baja-. ¡Mierda, mierda, mierda!
-Lo digo en serio, Jesse -me amenaza. Cierro los ojos, respiro hondo y
la miro de nuevo. Dejo la botella de agua de Ava sobre la barra y la tomo de
las manos.
-Lo siento.
-¿De verdad? -me dice muy sorprendida, porque le doy la razón. Es que la
tiene, hay que reconocerlo.
-Sí, lo siento. Voy a tardar un poco en acostumbrarme. -Ava se ríe.
-Jesse, esto ya es bastante duro sin tener que lidiar con un hombre
controlador. No lo tenía planeado, ni siquiera me había parado a pensarlo. No
te necesito encima de mí a todas horas, diciéndome qué hacer y qué no, y
vigilando todo lo que como. Por favor, no me lo hagas aun más difícil -me habla
muy seria, y tiene toda la razón del mundo, pero me cuesta mucho. Mi instinto
me grita que la proteja, aunque sé que a veces se me va la mano. Ava se baja
del taburete y se coloca entre mis piernas.
-Quiero que mi bebé tenga un padre. Intenta relajarte para que no te dé
un infarto de estrés. -Me da besos por toda la cara, me derrito.
-Mmmm lo intentaré, nena. Lo estoy intentando, de verdad, pero… ¿No
podemos llegar a un acuerdo?
-¿Qué clase de acuerdo? -La tomo del pelo con cuidado y la aparto un
poco.
-Por favor, no bebas. -La miro, suplicante.
-Vale. -Uf, me alegro que haya aceptado, al menos en esto. Ve y pídeme
un filete en condiciones - me dice y me da un delicioso beso y se sienta de
nuevo en el taburete-. Y quiero aliño en la ensalada. -Le acaricio la mejilla,
está preciosa, me alegro que hayamos llegado a un acuerdo, aunque aún falta
mucho.
Me dirijo a la cocina, todas las mujeres que hay en el salón me miran,
yo las veo de reojo, no quiero malos entendidos. Que ni se les ocurra
acercarse.
Llego a la cocina y me dirijo a los chef.
-Caballeros, el filete para mi esposa háganlo como a ella le gusta, no
sea que me salga el bebe boquiabierto. -Todos se carcajean-. Ah, y le dan su
adobo como debe ser. De postre le llevan algo ligero, pero exquisito.
-Con gusto, señor Ward. Pete les lleva su cena de inmediato.
-Perfecto. -Salgo contento. Diviso a tres mujeres mirándome, sé que están
locas por acorralarme, pero pondré mi cara más rancia, haber si se atreven. Paso
a un lado y ni las determino. Ellas solo me miran, pero no se atrevieron. ¡Coño,
gracias!
Cuando regreso, veo a Ava conversando con Drew, pero también alcanzo a
divisar a Sam y a Kate bajando las escaleras, Ava aun no sabe que están juntos
de nuevo, así que me acerco rápidamente para que no se vaya a sorprender
demasiado. Mi mujer a veces parece la madre de Kate, aunque sé que solo quiere
su bienestar, no la quiere ver sufrir.
-Recuerda que no es asunto nuestro.
-¿Qué? -frunce el ceño-. ¿De qué estás hablando? -Le pongo los ojos en
blanco y es cuando voltea y ve a nuestros amigos, Sam y Kate.
-Pero… ¿Qué, coño? -Baja del taburete de un salto, pero yo vuelvo a
sentarla.
-Ava -le digo en tono severo. Nuestros amigos miran a Ava con cariño, y
Sam no disimula mirando el vientre de ella.
-¿A quién más se lo has contado?
¡Mierda! Tengo que decirle la verdad.
-A unos pocos. Ella se muerde el labio.
-Se lo has dicho a todo el mundo.
-Tal vez.
-Jesse -gime frustrada. Me mira un rato, pero no me reclama molesta, tengo
que adelantarme.
-¿Podemos ir a visitar a mis suegros este fin de semana? -le digo
rápidamente, creo que así se calmará.
-Sí. Más nos vale o la noticia llegará a Cornualles antes que nosotros.
Sonrío y la beso en la boca, y sin poder aguantarme paso mi mano por su
vientre, mientras paso mi lengua por sus labios.
-Hace usted de mí un hombre feliz, señora Ward.
-Eso es porque estoy dejando que te salgas con la tuya.
-No, es porque eres preciosa, fogosa mía.
-¡Tío! -me saluda Sam muy contento, dándome una palmada en el hombro. Luego,
mira a Ava de arriba abajo.
-Se te nota -le dice, mirándole fijamente el vientre a Ava-. Tienes ese
brillo sanote.
Ava se ríe.
-Es curioso, porque me paso el día hecha mierda -bromea.
-¡Esa boca, Ava! -Ella no tiene ni idea de lo que detesto a una mujer
diciendo tacos. Se baja del taburete y va hacia Kate, dejándome a solas con
Sam.
-Se te ve feliz, Jesse.
-Es porque lo estoy, pero tú no te quedas atrás ¿ehh?
-Oye, sí, amigo, me encanta estar con Kate, la pasamos siempre muy bien.
Me hace reír, es increíble.
-Ja, ja, ja amigo, no tienes ni qué decirlo. Aparte que sé lo que se
siente.
-Solo espero que de ahora en adelante todo marche bien.
-Sam, siempre surge algo, solo debes saberlo sobrellevar. Si lo sabré
yo.
-Si ya eres un experto, ja, ja, ja.
-Menos mal que yo no tengo esos rollos -dice Drew.
-Algún día, amigo… algún día, ya lo verás.
