viernes, 2 de septiembre de 2016

Loco Amor (Obsesión) / Capítulo 3




Loco Amor (Obsesión)
Fanfic trilogía “Mi Hombre”
Historia original de Jodi Ellen Malpas. 
          
CAPITULO 3


Me despierto dando un brinco, volteo y la veo a mi lado. La paz me inunda, pensé que había sido un sueño. La miro llenándome de ella, se ve tan joven, me tiene cautivado. Quiero tocarla, puedo hacer lo que ella quiera, tengo un sentimiento de propiedad con ella, pero esto va mucho más allá de todo eso porque es una fusión de nuestras almas. Me hace sentir vivo, siento que puedo enfrentar cualquier cosa.
Pienso en días atrás cuando no la conocía… Bendita sea Ava por existir.
Me levanto y voy al gimnasio, no quiero salir y dejarla sola. Al rato, suena mi móvil, lo veo y es John.
-Buenos días John, ¿cómo has estado?
-Bien, Jesse, gracias. Disculpa que te llame tan temprano, pero debes venir, amigo. Los abogados están aquí, debes firmar algo, y en eso no te podemos ayudar.
-Claro. Me ducho, me visto y salgo para allá. Pero grandote, te voy a pedir un favor.
-Por supuesto, dime.
-¿Puedes venir y llevar a Ava al trabajo? Está sin su carro y yo no puedo esperarla.
-Tranquilo, no pasa nada. Yo la busco, dime la hora.
-Vente antes de las 8. ¿Te parece? Haz que atiendan con un buen desayuno a los abogados, así me das tiempo para llegar.
-Okay. Ya sé a quienes voy a poner a servirle. Bueno, amigo, nos hablamos.
Salgo de inmediato del gimnasio, y subo, pero antes de entrar al baño le doy una miradita a Ava, aún está profundamente dormida. Sonrío y entro al baño. Me ducho, me  afeito y salgo rápidamente, me dirijo al closet  y procedo a vestirme. Ya estoy listo. Bajo a preparar café, es lo único que sé hacer. Al comienzo me sabia a barro, pero ya aprendí gracias a mi viejita que me enseñó y ahora me queda muy bueno. Cuando lo estoy bebiendo, veo bajar a mi Ava, casi se me sale el corazón porque está como Dios la trajo al mundo, más el cabello alborotado. Dios, se ve sexy a rabiar. Esto sí es un buen día, joder.
-Buenos días -le digo, y me voy acercando a ella. Mientras lo hago, Ava me escanea de arriba hacia abajo y suspira. Le gusta lo que ve.
-Bu… Buenos días -Aún se ve adormilada. La tomo por la cintura, la levanto y la acerco a mí.
-¿Has dormido bien? -le pregunto, rozando sus labios.
-Mmmm
-¿Ves? Por eso te quiero aquí mañana, tarde y noche.
-¿Por qué?
La siento en mis rodillas y me aparto un poco para verla bien. Me paso mi mano lastimada por mi barbilla y sonrío, mirándola de arriba a abajo.
-¡Joder! -Al parecer, no recordaba que estaba desnuda. Intenta levantarse, pero no la dejo hacerlo y la tomo por la cintura con mi brazo, la levanto del suelo.
-¡Cuidado con esa boca! -Me dirijo a la cocina y la siento sobre la isleta.
-¡Ay! -Pega un grito, ya que está frío el mármol. Me río y le separo los muslos antes de meterme en ellos.
-Quiero que bajes a desayunar así, todos los días -le digo, paseando mi dedo desde su rotula hasta la ingle. Ava se tensa
-Estas muy seguro de que voy a estar aquí todas las mañanas.
Voy pasando mi dedo por su vello púbico.
-Lo estoy porque tú aceptaste. Lo que dijiste fue… -miro hacia el techo como queriendo recordar y luego la miro nuevamente-... Ah, ya me acuerdo. Dijiste... ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Joder sí! -No me aguanto y me río, y luego como si nada meto mi dedo en su interior. Ava se tensa aún más.
-¡Fue un momento de debilidad!
Sigo con mis manos traviesas en su sexo, tengo el pulgar en su clítoris y mi palma cubre el resto de él como una ventosa.
-¿Tengo que recordártelo porque fue una buena decisión? -La beso y meto otro dedo en ella. Ya la tengo, Ava me toma por la chaqueta y gime en mis labios, me río. La conozco muy bien, se cómo convencerla. La tumbo sobre la isla de la cocina sin quitarle los ojos de encima, me desabrocho muy rápido mi cinturón y los pantalones, y luego los bóxer, ya no aguanto, tengo mi polla formando una tienda de campaña. Por lo tanto, la tomo por debajo de los muslos y tiro de ella hacia mi polla que la espera impaciente-. ¡Este es otro motivo! -Entro y salgo de ella con desespero, balanceándome.
-¡Ay Dios! ¡Jesse! -grita y se arquea, me muevo como si se fuera a acabar el mundo. ¡Qué divino!
-¡Joder eres perfecta, nena! -Entro en ella con más fuerza, Ava gime desesperada. Le agarro un seno, lo amaso entre mi mano y sigo con mi ritmo frenético-. ¿Te refresco la memoria?
No me responde, está ida de lujuria.
-Respóndeme, Ava -grito-. ¡Ahora!
-¡Sí!
-¿Vas a vivir conmigo? -La embisto más fuerte, no paro, esto es demasiado bueno.
-¡Ay, Dios! ¡Ay Dios! ¡Jesse!
-¡Responde a la puta pregunta, Ava! -La embisto meneando la cadera.
