Loco Amor.
Fanfic de la trilogía "Mi Hombre"
Historia original de la autora Jodi Ellen Malpas.
CAPÍTULO 7
-No he acabado contigo todavía. -Ava me rodea con sus piernas.
-Ya me he dado cuenta. -Por mí viviría enterrado en ella tan solo para disfrutar del deseo que me hace sentir. En mi vida había experimentado esto, un ansia gigantesca de propiedad, de protección, de anhelo, porque Ava me inspira eso y mucho más.
-Es es el efecto que tienes en mí. -Me encojo de hombros como si fuera lo más normal. Ella me huele y al contacto se me eriza todo. Sí, estamos en sintonía total.
-¿Tienes hambre?
-Un poco -me responde, sonriéndome. Es un espectaculo ver aparecer su sonrisa, se le ilumina el rostro precioso que tiene.
-Un poco -le respondo y, de igual manera, le sonrío.
-Tienes una sonrisa muy natural. Me encanta. -La beso.
-¡Mierda! -me suelta Ava de golpe.
-¡Esa boca! ¿Qué pasa?
-Le he dicho a Kate que iba hacia casa. Será mejor que la llame, necesita mi coche mañana para ir a visitar a su abuela a Yorkshire. -Se retuerce en mis brazos y se suelta de mí. ¿Por qué se va? ¡Diablos!
-Tengo que irme.
-¿Irte? -digo molesto.
-Solo tengo unas llaves y Kate las necesita. -Saca sus pantalones y trata de ponérselos dando brinquitos.
¡No, no! ¡Mierda no! No la puedo dejar ir. Siento como si quisiera huir de mí. Pues no, no lo permitiré. La detengo obstaculizando cada uno de sus pasos, no le doy chance ni de respirar. Acto seguido, me agacho y la echo al hombro.
-¡Hey! ¿Qué haces? -grita-. ¡Mierda, Jesse! ¡Suéltame!
Le arrebato el pantalón de un jalón, lanzándolo a mi espalda, cayéndo este al piso y, luego, le doy una nalgada-. ¡Ayyy! -se queja.
-¡Esa boca! -Abro la puerta de la habitación de una patada y la lanzo a la cama; me quedo mirándola. ¡Jesús! Se ve muy sensual con el pelo alborotado esparcido por mis sábanas. No he tenido suficiente de ella. Por lo tanto, me echo encima de su cuerpo y me acomodo rápidamente entre sus piernas, colocándole los brazos a los lados, tomándola por las muñecas y mi polla, como si viera el camino, se posesiona en su delicioso y húmedo coño, al cual comienzo a presionar, diciéndole con rabia:
-¡No vas a ninguna parte!
Balanceo mi cadera y me hundo por completo hasta el fondo. Estoy ardiendo por ella, estoy en el fuego y la necesito ahora. ¿Cómo piensa que la voy a dejar ir? ¡No, carajo!
Mi erección ejerce una fuerte presión sobre ella, haciendo toda su voluntad. La deseo demasiado. ¡Tengo que poseerla! ¡Me voy a quemar si no lo hago! ¡La necesito!
La penetración nos hace gritar a la par. La miro y me retiro lento para volver a embestirla, gimiendo, mientras ella echa la cabeza hacia atrás.
-¡Mírame! -le hablo con autoridad y la vuelvo a embestir. Ava jadea, es demasiado receptiva. ¡Joder! Es muy caliente y también está muy excitada-. Mucho mejor. ¿Hace falta que te lo recuerde? -La miro-. ¡Contéstame Ava!
-¡Por favor!
Me encanta que me suplique. Sonrío con suficiencia y me muevo más fuerte, más rápido.
-¡Eres mía, Ava! -le hablo ansioso-. ¡Abre los putos ojos! -Y la poseo como un demente. Es tal la pasión que despierta en mí que no dejo de hacerlo una y otra vez, una y otra más. Sí, me encanta todo de esta mujer, es perfecta para mí.
Sigo mirándola, tengo que verificar que es real y no una cruel imagen de mi mente.
Ava está frenética, perdida en su propio deseo y placer. Es increíble ver cómo goza, parece poseída. Cada vez siento más fascinación por ella porque cuando estamos juntos nuestro sexo no es fingido sino totalmente real.
-¡Joder, Ava! ¿Estás bien? -le hablo entre mis gemidos. Ella golpea la cama con los puños.
-¡No pares! -Y me agarra los brazos, me clava las uñas y yo grito. Voy al acecho, pero con más fuerza. Ava vuelve de nuevo su cabeza hacia atrás.
-¡Mladita sea, Ava! ¡Mírame! -me obedece en al acto. Estamos empapados de sudor; la fricción de nuestros cuerpos es enorme cuando me toma por el pelo y me tira hacia ella. Sí, me quiere más cerca. Nuestras lenguas se enredan, saboreándose con afán, y yo sigo dando fuerte donde sé que ella siente más.
-¡Jesse, me corro! -grita entre mis labios. Me agarra con aún más fuerza. ¡Dios, me fascina esta mujer!
-¡Mierda! Tú y yo a la vez, ¿vale? -Y sigo con mi empuje frenético. Ava envuelve más mi polla como un puño y, de pronto, viene la explosión-. ¡Ya! -¡Dios mío! Grito antes de caer desmadejado sobre ella cuando aún percibo cómo me exprime.
