Loco
Amor
Fanfic
trilogía “Mi Hombre”
Historia
original de la autora Jodi Ellen Malpas.
CAPÍTULO
13
Voy con una erección de campeonato, debo
relajarme, así que me estaciono y espero. ¿Lo mejor que puedo hacer? Dejar de
pensar en Ava.
Al rato mi polla se ha calmado y paro en
la mejor pastelería que veo. Me bajo del vehículo, entro en ella y pregunto si
tienen servicio de envío. Cuando me confirman, escojo un delicioso pastel de
nata con chocolate porque con él ella recordará nuestro gran y grato encuentro.
Demás está decir que añado una nota que dice lo siguiente:
“ LA VENGANZA ES DULCE.
BESOS.
J.”
Salgo satisfecho llevándome uno para mí.
Me dirijo al Lusso. No tengo muchas ganas de ir al hotel. Por lo tanto, llamo a
John para decirle algunas cosas que deseo que haga. Luego llamo a Sarah. Le
explico que tengo que hacer algunas otras en la ciudad. Entenderá. Y si no, que
se aguante.
Al cabo de un momento, y ya en casa, me
doy una buena ducha. Después de ello, cuando ya estoy listo, decido sacar mi
moto favorita pensando que me encantaría tener a Ava de parrillero, pero
primero debo conseguirle el traje y también el casco de seguridad.
Me marcho pensando en ello, de camino a
buscarla y cuando la veo a la distancia, freno muy cerca ella, logrando que
pegue un brinco.
-¡Hey! ¡Eres un peligro ambulante! -me
regaña.
-¿Te asusté? -Me quito el casco.
-Sí, esa cosa necesita una revisión del
nivel de ruido.
-Esta cosa en una Ducati 1098 y mucho cuidado
con esa boca -La tomo por la cintura y la siento sobre mis piernas-. Bésame -susurro
cerca de sus labios. Vaya, ya me hacía falta algo de esto y cuando mi piel se
empieza a calentar oigo las bocinas de los vehículos, además de los chiflidos y
las burlas de la gente por la exhibición que ambos estamos dando. Pero no me
importa. En realidad, ni siquiera me interesa el qué dirán.
Ava rodea mi cuello. Mmm, siento que a ella
también le he hecho falta. Sí, estamos en total conexión. Pero, de pronto, se
retuerce y se suelta, creo que ha recordado que estamos en plena calle y cerca
de su trabajo. La agarro con más fuerza mientras sigue intentando tomar
distancia.
-¿Qué crees que estás haciendo?
-¡Suéltame!
-Oye, nena, dejemos una cosa clara. Tú
no decides cuándo y dónde te beso o durante cuánto tiempo. ¿OK? -Ya me cabree.
-Jesse, entiéndeme, si Patrick me ve
contigo estaré con la mierda hasta el cuello. Ahora, suéltame, por favor.
Lamentablemente para mí ella tiene toda
la razón, pero no me agrada esto. Él debe enterarse. ¿Por qué tenemos que
escondernos? Mierda, la miro furioso.
-¿De qué coño estás hablando? -grito-. Vigila
esa boca, Ava.
-Tú… no has pagado la factura y ahora se
supone que tengo que mandarte un recordatorio amistoso. He tenido que mentir
diciendo que estabas de viaje.
-Pues, ya me lo has recordado. Ahora
sube el culo a la moto. -Le lanzo una mirada fulminante.
-¡No! -me responde con una mirada de
desaprobación.
-¿Qué? -Me bajo contemplándola fijo-. Tres… -aludo
a lo que ella ya sabe cuando su quijada le llega casi al piso. Ava. Ava, Ava… No
sabes hasta dónde puedo llegar-. Dos…
-No voy a pelearme contigo en mitad de
Berkely Square. ¡Te comportas como un crío! -Da media vuelta y sale caminando
con rapidez. Voy detrás de ella, estamos por Bond Street.
-¡Uno! -le grito, pero sigue caminado la
muy….
-¡Qué te jodan! ¡Estás siendo injusto y
poco razonable!
Está molesta, pero no me interesa, ya le
voy a enseñar lo que es estar verdaderamente muy molesto.
-¡Esa boca! ¿Qué tiene de poco razonable
que quiera besarte?
-Lo sabes perfectamente. Y es injusto
porque estás intentando hacer que me sienta mal, pero muy mal. -Se mete en una
tienda, me freno y miro qué diablos va a hacer. Al interior, la empleada del
negocio se le acerca cuando Ava me da miradas fugaces, solo está retardando lo
que vendrá a continuación.
Se pone a caminar por la tienda, mira la
ropa, saca vestidos, unos tras de otros. Me encantan los vestidos, no para
usarlos yo, claro está, sino para que los luzca ella. Se ve de infarto cuando
los lleva puestos y además, son de muy fácil acceso. Pero ¿Qué debo hacer? Quedarme
parado como un idiota o… Entro sin que se dé cuenta cuando Ava saca un vestido
que parece más bien una blusa.
-¡Con eso no sales a la calle! -le
advierto como un demonio. Ava y la dependienta me miran sorprendidas.
-¿No tiene algo más corto? -dice solo para
molestarme.
-¡Ava! No te pases. -Le encanta
cabrearme. Adora hacerlo.
-No lo creo, señorita -le responde la
empleada aún más nerviosa.
-Bien, me lo llevo. -Lo he dicho, le
encanta joderme en las mismísimas pelotas.