-¡Sí! -Da un chillido y explota en un deliciosos orgasmo, yo la sigo, caigo sobre ella aprisionándola contra el mármol, ambos jadeamos, sudamos. Joder, qué bueno fue esto-. Buenos días - me dice mientras levanto mi cabeza.
-Dios, no sabes cuánto te quiero.
-Lo sé, te has afeitado -me dice suspirando.
-¿Quieres que me deje la barba?
Ava me acaricia el rostro.
-No, me gusta verte la cara.
Beso su mano, me levanto y le doy otro beso en el estómago antes de salir y arreglarme  los pantalones. Ava me observa.
-Tengo que irme. Sal de mi vista antes que vuelva a poseerte -Tomo su mano y tiro de ella para levantarla, luego la beso con toda el alma-. Corre -Se queda quieta por un momento y luego comienza su camino hacia la salida de la cocina. ¡Mi Madre, qué culo tan rico! Se contonea a sabiendas de que la observo y camina lento, lánguida, sexy a rabiar, sus piernas son hermosamente contorneadas, blancas como dos pilares de ensueño, y su pequeña cintura… ¡Joder! ¿Cómo es posible que sea tan bonita?
Me quedo con las manos en mis bolsillos y mis piernas abiertas, comiéndomela con la mirada “literalmente”. De repente, Ava se detiene en el arco de la entrada y se vuelve a mirarme.
-Que tengas un buen día -Sonríe con mucha picardía y, sin más, se pasa un dedo por su sexo y se lo lleva a la boca. ¡Joder! ¡Eso es erótico! Ya quiero follármela otra vez.
-¡Qué te den, Ava!
Se ríe, da media vuelta y sube las escaleras mientras salgo de mi embelesamiento y por fin me animo a hacer algo con mi vida al tiempo que sonrío de oreja a oreja, ¡Joder, amo a esa mujer! Tengo que lograr que siempre esté a mi lado.
Al rato, veo a Clive, lo saludo y aprovecho para hablar con él.
-Clive, respecto a la mujer que vino, ni una palabra más a Ava, es un favor que te estoy pidiendo, serás muy bien recompensado.
-No se preocupe, señor Ward, usted nada más dígame qué debo hacer.
-Sencillo, Clive, cualquier mujer que venga, nunca, escúcheme muy bien, nunca debe dejar que suba a mi apartamento, ¿entendido?
-Perfectamente. ¿Y qué le digo a Ava?
-Que no sabe nada, que la mujer se fue y no dijo nada. Y quien venga a futuro me contacta a mí. ¿Okay?
-Correcto, señor Ward.
-Clive, no tengo ningún compromiso con nadie, nunca lo he tenido, solo con Ava. Ella vive aquí y es la única que entra y sale a su antojo, ¿me entendió?
-Claro y fuerte, señor.
-Bien. Te lo sabré agradecer, Clive -El hombre sonríe. Perfecto, lo ha comprendido todo-. Dentro de un instante viene mi jefe de seguridad a buscar a Ava, le avisa en cuanto la vea salir por favor.
-Como no, señor Ward. Hasta luego.
Cuando voy en camino me llama John.
-Amigo, dime.
-Ya voy para allá.
-Lo sé, Jesse, te aviso que ya estoy cerca del Lusso para buscar a Ava.
-Perfecto, gracias.
-De nada, nos hablamos más tarde.
Llamo a la floristería y encargo unas calas para Ava. Dicto la tarjeta, sonrío. ¡Listo!
Llego a la Mansión y veo a los empleados desplegados haciendo la limpieza. Todo luce impecable. Voy al área del restaurante y veo a los abogados.
-Buenos días, Jesse, me alegro que hayas llegado temprano.
-A lo malo prisa, amigos.
-Jajaja tienes razón, pero ya no tienes problemas, ahora tú tienes el mango de la sartén en tus manos, lo puedes demandar.
-No. Dejemos esto así, arreglamos lo que falta y ya, estoy seguro que al cabrón ese no le volveré a ver la cara, sabe lo que le espera, le salió el tiro por la culata, ese no querrá verme nunca más.
-Creo que tienes razón -me dice Richard, uno de los abogados-. Ahora debes arreglar los dos permisos que están por vencer.
-Ya lo sé, estoy sobre eso. Vamos a mi oficina, por favor. ¿Ya terminaron de desayunar?
-Claro, amigo, todo delicioso, y sobre todo la atención especial que recibimos.
-Me alegro que les haya gustado, vamos entonces.
Pasadas dos horas hablamos, firmo lo que tenía que firmar y salgo de ese embrollo. Ya estoy solo en mi oficina pensando en Ava. Decido llamar a la floristería para preguntar si ya enviaron las flores que pedí, y si pusieron el mensaje que les dicté.

“Eres una salvaje y una calienta braguetas, me vuelves loco.
Te quiero.
Besos.
J.”

Me imagino el pensar de la gente de la floristería. Sonrío. En ese momento, me entra un mensaje, es Ava.

“Lo sé. Las flores son preciosas. Gracias por llevarme al trabajo.
Besos.
A.”

Sonrío, y en ese momento entra Sarah, me dice que viene a buscar dos  carpetas, se las entrego y sale. Qué raro, está extraña. Bueno, es su problema. Salgo de la oficina y camino por la mansión, todo se ve en orden, no hay nadie, es muy temprano aún. Estoy loco por dejar el pelero y salir a buscar a Ava. Me decido y la llamo.
-Hola -me saluda mientras suspiro.
-¡Dios! ¡Cuánto te echo de menos!
-¿Por qué has enviado a John a recogerme?