Me retiro un poco y vuelvo a entrar. Le doy hasta la última gota de mi simiente, marcándola como mía. Cierro los ojos para saborear este momento. Salgo de ella y siento que se mueve un poco, consiguiendo que abra mis ojos otra vez. Me quedo observándola; me maravillo al ver así de cerca esos ojazos marrones profundos, llenos de secretos. Su nariz pequeña, respingona; sus cejas perfectas y sus labios que son majares para los míos. Empiezo a darle tiernos besos en la boca. Este instante es especial. Me dejo caer sobre ella cuidando de no ahogarla y Ava me acaricia la espalda, logrando que me estremezca. Entierro mi cabeza en su cuello, me quedo adormilado aspirando su delicioso olor. Ava detiene su caricia. Me doy media vuelta y me apoyo en mis codos, mirándola, al tiempo que jugueteo con un mechón de su cabello.
-Has hecho que me quede dormido. Eres demasiado bonita. -Eso es cierto porque es preciosa y no solo por fuera, también lo es por dentro. Algo me lo dice porque Ava es muy distinta a lo que he conocido con anterioridad.
-Tú también -me responde, tiérnamente. Le sonrío y paso mi nariz por sus senos.
-Ya se lo he recordado, señorita. -Me separo un poco y me incorporo. Le ofrezco mis manos, las cuales toma. Tiro de ella para ponerla a horcajadas sobre mis piernas. La abrazo y me pego al espaldar de la cama. Empiezo a acariciarla con mis pulgares que se hallan sobre sus caderas. Ella me detiene; es cosquillosa. Le sonrío pícaramente-. Pasa el día de mañana conmigo -le ofrezco.
-Tengo cosas qué hacer -me responde con dudas.
¿Qué cosas?
-Tengo que ordenar cosas. -Vuelvo a su cintura para acariciarla, pero no me deja.
-¿Qué cosas? -No quiere estar conmigo. ¿Por qué?
-Kate me ha acogido en su casa, temporalmente. Llevo allí cuatro semanas y tengo todas mis cosas regadas por todos lados. Tengo que empezar a organizarme para cuando me mude a otro sitio.
-¿Dónde viviías hace cuatro semanas? -Es todo lo que ansío saber.
-Con Matt.
-¿Y quién coño es Matt?
-Relájate. Es mi ex novio.
-¿Ex? ¿Segura?
-Sí, ex -reafirma, alegrándome. Sí, realmente me alegro de oírlo porque, la verdad, no sé qué hubiera hecho su estuviese saliendo a la par con otro hombre-. Jesse, tengo que ir por mi coche.
-Tranquila. Te llevaré mañana temprano.
-De acuerdo.
Así puedo tenerla un par de veces más. Me río con malicia y ella me responde. Veo que se lleva las manos a la cabeza y empieza a quitarse algo y, por la posición que toma, sus divinas tetas quedan en mi cara.
-¿Qué pasa?
-Te niegas a pasar el día conmigo, pero me pones esas preciosas tetas delante de mi cara. ¡No es justo, Ava! -Y le agarro un pezón, el cual se endurece al instante. Ava se queja. No lo puede evitar.
-Oye, tengo que quitarme las horquillas. Se me están clavando en la cabeza. -Se las va poniendo en la boca. La miro y tomo una de ellas entre mis dientes para luego escupirla. Procedo a meter mi cara entre sus tetas. Las huelo y le doy un beso en cada pezón.
-Déjame a mí. -Empiezo a buscar las horquillas, las que quito una a una y se las paso-. ¿Cuántas te has puesto?
-Unas cuantas. Tengo mucho qué sujetar.
-¿Unas cuantas? ¡Centenares querrás decir! -Es como un muñeco vudú-. Bueno, creo que esas son todas. -Las pongo encima de la mesa de noche. La acaricio y la abrazo contra mi pecho. Veo que tiene sueño porque se apoya en mi hombro y cierra los ojos; se siente relajada. Empieza a acariciarme la pierna con una de las suyas.
-¿Cuántos años tienes? -me pregunta adormilada. Yo me río.
-Veintitrés.
Bufa y se queda dormida, quedamente. Me siento feliz, completo, porque ella está donde debe estar, entre mis brazos. Al cabo de un momento, yo también me quedo dormido.
Después de varias horas, advierto movimiento a mi lado y veo que Ava se quiere levantar. ¿Ya amaneció? De una vez la rodeo con mis brazos y la inmobilizo.
-Ni se le ocurra, señorita -le gruño adormilado.
-¡Pero necesito ir al baño! -exclama sorprendida.
-Me da igual, aguántate. Estoy muy cómodo así. -Soy malo, lo sé, pero no quiero que se aleje de mí.
-¿Estás loco? ¡No puedo!
-No te voy a soltar, Ava. -Está exasperada. Por lo tanto, me vuelvo hacia ella y la beso; la pongo hacia arriba con las piernas separadas y la tomo por las muñecas. Tengo mi erección en saludo firme para, finalmente, presionar su centro. Ava se ve dispuesta.
-¿Qué tal has dormido? -Froto su nariz con la suya.
-Muy bien. ¿Tú?
¡Joder! Mueve sus caderas, me está provocando. La miro sonriente.
-Yo también.
Al oírme, me mira insegura y anhelante; la observo recién levantada y se ve preciosa. Me acerco y rozo su boca. Ava gime y abre la suya, demostrándome con ello una clara invitación a entrar. Introduzco lentamente mi lengua y rozo la de ella. Porteriormente la saco y beso sus labios con dulzura. Me provoca ternura, cariño y, a la vez, una pasión avasalladora.
Ava empieza a mover aún más sus caderas. La miro a la cara y me posesiono para, definitivamente, entrar. Solo dos segundos después, me introduzco en ella muy lentamente mientras me aprisiona con sus brazos. Me quedo quieto; si me muevo esto se acabará demasiado pronto. La dejo que se acostumbre a mi invasión.
-Mírame, Ava -le hablo bajito.
Levanta su vista y nos miramos fijamente. Me retiro y entro con lentitud varias veces más. En definitiva, sí, esto es el paraíso.