Se oyen unas sonoras carcajadas y los tres nos volteamos a mirar, son
Kate y Ava, mi mujer está riéndose a mandíbula batiente. ¿Qué le habrá dicho Kate?
Ahora todo el mundo las mira, pero más a Ava, me gusta verla así.
-¿Qué es tan divertido? -pregunto, mirando a mi bella esposa cuando se
enjuaga las lágrimas y se endereza para parar su risa, no creo que lo logre.
-Nada. -Me siento a su lado para avisarle de su cena.
-Tu cena. -Y le hago un gesto a Pete, quien se está acercando con la
bandeja.
-¡Me muero de hambre! -dice Ava, sonriéndole a Pete-. ¿A punto? -le
pregunta bajito y toma una patata, llevándosela a la boca. Él le confirma su
pregunta con un gesto y le sonríe con afecto.
-Tal y como a usted le gusta -le pasa los cubiertos, luego me sirve a
mí-. ¿Algo más, señor?
-No, gracias, Pete.
-¡Qué aproveche! -dice Kate, levantándose como para retirarse.
-No, siéntate. Quédate, de verdad.... -Ava agita el cuchillo que tiene
en una de sus manos, confirmándoselo.
Le agarro la mano y se la dejo quieta sobre la mesa.
-No agites el cuchillo -la regaño. Eso me trae recuerdos nefastos.
-Perdona. -Corta un trozo de su filete y se lo lleva a su boca, se le ve
la cara de satisfacción.
-¿Está bueno? -le pregunto.
-Como siempre -me dice, y mira a Kate, veo que quiere seguir charlando
con su amiga mientras ella sigue comiendo y, de pronto, le entra de nuevo la
risa, por lo que se atraganta. ¿Qué se traen estas dos? Ava escupe parte de su
comida a medio masticar por la risa cuando me levanto y le doy palmaditas en la
espalda. Mis amigos la miran asombrados. Ava mira a Kate de nuevo y escupe agua
y comida encima de la barra y de mis amigos. Todos se levantan y Ava está
partida de la risa, verla es divertido.
-¡Joder, Ava! -le busco una servilleta-. ¿Qué demonios te pasa? -Le
limpio la boca, miro a Kate en busca de respuestas, pero también está
destornillada de la risa.
-Lo siento. No sé lo que me pasa.
Sam vuelve a sentarse.
-¿Esto es lo que el embarazo les hace a las mujeres? -pregunta Sam,
riéndose a carcajadas-. Pero bueno y… ¿Entonces?
-Es mejor que los cambios de humor -dice Kate.
-Ya me avisarán cuando empiecen -dice Drew-. Puedo soportar que me
escupan, pero no los azotes de una lengua viperina.
Ava está a punto de carcajearse de nuevo, pero se controla.
-¿Has terminado? -Le retiro su plato vacío, me encanta que se haya
comido todo.
-Mmmm -Se recuesta en la silla-. Estaba delicioso.
-Ya lo vemos -dice Drew divertido.
-Despídete, señorita. Es tarde. -Me pongo de pie y me despido de mis
amigos, estrechándoles la mano. Le doy un beso a Kate en la mejilla. Ava hace
lo mismo, solo que ella les da a ellos un beso en la mejilla.
Salimos del bar y miro a Ava.
-¿Se le ha pasado ya, señora Ward?
Me mira, arqueando sus cejas.
-Tú estabas al tanto, ¿verdad?
-¿De qué?
-De Kate, Sam y Drew. -Y me clava la mirada. Me agarró fuera de base.
-De eso te… ¿Te lo ha contado?
-Sí -me confirma-. ¿Por qué no me lo dijiste?
-¿Para qué te preocuparas y le dieras mil vueltas? -le digo en tono de
burla.
-¡Yo no hago eso! -protesta.
Sí, cómo no. ¿Cojo mi bola de nieve gigante?
-No, tú te vienes conmigo. -La ayudo a acomodarse en el DBS.
Trato de conducir un poco más lento, no puedo arriesgarme a chocar,
sería horrible si le pasara algo a Ava y peor si fuera mi culpa. La miro y ella
tiene su mano sobre su vientre, ese gesto me enternece, está como protegiendo
al bebé. Pongo mi mano sobre la de ella y la entrelazamos, mientras admira el
paisaje.
AL DIA SIGUIENTE.
Me levanto con cuidado, miro a Ava y la arropo un poco más. Está
dormida. Tiene que descansar lo más que pueda, es por el bien de ella y del
bebé.
La miro por un rato, está sin una gota de maquillaje y se ve preciosa.
Sus mejillas se ven rosadas, su cabello brilla. Dios, la amo. La dejo durmiendo
y me dirijo a montar el café y luego al gimnasio. Cuando voy saliendo muy
sudado, Ava viene bajando las escaleras, y por la carita que trae amaneció mal.
Seguro son por las muy conocidas nauseas mañaneras.
-¡Ay, nena! -le hablo con cariño-. ¿Te encuentras muy mal?
-Fatal.
Me siento mal por ella, por lo que la cojo en volandas, llevándola a la
cocina.
-Iba a preguntarte por qué no estás desnuda.
-Ni te molestes -gruñe-. Te vomitaré encima.
Me río y la siento en la encimera. Le aparto el pelo de su cara, se ve
pálida, ojala consiguiera algún remedio para esto.
-Estás preciosa.
-No mientas, Ward. Estoy horrible.
-Ava -la regaño, pero con dulzura, solo está pálida y es justificado.