-Porque no tenías tu coche -le digo con voz impaciente.
-¿Por qué no me has llevado tú a trabajar?
-¿Te habría gustado más?
-Pues claro, pero no era necesario. ¿Dónde estás?
-En la mansión, todo bajo control, aquí no hago falta. ¿A ti te hago falta?
-Siempre -me responde y me siento satisfecho.
-¿Y ahora?
-Jesse, estoy trabajando.
-Lo sé. ¿Qué estás haciendo ahora, nena?
-Voy a visitar un cliente, acabo de llegar, así que tengo que colgar.
-Ah, vale -Coño, ya estoy triste de nuevo, tengo que controlarme, se puede fastidiar.
-Esta noche duermo en tu casa.
Sonrío.
-Eso espero. ¡Vives allí!
-Te veo luego.
-¿A qué hora?
-Más o menos a las seis.
-Más o menos -repito-. ¡Te quiero, nena!
-Lo sé -y cuelga. Joder, espero hasta las 5.30 y me voy, no aguanto más.
Salgo por fin y ya voy llegando al Lusso, le pregunto a Clive por Ava y me informa que ya llego, que él le entregó la llave que le dejé y me dice que Ava le preguntó si yo había dicho algo de la mujer que vino a buscarme. Lo sabía, a Ava no se le sale eso de su cabecita. ¡Diablos! Le doy las gracias a Clive, sé que esto me va a costar, pero no importa. Entro en el ascensor y por fin llego a mi casa. Cuando pongo un pie dentro, Ava está en la cocina. La contemplo lo que parece ser una eternidad, estoy sudando por el estrés, es  la falta de bebida. No importa, cualquier cosa por tenerla, ella vale todos los sacrificios.
-¿Te encuentras bien?
Solo la miro, me acerco lentamente, la pongo de pie, me agacho y tomo el bajo de su vestido y lo subo hasta su cintura. La agarro por las nalgas y así hago que me rodee con sus piernas, entierro mi cara en su pelo, y salgo de allí. Llego a la habitación y caigo suavemente con ella debajo de mí a la cama, la cubro como un manto, solo así me siento pleno. Estamos así un buen rato.
-Dime cuántos años tienes.
Ahí está de nuevo, ya me había calmado, pero voy a seguirle el juego.
-32
-Dímelo.
-¿Acaso importa?
-No, pero me gustaría que me lo dijeras. No sé ninguna de las cosas básicas de ti.
Acaricio su cuello con mi nariz.
-Sabes que te quiero.
-¿Que tal tu día?
-Ha sido un no parar, pero muy productivo.
-Tienes que dejar de mandarme flores a la oficina.
La miro algo molesto.
-No. Báñate conmigo.
-Vale.
La levanto, no sin antes estamparle un beso en los labios.
-Tu quédate aquí, yo preparo el baño -Salto de la cama y me quito la chaqueta. Voy al baño a preparar la bañera con agua tibia y sales aromáticas, una delicia, y más con mi Ava dentro de ella. Regreso al cuarto y veo que Ava se acomoda boca arriba y me mira con deseo, hago como que no la veo, me aflojo la corbata y la tiro al diván, luego me desabrocho la camisa pero no me la quito, después me agacho a quitarme los calcetines y camino descalzo por la habitación. Ava me come con sus ojos, la siento en mí, percibo su deseo-. ¿Disfrutando de las vistas? -le pregunto, mirándola ya con deseo.
-Siempre.                                                                                                              
-Siempre. Ven aquí.
 Se levanta y se quita los zapatos de tacón.
-No te quites el vestido -le hablo casi en un susurro y camina hacia mí sin retirar su mirada de la mía. Me lamo mi labio inferior, me encanta mi mujer, me excita de inmediato con una mirada, con un simple toque. La deseo, pero sobre todo la quiero con todo mi ser-. Date la vuelta -Ella obedece, pongo mis manos en sus hombros-. Me gusta mucho ese vestido -le digo al oído, Ava se estremece. Mis manos van hacia su nuca donde comienza la cremallera. Acomodo su cabello a un lado y lentamente bajo la cremallera de su vestido. Voy  con mi boca por sus hombros, Ava se eriza cuando paseo mi lengua por su cuello.
-Me encanta tu espalda -Mi boca pasa por ella y va de nuevo a parar a su oído-. Tienes la piel muy suave. -Le retiro el vestido-. Encaje -Asiente y la beso con reverencia, por ella no siento solo deseo, ella me inspira ternura, adoración, amor y una pasión infinita. Nuestras lenguas se baten a duelo, se entrelazan, tomo sus senos entre mis manos y pellizco con sumo cuidados sus pezones a través del encaje, ya están firmes para mí-. ¿Ves lo que me haces? -Le pego mi cadera contra su trasero para que vea lo empalmado que estoy por ella, le doy un beso suave-. Moriré amándote, Ava -Bajo las copas de su sujetador y las dejo expuestas, paso mis palmas por sus pezones.
-Tú y yo -susurro en su oído y llevo mi mano a su sexo. Ava reacciona moviendo sus caderas contra mi mano, ya está a millón como yo-. ¿Te pongo, Ava?
-Ya sabes que sí. -Jadea, y pego mi polla a su entrepierna.


-Acaríciame el cuello -Ava estira sus brazos hacia atrás y pone sus manos en mi nuca-. ¿Estás mojada por mí?
-Sí. -Meto mis pulgares por la banda elástica de sus bragas.
-Solo por mí. -Llevo mi lengua a su oído.
