lunes, 20 de junio de 2016

Loco Amor / Capítulo 6



Loco Amor.
Fanfic trilogía “Mi hombre”
Historia original de Jodi Ellen Malpas.


CAPITULO 6


Es el mejor sexo que he tenido en mi vida, así lo siento. 

Miro a Ava como vuelve a ponerse cada una de sus pertenencias.  Y al terminar de hacerlo me entrega la camisa bastante arrugada.  En realidad, no me importa que lo esté.  Y sin hacer el menor alarde por ello, me la meto dentro de los pantalones.  Luego, voy por la chaqueta que la he dejado en el piso del dormitorio.

-Bueno -comento-, ¿estás lista para lo que tenga que pasar? -Le ofrezco mi mano y Ava la toma sin vacilar-.  Yo diría que… Has gritado bastante ¿no? -Me mira molesta y yo simplemente le sonrío.  ¿Por qué?  Porque muchas cosas en mi vida y, sobre todo, situaciones acontecidas con mujeres las soluciono con  una sonrisa. Ava, mientras tanto, se mira al espejo, tiene cara de recién follada, se ve preciosa, sus ojos brillan y sus deliciosos labios están algo hinchados gracias a cada beso con la cual la devoré.  Porque ¡esa boca, mi Dios!  De ahora en adelante, todo de ella será mi mejor cura para sobrellevar cualquier cosa porque así, tan solo así me da tranquilidad, me relaja y más, cuando solo la observo al tenerla cerca-.  Estás perfecta -le digo cuando la contemplo como se arregla apurada.  Enseguida, le tomo la mano y la jalo hacia la puerta del baño, quito el pestillo y salgo yo primero hacia el exterior, cero temor a cruzarme con cualquiera porque, en definitiva, esta es mi casa ¿no?  Acto seguido, recojo la chaqueta sin soltar a Ava.

Salimos del dormitorio y la guío con su mano unida a una de las mías.  De más está decir que quiero que todos sepan que esta mujer es mía.

-Jesse, por favor -expresa-, suéltame la mano.

-No -le digo molesto.  ¿Qué acaso cree que la voy a soltar?

-Jesse -pronuncia una vez más-, no puedes esperar que desfile por aquí cogida de tu mano.  No es justo, por favor -insiste-, yo… - miro nuestras manos entrelazadas, pero qué puedo hacer si tengo este sentimiento de posesión, de seguridad, de querer protegerla.

-No voy a soltarte -respondo de la misma manera-.  No puedo fiarme, lo siento. 

-¿Fiarte? -pregunta extrañada.

-Sí, de que quieras cambiar de parecer.

-¿Que cambie de parecer con respecto a qué? -formula con asombro.

-A mí -confieso.

Mientras seguimos avanzando, veo que cada vez hay más gente y, de pronto, percibo que Ava jala su brazo con suma brusquedad, logrando soltarse de mi mano.  ¿Qué ha sido eso?  Volteo admirándola muy molesto al tiempo que ella se aleja cada vez más y consigue bajar las escaleras como alma que se la lleva el diablo, pero… ¿Por qué ha hecho eso?  ¿Qué acaso se avergüenza de mí? ¿De lo que sucedió entre nosotros? ¿Por qué no quiere que nadie se entere?  ¡Diablos! Y gracias a ello mi furia se hace casi imposible de soportar y más, cuando advierto que un ridículo tipo sale a su encuentro ¿Y quién es ese cabrón? ¡Joder! ¿Qué significa esta sorpresa, señorita? Me dirijo hacia ambos. ¡Mierda, la está tocando!  Creo que a ese puto cabrón le voy a partir todo lo que se llama "cara" en dos, no me importa que aquí arda Troya.
Al segundo, el tipo nota mi presencia y cómo los estoy observando, y en vez de alejarse la atrae hacia él.  ¡Mierda! ¿Qué sucede aquí? Y no sé por qué siento que Ava se está haciendo la misma pregunta cuando voltea y sus ojos se quedan prendados de mi cara.

-Tom -balbucea, nerviosa-, te presento al señor Ward.  Señor Ward, él es Tom, es un colega y… es gay -me aclara al instante, pero con sumo sarcasmo cuando el fulano me sonríe. Okay.  El tipo este es gay pero… “¡Deja de tocarla, joder!”. 