-Debes comer. -Y de pronto escuchamos la voz de Cathy. Mierda espero Ava
no se moleste, ya que no me aguanté y le dije a Cathy del embarazo. Sonrío,
recordando la emoción de mi viejita... “¡Mi muchacho, un bebé! Dios los
bendiga, no saben la suerte que tienen, será bienvenido y va a tener el amor de
todo aquel que lo vea y yo lo voy a adorar...” Y me abrazó llorando de la
emoción. Por eso y por muchas cosas más, la quiero como a una madre.
-¡Buenos días! Descarga una bolsa en la encimera y mira a Ava,
preocupada-. ¡Ay, cielo! ¿Qué te pasa?
Yo le respondo.
-Ava está algo indispuesta. -La pobrecita apoya su frente en mi pecho.
-¿Las temidas náuseas matutinas? Se te pasará -le dice Cathy. Mi esposa
no se molesta, menos mal.
-¿De verdad? -le responde Ava, aún pegada a mí-. ¿Cuándo? -La acaricio y
le beso el pelo.
-Depende. Chico, chica, mamá, papá -dice Cathy, mientras monta la tetera
al fuego-. Algunas mujeres dejan atrás las nauseas a las pocas semanas. Otras lo
pasan fatal durante todo el embarazo.
-¡Ay Dios mío! -dice mi esposa-. No me digas eso.
-Chiton -le digo, acariciándola más fuerte para darle ánimo.
-¡Jengibre! -exclama Cathy. Ava levanta su cabeza, curiosa.
-¿Qué?
-¡Jengibre! -nos repite y busca en su bolsa. Ava me mira perdida.
-Necesitas jengibre, querida, -saca un paquete de galletas de jengibre-.
He venido preparada. Aparta, Jesse. -Abre el paquete y le ofrece una galleta a
Ava-. Tómate una todas las mañanas, nada más al levantarte. ¡Hace milagros! Ya
verás, come. -Ava la agarra y le da un pequeño mordisco. Le voy a comprar
paquetes para que tenga todos los días, ojalá le funcione.
-Te asentará el estómago. -Y la mira con una cálida sonrisa. Parece una
madraza, tan bella mi vieja-. ¡Estoy muy emocionada! -Ava le sonríe, débilmente-.
El nuevo me ha dado esto. Es el correo -me lo entrega-. Es un joven muy guapo,
¿verdad?
Ava se ríe, pero yo no le veo la gracia. Le quito los sobres.
-Sí, es muy guapo -dice Ava-. Pero creo que vas a echar de menos a
Clive, ¿no Cathy?
-¡Para nada! -Saca los bagel y nos los enseña, Ava y yo asentimos-. Voy
a salir con él esta noche. Siento un codazo, pero no le paro. ¿Qué es esto?
-¡Mierda! ¿Qué basura es esta? -Leo el remitente… Es el hijo de puta de
Matt… ¿Qué será esto? ¿¡¡Queeee?!! ¿¡¡Aborto!!? ¿Pero este maldito de dónde
sacó esta mierda? ¿¡¡Pero!!?... Este correo es de Ava. No puede ser, Dios…
¿Pensó en abortar? No puedo creerlo, coño, esto tengo que aclararlo ya. Siento que me hablan, pero no oigo, no puedo.
Mi corazón se quiere salir.
-¿Jesse? -Me sacude Ava-. Jesse, ¿estás bien?
Volteo el sobre “Jesse Ward. Confidencial.
-¿Qué es eso? -pregunta Ava, intrigada. La miro como si fuera una
extraña.
-Sube al dormitorio -le ordeno.
-¿Por qué?
-No me obligues a repetirlo. -Se calla nerviosa e inquieta, yo siento
que me tiembla todo el cuerpo, esto no puede ser.
Espero que suba y luego voy yo. Cuando termino de leer la ultima parte,
subo de dos en dos las escaleras, completamente cabreado, pero más que todo sorprendido.
La veo y juro que en este momento me provoca darle una cachetada. Debo reunir
esfuerzos para controlarme, ella está embarazada, pero la rabia… eso… no me la
puedo sacar.
-¿Qué coño es esto? -Ella mira el papel, no entiende.
-¿Qué es? -me pregunta aprensiva. Le arrojo el papel.
-¿Ibas a matar a nuestro bebé? -Ava se pone blanca como un papel. No me
mira, y sus ojos comienzan a llenarse de lágrimas-. ¡¡¡CONTÉSTAME!!!! -le rujo,
enfurecido cuando pega un brinco ante mi grito, y sigue sin mirarme-. ¡Ava, por
el amor de Dios! -La tomo de los antebrazos y me agacho para que mi cara quede
a su altura. Coño, quiero que me mire, pero no quiere hacerlo. Es verdad, quería
abortar. ¡Mierda! No puede ser…-. ¡Maldita sea, mírame!
Niega con la cabeza, la agacha, no se atreve a mirarme, pero con mi mano
hago que levante su cara, tiene su rostro lleno de lágrimas.
-Lo siento -solloza. No puede decir más nada, siento que todo se
derrumba dentro de mí, no puedo creerlo.
-Me has roto el corazón, Ava.... -Me alejo, pensando-. ¡No puedo creerlo.
¿Por qué?
La suelto y entro al vestidor. Cojo un puñado de ropa, pero luego me
pongo ropa deportiva, no puedo mirarla, esto duele demasiado… Mi pobre bebé, Dios.
Me largo enfurecido, dando un portazo. Cathy me mira salir, asombrada.
Salgo del ascensor y ni miro al conserje. John está esperando a Ava.
-¡Jesse!… ¿Qué te pasa?
-No me pasa nada. -Y ni lo miro, pero él se alarma por mi mala cara.
-Cabrón, a mí no me engañas, algo te sucede. Dime, ¿te puedo ayudar?
