miércoles, 14 de septiembre de 2016

Loco Amor (Obsesión) / Capítulo 5




Loco Amor (Obsesión)
Fanfic de la trilogía “Mi Hombre”
Historia original de Jodi Ellen Malpas.

CAPÍTULO 5


Por fin salimos de la oficina de Ava. SÍ, estoy más tranquilo aunque no he olvidado lo sucedido. Ella no tiene ni idea de lo que sentí en ese momento. La miro y sé que está preocupada, sabe que esa situación se le fue las manos. ¡Ay! Ya verá, con ésta no me quedo, porque de alguna manera tengo que sacarme esta rabia que me hizo pasar. Tiene que recordarlo, coño, y para que nunca más me haga eso.
Miro la hora y se ven bastante feas las marcas de las esposas en mis muñecas. Caminamos uno al lado del otro, pero no hago ni el menor intento de tomarla de las manos. No. Estoy muy molesto. Aunque sé que ella me mira seguido. La veo por el rabillo del ojo, pero me hago el indiferente todo el tiempo y, sin querer queriendo, se presenta una pequeña revancha.


-Perdone, ¿tiene hora? -me pregunta una mujer elegante, un poco mayor, pero que aún conserva su hermosura. Ja, me sirve para lo que pienso.
-Son las 10.15 -le contesto y le sonrío porque es mi arma personal, algo tan sencillo con la cual logro derretir a las mujeres. Y la verdad, me encanta, me hace sentir muy bien. La mujer me da las gracias cuando yo, por mi parte, la estoy mirando fijo. Le sigo sonriendo y noto que se pone nerviosa. ¡La tengo! Y veo a Ava, está molesta. ¡Chúpate esa mandarina! Me río para mis adentros, pero claro, no debo abusar.
Ava no es muy diplomática que digamos. Por lo tanto, sigo caminando y a la par miro de medio lado y veo a la mujer babeando y comiéndome con la mirada. Jajaja me encanta hacer esto, debo aprovecharlo hasta que el cuerpo aguante porque es bueno ser bien parecido. Mi segundo nombre es modestia. Sonrío porque si mi mujer supiera lo que pienso me vuelve a esposar, coño.
Llegamos al Ritz, nos abren las puertas, y yo le hago un gesto a Ava para que entre primero -la caballerosidad ante todo-. Y así, entramos al lujoso restaurante.
-Tomaremos huevos benedictina, los dos. Con salmón ahumado y pan integral, por favor. Además de un capuchino doble, sin chocolate y un café solo. Gracias -y le entrego la carta al camarero.
-Gracias, señor -El camarero hace su trabajo, abre la servilleta y nos la pone en el regazo. Luego de ello, se va. Miro a Ava que escanea el lugar, veo que se siente un poco fuera de este sitio. ¿Por qué? Ella es una reina, debe estar y tener lo mejor. Claro, no le digo nada, todavía estoy molesto.
-¿Que tal tu día? -le pregunto con cierta indiferencia, retiro mi servilleta y la miro fijamente.
-No estoy segura.
-¿Quieres que te cuente como va mi día?
-Como quieras -susurra algo nerviosa. Por mi parte, me recuesto en el respaldo de la silla y la miro-. Bueno, una pequeña coqueta y desobediente ha retrasado mi carrera matutina porque me ha esposado a la cama y me ha torturado para sonsacarme información. Luego de eso, me abandono, dejándome indefenso y necesitándola desesperadamente -Tomo el tenedor,  pero no le quito la mirada. Respiro profundo-. Al final, he conseguido coger el móvil que dejó fuera de mi alcance, y después de eso he tenido que esperar a que un empleado viniera a liberarme. He corrido 22 km en mi tiempo libre para soltar las frustraciones y el malestar que me ha causado, y ahora estoy mirando su bonito rostro y tengo ganas de tumbarla boca abajo sobre esta mesa tan elegante y follarmela sin parar durante una semana entera. ¿Qué te parece? -Está nerviosa, lo sé. Y también sé que es lo que quiero en este momento, además de que acepte que hizo mal.
El camarero nos sirve los cafés, los dos asentimos, damos las gracias y el se retira.
-Has tenido una mañana la mar de entretenida -me dice la muy cínica y habla con tranquilidad. Esa actitud suya… Me dan ganas es de reír, pero trato de disimularlo y me aguanto-. ¿Por qué habré dicho eso? -comenta Ava, bajito. Tengo que calmarme, asustarla no es mi intención. Suspiro.
-Ava, no vuelvas a hacerme eso.
-Estabas muy enfadado. -Ahora es ella quien suspira.
-Lo estaba, estaba mucho más que enfadado.  Estaba como loco -Me acaricio la sien, debo calmarme, ya pasó, coño.
-¿Por qué?
La miro antes de contestar.
-Porque no podía tocarte -Sí, estoy molesto porque no concibo que ella aún no me entienda-. La idea de no poder tocarte hizo que entrara en pánico.
-¡Pero si estaba en la habitación!