-Solo por ti -me dice rendida a mí. Me encanta verla así, la amo. Tiro su braga, rompiéndola, y la cuelgo de mi dedo índice, enseñándosela, y luego las dejo caer. Después, la  tomo por  su cadera y da un respingo, me río socarronamente y pongo mi mano en su sexo.
-¿Que hago con esto, Ava? Dímelo.
Baja una de sus manos y la pone encima de la mía, guiándola hacia el interior de sus muslos. Amo sus reacciones, es tan mujer, me hace hasta temblar. Ava sigue guiando mi mano y ya siento su sexo y lo mojada que está, luego mueve su trasero hacia mi polla embravecida, gimo y echa su cabeza hacia atrás, ofreciéndome sus labios y de inmediato los tomo y la beso con adoración. Muerde mi labio inferior y lo absorbe un poco, la miro fijamente, sigue guiando mi mano por su sexo.
-No te corras -Retira mi mano y me la pone en la boca mientras lamo mis dedos y mi palma. Sigo mirándola fijamente, los dos estamos volando en pleno éxtasis. Desabrocho su sujetador, retiro el pelo de su cara.
-Prométeme que no vas a dejarme nunca -le pido con preocupación y temor cuando ella me mira.
-No voy a dejarte nunca.
-Prométemelo.
-Te lo prometo -Toma una de mis muñecas y procede a quitarme los gemelos, quita el otro y me retira la camisa por mis hombros. Me quedo quieto, la dejo hacer, empieza a bajar mi bragueta, mete sus manos y baja mis pantalones y bóxer de una vez, roza mi culo y mi erección salta en saludo firme hacia ella, me la acaricia, y pasa su mano por mi pecho. Dios, lo que logra esta mujer en mí es una maravilla.
-No puedo esperar más. Necesito estar dentro de ti -Termino de sacar mis pantalones y ella me rodea con sus piernas, tengo mi polla en la entrada de mi paraíso personal, la empotro a la pared y entro en ella solo un poco. Ava hace un movimiento y desciende sobre mí, entro completo. ¡Joder!
-Me vas a matar -le digo gimiendo, me quedo quieto, palpitando dentro de ella porque si me muevo, acabo, y aun no quiero, lo ansío más largo.
¿Te estás guardando cosas?
La miro.
-Sí. -Me recupero un poco y quito mis manos de su espalda y las apoyo en la pared. Comienzo mis embestidas apoyando la frente a la de ella, nuestros alientos se mezclan.
-Bésame -le digo jadeando y ella me besa buscando mi lengua, la subo un poco más y sin más Ava se deja caer-. Por Dios, mujer. ¿Qué diablos me haces? -La beso y casi absorbo su respiración-. Llevo todo el día esperando esto. -La embisto. Ha sido el puto día más largo de mi vida.
-Mmmmm, encajas tan bien.
-¿Qué encajo bien? Joder, Ava me vuelves loco. -Y me hundo más en ella,
-¡Jesse! -La embisto con mis movimientos de rotación que sé que la vuelven loca. Ava me clava sus uñas, estoy sudando.
-Vas a correrte.
-Sí.
Me muevo con más fuerza, Ava me muerde mi labio inferior.
-¡Ava! -grito entrando y saliendo de su sexo húmedo y cálido, nos movemos con frenetismo y explotamos en un orgasmo explosivo, cayendo rendidos y sudados. Caigo con ella al piso y ella se acomoda encima de mí, restregándose contra mi cuerpo.
-¿En qué piensas? -le pregunto.
-En lo mucho que te quiero.
Sonrío de oreja a oreja por la felicidad que irradian en mí sus palabras.
-¿Sigo siendo tu dios?
-Siempre. ¿Y yo tu tentación?
-Pues, claro que sí, nena. Jesús, me encanta como sonríes -Me pellizca los pezones.
-¿Nos bañamos, dios?
Pego un brinco.
-¡Mierda, he dejado el grifo abierto! -Me pongo en pie con Ava encima y yo aun dentro de ella. La agarro con mi mano lastimada, duele, pero no la suelto ni loco.
-Suéltame.
-Nunca.
-Podrías dejar el grifo abierto una semana y no se llenaría del todo.
-Lo sé, es evidente que la diseñadora de toda esta mierda italiana le importa un pimiento el medio ambiente y mi huella ecológica.
-Lo dice el que tiene doce súper motos -Ava contraataca y aún sigo dentro de ella, me sumerjo en la bañera con ella pegadita a mí.
-Podría pasarme todo el día mirándote. -Paso mis dedos por su cuerpo y empieza a dar detalles de lo que le gusta a ella de mí.
-Me encantan tus labios, y cuando me das besos por el alrededor de mi boca.
-Me encanta tu cuerpo.
Me besa y mete su lengua.
-Me encanta lo loco que estás. -Se pega más a mí.
-Tú me vuelves loco, Ava. Solo tú.
-Voy a enjabonarte.
-Tengo que hablar contigo de una cosa -le digo nervioso.
-¿Sobre qué? -me pregunta Ava.
-La mansión. Sobre la fiesta de aniversario.
Me besa para callarme, pero la freno.
-Aún quiero que vayas.
-No puedes pedirme eso. Me lo pediste antes de saber la verdad.
-Me puse una fecha tope para decírtelo.
-Ah.
-¿Te pasarás la vida evitando mi lugar de trabajo? -le pregunto con sarcasmo.
-Es posible.
-No digas tonterías, Ava -Le echo agua y la beso-. ¿Al menos, lo pensaras?
Ava suspira con aburrimiento.
-No te prometo nada y si estás pensando echarme un polvo de entrar en razón con respecto a este asunto, me iré -me amenaza. Vaya, tengo que entrarle de otra manera.