-Mmm... -gime-. Me encanta el seño soñoliento contigo. -Levanta su cadera para que mi polla entre más profundo. Ya está excitada y yo que no aguanto más.
-¿Te gusta? -pregunto, aún mirándola.
-Sí.
-¿Más rápido?
-No, me gusta así. Por favor, sigue así. -Es toda una delicia ver su rostro; es casi poético. ¡Qué hermosa es, por Dios!
Me rodea el trasero con sus piernas, me tiene apresado mientras entro y salgo lento, probando, sintiendo sus pliegues; el como me rodea la polla como un puño y lo va a aprentando, poco a poco. ¡Por todos los santos, es exquisita! Ya no puedo más, me detengo y admirándola le digo:
-Basta de sexo soñoliento. -Y me hundo de nuevo hasta el fondo, duro. Repito ese movimiento una y otra vez, una y otra más. Ava grita, sé que le doy donde más le gusta. Es tal su excitación que me agarra por el pelo y me acerca todavía más a ella y a su boca, saboreándome con su lengua, mordiéndome, al tiempo que la beso con pasión.
-No voy a dejarte escapar nunca -le digo entre beso y beso que le doy.
-No quiero que lo hagas.
Me detengo al escucharla. ¿Me lo dice porque está cegada por la pasión o por que lo siente? Espero que lo exprese porque así lo siente porque así sabré si es de verdad.
-¡Mírame, Ava1 -le ordeno molesto-. Vamos a tener esta conversación cuando estés serena y no loca de lujuria. -Saco mi polla y ésta queda elevada. Vuelvo a empujar con fuerza y hasta el fondo. Sigo con mis arremetidas y voy sintiendo que Ava me aprieta más. Ya viene su orgasmo.
-¡Me voy a correr!
-¡Córrete conmigo, Ava! ¡Dámelo! -Mis golpes rítmicos hacen que corra entre alaridos de gozo-. Eso es, nena. -Sigue gimiento mientras me derramo chorro a chorro dentro de ella y caigo rendido. Quedamos exhaustos. Somos todo brazos y piernas entrelazados, jadeando y respirando con dificultad. No sé qué decir.
-¿Puedo usar el baño? -pregunta. ¡Joder! No quiero soltarla, me siento vacío sin ella, pero tengo que liberarla.
Suspiro profundakente y la suelto; salgo de su interior y, sin querer hacerlo, me dejo caer a un lado de la cama cuando Ava, por su parte, se dirige al baño. ¡Mi madre! ¿Cómo es posible que tenga ese culo tan increíble? Bello, blanco, terso, duro... ¡Y cómo lo mueve! ¡Uff!
Cierra la puerta. Al rato, sale y de inmediato la miro. La contemplo tomar una toalla y envolverse en ella. Va hacia la sala. Está buscando algo.
-¡Joder!
-¡Esa boca! -la reprendo, deduciendo qué hará. Ava quiere marcharse, pero no la voy a dejar que lo haga. Veo que agarra sus cosas y se dirige con ellas hacia el baño, recogiendo en el camino su ropa que está tirada en el piso.
-¿Puedo usar la ducha?
-¡No! -exclamo con rabia y ella se ríe.
-No seas infantil, Jesse. -Y pasa por delante de mí en dirección hacia el cuarto de baño. Va a encerrarse en él, pero cuando pretende hacerlo detengo la puerta con mi hombro, entrando detrás de ella, quien busca entre sus cosas su maquillaje y también su cepillo de dientes. La observo más y más molesto. ¿Por qué se va? ¿Por qué no se queda conmigo? ¿Se va a ver con alguien? ¡Coño! No quiero que se vaya. Acto seguido, abre la regadera y espera a que el agua se caliente un poco. Me mira y entra para ducharse, se lava el pelo y yo, como un energúmeno, exploto, abriendo la puerta de par en par, gritándole:
-¡No vas a ninguna parte!
Ava abre la boca, perpleja.
-¡Por su puesto que sí!
-¡De eso nada!
-Jesse, pero... ¿Qué problema tienes?
-¡Tú!
-¿Yo?
Voy a reventar como un sapo si sigo así. ¿Qué me pasa? Parezco verdaderamente el mismísimo demonio de Tazmania.
Ella sale y se envuelve el cuerpo con una toalla y hace lo mismo con su cabeza. La agarro de un brazo, pero se suelta con brusquedad para comenzar a vestirse.
-No quiero que te vayas -le hablo más suave, tengo que convencerla.
-¡No seas idiota, por favor! No puedes encerrarme aquí como si yo fuera tu esclava sexual. Si quieres una búscate otra porque en mí no la vas a encontrar -me lo asegura con indiferencia, como si yo no le importara. ¡Mierda, pero mierda!
-No quiero a ninguna otra mujer, te quiero a ti.
-¿No has tenido de mí ya lo suficiente?
Nunca, pero nunca voy a tener suficiente de ella. Estiro mi mano y le acaricio la mejilla y ella reclina su rosotro, cerrando los ojos.
-Lo siento. -La abrazo por la cintura y le digo al oído-: perdóname. -Se voltea y me deja besarla. Le vuelvo a acariciar el rostro, llegando a su húmedo pelo. La beso con todo lo que tengo y el sentimiento es sublime. Luego, la suelto manifestándole:
-Mucho mejor. -Le beso la nariz-. ¿Quieres que te lleve?
Ava me sonríe. ¡Me encanta que lo haga!
-Dame diez minutos. -Entro rápido a la ducha, tomando en el camino una toalla calientita.
-¿Puedo beber agua mientras te preparas?
-Puedes hacer lo que quieras, neca -le respondo, dándole una nalgada y entrando a la ducha. Tengo que sacarme este sentimiento de propiedad, debo pensar qué es lo que haré. Ava es diferente y yo soy diferente con ella. Y... No sé por qué percibo miedo. Miedo a no volver a verla, miedo a quedarme solo otra vez. Tengo que ser más inteligente, pues forzándola no voy a conseguir nada. Ava es terca, pero yo soy más terco aún.