-No, gracias. John, esto lo hago yo solo, me basto y me sobro. Voy solo
y si no lo hago me muero. No te preocupes y lleva a Ava a su trabajo. Después
de ello, te regresas al Lusso. Hoy no quiero ir a la mansión.
-¡Joder, Jesse! Cuídate. -Sé que lo dejo preocupado, pero no quiero
decirle esto a John, es algo de Ava y mío.
No le respondo y salgo de Lusso, tomo una dirección, llevando un nombre
entre ceja y ceja… Matt… ¿Por qué hizo esto? ¿Cuál fue su intención? Esto lo
hizo con premeditación y alevosía, y ya mismo voy a aclararlo. Claro que sí,
porque si disfrutó al enviar este sobre, ahora veremos si va a disfrutar cuando
le dé mi tratamiento especial. ¡Maldito hijo de puta! Quería hacernos daño y lo
logró, porque duele, coño, y mucho, no esperaba este golpe de mi esposa… No… de
ella no. Sé que tiene un carácter fuerte, sé que es impulsiva, que el embarazo
la tomó por sorpresa, pero… ¿Por qué? Luego pensaré en eso, ahora mi intención
es, al menos, hacerle mi cirugía especial al mal nacido de Matt.
Primero, pasaré por su apartamento, si está ahí mucho mejor.
Al llegar, no veo el auto afuera y miro el estacionamiento. Ahí está el
hijo de puta, por lo que estaciono rápidamente y casi me bajo corriendo. Va
saliendo alguien del edificio, tengo que aprovechar para entrar.
-Buenos días, señora. -Una mujer de unos 47 años me mira y se queda
clavada en su lugar… Por Dios, hoy no… -¿Señora, puedo pasar?
-Sí. Este… Claro que sí, adelante -me sonríe roja como un tomate, al
tiempo que le sonrío forzadamente y solo le doy las gracias.
Subo las escaleras de dos en dos. Toco la puerta y siento unos pasos,
ahí viene… estoy listo. En lo que abre le lanzo un puño de frente en el ojo,
cae de rabo, no le doy tiempo ni a respirar. Lo agarro por la camisa y lo
levanto.
-Me vas a decir… ¿Por qué, coño, me enviaste esos papeles? ¿Qué querías
lograr con eso, maldito?
-¡Diablos! Jesse, ésta no es la casa de Ava, me llegaron a mi casa, que
ya no es la de Ava, entonces la envíe a la suya. Solo era un favor.
-¡Sí, maldito! Ahora, cuéntame una de vaqueros. No me voy de aquí hasta
que me digas la verdad -Y le doy otro puño en las costillas, el imbécil solo
gime.
-Está bien… ¡Está bien! Quería que se separaran, quería a Ava de vuelta
y me extrañó ver esos papeles. Me di cuenta que estaba embarazada y pensé que
sí… Quería abortar. Solo aproveché esa oportunidad… -No lo dejo terminar, le
doy otro puño en las costillas.
¬¡¡¡ESCÚCHAME BIEN, HIJO DE PUTA!! Esa mujer ¡¡es míaaa!! ¡¡MíA, COÑO!!
¡¡¡Es mi esposa!!! ¡¡Va a ser la madre de mi hijo!! ¿Escuchaste bien, cabrón? ¡¡¡MI
HIJO!!! La tuviste y la perdiste por Idiota, y si no te parto el alma es por
eso. Más nunca quiero saber de ti, mas nunca quiero volver a verte en mi puta
vida, porque te juro que te hago tragar los dientes y luego te mato, coño. No
la quisiste, no la respetaste, no la supiste cuidar ni valorar. Sé toda tu
historia… una amiga se encargó de darme todos los detalles -le doy otro coñazo
en el estomago-. Sé toda la mierda que le hiciste y por eso la perdiste. Ella
ya no te quería, la decepcionaste, y por eso te dejó. Y es por eso que no te
mato, cabrón. Ella ahora es ¡¡¡Míaaa!!! ¡Ava me ama a mí! De eso no tengo la
menor duda. Y ni tu ni nadie tiene derecho a juzgarla ni a meterse en nuestra
vida. ¿¡¡ENTENDISTE!!? ¡O TE LO ESCRIBO, HIJO DE PUTA? -Lo suelto con fuerza-. Y
ya lo sabes, si vuelvo a verte te parto todo lo que se llama cara. Y si quieres
me demandas, tengo unos abogados buenísimos que te pueden hundir en la cárcel.
Tengo tu sobre con tu dirección, tus huellas, y pueden decir que fue
premeditado y que causaron daños psicológicos y unos cuantos cargos más… Así
que tú decides… ¡Y NO LA LLAMES, COÑO! ¡Ya estás avisado!
-¡Estás loco, Ward! -Me grita el mal nacido. Intento devolverme y él
levanta las manos-. Ya, está bien… entendí… No te preocupes… Ava es tuya.
-Como si fuera tu elección, hijo de puta. Ella es mía porque me ama,
porque me gané su amor, así que no nos jodas más. ¡Y deja de llamar a sus
padres, cabrón! Ellos te detestan.
-¡Ya… ya,
lárgate, Ward! ¡Entendí! ¡Vete! ¡Ya está bien!
Salgo como alma que lleva el diablo, y voy al parque a hacer un poco de
ejercicio. Me siento enloquecer, correré un rato, tengo que quemar esta mala
vibra que cargo encima.