La observo con rabia.
-¡Cuando te fuiste no estabas en la habitación!
-Me fui porque me amenazaste.
-Claro, porque me cabreaste, me volviste loco -Me siento frenético de nuevo-. ¿Cuándo compraste las esposas? –Le doy un golpe a la mesa. Mierda, ya estoy furioso de nuevo, debo bajar el nivel porque todos nos miran y no con buenos ojos. Ava sigue nerviosa.
-Ayer, al salir del trabajo, tu puto polvo de represalia me estropeó los planes -me gruñe furiosa y me habla masticando las palabras. Cálmate, Jesse Ward. Mantén la calma, ¿quieres?
-Esa boca. ¿Cómo que te estropeé los planes? -le pregunto intrigado-. Ava, en ninguno de mis planes estaba que me maniataras y me tuvieras a tu merced. En realidad, tú me has estropeado los planes a mí -Tenemos que callarnos, llegó nuestro servicio y hablar de esposas y de polvos, delante del camarero, creo que lo escandalizaría. Nos acomodan lo que pedimos y, la verdad, todo se ve exquisito y está hermosamente servido. Así esto provoca, se nos hace la boca agua. Ava le sonríe al camarero al ver la deliciosa comida.
-¿Se le ofrece algo más, señor? -me pregunta el camarero.
-No, gracias. -Y ambos comenzamos a comer al mismo tiempo.
-Deberías saber que tu pequeña coqueta esta muy orgullosa de sí misma -me dice mientras come muy tranquila y relajada. Es cínica… ¡Dios, pero la Amo! Apuesto a que si la miro… ¿Será consciente de que estoy locamente enamorado de ella? Creo que si.
-Más le vale creerlo de verdad -le hablo con mucha seriedad.
-Lo sabe.
-Mejor.
-Además, ¿qué problemas hay? -me dice-. 37 años no es nada.
Mierda, me da algo de pena porque 11 años de diferencia significan algo, ¿o no? Ella podría pensar en algún momento que soy un tanto viejo para estar a su lado y luego podría darme una patada en el trasero. Sé que ahora me veo bien, pero los años van pasando y cuando menos piense estaré como una pasa... arrugado... ¡Coño, no! Ahora tengo que cuidarme mucho más.
-No lo sé, tú tienes veinte pico y yo tengo casi 40.
-¿Y? Te preocupa más a ti que a mí.
-Puede ser -Joder, respiro profundo y sonrío porque me complace que no le importe-. Puede ser.
Comemos con relativa tranquilidad y armonía, la miro de vez en cuando, veo que disfruta su comida. Me encanta. Quiero llevarla a los mejores lugares, quiero comprarle muchas cosas, quiero complacerla en todo y  no solo en el plano sexual. Porque mi misión de vida es satisfacerla, es verla y hacerla feliz porque así yo seré feliz de la misma manera.
-¿Cuándo vamos a comprar el vestido? -le pregunto cuando me dispongo a tomar mi café. Ava me mira sorprendida y luego se encoje de hombros.
-No hace falta que me acompañes -me dice-. Puedo pasarme por House of frors, en cualquier momento.
-Quiero ir. Recuerda que te debo un vestido -Sonrío recordando la satisfacción que sentí cuando le hice añicos ese vestido.
-¿El viernes a la hora de comer? -formula ella. Coño, no quiere ir, pero ¿Por qué? Le frunzo el ceño.
-¿No te parece que es muy poco tiempo?
-Encontraré algo.
Joder, de mi no se escapa. Quiero comprarle muchos vestidos y ese gusto me lo voy a dar.
-Apúntame en tu agenda. Quiero el viernes por la tarde, toda la tarde -especifico.
-¿Qué?
Saco dinero para cancelar la cuenta y dejo de una vez la propina, la coloco en la cartilla que dejó el camarero.
-El viernes por la tarde tienes una cita con el señor Ward. A la 1pm, mas o menos -Me encanta la idea-. Iremos a comprar un vestido y podremos arreglarnos sin prisas para la fiesta -¡Mierda! Viene a mí el recuerdo de la puta cita que tiene precisamente hoy. ¡Arghh!
-¡No puedo dedicarle toda la tarde a una sola cita! -exclama algo alterada.
-Claro que puedes, y es justo lo que vas a hacer. Le estoy pagando lo suficiente a tu jefe. -Me levanto y me acerco-. Tienes que decirle a Patrick que estás viviendo conmigo. No voy a andarme de puntillas con él mucho tiempo -Le ofrezco mi mano para que se levante y la conduzco fuera del lugar.
-Eso me complicará las cosas en el trabajo. No le va a gustar la idea, Jesse, y no quiero que piense que estoy haciéndome la vaga en vez de trabajar cuando me reúno contigo.
¡Diablos! Ava no entiende lo que realmente le quiero decir.
-Me importa un bledo lo que piense –Y, literalmente, la arrastro detrás de mí-. Coño, si por mí fuera lo sacaba en un anuncio por la prensa, pero Ava se comporta como si se avergonzara de mí.
-Vas a pasarle por encima, ¿verdad? -me pregunta cautelosa.