Después de que Ava nos presenta, el cabrón se me acerca dando brinquitos, me agarra por los hombros y me da un beso al aire ¡¡¡¿COÑO QUE PASA?!!! ¡¡Aléjate de ella!!  ¿Qué no me oíste?  Además, te responderé lo que aún no me has preguntado… ¡¡Yo no soy gay!!

-Es un auténtico placer -dice el tipo y me aprieta los brazos, cerciorándose de mis músculos.  ¡Diablos, pero ¿qué…?

-Oye, ¿haces pesas?

De inmediato miro a Ava, fulminándola con la mirada.  ¿Y qué hace ella al respecto?  Nada más que disfrutar del espectáculo -Sí, me las vas a pagar…-, mientras nos deja a solas y dirige su andar hacia la cocina en la cual se interna para charlar con Patrick, su jefe, y… ¿Qué mierda ven mis ojos?  Nada menos que a Mikael Van Der… Al cual miro sin ningún tipo de disimulo.  No.  No voy a aceptar que ese puto cabrón se acerque a Ava.  Pero él está muy atento a cada uno de sus movimientos como si ella le atrajera… ¡Y a quién no le atraería esta mujer!

En un abrir y cerrar de ojos, noto que algunas personas se han acercado a mí para charlar, y también que Sarah está a mi lado, habla que habla.  A veces es un fastidio, pero si no fuera porque la necesito y por los recuerdos que poseo hace mucho tiempo no estaría en la mansión.  Aunque sí, debo reconocer que la aprecio, pero hasta ahí.  En mi vida todo tiene un límite.

-Jesse ¿te vas al otro apartamento?

-Así es, pero dentro de poco estaré habitando el Lusso.  La mudanza ya ha traído algunas cosas -Admiro mi reloj con cierto dejo de fastidio-.  De paso, en un rato me voy, estoy cansado.

-Okay.  Doy una vuelta y me marcho -anuncia Sarah.

-Bien -contesto sin darle mucha importancia a sus palabras porque, la verdad, solo estoy pendiente de Ava, a la cual no he perdido de vista para ver con quien habla y hacia dónde se dirige.

Al cabo de un momento, la veo salir con su pequeño bolso en una de sus manos.  Sin detenerse, y con la vista casi clavada al piso, camina hacia su carro donde deja su bolso tras sacar algo desde el interior y suspirar.  Después de ello, se encamina hacia los muelles.  La sigo a cierta distancia.  Sé que no me ha visto.  Algo le pasa, se ve triste y, a la par, observa todo como perdida en sus pensamientos.

Rápidamente, saco mi móvil y le tomo un par de fotografías.  Ava parece una aparición, un ángel.  ¡Qué hermosa es por Dios!  Luego, veo que toma su móvil dándome la espalda, momento propicio para acercarme un poco más para escucharla mejor, pero sin que note mi presencia.

-Hola, sí, soy yo.  ¡Ay Kate, la he cagado muchísimo!  Llegare a casa enseguida.

Al oírla, me decido y marco su número telefónico.

-Hola -dice Ava de inmediato al colgar la otra llamada.

-¿Dónde estás? -le pregunto con voz suave porque sé que algo la aflige y la preocupa. 
-Estoy en casa -responde al instante, mintiéndome.  Y además, se agarra el cabello aún más nerviosa de lo que ya lo está.  Ahora sé muy bien qué es lo que te delata cuando mientes, Ava.

