viernes, 23 de diciembre de 2016

Loco Amor (Confesión) / Capítulo 06




Loco Amor (Confesión)
Fanfic trilogía “Mi Hombre”
Historia Original de Jodi Ellen Malpas.


CAPITULO 6

Mi manía de despertarme temprano se repite. Tengo a mi esposa prácticamente encima de mí, porque así se quedó dormida y la dejé quieta, me dio cosa despertarla o moverla. A mí no me molesta para nada, más bien estoy feliz al sentirla tan cálida, tan mía. Mi sentido de posesión está por las nubes, pues la percibo más mía que nunca. Le doy besitos muy suaves y le aparto el pelo de la cara y ella misma se da la vuelta, despegándose de mí, solo que la ayudé para que no cayera de golpe. Se coloca boca abajo y le queda el culo al aire. Dios, que belleza de nalgas, son respingonas, tersas y duras. Mejor me levanto, porque si sigo pensando así, me van a entrar ganas de follármela, y por ahora debo respetarle su sueño. Así que con mucha suavidad me levanto, me dirijo al baño, hago mis necesidades, me cepillo la boca y me lavo la cara, solo me pongo un pantalón corto, ya que voy a trotar en el gimnasio y quizá a remar un poco.
Creo que llevo ya una hora ejercitándome, me siento bien, tengo el televisor al frente y pongo las noticias deportivas. Voy muy rápido en la cinta cuando veo a Ava completamente desnuda frente a mí. Se sienta en el banco de pesas y me mira, le doy al botón para ir deteniendo el trote hasta que se lo consigo, mientras tanto Ava me come con los ojos. Cojo una toalla y me la paso por mi cara y pelo, estoy muy sudado. Mi esposa no me quita los ojos de encima y, entonces, me apoyo en la parte delantera de la máquina.


-Buenos días -le doy un repaso a su hermoso cuerpo y luego la miro a los ojos.
-Buenos días. ¿Qué haces corriendo aquí dentro? -Sonrío, no quiero dejarla sola ni tampoco la voy a levantar a correr, ni loco que estuviera. Claro, no se lo digo.
-Me apetecía cambiar.
-No recuerdo haberme quedado dormida.
-Te dormiste enseguida. Estabas tumbada encima de mí y ni te moví. Has dormido como un tronco, nena. -Ella se estira y bosteza.
-¿Qué hora es?
En ese momento, escuchamos abrirse la puerta principal y Cathy saludando jovialmente. Ava da un brinco.
-¡Estoy desnuda! -exclama al tiempo que yo solo sonrío, bajándome de la cinta.
-Ciertamente -le digo riéndome y me acerco-. ¿Qué pensará Cathy?
Ava mira por todas partes… ya sé, busca algo con qué cubrirse. Empieza a reírse y entonces ve mi toalla y me la arrebata de un tirón, como si la fuera a cubrir por completo-. No creo que te tape demasiado -le digo burlón.
-¡Ayúdame! -Me mira suplicante, le da vergüenza con Cathy.
-Ven. -Y le abro los brazos. De inmediato trepa y se me cuelga como un mono. Estoy sudado, pero sé que a ella no le importa. Me acerco a la puerta del gimnasio, la abro y me asomo-. ¿Cathy?
-¿Sí?
-¿Dónde estás?
-En la cocina. -Aprovecho y salgo con mi preciosa carga del gimnasio y subo las escaleras como un rayo. Ava está pendiente de que no se asome Cathy.
-Ya está. -La dejo en el suelo y le doy un beso rápido en la frente.
-¿Qué hora es?
-Las ocho menos diez. -Me mira acusadora.
-¿Por qué no me has despertado antes? -Corre hacia el baño.
-Necesitas dormir.
-¡Pero no quince horas! -Abre la ducha y se mete rápidamente, ni siquiera espera a que el agua se caliente. Yo mientras me quito mis zapatos de correr.
-Por lo visto, las necesitas. -Se enjuaga su pelo, termina y sale, al tiempo que aprovecho a entrar. Mientras se seca el pelo, salgo y me visto rápidamente, quiero llevarla yo mismo hasta la oficina. Cuando ya estoy listo, y voy acercándome a la cocina, escucho que Ava no quiere desayunar-. ¡Tienes que comer algo! -Se voltea y me mira, le hablo molesto, ella sabe muy bien que debe alimentarse como es debido. Aun me estoy anudando la corbata-. Prepárale un bagel, Cathy. -La siento en un taburete-. Con huevos. -No, mejor no creo que los huevos le hacen daño, así que invierto la orden-. Bueno, mejor sin huevos. -Ava abre sus ojos como platos, molesta, y se baja del taburete. Por lo que veo, tenemos a Cathy confundida.
-Gracias, pero ya desayunaré en el trabajo. -Y me deja allí plantado.
-¡Eh! -le grito. Cuando salgo está dándole golpes al tablero de los controles del ascensor. -¡¿Sin huevos?! –exclama fuertemente. Está furiosa
-¿Estás bien? -Se vuelve para mirarme.
-¡No puedo comer huevos! -me grita-. ¿Cuál es el nuevo código?
-¿Perdona?
-Ya me has oído. -Y le da un puñetazo al panel.
-Sí, te he oído, pero voy a darte la oportunidad de que me lo preguntes en otro tono -le hablo serio. ¿Será que el embarazo la pone más malgenio? Pobre de mí, aunque ya veré como le hago para bajarle esas calenturas.
Se me acerca muy tranquila, se pone de puntillas y se pega a mi cara.