El aparcacoches me da las llaves de mi vehículo y yo le tiendo su propina. El muchacho siempre está pendiente y es amable, eso no tiene precio. Ava pela los ojos cuando ve que le tiendo un billete de 50. La verdad, me gusta ayudar de vez en cuando a la gente trabajadora, todos mis empleados están bien pagados, por eso todo funciona bien, como debe ser. Volteo y le tomo el rostro en mis manos y le doy un besito esquimal.
-¿Amigos?
-Sí. Gracias por el desayuno.
Le sonrío de inmediato.
-De nada. ¿A dónde vas ahora?
-Al Royal Park.
-¿Cerca de Lancaster Gate? Yo te llevo -La beso fuerte y acerco sus caderas a mí. Ava queda perpleja. ¡Ay nena! ¡Aún no sabes de lo que soy capaz de hacer!
Cuando estamos dentro del coche, pongo mi mano en su rodilla.
-¿Qué le digo a Patrick? -me mira.
-¿Sobre qué? ¿Sobre nosotros? -La observo un instante y me encojo de hombros-. Dile que ya nos hemos puesto de acuerdo sobre tus honorarios y que te quiero en la mansión el viernes para terminar los diseños.
Al oírme, frunce el ceño.
-Haces que todo parezca muy fácil.
Pongo mi mano en su muslo y lo aprieto.
-Nena, haces que todo parezca muy complicado.
Luego de unos minutos, llegamos al Royal Park.
-Te veo en casa -La tomo por la nuca y la acerco a mí. La beso con sed de ella. Dios, la quiero y la deseo tanto.
-Más o menos a las 6 -me dice Ava mientras yo sigo besándola.
-Más o menos -le repito yo.
-No puedo retirarme a los 26.
Me recuesto en mi asiento y pienso en lo que le voy a responder.
­-Ya te lo he dicho, no me gusta compartirte con nadie.
-Eso es ridículo­ -me responde exasperada.
-No me llames ridículo, Ava.
-No te estaba llamando ridículo a ti,  se lo decía a esta loca idea tuya, porque es ridícula. Nunca voy a dejarte.
Me quedo pensativo; Si Ava supiera, no diría eso. ¿Por qué? Porque tengo algunos enemigos y sé que serian muy felices viéndome sufrir. Y ahora que la tengo a ella, sé que van a intentar alejarla de mí, pero ni por el Diablo voy a aceptar eso, primero muerto. Pero también sé que eso no los va a detener. Debo impedir que eso suceda. Por lo tanto, la miro preocupado.
-A algunos les gusta mucho hacer daño.
-¿Y esos quiénes son? -me pregunta Ava alterada. Niego con la cabeza.
-Nadie en particular. Ava, no te merezco, eres una especie de milagro. Eres mía y te protegeré como sea, hare lo necesario para eliminar toda amenaza­ de ti -Aprieto el volante con fuerza y cómo si fueran ellos, mis enemigos. Vale, necesito dejar de hablar de esto porque me pongo violento. Ava, por su parte, se quita el cinturón de seguridad y se sienta encima de mí. Acerco su cara a la mía, me toma por las mejillas y me planta  un beso. Diablos, está preocupada. La pego mas a mí mientras nos besamos como si se fuera a acabar el mundo en este mismo momento. Nuestras lenguas bailan su propio tango una y otra vez, lo que siento por ella duele, es inmenso y siempre tengo la incertidumbre de que puedo perderla, eso me agobia. Y lo jodido es que Ava siente lo mismo que yo.
La necesito en mi vida. Siempre. Cierro los ojos y Ava se aparta un poco.
-¿Qué pasa? -me pregunta.
Mierda, debo disimular porque ella no debe saber nada. No quiero que pase un mal rato por mi culpa.
-Nada -Le aparto un mechón de pelo de su cara-. Todo va bien.
Ava se tensa.
-Hay algo que quieres contarme - me dice con certeza, ya me va conociendo.
-Es verdad –Coño, debo aprender el arte del disimulo-. Te quiero con locura, nena.
Ava me mira.
-Eso no es lo que quieres decirme, Jesse.
Le sonrío.
-Lo es, y seguiré diciéndotelo hasta que te canses de oírlo. Para mí no es una novedad, me gusta decírtelo.
-Y yo no me cansaré de oírlo. Pero no se lo digas a nadie más, ¿eh?
-¿Te pondrías celosa?
Ava resopla cuando me ve sonreír con picardía.
-Señor Ward, no hablemos de celos cuando acaba de jurar que va a eliminar toda amenaza de mi lado -me dice molesta.
-Está bien -La pego más a mí y levanto la pelvis-. Mejor vamos a pedir una habitación. -Y le meneo las caderas, sé que le gusta.
-Voy a llegar tarde a mi reunión -Se prepara para salir del coche y me besa-. Cuando llegue a casa, confío en que estés esperándome en la cama.
Le sonrío de oreja a oreja.
-¿Me está dando órdenes, señorita O’Shea?
-¿Va a decirme que no, señor Ward?
-Nunca, pero recuerda quién manda aquí. -Sale hacia el exterior cuando intento agarrarla, pero me da un manotazo. Luego, mete la cabeza por la ventana del coche.
-Te necesito. ¿Podrías esperarme desnudo para cuando llegue a casa?
-¿Me necesitas? -Me encanta que me lo diga.
-Siempre -Me regala su hermosa sonrisa-. Nos vemos en tu casa -Ava se dispone  a irse y le grito.
-¡Nuestra casa!
Le escribo un mensaje rápidamente.