¿Por qué Ava quería abortar? ¿No quiere un hijo mío? Yo sé que ella me
quiere, pero… ¿Por qué? Mi bebé, Dios... Me limpio la cara, estoy llorando como
un muchachito desamparado. ¡Diablos! Me dolió. El bebé es un ser inocente… ¿Fue
tanta su rabia? O quizás enloqueció cuando se enteró. Como ella lo dijo, no se
lo había planteado, no estaba en sus planes, porque yo hacía que ella olvidara.
Me aproveché de su debilidad por mí… La realidad, es que ella ha tenido que
cargar con mucha mierda y toda cortesía mía… No sale de una y la agarra otra.
Hasta la querían drogar. Tengo enemigos que saben que ella es mi punto débil. Pero
en realidad… ¿Lo iba a hacer? No, no la conozco, ella no hubiera sido capaz, estoy
seguro. Si algo me enamoró de Ava es su manera de ser, su nobleza, su
franqueza. Mi Ava es una buena persona, ella no le hubiera hecho daño al bebé.
Recuerdo el día que le confesé lo de las pastillas, estaba muy cabreada, seguro
que ese día lo pensó, allí fue donde se le ocurrió hacerse el aborto… La rabia
la envolvió… Y lo iba a pagar mi bebé, por Dios. Aun me siento muy molesto, no
quiero ni verla, por lo menos no por ahora.
Corro solo una hora, he pensado tanto y estoy tan cabreado que ni el
ejercicio me ha calmado. Me duele la cabeza.
Regreso al Lusso, veo la camioneta de John estacionada, en lo que me ve
se baja.
-Jesse, ¿qué pasa?
-Tranquilo, John, estoy cabreado, eso es todo.
-Eso lo puedo ver, pero… ¿Por qué? ¿Es por el puto Danés?
-Es algo entre Ava y yo, ya lo solucionaremos. Eso sí, en este momento
no quiero hablar con ella… Tengo que calmarme primero.
-¡Uy! No te preocupes, no me quiero atravesar. Y por cierto, Ava se fue
en su carro, no aceptó que yo la llevara.
-¡Mierda! ¿Cuándo será el día en que va a hacerme caso cuando le pido
algo?
-Llevaba mala cara… Y Jesse, no puedo obligarla.
-Lo sé… Vaya que sí lo sé. No te preocupes. -Subimos al Ático. Estoy en
mi oficina, prendo la computadora y reviso algunas cosas del trabajo. Puedo
trabajar desde aquí.
-¿Quién quedó a cargo en el hotel? -John solo me mira.
-Todo está tranquilo, están los empleados, y le pedí a Mario que
estuviera pendiente. A esta hora muy poca gente bebe, así que Mario no estará
muy ocupado. Calma, tienes muy buenos dependientes, así que no pienses en eso
hasta que logres tranquilizarte.
-Bien, porque en este momento no quiero pensar en el hotel. Tengo a Ava
entre ceja y ceja.
Pasan unas cuantas horas. John aún está conmigo, no quiere dejarme solo.
Recojo los papeles, cierro la computadora y cuando me estoy levantando, repica
mi móvil. Es Ava.
-¿Sí? -hablo cortante, no estoy para cariños.
-¿Te gusta conducir?
-¿Qué?
-¿Qué si te gusta conducir? -repite.
-Ava, ¿de qué cojones me estás hablando? Y cuando mande a John a
recogerte, haz el favor de meterte en el carro.
-De que me estás siguiendo.
-¡¿Qué?! -le grito impaciente-. ¡No estoy para juegos, Ava, no tengo
tiempo para adivinanzas!
-No es una adivinanza, Jesse. ¿Por qué me estas siguiendo?
¡¡Mierda!! Mi puto corazón comienza a palpitar más de la cuenta.
-No te estoy siguiendo, Ava.
-Entonces, es que hay cientos de Aston Martin circulando por Londres y
resulta que uno de ellos me está siguiendo.
Mis pensamientos van a cien por hora… Respiro fuerte, siento que me
ahogo y que no puedo respirar.
-¿Estás conduciendo?
-¡Sí! Estoy dando vueltas sin parar y tú me estás siguiendo. ¡Serías un pésimo
detective!
-¿Mi coche te está siguiendo?
-¡Sí! -habla con desespero.
-Ava, nena, no estoy en el carro. Estoy el Lusso. -No me jodan... Estoy
aterrado, pero tengo que tratar de calmarme, no la puedo poner más nerviosa de
lo que ya lo está.
-Pero es tu carro -habla en voz baja, ya va entendiendo.
-¡Mierda! ¡John! -lo llamo con un grito. Corro al ventanal que da al
estacionamiento principal, estoy mirando y nada… ¡¡Mi carro no está!! ¡Puta
vidA! ¡Lo robaron y con él están siguiendo a mi Ava!
-¿Jesse? ¿Qué ocurre? -pregunta Ava con voz de llanto. Tapo el teléfono
y le grito nuevamente a John.
-Están siguiendo a Ava con mi carro... Mira tú de nuevo... ¡Mierda, no
puede ser! -John apura su paso, desesperado.
-¡Jesse, se lo robaron! ¡No se ve por ningún lado! -me dice John-. Vamos…
No podemos perder tiempo -me pongo un vaquero y una franela que jalo, ni sé si
está limpia… Los nervios me quieren ganar… Otra vez no... Dios, protégemela por
favor.
-Me han robado el carro.
-¿Cómo se puede robar un Aston Martín? -grita Ava con desesperación.
-Jesse, pregúntale dónde está -me dice John muy preocupado
-¿Dónde estás? -le pregunto… Tengo que calmarla.
-Estoy en Embankment, en dirección a la ciudad.
-¡John! En el Embankment, en dirección a la ciudad. Llámala dentro de
dos minutos. -John sale rápidamente, va cabreado-. Escúchame, nena. Tú sigue
conduciendo, ¿vale?
