Loco Amor (Confesión)
Fanfic trilogía “Mi Hombre”
Historia original de la autora Jodi Ellen Malpas.
CAPITULO 4
Me
despierto temprano como siempre, pero asombrado y con el corazón muy acelerado
hasta que mi cerebro empezó a llenarse con toda la información del el día
anterior. Sonrío, valió la pena mi teatro. Al menos, logré que reaccionara y ya
la tengo conmigo.
Me coloco
de medio lado para mirarla, tiene el maquillaje un poco corrido y tiene tufo de
borrachita, pero aun así se ve preciosa. Hay algo en ella que siempre se ve bien,
¿sex appeal? ¿Clase? No sé, para mí tiene todo eso y más. Bajo mi mirada hacia
su vientre, y me da algo de tristeza, pensé que estaba embarazada, pero no
importa, más adelante ya la convenceré. Empieza a moverse y como que quiere
despertar de su sueño, voy a buscarle agua y un Alka-seltzer, presiento que le
va a doler la cabeza y la resaca va a ser para agarrar palco.
Bajo
sonriendo, si sabré yo todos esos síntomas. Me apuro y subo rápidamente, ya
está consciente.
-Te
quiero. -Va abriendo los ojos-. Bebe -le ordeno mientras gime y se da la vuelta
en su almohada.
-Déjame
en paz -lloriquea, yo solo me río.
-Ven aquí
-La tomo por la cintura y la arrastro por la cama hasta que la tengo en mi
regazo, aparto el pelo de su rostro y entreabre los ojos y ve el vaso-. Bebe
–insisto. Lo acerco a su boca y lo bebe con agrado-. Bébetelo todo -Lo termina
y cae en mi pecho, la resaca la está matando-. ¿Duele mucho? -me río.
-Muchísimo.
Cambio de
postura y me recuesto, llevándomela en el camino. Quiero cuidarla.
-Lo
siento, más o menos - me dice en voz baja. Le beso el pelo.
-Yo
también. -Y se acurruca en mi pecho, está pensativa.
-¿En qué
piensas? -le pregunto medio asustado, no me gusta verla pensar mucho.
-En que
no podemos seguir así. No es bueno para ti. –Suspiro. Lo dicho, no me gusta
verla pensar mucho.
-Yo de mí
no me preocupo.
-¿Qué
vamos a hacer? -me insiste. Me quedo callado, luego la tumbo de espaldas, le
separo las piernas y me acomodo entre sus muslos. Respiro y pongo mi cabeza
sobre su pecho. Esto es felicidad, el tenerla así.
-No lo sé,
pero sé que te quiero muchísimo.
-¿Por qué
lo hiciste?
Porque te
quiero. Todo lo hago porque te quiero.
-Me
tratas como una zorra, me follas en el baño sin una palabra y luego te marchas
y te pillo metiéndole mano a otra. ¿Eso lo has hecho porque me quieres?
-Estaba
intentando demostrártelo -le hablo en voz baja-. Y cuidado con esa boca.
-No,
Jesse, estabas intentando tocarme las pelotas -se revuelve incómoda o molesta,
no sé, pero la miro nervioso-. Necesito una ducha. -La miro para sentir qué piensa,
pero no me revela nada.
Va al
cuarto de baño, no la voy a dejar sola, ahí donde va su cerebro va a 100 por
hora, tenemos que aclarar todo, no pienso huir a la verdad, todo antes de
volverla a perder. Así que la sigo y llego por detrás, poniendo mi mano en su
vientre y le beso el hombro.
-Ya lo
hago yo -le quito la esponja y le doy la vuelta. Me arrodillo delante de ella y
cojo su pie, apoyándolo en mi muslo y comienzo a enjabonarle la pierna. Me
siento feliz, algo tan simple como enjabonarla me llena, me satisface.
-¿Dónde
has estado desde el lunes? -me pregunta con curiosidad, se lo que está pensando.
Yo sigo con mi trabajo, mientras el agua cae sobre nosotros.