-¿Es la talla correcta? -le pregunta la
mujer cuando ya estoy que muerdo.
Asiente al instante.
-Le recomiendo que se lo pruebe, no
aceptamos devoluciones.
Así lo hace. Se dirige rápidamente
al probador. Mal, muy mal porque si cree que la voy a dejar salir con ese trapo
está muy equivocada.
Mierda, casi se me salen los ojos de las
orbitas cuando la veo con ese minúsculo vestido. Pero debo admitirlo, se ve
divina, rica y tentadora con ese culo, con esas tetas fabulosas y sus piernas,
¡joder! Sus piernas son perfectas. Dios mío, está demasiado buena, ni loco la
dejo salir con eso encima.
Quiero explotar y no me salen las palabras cuando solo
camino de un lado hacia otro conteniendo la respiración.
-No vas a… No puedes, Ava. Nena… ¡No
puedo mirarte! -Mierda, ya estoy teniendo una erección y sé que eso mismo
pasará si sale con ese vestido a la calle. Cualquier cabrón que se le pase por el frente va querer follársela.
Se mete al probador de nuevo. Hago que
miro algo, veo unos zapatos. Coño, ¿cómo hacen las mujeres para caminar con
eso? Así cualquiera se desnuca -y lo más jodido es que se ven fabulosas y más,
cuando tienen buenas piernas como las de mi nena-. Me decido y la espero fuera de la tienda. Al
rato sale muy campante como si hubiese ganado una batalla.
-¿Me permites?
-Acabas de malgastar cientos de libras,
no vas a ponerte ese vestido.
-Permíteme, por favor.
Le doy espacio para que pase, se dirige
a la oficina como si nada hubiese sucedido, pero conmigo siguiéndola muy de cerca.
-¡Cero!
Ava da un grito cuando la empujo hacia
un callejón y la empotro a la pared. La beso con furia, como un animal
encolerizado, pegándola a mi cadera, girándola hacia ella. Estoy loco, lo sé, y
muy excitado también porque haberla visto con ese vestido me enloqueció y nada menos que por
completo.
-No voy a permitir que te pongas ese
vestido.
-No puedes decirme qué puedo y qué no
puedo ponerme.
-Impídemelo -la reto.
-Es solo un vestido, Jesse.
-No cuando tú te lo pones. Así que no
vas a ponértelo. -La rozo más y más, pegándola a mi erección en la parte baja
de su vientre.
-Gracias por el pastel -añade mientras me
la como a besos.
-De nada ¿te lo has comido?
-Sí, estaba delicioso -Se restriega
contra mi cara y mi cuello, parece un gatito mimoso. Gimo del placer que siento
y que me da-. Se supone que no debo dedicarte más
tiempo hasta que hayas pagado la factura.
-Pasaré por encima de quien intente
detenerme. -Lamo su oreja, Ava se estremece.
-¿Por qué eres tan poco razonable?
La aparto un poco y la admiro porque esa
pregunta, de verdad, me ha dejado fuera de base.
-No lo sé. ¿Puedo preguntarte lo mismo?
Solo abre la boca y después de un par de
segundos, sacude la cabeza como si no pudiera creer lo que le he formulado.
-Será mejor que vuelva a la oficina.
Suspiro.
-Te acompaño.
-No,
Jesse, pueden verme charlando con los clientes durante las comidas sin que
Patrick lo sepa. Paga lo que debes, por favor.
Pongo los ojos en blanco.
-Ya veo… Patrick no debe enterarse que
un cliente moroso te está follando hasta hacerte perder la cabeza.
Ava jadea.
-Muy bien. ¿Vamos? -Seguimos caminando,
advierto que Ava está enfurruñada. Y ahora, ¿qué hice mal? ¿Que dije? Quiero
tomarle la mano, pero se aleja de mí. Vuelvo a intentarlo y nada. Está cabreada, dije algo que la molestó. Cuando al fin logro agarrar su mano, intenta zafarse.
No la dejo, casi le hago daño de lo fuerte que la sostengo. Al rato empieza a
relajarse. Estoy satisfecho cuando, de la nada, se tensa de la cabeza hasta los
pies.
-¡Mierda! Es un amigo de Matt -pronuncia intranquila.
La miro molesto.
-¡Esa boca! ¿Un amigo de quién? ¿De tu ex?
-Sí, suéltame.
Ni loco. ¿Por qué coño quiere que la
suelte? ¿Se avergüenza de mí? O… ¿Será por el idiota ese de Matt?
-Te lo he dicho, Ava, pasaré por encima
de quien haga falta -le aviso mirando directamente hacia el fulano. Aprieto más
su mano cuando el hombre está absorto con su celular. No nos ve, ni siquiera
sabe que estamos frente a él. Pero eso se puede arreglar.
-Pasaré por encima -le gruño. Y casi
arrastrándola, pasamos por un costado del hombre.
-Disculpa. ¿Tienes hora?
-Sí, son las…
-¡¿Ava?! -El tipo frunce su cara al
verla conmigo.
-James…
El cabrón nos observa con cara de incredulidad.
Si más se parece a un ventilador de pueblo girando la cabeza de un lado al
otro, porque mira a Ava y luego a me mira a mí.
-Eeeeh….¿Estás bien?
-Si -le responde ella, nerviosa.
El idiota mira mal a Ava. ¿Qué diablos
le pasa? ¿Será que está enamorado de ella?
-¿La hora?
-Sí. Son las dos menos diez, amigo.
