lunes, 12 de diciembre de 2016

Loco Amor (Confesión) / Capítulo 04




Loco Amor (Confesión)
Fanfic trilogía “Mi Hombre”
Historia original de la autora Jodi Ellen Malpas.

CAPITULO 4

Me despierto temprano como siempre, pero asombrado y con el corazón muy acelerado hasta que mi cerebro empezó a llenarse con toda la información del el día anterior. Sonrío, valió la pena mi teatro. Al menos, logré que reaccionara y ya la tengo conmigo. 


Me coloco de medio lado para mirarla, tiene el maquillaje un poco corrido y tiene tufo de borrachita, pero aun así se ve preciosa. Hay algo en ella que siempre se ve bien, ¿sex appeal? ¿Clase? No sé, para mí tiene todo eso y más. Bajo mi mirada hacia su vientre, y me da algo de tristeza, pensé que estaba embarazada, pero no importa, más adelante ya la convenceré. Empieza a moverse y como que quiere despertar de su sueño, voy a buscarle agua y un Alka-seltzer, presiento que le va a doler la cabeza y la resaca va a ser para agarrar palco.
Bajo sonriendo, si sabré yo todos esos síntomas. Me apuro y subo rápidamente, ya está consciente.
-Te quiero. -Va abriendo los ojos-. Bebe -le ordeno mientras gime y se da la vuelta en su almohada.
-Déjame en paz -lloriquea, yo solo me río.
-Ven aquí -La tomo por la cintura y la arrastro por la cama hasta que la tengo en mi regazo, aparto el pelo de su rostro y entreabre los ojos y ve el vaso-. Bebe –insisto. Lo acerco a su boca y lo bebe con agrado-. Bébetelo todo -Lo termina y cae en mi pecho, la resaca la está matando-. ¿Duele mucho? -me río.
-Muchísimo.
Cambio de postura y me recuesto, llevándomela en el camino. Quiero cuidarla.
-Lo siento, más o menos - me dice en voz baja. Le beso el pelo.
-Yo también. -Y se acurruca en mi pecho, está pensativa.
-¿En qué piensas? -le pregunto medio asustado, no me gusta verla pensar mucho.
-En que no podemos seguir así. No es bueno para ti. –Suspiro. Lo dicho, no me gusta verla pensar mucho.
-Yo de mí no me preocupo.
-¿Qué vamos a hacer? -me insiste. Me quedo callado, luego la tumbo de espaldas, le separo las piernas y me acomodo entre sus muslos. Respiro y pongo mi cabeza sobre su pecho. Esto es felicidad, el tenerla así.
-No lo sé, pero sé que te quiero muchísimo.
-¿Por qué lo hiciste?
Porque te quiero. Todo lo hago porque te quiero.
-Me tratas como una zorra, me follas en el baño sin una palabra y luego te marchas y te pillo metiéndole mano a otra. ¿Eso lo has hecho porque me quieres?
-Estaba intentando demostrártelo -le hablo en voz baja-. Y cuidado con esa boca.
-No, Jesse, estabas intentando tocarme las pelotas -se revuelve incómoda o molesta, no sé, pero la miro nervioso-. Necesito una ducha. -La miro para sentir qué piensa, pero no me revela nada.
Va al cuarto de baño, no la voy a dejar sola, ahí donde va su cerebro va a 100 por hora, tenemos que aclarar todo, no pienso huir a la verdad, todo antes de volverla a perder. Así que la sigo y llego por detrás, poniendo mi mano en su vientre y le beso el hombro.
-Ya lo hago yo -le quito la esponja y le doy la vuelta. Me arrodillo delante de ella y cojo su pie, apoyándolo en mi muslo y comienzo a enjabonarle la pierna. Me siento feliz, algo tan simple como enjabonarla me llena, me satisface.
-¿Dónde has estado desde el lunes? -me pregunta con curiosidad, se lo que está pensando. Yo sigo con mi trabajo, mientras el agua cae sobre nosotros.