-Vale -le respondo con serenidad sin que haya dicho una palabra más al respecto.  Se queda otro rato más en la línea, sé que estoy en su mente, pero… ¿Qué le preocupa tanto?
En un descuido, se voltea con signos de que se quiere marchar.  Y así lo hace, encontrándose conmigo, cara a cara.  Se queda paralizada, se ve el asombro en su hermoso rostro y en su mirada que la delata.  Nos contemplamos fijamente, y de la nada empieza a llorar con mucho sentimiento, tapándose su rostro con las manos.  No me gusta verla llorar.  Por lo tanto, no me aguanto y me acerco para estrecharla entre mis brazos.  Después de ello, permanecemos callados por un buen rato, ahogándonos en el más absoluto silencio.  Sin decir nada, dejo que se desahogue, pero la mantengo todo el tiempo firme contra mí, que es donde debe estar.
-¿Cuánto tiempo llevas ahí? -pregunta.
-Suficiente tiempo.  Pero ahora dime, ¿a qué viene eso de que la has cagado muchísimo? -La abrazo más fuerte-.  Espero, sinceramente, que no te estuvieras refiriendo a mí.
-Pues sí -confiesa entre sollozos-, me refería a ti.
-¿En serio? -me cabreo, pero evito estallar.  No ahora, Jesse-. ¿Te vienes a casa conmigo? -disimulo.
-No -se tensa.
-Por favor, Ava.
-¿Por qué debería ir a casa contigo? -quiere saber.
-Porque es lo correcto y porque tienes que estar conmigo -le respondo con naturalidad, que es como debe ser, aunque estoy furioso por dentro.
-¿Y con quién tiene que estar Sarah?
-¿Sarah? ¿Qué tiene que ver Sarah con todo esto? -pregunto atónito.
-Es tu novia, ¿no?
"¡¡Mierda, ni loco!!", pienso para mis adentros.
-Por favor, no me digas que has estado pasando de mis llamadas y huyendo de mí porque pensabas que… -no puedo siquiera mencionarlo-… pensabas que Sarah y yo… -retrocedo- ¡Para nada joder!
-¡Pues sí! -exclama con todas sus letras-.  ¡Admítelo!  ¡Sé que es tu novia!
Me jalo el pelo con mis dedos.  Estoy desesperado.  Cuenta hasta tres, Jesse, cuenta hasta tres.
-Ava -suspiro-, ¿qué demonios te ha hecho pensar algo así?
-Pues, déjame pensar -sonríe, malhumorada-, puede que sea lo fría que se muestra conmigo todo el tiempo o que viniese a buscarte precisamente ella a la habitación.  O también puede que sea el hecho que está contigo cada vez que te veo.  ¿Quién es ella? -inquiere molesta.
Si quiere una respuesta convincente de mí, eso tendrá.
La tomo de las manos y la miro a sus ojos, agachándome un poco.
-Ava, ella una mujer simpática, nada más.
-¿Simpática? -repite con su risa burlona-. ¡Esa tía no es simpática!
-De acuerdo, no lo es.  Bueno, es una amiga -corrijo.  Tal vez así logre calmarse cuando me acerco y le pregunto-: Y ahora que ya hemos aclarado qué lugar ocupa Sarah en mi vida, ¿podemos hablar de la tuya?
-¿Qué quieres decir?
Le sonrío pícaramente por qué sé muy bien lo que quiero decir con ello.
-Me refiero a en mi cama, debajo de mí -La abrazo para pegarla más a mí, para olerla, para sentirla… ¡Dios, huele muy bien!  Es cálida, me va a volver loco, lo sé.  Pero Ava abrazada a mí me pregunta…
-¿En la mansión?
-No.  Me he comprado un apartamento, pero no puedo mudarme hasta mañana. Ahora estoy de alquiler cerca de Hyde Park, ¿te vendrás allí conmigo?
-Vale.
Por un momento, me quedo asombrado por cómo ha cedido repentina y fácilmente a mi petición. ¿Qué ha pasado?  Doy un profundo suspiro de felicidad y de euforia, pegándola más a mí.  Sí, lo sé, soy un hombre egoísta, muy egoísta, pero la quiero conmigo porque tengo que conquistarla.  ¿Darle espacio?  ¿Dejar que se vaya?  ¡Para qué!  ¿Para qué otro hijo de puta tome mi lugar? ¡No, claro que no!  ¡No puedo permitirme siquiera pensar en eso! Mi misión de ahora en adelante es enamorar a la señorita Ava O’Shea, ¡sí señor!
El viaje lo hacemos prácticamente en silencio.  Varias veces volteo y es cuando quiero decirle algo, expresar lo que siento, preguntarle a ella qué siente, que me lo diga, me lo confiese, pero... es demasiado hermosa y muy joven y puede tener al tipo que quiera. ¡Joder! No, para eso estoy yo, para evitarlo.  Además, esto es más que deseo, lo sé.
Algo me lo dice, lo grita.  ¡Sí, cabrones!  Es más que atracción física porque Jesse Ward llegó a su vida y está para quedarse en ella.  Así que pobre del puto cabrón que se acerque a ella porque si lo hace, le parto el alma en dos. ¡Ella es MÍA!  ¡MÍA!
Pongo música acorde al momento, Teardrop, de Massive Attack.
Ava está muy pensativa y sigue así durante todo el trayecto.