-De acuerdo -me responde asustada. Otra mierda más… ¿Quién estará detrás
de esto?
-Ahora tengo que colgar.
-¡No quiero que cuelgues! ¡Quédate conmigo, por favor!
-Ava, tengo que colgar. John te va a llamar en cuanto yo cuelgue. Pon el
altavoz y deja el móvil en tu regazo para que puedas concentrarte en la
carretera. ¿Entendido? -¿Por qué? ¿Por qué ella? Su vida era muy tranquila,
solo fue conocerme y… ¡Maldita sea el que esté detrás de esto! -Ava, nena, dime
que lo has entendido.
-Entendido -su voz suena muy baja, está aterrada y con razón. ¡Qué no le
pase nada, Dios, por favor!
Una vez en el estacionamiento, me dirijo al lugar donde guardo mis
motos. Ahora, voy en una de ellas, son muy veloces y puedo atravesar el tráfico
rápidamente. En este momento no me para nadie.
Ya diviso el tráfico detenido, y aun así no me detengo. ¡La veo! Está de
pie… Está viva… ¡Gracias Dios! Freno y en la frenada derrapo, dejando caer la
moto. Salgo corriendo hacia Ava, veo su carita, está aterrada, no es para
menos.
-¿Ava? ¡Por Dios, nena! -La atraigo hacia mí y con una mano tomo su
cabeza y con la otra su cintura, no quiero que se vaya a caer. La tengo y la
protejo, pero en ese momento suena mi teléfono, suelto la cabeza de Ava para
tomarlo-. ¿John?
-Maldita sea, Jesse, ¿por qué coño tienes ese puto carro tan veloz? ¿Cómo
lo voy a alcanzar? Cada vez que me acerco mete otra velocidad y solo le veo la
mierda, si lo agarro que pida pista al infierno el maldito que lo maneja.
-¿Donde estas?
-Como a ocho cuadras de ustedes, el tráfico esta infernal, pero el hijo
de puta se me escabulle por lo pequeño. ¡Ay si lo agarro ++xx//!!&&**+!
-John está más cabreado. Tengo que colgar, ya llegó la policía y ambulancias
hay tres carros impactados. ¡Por todos los santos, no me había fijado en el
alcance de este siniestro!
-John, no pares hasta encontrar al conductor de mi coche. -Y cuelgo-. Nena,
mírame.
Ella lo hace, pero muda, no sale de su asombro.
-¿Dónde está tu casco? -Acaban de intentar matarla y ella piensa en mi seguridad.
Dios, la amo. Es tan inocente, su única defensa es su verborrea, pero es débil,
cualquiera le puede hacer daño. La beso en los labios, fuerte.
-¿Por qué te empeñas en llevarme la contraria? -Le beso la nariz, la
boca, las mejillas-. Envié a John por ti. ¿Por qué no dejaste que te llevara al
trabajo?
-¡Porque quería descuartizar a Matt!
.
-Estaba muy enfadado, Ava.
-Nunca lo habría hecho. No habría matado a nuestro bebé -me lo dice mirándome
fijamente a los ojos con toda la sinceridad que la caracteriza, ya he aprendido
a conocerla.
-Chssss… -sigo besándola por toda la cara y ella levanta sus brazos para
pegarse más a mí. ¡Dios, te debo ésta!
-Perdone, señor -miro y es un policía-. ¿ Se encuentra bien la señorita?
La miro de arriba abajo, no le veo nada. Gracias a Dios.
-No lo sé. ¿Estás bien?
-Estoy bien, de veras.
La miro molesto.
-Voy a coger ese “bien” en la palma de la mano y te voy a dar unos
azotes con ella.
-Estoy bien.
Miro el carro, quedó mal, medio desbaratado, es un milagro que Ava haya
salido bien de él. Pero me molesta que diga tranquilamente que está bien. Refunfuño
y la miro mal.
-Ava, no te pongas difícil ahora. No tengo ningún problema en atarte a
la ambulancia para que confirmen que estás en perfecto estado. ¿Vas a ir por
las buenas o por las malas?
-Ya voy -me dice en voz bajita, sin rechistar-. Mi bolso.
-Yo lo cojo. -Corro a buscarlo.
-¡Mi móvil está en el suelo! -me grita Ava. Le agito el brazo para que
sepa que la escuché.
Regreso rápidamente, el policía nos ayuda a ir hacia la ambulancia, hay
mucha gente curioseando. Alguien de la ambulancia le ofrece su mano para que
Ava suba a ella, pero yo no quiero eso, por lo que de inmediato la cargo y la
acomodo en el vehículo.
-Gracias -me dice Ava con una sonrisa.
-Señor, ¿le importa responder a unas preguntas mientras atienden a la
señorita?
-Me importa. Tendrá que esperar
-Señor, me gustaría hacerle algunas preguntas –insiste. ¡Diablos! No voy
a hablar con nadie. ¿Será que es sordo? Me paro enfrente algo amenazador.
Tendrá que amarrarme. ¡No me jodas! Mi esposa es una víctima y quiere
interrogarla... ¡Por Dios!
-Mi esposa y mi bebé van en esa ambulancia, y si quiere impedir que me
vaya con ellos tendrá que pasar por encima de mi cadáver. -Doy un paso atrás
con las manos arriba-. Así que dispáreme.
El agente asombrado mira a mi esposa, y con un gesto de su mano, asiente
para que vaya con mi mujer. Le pongo mala cara. Diablos, ve que fue un
accidente y pretende ponerse a hacerme preguntas, eso es tener riñones. Ava va
primero a que la revisen, luego está todo lo demás. Yo estoy en la parte de
afuera de la ambulancia, así que veo el vientre y las piernas de mi esposa. Me
acerco y con mi dedo subo por su pantorrilla.