-En el
infierno -le digo con dulzura-. Me dejaste, Ava -le hablo sin mirarla, pero con
sentimiento, ella rompió su promesa, aunque en parte la entiendo.
-¿Dónde
has estado? -Le suelto esa pierna, le doy un golpecito en el otro tobillo, el
cual tomo y repito el proceso.
-Estaba
intentando darte espacio. Sé cómo me porto contigo y ojala pudiera evitarlo, de
verdad, pero no puedo -Le estoy hablando con el corazón en la mano, reconozco
mis fallas, y sé que en ocasiones puedo ser insoportable y neurótico, pero coño,
no puedo controlarlo.
-¿Dónde
has estado, Jesse?
-Siguiéndote
–susurro-, a todas partes.
-¿Durante
cuatro días? -formula asombrada. Y la miro, parando lo que estoy haciendo.
-Mi único
consuelo era ver que tú también te sentías sola -La tomo de la mano y hago que
se arrodille. Le aparto el pelo mojado de la cara y la beso con ternura en sus
labios-. No somos convencionales, nena, pero somos especiales. Lo que tenemos
es muy especial. Me perteneces y yo te pertenezco a ti. Eso es así. No es
natural que estemos separados, Ava.
-Nos
volvemos locos el uno al otro. No es sano.
-Lo que
no es sano es mi vida sin ti -La siento en mi regazo y tomo sus brazos,
colocándolos alrededor de mi cuello. La tomo por la cintura-. Aquí es donde
debes estar -La aprieto más contra mí-. Justo aquí. Siempre a mi lado. No
vuelvas a besar a otro hombre, Ava, o me meterán a la cárcel durante mucho,
mucho tiempo. -Me acaricia mi mandíbula, mirando si tengo los golpes que
recibí, pero no tengo nada, me siento bien.
-Tienes
que dejar de hacer locuras -me dice, pero eso es muy difícil ya. Le tomo las
mejillas y la beso.
-Y tú
tienes que dejar de llevarme la contraria.
-Eso
nunca -replico y me come, literalmente, a besos bajo la ducha, no existe nada
mejor que esto.
Este
sábado ha sido el más feliz de mi vida. He disfrutado echándole todos los
polvos existentes. Disfruté cada segundo de esos momentos. No quería aceptar
nada de lo que yo le decía, así que le eché el polvo de entrar en razón. Por un
momento aceptó y luego se hacía la loca, así que le eché el polvo de
recordatorio. Luego, le eché un espectacular polvo al fresco después de una
comida deliciosa. Comencé a recordar que ella rompió su promesa de no dejarme y
le eché el polvo de represalia. Me la follé de todas las formas, posiciones y
lugares posibles y lo disfrutamos como nunca. Es lo que más amo en ella, su
manera de ser, su manera de sentir, se acopla en todo a mí, es ¡perfecta! Solo
es un poco rezongona, pero con el tiempo y así sea, a punta de polvos se lo
quito je, je, je. Me encanta este remedio y sé que a ella también.
Ahora me
estoy dando un baño, tengo que ir a la mansión, John me dice que tengo facturas
y papeles hasta el techo. Debo salir de eso, ya que tengo unos planes con mi
Ava.
-¿Vas a
quedarte ahí tirada todo el día o vas a vestirte para que podamos pasarnos por
la mansión? -le pregunto, parado en la puerta que da al baño, aun estoy desnudo,
mientras me seco el pelo. La veo arrastrarse hacia los pies de la cama y se
coloca boca abajo, apoya los codos sobre el colchón y la barbilla en sus manos.
¡Dios, esta vista no tiene precio! Y ella se mueve como una tigresa en celo.
-No lo sé
-y cuando habla su voz se escucha muy sensual. Carajo, con esta vista y esa voz
ya estoy a millón-. Se te ha puesto dura -me dice y me señala mi polla. Quiere
reírse, pero se controla.