-Quiero que la mujer que hacer latir mi corazón esté a mi lado.
-¿Has hablado con Clive?
-¿Sobre qué? -Me hago el pendejo.
-Sobre la mujer misteriosa.
-No, Ava. No he tenido tiempo. Te prometo que le preguntaré. Siento tanta curiosidad como tú. ¿No tienes hambre?
-Sí, pero quiero que sepas que no voy a dormirme hasta que me digas quien era esa mujer.
-¿Cómo voy a decírtelo si no lo sé?
-Sí que lo sabes.
-¡Que no lo sé, joder! -le digo con brusquedad. Al instante, veo que la asusté, la abrazo con fuerza-. Lo siento.
-Vale.
-Mi querida señorita, está exhausta ¿Encargamos comida?
-Tienes la nevera llena. ¡Qué desperdicio!
-Ya, pero... ¿Te apetece cocinar?
-Encarga comida -me dice.
-Voy a pedirla. Tú lávate el pelo -Salgo mojado y regreso con shampoo y acondicionador de mujer, le sonrío y le beso la frente-. Y ponte encaje.
Mierda, tengo que pensar qué voy a hacer para que deje esa curiosidad. Ni siquiera vale la pena que se entere. No me interesa nadie, no tengo compromisos con nadie, pero diablos... ¿Cómo la convenzo? ¿Cómo le meto en su cabecita que ella ha sido la única que me ha tocado el corazón, que nunca debe preocuparse por ninguna otra mujer? ¿Cómo le hago entender que ella es mi “para siempre”?

AL DIA SIGUIENTE...
“Esto es lo único que pido a la vida. Me encanta verla a mi lado, me encanta verla dormida. La observo por un rato, pensando en que nos depara el futuro. No importa lo que sea siempre que estemos juntos.”
 Me levanto con pesar, pero debo prepararme para hacer algo de ejercicio, para mí es algo vital, y más ahora con Ava a mi lado, debo estar muy bien tanto física  como anímicamente. La diferencia de edad es algo y no puedo bajar mi nivel, sé que estoy bien, sé que me veo muy bien, me lo dicen las mujeres y el espejo al verme todos los días, pero en este momento solo me importa estar bien para mi Ava.
Voy al sanitario con el celular de mi Ava que lo tomé de pasadita, le pongo nuestra canción y a todo volumen. Me encanta hacerle estas pequeñas travesuras. Me cepillo los dientes y me lavo la cara, me pongo un pantalón corto y mi sudadera, le  dejo el celular en su sitio y me siento en la cama para ponerme mis converse. Miro a Ava, está despierta, se cuándo duerme y se cuándo no. Me río para mis adentros, quiere pasarse de viva, sabe que la voy a levantar. Pongo  mi cara muy cerca de la de ella y la miro fijamente, casi suelto la carcajada, pero me aguanto, espero hasta que Ava abre un ojo y ve que la miro, se pone boca arriba y se tapa la cara con la almohada, pero se la quito, soltando una carcajada.
-Buenos días.
Pone cara de molesta.
-Por favor, no me obligues a ir -me suplica.
-Arriba -La jalo para sentarla. Ava está renuente, gime, lloriquea y protesta, pero yo no le paro. Le paso la ropa que le compré.
-Quiero sexo soñoliento.
No le hago caso, aunque yo también lo quiero, pero hay que ejercitarse, la pongo en pie y tomo sus bragas, me agacho, le doy un golpecito en el tobillo y luego en el otro.
-Te vendrá bien. Vamos.
-¿Qué estas insinuando? -Me mira feo.
-Cállate, Ava. En realidad, ahora mismo estás demasiado delgada. Termino de vestirla completa, pantalones cortos, camiseta y deportivas.
-Es una tortura.
-Ve a lavarte los dientes -le digo, dándole una nalgada. La dejo y bajo.
-Soy un lastre - me contesta-, nunca conseguiré hacer 22 km.
La tomo de la mano y la saco directo al ascensor.
-Para mí no eres un lastre, me gusta tenerte a mi lado -Introduzco el código y descendemos.
-Tienes que cambiar el código.
-Gruñona -le digo queriendo burlarme, pero mejor no tiento la suerte, sé que le cuesta, pero luego me lo va a agradecer.
Sin yo decirle nada, comienza a hacer estiramientos, le doy una sonrisa, y mientras lo hace me recorre con sus ojos, aunque sería mejor decir que me come de arriba abajo; ¡Qué bárbaro! Ambos lo hacemos, nos deseamos en igual medida.
 -¿Listo? -Y empieza a correr.
-Piensa -me emparejo con ella-, que podríamos hacer esto todas las mañanas. -Me siento de lo mejor y más con mi Ava al lado, amo los amaneceres con mi mujer.
Llegamos al St. Jame’s Park y vemos a muchos corredores y la mayoría son mujeres. Algunas se hacen señas entre sí al verme y sacan de inmediato las tetas y pegan sus mejores sonrisas. Serán descaradas, no respetan que voy acompañado. Yo solo las saludo a lo lejos como siempre, todas miran a Ava como diciendo: ¿Y quién coño es esta? Sonrío para mis adentros porque ésta, mis amigas, es el amor de mi vida. Miro a Ava de reojo y se ve que se siente bien. Recorremos Green Park y nos dirigimos a Picadilly.
-Eh -le digo a Ava, debe estar que cae.
-Estoy bien. -me sonríe.
Guapea un trayecto más hasta que estamos más cerca del parque, Ava se desploma, jadeando, ya no la fuerzo más, hizo mucho por hoy. Me acerco, tiene sus brazos en su rostro por el sol y los abre un poco para verme, me dice aún jadeando:
-Lo he hecho mejor que la última vez.