-En el infierno -le digo con dulzura-. Me dejaste, Ava -le hablo sin mirarla, pero con sentimiento, ella rompió su promesa, aunque en parte la entiendo.
-¿Dónde has estado? -Le suelto esa pierna, le doy un golpecito en el otro tobillo, el cual tomo y repito el proceso.
-Estaba intentando darte espacio. Sé cómo me porto contigo y ojala pudiera evitarlo, de verdad, pero no puedo -Le estoy hablando con el corazón en la mano, reconozco mis fallas, y sé que en ocasiones puedo ser insoportable y neurótico, pero coño, no puedo controlarlo.
-¿Dónde has estado, Jesse?
-Siguiéndote –susurro-, a todas partes.
-¿Durante cuatro días? -formula asombrada. Y la miro, parando lo que estoy haciendo.
-Mi único consuelo era ver que tú también te sentías sola -La tomo de la mano y hago que se arrodille. Le aparto el pelo mojado de la cara y la beso con ternura en sus labios-. No somos convencionales, nena, pero somos especiales. Lo que tenemos es muy especial. Me perteneces y yo te pertenezco a ti. Eso es así. No es natural que estemos separados, Ava.
-Nos volvemos locos el uno al otro. No es sano.
-Lo que no es sano es mi vida sin ti -La siento en mi regazo y tomo sus brazos, colocándolos alrededor de mi cuello. La tomo por la cintura-. Aquí es donde debes estar -La aprieto más contra mí-. Justo aquí. Siempre a mi lado. No vuelvas a besar a otro hombre, Ava, o me meterán a la cárcel durante mucho, mucho tiempo. -Me acaricia mi mandíbula, mirando si tengo los golpes que recibí, pero no tengo nada, me siento bien.
-Tienes que dejar de hacer locuras -me dice, pero eso es muy difícil ya. Le tomo las mejillas y la beso.
-Y tú tienes que dejar de llevarme la contraria.
-Eso nunca -replico y me come, literalmente, a besos bajo la ducha, no existe nada mejor que esto.
Este sábado ha sido el más feliz de mi vida. He disfrutado echándole todos los polvos existentes. Disfruté cada segundo de esos momentos. No quería aceptar nada de lo que yo le decía, así que le eché el polvo de entrar en razón. Por un momento aceptó y luego se hacía la loca, así que le eché el polvo de recordatorio. Luego, le eché un espectacular polvo al fresco después de una comida deliciosa. Comencé a recordar que ella rompió su promesa de no dejarme y le eché el polvo de represalia. Me la follé de todas las formas, posiciones y lugares posibles y lo disfrutamos como nunca. Es lo que más amo en ella, su manera de ser, su manera de sentir, se acopla en todo a mí, es ¡perfecta! Solo es un poco rezongona, pero con el tiempo y así sea, a punta de polvos se lo quito je, je, je. Me encanta este remedio y sé que a ella también.
Ahora me estoy dando un baño, tengo que ir a la mansión, John me dice que tengo facturas y papeles hasta el techo. Debo salir de eso, ya que tengo unos planes con mi Ava.
-¿Vas a quedarte ahí tirada todo el día o vas a vestirte para que podamos pasarnos por la mansión? -le pregunto, parado en la puerta que da al baño, aun estoy desnudo, mientras me seco el pelo. La veo arrastrarse hacia los pies de la cama y se coloca boca abajo, apoya los codos sobre el colchón y la barbilla en sus manos. ¡Dios, esta vista no tiene precio! Y ella se mueve como una tigresa en celo.
-No lo sé -y cuando habla su voz se escucha muy sensual. Carajo, con esta vista y esa voz ya estoy a millón-. Se te ha puesto dura -me dice y me señala mi polla. Quiere reírse, pero se controla.
