viernes, 10 de junio de 2016

Loco Amor / Capítulo 4


Loco Amor.
Fanfic de la trilogía "Mi Hombre".
Historia original de la autora Jodi Ellen Malpas.

CAPÍTULO 4

Ava está loca si cree que la dejaré ir así.
Salgo corriendo detrás de ella y, acto seguido, me monto en mi Aston, pero ¡joder!  ¿Quién está abriendo el portón?  Ava se detiene ante ello y es cuando aprovecho para bloquearle el paso a su mini Cooper.  ¡Diablos!  Estoy furioso.  Y de la misma manera salgo de mi coche, abro la puerta de su autor y la agarro por el brazo para sacarla desde el interior.  Y también, por las dudas, le quito las llaves.
-Ava! -Está media borracha-. Te juro por Dios que como te hagas daño…




Agacha su cabeza como si estuviera avergonzada.  Al instante, le tomo su rostro por la mandíbula y la miro de cerca.  ¡Dios, quiero besarla!  Pero se aparta de mí con brusquedad.

-¿Estás bien? -le pregunto con más calma.

-Pues, por extraño que parezca ¿no?  No lo estoy.  ¿Por qué has hecho eso?

-¿No es evidente?

-¿Qué es lo evidente?  Acaso tú… ¿Me deseas?

-Más que a nada -le respondo con absoluta sinceridad.

-¡Por favor! -proclama algo exasperada-.  Nunca he conocido a nadie tan pagado de sí mismo.  Lo habías planeado todo a tu antojo.  Claro… ¿Esta era tu verdadera intención cuando me llamaste ayer?

-Sí, porque te deseo -repito al igual que lo hice hace tan solo unos segundos atrás, totalmente convencido de ello, admirando como observa con frustración todo a su alrededor.

-¿Quieres abrir las puertas por favor? -pide aún más molesta y también bastante nerviosa-.  ¡Abre las malditas puertas! 

Pero Ava está loca si cree que voy a hacer eso.

-De verdad, ¿crees que te dejaré deambular por ahí estando a kilómetros de casa?

-Si no puedo conducir pediré un taxi.  Además, no es tu problema, sino el mío.  Abre las puertas -vuelve a exigir endureciendo su cadencia.

-De eso nada, yo te llevo.

Al segundo, voltea la mirada hacia mi auto, contemplándolo con admiración.  “Sí, preciosa, esto que ves aquí es mi auto baja bragas.  ¡Sí, señor!”.



-¡Abre las putas puertas de una vez! –grita, ordenándomelo.

-Ava, controla esa puta boca -detesto escucharla decir tacos.

-Esta puta boca es mía y digo y hago lo que quiera con ella.  Además, no estoy preparada para ser otro de los tantos que te anotas en el cabezal de tu cama.  ¿Me has oído?

¡Wow!  Estoy perplejo.  ¿Por qué piensa de esa manera?  Es la primera vez que me pasa esto y… Claro, ella no lo sabe.

-¿En serio piensas eso? –digo, pasmado, escuchando el sonido de mi móvil que no cesa de sonar.  Es John.  Rápidamente contesto la llamada.

-¿Vas a salir, Jesse?  

-Sí.  Me voy con Ava para llevarla hasta su casa.

-No, no lo harás –interviene ella de inmediato-.  Solo abre las puertas, por favor.

-No.  Lamentablemente, no te dejaré sola ahí afuera.  Fin de la historia.  Te guste o no la idea, te vienes conmigo.

-He dicho que no.

¡Dios, es más terca que una mula!  Advierto cómo se voltea gracias a un coche que viene directo hacia nosotros por la carretera principal, el cual se apresta a entrar a la mansión en ese momento. ¡Mierda!  Nuevamente las puertas se abren frente a nosotros dos.

-¡John,  no abras las putas puertas! -le grito a través del móvil.

-¡Cabrón, no soy yo!  ¡Es Sarah! -me explica.