Al cabo de un momento, por fin llegamos al apartamento.  Entro al estacionamiento privado, me estaciono, apago el motor, bajo del coche, abro el maletero y tomo sus cosas, para luego conducirla hacia el interior del edificio.
-Vamos por la escalera, es más rápido.  Son solo son unos escalones.
Llegamos al pasillo, esto no es nada bonito.  Me imagino lo que piensa Ava siendo decoradora.  Saco las llaves y abro la puerta, la invito a pasar.  El apartamento es amplio, cómodo pero sombrío, aunque lo pintaron de blanco no es acogedor, no es cálido y por la cara que luce Ava veo que no le agrada.
-Es una parada de Boxes.  Supongo que estarás ofendidísima -le sonrío socarronamente al ver su rostro de desagrado.
-Prefiero tu casa nueva.
-Sí, yo también.
Camina más hacia el fondo del apartamento y lo observa con atención. Bueno, es lo que hay, pero eso será hasta hoy.  Ava mira mi tabla de snowboard, mis implementos de esquí, gira su rostro y ve mis cosas con las que manejo mis motos, correas, guantes.
-No tengo nada de alcohol.  ¿Quieres un poco de agua? -Voy hacia el refrigerador negro, lo abro y de su interior saco agua embotellada.
-Sí, por favor.
Camino hacia la cocina y le arrimo un taburete negro que está debajo de la isla de la cocina.  Procedo a quitarme la chaqueta. Sí, estoy nervioso.  Cuelgo mi prenda de vestir en el espaldar del taburete y le ofrezco un vaso con agua. Ava solo me observa.  Yo también bebo agua mientras la admiro por encima de la botella, está incómoda. Quiero saber qué pensaba antes y qué piensa en este momento. Dejo a un lado mi agua y le quito el vaso, volteándola en su taburete para que me mire directamente a los ojos. Apoyo mis manos sobre mis rodillas y me inclino un poco.
-Por qué llorabas? -le pregunto.
-No lo sé.
-Sí, sí lo sabes, dímelo -la miro fijamente, espero que me responda.
-No lo sé. -Suspiro y la sigo mirando; sé que está diciendo la verdad (porque no se toca el pelo), y pienso qué es lo que le pasa, qué le preocupa. ¿Será que quiere a alguien más? ¿Tendrá novio? ¿No le gusto lo suficiente? Como me gustaría penetrar en el interior de esa cabecita.  No creo que se haya puesto así solo por lo de Sarah.  Hay algo más que hace que no se relaje conmigo.
-Me equivoco al pensar que tu mala interpretación de la relación que hay entre Sarah y yo no era la única razón por la que me esquivabas -y el tono en que se lo digo es como expresándole que sé que hay algo más.  Acto seguido, me quito el Rolex y lo dejo en la encimera.
-Puede ser. -Ava voltea la cara, parece algo avergonzada.
-¡Menuda decepción! -exclamo con enojo, tomándola del mentón y acercándola a mi rostro. ¡Mierda! Todas las mujeres caen rendidas a mí, son fáciles. ¿Será por eso que nunca me enamoré? ¡Lo fácil es aburrido!
-¿Qué querías que dijera?
Le suelto el mentón, me siento frustrado, tengo que convencerla.   La levanto y la pongo sobre la encimera, el vaso con agua cae al suelo y el ruido es estrepitoso. Le abro las piernas y consigo subirle el vestido. La beso como si no hubiera un mañana, le doy todo de mí en ese apasionado beso. Empiezo a golpearla con mi cadera, embistiéndola desesperado. La agarro por el trasero para acercarla a mí y mi polla toca su centro.  Le meneo mi cadera, estoy ansioso por hundirme en ella.  Pero me aparto y la miro fijamente. ¡Mi Dios! Casi no puedo respirar, este deseo por Ava me consume y creo que ella siente lo mismo, pues no aparta sus ojos de mí, jadeando.
-Vamos a dejar claras un par de cosas -La siento a horcajadas sobre mi cintura. La miro con lujuria.
-Mientes como el culo. -Vuelvo a besarla con suavidad y su lengua sale al encuentro de la mía, acariciándose ambas con frenesí.
-Ahora eres mía, Ava -Le meneo mi cadera porque sé que le doy en el punto exacto para excitarla y más en el estado que tengo mi polla. Me encanta hacerle esto-. Serás mía para siempre. -Y la vuelvo a embestir. Ava gime, me besa y sus brazos me rodean  los hombros. Está diciéndome que acepta mis caricias y mis besos porque se le ve su ansiedad para que yo continúe y haga con  mi boca todo lo que se me venga en gana realizar sobre ella.
-Voy a poseer cada centímetro de tu cuerpo -se lo digo lentamente-.  No habrá ni un solo milímetro de tu ser que no me haya tenido dentro o encima -le hablo con deseo, diciéndole las ganas que tengo de estar dentro de ella, sobre ella…
La levanto y la pongo de pie, quiero desnudarla.  Le bajo la cremallera del vestido, luego le quito el sujetador y con desesperación lanzo todo a un costado sin ver donde caen las prendas.  No aguanto más.


