Loco
Amor (Confesión)
Fanfic
trilogía “Mi Hombre”
Historia
Original de Jodi Ellen Malpas.
CAPITULO 6
Mi manía
de despertarme temprano se repite. Tengo a mi esposa prácticamente encima de
mí, porque así se quedó dormida y la dejé quieta, me dio cosa despertarla o
moverla. A mí no me molesta para nada, más bien estoy feliz al sentirla tan
cálida, tan mía. Mi sentido de posesión está por las nubes, pues la percibo más
mía que nunca. Le doy besitos muy suaves y le aparto el pelo de la cara y ella
misma se da la vuelta, despegándose de mí, solo que la ayudé para que no cayera
de golpe. Se coloca boca abajo y le queda el culo al aire. Dios, que belleza de
nalgas, son respingonas, tersas y duras. Mejor me levanto, porque si sigo
pensando así, me van a entrar ganas de follármela, y por ahora debo respetarle
su sueño. Así que con mucha suavidad me levanto, me dirijo al baño, hago mis
necesidades, me cepillo la boca y me lavo la cara, solo me pongo un pantalón
corto, ya que voy a trotar en el gimnasio y quizá a remar un poco.
Creo que
llevo ya una hora ejercitándome, me siento bien, tengo el televisor al frente y
pongo las noticias deportivas. Voy muy rápido en la cinta cuando veo a Ava
completamente desnuda frente a mí. Se sienta en el banco de pesas y me mira, le
doy al botón para ir deteniendo el trote hasta que se lo consigo, mientras
tanto Ava me come con los ojos. Cojo una toalla y me la paso por mi cara y
pelo, estoy muy sudado. Mi esposa no me quita los ojos de encima y, entonces,
me apoyo en la parte delantera de la máquina.
-Buenos
días -le doy un repaso a su hermoso cuerpo y luego la miro a los ojos.
-Buenos
días. ¿Qué haces corriendo aquí dentro? -Sonrío, no quiero dejarla sola ni
tampoco la voy a levantar a correr, ni loco que estuviera. Claro, no se lo
digo.
-Me
apetecía cambiar.
-No
recuerdo haberme quedado dormida.
-Te
dormiste enseguida. Estabas tumbada encima de mí y ni te moví. Has dormido como
un tronco, nena. -Ella se estira y bosteza.
-¿Qué
hora es?
En ese
momento, escuchamos abrirse la puerta principal y Cathy saludando jovialmente.
Ava da un brinco.
-¡Estoy
desnuda! -exclama al tiempo que yo solo sonrío, bajándome de la cinta.
-Ciertamente
-le digo riéndome y me acerco-. ¿Qué pensará Cathy?
Ava mira
por todas partes… ya sé, busca algo con qué cubrirse. Empieza a reírse y
entonces ve mi toalla y me la arrebata de un tirón, como si la fuera a cubrir
por completo-. No creo que te tape demasiado -le digo burlón.
-¡Ayúdame!
-Me mira suplicante, le da vergüenza con Cathy.
-Ven. -Y
le abro los brazos. De inmediato trepa y se me cuelga como un mono. Estoy
sudado, pero sé que a ella no le importa. Me acerco a la puerta del gimnasio,
la abro y me asomo-. ¿Cathy?
-¿Sí?
-¿Dónde
estás?
-En la
cocina. -Aprovecho y salgo con mi preciosa carga del gimnasio y subo las escaleras
como un rayo. Ava está pendiente de que no se asome Cathy.
-Ya está.
-La dejo en el suelo y le doy un beso rápido en la frente.
-¿Qué
hora es?
-Las ocho
menos diez. -Me mira acusadora.
-¿Por qué
no me has despertado antes? -Corre hacia el baño.
-Necesitas
dormir.
-¡Pero no
quince horas! -Abre la ducha y se mete rápidamente, ni siquiera espera a que el
agua se caliente. Yo mientras me quito mis zapatos de correr.
-Por lo
visto, las necesitas. -Se enjuaga su pelo, termina y sale, al tiempo que
aprovecho a entrar. Mientras se seca el pelo, salgo y me visto rápidamente,
quiero llevarla yo mismo hasta la oficina. Cuando ya estoy listo, y voy
acercándome a la cocina, escucho que Ava no quiere desayunar-. ¡Tienes que
comer algo! -Se voltea y me mira, le hablo molesto, ella sabe muy bien que debe
alimentarse como es debido. Aun me estoy anudando la corbata-. Prepárale un
bagel, Cathy. -La siento en un taburete-. Con huevos. -No, mejor no creo que
los huevos le hacen daño, así que invierto la orden-. Bueno, mejor sin huevos.
-Ava abre sus ojos como platos, molesta, y se baja del taburete. Por lo que
veo, tenemos a Cathy confundida.
-Gracias,
pero ya desayunaré en el trabajo. -Y me deja allí plantado.
-¡Eh! -le
grito. Cuando salgo está dándole golpes al tablero de los controles del
ascensor. -¡¿Sin huevos?! –exclama fuertemente. Está furiosa
-¿Estás
bien? -Se vuelve para mirarme.
-¡No
puedo comer huevos! -me grita-. ¿Cuál es el nuevo código?
-¿Perdona?
-Ya me
has oído. -Y le da un puñetazo al panel.
-Sí, te
he oído, pero voy a darte la oportunidad de que me lo preguntes en otro tono
-le hablo serio. ¿Será que el embarazo la pone más malgenio? Pobre de mí,
aunque ya veré como le hago para bajarle esas calenturas.
Se me
acerca muy tranquila, se pone de puntillas y se pega a mi cara.
-Qué te
den -Y da media vuelta, dirigiéndose a la escalera. Pero abrase visto… Al
parecer, va a bajar trece pisos así no más, ¡está loca!