-Nena, estás… herida.
Ava inmediatamente mira hacia abajo.
-¿Dónde? -Se levanta el vestido nerviosa, no se ven golpes ni cortadas, pero
hay sangre… De algún lado tiene que provenir. Nos miramos a los ojos, yo estoy
congelado con solo pensar en mi bebé. No puede ser, Dios, no por favor.
-¡No! -grita Ava con dolor.
-¡Dios mío! -le acomodo la falda y la tomo en mis brazos-. ¡Por favor,
no!
-¿Señor?
- Al hospital… ¡De prisa!
Colocan a Ava con cuidado en la camilla, y al cerrar las puertas,
brinca, está muy nerviosa. Si lo pierde será mi culpa, porque él o la que la
persigue lo hace por venganza, y es por mí. Ava no tenía enemigos hasta que
empezamos nuestra relación.
-Lo siento -me dice. Se siente culpable, y no es así, este ataque no es
accidental. No, señor, tengo que averiguar.
-Calla, Ava. -La cojo del pelo y tiro para que me mire-. Por favor,
calla -y con mi pulgar limpio unas lágrimas-. Mi amor, te quiero.
En el trayecto vamos en absoluto silencio, no dejo de preguntarme
¿quién? ¿Y por qué? Coño, que me busquen a mí, pero no a ello. Él o ella sabe
que haciéndole daño me mata a mí. Quieren verme sufrir… ¿Mikael? No. No lo
creo, él no llegaría a esos extremos, es alguien más.
Ava en varias ocasiones rompe en llanto, se siente culpable, seguro se siente
culpable por los malos pensamientos que tuvo. Yo sabía que no lo hubiera hecho
nunca... ¿Cómo carajo va a ser culpable si la han atacado en dos ocasiones?
Solo le repito que la quiero, pero eso no la calma.
Llegamos al hospital y rechazo la silla de ruedas que ofrecen, la tomo
en mis brazos y sigo al doctor a través de un pasillo, hay mucho ruido y
ajetreo, pido una habitación privada cuando me lo preguntan.
Tenemos que hacer una parada en una oficina y la coloco en una silla.
¡Mierda, debí llevarla a una clínica privada! Cuando lleno los papeles, vuelvo
a tomarla en mis brazos y me dan una habitación. Deposito con mucho cuidado a
Ava en ella, la atiendo en lo que pueda, le acomodo las almohadas y la cubro
con la sabana que está a sus pies. Hay varios aparatos en la habitación, la enfermera
permanece con nosotros y toma nota de los signos vitales de Ava. Le hace preguntas
y ella responde en voz baja, pero sin quitarme los ojos de encima. La siento,
sé que está preocupada por mí, pero no puedo hacer más. Me siento morir. La
enfermera sale.
Siento movimiento en la cama y es Ava que está tratando de desvestirse,
me pongo en pie de inmediato para ayudarla.
-Déjame que lo haga -le hablo con cariño.
-No pasa nada. Puedo hacerlo yo sola -me responde bajito, está muy
tensa.
-Es probable -Le quito el vestido por encima de la cabeza-. Pero ese es
mi trabajo y quiero conservarlo.
-Gracias.
-No me des las gracias por cuidarte. Para eso he venido al mundo. Es lo
que me mantiene aquí. No se te ocurra darme las gracias.
-Lo he fastidiado todo, he destruido tu sueño.
Dios, no, no debe pensar así. La tumbo en la cama y me arrodillo delante
de ella.
-Mi sueño eres tú, Ava. Día y noche, solo tú. -Siento lágrimas en mi
cara, el dolor es mucho, no puedo reprimirlas-. Puedo arreglármelas sin nada,
excepto sin ti. Nunca podría. No insinúes que crees que es el final. Para
nosotros nunca habrá final. Nada nos separara, ¿me entiendes?
Ella asiente llorando en silencio, yo me limpio mis lágrimas con el
dorso de la mano.
-Haremos que esta gente nos diga que todo está bien y nos iremos a casa
para estar juntos.
Ella asiente.
-Dime que me quieres. -Llora y me busca con sus brazos para atraerme
hacia ella.
-Te necesito.
-Y yo a ti -le susurro mientras le sobo la espalda-. Sé que vamos a
estar bien, mientras estemos juntos lo estaremos. Voy a ponerte el camisón. -La
levanto de la cama, mientras yo sigo arrodillado. Le quito la ropa interior
manchada de sangre, le doy golpecitos en los tobillos para sacárselas. Me
aparto un momento y voy al baño, humedezco una toalla pequeña y vuelvo para
limpiarle la sangre seca que tiene en el interior de sus muslos, la siento
temblar-. Los brazos -le hablo con el corazón, el amor que siento por Ava va
mas allá de cualquier situación que se presente en nuestra vida. Sostengo el
camisón delante de ella. Lo meto por los brazos y le doy la vuelta para poder
atárselo. En ese momento tocan a la puerta. Digo que pueden pasar.
Entra la enfermera, pero detrás viene el médico. Me saluda con una inclinación
de la cabeza. De una me tenso. ¡Mierda! La va a examinar y es un hombre. No me
aguanto, mejor me salgo, no reviento, porque es una emergencia, pero no puedo
ver esto.
El médico ajusta la máquina que está al lado de la cama y se sienta en
el borde.
-¿Cómo te encuentras, Ava? –le pregunta.
-Bien. – Suspiro-. Estoy bien, gracias.