Rapidamente, me voy un buen baño mientras mi cerebro va a mil maquinando qué voy a hacer con respecto a Ava. Un momento después, me pongo mis shorts, una Polo y mis Converse azules, mis favoritas. No me afeito, no tengo tiempo para ello. Me miro al espejo y sonrío. "¡Diablos que, de verdad, soy guapo!", pienso en voz alta. "Y también muy modesto", añado.
Salgo de cuarto y, al hacerlo, veo que Ava está de rodillas recogiendo los vidrios del vaso que se partió cuando empezamos esa increíble follada. Me dentengo delante de su figura y le sonrío.
-Me temo que estoy en plena desventaja -lo dice en tono de broma mientras me da tiempo a pensar que me gustaría verla así, pero para otra cosa que no fuera recoger los vidrios rotos. Sí, estoy usando toda mi imaginación.
-Parece que tu desventaja juega a mi favor. -Le guiño un ojo-. Deja todo en su lugar. No me gustaría que te cortaras -la regaño-. Ya lo recogeré después. -Me pongo mis Ray Ban, tomo las llaves de mi coche, sus cosas y la agarro de la mano para salir con ella hacia el exterior.
-¿Hoy trabajas? -me pregunta Ava.
-No. -De día no hay mucho qué hacer en la mansión. Aunque si ella supiera...
Me mira al instante y veo que me come con la vista. Me gusta que le guste lo que ve con tanto afán. Al salir hay dos hombres, son los de la mudanza que están todos desaliñados trabajando. Contemplo su distintivo en un mono azul que dice "B & C" Mudanzas.
-¿Señor Ward? formula uno de ellos.
-Las cosas están en la habitación de invitados -les comento-. Es lo que va primero. Mi asistente llegará pronto para ayudarlos con el resto. -Tiro de Ava y dejo a los empleados que hagan lo que mejor saben hacer-. ¡Cuidado con el equipo de esquí y el de ciclismo! -les grito por encima del hombro. ¡Joder! Si rompen algo lo pagan.
-¿Tienes asistente? -inquiere Ava con cara de asombro.
Sí, es la única mujer sin la cual no podría vivir, quien se marcha a Irlanda la semana que viene para visitar a su familia. Entonces, es cuando pienso que todo se desmoronará para mí.
Llevo a Ava rápidamente en mi Aston Martin hasta donde quedó su coche aparcado anoche. Tuve que hacer malabares para que no llegara retrasada. Algunos se me interpusieron en mi camino y es cuando me tocó recordarles a cada miembro de su familia.
Mientras sitúo las cosas de Ava en el asiento trasero de su coche, ella chequea su celular. Es temprano. Son las 08.10 AM. Veo que le escribe un mensaje a alguien. ¡Mierda! ¿A quién le escribirá con tanto interés y apuro? Luego de ello, abre la puerta del lado del chcofer y enciende el carro. Y ahí es cuando me agacho y le digo:
-Te llevaré a comer.
-Ya te he dicho que tengo cosas por hacer.
-Pues, entonces será a cenar.
-Luego te llamo, Jesse.
¿Qué pasa? Me está rechazando, pero ¿por qué?
-¿Me estáas rechazando?
-No. Solo he dicho luego te llamo. -Frunce el ceño.
-Vale, pero hazlo. -Me agacho y pongo mis manos, estratégicamente, cerca de su entrepierna y la beso como si no hubiera un mañana para mí. Así le doy a pensar lo que se puede perder al no tenerme-. Estaré esperando tu llamada. -me dirijo hacia mi auto.
-¿Cuántos años tienes, Jesse? -grita.
La miro por sobre mi hombro, le sonrío, respondiéndole:
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-¿Cuántas veces tengo que preguntártelo hasta llegar a tu edad real?
-Bastantes veces, señorita. -Levanto mis lentes, le guiño un ojo y ahora sí la dejo. Enciendo el auto y arranco a toda velocidad.
Salgo directo hacia el Lusso, mi nueva adquisición, hay que estar pendiente con los de la mudanza que no vayan a romper nada. Cuando llego, respiro profundo al ver a Cathy, mi asistenta, quien es la mejor y séque me tiene cariño. A esta mujer la quiero como a una madre. Le doy una sonrisa y la abrazo.
-¡Hola Cathy!
-Mi muchacho -me dice-. ¿De dónde vienes?
-De dejar ir a la mujer de mi vida.
-¿En serio? Nunca te había escuchado decir algo semejante.
-Pues, es ésta mi primera vez. Me tiene loco, Cathy.
Estoy en el apartamento hasta las dos de la tarde, ya está caso todo en su lugar y me he dado un atracón con el delicioso almuerzo que ella me ha preparado. No puedo estar más que satisfecho.
Miro a mi alrededor, encantado. "Es hermoso mi apartamento", pienso con satisfacción. Me fascina mi vestidor, es muy cómodo y espacioso, pero mi baño es exquisito con esa bañera gigante que es única. Y también me gusta más por el recuerdo que me trae, la primera vez que aquí me la follé con esos sonidos que emite cuando tiene un orgasmo. Mierda. Mi polla se está calentando y Ava no está aquí para remediarlo. ¡Qué gran poder ejerce sobre mí aún a la distancia! La extraño. ¿Qué estará haciendo? ¿Pensará en mí? Sacudo mi cabeza, salgo del cuarto y me dispongo a ir a la mansión.
El recorrido que realizo no es largo y cuando llego veo a Sam y a John hablando.