-Eso es porque te estoy mirando._Ahora soy yo el que le voy a hacer mi show. Me quito la toalla y la pongo sobre mi hombro, me apoyo en la puerta y tenso mis músculos, ja, ja, ja. La veo comiéndome con los ojos, ya la tengo babeando, ambos sabemos lo que tenemos y lo utilizamos para beneficio de ambos.
-Lo tienes de piedra.
-Excepto esto -y golpeo mi pecho-, por dentro soy un blando, pero solo contigo -Ella sonríe de oreja a oreja.
-A veces, tienes el corazón de piedra -y se tumba de espaldas y su cabeza cae fuera de la cama, exhibe su cuerpo sin ningún pudor, es una Diosa.
-Es usted una seductora, señora Ward. -Y me voy acercando lentamente y me acomodo muy cerca de su cara cuando mi polla roza sus deliciosos labios. Ella saca la lengua y la pasa por la punta. Me aparto.
-Pídemelo por favor.
-Por favor -Me acaricia el pecho con sus dedos, tengo toda la piel de gallina, gimo de placer, y vuelvo a acercarle la polla. La toma y recibe en su cálida y exquisita boca.


-Ava, qué boca tienes -gimo y cierro los ojos.
-¿Debería parar? -me muerde suavemente-. ¿Quieres que pare?
-Quiero que te calles y que te concentres en lo que estás haciendo. -Sonríe pícaramente, se sienta en el borde de la cama, entre mis muslos, y me agarra la polla entre sus manos, apretándola fuerte-. Deja de jugar conmigo, señorita -la tomo por el pelo y tiro de ella para que termine de metérsela en la boca, ya me tiene desesperado. Comienza a metérsela, sube y baja una y otra vez. ¡Jodeeerrr! ¡Qué delicia! Me clava las uñas en mi culo, me gusta.
-¡Joder!- le sujeto la cabeza-. No te muevas. -Y me froto en su garganta, entro y salgo afanoso por este roce celestial, tengo mi cabeza hacia atrás, es mucho el goce. Luego, la saco y ella se me sube y enrosca sus piernas en mi cintura. ¿Qué pasa? Pero me muerde el labio y me dice lujuriosa.
-Te quiero dentro de mí.
-Estaba bien donde estaba. -Ava sonríe-. Me alegro de que te parezca tan divertido.
-Perdona -y me da un beso que me derrite. Te necesito dentro de mí, ahora. -La miro y luego le sonrío.
-No tienes que decírmelo dos veces, nena_-La dejo sobre la cama y me coloco encima-. Quítame la toalla.
Ella la toma y la lanza lejos.
-Enrosca tus dedos en mi pelo -le ordeno. Ella obedece y rápidamente enrosca sus dedos entre mi cabello húmedo-. Tira -Le lamo los labios, ella gime y me tira del pelo-. Bésame, Ava. -Y me besa con desesperación-. Para -le ordeno y no pone muy buena cara-. Ahora, bésame con  ternura -le susurro y ella lo hace muy despacio. ¡Diosss!-. Ya basta -le hablo brusco. Vuelve a parar. Y le doy un beso-. ¿Por qué no puedes obedecerme en todo sin chistar? -Sonríe y me besa.
-Porque eres adicto al poder, y todo se pega, menos la hermosura.
Me echo a reír, la pongo sobre mis caderas.
-Todo tuyo, nena.
-Muy bien -Intento bajarla sobre mi polla, pero me aparta de un manotazo-. Si me disculpas.
-Perdona, pero no te andes con jueguecitos, ¿vale?
-Se te olvida… -y agarra mi erección y la guía hacia mi paraíso-, ¿qué me has cedido el poder? -Desciende solita, con sumo cuidado, y dejo de sonreír. Por Dios, qué vagina tan increíble. La agarro de los muslos.
-Es posible que te ceda el poder más a menudo. Asciende y vuelve a descender muy despacio, mientras me acaricia.
-¿Te gusta?
-Me encanta.