-Eso es
porque te estoy mirando._Ahora soy yo el que le voy a hacer mi show. Me quito
la toalla y la pongo sobre mi hombro, me apoyo en la puerta y tenso mis
músculos, ja, ja, ja. La veo comiéndome con los ojos, ya la tengo babeando,
ambos sabemos lo que tenemos y lo utilizamos para beneficio de ambos.
-Lo
tienes de piedra.
-Excepto
esto -y golpeo mi pecho-, por dentro soy un blando, pero solo contigo -Ella
sonríe de oreja a oreja.
-A veces,
tienes el corazón de piedra -y se tumba de espaldas y su cabeza cae fuera de la
cama, exhibe su cuerpo sin ningún pudor, es una Diosa.
-Es usted
una seductora, señora Ward. -Y me voy acercando lentamente y me acomodo muy
cerca de su cara cuando mi polla roza sus deliciosos labios. Ella saca la
lengua y la pasa por la punta. Me aparto.
-Pídemelo
por favor.
-Por
favor -Me acaricia el pecho con sus dedos, tengo toda la piel de gallina, gimo
de placer, y vuelvo a acercarle la polla. La toma y recibe en su cálida y
exquisita boca.
-Ava, qué
boca tienes -gimo y cierro los ojos.
-¿Debería
parar? -me muerde suavemente-. ¿Quieres que pare?
-Quiero
que te calles y que te concentres en lo que estás haciendo. -Sonríe pícaramente,
se sienta en el borde de la cama, entre mis muslos, y me agarra la polla entre
sus manos, apretándola fuerte-. Deja de jugar conmigo, señorita -la tomo por el
pelo y tiro de ella para que termine de metérsela en la boca, ya me tiene desesperado.
Comienza a metérsela, sube y baja una y otra vez. ¡Jodeeerrr! ¡Qué delicia! Me
clava las uñas en mi culo, me gusta.
-¡Joder!-
le sujeto la cabeza-. No te muevas. -Y me froto en su garganta, entro y salgo
afanoso por este roce celestial, tengo mi cabeza hacia atrás, es mucho el goce.
Luego, la saco y ella se me sube y enrosca sus piernas en mi cintura. ¿Qué
pasa? Pero me muerde el labio y me dice lujuriosa.
-Te
quiero dentro de mí.
-Estaba
bien donde estaba. -Ava sonríe-. Me alegro de que te parezca tan divertido.
-Perdona
-y me da un beso que me derrite. Te necesito dentro de mí, ahora. -La miro y
luego le sonrío.
-No
tienes que decírmelo dos veces, nena_-La dejo sobre la cama y me coloco
encima-. Quítame la toalla.
Ella la
toma y la lanza lejos.
-Enrosca
tus dedos en mi pelo -le ordeno. Ella obedece y rápidamente enrosca sus dedos
entre mi cabello húmedo-. Tira -Le lamo los labios, ella gime y me tira del
pelo-. Bésame, Ava. -Y me besa con desesperación-. Para -le ordeno y no pone
muy buena cara-. Ahora, bésame con ternura -le susurro y ella lo hace muy
despacio. ¡Diosss!-. Ya basta -le hablo brusco. Vuelve a parar. Y le doy un
beso-. ¿Por qué no puedes obedecerme en todo sin chistar? -Sonríe y me besa.
-Porque
eres adicto al poder, y todo se pega, menos la hermosura.
Me echo a
reír, la pongo sobre mis caderas.
-Todo
tuyo, nena.
-Muy bien
-Intento bajarla sobre mi polla, pero me aparta de un manotazo-. Si me
disculpas.
-Perdona,
pero no te andes con jueguecitos, ¿vale?
-Se te
olvida… -y agarra mi erección y la guía hacia mi paraíso-, ¿qué me has cedido
el poder? -Desciende solita, con sumo cuidado, y dejo de sonreír. Por Dios, qué
vagina tan increíble. La agarro de los muslos.
-Es
posible que te ceda el poder más a menudo. Asciende y vuelve a descender muy
despacio, mientras me acaricia.
-¿Te
gusta?
-Me
encanta.
-Eres tan
guapo. -Se mueve arriba, abajo, girando.