Empiezo a besarle el cuello, llego a su oreja y le digo.
-Date la vuelta -Inmediatamente obedece, al girarse me mira, yo la levanto y la coloco encima de la isla de la cocina, ella pone sus manos en mis hombros, pero yo quiero que se agarre a la mesa, esto va a ser intenso-.  Las manos se quedan ahí -le hablo con seguridad. Me gusta llevar la voz de mando. Meto mis dedos en sus bragas, se las aparto y tiro de ellas. La levanto y la alzo por su hermoso y duro trasero y se las bajo con rapidez. Ella me ayuda apoyándose sobre sus brazos y alzando su trasero. La tengo desnuda; yo aún sigo con ropa. La miro embelesado, es perfecta, suave, cálida, bella. Ella suelta y toma mi camisa, la jala, quiere que me la quite. Retrocedo y le digo que no con la cabeza.
-Las manos. -A ella le gusto mucho. Quiere verme desnudo. Yo lo haré por ella-. ¿Quieres que me quite la camisa? -Mi voz es ronca, pero suave.
-Sí, sigue. -Le doy mi sonrisa maliciosa-. Por favor. -Me gusta que me suplique. Le sonrío; ¡Claro que sí nena!  ¡Lo quieres, lo tienes!
Empiezo desabrochándome los botones, uno a uno, y la miro fijamente. Lo hago muy lento. ¡Joder, me come con su mirada! ¡Se me eriza todo el cuerpo!  ¿Cómo es posible que esta mujer logre provocar tantas cosas en mí? Y eso que no me ha tocado, pareciera que quiere brincarme encima. ¡Eso es, nena!
Le hago el show de quitarme la camisa, levanto mis hombros hacia atrás y me la aparto lento; tenso mi cuerpo. Sé que le gusta lo que ve. Le exhibo mis atributos moviéndome suave. Algo que me tocó aprender de un puto video y me ha dado buenos resultados, y más cuando bailo.  Además,  mi Ava merece que yo me exhiba frente a ella.  Es más, me encanta hacerlo solo por verle esa mirada lujuriosa recaer sobre mí. Se le plasma el deseo.  Sí, un inmenso deseo. Luego de ello, procedo a quitarme los zapatos y los calcetines.
Ava me mira de arriba abajo y viceversa, logrando que mi cuerpo reaccione con más anhelo a ella. Sin quitarme el pantalón, me coloco de nuevo entre sus piernas, le presiono su delicioso coño, friccionando, girando más mi cadera. Ya mi erección va a explotar, lo sé, puedo sentirlo. Le sobo los muslos y vuelvo a su centro.
Ella jadea, gime, tiembla. Apoyo mis manos sobre sus piernas y empiezo a darle caricias en círculos con mis pulgares, cerca de su delicioso centro. Ava respira muy fuerte, no puede controlarse.  ¡Joder! Es muy caliente, le aprieto los muslos.
-¿Por dónde empiezo? -Levanto mi mano y con el pulgar le acaricio el labio inferior.
-¿Por aquí? -Ella abre su boca y meto mi dedo, me lo rodea con la lengua. ¡Mi Dios! Le doy una sonrisa, saco mi pulgar y le acaricio su cara y voy bajando hacia el cuello-.  ¿O por aquí? -¡Estoy frenético, casi no puedo controlarme! Voy bajando a uno de sus senos y empiezo a masajearle el pezón y lo hago, luego, con un solo dedo; se le pone duro, erguido. Ava gime-. Son mías. -Las rodeo, las amaso con suavidad y sigo por toda su piel. Trazo círculos por su vientre antes de bajar. Llego al interior de su muslo, prosigo con su cadera y da un brinco. ¿Cosquillas? Y le agarro el culo-.  ¿O por aquí? -Me mira tensa-.  Cada centímetro, Ava -Le sobo su trasero. Se tensa, se asusta porque ve que deseo su trasero. Juego con ella y mis manos van de nuevo hacia adelante y pongo mi palma en su centro-. Creo que empezaré por aquí. -Da un respiro, le tomo su barbilla para hacer que me mire-.  He dicho cada centímetro -especifico, porque yo mando, yo dirijo, poniendo una mano en la encimera y la otra dejándola entre sus piernas-.  Estás empapada -susurro en su oído y le hundo un dedo-.  Me deseas. -Froto su clítoris y extiendo su humedad. Luego meto otro dedo. Ava grita-.  ¡Dime que me deseas!
-¡Te deseo!
¡Joder, qué delicia!
-Dime que me necesitas.
-¡Te necesito!
-Vas a necesitarme siempre, Ava. Me aseguraré de ello. Ahora a ver si puedo hacerte entrar en razón a polvos. -Saco los dedos de su interior, la levanto y la hago girar muy lentamente.