“Amigo mis bolas que siempre están juntas, imbécil.”
Suelto la mano de Ava, la tomo por los
hombros y la pego más a mí. Acto seguido, le beso la sien con cariño cuando
ella solo me mira. “Sí, amor, este es un concurso de meadas." El hombre abre los
ojos como platos y es cuando me decido a partir porque ya estamos cerca de su
oficina. Unos minutos después, la detengo, bajo mi cabeza y la miro.
-¿Por qué no quieres que tu ex sepa que
estás follando con otro?
-Por nada, solo que no es necesario -Se
jala el pelo como una loca. Le tomo la muñeca y la alejo de su pelo, su por
ahora única diversión.
-Ya. Pero ahora dime la verdad, por
favor. -Trato de parecer sereno, cuando la verdad quiero explotar como
un energúmeno.
-Me pidió que volviera con él -Baja la
mirada, no quiere verme a los ojos. ¿Con que así es la cosa,eh?
-¿Cuándo ocurrió eso específicamente?
-El martes pasado.
Mi cerebro va a 1000 por minuto. ¿¿¿ Martes???
¿Ha dicho martes? ¡Coño! ¡Eso fue cuándo me embarcó!
-Él era el asunto importante, ¿verdad?
-Sí -reconoce muy serena-. Lo siento, tengo
que volver al trabajo.
-No volverás a verlo -La observo y no me
dice nada, algo la ha molestado-. Ve a trabajar -La dejo ir. Mierda, lo que me
faltaba, ahora tendré que ponerme alerta porque hay varios por ahí que
adorarían alejarla de mi lado.
Mmm… Ese cabrón de Matt jura que me la
va a quitar, pero el muy imbécil no sabe en la que se está metiendo. Es un
idiota. ¡Quién se cree! ¿Un jodido conquistador? Es un pobre diablo y un
estúpido que le fue infiel a su novia cuando no debió hacerlo. Mierda, ¿será
idiota? ¿Cómo es posible que le haya hecho tantas porquerías? Definitivamente,
hay tipos idiotas en el mundo y ese Matt se llevó el primer lugar. Y qué lo
sepas, carajo. Esa mujer es MIA y ningún tipejo me la va a quitar o dejo de llamarme
Jesse Ward.
He decidido tomar el toro por los
cuernos. Matt se puede ir al diablo y Patrick, si es necesario, le paso por
encima porque me importa una mierda que dirá. Así que tomo nuevos bríos y me
encamino hacia la oficina de Ava. Vaya sorpresa la que se va a llevar.
Abro la puerta y la veo concentrada en
su trabajo, me siento orgulloso de ella, tan joven y tan capaz en lo que hace.
Me gustaría que trabajara solo para mí, pero es tan terca y testaruda. Seguro
que si se lo pido va a poner uno de sus gritos en el cielo. Pero en fin,
seguiré insistiendo. Total, algún día terminará desistiendo, ¿o no?
Tom, el amigo de Ava, es el primero que
me ve a la distancia. "Sí, soy yo, ¿me
reconoces?", pienso cuando pega un gritito reglamentario.
-¡Ava! ¡Es para tiiiii!
Al oírlo, ella levanta la cabeza y me ve. Su
cara de sorpresa no tiene precio, además de la incertidumbre, de la rabia, del temor que siente. Sí,
todo eso que va en el mismo paquete. Por mi parte, me hago el loco y solo la miro cuando
sus compañeros no nos quitan los ojos de encima.
Me acerco a su escritorio, Ava
me mira de arriba hacia abajo y cuando se detiene finalmente en mi rostro le
regalo una sonrisita, la más grande de ellas. Siempre funciona, espero que
ahora no sea la excepción.
-Señorita O´Shea -le hablo muy tranquilo.
-Señor Ward -la voz le tiembla, está
nerviosa, escanea la oficina, pero en ella solo están sus compañeros que nos siguen mirando,
estupefactos.
-¿No va a ofrecerme asiento?
Me
señala uno de los sillones al instante, lo acerco y me siento más cerca de su
escritorio.
-¿Qué estás haciendo aquí? -me susurra,
inclinándose sutilmente sobre la mesa.
-He venido a pagar un recibo, señorita
O´Shea.
-Ah…
Me reclino, la miro fijamente y sigo
sonriendo a mis anchas.
-¿Sally? -Da un grito nervioso y
tembloroso-. ¿Puedes atender al Señor Ward, por favor? Le gustaría pagar el
recibo que tiene pendiente.
Joder, me la hizo de nuevo. Y yo que quería
que me atendiera solo ella, pero ya veré como le doy la vuelta a esta situación.
-Por supuesto -responde la mujer desde
su sitio.
-Bien, señor Ward, Sally se ocupará de
usted. -Ahora es ella quien me sonríe, dichosa. Jura que ya se deshizo de mí y también
cree que no me doy cuenta de lo que quiere hacer. “No te la pondré tan fácil,
mi amor.”
-Solo tú -le digo en voz baja para
que ella me escuche. Pretende perderse en mis ojos, más no lo consigue. Se
tensa, se tensa mucho cuando siento pasos a mi espalda.
-¿Ava? -Al parecer, un hombre la mira como diciendo…
¿Y quién coño es éste?
Ava me señala con su lápiz. Quiere que
mire hacia atrás.
-Patrick, te presento al señor Ward, el
dueño de la mansión. Señor Ward, le presento a Patrick Peterson, mi jefe. -Seguido
de ello, me da una miradita cómo
advirtiéndome de no meter la pata.