-¡Pues, ve y dile que no lo haga! –Pero ya es tarde porque Ava ha logrado escurrirse por la abertura de la puerta sin darme tiempo a detenerla.  ¡Mierda! Golpeo el botón escondido en un lugar estratégico y vuelvo a abrirlas.  Después de ello, salgo corriendo tras sus pasos. ¡Joder!  La veo con el móvil en las manos.  Seguro está pidiendo un taxi.  La agarro por la cintura, la levanto y me la llevo al hombro-.  No va a vagar por ahí por su cuenta, señorita -expreso furioso, todo y gracias a lo que ha hecho y a su testarudez.  Y así, la llevo en andas hasta mi carro.

-¡Y a ti qué narices te importa! –exclama enrabiada.

¡Diablos! Sí hasta así se ve sexy la condenada.

-Pues, al parecer nada, pero tengo conciencia.  Y ella me dice que tú de aquí no te vas sino es en mi coche.  ¿Lo entiendes? -.Tengo que quitar el mini Cooper del camino, y para hacerlo la dejo nuevamente a un costado del carro.  Luego, peleo al correr el asiento hacia atrás.  ¡Carajo, pero esto sí es pequeño!  Casi no quepo y como puedo lo enciendo para, posteriormente, hacerlo a un lado.  Sí, lo sé, me pitan los oídos y estoy que hecho humo por ellos. Definitiva y malditamente hoy no es mi día.


Unos minutos después, enciendo mi auto, la obligo a montarse en él y tomo camino para llevarla a su casa.  Pero… ¿Qué ha pasado aquí? Nunca me había sucedido algo así porque ninguna mujer antes ha huido así de mí.  Estoy seguro que le gusto, pero no quiso ceder un solo instante.  ¿Y yo?  Pues, aquí estoy casi a punto de explotar.  Calma, Jesse, tienes que controlarte.

Durante el trayecto casi no hablamos. Solo me ocupo de mirarla de vez en cuando.  ¡Jesús, es preciosa!  Me gusta.  ¡Qué digo!  ¡Me encanta! ¡Me tiene hechizado!   Y ahora, ¿qué voy a hacer? Coño, pues, tendré que planificar cada uno de mis siguientes pasos.

Al cabo de un momento, Ava me indica donde está su casa.  Siguiendo sus indicaciones, me estaciono, pero cuando lo hago se baja sin que alcance siquiera a detener del todo el vehículo.

-¡¡¿Ava?!! -¡ Joder! No me mira.

Si antes estaba furioso, ahora lo estoy aún más.  ¿Por qué fallé?  ¿Qué está mal conmigo? Tengo que calmarme.  Sí, debo dejar que todo se tranquilice.   
Hecho una bestia  arranco, recordando que tengo su coche como trofeo.  Sonrío.  “No puedes escapar de mí, amor.  Tú serás “MIA”.  Tal vez, no fue hoy, pero siempre existe un mañana y también un pasado mañana.”

Regreso al hotel y cuando entro a él Sarah empieza a hacerme preguntas sobre Ava.  Una y otra vez no cesa de interrogarme, consiguiendo que detenga mi andar, me voltee y la mire de frente para decirle…

-Eso es algo que a ti no te importa.  Lo que suceda con ella es parte mi vida privada.  Yo a ti no te pregunto nada sobre la tuya, ¿y sabes el por qué? Porque no me importa.  Así que, por favor, déjame en paz, haz tu trabajo y no me molestes.  ¡Quiero estar solo!

-No me digas que se te escapó la señorita… la cual se ve como cualquier mujer.  La verdad, no entiendo qué le ves.

La miro y no dejo de mirarla.  ¿Qué ha dicho tan estúpidamente?