-Eres tan guapo. -Se mueve arriba, abajo, girando.
-Lo sé.
-Y tan arrogante.
-Lo sé. Arriba. -Me arquea sus cejas.
-¿Quién manda aquí?
-Tú, pero no por mucho tiempo si abusas del poder. Arriba. -Casi me río y ella me mira feo, pero se levanta.
-Buena chica –jadeo-. Más rápido -desciende y se mueve en círculos. Carajo, folla riquísimo.
-Pero a mí me gusta así.
-Más de prisa, Ava.
-No. Mando yo. –Rápidamente, le doy la vuelta y la tumbo en la cama y sujeto sus manos.
-Has perdido tu oportunidad, señorita - le digo y la penetro con decisión-. Ahora mando yo.
¡Bam!
Chilla y se abre de piernas.
¡Bam!
-¡Jesse!
-Has tentado la suerte, nena -le gruño, sujetándola por las muñecas y la sigo embistiendo una y otra vez. -Cierra los ojos. ¡Mírame! –Lo hace asombrada.
-Buena chica. -Estoy sudando mucho. Mi sudor le cae en las mejillas a Ava.
-¡Deja que te abrace! -Intenta soltarse, no la dejo, pues sigo embistiéndola.
-¿Quién manda?
-¡Tú, maldito controlador!
-¡Cuidado!
¡Bam!
-Con esa…
¡Bam!
-Puta…
¡Bam!
-¡Boca!
Ella grita.
-¡Joder! ¡Córrete para mí, Ava! ¡Por Dios! ¡Voy a correrme! -Así y tengo un orgasmo tan fuerte que creo que veo las estrellas con todo y universo. Me aprieto a ella y me desplomo. Suelto sus manos, nuestras respiraciones son erráticas, estamos bañados en sudor, pero mi mujer no alcanzó su orgasmo-. No te has corrido -le jadeo en el cuello. Ella solo niega con la cabeza-. Lo siento, nena. -No tuvo su orgasmo, pero quedó incapaz de levantar un solo dedo de su cuerpo. Ambos estamos sudando y respirando con dificultad, así que me levanto y la llevo conmigo en brazos al baño.
Abro la ducha, agarro una toalla y la pongo en el suelo, colocando a Ava sobre ella. Me siento entre sus `piernas y se las abro.
-Vamos a resucitarte -Y comienzo, pasando mi lengua muy suavemente por su sexo. Ella arquea su espalda y por fin comienza a hablar de nuevo.
-¡Ay, Dios! -Me coge del pelo y me pega más a ella. Empieza a jadear desesperada, se tensa, el agua fría cae sobre nosotros, mientras saboreo ansiosamente cada centímetro de su cuerpo. Lamo, muerdo, chupo, beso el interior de sus muslos y la penetro con mi lengua.
-¿Ya te has despertado? - le hablo con su clítoris en mi boca. Lo mordisqueo suavemente.
-¡Mas! -me dice ansiosa y vuelve a jalarme el pelo. Me río, amo todas y cada una de sus reacciones, y procedo a sellar su sexo, chupando suave y fuerte a la vez, para que termine corriéndose gloriosamente. Gime de lascivia y completamente extasiada, queda alucinada. Siento como palpita contra mi boca, es fantástico. Se va relajando y se queda sin poderse mover.
-Me encanta sentirte palpitar, de verdad. -La beso por todo el cuerpo hasta que llego a sus labios y la beso con el alma. No hay nada más divino que tener sexo completamente enamorado. Es el sentir, la unión del cuerpo y el alma, y quiero vivirla por lo que me resta de vida-. ¿Me he redimido? -Asiente contra mis labios y me río, la dejé nocaut. Me aparto para mirarla se ve preciosa, su piel resplandece.
-Te quiero – me dice. ¿Hay algo mejor que estas dos palabras? No, y eso me hace muy feliz. Le doy mi mejor sonrisa.