Sonrío.
-Mucho mejor, nena -Me arrodillo, tomo su pierna y comienzo a darle masaje. Ava ruge y yo me sigo riendo-. Estoy muy orgulloso de ti. Dentro de unos días lo harás como si nada - Se tensa, pero no dice nada, saco un billete de 20 y se lo pongo enfrente-. He venido preparado. ¿Café? -Y le señalo con la cabeza el “Starbucks” que está en el frente. Ava me rodea con sus brazos en agradecimiento. Me voy levantando con ella pegada a mí-. Estira las piernas -le ordeno con cariño. Lo hace poco a poco. La miro de pie y cada día me doy cuenta lo hermosa que es esta criatura y, lo mejor de todo, es que es toda mía.
-Vamos -La tomo de la mano y así nos dirigimos a Starbucks. Al llegar, nos sirven rápidamente, debe ser porque no hay mucha gente en el café.
-¿Te apetece comer algo? -le pregunto.
-No -me responde -Si será terca, tiene hambre, lo sé. Está delgada, por lo tanto puede darse sus gustos de vez en cuando. Veo que retira la mirada de las delicias que exhiben en las vitrinas. Sonrío y le estampo un beso en la frente. En este momento, siento ternura por ella. Miro a la dependienta que no me saca los ojos de encima.
-Un capuchino doble sin chocolate. Un café solo y 2 magdalenas de arándonos, por favor -Miro directamente a la empleada, le sonrío y la mujer es un manojo de nervios. A veces, ser bien parecido es bueno-. Ve a coger sitio.
-Te he dicho que no tenía hambre.
-Ava, tienes que comer algo y punto -Menea la cabeza y va a sentarse. La observo, está muy pensativa. ¿Qué estará rondando por esa cabecita? Humm, yo creo saber que es-. ¿Soñando despierta? -Voltea y me da una sonrisa, pero no le llega a los ojos, no es nada bueno lo que pensaba, estoy aprendiendo a conocerla. Ahora la miro receloso, le doy el café y la Magdalena y me siento delante de ella. Me dejo de llamar Jesse si no es algo de la mansión lo que está pensando.
-No voy a ir a la fiesta -me suelta tomando a sorbos su Capuchino-. Te quiero, pero no puedo ir.
¡Carajo! ¿Cómo hago para convencerla? Me muerdo el labio tratando de pensar.
-No va  a ser como te imaginas, Ava -le digo con calma porque sé que ella se imagina algo vulgar y gente desnuda por doquier, pero no es así.
-¿Qué quieres decir?
Bebo un poco de mi café y la miro.
-¿Alguna vez la mansión te ha dado la impresión de ser un sórdido club de sexo? -No lo reconoce, menos mal.
-Ava, no va a haber gente desnuda haciéndote proposiciones indecorosas, nadie va a arrastrarte por la escalera hacia el salón comunitario, hay reglas.
-¿Qué clase de reglas?
Sonrío.
-Los únicos sitios donde está permitido quitarse la ropa son: el salón comunitario y las suites privadas. La planta baja, el Spa y las áreas deportivas son como las de cualquier otro hotel de lujo. No dirijo un burdel, Ava. Los Socios pagan mucho dinero para disfrutar de todo lo que la mansión ofrece, no solo por el privilegio de practicar sus preferencias sexuales con personas que comparten sus gustos.
Ava esta roja, cual bandera china.
-¿Cuáles son tus preferencias sexuales? -me pregunta casi susurrando, sé lo que está pensando, pero ese es mi pasado. Le doy mi mejor sonrisa y me como un buen trozo de mi magdalena, lo mastico lentamente sin apartar mis ojos.
-Tú -le comento con toda certeza.
-¿Solo yo?
-Solo tú, Ava -No puede reprimir su sonrisa, le gustó mi respuesta, y es muy sincera, ni loco le soy infiel, ya que desde el momento en que me di cuenta que estaba locamente enamorado y  ella volvió a mi vida, me olvidé de lo pasado. No lo necesito, no me hace falta para nada. Ella es mi vida, me llena, me complementa.
-Así me gusta.
Ava comienza a comer más satisfecha. Nos miramos. Dios, ojalá venga conmigo.
-¿Vendrás? Por favor -casi le suplico.
-Solo porque te quiero.
Le doy mi mejor sonrisa. Joder, estoy feliz.
-¡Repítelo!
-¿Qué? -Frunce el ceño-. ¿Qué si voy a ir?
-No, claro que vas a ir. Dime otra vez que me quieres.
-Ya lo sabes -Encoje sus hombros-. Te quiero. -Sonrío feliz.
-Lo sé, pero me encanta oírtelo decir -Me levanto y le tiendo mi mano, ella la toma y tiro fuerte de ella contra mí-. Si hubieras seguido corriendo, estaríamos en casa y yo estaría perdido en tu interior -La beso saboreándola y luego me la echo al hombro. Salgo a la calle, paro un taxi y la deposito en él. En todo el camino mi polla parece que quiere salirse de mi pantalón. Dios, que cosas le voy a hacer.
Llegamos al Lusso y la tomo de la mano, casi  la arrastro. Sí, soy un hombre con una misión.
-Buenos días, Clive -lo saludo fugazmente, ya que voy casi corriendo. La empujo al ascensor, marco el código y arremeto contra Ava, besándola, como si el mundo se fuera a acabar.
-¡Es posible que en el futuro tenga que follarte antes de salir a correr!