-Qué te den -Y da media vuelta, dirigiéndose a la escalera. Pero abrase visto… Al parecer, va a bajar trece pisos así no más, ¡está loca!
Yo sí bajo por el ascensor para esperarla abajo. Cuando ya está cerca, la escucho decir uno de sus tacos.
-¡Me cago en el…!
Ja,ja,ja, claro, debe estar cansada, ¡quién la manda a ser tan obstinada! Y cuando sale por la puerta de incendios se da de bruces contra mi pecho. La empujo hacia las escaleras de nuevo, no se sacude, debe estar extenuada, por lo que la cargo y la empujo contra la pared. Esta sudada y jadeando. Siento su aliento en mi cara.
-No te voy a dar un polvo de disculpa. -La miro furioso.
-¡Esa boca!
-¡No! No vas a…. -Y no la dejo seguir hablando, porque cubro su boca con la mía y la beso como si no hubiese un mañana. Me vuelve loco, pero la adoro. Coño, ella tampoco se aguanta y me soba la espalda y enrosca sus piernas en mi cintura. Tira de mi chaqueta y de mi pelo desesperada, así somos, dos locos, pero dos locos que se aman con locura, somos tal para cual, por eso nos enamoramos. Me muerde el labio inferior, ya está cachonda.
-Eres una cabezota -Le beso la cara, el cuello, y le muerdo el lóbulo de la oreja. Jugueteo con su pendiente-. Lo estás pidiendo a gritos -La beso debajo de la oreja, es uno de sus puntos débiles-. ¿Quieres que te haga gritar en la escalera, Ava?
-Sí. -Lo sabía, por lo que si sigo besándola, sé que no me voy a aguantar. Tengo mucho trabajo en el hotel, así que me aparto. Le desenrosco las piernas y hago que sus pies toquen el suelo. Me arreglo mi polla y la miro, tiene su cara muy sorprendida.
-¡Qué más quisiera yo, pero llego tarde!
-¡Serás cabrón! -Está excitada. ¡Diablos! Yo también, pero hay que trabajar. Recoge su bolso y abre la puerta, al salir Clive la saluda muy jovialmente, se ve feliz. Ava le pasa por el lado, molesta, se dirige directo a su mini. ¡Coño! Voy a desaparecerlo. Lo enciende y arranca, pero tiene que frenar y aprovecho y toco la ventanilla de su carro-. ¿Sí? -Baja el vidrio.
-Yo te llevo al trabajo.
Sube la ventanilla y dice:
-No, gracias -Retrocede lento y saca su móvil. ¿Con quién coño está hablando? Cuando veo que se abre el portón. Clive le abrió. ¡Mierda! Le hago señas, pero ella como si nada. ¡Diablos! Esta mujer me va a provocar un puto infarto. Se fue sin desayuno, tiene que cuidarse y si no lo hace lo haré yo. Me preocupan los dos. Voy a encargarme inmediatamente de que coma. Llego a Starbucks y pido su capuchino doble, sin chocolate y sin azúcar, y un bagel. Con eso será suficiente hasta la hora del almuerzo. Pago para que se lo lleven, mientras admiro toda la escena.
Dicho y hecho se está tomando el café, pero el bagel ni lo determina. Saco el móvil y le envío un mensaje, vamos a ver que me responde.
-¿Estás desayunando? -Veo que da otro sorbo a su humeante café y me responde “ñam, ñam”, como si estuviera comiendo. Va a soltar su teléfono, pero le envío otro mensaje y entro a su oficina-. Me alegro de que nuestro matrimonio se base en la sinceridad -De una levanta la vista y me ve. Llevo un ramo de calas, pero estoy molesto. Saludo a Tom y a Victoria con la cabeza y me siento en una de las sillas que están al lado de Ava, dejando las flores frente a ella-. Come -le ordeno, señalándole la bolsa de papel que tiene a su lado.
-No tengo hambre, Jesse -protesta, pero tiene que comer, tiene mal semblante, está muy pálida, lo está pasando fatal. Mi amor, pobrecita, Dios, me siento culpable.
Me inclino hacia delante y la miro.
-Nena, estás blanca como el papel.
-Me encuentro mal -por fin lo confiesa. Me levanto y quedo detrás de ella. Le toco su frente y me acerco a su oído.
-Estás caliente.
-Lo sé -me acerca su mejilla, cerrando los ojos-. Espero que te sientas culpable.
La suelto y volteo su silla para poder verle la cara. Me pongo en cuclillas, delante de ella, y tomo sus manos.
-Deja que te lleve a casa - le pido suplicante, aunque sé que se va a negar.
-Paso.
-A veces, eres imposible -Le acaricio la mejilla-. El embarazo te está volviendo aun mas desobediente. -Ella sonríe.
-Me gusta ponerte en tu sitio.
-Lo que te gusta es volverme loco.
-Sí, eso también.
Suspiro y la beso en la boca, me importa una mierda que nos estén mirando.
-Come algo, por favor. Te encontrarás mejor.
-Vale. -Y sé que lo va a intentar.
-Buena chica. -Le giro la silla y la pongo frente a su desayuno, la ayudo, abriéndole la bolsa, pero ella pone cara de sufrida.
-No sé si podré. -Cierra la bolsa, se la quito de las manos, la abro y pongo su bagel frente a ella, sobre una servilleta. Lo va comiendo de a pedacitos.
-¿Puedo comerme solo el pan? -Le sonrío.
-Sí. ¿Ves lo feliz que me haces cuando me obedeces? -Se lo va comiendo poco a poco, no me retiro hasta que coma. Termina y deja solo migas y el beicon.
-¿Contento?