Yo sí
bajo por el ascensor para esperarla abajo. Cuando ya está cerca, la escucho
decir uno de sus tacos.
-¡Me cago
en el…!
Ja,ja,ja,
claro, debe estar cansada, ¡quién la manda a ser tan obstinada! Y cuando sale
por la puerta de incendios se da de bruces contra mi pecho. La empujo hacia las
escaleras de nuevo, no se sacude, debe estar extenuada, por lo que la cargo y
la empujo contra la pared. Esta sudada y jadeando. Siento su aliento en mi
cara.
-No te voy
a dar un polvo de disculpa. -La miro furioso.
-¡Esa
boca!
-¡No! No
vas a…. -Y no la dejo seguir hablando, porque cubro su boca con la mía y la beso
como si no hubiese un mañana. Me vuelve loco, pero la adoro. Coño, ella tampoco
se aguanta y me soba la espalda y enrosca sus piernas en mi cintura. Tira de mi
chaqueta y de mi pelo desesperada, así somos, dos locos, pero dos locos que se
aman con locura, somos tal para cual, por eso nos enamoramos. Me muerde el
labio inferior, ya está cachonda.
-Eres una
cabezota -Le beso la cara, el cuello, y le muerdo el lóbulo de la oreja.
Jugueteo con su pendiente-. Lo estás pidiendo a gritos -La beso debajo de la
oreja, es uno de sus puntos débiles-. ¿Quieres que te haga gritar en la
escalera, Ava?
-Sí. -Lo
sabía, por lo que si sigo besándola, sé que no me voy a aguantar. Tengo mucho
trabajo en el hotel, así que me aparto. Le desenrosco las piernas y hago que
sus pies toquen el suelo. Me arreglo mi polla y la miro, tiene su cara muy sorprendida.
-¡Qué más
quisiera yo, pero llego tarde!
-¡Serás
cabrón! -Está excitada. ¡Diablos! Yo también, pero hay que trabajar. Recoge su
bolso y abre la puerta, al salir Clive la saluda muy jovialmente, se ve feliz.
Ava le pasa por el lado, molesta, se dirige directo a su mini. ¡Coño! Voy a
desaparecerlo. Lo enciende y arranca, pero tiene que frenar y aprovecho y toco
la ventanilla de su carro-. ¿Sí? -Baja el vidrio.
-Yo te
llevo al trabajo.
Sube la
ventanilla y dice:
-No,
gracias -Retrocede lento y saca su móvil. ¿Con quién coño está hablando? Cuando
veo que se abre el portón. Clive le abrió. ¡Mierda! Le hago señas, pero ella
como si nada. ¡Diablos! Esta mujer me va a provocar un puto infarto. Se fue sin
desayuno, tiene que cuidarse y si no lo hace lo haré yo. Me preocupan los dos.
Voy a encargarme inmediatamente de que coma. Llego a Starbucks y pido su
capuchino doble, sin chocolate y sin azúcar, y un bagel. Con eso será
suficiente hasta la hora del almuerzo. Pago para que se lo lleven, mientras
admiro toda la escena.
Dicho y
hecho se está tomando el café, pero el bagel ni lo determina. Saco el móvil y
le envío un mensaje, vamos a ver que me responde.
-¿Estás
desayunando? -Veo que da otro sorbo a su humeante café y me responde “ñam,
ñam”, como si estuviera comiendo. Va a soltar su teléfono, pero le envío otro
mensaje y entro a su oficina-. Me alegro de que nuestro matrimonio se base en
la sinceridad -De una levanta la vista y me ve. Llevo un ramo de calas, pero
estoy molesto. Saludo a Tom y a Victoria con la cabeza y me siento en una de
las sillas que están al lado de Ava, dejando las flores frente a ella-. Come -le
ordeno, señalándole la bolsa de papel que tiene a su lado.
-No tengo
hambre, Jesse -protesta, pero tiene que comer, tiene mal semblante, está muy
pálida, lo está pasando fatal. Mi amor, pobrecita, Dios, me siento culpable.
Me
inclino hacia delante y la miro.
-Nena, estás
blanca como el papel.
-Me
encuentro mal -por fin lo confiesa. Me levanto y quedo detrás de ella. Le toco
su frente y me acerco a su oído.
-Estás
caliente.
-Lo sé -me
acerca su mejilla, cerrando los ojos-. Espero que te sientas culpable.
La suelto
y volteo su silla para poder verle la cara. Me pongo en cuclillas, delante de
ella, y tomo sus manos.
-Deja que
te lleve a casa - le pido suplicante, aunque sé que se va a negar.
-Paso.
-A veces,
eres imposible -Le acaricio la mejilla-. El embarazo te está volviendo aun mas
desobediente. -Ella sonríe.
-Me gusta
ponerte en tu sitio.
-Lo que
te gusta es volverme loco.
-Sí, eso
también.
Suspiro y
la beso en la boca, me importa una mierda que nos estén mirando.
-Come algo,
por favor. Te encontrarás mejor.
-Vale. -Y
sé que lo va a intentar.
-Buena
chica. -Le giro la silla y la pongo frente a su desayuno, la ayudo, abriéndole
la bolsa, pero ella pone cara de sufrida.
-No sé si
podré. -Cierra la bolsa, se la quito de las manos, la abro y pongo su bagel
frente a ella, sobre una servilleta. Lo va comiendo de a pedacitos.
-¿Puedo
comerme solo el pan? -Le sonrío.
-Sí. ¿Ves
lo feliz que me haces cuando me obedeces? -Se lo va comiendo poco a poco, no me
retiro hasta que coma. Termina y deja solo migas y el beicon.
-¿Contento?
-Te ha vuelto
el color a las mejillas. Sí, estoy contento.