“Te extraño, te quiero, y yo también te necesito.
Bss.
J.”

No me gusta tener que hacerlo, pero Ava va a ver a unos de los mayores enemigos que tengo. Mikael Van Der Haus. Ese maldito se hace el pendejo con su galantería y dinero. Sé que el hombre ha conseguido lo suyo, y sé también que él va detrás de mi Ava. Así que doy la vuelta y me estaciono. Luego, me dirijo al interior, debo ver cómo actúa el cabrón cerca de ella. Esta cita la vi cuando le marqué la agenda a Ava, casi se me sale el corazón cuando vi el nombre de ese cabrón en ella, pero lo no sabe, no tiene ni puta idea, así que debo estar pendiente. Muy pendiente. Ya los veo, ella se ve muy natural, como la profesional que es y está haciendo su trabajo. Ahora lo observo a él y me doy cuanta que cuando Ava no lo ve, él le lanza sus miradas. La observa como queriendo comérsela. Diablos, se le ve el anhelo.


¿Qué hago coño? ¿Qué digo? Doy más vueltas que un trompo, pensando en cómo debo actuar. Sé que Ava se va a enfurecer, pero debo alejarla de este tipo.
Conversan. Ava se explica y el malnacido la mira con mucho interés. Ella actúa como toda una profesional y sé que en ella no hay otro interés, aparte del profesional, pero en él no. Así que espero un rato y veo que Ava se levanta y se dirige a los baños de damas. Coño, esa mirada que le lanza el muy desgraciado es obscena. Diablos, la desea y mucho, si sabré yo de eso. Y el maldito no disimula ¡Coño! Pues, va a quedarse viendo un chispero porque con mi Ava no.
Me hago el que va caminando por el lugar y él, de pronto, me ve de frente. Se tensa. Sé que me odia, pero es muy hipócrita para admitirlo. Algunos le dirían diplomático. Ja. Se pone serio, ya le borré la primera sonrisa de su maldito rostro.
-Ward -exclama-. ¿Qué haces aquí?
-Vengo a ver a mi novia, quedamos de vernos aquí. Quería darle un beso, pero no la veo.
-Bueno, sigue buscándola. Pero antes dime, ¿qué tal el Lusso?
-Perfecto. Es muy hermoso. Mi apartamento, sobre todo la decoración… La diseñadora es demasiado buena.
-Sí que lo es. Estos son otros trabajos de ella -Me muestra los folletos-.¡Wow! Son muy buenos.
-SÍ, lo son. De hecho, la quiero para que me diseñe algunas otras cosas que tengo en mente. Ella es perfecta, en muchos sentidos es un tesoro -afirma el imbécil, como si yo no supiera eso-. La quiero trabajando conmigo -Sí, cabrón, sigue creyendo eso. De pronto, siento la presencia de Ava y me volteo. Ahí esta, le veo su cara y… No tiene precio.
-Maikel -Se acerca y pasa entre los dos. Mierda, y le dice Maikel y todo. Y el muy idiota le sonríe. Joder, ya le voy a borrar esa puta sonrisa de la cara.
-Ava, te presento a Jesse Ward. Compró el ático del Lusso, le estaba enseñando tus diseños. Está tan impresionado como yo.
-Gracias.
Mírala a ella, ni me saluda ni me determina y hasta me da la espalda. ¿Por qué, coño, actúa de esa manera?
-¿Fijamos la fecha de nuestra próxima reunión? -dice Ava. Puta vida, antes muerto a que vaya a otra cita con este.
-Sí, perfecto –le responde el cabrón-. ¿Te va bien el viernes por la tarde? Podemos reunirnos en Vida y hacernos una idea aproximada de las cantidades. ¿Qué te parece si te invito a comer? -Sí será… Mírenlo a el, ya se cree que es pan comido. Pero ya le voy a borrar esa cara de satisfacción, o si no le entro a coñazos.
-El viernes por la tarde me va perfecto, estaré encantada de comer contigo.
¡Ay, Ava! ¡No juegues conmigo porque pierdes. Me agacho y me acerco.
-Lamento interrumpir. La tomo por los hombros y el Danés frunce el ceño; se ve confuso, le doy la vuelta a Ava para que me mire a la cara, estoy que quemo.
-Nena, ¿no te acuerdas de que el viernes te voy a llevar de compras?
Ava abre los ojos como platos, en su afana de picarme se le había olvidado ese detalle y de paso… la fiesta.