-Te ha vuelto el color a las mejillas. Sí, estoy contento.
Recojo los restos de su desayuno y lo tiro a la papelera más cercana. Luego, me agacho y quedamos nariz con nariz.
-Gracias –Sonrío, ella me devuelve la sonrisa. Mi misión aquí ha terminado. Le doy un beso en los labios para que ahora mi mujer trabaje en paz. Ella se burla.
-Eres incapaz. -Le sonrío con picardía.
-Es posible que me pase a verla una o dos veces, luego. Ella pega un brinco.
-¡Ni se te ocurra!
-No puedo prometerte algo que no voy a cumplir. ¿Está Patrick? -Contraataco y le recuerdo-: Esto hay que aclararlo. -Mikael no va a venir a joderme la paciencia, ya no tiene nada contra mí. Ava sabe lo que yo temía que él le dijera.
-No, estará en reuniones todo el día -Mmmm me volteo y la miro, está diciendo la verdad.
-Me has hecho llegar tarde -le digo mirando mi Rolex.
-Lo haces muy bien tú solito -me replica, haciéndome un gesto de cómo quien dice ¡lárgate!  Levanto las manos y voy caminando hacia atrás.
-¿Te encuentras mejor?
-Mucho mejor. Gracias. -Le doy mi mejor sonrisa y de ñapa le guiño un ojo. Luego, le lanzo un beso, ahora si la dejo, pero voy feliz, ya cumplí con mi deber de cuidar de ella y mi cacahuate. Muy bien, voy a ser papá, tengo que prepararme. Amo esta misión ¡Voy a ser papá!¡Siiiiiii!
Llego a la mansión y como siempre el grandote está en la entrada, esperándome.
-Buenos días, amigo –lo saludo con una gran sonrisa
-Buenos días. ¿Y esa sonrisota? ¿A qué se debe?
-Pues, a que soy feliz grandote. Dime, ¿qué novedades hay?
-Nada especial, todo va bien, solo que tienes que volver a salir de tanta factura. No dejes que se te acumulen o te vas a volver medio loco, más de lo que ya lo estás, ja, ja, ja.
-Ven, John, quiero preguntarte algo. –Llegamos a mi despacho y cierro la puerta-. Amigo, necesito que me busques el archivo donde están los contratos de los socios de la mansión, y me digas las fechas que se le cumple el año a todos. No sé si Sarah tenía eso en un pendrive o en su laptop. No sé donde están y los necesito, pues tengo algo urgente que hacer en mi CP. Pero.. ¿Podrías hacerlo tú?
-Por supuesto que puedo, eso no es difícil. ¿Te saco copias de la información? ¿O solo hago la lista?
-La lista, amigo.
-¿Puedo preguntar para qué la necesitas?
-¿Recuerdas a los hombres que vinieron esta semana?
-Claro, los ricachones, ¡cómo los iba a olvidar!
-Bueno, me quieren comprar el hotel.
-¿Qué?? ¿En serio? ¿Y tú lo vas a vender?
-No estoy convencido, estoy estudiando los pro y los contra, pero no te preocupes, vas a ser el primero en saberlo. Eso sí, John, nadie puede saber nada de esto, solo es una idea, ¿okey?
-No te preocupes, sobra que me digas que no lo diga. Bien sabes que no soy muy comunicativo que digamos y…. ¿Sabes algo, amigo? No sé por qué, pero desde hace unos días lo venía pensando, tu matrimonio cambia muchas cosas.
-Es cierto, aunque te digo que Ava no sabe nada. Ella sería la más sorprendida, por no decir la más feliz.
-Ja, ja, ja, ja me imagino. Y unas cuantas mujeres llorarían con esta decisión, lo sabes ¿no?
-Me importa una mierda, John, tú sabes que nunca me interesé en ninguna, y ahora menos. ¿Crees que voy a serle infiel a mi Ava? Ni loco, amigo, no me nace, estoy loco por mi mujer...Y de paso, cada quien tiene su vida.


-Claro que sí y me alegro, porque Ava es una buena muchacha y se merece toda la felicidad del mundo.
-Te cae bien mi Ava, me alegro.
-Claro que me cae y muy bien, me gusta su franqueza.
-Oye sí, no filtra nada.
-Eso es lo mejor. Bueno, me pongo en eso, ya vengo.
-Perfecto. Ah, por favor, diles que me envíen un café como a mí me gusta. Y gracias, amigo -A lo que John sale, prendo la computadora y el primer sitio que abro es la tienda “Harrods” el departamento de bebés, quiero ver lo que tienen. Cuando abre la página y comienzo a ver todo se me cae la baba, ¡qué cosas tan bellas! ¿Lo del primer día? No sabía que se les compraba algo especial para salir el primer día. Perfecto, mi hijo va a tener lo más bello que halla. En ese momento, recuerdo a mi Ava y le paso un mensaje.
-¿Te encuentras bien? -me responde de inmediato.
-Mejor. -Me siento más tranquilo y sigo en mi faena de buscar y encargar la ropa de mi bebé. Más adelante contacto a Zoe a ver qué me aconseja ella. Así llevo más o menos 30 minutos hasta que aparece John.
-Aquí tienes, Jesse. Te los puse en orden, hay muchos que se les vence el mismo día. Sobre todo mujeres, como que vivieron en patota a la mansión.
-Perfecto, muy conveniente. -Sin darme cuenta, John se coloca a mi lado, extendiendo los papeles y yo estoy idiotizado viendo tantas cosas hermosas para los bebés y con mi sonrisa de oreja a oreja.