-Quiero verte -me dice. La presiono con mi pecho y le hablo en su oído.
-No hables hasta que te lo diga, ¿entendido?
Asiente moviendo la cabeza. Empiezo a acariciarle los brazos y manos. Tengo que prepararla para que se relaje.
-Nunca he deseado nada ni a nadie como te deseo en estos momentos. Tu piel es adictiva -continúo por sus hombros, pero sigue tensa.  Le beso el cuello.
-¡Hmmmm! -ronronea. Me río bajito, me encanta verla así, es muy receptiva.
-¿Te gusta? -le pregunto, dándole besos por el cuello. Voltea, me mira y asiente. Su mirada es de satisfacción y me da un beso. Con cariño le tomo sus caderas.
-Que no se te ocurra mover las manos -le ordeno. Me quito el pantalón y la atraigo hacia mí, primero dando un paso atrás. Ava sigue muy tensa. ¡Diablos!  Me inclino hacia adelante y con mi lengua le acaricio la espalda desde la cintura hasta su cuello y termino dándole un beso-.  ¿Estás lista para mí? Puedes contestar.
-Sí.
“¡Qué bien!”, pienso. Ya voy a reventar.
Le acaricio el culo y la pongo en posición. Lentamente, entro a su caliente y húmedo coño que me espera y me voy hasta el fondo, suavemente. Tengo que controlarme; no quiero terminar esto tan rápido. Ava está muy hambrienta de mí. Un profundo gemido de placer se escapa de ella mientras empuja hacia mi polla para tenerla más profunda. El olor de nuestras fragancias unidas, el almizcle de su sexo embriagador, los gemidos de placer de Ava solo me impulsan a más.
-¡Joder! Me vuelves loco -gruño y la tomo por el cuello con una mano y con la otra viajo hacia sus senos. No puedo hacerlo despacio.  Me retiro con suavidad, pero mi embestida es fuerte y le doy en el punto exacto, justo donde sé que le doy más placer.
-¡Jesse! -grita Ava.
-Silencio. -Y sigo con fuerza con el empuje del desespero que me hace sentir esta mujer.
No doy cuartel, voy rápido, es demasiado deliciosa. Los sonidos de éxtasis que desbordan sus labios son excitantes. Me aferro mejor a sus caderas y sigo con mis fuertes embestidas. ¡Dios! ¡Esto es el cielo! Ava me está apretando, ya le viene su orgasmo-.  Aún no -le advierto. Nuestros cuerpos chocan con más violencia y yo gruño con desespero y placer infinito. De pronto, me salgo de ella, se molesta. Pero empiezo a deslizar un dedo por su trasero y Ava se tensa de nuevo.
-¡Puedes hacerlo, Ava! -Deslizo dos dedos en su interior, recogiendo su humedad, arrastrándola hacia atrás, hacia su culo, para lubricarla, para prepararla-.  Relájate, lo haremos despacio-.  Sus músculos se contraen y no da tregua, menos espacio.  Empiezo a trazar círculos alrededor de su ano y ella aún rechaza mi invasión-.  Relájate, Ava -insisto.
-¡Lo estoy intentando, joder! ¡Dame un poco de tiempo, coño! -Esta vez, me causa risa oírla decir tacos. Sé que está asustada y procedo a masajear su clítoris.
-¡Esa boca! -la regaño, pero no molesto.
-¿No hace falta un poco de lubricante o algo?
-Estás empapada. Con eso basta. No se te da muy bien seguir órdenes, ¿verdad? -Y le meto el pulgar en su orificio.
-Relájate mujer.
-¡Dios! Esto va a dolerme…
-Al principio sí, por eso tienes que relajarte. Una vez que esté dentro de ti, te encantará. Confía en mí. -Continúo masajeando su orificio. Le pongo una mano en su cuello; siento sus músculos tensos. Así le puede doler más. Luego, mi mano va a su trasero, la abro con suavidad y coloco mi longitud ya húmeda y empiezo a empujar.
-¡Joder!
-Tranquilízate, deja que pase -le hablo, murmurando, y muy despacio sigo alrededor de su entrada.  Entonces, es cuando comienzo a avanzar y Ava se va hacia adelante. Con una mano le agarro los hombros y la freno para que se quede en su lugar y sigo entrando poco a poco-.  Eso es, Ava. Ya casi está. -El placer es supremo. Hablo forzado entre dientes. Estamos sudando y, de pronto, entro de un solo impulso, llegando hasta el fondo.
-¡Mierda! -grita. 