-No sabía que se conocían -dice el Danés con voz de  intriga. Lo miro con mi mejor sonrisa antes de decir:
-Estaba en el barrio y sabia que el amor de mi vida estaba aquí -Me encojo de hombros-. Pensé en acercarme para robarle un beso. No voy a verla hasta dentro de 4 horas -Rozo su oreja, Ava está muda-. Te echaba de menos -le susurro. Le doy la vuelta para que le de la cara a Maikel y la aprieto contra mí, envolviéndola con mis brazos. Y fugazmente le beso la sien. ¡Vaya! El Danés está frío y perplejo, mirándonos. Creo que la quijada le quedó en el piso.
-Perdona, cuando me dijiste que habías quedado con tu novia, no caí en cuenta de que te referías a Ava -dice el mal nacido.
-Sí. ¿Verdad qué es preciosa? -Vuelvo a besarla en la sien y meto mi nariz en su pelo-. Y es toda mía -añado en voz baja, pero sé que él me oye muy bien. Coño, solo me falta miarla para marcarla como mía. Y si es necesario lo hago, coño. Creo que Ava quiere enterrar la cabeza en la tierra más cercana y más, cuando el hombre nos mira fijo.
-Jesse, si yo tuviera una Ava, sin duda haría lo mismo.
Él sabe lo que hago, esas canas no las tiene de gratis. Y le sonríe a ella, quien parece una bandera china de lo roja que está.
-Entonces, ¿quedamos mejor el lunes?
-Por supuesto. El lunes estará perfecto.
No si yo puedo evitarlo. Ava se quiere escabullir, pero no la suelto. El hombre le tiende la mano.
-Te llamaré para decirte a qué hora, en cuanto haya consultado mi agenda.
Ava le da la mano.
-Espero esa llamada.
Y la pellizco en la espalda. Sí, le encanta provocarme.
Maikel sale, y voltea  a mirarnos de vez en cuando. ¡Qué coño estará maquinando! Sí, lo desafié y sé que aún no me perdona que me haya acostado con su mujer, pero cuando sucedió eso fue en la mansión, y yo no sabía quién era ella, y en ese entonces yo era otro. ¡No me jodas! Vino a mí el recuerdo de esos putos cuatro días. ¿Él sabrá de eso? ¡Mierda! ¡Mierda!
Ava se relaja contra mí, pero sé que me viene una buena, sé que está que estalla.
-No me puedo creer que hayas hecho esto. Acabas  de avasallar al cliente más importante que tengo. -Se  voltea y me mira.
-¿Quién es tu cliente más importante? -La miro mal, Ava me pone los ojos en blanco.
-Tú eres mi amante y da la casualidad que también eres un cliente.
-¡Soy mucho más que tu amante! –Mierda, cómo que se me fue la mano, ya estoy preocupado.
-Tengo que volver al trabajo -me dice. Se ve muy seria para mi gusto. Pero me adelanto y la tomo de la muñeca.
-Lo has dicho a propósito.
-¿Por qué? -me pregunta llanamente. Miro al suelo.
-Porque te quiero.
-Esa no es una razón -dice molesta. La miro algo asustado.
-Lo es. Además, tiene fama de ser un mujeriego.
Me mira incrédula.
-No puedes sabotear todas mis reuniones con clientes del sexo opuesto.
-No lo haré -Solo con él. Claro, no se lo digo-.  Cualquier otro hombre que pueda ser una amenaza -acoto con crudeza.
-Tengo que irme -Pero yo aún no la he soltado.
-Yo te llevo -Y la libero-. Coge tus cosas. -Me acerco y la ayudo-. Son realmente buenos -Dios, esta mujer es demasiado buena con su trabajo.
Ava me pide que la deje en una esquina para que el jefe no la vea bajar de mi coche. Va mal, coño. ¿Qué hago? Me da un beso en la mejilla y se marcha mientras me quedo observándola. Solo me muerdo el labio, no le digo nada, no me sale. De pronto, el ambiente se puso tenso. Odio que me oculte, ¿será que se avergüenza de mí? ¿Por qué? ¡Qué inseguridad de mierda! ¡No me jodas!
Diablos, no debí hacerle frente al Danés porque el tipo no sabía que Ava  estaba conmigo. Ahora, de seguro, va a esmerarse más en tenerla. Lo sé. Pero en este momento me preocupa Ava. Así que le envío rápidamente un mensaje.