-Lo sé, nena -me levanto de prisa-. Vamos, ya he cumplido con mis obligaciones divinas y ahora tenemos que ir a la mansión. -La tomo de la mano y la levanto sin esfuerzo.
-¿Tengo que ir? -refunfuña, y le echo shampoo en el pelo y comienzo a lavárselo.
-Qué raro. Normalmente, siempre quieres venir -Le sonrío y pone los ojos en blanco-. Sí, tienes que venir. Tenemos que recuperar el tiempo perdido. Cuatro días, ni más, ni menos -Sigo estregando su cabeza y luego procedo a enjuagárselo-. He terminado contigo, señorita. Sal -Le doy una nalgada, así termino yo de ducharme.
Termino mi baño y procedo a vestirme, tengo hambre, pero de mi mantequilla de cacahuate. Miro a Ava, pero aun se está arreglando, así que bajo, observo dentro de la nevera. ¡Coño! Pero... ¿Qué pasa? ¿Dónde está mi mantequilla? Busco como un loco por todos los armarios. ¡Diablos, no puede ser!
-¿Qué haces? -me pregunta Ava. Me volteo y veo que se está amarrando su cabello.
-No queda mantequilla de cacahuate.
-¿Qué? - y suelta una carcajada. ¿Cuál es el chiste? -¿No hay mantequilla de cacahuate?
-¡No tiene gracia! -Me devuelvo a la nevera para buscar de todos los frascos que hay. ¡¿A qué coño juega Cathy?! Y Ava sigue burlándose, pero a carcajada limpia. Cierro la nevera con rabia y me volteo, a Ava se le borra de una la risa de su cara-. ¿De qué te ríes? -la miro molesto. Si ella tuviera un vicio yo se lo respetaría, coño.
-¿A qué vienen tantas ansias de comer mantequilla de cacahuate?
La miro cabreado y me cruzo de brazos.
-Me gusta.
-¿Te gusta?
Sabe que me encanta, pero quiere burlarse de mí.
-Sí, me gusta.
-Pues, estas histérico y no parece que solo te guste. -Vuelve a reírse.
-No estoy histérico -y medio sonrío al verla tan sonriente-. No es para tanto.
-Ya -se encoje de hombros, mientras me dirijo hacia ella, atravesando la cocina-, y ¿pero? -La miro perplejo-. ¿Qué es eso? -Se mira a sí misma y luego me mira a la cara.
-Son unos pantalones cortos.
-Querrás decir unas bragas.
Y vuelve a soltar otra risotada.
-No, quiero decir pantalones cortos -y toma el bajo de ¡sus pantalones cortos! Y me enseña más sus piernas-. Si fueran unas bragas, serían así -¡Mierda! Ella no debe mostrarse así no más. Trago saliva
-Ava, mujer, sé razonable.
-Jesse, ya te lo he dicho. Si lo que quieres son faldas largas y suéteres de cuello vuelto, búscate a alguien de tu edad -y muy foronda se arrodilla a amarrarse sus Converse-. Tal vez, me bañe en la piscina de la mansión.
¡¡¿Qué?!! La miro horrorizado. ¿Con todos esos follones de la mansión? Antes muerto, porque con la mirado se la follarían de las mil y una manera. Nooo, ni loco, ya veré qué coño hago.
-¿En bikini?
Se ríe.
-No, en mono de esquí. ¡Pues, claro que en bikini!
-Lo estás haciendo a propósito.
-Me apetece nadar.
-Y a mí estrangularte. ¿Por qué me haces esto?
-Porque eres un capullo imposible y tienes que relajarte. Puede que tú seas un vejestorio, pero yo solo tengo 26 años. Deja de comportarte como un troglodita. ¿Qué pasaría si nos fuéramos de vacaciones a la playa?