Recojo
los restos de su desayuno y lo tiro a la papelera más cercana. Luego, me agacho
y quedamos nariz con nariz.
-Gracias
–Sonrío, ella me devuelve la sonrisa. Mi misión aquí ha terminado. Le doy un
beso en los labios para que ahora mi mujer trabaje en paz. Ella se burla.
-Eres
incapaz. -Le sonrío con picardía.
-Es
posible que me pase a verla una o dos veces, luego. Ella pega un brinco.
-¡Ni se
te ocurra!
-No puedo
prometerte algo que no voy a cumplir. ¿Está Patrick? -Contraataco y le
recuerdo-: Esto hay que aclararlo. -Mikael no va a venir a joderme la paciencia,
ya no tiene nada contra mí. Ava sabe lo que yo temía que él le dijera.
-No,
estará en reuniones todo el día -Mmmm me volteo y la miro, está diciendo la
verdad.
-Me has
hecho llegar tarde -le digo mirando mi Rolex.
-Lo haces
muy bien tú solito -me replica, haciéndome un gesto de cómo quien dice
¡lárgate! Levanto las manos y voy
caminando hacia atrás.
-¿Te
encuentras mejor?
-Mucho
mejor. Gracias. -Le doy mi mejor sonrisa y de ñapa le guiño un ojo. Luego, le
lanzo un beso, ahora si la dejo, pero voy feliz, ya cumplí con mi deber de cuidar
de ella y mi cacahuate. Muy bien, voy a ser papá, tengo que prepararme. Amo
esta misión ¡Voy a ser papá!¡Siiiiiii!
Llego a
la mansión y como siempre el grandote está en la entrada, esperándome.
-Buenos
días, amigo –lo saludo con una gran sonrisa
-Buenos
días. ¿Y esa sonrisota? ¿A qué se debe?
-Pues, a
que soy feliz grandote. Dime, ¿qué novedades hay?
-Nada
especial, todo va bien, solo que tienes que volver a salir de tanta factura. No
dejes que se te acumulen o te vas a volver medio loco, más de lo que ya lo estás,
ja, ja, ja.
-Ven,
John, quiero preguntarte algo. –Llegamos a mi despacho y cierro la puerta-. Amigo,
necesito que me busques el archivo
donde están los contratos de los socios de la mansión, y me digas las fechas
que se le cumple el año a todos. No sé si Sarah tenía eso en un pendrive o en
su laptop. No sé donde están y los necesito, pues tengo algo urgente que hacer
en mi CP. Pero.. ¿Podrías hacerlo tú?
-Por
supuesto que puedo, eso no es difícil. ¿Te saco copias de la información? ¿O solo
hago la lista?
-La lista,
amigo.
-¿Puedo
preguntar para qué la necesitas?
-¿Recuerdas
a los hombres que vinieron esta semana?
-Claro,
los ricachones, ¡cómo los iba a olvidar!
-Bueno,
me quieren comprar el hotel.
-¿Qué??
¿En serio? ¿Y tú lo vas a vender?
-No estoy
convencido, estoy estudiando los pro y los contra, pero no te preocupes, vas a
ser el primero en saberlo. Eso sí, John, nadie puede saber nada de esto, solo
es una idea, ¿okey?
-No te
preocupes, sobra que me digas que no lo diga. Bien sabes que no soy muy
comunicativo que digamos y…. ¿Sabes algo, amigo? No sé por qué, pero desde hace
unos días lo venía pensando, tu matrimonio cambia muchas cosas.
-Es
cierto, aunque te digo que Ava no sabe nada. Ella sería la más sorprendida, por
no decir la más feliz.
-Ja, ja, ja,
ja me imagino. Y unas cuantas mujeres llorarían con esta decisión, lo sabes ¿no?
-Me
importa una mierda, John, tú sabes que nunca me interesé en ninguna, y ahora
menos. ¿Crees que voy a serle infiel a mi Ava? Ni loco, amigo, no me nace,
estoy loco por mi mujer...Y de paso, cada quien tiene su vida.
-Claro
que sí y me alegro, porque Ava es una buena muchacha y se merece toda la
felicidad del mundo.
-Te cae
bien mi Ava, me alegro.
-Claro
que me cae y muy bien, me gusta su franqueza.
-Oye sí,
no filtra nada.
-Eso es
lo mejor. Bueno, me pongo en eso, ya vengo.
-Perfecto.
Ah, por favor, diles que me envíen un café como a mí me gusta. Y gracias, amigo
-A lo que John sale, prendo la computadora y el primer sitio que abro es la tienda
“Harrods” el departamento de bebés, quiero ver lo que tienen. Cuando abre la página
y comienzo a ver todo se me cae la baba, ¡qué cosas tan bellas! ¿Lo del primer
día? No sabía que se les compraba algo especial para salir el primer día. Perfecto,
mi hijo va a tener lo más bello que halla. En ese momento, recuerdo a mi Ava y
le paso un mensaje.
-¿Te
encuentras bien? -me responde de inmediato.
-Mejor.
-Me siento más tranquilo y sigo en mi faena de buscar y encargar la ropa de mi
bebé. Más adelante contacto a Zoe a ver qué me aconseja ella. Así llevo más o
menos 30 minutos hasta que aparece John.
-Aquí
tienes, Jesse. Te los puse en orden, hay muchos que se les vence el mismo día.
Sobre todo mujeres, como que vivieron en patota a la mansión.
-Perfecto,
muy conveniente. -Sin darme cuenta, John se coloca a mi lado, extendiendo los
papeles y yo estoy idiotizado viendo tantas cosas hermosas para los bebés y con
mi sonrisa de oreja a oreja.
-¡Coño!
Se subió el gato a la batea, cabrón, ja, ja, ja, ja, no me digas que la cigüeña
va a hacer visita.