-¡Hey, hermano! ¿Cómo estás? -me saluda Sam, a quien le sonrío. Es un buen tipo, un buen amigo, sincero, sin dobleces ni malas intenciones. Confío en él, tiene algunos problemas con su pasado, pero en medio de todo es feliz porque ha sabido sobrellevar su vida tranquilo y sin darse mala onda.
-Bien, amigo, gracias. John, ¿cómo estás? ¿Cómo va todo?
-Todo bien, Jesse, la gente está empezando a llegar temprano. Debe ser por el día. Ve a la oficina, tienes que buscar unos papeles según Sarah.
Camino hacia ella, pero Sarah me intercepta.
-Hola, Jesse. ¿Cómo estás? Anoche te busqué, pero no pude localizarte.
-¿Y para qué me buscabas si ya nos habíamos despedido?
-No vi a la decoradora -menciona venenosamente, consiguiendo que me frene y me volteee, me quite los lentes y la mire.
-¿Qué pasa, Sarha? ¿De cuando acá tú cuestionas mi tiempo o con quien coño me veo o hablo?
-Solo decía. ¡Mierda! ¡No seas tan quisquilloso!
-Estúpido no soy, ¿de acuerdo? Déjame tranquilo si quieres que llevemos tú y yo la fiesta en paz. -Entro a la oficina y aviento la puerta. ¡Qué diablos le pasa a esta mujer! ¡Quién se cree! Ella no tiene derechos sobre mí!
Hago mi trabajo y miro la hora. Ya son las 07.30 PM y Ava no me ha llamado. No me está gustando cómo transcurre el tiempo sin saber nada de ella. Al minuto tocan a la puerta y grito:
-¡Adelante! -Por ella se asoma Drew-. ¡Hey, hermano! ¡Vamos a tomar algo!
-Hagámoslo aquí, no quiero estar en el bar y tampoco quiero que hoy me molesten.
-De acuerdo. Pide las bebidas entonces.
-Primero voy a cenar. ¿Les apetece?
-No. Ya lo hicimos.
-Ah, okay. Yo sí voy a cenar algo ligero -pido el servicio mientras hablamos de cosas triviales y, de repente, Sam menciona a Ava.
-¿Y tu bella decoradora?
-Estoy esperando que me llame. Es tarde, no lo ha hecho y ya estoy cabreado.
-Llámala tú. Puede ser que le haya sucedido algo.
-Joder, no lo había pensando. -Mi corazón se acelera mientras le marco a su móvil, pero no responde. Me levanto y empiezo a dar vueltas por la oficina.
-Cálmate, Jesse, no debí nombrarla.
-No, Sam, menos mal que lo hiciste. ¿Y si de verdad le sucedió algo? -Ya son las 9 de la noche y vuelvo a marcar.
-¿Cómo lo has hecho? -contesta Ava, logrando que yo respire profundamente. Está bien, gracias a Dios, pero tiene la voz ronca. ¿Estará enferma?
-¿El qué? -le pregunto, aunque sé que se refiere al teléfono, al cual le puse una canción que me encanta de Gavis Sunday, Morning Call. Sonrío.
-Has manipulado mi teléfono.
-¿Dónde estás?
-En la cama.
-¿Desnuda? -Bajo la voz para que los muchachos no me escuchen. De solo imaginarla quisiera tener alas para llegar prontamente a su lado.
-Pues, la verdad, no.
-Yo podría ponerle remedio a eso.
-¿Qué tal tu apartamento? -Cambia la conversación.
-Lleno de mierda italiana.
-Muy gracioso. ¿Dónde estás?
Suspiro. Quisiera estar en su casa ahora mismo y en su cama.
-En la mansión. Dijiste que me llamarías -le recuerdo algo molesto.
-Se me pasó el tiempo arreglando mi cuarto.
-¿Qué haces hoy? Quiero verte,
-No puede ser -contesta muy tranquila-, estoy ocupada.
¡Coño! ¡No puede ser!
-¿Haciendo qué? -le pregunto estupefacto, porque cualquier mujer estaría feliz de recibir una invitación así de mi parte, pero Ava... ¿Qué coño está sucediendo? ¿En qué estoy fallando?
-Muchas cosas.
-¿Te estás tocando el pelo por casualidad? -manifiesto burlonamente.
-Te llamaré mañana. -Abren la puerta de la oficina de forma inesperada. Todos volteamos a ver quien es.
-Jesse, tienes que darme la factura de la compañía...
-Ava, espera un momenjto. ¡Mierda, Sarah! ¿No puedes esperar o tocar? ¡No ves que estoy al teléfono! -la reprendo, tapando la bocina-. Dame un minuto -le exijo molesto-. Ava, ¿sigues ahí?
-Sí.
-De acuerdo. Vas a llamarme mañana -le hablo con tono autoritario. Sí, estoy cabreado. Los muchachos se quedan callados cuando ella me responde de forma afirmativa y luego de eso, ambos colgamos a la vez.
-¡Joder, Sarah! Si me ves al teléfono esperas, así se esté quemando el hotel, ¿okay? De igual forma, si me ves con Ava te aguantas. ¡Por qué siempre tienes que estar interrumpiendo!
-Bueno... ¿No es ese mi trabajo?
-Sí, pero tienes que aprender a ser más discreta. Apareces y sueltas cualquier cosa sin mirar quien está a tu lado. Y ahora, dime qué pasa.
-La compañía a la que le compraste los materiales de construcción para las nuevas habitaciones. Encontraron un déficit de dinero. Tenemos que solucionarlo. El contador vio el error. Lo llamaron informándole sobre ello. Necesito las facturas para comprobarlo.
-¿Y por qué no las tomaste tú?
-Porque las guardaste en tus archivos privados a los cuales no tengo acceso.
-Okay, okay. Ya te las entrego y, por favor, revisa bien antes de hablar con ellos y de entregarlas, ¿quieres?