-¡Dios, que apretada estás! Deja de resistirte, Ava, relájate.  Mmmm… Joder, que bueno, ahora voy a moverme, ¿de acuerdo? -Ava se agarra a la mesa con fuerza-. Muy despacito. -Jadeo.
-¡Joder, Jesse!
-Lo sé -Y empiezo a salir de ella en un ritmo lento.  Ava está disfrutando, es una diosa-.  ¡Eres increíble! -Podría pasarme así toda la puta noche, pero no aguanto más.
Ava empieza a moverse contra mí, aceptando mi empuje. Nuestros cuerpos están cubiertos con brillo de sudor.
-¡Sigue, joder!  ¡Joder!
-Sí, nena. ¿Te falta mucho?
-No -gime, y de la misma manera lo hago yo, anhelante, desesperado. Su ano succiona con avidez mi polla-. ¡Más fuerte! -me grita Ava.
-¡Joder Ava! -y la penetro con ímpetu, con mi mano le rozo el clítoris y se mueve de manera muy sensual. Con avidez hacia mí, con desesperación.
-¡Me viene! -grita en éxtasis.
-¡Espera! -y acelero. ¡Dios! Esto es... ¡No sé cómo describirlo!
-¡Ahora! -Y llegamos a nuestro orgasmo, juntos. Derramo la última gota de semen en ella.
Estamos perdidos el uno en el otro. Caigo sobre ella. Esto fue algo fuera de lo común, mi Dios.
Respiro en su cuello, este orgasmo fue largo, vibrante… La acaricio extasiado.
Me pierdo en ella. En este momento no concibo mi vida sin Ava. Esta preciosa mujer es eso... “MI MUJER”… Mi vida.
No puedo estar sin ella. Si me deja enloqueceré….De eso estoy seguro.


CONTINUARÁ…

**Por Fanny Rebellón.
 



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