-Sí,
grandote, voy a ser papá. Amigo, estoy feliz, no te imaginas el alcance de mis
sentimientos en estos momentos -me levanto. El grandote me da un abrazo, golpeando
fuerte mi espalda. Duele… Uff… pero no importa.
-¡Felicitaciones,
cabrón, te lo mereces! Tú más que nadie sabe lo que se siente tener ese
sentimiento. Pero esta vez es diferente.
-Muy
diferente, amigo... Me siento henchido de amor, y solo quiero decirle a todo el
mundo. Gracias por la felicitación. Tú mejor que nadie sabe por lo que he
pasado.
-Lo sé.
Te imagino un pelín más loco, ja, ja, ja. -Suelta su risa atronadora-. Bueno,
te dejo, voy a hablar algo en la cocina, si me necesitas…
-Sí, John,
si puedes me vas a buscar a Ava a su trabajo, quiero que cene conmigo, se está
sintiendo mal y casi no quiere comer. Tengo que vigilar eso.
-Claro
que sí, Jesse. ¿Me avisas?
-Sí, ya
le paso un mensaje, invitándola a cenar. Se va a llevar una sorpresa.
-¿Cual
será?
-Mandé
una grúa a buscar el mini coche de ella, no quiero que lo maneje mas, es muy
pequeño e inseguro.
-Se va a
molestar.
-Lo sé,
pero ya le compré la camioneta, y si es posible se busca y se la lleva a su
trabajo, por mí que no maneje mientras esté embarazada.
-¡Diablos,
Jesse! Déjala respirar, no la cabrees.
-Uf, como
que ya la conoces ¿no? -Me rio.
-Creo que
la conozco, pero es que tú la quisieras en una jaula de oro, amigo, y a Ava no
la puedes amarrar así, eso escríbelo.
-Lo sé,
créeme que lo sé. Anda, yo te aviso, aun falta para que salga de su trabajo.
-Okey, me
avisas.
-Bien.
En cuanto
John sale, ordeno unas cuantas facturas, contesto algunos mensajes y firmo unos
documentos. Ya está arreglado el pago de mis empleados. Luego, sigo navegando y
contacto a Zoe. De antemano se puso feliz, claro que si, la comisión debe ser
fabulosa. Le paso lo que me ha gustado y me dijo que le dejara eso en sus
manos, que ella me enviaría todas las imágenes de lo escogido y así daba el
visto bueno. Perfecto, así quedamos. Me comunico con el grandote y le digo que
salga a buscar a Ava, pues ya se acerca la hora de su salida.
¡Diablos!
Aún me falta bastante trabajo, me idioticé en la computadora.
-Todavía
estoy en la mansión. ¿Vienes? Comeremos filete. -La tiento, sé que le encanta.
Me
responde con rapidez.
-Voy para
allá. Besos.
¿Cuál
será su reacción con respecto a su carro? Ya veremos, por ahora voy a revisar
la nueva habitación antes de que Ava llegue. A lo que entro me da la sensación
de las mil y una noche, quedó todo precioso, mi mujer tiene un gusto excelente.
Salgo y me dirijo hacia el bar y allí están mis amigos con Kate. Me alegro por
Sam, se ve contento, sé lo que se siente.
-¡Hey,
amigos! ¿Cómo están?
-Bien,
Jesse, y tu… esa cara. ¿Qué sucede? ¿Esa felicidad a qué se debe? Tu cara
resplandece -me dice Drew.
-Les tengo
una noticia… ¡Adivinen! -se quedan mudos-. ¡Voy a ser papa! -Se los digo con
una sonrisa que no me cabe en el rostro.
-¡Tremenda
noticia, te felicito! -De inmediato, se levanta y me da un fuerte abrazo.
-Gracias.
-Miro a Kate y ella me mira con burla.
-¿Que…??
-Nada,
amigo, te felicito, aunque yo ya lo sabía –y me planta un beso en la mejilla,
me abraza con cariño. Kate me cae muy bien.
-Me lo
imaginé.
-Bro,
felicitaciones, sé que debes estar feliz -me da un fuerte abrazo-. Se hizo
realidad tu sueño, amigo. ¿Y Ava, cómo se siente?
-Un poco
mal, creo que eso es normal en un embarazo, pero no me gusta verla así, tengo
que hablar con su doctora.
-Eso solo
dura tres meses -me dice Kate.
-No
quiero que se sienta mal ni un día, si sigue así buscaré un remedio.
-Bueno,
amigo, estoy seguro que se le pasará. Deseo que todo les salga muy bien. Me
hubiera gustado ver tu cara cuando te lo dijeron, ja, ja, ja.
-Gracias,
amigo, y sí puse cara de idiota y hasta llore y todo… Estoy que no quepo en mi
cuerpo. -Cuando miro alrededor algunos hombres y algunas mujeres nos están
mirando con cara de sorpresa. Las mujeres pareciera que se han chupado un
limón, no se me acercan, no debe haberles gustado mucho la noticia y la verdad,
me importa una soberana mierda. Mario, en cambio, sí me mira con una sonrisa.
-Felicitaciones,
señor Ward. ¿Cómo está la señora Ava?
-Ya la
vas a ver, Mario, viene a cenar aquí.
-Me
alegro, la señora me cae muy bien.
-Lo sé. Bueno,
amigos, voy un momento a mi despacho, ya Ava debe estar por llegar.
-Nos
vemos ahora, amigo. Y de nuevo, ¡felicitaciones!
-Gracias,
nos vemos en un rato. -Me dirijo a mi despacho y miro mi escritorio, aun me
faltan algunas facturas por organizar. Me estoy preparando para continuar cuando
tocan la puerta. ¿Quién será?-. Adelante. -Es Steve, me mira con cara de perro
regañado, quiero caerle a coñazos, pero sé que Ava se lo pidió, así que su
culpa disminuye-. Adelante, Steve -Lo miro con ganas de matarlo, no puedo
evitarlo.