“Lo siento, más o menos.
Bss,
J.”
  
Me siento mal, pero por mi Ava, porque ese danés me importa una mierda. Sé que me las voy a ver con él en el futuro, pero estoy listo y hasta puede ser que deba decirle a Ava los motivos. Ella va a entender, aunque sé que es mi culpa, pero de todas maneras él hubiera ido tras ella. Se nota que le gusta, se le ve, es bella, joven, inteligente, una buena mujer y él podría ofrecerle mucho. Pero aquí soy yo el que tiene las de ganar, ya que “Ella me quiere a MI”.

Estoy preocupado, se me viene la mujer del Danés a la cabeza. Ella llegó solita a la mansión y yo ni idea de quién era. Después que me enteré, ella me siguió buscando. Sí, fui débil, pues hay que reconocer que aunque es algo mayor es muy hermosa y sensual. ¡Quién diablos se iba a imaginar que se enamoraría de mí! ¡Coño, y se obsesionó! ¡Mierda! Y fue una de las que me follé en esos cuatro días. ¿Será que se lo dijo al marido? ¡Joder!
Ahora sí me está entrando la preocupación. Esta putería de mi pasado me está pasando factura, aunque yo no busqué a nadie, todas llegaron al hotel solitas, aunque en el fondo sé que fui muchas veces una mierda tomando lo que no era mío, follando como un loco, pero que más, coño, iba yo a hacer si se me ofrecían en bandeja de plata. Pienso un rato, y no me jodas, no estoy asustado. Voy a conversar esto con mis amigos, necesito un consejo. ¡Joder!
En este momento, debo pensar qué es lo que voy a hacer para calmar a mi mujer, tengo que hacer que nuestra relación pase a otro nivel, pero a la de “Ya”. Y también, hacer lo que esté a mi alcance para que ella sea mía, definitivamente. Porque ella es mi todo y sé que lo tiene muy claro. Ava sabe que la amo y que es mi todo. ¡Y punto!

CONTINUARÁ…


**Por Fanny Rebellón.

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