-Ava no es como “todas las mujeres”.  Para tu información, ninguna le llega siquiera a los talones.  Ella es diferente, Sarah, y si te vas a referir a su persona espero que para la próxima vez no estés diciendo una mierda porque no la conoces.  ¿Comprendes lo que acabo de decir o te lo paso por escrito?  Ava no es como las que usualmente vienen a este lugar.  Por lo tanto, no acepto a nadie, y menos a ti, que la nombres o me vengas a aconsejar sobre lo que hago o dejo de hacer con mi vida. Si no lo has notado, ya estoy bastante grandecito para hacer con ella lo que se me plazca.  ¡Joder! -lanzo un bufido tirándole, además, la puerta de mi oficina en la cara.

Las horas transcurren y con él mi desesperación se acrecienta.  Llamo a su móvil y me rechaza la llamada.  Insisto y vuelvo a insistir.  “Veremos quién es más fuerte en este juego, señorita O’Shea.”

Siento como si tuviera hormigas en el cuerpo.  No me siento cómodo de ninguna manera. ¡Diablos! Necesito una copa ahora mismo porque no logro sacarme a esta mujer de la cabeza.

Me lavo la cara y salgo directamente hacia el bar del hotel, en el cual encuentro a mi amigo Sam en la barra.

-¡Hey, hermano!

-Hola.

-¿Qué te pasa? ¿Algún problema? ¿Puedo ayudarte?

-No, tranquilo.  En esto nadie puede ayudarme.  Es… un problema de faldas.

-¿Qué? -pronuncia como si no lo creyera del todo-.  No te creo.

-Baja la voz, ¿quieres?  Estoy mal.  ¿Recuerdas la belleza de la otra noche?  ¿La decoradora?

-Claro.  Muy linda, por cierto.

-Bueno, es ella quien me tiene de cabeza.

-Jesse, las mujeres no te sacuden, tú las sacudes a ellas.

-Lo sé, pero ésta es diferente.  Huye de mí todo el tiempo.

-¡Ja ja ja!  Me parece de fábula, mi amigo.

-Sí, a mí también, pero ¿sabes?  Ya tengo mis planes trazados.

-¿De cacería?

-¡Yesss!

-Jesse, ¿hablas en serio?

-Sí, Sam, muy en serio, porque es la primera vez en mi puta vida que una mujer me roba el sueño y el aliento de esta manera.  Me tiene loco, te lo juro.

-¡Wow!  ¡Sí te dio fuerte! Pues, ¿qué te puedo decir?  Ver para creer, Jesse Ward.

-Ya lo creo.

-A propósito, ¿cuándo te mudas?  Espero que me invites a conocer tu nuevo apartamento.

-Claro.  Cuando esté completamente instalado te aviso.  Es fantástico, toda una belleza como la que lo decoró.

-¿Fue ella?

Asiento, sonriendo.

-Mañana la veré otra vez y sé que no se me va a escapar, o dejo de llamarme Jesse Ward.

-Ja, ja, ja, ella no sabe en la que se metió.

-Pues, eso es del todo cierto.  Me voy, Sam, no quiero hablar con nadie más y menos con esas  mujeres que vienen ahí  –en clara alusión a las que ya observo-.  Ufff … Hablamos, amigo.


Salgo casi corriendo de ese lugar.  ¿Qué me pasa? Antes no quería salir del hotel y ahora añoro estar solo para que nadie interrumpa mis pensamientos dedicados a Ava.  Por increíble que parezca, el pensar en ella me da alegría, me hace feliz aunque no la haya conseguido aún.  Me siento seducido por ella.  Eso salta a la vista.  ¡Y qué decir cuando la tengo enfrente!  Claramente, no puedo quitarle los ojos de encima.  ¡Dios!  Me paso las manos por mi cara, tengo que quemar energía.  Necesito relajarme y hacer ejercicio.



Mi mente trabaja a mil por hora sobre planes de repuesto porque nunca pierdo y sé que no lo voy a hacer ahora.

No he dejado de llamarla.  ¿Y qué he obtenido a cambio?  Todo su rechazo.  Eso hace que me desespere todavía más.  No entiendo qué le sucede.  No comprendo qué me sucede a mí.  ¿Tendré la fiebre del primer amor?  En serio, ¿me habré enamorado?