-Jesse,
yo… Te quiero pedir disculpas… por… lo sucedido con tu esposa, estuve un buen
tiempo mal, he tenido muchos problemas en mi casa y en el trabajo, y venía a
este lugar. Luego, me ponía a beber y sé que me pasé en varias ocasiones…
Aunque sé también que eso no me disculpa.
-Ese día
te estaba sacando de la mansión, Steve, y luego hiciste lo que hiciste. Te juro
que si no es por Ava te muelo a golpes. ¡Quería matarte! Le debes tu vida a mi
esposa y tú sabes que me sabía a mierda que seas policía. Tocaste lo más sagrado
que tengo.
-Lo sé,
Jesse, ahora lo sé. ¡Perdóname! Lo siento mucho, perdóname, por favor. Había
escuchado el rumor de que estabas enamorado, pero aun no conocía a tu esposa. Las
mujeres hablaban con rabia de Ava y decían que ya se te pasaría. Ese día bebí
mucho, por eso metí la pata hasta el fondo y cometí esa terrible… bestialidad.
-Como sea,
Steve, a una mujer no se golpea, a no ser que sea una masoquista, que se supone
que les gusta y aquí sobran las de ese tipo. En fin, no quiero hablar más de
esto, Ava no te guarda resentimiento. Luego, me dijo que ella te lo había
pedido y… Bueno, ya esta, ya murió ese tema, puede ser que te necesite más
adelante.
-Para lo
que necesites, Jesse, solo llámame. Estoy a tus órdenes.
-Bien, ya
está, puedes irte.
-Bien,
hasta luego, Jesse. –Se va, es mejor así, pero dudo que vuelva a ver a Steve
con alguna simpatía. No quiero seguir cometiendo errores que puedan empañar mi
felicidad. Ahora a seguir trabajando, tengo que dejar todo en orden, Ava quiere
ver a sus padres, la voy a complacer y para eso debo dejar todo organizado. Me
tiro al suelo con el resto de los papeles, así es más fácil. No sé cómo, coño,
hacía esto Sarah, y eso que soy organizado... Pero con los papeles no lo he
sido. ¡Uf! De pronto, se abre la puerta, levanto la vista y sonrío. Me alegró
el día, es mi Ava, mi adorada esposa.
-Hola.
-Aquí
está mi bella mujer -me pongo de rodillas, le abro los brazos-. Ven aquí. Te
necesito. -Ella se acerca despacio.
-¿Me
necesitas o lo que necesitas es que me ocupe de todos estos papeles?
La abrazo
con todo mi amor.
-Las dos
cosas. -Se sienta entre mis muslos y apoya su espalda en mí, mientras la rodeo
con mis brazos y hundo mi cara en su pelo. Inspiro con fuerza, huele exquisito-.
¿Cómo te encuentras?
-Mejor.
-Me alegro.
Lo paso fatal cuando no estás bien.
-Entonces,
no deberías haberme dejado embarazada a traición -me habla con resentimiento y
cortante, le doy un rodillazo suave en las costillas-. He visto a Steve.
-Mmmm… -Le
muerdo la oreja.
-¿Le has preguntado si prefería que lo enterraran o
que lo incineraran? -Le doy otro rodillazo.
-En realidad, le he ofrecido una rama de olivo. El
sarcasmo no te pega, señorita.
-¿Qué te ha hecho ser tan razonable?
-Yo siempre soy razonable. Eres tú, mi bella mujer, la
que no lo es.
-¿Qué tiene de razonable encargar que me roben el
coche? ¿Y cómo lo has hecho si no tienes la llave?
-Con una
grúa -Y no le digo más. Ella toma unos papeles, no quiere discutir-. ¿Qué tal
tu día? -le pregunto.
-Productivo.
¿Nos ponemos con esto? No es de mi agrado, pero no hay más remedio, hay que
organizar todo.
Pasamos
una hora organizando muchos papeles, recibos, contratos y facturas. Luego,
cuando estamos terminando, me siento frente a mi computador. ¿Pañales
ecológicos?... Esos coches están hermosos, cuántas cosas… De repente, siento
que Ava se me acerca, por lo que apago la pantalla rápidamente.
-¿Cenamos?
-Me levanto, pero ella a traición, prende la pantalla y mira todo con cara de
asombro. Levanta la vista perpleja, pero no se ve molesta, yo solo me encojo de
hombros, algo avergonzado-. Solo estaba investigando un poco. -Agacho la cabeza
y comienzo a arañar la moqueta con mis zapatos, pero al cabo de un momento, tengo
a Ava encima, abrazándome con mucha efusividad, parece que la conmovió lo que
estaba haciendo, porque se puso muy cariñosa.
-Sé que
estás muy emocionado, pero ¿podríamos esperar un poco más para contarlo?
-Quiero
gritarlo a los cuatro vientos –protesto-. Quiero contárselo a todo el mundo.
-Ya lo sé,
pero solo estoy embarazada de unas pocas semanas. Trae mala suerte. Las mujeres
suelen esperar hasta la primera ecografía, por lo menos.
-¿Cuándo
será eso? La pago yo. Te la haremos mañana mismo.
Ava se
ríe.
-Es
demasiado pronto para una ecografía. Además, de eso se encarga el hospital.
-¡¡¿Qué?!!
¡¿Hospital?! ¡¡Ni loco!! ¡No vas a tener a mi bebé en un hospital de la
seguridad social!
-Creo…
-No, Ava.
No admito discusión y punto -le hablo muy en serio-. ¿Para qué coño tengo
dinero? De ninguna manera.