-Lo sé.
-Y tan
arrogante.
-Lo sé.
Arriba. -Me arquea sus cejas.
-¿Quién
manda aquí?
-Tú, pero
no por mucho tiempo si abusas del poder. Arriba. -Casi me río y ella me mira
feo, pero se levanta.
-Buena
chica –jadeo-. Más rápido -desciende y se mueve en círculos. Carajo, folla
riquísimo.
-Pero a
mí me gusta así.
-Más de
prisa, Ava.
-No.
Mando yo. –Rápidamente, le doy la vuelta y la tumbo en la cama y sujeto sus
manos.
-Has perdido
tu oportunidad, señorita - le digo y la penetro con decisión-. Ahora mando yo.
¡Bam!
Chilla y
se abre de piernas.
¡Bam!
-¡Jesse!
-Has
tentado la suerte, nena -le gruño, sujetándola por las muñecas y la sigo
embistiendo una y otra vez. -Cierra los ojos. ¡Mírame! –Lo hace asombrada.
-Buena
chica. -Estoy sudando mucho. Mi sudor le cae en las mejillas a Ava.
-¡Deja
que te abrace! -Intenta soltarse, no la dejo, pues sigo embistiéndola.
-¿Quién
manda?
-¡Tú,
maldito controlador!
-¡Cuidado!
¡Bam!
-Con esa…
¡Bam!
-Puta…
¡Bam!
-¡Boca!
Ella
grita.
-¡Joder!
¡Córrete para mí, Ava! ¡Por Dios! ¡Voy a correrme! -Así y tengo un orgasmo tan
fuerte que creo que veo las estrellas con todo y universo. Me aprieto a ella y
me desplomo. Suelto sus manos, nuestras respiraciones son erráticas, estamos
bañados en sudor, pero mi mujer no alcanzó su orgasmo-. No te has corrido -le
jadeo en el cuello. Ella solo niega con la cabeza-. Lo siento, nena. -No tuvo
su orgasmo, pero quedó incapaz de levantar un solo dedo de su cuerpo. Ambos
estamos sudando y respirando con dificultad, así que me levanto y la llevo
conmigo en brazos al baño.
Abro la
ducha, agarro una toalla y la pongo en el suelo, colocando a Ava sobre ella. Me
siento entre sus `piernas y se las abro.
-Vamos a
resucitarte -Y comienzo, pasando mi lengua muy suavemente por su sexo. Ella
arquea su espalda y por fin comienza a hablar de nuevo.
-¡Ay,
Dios! -Me coge del pelo y me pega más a ella. Empieza a jadear desesperada, se
tensa, el agua fría cae sobre nosotros, mientras saboreo ansiosamente cada
centímetro de su cuerpo. Lamo, muerdo, chupo, beso el interior de sus muslos y
la penetro con mi lengua.
-¿Ya te
has despertado? - le hablo con su clítoris en mi boca. Lo mordisqueo
suavemente.
-¡Mas! -me
dice ansiosa y vuelve a jalarme el pelo. Me río, amo todas y cada una de sus
reacciones, y procedo a sellar su sexo, chupando suave y fuerte a la vez, para
que termine corriéndose gloriosamente. Gime de lascivia y completamente
extasiada, queda alucinada. Siento como palpita contra mi boca, es fantástico.
Se va relajando y se queda sin poderse mover.
-Me
encanta sentirte palpitar, de verdad. -La beso por todo el cuerpo hasta que
llego a sus labios y la beso con el alma. No hay nada más divino que tener sexo
completamente enamorado. Es el sentir, la unión del cuerpo y el alma, y quiero
vivirla por lo que me resta de vida-. ¿Me he redimido? -Asiente contra mis
labios y me río, la dejé nocaut. Me aparto para mirarla se ve preciosa, su piel
resplandece.
-Te
quiero – me dice. ¿Hay algo mejor que estas dos palabras? No, y eso me hace muy
feliz. Le doy mi mejor sonrisa.