-Vale. ¿No te duele nada? ¿Sientes alguna molestia? ¿Tienes cortes o
magulladuras?
-No, nada.
-Vamos a ver que hay. Voy a examinarte.
Coño, no. ¿Qué es eso? ¿Lo va a meter? Salgo, no puedo ver esto. No
controlo la rabia que siento al ver que un hombre ponga sus manos sobre mi Ava.
Ella me mira suplicante, yo niego con la cabeza.
-Voy a esperar afuera -le digo, caminando hacia atrás, acercándome a la
puerta.
-¡Ni lo sueñes! ¡No te atrevas a dejarme!
¡Diablos! No puedo dejarla así, está muy nerviosa. El médico nos mira
desconcertado y espera a que me siente en otro lado de la cama. Respiro
profundo y me siento a su lado. Le tomo la mano entre las mías y me la llevo a
mi pecho. Agacho la cabeza. No quiero mirar.
-Está un poco frío -dice el médico-. ¿¿Qué está frío?? No quiero
averiguar. ¡Uf! ¡Qué se apure!
El médico emite sonidos extraños, hace algo y se escuchan zumbidos y
golpeteos. De pronto, dice:
-Todo está bien, Ava
-¿Perdón? -responde ella con voz ahogada
-Todo correcto. Un leve sangrado en los primeros meses del embarazo
puede ser perfectamente normal, pero dadas las circunstancias, teníamos que ser
precavidos
Estoy apretando la mano de Ava sin darme cuenta. Por todos los santos...
¿Todo está bien? Ava gime por mi apretón y aflojo rápidamente. Nos miramos
ambos sorprendidos, yo lloro sin poder controlarlo, siento que no puedo
respirar. Quiero hablar, pero no puedo, Ava está igual, muda.
Me pongo de pie y vuelvo a sentarme.
-¿Ava sigue estando embarazada? Ella… ella… estamos…
El médico se ríe.
-Sí, Ava sigue estando embarazada, señor Ward. Siéntese. Se lo mostraré.
Miro a Ava estupefacto y luego miro la pantalla.
-Prefiero estar de pie, sino le importa. Necesito mover las piernas -Me
inclino sobre la cama, viendo la pantalla, pero no veo nada, solo veo borrones
en blanco y negro.
-Miren, ahí están, dos latidos perfectos.
¿Qué? No me jodas, ¡cómo que dos latidos! ¿Dos? No puede ser. Miro al médico.
-¿Mi bebé tiene dos corazones?
El médico suelta una carcajada y nos mira divertido.
-No, señor Ward. Cada uno de sus bebés tiene un corazón y los dos laten
perfectamente.
Me quedo boquiabierto, literalmente, y empiezo a caminar hacia atrás
hasta chocar con la silla, en la cual caigo sentado de culo, haciendo gran
estruendo.
-Perdone, ¿me lo repite?
Ahora, sonríe burlón y me mira.
-Señor Ward, se lo diré claro para que nos entendamos.
-Se lo ruego.
-Su mujer espera mellizos.
¡Joder! Trago saliva, tenía el presentimiento de que iba a decir eso.
Miro a mi esposa, quien aún está perpleja.
-Está de unas seis semanas. -Por la cara de Ava, el asombro es grande.
-Perdone, pero no puede ser. Tuve mi última menstruación en ese tiempo,
y antes de eso tomaba la píldora.
-¿Tuvo usted el periodo? -pregunta el médico.
-¡Sí!
-Eso no es inusual -dice con naturalidad-. Déjeme hacer algunas
comprobaciones.
En este momento estoy paralizado… ¡Dios, es lo máximo! Y no es casualidad,
para mí es un milagro. Solo espero a que el médico termine.
Le aconseja unos días de reposo y dice que examinen las cervicales. Nos
imprime la ecografía y así nos da de alta.
Salimos del hospital, cogidos de la mano. Tengo en mi mano la imagen en
blanco y negro de mis bebés y la miro como un idiota. Por Dios, mis bebés… ¡Voy
a ser papá por partida doble! No puedo pedirle más a la vida. ¡Esto es un
milagro!
En el camino, Ava le cuenta la gran noticia a John, quien voltea a
mirarme y estalla en una sonora carcajada. No hablo, no me sale palabra alguna.
Luego, nos lleva al Lusso. Ava le pregunta por mi carro. No quiero pensar en
eso ahora. Esto es demasiado importante.
Pasamos al lado del conserje y ni lo miro, Ava me mete al ascensor. Entramos,
estoy en la cocina, me siento en un
taburete y lo único que hago es mirar la ecografía. Siento a Ava a mí
alrededor, hasta que me quedo solo. Al rato vuelve y se sienta a mi lado,
pegando su cara a la mía.
-Joder, Ava. No puedo respirar.
-Yo también me he quedado a cuadros.
Me muerdo mi labio, y pienso cómo se lo digo.
-Yo tenía un hermano mellizo -lo digo en voz baja.
Mi esposa se queda con la boca abierta, literalmente. Ahora tengo que
contarle esa parte de mi vida, y quiero que me ayude a aclarar esta cabeza loca
que tengo. Ella es mi luz, es mi vida y ahora es la madre de mis hijos. ¡Gracias,
Dios mío! Gracias por este milagro. Nunca he sido muy creyente, pero ante
tantos milagros ¿cómo no creer y estar agradecido?
Ahora debo cuidarla mucho más, tengo que hablar con John.
Miro a mi esposa y solo siento adoración por ella, es mi todo... Los
tres son mis ángeles y hasta con mi vida los defenderé.
CONTINUARÁ…
**Por Fanny Rebellón
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