-¿Qué
crees que van a hacer?
-No lo sé,
pero no pienso averiguarlo. -La tomo de la mano y la conduzco hacia la puerta
de mi oficina.
-Los dos
pagamos impuestos. Es un privilegio tener un sistema nacional de salud.
Deberías estar agradecido.
-Lo
estoy, es maravilloso, pero no vamos a hacer uso de él. Punto.
-Neurótico
-me dice y sonríe. Le devuelvo la sonrisa.
-Más o
menos. Me gusta ese vestido.
-Gracias.
-Ven,
quiero enseñarte algo. -Abro la puerta y la tomo por la cintura.
-¿Qué es?
-Me acerco a su cara, la miro, pero le hablo al oído.
-Ahora
veras.
Pasamos
por el salón de verano, el cual está lleno de socios y socias de la mansión, a
quienes saludo con una inclinación de cabeza. Subimos las escaleras y vamos
hacia la ampliación.
Abro la
puerta de la ultima sala, amo esta habitación, porque aquí fue donde le hice la
encerrona a Ava. La diferencia es que ahora está bellamente decorada, casi
exacta al boceto que la propia Ava hizo para él. Aquí todo es exquisito, parece
una recámara de las mil y una noches. Ava se queda paralizada, observando todo
el conjunto, el cómo se captó cada detalle. Tiene una enorme cama, tal y como
se la pedí. Las sabanas son se satín dorado y les pedí que se bordaran unas
hermosas calas negras. En las ventanas, las cortinas son del mismo material en
dorado, se ven lujoso, y el piso tiene una preciosa alfombra mullida, suave,
todo quedó perfecto.
Se vuelve
y me mira.
-¿Lo has
hecho tú? -Cierro la puerta.
-Le di
los dibujos a alguien y le dije que los hiciera realidad. ¿Se acerca?
-Mucho.
¿Cuándo?
-Eso da
igual. Lo que importa es que te gusta. -Me siento nervioso, me gustaría saber
lo que piensa.
-Es
perfecta. -Me relajo de inmediato
-Es
nuestra.
-Nadie ha
estado ni estará en esta habitación porque es nuestra. Si estoy trabajando y
estás aquí conmigo, a lo mejor te apetece dormir o descansar un rato.
-¿Quieres
decir que cuando se me hinchen los tobillos o esté adolorida y agotada por el
peso del bebé podré utilizarla?
¡Diablos!
Ya sé por dónde van sus pensamientos.
-Lo que
quiero decir es que estará aquí para cuando la necesitemos -le hablo en voz
baja. Ella mira a su alrededor y mira fijamente la cruz. Veo que se voltea
despacio y me mira, no se le ve ninguna reacción extraña.
-¿Por qué
está eso aquí?
-Porque
yo lo pedí. -Me meto las manos en mis bolsillos, abro mis piernas y la miro
fijamente.
-¿Por qué?
-Creo que
puede… ayudar. -Quiero hacerle el amor, pero con algunos cambios, muero por
hacerlo. Por extraño que parezca es algo que nunca quise hacer con nadie, no me
provocó, pero con mi mujer… lo adoraría. Espero que ella quiera también. Me
muerdo mi labio, siempre hago eso cuando estoy nervioso.
-¿Con que
necesitamos ayuda? -Sospecha mis intenciones y creo que lo desea. Así que me
acerco muy lentamente.
-Lo
quieres salvaje -le hablo en voz baja e íntima-, y no me siento cómodo sabiendo
que llevas mi bebé en el vientre. -Me voy quitando mis zapatos y las medias. Luego,
deslizo mi chaqueta por los hombros y la dejo sobre la cama-. Le he dado muchas
vueltas y he inventado el polvo de compromiso.
Ava se
tensa un poco y retrocede, su cabecita va a cien por hora.
-No lo
entiendo.
Tiro de
mi corbata, aflojándola, y me desabrocho los botones de mi camisa.
-Ya lo
entenderás. -No me desabrocho totalmente la camisa y cruzo la habitación, busco
en el armario y saco lo que necesito. Luego, pongo la música que ya había
seleccionado con anticipación, la cual se oye en toda la habitación, pero de
manera muy agradable.
-¿Qué es
eso? -me pregunta, mientras me voy acercando a ella.
-”Sexual
del Afterlife Mix de Amber” -le hablo con mucha ternura-. Muy apropiado, ¿no te
parece? -No me responde, solo me mira, ya esta excitada, pero algo nerviosa-. No
tiene que ser siempre sexo duro, Ava. Mando yo, sin importar de qué modo
prefiera hacerte mía. -La voy empujando hacia la cruz-. Además, lo que te gusta
no es el sexo duro, es que te haga mía sin titubeos -le hablo con total
seguridad. Eso me encanta de ella, el cómo se rinde a mí en el plano sexual, el
cómo me corresponde, tengo tremenda mujer.
-¿No vas
a volver a echarme un polvo de entrar en razón? -me pregunta con voz tímida. Sonrío,
hasta esto me encanta, que acepte todas mis maneras de hacerla mía.
-¿Vas a
volver a llevarme la contraria?
-Es
probable -susurra.
-Entonces,
no me cabe duda, mi querida seductora, de que lo haré. -Con un dedo le levanto
la barbilla, levantándole la cabeza-. Si quiero follarte a lo bestia y hacerte
gritar, lo haré. Si quiero hacerte el amor y hacerte ronronear, lo haré. -Mientras
le hablo la beso con mucha dulzura, ella cierra los ojos-. Si quiero atarte a
esa cruz, lo haré -dirijo mis manos por su espalda y bajo la cremallera de su
vestido. Lo voy bajando y me agacho para poder sacárselo. Cuando voy en ascenso
por su cuerpo me deleito, besándolo. Tomo su mano y beso su anillo de boda-. Eres
mía, así que haré contigo lo que me plazca.