-Lo sé,
nena -me levanto de prisa-. Vamos, ya he cumplido con mis obligaciones divinas
y ahora tenemos que ir a la mansión. -La tomo de la mano y la levanto sin
esfuerzo.
-¿Tengo
que ir? -refunfuña, y le echo shampoo en el pelo y comienzo a lavárselo.
-Qué raro.
Normalmente, siempre quieres venir -Le sonrío y pone los ojos en blanco-. Sí,
tienes que venir. Tenemos que recuperar el tiempo perdido. Cuatro días, ni más,
ni menos -Sigo estregando su cabeza y luego procedo a enjuagárselo-. He terminado
contigo, señorita. Sal -Le doy una nalgada, así termino yo de ducharme.
Termino
mi baño y procedo a vestirme, tengo hambre, pero de mi mantequilla de
cacahuate. Miro a Ava, pero aun se está arreglando, así que bajo, observo
dentro de la nevera. ¡Coño! Pero... ¿Qué pasa? ¿Dónde está mi mantequilla? Busco
como un loco por todos los armarios. ¡Diablos, no puede ser!
-¿Qué
haces? -me pregunta Ava. Me volteo y veo que se está amarrando su cabello.
-No queda
mantequilla de cacahuate.
-¿Qué? -
y suelta una carcajada. ¿Cuál es el chiste? -¿No hay mantequilla de cacahuate?
-¡No
tiene gracia! -Me devuelvo a la nevera para buscar de todos los frascos que
hay. ¡¿A qué coño juega Cathy?! Y Ava sigue burlándose, pero a carcajada
limpia. Cierro la nevera con rabia y me volteo, a Ava se le borra de una la
risa de su cara-. ¿De qué te ríes? -la miro molesto. Si ella tuviera un vicio
yo se lo respetaría, coño.
-¿A qué
vienen tantas ansias de comer mantequilla de cacahuate?
La miro
cabreado y me cruzo de brazos.
-Me
gusta.
-¿Te
gusta?
Sabe que
me encanta, pero quiere burlarse de mí.
-Sí, me
gusta.
-Pues,
estas histérico y no parece que solo te guste. -Vuelve a reírse.
-No estoy
histérico -y medio sonrío al verla tan sonriente-. No es para tanto.
-Ya -se
encoje de hombros, mientras me dirijo hacia ella, atravesando la cocina-, y ¿pero?
-La miro perplejo-. ¿Qué es eso? -Se mira a sí misma y luego me mira a la cara.
-Son unos
pantalones cortos.
-Querrás
decir unas bragas.
Y vuelve
a soltar otra risotada.
-No, quiero
decir pantalones cortos -y toma el bajo de ¡sus pantalones cortos! Y me enseña
más sus piernas-. Si fueran unas bragas, serían así -¡Mierda! Ella no debe
mostrarse así no más. Trago saliva
-Ava,
mujer, sé razonable.
-Jesse,
ya te lo he dicho. Si lo que quieres son faldas largas y suéteres de cuello
vuelto, búscate a alguien de tu edad -y muy foronda se arrodilla a amarrarse
sus Converse-. Tal vez, me bañe en la piscina de la mansión.
¡¡¿Qué?!!
La miro horrorizado. ¿Con todos esos follones de la mansión? Antes muerto, porque
con la mirado se la follarían de las mil y una manera. Nooo, ni loco, ya veré
qué coño hago.
-¿En
bikini?
Se ríe.
-No, en
mono de esquí. ¡Pues, claro que en bikini!
-Lo estás
haciendo a propósito.
-Me
apetece nadar.
-Y a mí
estrangularte. ¿Por qué me haces esto?
-Porque
eres un capullo imposible y tienes que relajarte. Puede que tú seas un
vejestorio, pero yo solo tengo 26 años. Deja de comportarte como un troglodita.
¿Qué pasaría si nos fuéramos de vacaciones a la playa?