-Así lo haré. ¿Con quién hablabas? ¿Con Ava?
-Ese no es problema tuyo.
-¿Por qué siempre tienes que responderme mal cuando te hablo de ella?
-Porque cuando te refieres a ella lo haces con "doble intención". Porque no es tu problema. Porque eres metida y mi vida no te debe importar. Además, yo no te pregunto por la tuya. Te tengo cariño, Sarah, pero no te pases de la raya, por favor.
-Está bien, disculpa. -Da la vuelta y se va enfurruñada, hablando entre dientes. Termino de ordenar los papeles mientras mis amigos se retiran discretamente y al rato me levanto para irme a casa. Mi casa... Eso suena muy bien.
Luego, salgo ya con destino hacia la entrada y de frente me encuentro con dos mujeres, Natacha y July. Automáticamente, Natacha de acomoda las tetas antes de decir toda melosa:
-Jesse, nos dirigimos al salón comunitario. ¿Vienes?
-No. Me voy a casa. Estoy cansado.
-¿Al nuevo apartamento? ¿Cuándo me invitas?
-Ni lo sueñes, Natacha. ¿Un "nunca" estaría bien para ti?
-¿Qué gracioso! -Sonríe de mala gana mientras yo sí lo hago de buena gana. Acto seguido, me despido de todos los que veo a mi paso, y todos coinciden en demostrarme su asombro por el hecho de me voy temprano. No. No quiero quedarme porque tan solo quiero llegar a casa para pensar en Ava y así disfrutar tambien de la cena que debió dejarme Cathy en el horno. ¿Quedarme? ¿Aquí? Ni loco.
Arranco a toda velocidad como lo hago de costumbre. Pongo mi música favorita y pienso en ella. Tengo que analizar esto. Me gusta demasiado, lo sé, ¿o será algo más?
Llego al Lusso y cuando entro al apartamento sonrío feliz. Por fin mi propio nido, algo a mi completo gusto. Miro en en honro y Cathy ha cumplido porque veo en él una deliciosa Lasagna que espera por mí. Mmm... Adoro a esta mujer, siempre me consiente. Antes de comer, subo a darme una ducha. En lo que entro al cuarto de baño, Avan invade mi mente otra vez. ¿Será que no voy a poder controlar esto que siento?
Al cabo de una hora, ceno, abro mi laptot, empiezo a buscar varias cosas entre ellas un buen libro que sé que le gustará. Mi felicidad es abismante cuando lo encuentro. "Giuseppe Cavalli (1935 -1961). Anoto la dirección de la tienda y posteriormente cierro la computadora. Mañana le enviaré este regalito a laseñorita O'Shea.
Me siento satisfecho. No puedo alejarme porque tanto en mi mente como en mi vida solo la veo a ella. Es más, ni siquiera me provoca estar con alguie más, solo con ella. ¿Que significará todo esto? Y Ava, ¿sentirá por mí algo definitivo? ¿Por qué se aleja de mí? Y eso de estar todo el tiempo preguntando mi edad... ¿Será que me ve muy viejo para ella? Me miro al espejo. No, para nada. Me veo muy bien de todas las formas posibles. Todas las mujeres me lo dicen. Es más, lo sé. Hasta sé que a Ava le gusta lo que tiene enfrente, pero no termina de dar su brazo a torcer. ¿Por qué? Son muchas interrogantes, pero de una cosa sí estoy seguro y ante esto no voy a dudar: No puedo alejarme de ella. Es más, si no logro enamorarla puedo hacer el intento. Y claro que lo haré aunque ella se asemeje al mismo intento de querer alcanzar una estrella. Pero lo merece. ¡Claro que lo merece! Porque lo que no sabe o aún no ha descubierto es que Jese Ward es sumamente terco obstinado en lo que realmente le importa llevar a cabo y ella se ha convertido en mi meta final.
Suspiro y me acuesto pensando en ello. Ya mañana será otro día, señorita O'Shea, pero... ¡Diablos! Ahí está de nuevo invadiendo cada rincón de mis pensamientos. Y ahora, ¿qué haré conmigo, mi amor?
Llevo a Ava rápidamente en mi Aston Martin hasta donde quedó su coche aparcado anoche. Tuve que hacer malabares para que no llegara retrasada. Algunos se me interpusieron en mi camino y es cuando me tocó recordarles a cada miembro de su familia.
Mientras sitúo las cosas de Ava en el asiento trasero de su coche, ella chequea su celular. Es temprano. Son las 08.10 AM. Veo que le escribe un mensaje a alguien. ¡Mierda! ¿A quién le escribirá con tanto interés y apuro? Luego de ello, abre la puerta del lado del chcofer y enciende el carro. Y ahí es cuando me agacho y le digo:
-Te llevaré a comer.
-Ya te he dicho que tengo cosas por hacer.
-Pues, entonces será a cenar.
-Luego te llamo, Jesse.
¿Qué pasa? Me está rechazando, pero ¿por qué?
-¿Me estáas rechazando?
-No. Solo he dicho luego te llamo. -Frunce el ceño.
-Vale, pero hazlo. -Me agacho y pongo mis manos, estratégicamente, cerca de su entrepierna y la beso como si no hubiera un mañana para mí. Así le doy a pensar lo que se puede perder al no tenerme-. Estaré esperando tu llamada. -me dirijo hacia mi auto.
-¿Cuántos años tienes, Jesse? -grita.
La miro por sobre mi hombro, le sonrío, respondiéndole:
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-¿Cuántas veces tengo que preguntártelo hasta llegar a tu edad real?
-Bastantes veces, señorita. -Levanto mis lentes, le guiño un ojo y ahora sí la dejo. Enciendo el auto y arranco a toda velocidad.