Se queda
muy quieta, entregada al momento… y a mí, estoy extasiado y mas enamorado que
nunca viéndola así. Adoro a mi mujer.
Le quito
el sujetador, le levanto el brazo y con la mano, ella toca el grillete dorado.
La cierro sobre su muñeca y la beso antes de guiar su otra mano al otro
grillete.
-Nena,
mírame -le acaricio la mejilla. Ella abre sus ojos, la miro borracho de amor,
extasiado, loco-. Dime que nunca antes habías hecho esto. -Deslizo mi mano por
su nuca y tiro más de ella, pegando su cara a la mía, sin llegar a tocarla.
-Nunca.
Y mi boca
cubre la suya con ternura cuando cierra los ojos. Ya está relajada, por lo que
introduzco mi lengua, la lamo, nuestras lenguas bailan a su propio ritmo,
efervescentes, ansiosas. En este momento, solo siento el más inmenso amor. La
sigo besando con delicadeza, adorándola, consintiéndola como si fuera de
cristal, esto es perfecto, ella es perfecta. Luego, mis labios los llevo hacia
su oreja. Paso mi lengua por el borde del lóbulo, ella acerca más su mejilla,
buscando profundidad, luego me aparto.
-Abre los
ojos nena. -Comienzo a desvestirme frente a ella, sé que le gusta, sé que la
excita, la miro y veo cómo me mira cada parte de mi cuerpo. Empiezo a sentir un
hormigueo, qué sensación tan placentera, Dios, y solo ella lo logra con tan
solo mirarme. Me quito el cinturón y me bajo los pantalones. Me pongo frente a
ella completamente desnudo. Al observarme, veo que le entra un poco de
angustia, sé lo que está sintiendo, ansiedad por tocarme. De inmediato, me pego
a ella, mirándola a los ojos-. Deja que la música te envuelva, Ava. Contrólalo.
-Sé que lo está intentando, pero es difícil. En ese momento, viene a mí el
recuerdo del día en que Ava me esposó a la cama, fue horrible, ella debe estar
sintiendo eso.
-No puedo
–lo dice sin vergüenza.
Ya sé cómo
la voy a ir calmando. Tomo sus manos echas un puño entre las mías. Ella las va
abriendo en silencio y yo deslizo mis dedos por sus brazos. Siento cómo se
eriza hasta que llego a sus pechos y tomo sus hermosos senos con ambas manos.
Cierra sus ojos y le acerco mi boca. Tomo uno de sus senos entre mi boca,
ansioso, chupo, lamo… Beso su pezón y vuelvo a empezar. Ella echa la cabeza
hacia atrás en completo éxtasis. Luego, tomo uno de sus pezones entre mis
dientes y la muerdo, pero no muy fuerte, aunque sí la hago gritar. No la
suelto, solo la miro y con mi mirada le digo que aguante. No me dice nada, está
bloqueando el dolor, le sonrío con su pezón aun entre mis dientes. La suelto y luego
se lo chupo para calmarle el dolor.
Mi
hermosa mujer está aprendiendo a controlarlo. Voy bajándole sus bragas, le doy
un golpecito en su tobillo para sacárselas. Luego, me abro camino a punta de
besos, llegando entre sus pechos y su garganta. Vuelvo a sus labios y le cojo
con delicadeza su delicioso coño y muy lentamente le penetro dos dedos. Ella
jadea.
-Chssss
-le susurro-. Disfrútalo, Ava. Siente cada pizca de placer que te regalo. -Saco
los dedos y vuelvo a meterlos. Empujo hacia arriba, hasta el fondo. Siento como
su vagina se aferra a mis dedos, es impresionante, no me aguanto, los saco y
acomodo mi ansiosa polla en su clítoris. Me siento frenético, tengo que
controlarme. Le refriego mi pene erecto y resbaladizo por todo su sexo, levanto
la cabeza y respiro desesperado en su cara. Nos miramos fijamente con total y
absoluta adoración. Le acerco mi boca y la beso. Es un beso pasional, cargado
de deseo y devoción.
Esta vez
gemimos los dos, quedándonos sin aliento, cuando nos tiemblan las rodillas.
-¿Aguantan
bien tus brazos? -le digo en su boca.
-Sí.
-¿Estás
lista para que te posea? Dime que estás lista.
-Estoy
lista. -Me encorvo y me quedo quieto en la entrada a mi paraíso personal.
Suelto sus labios.
-Abre los
ojos para que te vea, nena. -Me obedece y poco a poco voy deslizándome hacia su
interior, sin prisa.
-¡Dios!
-dice sin dejar de mirarme.
Niego con
la cabeza, es demasiado buena. Paso los brazos por debajo de su culo y la
coloco a la altura de mis caderas. Cojo impulso y arremeto hacia delante,
gimiendo. Acerco mi boca y le muerdo la garganta. Ella ladea su cabeza para
darme espacio, mientras lamo su cuello. Luego, termino besando su oreja.
-Yo marco
el ritmo y tú me sigues. -Toma mi boca y me besa con adoración, mientras entro
y salgo, controlándome.
Meto y
saco, meto y saco… esto es felicidad. En este momento, solo existimos ella y yo,
más nadie, al tiempo que la música nos transporta a otro nivel. Sigo moviendo y
balanceando mis caderas, la lleno, la siento, este es un amor muy fuerte,
demasiado intenso.
-Vas a
correrte -me dice Ava.
-Aun no.
Sigo con
mi ritmo, disfrutándola, la miro, ya está a punto de alcanzar el placer. Me
besa, provocándome, lo acepto encantado cuando nuestras bocas también marcan su
ritmo. Mis dedos se clavan en su precioso culo y la levanto un poco, más alto,
así la penetro más profundamente. Le llego hasta el fondo y grito en su boca,
ella toma refugio en mi cuello. Jesús, María y José… La embisto con una última
estocada.