-¡Coño! Se subió el gato a la batea, cabrón, ja, ja, ja, ja, no me digas que la cigüeña va a hacer visita.
-Sí, grandote, voy a ser papá. Amigo, estoy feliz, no te imaginas el alcance de mis sentimientos en estos momentos -me levanto. El grandote me da un abrazo, golpeando fuerte mi espalda. Duele… Uff… pero no importa.
-¡Felicitaciones, cabrón, te lo mereces! Tú más que nadie sabe lo que se siente tener ese sentimiento. Pero esta vez es diferente.
-Muy diferente, amigo... Me siento henchido de amor, y solo quiero decirle a todo el mundo. Gracias por la felicitación. Tú mejor que nadie sabe por lo que he pasado.
-Lo sé. Te imagino un pelín más loco, ja, ja, ja. -Suelta su risa atronadora-. Bueno, te dejo, voy a hablar algo en la cocina, si me necesitas…
-Sí, John, si puedes me vas a buscar a Ava a su trabajo, quiero que cene conmigo, se está sintiendo mal y casi no quiere comer. Tengo que vigilar eso.
-Claro que sí, Jesse. ¿Me avisas?
-Sí, ya le paso un mensaje, invitándola a cenar. Se va a llevar una sorpresa.
-¿Cual será?
-Mandé una grúa a buscar el mini coche de ella, no quiero que lo maneje mas, es muy pequeño e inseguro.
-Se va a molestar.
-Lo sé, pero ya le compré la camioneta, y si es posible se busca y se la lleva a su trabajo, por mí que no maneje mientras esté embarazada.
-¡Diablos, Jesse! Déjala respirar, no la cabrees.
-Uf, como que ya la conoces ¿no? -Me rio.
-Creo que la conozco, pero es que tú la quisieras en una jaula de oro, amigo, y a Ava no la puedes amarrar así, eso escríbelo.
-Lo sé, créeme que lo sé. Anda, yo te aviso, aun falta para que salga de su trabajo.
-Okey, me avisas.
-Bien.
En cuanto John sale, ordeno unas cuantas facturas, contesto algunos mensajes y firmo unos documentos. Ya está arreglado el pago de mis empleados. Luego, sigo navegando y contacto a Zoe. De antemano se puso feliz, claro que si, la comisión debe ser fabulosa. Le paso lo que me ha gustado y me dijo que le dejara eso en sus manos, que ella me enviaría todas las imágenes de lo escogido y así daba el visto bueno. Perfecto, así quedamos. Me comunico con el grandote y le digo que salga a buscar a Ava, pues ya se acerca la hora de su salida.
¡Diablos! Aún me falta bastante trabajo, me idioticé en la computadora.
-Todavía estoy en la mansión. ¿Vienes? Comeremos filete. -La tiento, sé que le encanta.
Me responde con rapidez.
-Voy para allá. Besos.
¿Cuál será su reacción con respecto a su carro? Ya veremos, por ahora voy a revisar la nueva habitación antes de que Ava llegue. A lo que entro me da la sensación de las mil y una noche, quedó todo precioso, mi mujer tiene un gusto excelente. Salgo y me dirijo hacia el bar y allí están mis amigos con Kate. Me alegro por Sam, se ve contento, sé lo que se siente.
-¡Hey, amigos! ¿Cómo están?
-Bien, Jesse, y tu… esa cara. ¿Qué sucede? ¿Esa felicidad a qué se debe? Tu cara resplandece -me dice Drew.
-Les tengo una noticia… ¡Adivinen! -se quedan mudos-. ¡Voy a ser papa! -Se los digo con una sonrisa que no me cabe en el rostro.
-¡Tremenda noticia, te felicito! -De inmediato, se levanta y me da un fuerte abrazo.
-Gracias. -Miro a Kate y ella me mira con burla.
-¿Que…??
-Nada, amigo, te felicito, aunque yo ya lo sabía –y me planta un beso en la mejilla, me abraza con cariño. Kate me cae muy bien.
-Me lo imaginé.
-Bro, felicitaciones, sé que debes estar feliz -me da un fuerte abrazo-. Se hizo realidad tu sueño, amigo. ¿Y Ava, cómo se siente?
-Un poco mal, creo que eso es normal en un embarazo, pero no me gusta verla así, tengo que hablar con su doctora.
-Eso solo dura tres meses -me dice Kate.
-No quiero que se sienta mal ni un día, si sigue así buscaré un remedio.
-Bueno, amigo, estoy seguro que se le pasará. Deseo que todo les salga muy bien. Me hubiera gustado ver tu cara cuando te lo dijeron, ja, ja, ja.
-Gracias, amigo, y sí puse cara de idiota y hasta llore y todo… Estoy que no quepo en mi cuerpo. -Cuando miro alrededor algunos hombres y algunas mujeres nos están mirando con cara de sorpresa. Las mujeres pareciera que se han chupado un limón, no se me acercan, no debe haberles gustado mucho la noticia y la verdad, me importa una soberana mierda. Mario, en cambio, sí me mira con una sonrisa.
-Felicitaciones, señor Ward. ¿Cómo está la señora Ava?
-Ya la vas a ver, Mario, viene a cenar aquí.
-Me alegro, la señora me cae muy bien.
-Lo sé. Bueno, amigos, voy un momento a mi despacho, ya Ava debe estar por llegar.
-Nos vemos ahora, amigo. Y de nuevo, ¡felicitaciones!