-Pensaba que iríamos a esquiar -le digo, burlándome de ella-. Podría enseñarte lo bien que se me dan los deportes extremos. Ava sonríe, sé que recuerda la primera vez que se lo dije, fue el glorioso día en que la conocí. Se me abalanza encima y hunde su cara en mi cuello-. Hueles a gloria -Así la llevo hasta el carro. En el camino, dormita un poco y le envío un mensaje a John sin que ella se dé cuenta, el grandote me entiende.
Llegamos a la Mansión. La ayudo a bajarse del carro y la jalo escalera arriba hacia la puerta del hotel, John sale a nuestro encuentro.
-Ava, ¿te apetece nadar? -Y camino rápido, John sigue mis pasos y mira a Ava-. ¿Te apetece, muchacha? -Ella asiente.
-Hace calor.
Sí, cómo no. Lo que pasa es que le encanta joderme las pelotas, pero ya me voy a adelantar. Pasamos por el bar y vemos a Sam, mi amigo está mal. Voy a tener que dedicarle un tiempo a mi amigo del alma. Llegamos a mi oficina y voy directo a la nevera. ¡Aquí esta! Mi mantequilla de cacahuate. La destapo y meto mi dedo feliz y deseoso al envase para después saborearlo. ¡Qué rico!
-¿Cómo va todo? - le pregunto a John.
-La cámara tres está fuera de combate. La compañía de seguridad va a venir a arreglarla.
-Voy a llamarlos. Nena, ¿estás bien?
-Sí, muy bien. -Se sienta al lado de John-. Solo estaba soñando despierta -Yo sigo con mi mantequilla.
-¿Con qué soñabas? -Sonríe.
-Nada. Estaba viendo como devorabas tu mantequilla de cacahuate.
Miro el tarro y pongo los ojos en blanco.
-¿Quieres?
-No -pone cara de asco. Yo me río y termino cerrando el tarro-. ¿Qué tal está Sam?
-Hecho una mierda. No quiere hablar del tema. ¿Y Kate?
-No muy bien.
-¿Qué te ha dicho? ¿Por qué ha cortado con él?
-Creo que por este sitio. Seguro que es lo mejor.
Asiento, espero que pase pronto esta tragicomedia, porque no me gusta ver a mi amigo mal, y presiento que mi cuñado está metido en esto. Pero confío en que la pelirroja sea inteligente. Con Dan no va a ninguna parte. Claro, eso no se lo puedo decir a Ava, aunque creo que ella lo sabe.
-¿Quieres ir a nadar o prefieres quedarte conmigo?
-¿Tú qué vas a hacer?
Miro el cerro de papeles que tengo al frente y suspiro.
-Esto es lo que voy a hacer.
-¿Por qué no contratas a alguien?
-Ava, las cosas no son tan sencillas en este tipo de trabajo. Tienes que conocer a alguien y confiar en él. No puedo llamar a la oficina de empleos y pedirles que envíen a alguien que sepa escribir a máquina.
-Yo puedo ayudar - me dice de mala gana. Me deja perplejo.
-¿De verdad?
Se encoje de hombros.
-En los ratos libres -Y toma un extracto bancario y abre los ojos como platos, me mira y sonrío.
-Somos muy ricos, señora Ward.
-¡La madre que me trajo!
-Ava…
-Lo siento, pero… esto no debería estar danzando por la mesa de tu despacho, Jesse. Un momento, ¿Sarah se encargaba de tus finanzas?
-Sí, siempre confíe en ella, y no debí. Mira nada más lo que me hizo.
-¿Sabe dónde tienes el dinero? ¿Cuánto tienes?
-Sí, mira -le señalo-. Esto es lo que tengo y está en este banco.
-¿Solo tienes una cuenta? ¿No tienes cuenta de empresa, de ahorro, de pensiones?
Coño no, ¿para qué lo iba a hacer? Nunca tuve problemas, pero…
-No lo sé.
Ava me mira incrédula y boquiabierta.
-¿Ella se encargaba de todo? ¿Llevaba todas tus cuentas?