***

Decido a ir hasta su casa.  Ya ha pasado un día.  Seguro debe estar más tranquila.  La llamo.

-Ava  O’Shea, diga.

-Hola, Ava.  ¿Estás sola?

-¡No! - responde la muy mentirosa.

-¿Por qué me mientes? -La oigo agitada y después de ello, decide colgar la llamada.

Insisto.  Marco nuevamente a su móvil, pero ahora al contestarme la escucho gritar, diciéndome…

-¡Para ya!

Ante su ferviente emoción, decido enviarle un mensaje de texto.  Quiero verla, lo necesito como el aire que respiro.


"¡Coge el teléfono!"

"¡No!"

¡Mierda!  Pero… ¿Por qué me hace esto?
 
"Vale, entonces voy a entrar."


"¡¡¿Qué?!!  No, no…"


 Me devuelve el llamado como por arte de magia, pero ya es demasiado tarde.  Toco a su puerta.

-Abre la puerta, Ava  -y sigo golpeando-.  Ava, no me iré de aquí sin hablar contigo -. No me abre, ni siquiera responde.   ¿Qué acaso piensa que la voy a violar? ¡Por Dios!

Toc, toc…

- Tengo tus llaves, Ava.  Voy a entrar.

Oigo sus pasos rápidos acercándose a la puerta.  Por fin la abre.  Me quedo quieto, admirándola muy molesto, solo con la pregunta que ya tengo atravesada al interior de mi cabeza.

-¿Por qué no quisiste seguir?

-¿Perdón?

-¿Por qué te fuiste?

-Porque todo lo que allí sucedió fue un error - me responde molesta.

-No fue un error, y lo sabes.  Mi único error fue dejar que te fueras -Intenta cerrarme la puerta en el rostro, pero no lo consigue-.  ¡Oh, no!  De eso nada.  No dejaré que vuelvas a huir.  Ya lo has hecho dos veces y no abrá una tercera.  Esta vez tendrás que dar la cara -.La miro, bebo su imagen, es pequeñita, preciosa, sexy, divina.  ¡Mi Dios! Casi no puedo respirar. Me acerco, su olor me da un subidón cuando Ava me dice…
 
-Tienes que irte, Kate llegará enseguida.

Me molesta que me mienta.  ¡Basta de tonterías, Ava!  Quiero tacarla, pero no me deja hacerlo.

-¿Por qué has venido? –quiere saber.

La tomo de las muñecas para impedir que se aleje de mí.  Acto seguido, le doy la vuelta y la miro de frente.

-La respuesta a esa pregunta ya la sabes.

-¿Ah, sí? –formula haciéndose la inocente.

-Sí, lo sabes –reafirmo.

-¿Por que quieres oír cuánto grito?

-No.

-Eres, sin duda, el capullo más arrogante que he conocido en la vida.  No estoy interesada en convertirme en una de tus conquistas sexuales.  ¡Acéptalo!

¿Conquistas? Voy a explotar.

-¿En qué puñetero planeta vives, tía?

-¡Lárgate!  

Me está echando, proclamándolo a viva voz.  ¿Qué estoy haciendo mal?

-¡No! -le grito.  Me desespera su terquedad y el que no reconozca lo que siente.  ¿A qué le tienes miedo?

-No me interesas una puta mierda.  ¡Vete de aquí! -grita con voz temblorosa.

-¡Ava, esa puta boca!

-¡Largo!

-Está bien -Me planto firme y decidido delante de sus ojos, mirándola con rabia-.  Pero antes, mírame y dime que no quieres volver a verme.  Si lo haces, me iré y no volveré a cruzarme en tu camino.

No responde.  ¿Eso es un punto a mi favor?  Sé que le atraigo, sé que está afectada.  Por lo tanto,  me acerco aún más a ella cuando solo nos separan unos pocos centímetros.

-Dilo –la incito a que me responda, pero no dice nada.  No puede, sé que no puede.