-Gracias, nos vemos en un rato. -Me dirijo a mi despacho y miro mi escritorio, aun me faltan algunas facturas por organizar. Me estoy preparando para continuar cuando tocan la puerta. ¿Quién será?-. Adelante. -Es Steve, me mira con cara de perro regañado, quiero caerle a coñazos, pero sé que Ava se lo pidió, así que su culpa disminuye-. Adelante, Steve -Lo miro con ganas de matarlo, no puedo evitarlo.
-Jesse, yo… Te quiero pedir disculpas… por… lo sucedido con tu esposa, estuve un buen tiempo mal, he tenido muchos problemas en mi casa y en el trabajo, y venía a este lugar. Luego, me ponía a beber y sé que me pasé en varias ocasiones… Aunque sé también que eso no me disculpa.
-Ese día te estaba sacando de la mansión, Steve, y luego hiciste lo que hiciste. Te juro que si no es por Ava te muelo a golpes. ¡Quería matarte! Le debes tu vida a mi esposa y tú sabes que me sabía a mierda que seas policía. Tocaste lo más sagrado que tengo.
-Lo sé, Jesse, ahora lo sé. ¡Perdóname! Lo siento mucho, perdóname, por favor. Había escuchado el rumor de que estabas enamorado, pero aun no conocía a tu esposa. Las mujeres hablaban con rabia de Ava y decían que ya se te pasaría. Ese día bebí mucho, por eso metí la pata hasta el fondo y cometí esa terrible… bestialidad.
-Como sea, Steve, a una mujer no se golpea, a no ser que sea una masoquista, que se supone que les gusta y aquí sobran las de ese tipo. En fin, no quiero hablar más de esto, Ava no te guarda resentimiento. Luego, me dijo que ella te lo había pedido y… Bueno, ya esta, ya murió ese tema, puede ser que te necesite más adelante.
-Para lo que necesites, Jesse, solo llámame. Estoy a tus órdenes.
-Bien, ya está, puedes irte.
-Bien, hasta luego, Jesse. –Se va, es mejor así, pero dudo que vuelva a ver a Steve con alguna simpatía. No quiero seguir cometiendo errores que puedan empañar mi felicidad. Ahora a seguir trabajando, tengo que dejar todo en orden, Ava quiere ver a sus padres, la voy a complacer y para eso debo dejar todo organizado. Me tiro al suelo con el resto de los papeles, así es más fácil. No sé cómo, coño, hacía esto Sarah, y eso que soy organizado... Pero con los papeles no lo he sido. ¡Uf! De pronto, se abre la puerta, levanto la vista y sonrío. Me alegró el día, es mi Ava, mi adorada esposa.
-Hola.
-Aquí está mi bella mujer -me pongo de rodillas, le abro los brazos-. Ven aquí. Te necesito. -Ella se acerca despacio.
-¿Me necesitas o lo que necesitas es que me ocupe de todos estos papeles?
La abrazo con todo mi amor.
-Las dos cosas. -Se sienta entre mis muslos y apoya su espalda en mí, mientras la rodeo con mis brazos y hundo mi cara en su pelo. Inspiro con fuerza, huele exquisito-. ¿Cómo te encuentras?
-Mejor.
-Me alegro. Lo paso fatal cuando no estás bien.
-Entonces, no deberías haberme dejado embarazada a traición -me habla con resentimiento y cortante, le doy un rodillazo suave en las costillas-. He visto a Steve.
-Mmmm… -Le muerdo la oreja.
-¿Le has preguntado si prefería que lo enterraran o que lo incineraran? -Le doy otro rodillazo.
-En realidad, le he ofrecido una rama de olivo. El sarcasmo no te pega, señorita.
-¿Qué te ha hecho ser tan razonable?
-Yo siempre soy razonable. Eres tú, mi bella mujer, la que no lo es.
-¿Qué tiene de razonable encargar que me roben el coche? ¿Y cómo lo has hecho si no tienes la llave?
-Con una grúa -Y no le digo más. Ella toma unos papeles, no quiere discutir-. ¿Qué tal tu día? -le pregunto.
-Productivo. ¿Nos ponemos con esto? No es de mi agrado, pero no hay más remedio, hay que organizar todo.
Pasamos una hora organizando muchos papeles, recibos, contratos y facturas. Luego, cuando estamos terminando, me siento frente a mi computador. ¿Pañales ecológicos?... Esos coches están hermosos, cuántas cosas… De repente, siento que Ava se me acerca, por lo que apago la pantalla rápidamente.
-¿Cenamos? -Me levanto, pero ella a traición, prende la pantalla y mira todo con cara de asombro. Levanta la vista perpleja, pero no se ve molesta, yo solo me encojo de hombros, algo avergonzado-. Solo estaba investigando un poco. -Agacho la cabeza y comienzo a arañar la moqueta con mis zapatos, pero al cabo de un momento, tengo a Ava encima, abrazándome con mucha efusividad, parece que la conmovió lo que estaba haciendo, porque se puso muy cariñosa.
-Sé que estás muy emocionado, pero ¿podríamos esperar un poco más para contarlo?
-Quiero gritarlo a los cuatro vientos –protesto-. Quiero contárselo a todo el mundo.
-Ya lo sé, pero solo estoy embarazada de unas pocas semanas. Trae mala suerte. Las mujeres suelen esperar hasta la primera ecografía, por lo menos.
-¿Cuándo será eso? La pago yo. Te la haremos mañana mismo.
Ava se ríe.
-Es demasiado pronto para una ecografía. Además, de eso se encarga el hospital.
-¡¡¿Qué?!! ¡¿Hospital?! ¡¡Ni loco!! ¡No vas a tener a mi bebé en un hospital de la seguridad social!
-Creo…
-No, Ava. No admito discusión y punto -le hablo muy en serio-. ¿Para qué coño tengo dinero? De ninguna manera.