-¡Jesse!
-Me clava los dientes en mi hombro. Yo arqueo mi espalda, grito y me corro con
mucha fuerza, veo todo nublado y entierro mi cara en su cuello. Fue increíble,
con todos los polvos maravillosos que hemos tenido, éste ha sido el mejor polvo
de mi vida, porque estábamos llenos del más absoluto amor.
-Ha sido
perfecto -me susurra al oído mi mujer y ya más relajada. Sé que quiere
abrazarme, me afano en soltarla de los grilletes y como puede pasa sus brazos
por mis hombros. Me abraza con mucho amor, con todo su ser, y sus muslos también
me aprietan con fuerza. Apoya su mejilla en mi hombro y la llevo hacia la cama,
estamos muy sudados. Las sabanas se sienten deliciosas, el satín está frío, es
muy agradable, y para no caerle encima con todo mi cuerpo me apoyo en mis codos.
-¿Te
gusta nuestra habitación? -le pregunto con mi cara metida entre su pelo.
-Le falta
una cuna. Ya sabes, para cuando traigamos al bebé aquí. -Me quedo inmóvil al imaginarlo.
La verdad, no me gustó esa idea. Qué extraño.
Me
levanto de encima de ella y me tumbo a su lado, apoyo mi cabeza en mi mano y el
codo en la cama. Dibujo círculos alrededor de su ombligo.
-El
sarcasmo no te pega, señorita. -Ella pone cara de que no rompe un plato, sé que
lo dijo con intención, pero… en realidad, es de pensarlo, no imagino a mi bebé aquí.
-Una cosa
-y voy bajando con mis dedos por su cuerpo, llegando a su vientre-, tienes
barriga.
-¡No seas
tonto! ¡Si acabo de quedarme embarazada!
-No soy
tonto -le replico, acariciándole el vientre con la palma de mi mano-. Es muy
pequeña, pero está ahí -Me agacho y le beso su barriga-. Conozco este cuerpo y
sé que está cambiando. -Se queda callada-. ¿Lo ves, cacahuate? Tu madre está
aprendiendo a aceptar quien manda aquí.
-¡Nada de
cacahuate! -Levanta la cabeza y me echa malos ojos. Le sonrío-. Ya puedes ir
pensando en otro nombre. No vas a llamar a nuestro bebé igual que esa cosa
asquerosa con la que estás obsesionado y engulles a diario.
-Estoy
obsesionado contigo y también te devoro a diario, pero no puedo llamar al bebé “pequeña
seductora desobediente”.
-No, eso
no estaría bien, pero podrías llamarlo “nena”. -Se ríe.
Me levanto
de un salto y me siento sobre sus caderas, quedando algo elevado. Le sujeto las
manos junto a su cabeza, trato de no apoyarme en su vientre.
-Lo
llamaremos cacahuate.
-Jamás.
-¿Te echo
un polvo de entrar en razón?
-Sí, por
favor -me dice la muy sinvergüenza con una enorme sonrisa. Me río y le doy un
beso fugaz.
-El
embarazo te está convirtiendo en un monstruo. Vamos. Mi mujer y el cacahuate
deben de tener hambre.
-Tu mujer
y el bebé tienen mucha hambre.
Me siento
pletórico al escucharla decir eso. Nos lavamos y luego visto a Ava antes de
empezar a hacerlo yo, y cuando comienzo a hacerlo, ella me aparta las manos y
toma mi lugar, me abrocha los botones al tiempo que la miro en silencio. Luego,
me mete la camisa por dentro del pantalón y se toma su tiempo. La dejo hacer
esto, me relaja y me encanta.
-¿Cinturón?
-Me agacho y lo recojo, luego se lo entrego. Sonrío divertido, porque me
devuelve la sonrisa. Comienza a pasar el cinturón por las trabillas y finalmente
me lo abrocha-. Ya estás.
-No -le
digo, señalándole los zapatos-. Si vas a hacer algo, hazlo bien.
Hace que
me siente en el borde de la cama y ella se arrodilla delante de mí para
comenzar a ponerme las medias.
-¿Está
bien así, mi señor? -Y me jala del vello de la espinilla. ¡Coño, duele!
-¡Joder!
-Me froto la espinilla-. Eso sobraba…
-No seas
descarado -me dice cortante, dejándome los zapatos junto a mis pies para
levantarse, los cuales me calzo y me levanto. Recojo la chaqueta, me meto la corbata
en el bolsillo y no dejo de mirarla, serio.
-Eres un
monstruo.
Me sonríe
con dulzura y me desarma.
-¿Listo?
-Asiento y le tomo su mano para conducirla al bar para cenar.
El que me
diga que estos momentos no son de felicidad, le diré que está loco. Amo cada
segundo que paso al lado de mi esposa, me llena en todos los sentidos, me
complementa, y lo que más amo es ver todos y cada uno de sus días de su
embarazo, porque voy a disfrutarlos como nadie.
Quien me
iba a decir que estaría viviendo todo esto. Nunca me voy a arrepentir de todo
lo que he hecho. Quizá, nadie me entienda, pero sentirse uno toda la vida seco,
árido en su interior, te deja un gran vacío. Eso me pasaba todo el tiempo, pero
ahora no, porque ahora estoy viviendo y sueño con el día que tenga entre mis
brazos a nuestro bebé.
De ahora
en adelante, voy a dar las gracias a Dios todos los días por este gran milagro
en mi vida llamado “Ava O’shea”, quien con sus defectos y sus virtudes siempre
logra hacerme feliz.
CONTINUARÁ…
**Por Fanny Rebellón.
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