Ava me agarra el pelo para pegarme más a ella, me encanta cuando hace eso. Nuestras lenguas se baten a duelo, estoy que trepo las paredes de lo excitado que estoy. Coño, si no llegamos rápido me la cojo aquí mismo.
Por fin llega el ascensor y caminamos sin despegarnos, consigo abrir la puerta y no sé cómo lo logro... y la voy desnudando. Ava desesperada termina de bajarse las bragas que yo dejé por la mitad, trata de quitarme la franela, solo en ese momento nuestras bocas logran apartarse, pero al sacar la franela vuelven a chocar, delirantes. Joder, quiero estamparla contra la pared, no aguanto. La pongo de espaldas.


-De rodillas. Pon las manos contra la pared -le digo como si el apartamento se estuviera incendiando. Ava obedece con igual desespero. Aprovecho y me quito las deportivas y los pantalones cortos, me meto entre sus piernas-. No te corras hasta que yo lo diga, ¿entendido? Ava asiente y espera. Joder, estoy que quemo del deseo, me estoy consumiendo. Pongo la punta de mi polla en la entrada de mi paraíso personal y sin previo aviso entro fuerte en ella, gritando. Tiro, entro y salgo desesperado, enloquecido, sin piedad, parezco poseído. “¡Joder, joooooder”! Ava busca más estabilidad.
-¡¡¡Por Dios, Jesse!!! –grita de igual manera.
-¡Sabias lo que te esperaba! -Y vuelvo a la carga-. Que no se te ocurra correrte -Y sigo entrando y saliendo como un loco, ya que esto es lo máximo, es mi mayor placer, fundirme en ella. Joder. Ahh…
-¡Joder! -le grito-. ¡Me vuelves loco! -Y la embisto sin piedad. No veo, la pasión me nubla los sentidos. Suelto la cadera de Ava y voy hacia sus hombros, ella echa su cabeza hacia atrás, la agarro firmemente. Los dos estamos fuera de este mundo, pero sigo empujando y rugiendo, pareciera que quiero traspasarla, me afinco en su espalda y la empotro más a la pared, me muevo haciendo círculos, muy en lo profundo, luego la tomo de su pelo que tiene una cola y tiro de ella, tengo la cabeza de Ava en mi hombro, meto mi mano lastimada entre sus muslo, tiro más de su pelo y nos vemos las caras-. ¡Córrete! -le ordeno y deslizo un dedo por su sexo y mi lengua arrasa en su boca. Ava en ese momento tiene un orgasmo fabuloso, gime, está delirante de placer y atrás voy yo. ¡¡Diossss!! Creo que hasta veo el espacio sideral con todo y estrellas.
Nos abrazamos y le prodigo caricias y besos.
-Eres un dios -me dice en mi boca. Sonrío.
-Eres muy afortunada.
-Y tú, un dios arrogante.
Me salgo de ella y le doy la vuelta en mis brazos, ella me rodea el cuello.
-Tu dios arrogante quiere pasar el resto de su vida profesándote su amor y cubriéndote con su cuerpo. -Me levanto y la llevo conmigo.
-¿Qué hora es? -me pregunta Ava, dándome besitos.
-No lo sé -Yo sigo besándola mientras baja sus piernas y va hacia atrás para poder mirar el reloj, pero aun así no paramos de besarnos por todas partes- ella por fin logra ver el puto reloj.
-¡Mierda!
-¡Oye! ¡Cuidado con esa puta boca! -Ava se suelta y sube las escaleras corriendo.
-Son las 8:15 -grita, subiendo las escaleras de dos en dos. Mierda, voy a botar el puto reloj. Se mete al baño, no quiero que salga, voy a intentar convencerla. Entro con ella a la ducha, sonriéndole y con mi cuerpo ya en llamas de nuevo. Ava me mira.
-Ni se te ocurra -me advierte-. No me vas a distraer más -Hago pucheros, pongo mis manotas en sus hombros y tiro de ella para besarla. Ava duda, se debate entre irse o quedarse. Coño pero gana su sentido del deber.
-Llegaré tarde.
-Quiero pedir cita. -Y le pego mi polla a su estómago.
-¿Para follarme? No hace falta –me contesta en broma, intentando alejarse de mí. La abrazo fuerte y rugo.
-¡Esa boca! Ya te lo he dicho. No necesito pedir cita para follarte. Lo hago cuando quiero y donde quiero -Le restriego mi polla con maldad y alevosía. Quiero que se quede todo el día conmigo. Joder, nunca me canso de ella.
-Tengo que irme -Se zafa y sale rápido, dejándome más prendido que plancha de chino. Pero yo no me doy por vencido y salgo tras ella, desnudo. Ava me da malos ojos, pero no sin antes repasarme completo, sé que le encanta lo que ve. Se está maquillando, se voltea y se da de frente con mi polla medio erecta, no le quita los ojos de encima y luego me escanea de arriba abajo, y suspira. Es fuerte, se sigue maquillando y yo le restriego mi polla, casi suelto una carcajada, me hago el loco. Luego, la miro por el espejo, diciéndole con mis ojos todo lo que con ella quiero hacer. Me agacho por detrás y la abrazo, apoyo mi barbilla en su hombro. Nos miramos fijamente en el espejo.
-Eres preciosa -le susurro.
-Tú también. -Se tensa cuando siente mi erección en su trasero.
-No vayas a trabajar.
-Por favor, no me pidas eso. -Le hago pucheros.
-¿No te apetece que nos metamos en la cama y te dedique mis atenciones especiales durante todo el día? -Está a punto de ceder. Veo dibujado su deseo por mí.
-Tengo que trabajar -me dice y beso su oreja.
-Tengo que tenerte. -Diablos ya estoy a millón.