-¿Qué crees que van a hacer?
-No lo sé, pero no pienso averiguarlo. -La tomo de la mano y la conduzco hacia la puerta de mi oficina.
-Los dos pagamos impuestos. Es un privilegio tener un sistema nacional de salud. Deberías estar agradecido.
-Lo estoy, es maravilloso, pero no vamos a hacer uso de él. Punto.
-Neurótico -me dice y sonríe. Le devuelvo la sonrisa.
-Más o menos. Me gusta ese vestido.
-Gracias.
-Ven, quiero enseñarte algo. -Abro la puerta y la tomo por la cintura.
-¿Qué es? -Me acerco a su cara, la miro, pero le hablo al oído.
-Ahora veras.
Pasamos por el salón de verano, el cual está lleno de socios y socias de la mansión, a quienes saludo con una inclinación de cabeza. Subimos las escaleras y vamos hacia la ampliación.
Abro la puerta de la ultima sala, amo esta habitación, porque aquí fue donde le hice la encerrona a Ava. La diferencia es que ahora está bellamente decorada, casi exacta al boceto que la propia Ava hizo para él. Aquí todo es exquisito, parece una recámara de las mil y una noches. Ava se queda paralizada, observando todo el conjunto, el cómo se captó cada detalle. Tiene una enorme cama, tal y como se la pedí. Las sabanas son se satín dorado y les pedí que se bordaran unas hermosas calas negras. En las ventanas, las cortinas son del mismo material en dorado, se ven lujoso, y el piso tiene una preciosa alfombra mullida, suave, todo quedó perfecto.
Se vuelve y me mira.
-¿Lo has hecho tú? -Cierro la puerta.
-Le di los dibujos a alguien y le dije que los hiciera realidad. ¿Se acerca?
-Mucho. ¿Cuándo?
-Eso da igual. Lo que importa es que te gusta. -Me siento nervioso, me gustaría saber lo que piensa.
-Es perfecta. -Me relajo de inmediato
-Es nuestra.
-Nadie ha estado ni estará en esta habitación porque es nuestra. Si estoy trabajando y estás aquí conmigo, a lo mejor te apetece dormir o descansar un rato.
-¿Quieres decir que cuando se me hinchen los tobillos o esté adolorida y agotada por el peso del bebé podré utilizarla?
¡Diablos! Ya sé por dónde van sus pensamientos.
-Lo que quiero decir es que estará aquí para cuando la necesitemos -le hablo en voz baja. Ella mira a su alrededor y mira fijamente la cruz. Veo que se voltea despacio y me mira, no se le ve ninguna reacción extraña.
-¿Por qué está eso aquí?
-Porque yo lo pedí. -Me meto las manos en mis bolsillos, abro mis piernas y la miro fijamente.
-¿Por qué?
-Creo que puede… ayudar. -Quiero hacerle el amor, pero con algunos cambios, muero por hacerlo. Por extraño que parezca es algo que nunca quise hacer con nadie, no me provocó, pero con mi mujer… lo adoraría. Espero que ella quiera también. Me muerdo mi labio, siempre hago eso cuando estoy nervioso.
-¿Con que necesitamos ayuda? -Sospecha mis intenciones y creo que lo desea. Así que me acerco muy lentamente.
-Lo quieres salvaje -le hablo en voz baja e íntima-, y no me siento cómodo sabiendo que llevas mi bebé en el vientre. -Me voy quitando mis zapatos y las medias. Luego, deslizo mi chaqueta por los hombros y la dejo sobre la cama-. Le he dado muchas vueltas y he inventado el polvo de compromiso.
Ava se tensa un poco y retrocede, su cabecita va a cien por hora.
-No lo entiendo.
Tiro de mi corbata, aflojándola, y me desabrocho los botones de mi camisa.
-Ya lo entenderás. -No me desabrocho totalmente la camisa y cruzo la habitación, busco en el armario y saco lo que necesito. Luego, pongo la música que ya había seleccionado con anticipación, la cual se oye en toda la habitación, pero de manera muy agradable.
-¿Qué es eso? -me pregunta, mientras me voy acercando a ella.
-”Sexual del Afterlife Mix de Amber” -le hablo con mucha ternura-. Muy apropiado, ¿no te parece? -No me responde, solo me mira, ya esta excitada, pero algo nerviosa-. No tiene que ser siempre sexo duro, Ava. Mando yo, sin importar de qué modo prefiera hacerte mía. -La voy empujando hacia la cruz-. Además, lo que te gusta no es el sexo duro, es que te haga mía sin titubeos -le hablo con total seguridad. Eso me encanta de ella, el cómo se rinde a mí en el plano sexual, el cómo me corresponde, tengo tremenda mujer.
-¿No vas a volver a echarme un polvo de entrar en razón? -me pregunta con voz tímida. Sonrío, hasta esto me encanta, que acepte todas mis maneras de hacerla mía.
-¿Vas a volver a llevarme la contraria?
-Es probable -susurra.
-Entonces, no me cabe duda, mi querida seductora, de que lo haré. -Con un dedo le levanto la barbilla, levantándole la cabeza-. Si quiero follarte a lo bestia y hacerte gritar, lo haré. Si quiero hacerte el amor y hacerte ronronear, lo haré. -Mientras le hablo la beso con mucha dulzura, ella cierra los ojos-. Si quiero atarte a esa cruz, lo haré -dirijo mis manos por su espalda y bajo la cremallera de su vestido. Lo voy bajando y me agacho para poder sacárselo. Cuando voy en ascenso por su cuerpo me deleito, besándolo. Tomo su mano y beso su anillo de boda-. Eres mía, así que haré contigo lo que me plazca.