Salgo directo hacia el Lusso, mi nueva adquisición, hay que estar pendiente con los de la mudanza que no vayan a romper nada. Cuando llego, respiro profundo al ver a Cathy, mi asistenta, quien es la mejor y séque me tiene cariño. A esta mujer la quiero como a una madre. Le doy una sonrisa y la abrazo.
-¡Hola Cathy!
-Mi muchacho -me dice-. ¿De dónde vienes?
-De dejar ir a la mujer de mi vida.
-¿En serio? Nunca te había escuchado decir algo semejante.
-Pues, es ésta mi primera vez. Me tiene loco, Cathy.
Estoy en el apartamento hasta las dos de la tarde, ya está caso todo en su lugar y me he dado un atracón con el delicioso almuerzo que ella me ha preparado. No puedo estar más que satisfecho.
Miro a mi alrededor, encantado. "Es hermoso mi apartamento", pienso con satisfacción. Me fascina mi vestidor, es muy cómodo y espacioso, pero mi baño es exquisito con esa bañera gigante que es única. Y también me gusta más por el recuerdo que me trae, la primera vez que aquí me la follé con esos sonidos que emite cuando tiene un orgasmo. Mierda. Mi polla se está calentando y Ava no está aquí para remediarlo. ¡Qué gran poder ejerce sobre mí aún a la distancia! La extraño. ¿Qué estará haciendo? ¿Pensará en mí? Sacudo mi cabeza, salgo del cuarto y me dispongo a ir a la mansión.
El recorrido que realizo no es largo y cuando llego veo a Sam y a John hablando.
-¡Hey, hermano! ¿Cómo estás? -me saluda Sam, a quien le sonrío. Es un buen tipo, un buen amigo, sincero, sin dobleces ni malas intenciones. Confío en él, tiene algunos problemas con su pasado, pero en medio de todo es feliz porque ha sabido sobrellevar su vida tranquilo y sin darse mala onda.
-Bien, amigo, gracias. John, ¿cómo estás? ¿Cómo va todo?
-Todo bien, Jesse, la gente está empezando a llegar temprano. Debe ser por el día. Ve a la oficina, tienes que buscar unos papeles según Sarah.
Camino hacia ella, pero Sarah me intercepta.
-Hola, Jesse. ¿Cómo estás? Anoche te busqué, pero no pude localizarte.
-¿Y para qué me buscabas si ya nos habíamos despedido?
-No vi a la decoradora -menciona venenosamente, consiguiendo que me frene y me volteee, me quite los lentes y la mire.
-¿Qué pasa, Sarha? ¿De cuando acá tú cuestionas mi tiempo o con quien coño me veo o hablo?
-Solo decía. ¡Mierda! ¡No seas tan quisquilloso!
-Estúpido no soy, ¿de acuerdo? Déjame tranquilo si quieres que llevemos tú y yo la fiesta en paz. -Entro a la oficina y aviento la puerta. ¡Qué diablos le pasa a esta mujer! ¡Quién se cree! Ella no tiene derechos sobre mí!
Hago mi trabajo y miro la hora. Ya son las 07.30 PM y Ava no me ha llamado. No me está gustando cómo transcurre el tiempo sin saber nada de ella. Al minuto tocan a la puerta y grito:
-¡Adelante! -Por ella se asoma Drew-. ¡Hey, hermano! ¡Vamos a tomar algo!
-Hagámoslo aquí, no quiero estar en el bar y tampoco quiero que hoy me molesten.
-De acuerdo. Pide las bebidas entonces.
-Primero voy a cenar. ¿Les apetece?
-No. Ya lo hicimos.
-Ah, okay. Yo sí voy a cenar algo ligero -pido el servicio mientras hablamos de cosas triviales y, de repente, Sam menciona a Ava.
-¿Y tu bella decoradora?
-Estoy esperando que me llame. Es tarde, no lo ha hecho y ya estoy cabreado.
-Llámala tú. Puede ser que le haya sucedido algo.
-Joder, no lo había pensando. -Mi corazón se acelera mientras le marco a su móvil, pero no responde. Me levanto y empiezo a dar vueltas por la oficina.
-Cálmate, Jesse, no debí nombrarla.
-No, Sam, menos mal que lo hiciste. ¿Y si de verdad le sucedió algo? -Ya son las 9 de la noche y vuelvo a marcar.
-¿Cómo lo has hecho? -contesta Ava, logrando que yo respire profundamente. Está bien, gracias a Dios, pero tiene la voz ronca. ¿Estará enferma?
-¿El qué? -le pregunto, aunque sé que se refiere al teléfono, al cual le puse una canción que me encanta de Gavis Sunday, Morning Call. Sonrío.
-Has manipulado mi teléfono.
-¿Dónde estás?
-En la cama.
-¿Desnuda? -Bajo la voz para que los muchachos no me escuchen. De solo imaginarla quisiera tener alas para llegar prontamente a su lado.
-Pues, la verdad, no.
-Yo podría ponerle remedio a eso.
-¿Qué tal tu apartamento? -Cambia la conversación.
-Lleno de mierda italiana.
-Muy gracioso. ¿Dónde estás?
Suspiro. Quisiera estar en su casa ahora mismo y en su cama.
-En la mansión. Dijiste que me llamarías -le recuerdo algo molesto.
-Se me pasó el tiempo arreglando mi cuarto.
-¿Qué haces hoy? Quiero verte,
-No puede ser -contesta muy tranquila-, estoy ocupada.
¡Coño! ¡No puede ser!
-¿Haciendo qué? -le pregunto estupefacto, porque cualquier mujer estaría feliz de recibir una invitación así de mi parte, pero Ava... ¿Qué coño está sucediendo? ¿En qué estoy fallando?
-Muchas cosas.
-¿Te estás tocando el pelo por casualidad? -manifiesto burlonamente.