-Ah, señor Ward, su cara me suena -me
dice Patrick, extendiéndome su mano.
-Nos vimos un instante en el Lusso
-añado, levantándome por educación y estrechándole la suya.
-Sí, claro, perdone. Usted compró el ático,
¿cierto?
¿Quién más cabrón? ¿Pensabas que era un
don nadie, verdad? Mmm, veo el signo de dinero en tus ojos. Sé qué tipo de rata
eres. ¿Mueres por el dinero, no? Ahora que sabes quién soy te deshaces en
atenciones…
Ava se ve tensa aún más cuando Sally
viene con un recibo en su mano. Pero su jefe se lo arrebata para entregármelo
el mismo.
-¿No le has ofrecido nada al señor Ward?
-le pregunta, asesinándola con su vista. La mujer está pálida. Parece que no ha
olvidado mis gritos.
-No hace falta, solo he venido a saldar
mi deuda.
Patrick despide con un gesto a Sally.
-No debería haber venido solo por esto,
señor Ward. -Agita el recibo como si no tuviera valor y como si yo no supiera
que es un hombre ambicioso y muy interesado.
-He estado fuera, mis empleados lo
pasaron por alto -le explico y así no desmiento a Ava.
-Sabía que para eso tenía que haber una
explicación razonable. Si me permite la
pregunta, ¿negocios o placer?
De inmediato me pierdo en los ojos de
Ava, diciéndole con el pensamiento: “¿Respondes tú o lo hago yo?”
-Placer, sin duda -lo afirmo con certeza
y sonrío. Ava se ruboriza. Me encanta eso de ella-. Ya que estoy aquí, quisiera fijar
algunas citas con la señorita O´Shea. Necesitamos darle una vuelta rápida a
esto. -“La verdad, necesito que ella esté conmigo todo el tiempo que se pueda.”
-Por supuesto que sí -me responde
Patrick-. ¿Está buscando un diseño, una consulta de diseño o una gestión de
proyecto?
Sonrío prominentemente antes de decir:
-El paquete completo.
-¡Genial! -Casi me hace una reverencia
como si yo fuera un rey-. Entonces, lo dejo con Ava, ella lo cuidara muy bien.
-Sé que lo hará. Estoy seguro de ello
-afirmo sin siquiera observarlo. Pero luego recuerdo el por qué de mi
visita. Volteo el rostro y añado-: Si me da los datos bancarios de su empresa
le hare una transferencia de inmediato. También realizaré un pago por
adelantando para la siguiente fase, eso evitará futuros retrasos.
-Haré que Sally se lo pase por escrito,
señor Ward. -Y finalmente se retira a su oficina, dejándonos a solas.
Me voy acomodando de nuevo frente a Ava,
sonriendo muy satisfecho mientras la veo como saca su agenda.
-De acuerdo. ¿Cuándo te va bien? -me
pregunta para comenzar.
-¿Cuándo te va bien a ti? -formulo feliz
de haber logrado mi objetivo.
-No te hablo de lo otro.
-Ya, ya.
¿Y si gritas para mí?
-Tampoco.
-Mmm… Eso va a complicar un poco los
negocios.
-¿Serán negocios, señor Ward, o placer?
-Placer, señorita O’Shea. Siempre
Placer.
-¿Eres consciente de que me estás pagando
para que me acueste contigo? -Baja su voz-. ¡Lo cual me convierte en una puta!
Mierda, se me desfigura el rostro al
oírla, pero ¿por qué dice eso? Está equivocada, de esas hay como arroz picado
en el hotel. Claro, eso no se lo puedo decir todavía.
-Cállate Ava -le advierto-, y para que
lo sepas después gritarás igual, te guste o no te guste. Eso sí, cuando volvamos a hacer las
paces.
Se queda pensativa y luego, de la nada,
le baila una sonrisa en la cara.
-¿Qué te hace gracia? -le hablo con
seriedad.
-Mi vida -murmura-. ¿En qué día te
pongo?
-No quiero que me anotes con el lápiz
porque la tinta se borra y eso no es aceptable. ¿Todos los días te parece bien?
-¿Perdón? ¿Cómo que todos los días? ¡No
seas idiota!
Sonrío con suficiencia, le arrebato la
agenda y en el movimiento le rozo su mano. De inmediato, siento la energía y el
cómo se estremece. Vaya, ahí voy de nuevo con mi excitación. Busco donde anotar
y escribo “SEÑOR WARD” bien grande, cosa que hasta un ciego lo pueda ver. Donde dice “fines
de semana” lo escribo también.
-Ya tienes los fines de semana ocupados.
Lo siento, nena, ya eres mía -Elimino varias de sus citas, Ava está que explota y no lo hace a viva voz porque
aún no sale de su trabajo-. Por si no lo ha notado o entendido, la quiero todos
los días y a todas horas conmigo, si es posible.
-¿Qué haces? -inquiere con falsa calma.
-Estoy anotando mis citas.
-¿No te basta con controlar mi vida
social? Creí que no pedías citas para
follarme.
-Vigila esa boca -la regaño-. Ya te lo
he dicho antes, haré lo que haga falta.
-¿Para qué?
-Para mantenerte a mi lado. -Esto es lo más
serio que he dicho en mi vida. Sí, la quiero permanentemente en cada uno de mis
días.
-¿Y si no quiero que me mantengas a tu
lado?