-Ya no -le gruño, porque es obvio que Ava no confía en Sarah, y no la culpo-. ¿Me vas a ayudar? –Le sonrío.
-Sí, te ayudaré -Toma entre sus manos una cantidad de papeles y comienza a leerlos. Dios, sería muy feliz si la tuviera aquí siempre. En ese momento, me mira con mi sonrisota-. He dicho que te ayudaré, eso es todo. En los ratos libres, Jesse.
-Pero sería la solución ideal.
-¡Para ti! ¡La solución ideal para ti! Yo tengo una carrera. ¡No voy a dejarla para venir aquí todos los días a encargarme de tu papeleo! –Coño, sería mi mano derecha, mi secretaria soñada. ¡Diablos! Soñar no cuesta nada.
-Además… -suelta los papeles y se pone de pie-, no sé manejar el látigo, así que no creo estar lo bastante cualificada -Se pone rígida, porque sabe que no tenía que decir eso. Me quedo de piedra, me reclino en mi sillón, molesto.
-Eso ha sido muy infantil. ¿No te parece?
-Perdona -toma su bolso-, no ha sido a propósito. -En ese justo momento entra John.
-Estarán aquí dentro de una hora -se guarda su teléfono-. Antes de que se me olvide, otros tres socios han solicitado cancelar su suscripción. -Lo miro con curiosidad.
-¿Tres?
-Tres -me confirma John que ya va de salida-. Tres mujeres –añade y se va. ¡Mierda! Yo sé por qué se están retirando. Me apoyo en mis codos y hundo la cara entre mis manos. No importa. Ava se acerca y se sienta encima de la mesa, frente a mí.
-Me encargare de esto -me señala los papeles-, pero tienes que contratar a alguien. Es un trabajo a tiempo completo.
-Ya lo sé -y la tomo por los tobillos y la jalo para que así apoye sus pies en mis rodillas-. Ve a nadar, voy a ponerme con esto, ¿vale?
-Vale - me mira, buscando respuestas en mi cara. Yo la miro.
-Adelante, mi preciosa mujer, suéltalo. -Sonrío.
-Quieren dejar de ser socias porque ya no estás disponible para fo… -se calla y luego sigue-, para acostarte con ellas. Se le ve lo feliz que está. Brilla de la alegría.
-Eso parece. Y veo también que mi mujer está encantada. -Se encoje de hombros sin poder ocultar lo feliz que la hace esto y la verdad… no me importa, ya la tengo a ella, no necesito nada más.
-¿Cuál es la proporción de hombres y mujeres?
-¿Socios?
-Sí.
-Treinta, setenta. -Se congela, la conozco tanto que ya sé lo que piensa, el poco de mujeres queriendo follar conmigo. Y en parte, era verdad. ¿Qué puedo decir? Tengo mis encantos, pero ya tienen dueña, y yo… Feliz, no me pesa para nada. Casarme con mi Ava es lo mejor que pude haber hecho y no me arrepiento. Nada de la mansión me hace falta. ¡Carajo, lo que hace el amor!
-En fin, es posible que tengas que convertir la mansión en un club para gays.
Suelto la carcajada y le bajo los pies.
-Vete a nadar.
La veo salir, sale meneando ese culo divino y suspiro, me pongo a ojear unos cuantos papeles, ya Ava me había organizado algunos. En realidad, solo es cuestión de orden y toda mi vida he sido muy organizado con mis cosas, solo era desorganizado con mi vida, pero ya no más, porque con Ava a mi lado todo cambió. Ava, la imagino en la piscina sola, preciosa, creo que voy a hacerle compañía. Menos mal que pude enviarle a escondidas de Ava un mensaje a John para que cerrara la piscina. ¿Qué inventó John? No lo sé, pero nadie se atreve a negarse. Mi amigo vale lo que pesa en oro, ¡sí señor! Así que voy a buscar mi traje de baño para ir al encuentro de mi mujer. ¡Qué carajo, estoy en mi luna de miel, no la puedo dejar sola! ¡Claro que no!