-Pensaba
que iríamos a esquiar -le digo, burlándome de ella-. Podría enseñarte lo bien
que se me dan los deportes extremos. Ava sonríe, sé que recuerda la primera vez
que se lo dije, fue el glorioso día en que la conocí. Se me abalanza encima y
hunde su cara en mi cuello-. Hueles a gloria -Así la llevo hasta el carro. En
el camino, dormita un poco y le envío un mensaje a John sin que ella se dé
cuenta, el grandote me entiende.
Llegamos
a la Mansión. La ayudo a bajarse del carro y la jalo escalera arriba hacia la
puerta del hotel, John sale a nuestro encuentro.
-Ava, ¿te
apetece nadar? -Y camino rápido, John sigue mis pasos y mira a Ava-. ¿Te
apetece, muchacha? -Ella asiente.
-Hace
calor.
Sí, cómo
no. Lo que pasa es que le encanta joderme las pelotas, pero ya me voy a
adelantar. Pasamos por el bar y vemos a Sam, mi amigo está mal. Voy a tener que
dedicarle un tiempo a mi amigo del alma. Llegamos a mi oficina y voy directo a
la nevera. ¡Aquí esta! Mi mantequilla de cacahuate. La destapo y meto mi dedo
feliz y deseoso al envase para después saborearlo. ¡Qué rico!
-¿Cómo va
todo? - le pregunto a John.
-La
cámara tres está fuera de combate. La compañía de seguridad va a venir a
arreglarla.
-Voy a
llamarlos. Nena, ¿estás bien?
-Sí, muy
bien. -Se sienta al lado de John-. Solo estaba soñando despierta -Yo sigo con
mi mantequilla.
-¿Con qué
soñabas? -Sonríe.
-Nada.
Estaba viendo como devorabas tu mantequilla de cacahuate.
Miro el
tarro y pongo los ojos en blanco.
-¿Quieres?
-No -pone
cara de asco. Yo me río y termino cerrando el tarro-. ¿Qué tal está Sam?
-Hecho
una mierda. No quiere hablar del tema. ¿Y Kate?
-No muy
bien.
-¿Qué te
ha dicho? ¿Por qué ha cortado con él?
-Creo que
por este sitio. Seguro que es lo mejor.
Asiento,
espero que pase pronto esta tragicomedia, porque no me gusta ver a mi amigo mal,
y presiento que mi cuñado está metido en esto. Pero confío en que la pelirroja
sea inteligente. Con Dan no va a ninguna parte. Claro, eso no se lo puedo decir
a Ava, aunque creo que ella lo sabe.
-¿Quieres
ir a nadar o prefieres quedarte conmigo?
-¿Tú qué
vas a hacer?
Miro el
cerro de papeles que tengo al frente y suspiro.
-Esto es
lo que voy a hacer.
-¿Por qué
no contratas a alguien?
-Ava, las
cosas no son tan sencillas en este tipo de trabajo. Tienes que conocer a
alguien y confiar en él. No puedo llamar a la oficina de empleos y pedirles que
envíen a alguien que sepa escribir a máquina.
-Yo puedo
ayudar - me dice de mala gana. Me deja perplejo.
-¿De
verdad?
Se encoje
de hombros.
-En los
ratos libres -Y toma un extracto bancario y abre los ojos como platos, me mira
y sonrío.
-Somos
muy ricos, señora Ward.
-¡La
madre que me trajo!
-Ava…
-Lo
siento, pero… esto no debería estar danzando por la mesa de tu despacho, Jesse.
Un momento, ¿Sarah se encargaba de tus finanzas?
-Sí,
siempre confíe en ella, y no debí. Mira nada más lo que me hizo.
-¿Sabe dónde
tienes el dinero? ¿Cuánto tienes?
-Sí, mira
-le señalo-. Esto es lo que tengo y está en este banco.
-¿Solo
tienes una cuenta? ¿No tienes cuenta de empresa, de ahorro, de pensiones?
Coño no, ¿para
qué lo iba a hacer? Nunca tuve problemas, pero…
-No lo sé.
Ava me
mira incrédula y boquiabierta.
-¿Ella se
encargaba de todo? ¿Llevaba todas tus cuentas?