-¿No puedes, verdad? -le hablo bajito.  Pongo mi mano en su hombro, le acaricio el cuello lentamente y le toco debajo de la oreja.  Infalible.  Sé que esto la va a excitar.

Pum, pum, pum… Su pulso se acelera.  Lo oigo, lo noto… y Ava también.

-Vete, por favor.

¡Joder, pero que tozuda es!

-Pon tus manos sobre mi corazón –no lo hace de forma inmediata, por lo que le agarro su mano y la subo hasta posicionarla en mi pecho.  Al segundo, siento que me va a dar un infarto.

-¿Qué quieres demostrar con esto?

-Eres una mujer muy cabezota, deja que te haga la misma pregunta.

-¿Qué quieres decir?

Habla con voz suave.  ¡Ya casi, Dios mío, ya casi!

-¿Por qué intentas evitar lo inevitable?  ¿Qué pretendes, Ava? -Rodeo con mis dedos su cuello y le levanto su cara para que me mire. Es el mayor placer de mi vida, mirarla, perderme en sus ojos.  Nos contemplamos fijamente por varios segundos hasta que abro la boca, acercándome a la suya.  Quiero besarla, quiero tocarla, quiero… La acaricio suavemente, consiguiendo que ella gima.  Le doy besos muy suaves-.  Tú también lo sientes, ¿verdad? -.  De pronto, suena mi móvil.  ¡Mierda!  Voy a estrangular a quien está realizando esta maldita llamada.  Y como si se hubiese roto la magia que existía entre los dos, Ava se desconcentra y termina empujándome, separándome de su cuerpo.

-¡Para, por favor!

Tomo mi móvil y rechazo la llamada.  En este momento se puede estar quemando el mundo, pero no me importa un carajo porque solo me interesa ella.

-¡Mierda!.... Todavía no lo has dicho.

-No me interesas.  Tienes que parar de hacer esto, sea lo que sea, lo que creas que sentiste o lo que yo sentí, te equivocas.

Suelto una carcajada.

-¿Lo que yo creo?  Ava, no te atrevas a insinuar que todo esto me lo estoy imaginando porque… ¿Me he imaginado lo que acaba de pasar?  ¿Y lo del otro día también me lo imaginé?  ¿Por quién me tomas?

-¿Por quién coño me tomas tú?

-¡Esa boca! -le grito.

-Te he dicho que esta boca es mía y también te he dicho que te vayas.

-Y yo te he dicho que me mires a los ojos y me asegures que no me deseas.

Finalmente, deposita su vista sobre la mía.

-No te deseo.

 Y la muy mentirosa vuelve a mentir otra vez.

 Siento que me ahogo.  No creo lo que expresa porque sé que siente algo muy fuerte por mí.

-No te creo –afirmo convencido, cuando noto que se toca nerviosamente el cabello.  Está mintiendo, pero ¿por qué?

-Pues, deberías creerlo.

Nos quedamos mirando un rato, como queriendo cada uno adivinar lo que piensa el otro, pero ella retira su vista.  ¡No aguanto más!  Sin palabras me pide que me largue.  ¿Está loca?  Sí, lo está.  Me peino el pelo con mis dedos y de puro desespero hecho una maldición, seguido de un involuntario movimiento.  Me largo.

Esto no termina aquí.  No, señorita, entre más te niegues a estar conmigo más voy a insistir.  ¡Diablos!  Su rechazo me caló profundamente, tanto porque jamás lo había experimentado en mi vida.  Pero ¿por qué lo niega?  ¿Por qué es tan renuente?  Estoy seguro de que le gusto.  ¡Estoy convencido de que me desea, joder!

 “Nos veremos, señorita  O’Shea, mañana veremos cómo huyes de mí, si es que eres capaz de hacerlo.  Porque la próxima vez no voy a soltarte.  ¿Me oyes?  Claro que no voy a soltarte, preciosa, eso puedo jurarlo.”

                                                                                                                                                                        CONTINUARÁ…
 

**Por Fanny Rebellón.

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