La veo mirando a todos lados y en cuanto siente movimiento y ve que soy yo, se queda observándome. Me gusta esta sensación de sus ojos sobre mí, me encanta que le guste lo que ve. Debido a ello, le doy mi mejor sonrisa antes de lanzarme a la piscina. Me voy sumergiendo hasta llegar debajo de ella y la cojo del tobillo. Le tomo sus labios, abrazándola. Nos besamos como desesperados hasta que mi mujer se queda sin aire y me lo hace saber, ella tiene sus piernas en mi cintura, así que tengo que hacer mayor esfuerzo en emerger. Al estar fuera, trata de recuperar aire y abre sus ojos, yo le sonrío con picardía cuando me aparta el pelo de la cara y me devuelve la sonrisa.
-Has cerrado la piscina. -A ella no se le escapa nada.
-No sé dé que hablas. No suele haber nadie a estas horas.
-No te creo -me replica-. No podías soportar que nadie me viera en bikini. Confiésalo.
Llegamos a la orilla de la piscina y la pego de espaldas contra la pared.
-Me encanta imaginarte en bikini.
-Pero solo para tus ojos.
-Ya te lo he dicho Ava. No te comparto con nada ni con nadie, ni siquiera con sus ojos. -Deslizo mis manos hacia su cadera-. Solo yo te puedo tocar -le susurro, mientras me pega más a ella y la beso con todo mi amor-. Solo para mis ojos -Y voy deslizando un dedo por el interior de la parte de abajo del bikini-. Solo para darme placer a mí, nena. Sé que lo entiendes.
-Sí.
-Muy bien. Ahora, bésame. -Y se lanza a darme el mejor beso de mi vida, el cual es muy largo, muy apasionado y ardiente, me hace delirar de deseo por ella. La tomo por la cintura y nos besamos por mucho rato. Amo con mi vida a esta mujer. ¡Gracias, Dios! Sé que a veces pierdo la razón, es un amor algo irracional, posesivo, muy pero muy pasional. En ocasiones me siento enloquecer por ella, pero solo pensar que pudiera perderla, me hace sentir morir. Y entonces, soy un energúmeno, odioso y posesivo, pero yo cuido lo mío. A lo largo de estos años he visto mucho en el hotel, sobre todo mujeres que engañan a sus hombres. ¿Por qué? Pienso que las descuidan, se sienten seguros porque está de por medio el vinculo del matrimonio. Craso error, nada da seguridad sobre el hombre o la mujer, ni siquiera un hijo, solo que este último es un vinculo de por vida, pero eso no hace que el hombre se quede al lado de su pareja. No soy un experto en cuanto a matrimonio se refiere, pero en cuestión de mujeres sí. Sé que hay que atenderlas, complacerlas, hacerlas sentir queridas, importantes para uno, darles cariño, amistad y mucho y muy buen sexo, así es que se pegan a uno, así se les hace uno necesario.
No niego que con Ava he tenido muchas inseguridades, cosa que nunca me pasó en mi vida, ella me debilita en mi seguridad, y todo por su manera de ser. Sé que me ama, que me necesita, que me desea, es un amor que nos consume, pero hay algo que me hace temer y aun no sé que es. No sé por donde va mi miedo, es como un presentimiento que me congela la sangre. Hay una parte de mi pasado que ella no conoce, y no quisiera que supiera nada, es terrible, y en ocasiones tengo sensaciones al respecto y no sé por qué. Ese es el motivo que hace que me porte tan fastidioso y obcecado por ella, y debo aprender a controlarlo. Siento que a veces la asfixio, pero si de algo puede estar segura Ava O’Shea es de mi gran amor por ella y por como lo siento y por cómo me conozco, sé que este amor no terminará jamás.


CONTINUARÁ…

**Por Fanny Rebellón.

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