-Ya no -le
gruño, porque es obvio que Ava no confía en Sarah, y no la culpo-. ¿Me vas a
ayudar? –Le sonrío.
-Sí, te
ayudaré -Toma entre sus manos una cantidad de papeles y comienza a leerlos. Dios,
sería muy feliz si la tuviera aquí siempre. En ese momento, me mira con mi
sonrisota-. He dicho que te ayudaré, eso es todo. En los ratos libres, Jesse.
-Pero
sería la solución ideal.
-¡Para
ti! ¡La solución ideal para ti! Yo tengo una carrera. ¡No voy a dejarla para
venir aquí todos los días a encargarme de tu papeleo! –Coño, sería mi mano
derecha, mi secretaria soñada. ¡Diablos! Soñar no cuesta nada.
-Además…
-suelta los papeles y se pone de pie-, no sé manejar el látigo, así que no creo
estar lo bastante cualificada -Se pone rígida, porque sabe que no tenía que
decir eso. Me quedo de piedra, me reclino en mi sillón, molesto.
-Eso ha
sido muy infantil. ¿No te parece?
-Perdona
-toma su bolso-, no ha sido a propósito. -En ese justo momento entra John.
-Estarán
aquí dentro de una hora -se guarda su teléfono-. Antes de que se me olvide,
otros tres socios han solicitado cancelar su suscripción. -Lo miro con
curiosidad.
-¿Tres?
-Tres -me
confirma John que ya va de salida-. Tres mujeres –añade y se va. ¡Mierda! Yo sé
por qué se están retirando. Me apoyo en mis codos y hundo la cara entre mis
manos. No importa. Ava se acerca y se sienta encima de la mesa, frente a mí.
-Me
encargare de esto -me señala los papeles-, pero tienes que contratar a alguien.
Es un trabajo a tiempo completo.
-Ya lo sé
-y la tomo por los tobillos y la jalo para que así apoye sus pies en mis
rodillas-. Ve a nadar, voy a ponerme con esto, ¿vale?
-Vale -
me mira, buscando respuestas en mi cara. Yo la miro.
-Adelante,
mi preciosa mujer, suéltalo. -Sonrío.
-Quieren
dejar de ser socias porque ya no estás disponible para fo… -se calla y luego
sigue-, para acostarte con ellas. Se le ve lo feliz que está. Brilla de la
alegría.
-Eso
parece. Y veo también que mi mujer está encantada. -Se encoje de hombros sin
poder ocultar lo feliz que la hace esto y la verdad… no me importa, ya la tengo
a ella, no necesito nada más.
-¿Cuál es
la proporción de hombres y mujeres?
-¿Socios?
-Sí.
-Treinta,
setenta. -Se congela, la conozco tanto que ya sé lo que piensa, el poco de mujeres
queriendo follar conmigo. Y en parte, era verdad. ¿Qué puedo decir? Tengo mis
encantos, pero ya tienen dueña, y yo… Feliz, no me pesa para nada. Casarme con
mi Ava es lo mejor que pude haber hecho y no me arrepiento. Nada de la mansión
me hace falta. ¡Carajo, lo que hace el amor!
-En fin,
es posible que tengas que convertir la mansión en un club para gays.
Suelto la
carcajada y le bajo los pies.
-Vete a
nadar.
La veo
salir, sale meneando ese culo divino y suspiro, me pongo a ojear unos cuantos
papeles, ya Ava me había organizado algunos. En realidad, solo es cuestión de
orden y toda mi vida he sido muy organizado con mis cosas, solo era
desorganizado con mi vida, pero ya no más, porque con Ava a mi lado todo
cambió. Ava, la imagino en la piscina sola, preciosa, creo que voy a hacerle
compañía. Menos mal que pude enviarle a escondidas de Ava un mensaje a John
para que cerrara la piscina. ¿Qué inventó John? No lo sé, pero nadie se atreve
a negarse. Mi amigo vale lo que pesa en oro, ¡sí señor! Así que voy a buscar mi
traje de baño para ir al encuentro de mi mujer. ¡Qué carajo, estoy en mi luna de
miel, no la puedo dejar sola! ¡Claro que no!