-Te llamaré mañana. -Abren la puerta de la oficina de forma inesperada. Todos volteamos a ver quien es.
-Jesse, tienes que darme la factura de la compañía...
-Ava, espera un momenjto. ¡Mierda, Sarah! ¿No puedes esperar o tocar? ¡No ves que estoy al teléfono! -la reprendo, tapando la bocina-. Dame un minuto -le exijo molesto-. Ava, ¿sigues ahí?
-Sí.
-De acuerdo. Vas a llamarme mañana -le hablo con tono autoritario. Sí, estoy cabreado. Los muchachos se quedan callados cuando ella me responde de forma afirmativa y luego de eso, ambos colgamos a la vez.
-¡Joder, Sarah! Si me ves al teléfono esperas, así se esté quemando el hotel, ¿okay? De igual forma, si me ves con Ava te aguantas. ¡Por qué siempre tienes que estar interrumpiendo!
-Bueno... ¿No es ese mi trabajo?
-Sí, pero tienes que aprender a ser más discreta. Apareces y sueltas cualquier cosa sin mirar quien está a tu lado. Y ahora, dime qué pasa.
-La compañía a la que le compraste los materiales de construcción para las nuevas habitaciones. Encontraron un déficit de dinero. Tenemos que solucionarlo. El contador vio el error. Lo llamaron informándole sobre ello. Necesito las facturas para comprobarlo.
-¿Y por qué no las tomaste tú?
-Porque las guardaste en tus archivos privados a los cuales no tengo acceso.
-Okay, okay. Ya te las entrego y, por favor, revisa bien antes de hablar con ellos y de entregarlas, ¿quieres?
-Así lo haré. ¿Con quién hablabas? ¿Con Ava?
-Ese no es problema tuyo.
-¿Por qué siempre tienes que responderme mal cuando te hablo de ella?
-Porque cuando te refieres a ella lo haces con "doble intención". Porque no es tu problema. Porque eres metida y mi vida no te debe importar. Además, yo no te pregunto por la tuya. Te tengo cariño, Sarah, pero no te pases de la raya, por favor.
-Está bien, disculpa. -Da la vuelta y se va enfurruñada, hablando entre dientes. Termino de ordenar los papeles mientras mis amigos se retiran discretamente y al rato me levanto para irme a casa. Mi casa... Eso suena muy bien.
Luego, salgo ya con destino hacia la entrada y de frente me encuentro con dos mujeres, Natacha y July. Automáticamente, Natacha de acomoda las tetas antes de decir toda melosa:
-Jesse, nos dirigimos al salón comunitario. ¿Vienes?
-No. Me voy a casa. Estoy cansado.
-¿Al nuevo apartamento? ¿Cuándo me invitas?
-Ni lo sueñes, Natacha. ¿Un "nunca" estaría bien para ti?
-¿Qué gracioso! -Sonríe de mala gana mientras yo sí lo hago de buena gana. Acto seguido, me despido de todos los que veo a mi paso, y todos coinciden en demostrarme su asombro por el hecho de me voy temprano. No. No quiero quedarme porque tan solo quiero llegar a casa para pensar en Ava y así disfrutar tambien de la cena que debió dejarme Cathy en el horno. ¿Quedarme? ¿Aquí? Ni loco.
Arranco a toda velocidad como lo hago de costumbre. Pongo mi música favorita y pienso en ella. Tengo que analizar esto. Me gusta demasiado, lo sé, ¿o será algo más?
Llego al Lusso y cuando entro al apartamento sonrío feliz. Por fin mi propio nido, algo a mi completo gusto. Miro en en honro y Cathy ha cumplido porque veo en él una deliciosa Lasagna que espera por mí. Mmm... Adoro a esta mujer, siempre me consiente. Antes de comer, subo a darme una ducha. En lo que entro al cuarto de baño, Avan invade mi mente otra vez. ¿Será que no voy a poder controlar esto que siento?
Al cabo de una hora, ceno, abro mi laptot, empiezo a buscar varias cosas entre ellas un buen libro que sé que le gustará. Mi felicidad es abismante cuando lo encuentro. "Giuseppe Cavalli (1935 -1961). Anoto la dirección de la tienda y posteriormente cierro la computadora. Mañana le enviaré este regalito a laseñorita O'Shea.
Me siento satisfecho. No puedo alejarme porque tanto en mi mente como en mi vida solo la veo a ella. Es más, ni siquiera me provoca estar con alguie más, solo con ella. ¿Que significará todo esto? Y Ava, ¿sentirá por mí algo definitivo? ¿Por qué se aleja de mí? Y eso de estar todo el tiempo preguntando mi edad... ¿Será que me ve muy viejo para ella? Me miro al espejo. No, para nada. Me veo muy bien de todas las formas posibles. Todas las mujeres me lo dicen. Es más, lo sé. Hasta sé que a Ava le gusta lo que tiene enfrente, pero no termina de dar su brazo a torcer. ¿Por qué? Son muchas interrogantes, pero de una cosa sí estoy seguro y ante esto no voy a dudar: No puedo alejarme de ella. Es más, si no logro enamorarla puedo hacer el intento. Y claro que lo haré aunque ella se asemeje al mismo intento de querer alcanzar una estrella. Pero lo merece. ¡Claro que lo merece! Porque lo que no sabe o aún no ha descubierto es que Jese Ward es sumamente terco obstinado en lo que realmente le importa llevar a cabo y ella se ha convertido en mi meta final.
Suspiro y me acuesto pensando en ello. Ya mañana será otro día, señorita O'Shea, pero... ¡Diablos! Ahí está de nuevo invadiendo cada rincón de mis pensamientos. Y ahora, ¿qué haré conmigo, mi amor?
CONTINUARÁ...
**Por Fanny Rebellón.