Se queda muy quieta, entregada al momento… y a mí, estoy extasiado y mas enamorado que nunca viéndola así. Adoro a mi mujer.
Le quito el sujetador, le levanto el brazo y con la mano, ella toca el grillete dorado. La cierro sobre su muñeca y la beso antes de guiar su otra mano al otro grillete.
-Nena, mírame -le acaricio la mejilla. Ella abre sus ojos, la miro borracho de amor, extasiado, loco-. Dime que nunca antes habías hecho esto. -Deslizo mi mano por su nuca y tiro más de ella, pegando su cara a la mía, sin llegar a tocarla.
-Nunca.
Y mi boca cubre la suya con ternura cuando cierra los ojos. Ya está relajada, por lo que introduzco mi lengua, la lamo, nuestras lenguas bailan a su propio ritmo, efervescentes, ansiosas. En este momento, solo siento el más inmenso amor. La sigo besando con delicadeza, adorándola, consintiéndola como si fuera de cristal, esto es perfecto, ella es perfecta. Luego, mis labios los llevo hacia su oreja. Paso mi lengua por el borde del lóbulo, ella acerca más su mejilla, buscando profundidad, luego me aparto.
-Abre los ojos nena. -Comienzo a desvestirme frente a ella, sé que le gusta, sé que la excita, la miro y veo cómo me mira cada parte de mi cuerpo. Empiezo a sentir un hormigueo, qué sensación tan placentera, Dios, y solo ella lo logra con tan solo mirarme. Me quito el cinturón y me bajo los pantalones. Me pongo frente a ella completamente desnudo. Al observarme, veo que le entra un poco de angustia, sé lo que está sintiendo, ansiedad por tocarme. De inmediato, me pego a ella, mirándola a los ojos-. Deja que la música te envuelva, Ava. Contrólalo. -Sé que lo está intentando, pero es difícil. En ese momento, viene a mí el recuerdo del día en que Ava me esposó a la cama, fue horrible, ella debe estar sintiendo eso.
-No puedo –lo dice sin vergüenza.
Ya sé cómo la voy a ir calmando. Tomo sus manos echas un puño entre las mías. Ella las va abriendo en silencio y yo deslizo mis dedos por sus brazos. Siento cómo se eriza hasta que llego a sus pechos y tomo sus hermosos senos con ambas manos. Cierra sus ojos y le acerco mi boca. Tomo uno de sus senos entre mi boca, ansioso, chupo, lamo… Beso su pezón y vuelvo a empezar. Ella echa la cabeza hacia atrás en completo éxtasis. Luego, tomo uno de sus pezones entre mis dientes y la muerdo, pero no muy fuerte, aunque sí la hago gritar. No la suelto, solo la miro y con mi mirada le digo que aguante. No me dice nada, está bloqueando el dolor, le sonrío con su pezón aun entre mis dientes. La suelto y luego se lo chupo para calmarle el dolor.
Mi hermosa mujer está aprendiendo a controlarlo. Voy bajándole sus bragas, le doy un golpecito en su tobillo para sacárselas. Luego, me abro camino a punta de besos, llegando entre sus pechos y su garganta. Vuelvo a sus labios y le cojo con delicadeza su delicioso coño y muy lentamente le penetro dos dedos. Ella jadea.
-Chssss -le susurro-. Disfrútalo, Ava. Siente cada pizca de placer que te regalo. -Saco los dedos y vuelvo a meterlos. Empujo hacia arriba, hasta el fondo. Siento como su vagina se aferra a mis dedos, es impresionante, no me aguanto, los saco y acomodo mi ansiosa polla en su clítoris. Me siento frenético, tengo que controlarme. Le refriego mi pene erecto y resbaladizo por todo su sexo, levanto la cabeza y respiro desesperado en su cara. Nos miramos fijamente con total y absoluta adoración. Le acerco mi boca y la beso. Es un beso pasional, cargado de deseo y devoción.
Esta vez gemimos los dos, quedándonos sin aliento, cuando nos tiemblan las rodillas.
-¿Aguantan bien tus brazos? -le digo en su boca.
-Sí.
-¿Estás lista para que te posea? Dime que estás lista.
-Estoy lista. -Me encorvo y me quedo quieto en la entrada a mi paraíso personal. Suelto sus labios.
-Abre los ojos para que te vea, nena. -Me obedece y poco a poco voy deslizándome hacia su interior, sin prisa.
-¡Dios! -dice sin dejar de mirarme.
Niego con la cabeza, es demasiado buena. Paso los brazos por debajo de su culo y la coloco a la altura de mis caderas. Cojo impulso y arremeto hacia delante, gimiendo. Acerco mi boca y le muerdo la garganta. Ella ladea su cabeza para darme espacio, mientras lamo su cuello. Luego, termino besando su oreja.
-Yo marco el ritmo y tú me sigues. -Toma mi boca y me besa con adoración, mientras entro y salgo, controlándome.
Meto y saco, meto y saco… esto es felicidad. En este momento, solo existimos ella y yo, más nadie, al tiempo que la música nos transporta a otro nivel. Sigo moviendo y balanceando mis caderas, la lleno, la siento, este es un amor muy fuerte, demasiado intenso.
-Vas a correrte -me dice Ava.
-Aun no.
Sigo con mi ritmo, disfrutándola, la miro, ya está a punto de alcanzar el placer. Me besa, provocándome, lo acepto encantado cuando nuestras bocas también marcan su ritmo. Mis dedos se clavan en su precioso culo y la levanto un poco, más alto, así la penetro más profundamente. Le llego hasta el fondo y grito en su boca, ella toma refugio en mi cuello. Jesús, María y José… La embisto con una última estocada.