La veo
mirando a todos lados y en cuanto siente movimiento y ve que soy yo, se queda
observándome. Me gusta esta sensación de sus ojos sobre mí, me encanta que le
guste lo que ve. Debido a ello, le doy mi mejor sonrisa antes de lanzarme a la
piscina. Me voy sumergiendo hasta llegar debajo de ella y la cojo del tobillo.
Le tomo sus labios, abrazándola. Nos besamos como desesperados hasta que mi
mujer se queda sin aire y me lo hace saber, ella tiene sus piernas en mi
cintura, así que tengo que hacer mayor esfuerzo en emerger. Al estar fuera, trata
de recuperar aire y abre sus ojos, yo le sonrío con picardía cuando me aparta
el pelo de la cara y me devuelve la sonrisa.
-Has
cerrado la piscina. -A ella no se le escapa nada.
-No sé dé
que hablas. No suele haber nadie a estas horas.
-No te creo
-me replica-. No podías soportar que nadie me viera en bikini. Confiésalo.
Llegamos
a la orilla de la piscina y la pego de espaldas contra la pared.
-Me
encanta imaginarte en bikini.
-Pero
solo para tus ojos.
-Ya te lo
he dicho Ava. No te comparto con nada ni con nadie, ni siquiera con sus ojos. -Deslizo
mis manos hacia su cadera-. Solo yo te puedo tocar -le susurro, mientras me
pega más a ella y la beso con todo mi amor-. Solo para mis ojos -Y voy
deslizando un dedo por el interior de la parte de abajo del bikini-. Solo para
darme placer a mí, nena. Sé que lo entiendes.
-Sí.
-Muy bien.
Ahora, bésame. -Y se lanza a darme el mejor beso de mi vida, el cual es muy
largo, muy apasionado y ardiente, me hace delirar de deseo por ella. La tomo
por la cintura y nos besamos por mucho rato. Amo con mi vida a esta mujer. ¡Gracias,
Dios! Sé que a veces pierdo la razón, es un amor algo irracional, posesivo, muy
pero muy pasional. En ocasiones me siento enloquecer por ella, pero solo pensar
que pudiera perderla, me hace sentir morir. Y entonces, soy un energúmeno,
odioso y posesivo, pero yo cuido lo mío. A lo largo de estos años he visto
mucho en el hotel, sobre todo mujeres que engañan a sus hombres. ¿Por qué?
Pienso que las descuidan, se sienten seguros porque está de por medio el
vinculo del matrimonio. Craso error, nada da seguridad sobre el hombre o la
mujer, ni siquiera un hijo, solo que este último es un vinculo de por vida,
pero eso no hace que el hombre se quede al lado de su pareja. No soy un experto
en cuanto a matrimonio se refiere, pero en cuestión de mujeres sí. Sé que hay
que atenderlas, complacerlas, hacerlas sentir queridas, importantes para uno,
darles cariño, amistad y mucho y muy buen sexo, así es que se pegan a uno, así
se les hace uno necesario.
No niego
que con Ava he tenido muchas inseguridades, cosa que nunca me pasó en mi vida,
ella me debilita en mi seguridad, y todo por su manera de ser. Sé que me ama,
que me necesita, que me desea, es un amor que nos consume, pero hay algo que me
hace temer y aun no sé que es. No sé por donde va mi miedo, es como un
presentimiento que me congela la sangre. Hay una parte de mi pasado que ella no
conoce, y no quisiera que supiera nada, es terrible, y en ocasiones tengo
sensaciones al respecto y no sé por qué. Ese es el motivo que hace que me porte
tan fastidioso y obcecado por ella, y debo aprender a controlarlo. Siento que a
veces la asfixio, pero si de algo puede estar segura Ava O’Shea es de mi gran
amor por ella y por como lo siento y por cómo me conozco, sé que este amor no
terminará jamás.
CONTINUARÁ…
**Por
Fanny Rebellón.
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