-¿Qué quieres que haga? No entiendo cómo
te resistes a mí -Sigo escribiendo “SEÑOR WARD” en su agenda hasta que termino
y me levanto del asiento-. ¿A qué hora sales de trabajar?
-A eso de las 6.
-Bien, a eso de las 6 te veré otra vez.
-Estiro mi mano inmediatamente cuando Ava responde colocando la suya en mi palma.
Rozo su muñeca, la acaricio con suavidad, el corrientazo me recorre todo el
brazo y sé que a ella también le sucede lo mismo porque no cesa de mirarme
consternada-. ¿Lo ves? -Me aparto, recojo el sobre de la mesa de Sally y me
marcho. Cuando salgo, suspiro profundamente, siento que hasta las piernas me
tiemblan. ¿Cómo es posible que uno perciba todo esto? Ava me revitaliza por
completo. Yo no tenía la puta idea de que esto existiera y, la verdad, es que
estoy feliz. Le doy gracias al Creador
por haberla puesto en mi camino y que haya conseguido que alguien como yo conozca sentimientos tan
profundos y definitivos. No soy practicante, pero al parecer alguien allá arriba sí me quiere
ayudar.
Hago varias vueltas en unas agencias y también
en unos bancos. Luego de ello, como algo y le doy tiempo a que Ava salga de su
trabajo. A eso de las seis, la agarro en el momento exacto que va
saliendo de su edificio. Me estaciono lo más cerca posible, pues aún conduzco
la moto. Me quito el casco, bajo de ella y me acerco otra vez.
-¿Un buen día en la oficina?
Me mira perpleja, sé lo que está
pensando, pero yo me hago el pendejo. Aún se siente molesta, lo percibo. ¿Mi
misión? Debo calmarla.
-La verdad es que no -me frunce el ceño.
-¿Puedo hacer algo para que mejore? -Le
acaricio el brazo, llego a su mano y se la tomo.
-No lo sé. Tal vez tú… -responde
coqueta-. ¿Podrías?
-Seguro que sí -Le sonrío de la misma
manera-. Siempre lo hago, recuérdalo.
-¡Pero has sido tú el que me ha
fastidiado! -explota de pronto. Diablos, tiene razón, pero es que no puedo
evitarlo. No acepto interferencias de ningún tipo. Termino agachando la cabeza.
-No puedo evitarlo. -Me encojo de
hombros.
-¡Claro que puedes, Jesse!
-No contigo. Ven, por favor. -La guío
hacia la moto y le entrego lo que quiero que se ponga.
-¿Qué es? -pregunta, abriendo la bolsa.
-Te hará falta. -Yo mismo saco de ella su
ropa de cuero, así estará protegida. Ava me mira con cara de susto.
-Jesse, estás loco, no voy a subirme en
ese trasto.
Hago que no la escucho y me arrodillo,
le doy un toque a su tobillo para que lo levante.
-¡Adentro!
-¡No!
Me levanto, gruñendo.
-Escúchame, señorita -le tomo la mejilla-.
¿De verdad crees que voy a permitir que te pase algo?
Me mira con sus ojos muy abiertos y
encandilantes.
-Pero es que… Me da miedo -me suelta.
Pego mi cara a ella, tocando su nariz
con la mía.
-¿Confías en mí?
-Sí.
-Bien. -Asiento con mi cabeza y le beso
la punta de la nariz, me arrodillo de
nuevo, vuelvo a tocarle su tobillo y en ello levanta su pierna, así la ayudo a
ponerse los pantalones. Con la otra realizo el mismo movimiento para luego subirlos y abrochárselos. Le pongo una cazadora
entallada de cuero (chaqueta) y luego las botas. La miro de arriba hacia abajo.
¡Wow! ¡Está para comérsela!-. Quítate las horquillas del pelo -exijo. Guardo
todas sus cosas en el bolso que trae, veo el vestido que compró, me provoca
hacerlo añicos y luego pisarlo cual niño malcriado, pero me reservo ese placer
para otro día, en este momento no deseo problemas, no cuando las cosas van
demasiado bien.
-¿Y tu ropa de cuero? -quiere saber.
-No la necesito.
-¿Y eso? ¿Acaso eres indestructible?
Me voy poniendo el casco.
-No señorita, auto destructible.
-¿Eso qué significa?
-Nada. -Si me sucediera algo sería por
mi culpa y por los tantos errores que he cometido a lo largo de mi vida.
-Deberías ponerte la vestimenta adecuada
-me regaña-. A mí me haces llevarla.
-Porque no voy a correr ningún riesgo
contigo. Además… -Le palmeo su precioso culo-… Estás para comerte -Le acomodo
el bolso, se lo coloco a su espalda-. Cuando me haya montado, pon el pie
izquierdo en el reposapiés lateral y pasa el derecho al otro lado ¿vale? -Ava
asiente. Me pongo mi casco, ella solo me mira y veo en sus ojos un poco de
admiración. Sé que le encanta lo que ve. Se acomoda y siento como me abraza con
sus piernas.
-Esto está muy alto.
-No pasa nada. Ahora cógete a mi cintura,
pero no aprietes demasiado. Cuando me incline, inclínate conmigo con suavidad y
no bajes los pies cuando frene, mantenlos en los reposapiés, ¿entendido? -Asiente
una vez más, aún asustada-. Bájate la visera. -Me inclino y Ava lo hace conmigo,
abrazándome con brazos y piernas. Wow… Me
encanta tenerla así, voy a tener que sacar la moto más seguido.
Hago
el recorrido despacio, tratando de no caer en huecos ni baches. En las curvas no
me abro mucho, con ella no puedo inclinarme tanto. Trato de que su primera vez
en una moto sea inolvidable o al menos agradable.
Me dirijo a la mansión. A la
distancia me ven y se abren las puertas, seguro fue John el que abrió gracias a
las cámaras de seguridad de la entrada. Bajo la velocidad y llegamos al frente
del hotel, freno con suavidad y me levanto la visera.
-Hora de bajarse,
preciosa -Adecúo la palanca y apago el motor. Me bajo, me quito el casco y
acomodo mi pelo, la miro para ver su reacción al viaje.
Ava me sonríe y se lanza encima de mí, se
sube a mi cuerpo cual monito es. Sonrío, me alegro que le haya gustado.
-Ahí está esa sonrisa que me encanta. ¿Te
ha gustado? -La agarro bien, le quito el casco de sus manos y le miro con
atención su bello rostro.
-¡Quiero una!
-¡Olvídalo! Ni en un millón de años, de
ninguna manera. ¡Nunca! -Ni loco que fuera-. Solo puedes montar en moto
conmigo.
-Me ha encantado. -Me abraza por el
cuello, jalándome hacia ella, besándome con ansias. Esto me gusta.
¡Qué va! ¡Me encanta!
-Gracias -me dice cuando le muerdo el
labio inferior.
-Humm, de nada, nena.
-¿Por qué estamos aquí? -pregunta interesada.
-Tengo algunas cosas que resolver. Puedes
comer algo mientras lo hago -La bajo de mi cuerpo-. Luego iremos a mi casa,
señorita. -Retiro el pelo de su cara.
-Pero no me he traído nada.
Espero no se moleste con lo que le voy a
decir.
-Sam está aquí, te ha traído ropa de la
casa de Kate -La tomo de la mano y de una buena vez entramos. Pasamos directo
hacia el segundo piso, hay mucha gente dando vueltas por ahí y alguien puede
meter la pata. Nos dirigimos hacia mi despacho, noto que los hombres miran a
Ava con deseo. Joder, conozco esas miradas. Las mujeres por su parte la examinan
de pies a cabeza, ponen caras serias. La contemplan como si ella les hubiera
quitado algo. Están celosas, lo sé, pero me importa un coño lo que piensen. Ella
es mejor que todas “esas” juntas.
-Buenas tardes -saludo. Todos los
hombres responden y algunas mujeres lo hacen también, pero sin dejar de echarle
miradas extrañas a Ava.
-Jesse -Nos encontramos con John, veo
que la saluda con simpatía.
-¿Algún problema? -pregunto.
-Un pequeño asunto en el salón
comunitario, pero que ya está resuelto -A alguien se le fue de las manos algo.
Miro a Ava de reojo, está pendiente de lo que ve y de lo que oye. Sacudo
ligeramente mi cabeza hacia John, manifestándole sin palabras que habló
demasiado.
-De acuerdo. Estaré en la suite de vigilancia. -El grandulón se retira,
entendió lo que quise decirle con ello.
-¿Que es un salón comunitario?
Mierda, ya sabía yo que iba a preguntar.
Tengo que entretenerla para que olvide lo que escuchó. La tomo por el cuello de
la chaqueta de cuero, retiro su bolso y la beso con todo lo que tengo,
lascivamente, si tengo que usar estas armas para persuadirla las usaré. Ella tiene que saberlo
todo, pero por nadie más que no sea yo. ¿Cuándo? Aún no lo tengo decidido.
Seguimos nuestro camino hacia mi oficina.
-Me gusta cómo te queda el cuero -Cuando ya estamos en ella, voy
bajándole el cierre lentamente para luego quitársela-, pero más me encanta como
te queda el encaje -Hago lo mismo con el cierre de su pantalón, pegando su
rostro al mío, sobando su nariz con la mía-. Siempre encaje, Ava.
-Creía que tenías trabajo pendiente.
-Sí, tengo cosas pendientes, pero
primero que nada está mi Ava -La tomo en mis brazos y la llevo hacia la mesa,
le quito las botas y las lanzo al sofá, me inclino hacia ella hasta que tengo
mi cara pegada a la suya. Tengo que
estar siempre cerca porque cuando no lo estoy me siento perdido,
nervioso, hasta me pongo de mal humor con todos a mi alrededor. No es solo lujuria
lo que Ava despierta en mí, aunque siempre está presente, pero me siento vivo,
siento que quiero vivir, que puedo enfrentar cualquier cosa, por muy difícil
que ésta sea.
-Puedo esperar.
La abrazo por la cintura y la hecho
hacia atrás, sobre la mesa.
-Pero yo no. Me vuelves loco señorita -Le
voy desabrochando la camisa, ya estoy acomodado entre sus piernas.
-Tú sí que me vuelves loca.
Ya está excitada, joder.
-Entonces, estamos hechos el uno para el
otro.
Tomo las copas de su sujetador y los
bajo, acaricio sus pezones, nos miramos todo el tiempo, no podemos dejar de
hacerlo.
-Es posible.
-Nada de "es posible". -La abrazo,
levantándola, y hundo mi cara en su cuello. Trazo círculos con mi lengua hasta
llegar a su barbilla mientras Ava me toma por el pelo. Pero, de pronto, siento
que se abre la puerta. Mierda. Mi instinto me dice que la abrace. Y eso es lo que
hago para protegerla y cubrirla.
-¡Ay, lo siento!
-¡¡¡Por el amor de Dios, Sarah!!! ¡Llama
antes de entrar! -Le pego un grito endemoniado. No sé por qué coño entra de esa
manera. Joder, estoy furioso.
-¿Al final has conseguido que se vista
de cuero? -dice, imprimiendo maldad en sus palabras cuando da media vuelta y se
va.
-Disculpa, pero ¿qué ha querido decir con
eso? -pregunta Ava intrigada.
-Nada, nada, no le hagas caso. Intenta
hacerse la graciosa, cosa que no le va. -Estoy que muerdo por culpa de Sarah,
me quitó de un solo golpe todo el ánimo que tenía. De ahora en adelante
trancaré la puerta cuando esté con ella.
Levanto a Ava y la ayudo con su
sujetador, su blusa y le quito los pantalones de cuero. No puedo retardar más
esta conversación. Esto no es vida, todo el tiempo asustado, pensando que
alguien le contará algo, y si lo hacen seguro lo harán con maldad. Debo adelantarme,
estoy con la mierda hasta el cuello y se me enfría hasta el alma de solo pensar
que la puedo perder. Coño, no quiero pensar en eso. Por lo tanto, me acerco y
la miro atentamente.
-¿Qué? ¿Qué ocurre, Jesse?
-Nada. ¿Tienes hambre?
-Más o menos.
Le sonrío para tranquilizarla, aunque
estoy cualquier cosa menos tranquilo.
-Más o menos -repito-. El filete está
muy bueno ¿Te apetece comerlo? -Asiente mientras, por mi parte, tomo el teléfono
y marco a la cocina-. Ava comerá filete -Tapo la bocina-. ¿Cómo te gusta, nena?
-A punto, por favor.
Doy la orden.
-A punto con patatas nuevas y una
ensalada -hablo mirándola todo el tiempo-. En mi despacho…Trae vino… Zinfandel.
Eso es todo….Sí. Gracias -Cuelgo y llamo
a John-. Cuando quieras, amigo -Vuelvo a marcar y esta vez llamo a Sarah-. Bien,
no te preocupes. Tráeme los últimos datos de asistencia -y cuelgo-. Siéntate. -Le señalo el sofá que se
halla cerca de la ventana.
-Puedo irme si estás ocupado.
-No quiero que te vayas. Siéntate, por
favor -Pasan 20 minutos y tocan a la puerta, es la comida. Pete entra con la
bandeja, le señalo donde debe ponerla.
-Gracias, Pete -dice Ava, quien la
atiende muy bien, eso me gusta.
-El placer es mío. ¿Me permite abrirle
el vino?
-No -le menciono, deteniéndolo-. De eso
me encargo yo -El asiente y se marcha. Ava destapa su comida y huele realmente
bien. Sonríe, se ve contenta y me encantan sus gestos cuando come un bocado-. ¿Esta bueno? -Pongo mi barbilla en su
hombro.
-Buenísimo -habla con su comida en la
boca-. ¿Quieres probarlo?
Asiento. Ella pica un pedazo
poniéndolo en mi boca.
-¡Humm qué rico! -respondo, masticando.
-¿Mas? -Corta otro pedazo y me lo da, de
verdad que está exquisito. Le aprieto los hombros y entierro mi cara en su nuca,
estoy detrás de ella mordiéndole suavemente el cuello.
-Tú sabes mejor. -Mordisqueo su cuello, su
oreja, la hago estremecer. Es demasiado receptiva-. Come -le señalo, besándole en la sien
con cariño. Empiezo a darle masajes-. ¿Por qué estás tan tensa?
Tocan a la puerta y Sarah está tras ella
cuando se abre de par en par.
-Los datos. -Suspira y extiende el
archivador, poniéndolos enfrente de mí.
-Gracias, Sarah -Me inclino y le doy un
beso en la mejilla a Ava. -Tengo que trabajar, nena, disfruta de la cena. -Miro
a Sarah, tiene cara de pocos amigos, pero aún así me sonríe. ¿Qué coño le pasa?
Luego le preguntaré, tengo que aclarar algunas cositas con ella, pero no puedo
hacerlo delante de Ava por más que obvias razones, así que a trabajar se ha dicho-. Transfiere
100.000 a esta cuenta lo antes posible -Le doy mi orden, entregándole el sobre con los datos.
-¿100.000? -pregunta perpleja, mirando
el sobre.
-Sí, y ahora mismo, por favor. -Voy tras
mi escritorio-. Eso es todo, Sarah -Se marcha y cuando va saliendo va entrando John, quien la saluda y le cede paso para que salga. Ava
se pone de pie y va a buscar un par de vasos. Sirve 2 vinos y me pone uno
enfrente y otro se lo da a John. Los dos admiramos la copa, pero yo le devuelvo la mía.
-Yo paso. Gracias, nena. Tengo que
conducir -le recuerdo.
-Ah, lo siento.
-Descuida, disfrútalo, lo he pedido para
ti -Al rato, veo que se entretiene con una revista, aprovecho y hablo rápido con
John, pero en voz baja. Luego, le doy unos papeles cuando ya está todo dicho. Se
marcha, dejándonos a solas. Ava está tan embelesada que no nota que me acerco, rodeando con mis
manos su cuello. Al contacto, echa su cabeza hacia atrás.
-Había empezado algo, ¿verdad? -Beso su
frente.
-¿Por qué no te has comprado la nueva
1198? -Habla en relación a la moto.
-Ya lo hice, pero prefiero la 1098.
-Pero, ¿cuántas tienes?
-Doce.
-¿Doce? ¿Todas súper motos?
Sonrío por su tono de sorpresa.
-Sí, Ava, todas son súper motos. Venga
voy a llevarte a casa. -Suelta la revista y se pone de pie.
-Deberías ponerte ropa de cuero -me
dice.
-Ya lo sé. -Tomo su mano y salimos
juntos.
-¿Por qué no lo haces?
-Llevo motos desde.. -Iba a soltar mis
años-… Desde hace muchos años.
-En algún momento tendrás que decirme cuántos
años tienes -Me sonríe. Le respondo a su hermosa sonrisa.
-Tal vez.
Cuando vamos saliendo vemos a Sam y a
Drew, quienes están en el bar.
-¡Amigo mío! -me saluda Sam y mira a Ava-.
Lo siento, pero me encantan tus bragas de los dibujos animados de Litle Miss
-Le pasa un bolso. Coño, por qué será que siempre es tan bocón y tan
indiscreto. Miro de reojo a Ava, quien se ruboriza cual bandera china y me cabreo
más.
-No tientes a tu suerte, Sam -le hablo
masticando lo que no tengo en la boca. Sam deja de sonreír y levanta las manos
como diciendo “Okay, ya sé que metí la pata”. Drew sacude su cabeza.
-Te pasas de la raya, Sam. -Joder, solo
a él se le ocurre primero, meterse en la gaveta de ropa íntima de una mujer y
segundo, comentar los modelos. ¡Parece un gay encubierto!
-Vaya, mil disculpas. Lo siento mucho.
-Mira a Ava y le sonríe. Sam no tiene remedio, sonríe y gana todo.
Doy un rápido escaneo al bar. El lugar está
lleno, todo el mundo nos mira, pero yo ya quiero salir de aquí.
-Me llevo a Ava a casa -les comento, ayudándola
con su bolso. ¿Mañana vas a correr? -le pregunto a Sam.
-No. Tengo algo entre manos
-Sonríe pícaramente. Ava se ruboriza, sabe a lo que se refiere. Kate.
-¿Dónde está Kate? -ansía saber.
-Tenía que hacer unas entregas. Estaba
muy emocionada por llevarse a Margot Junior, es su primera salida oficial.
¿Sabes? Me ha plantado por una nueva furgoneta rosa -Bebe su cerveza-, pero voy
para allá cuando termine lo que debo hacer aquí.
-¿Cuándo termines qué? -le pregunta
Drew.
-De follarte -Se carcajea.
“Chicos, no
me gustan esos juegos y menos con Ava presente. ¿Qué carajo no se dan cuenta?”
-Hasta la vista, chicos -La tomo de la mano-. ¡Dile a Kate
que Ava está conmigo! -les grito, alejándome. Los dos levantan su bebida y
sonríen. Decido que nos vamos en el Aston Martin. Por lo tanto, le abro la
puerta del copiloto para que suba.
-Quiero ir en moto -me suelta,
asombrándome.
-Ahora mismo te quiero cubierta de
encaje, no de cuero. Así que sube al coche sin rezongar.
-Jesse…
Siento su mirada por sobre mi hombro
cuando ya estamos los dos sentados al interior del vehículo.
-Cien mil libras es un adelanto
mayúsculo.
-¿Lo es?
-Sabes que sí.
Quiero reír, pero me aguanto.
-Te vendes demasiado barata.
-¡Rayos! Debo ser la puta más cara de la
historia -me suelta con dureza.
-Ava, si vuelves a decir eso de ti…
-Era una broma. Tranquilo.
-¿Ves que me estoy riendo?
-Tengo otros clientes con los que
tratar.
-Lo sé, pero yo soy un cliente muy
especial -Le agarro su rodilla, apretándosela, y sonrío maliciosamente.
-¡Sí que eres especial! -Se ríe cuando advierte como busco su
cadera para hacerle cosquillas. Luego, pongo música. Puedo ver por su expresión
que está pensando y pensando mucho, y yo no quiero que le esté dando vueltas a
nada.
Sí, lo sé. Tengo que escoger el lugar y el momento para hablar con ella porque
no puedo darme el lujo de perderla. ¡Enloquecería!
La miro de reojo una vez más,
preguntándome: ¿Cómo es posible que me haya calado tan profundamente? Pareciera que me embrujó, pero tener el privilegio
de sentir esto, es algo que no todos tienen. Soy un afortunado hijo de puta y doy gracias a Dios
todos los días por haberla puesto en mi camino. Sé que Ava no me quiere por mi dinero, ni por
lo que le puedo dar económicamente, ella me quiere por mí mismo, ella me da
esperanza y deseos de vivir la vida a plenitud, pero eso sí, con ella a mi
lado. Así que debo pensar bien cómo se lo voy a decir. La maldad
ronda, Jesse, recuérdalo.
Pienso que entenderá, pero ¿lo hará del
todo sin bombardearme a recriminaciones? ¡Coño qué maldita angustia! “¡Mi amor!
¿Cómo lo hago?”, pienso, mirándola tan preciosa, tan ella, tan mía… Pero con el solo hecho
de pensar que la puedo perder, ya me siento morir.
**Por
Fanny Rebellón.