-¡Jesse! -Me clava los dientes en mi hombro. Yo arqueo mi espalda, grito y me corro con mucha fuerza, veo todo nublado y entierro mi cara en su cuello. Fue increíble, con todos los polvos maravillosos que hemos tenido, éste ha sido el mejor polvo de mi vida, porque estábamos llenos del más absoluto amor.
-Ha sido perfecto -me susurra al oído mi mujer y ya más relajada. Sé que quiere abrazarme, me afano en soltarla de los grilletes y como puede pasa sus brazos por mis hombros. Me abraza con mucho amor, con todo su ser, y sus muslos también me aprietan con fuerza. Apoya su mejilla en mi hombro y la llevo hacia la cama, estamos muy sudados. Las sabanas se sienten deliciosas, el satín está frío, es muy agradable, y para no caerle encima con todo mi cuerpo me apoyo en mis codos.
-¿Te gusta nuestra habitación? -le pregunto con mi cara metida entre su pelo.
-Le falta una cuna. Ya sabes, para cuando traigamos al bebé aquí. -Me quedo inmóvil al imaginarlo. La verdad, no me gustó esa idea. Qué extraño.
Me levanto de encima de ella y me tumbo a su lado, apoyo mi cabeza en mi mano y el codo en la cama. Dibujo círculos alrededor de su ombligo.
-El sarcasmo no te pega, señorita. -Ella pone cara de que no rompe un plato, sé que lo dijo con intención, pero… en realidad, es de pensarlo, no imagino a mi bebé aquí.
-Una cosa -y voy bajando con mis dedos por su cuerpo, llegando a su vientre-, tienes barriga.
-¡No seas tonto! ¡Si acabo de quedarme embarazada!
-No soy tonto -le replico, acariciándole el vientre con la palma de mi mano-. Es muy pequeña, pero está ahí -Me agacho y le beso su barriga-. Conozco este cuerpo y sé que está cambiando. -Se queda callada-. ¿Lo ves, cacahuate? Tu madre está aprendiendo a aceptar quien manda aquí.
-¡Nada de cacahuate! -Levanta la cabeza y me echa malos ojos. Le sonrío-. Ya puedes ir pensando en otro nombre. No vas a llamar a nuestro bebé igual que esa cosa asquerosa con la que estás obsesionado y engulles a diario.
-Estoy obsesionado contigo y también te devoro a diario, pero no puedo llamar al bebé “pequeña seductora desobediente”.
-No, eso no estaría bien, pero podrías llamarlo “nena”. -Se ríe.
Me levanto de un salto y me siento sobre sus caderas, quedando algo elevado. Le sujeto las manos junto a su cabeza, trato de no apoyarme en su vientre.
-Lo llamaremos cacahuate.
-Jamás.
-¿Te echo un polvo de entrar en razón?
-Sí, por favor -me dice la muy sinvergüenza con una enorme sonrisa. Me río y le doy un beso fugaz.
-El embarazo te está convirtiendo en un monstruo. Vamos. Mi mujer y el cacahuate deben de tener hambre.
-Tu mujer y el bebé tienen mucha hambre.
Me siento pletórico al escucharla decir eso. Nos lavamos y luego visto a Ava antes de empezar a hacerlo yo, y cuando comienzo a hacerlo, ella me aparta las manos y toma mi lugar, me abrocha los botones al tiempo que la miro en silencio. Luego, me mete la camisa por dentro del pantalón y se toma su tiempo. La dejo hacer esto, me relaja y me encanta.
-¿Cinturón? -Me agacho y lo recojo, luego se lo entrego. Sonrío divertido, porque me devuelve la sonrisa. Comienza a pasar el cinturón por las trabillas y finalmente me lo abrocha-. Ya estás.
-No -le digo, señalándole los zapatos-. Si vas a hacer algo, hazlo bien.
Hace que me siente en el borde de la cama y ella se arrodilla delante de mí para comenzar a ponerme las medias.
-¿Está bien así, mi señor? -Y me jala del vello de la espinilla. ¡Coño, duele!
-¡Joder! -Me froto la espinilla-. Eso sobraba…
-No seas descarado -me dice cortante, dejándome los zapatos junto a mis pies para levantarse, los cuales me calzo y me levanto. Recojo la chaqueta, me meto la corbata en el bolsillo y no dejo de mirarla, serio.
-Eres un monstruo.
Me sonríe con dulzura y me desarma.
-¿Listo? -Asiento y le tomo su mano para conducirla al bar para cenar.
El que me diga que estos momentos no son de felicidad, le diré que está loco. Amo cada segundo que paso al lado de mi esposa, me llena en todos los sentidos, me complementa, y lo que más amo es ver todos y cada uno de sus días de su embarazo, porque voy a disfrutarlos como nadie.
Quien me iba a decir que estaría viviendo todo esto. Nunca me voy a arrepentir de todo lo que he hecho. Quizá, nadie me entienda, pero sentirse uno toda la vida seco, árido en su interior, te deja un gran vacío. Eso me pasaba todo el tiempo, pero ahora no, porque ahora estoy viviendo y sueño con el día que tenga entre mis brazos a nuestro bebé.
De ahora en adelante, voy a dar las gracias a Dios todos los días por este gran milagro en mi vida llamado “Ava O’shea”, quien con sus defectos y sus virtudes siempre logra hacerme feliz.


CONTINUARÁ…
**Por Fanny Rebellón.

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