-Jesse, por favor. -Se retuerce en mis brazos, la miro molesto.
-¿Me estás diciendo que no?
-No, te estoy diciendo que luego -Ava se retuerce y me empuja, caigo boca arriba y ella cae sobre mi boca.
-Necesito trabajar, por Dios.
-Trabaja en mí. Seré un cliente muy agradecido.
Ava se sonríe.
-¿Quieres decir que en vez de partirme el espinazo para mantener a los clientes contentos con mis diseños, planes y fechas de entrega, debería simplemente acostarme con ellos?
Mierda, ¿qué coño dice?
-No digas esas cosas, Ava.
-Era una broma -Se carcajea. La tiro al suelo y yo quedo encima, la inmovilizo.
-¿Acaso me estoy riendo? No digas cosas que hagan que me ponga como un energúmeno.
-Lo siento -me dice arrepentida. Me levanto, negando con la cabeza, me voy al vestidor y procedo a arreglarme para salir. Me cabrea nada más pensar en Ava con otro hombre. Mataría al que se le acerque, literalmente. Ufff, no quiero seguir pensando en eso. Salgo hacia el cuarto ya listo y la veo, se ve preciosa, los vestidos le quedan de infarto.
-Me gusta ese vestido -Ava voltea y me mira, los ojos se le amplían, es admiración, es bueno saber que le gustó tanto como a mí. Diablos, pero no logré convencerla.
-Me gusta tu traje -me dice Ava, yo sonrío. La veo sentarse en la cama, saca algo, creo que es brillo de labios, se lo unta y luego voltea todo en la cama. ¡Joder, las píldoras!
-¿Se te ha perdido algo? -le pregunto mientras me echo un poco de loción para después de la afeitada.
-Mis píldoras -gruñe molesta. Mierda, si sospecha seré yo el que saldrá perdiendo.
-¿Otra vez? -Me mira y sonríe preocupada. Sé que estoy haciendo mal, pero es lo único que me garantiza que se va a quedar conmigo, porque “un bebe”… Ella es muy independiente, en cualquier momento me puede dejar, embarazada sé que no lo haría.
-Te  veo luego -me dice cuando ya se da por vencida. La beso castamente en la mejilla y salgo, sé que el grandote la va a llevar al trabajo.
Cuando voy por medio camino, recibo una llamada de Clive.
-Dime Clive. ¿Qué sucede?
-Señor Ward, disculpe, es que acabo de decirle a Ava lo que usted me dijo, de que ella tomara todas las decisiones del apartamento, y me respondió que no vive aquí; que no tenía por qué hacerse cargo de nada. Es más, estaba muy molesta. ¿Qué hago señor Ward?
Sí será terca, coño.
-Yo arreglo esto, Clive, no te preocupes.
-Okay, espero entonces su razón para saber con quién hablo.
-Bien. –Cuelgo y después marco a Ava.
-Deja de toquetear  mi teléfono –me contesta al instante.
-¡No! ¡Porque me recuerda a ti! -le grito-. ¿Qué coño quiere decir eso de que no vives aquí?
-¡Qué no soy tu puta chacha! -me responde gritando también.
-¡Cuidado con es puta boca!
-¡Qué te jodan!
Coño, parece una revendedora del mercado. ¡Joder! No me gusta que diga tacos.
-¡Esa boca!
-¿Que hace John aquí? -me pregunta furiosa.
-¿Ya estas más tranquila?
-¡Contéstame! -me grita.
-¿Con quién coño te crees que estás hablando?
-¡Contigo! ¿Me estas escuchando? ¿Por qué esta John aquí?
-Para llevarte al trabajo.
-No necesito un chofer, Jesse. -Baja su tono de voz.
-Estaba en el barrio y pensé que sería más cómodo que pasarte una hora intentando aparcar. -También bajo el tono de mi voz.
-Bueno, al menos me podrías contar las cosas que van a pasar y que tienen que ver conmigo -y me cuelga la muy… malcriada. Vuelvo a llamarla-. Dime, amor -dice ahora en tono de burla.
-No te pongas sarcástica, Ava, eso no te pega.
-¿Te gustaría saber que voy hacia la oficina con John? ¿Quieres que te lo confirme? –John me saluda. Veo en mi mente al grandote riéndose.
-Todo bien, Jesse.
-¿Contento?
-¡Mucho! ¿Alguna vez has oído hablar de un polvo de represalia?
-No. ¿Me vas a hacer una demostración?
Sé será descarada, sé que le abrí las ganas con ello.
-Si tienes suerte. Te veo en casa. -Y ahora soy yo quien le cuelga el aparato. Esta mujer me enloquece, coño, ¡pero la amo! ¡Me encanta! Me siento cada día más vivo, más real, tengo muchas ilusiones y planes para los dos. ¿Será que por fin voy a tener una dosis de felicidad en mi vida? Nunca lo fui antes, quien me ve tan campante no tiene  ni  puta idea de lo que he pasado, y mi Ava va a  ser la encargada de darme mi dosis de felicidad y vida plena. En eso estoy claro. Porque sin ella no puedo vivir. Es increíble lo vital que es para mí. Pero ahora debo convencerla de que se quede conmigo para siempre y conociéndola, sé que va a ser un poco cuesta arriba. Estoy seguro de que me ama tanto como yo a ella, pero mis secretos son mi espada de Damocles, y no quisiera que ella se enterara de nada. Ella merece felicidad, tranquilidad, no quiero darle amarguras, así que ésta será mi misión: darle solo felicidad,  mi amor y mi vida entera.
CONTINUARÁ…


**Por Fanny Rebellón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario