Loco Amor
Fanfic trilogía “Mi Hombre”
Historia original de la autora Jodi Ellen Malpas.
CAPITULO 12
Recordando
la conversación con Ava, decido ganar puntos y llamar a la floristería. Doy la
orden para que confeccionen un ramo alegre para Sally y una preciosas calas
para mi Ava. Me preguntan qué mensaje voy a enviar junto a ambos y les digo que
en la tarjeta del ramo alegre escriban lo siguiente:
“ SALLY, POR FAVOR, ACEPTA MIS
DISCULPAS. TODO ES CULPA DE AVA. ESA MUJER ME VUELVE LOCO.
SINCERAMENTE.
J. WARD.”
Y en las calas:
“AVA, ERES LA MUJER A LA QUE
LLEVO ESPERANDO TANTO TIEMPO.
UN BESO.
J.”
No
lo quiero confesar, no lo deseo admitir, pero estoy enamorado de Ava hasta los
huesos y pienso que se acerca el momento de decírselo, pues creo que no podría
vivir sin ella. Además, he llegado al punto en que no puedo pensar en nada más
que no sea Ava, casi no puedo concentrarme en nada, veo su rostro en todas
partes y todas las mujeres me parecen nada al lado de mi amor.
Nunca
ha habido escasez de mujeres en mi vida, y he visto de todo como para convertirme
en un ser cínico cuando se trata del amor, pero de alguna manera Ava hace que
quiera creer y estoy seguro de que puedo serle fiel; ella me llena por completo
y más, luego de mi locura de dejarla y querer olvidarla, porque ahora la sola
idea de estar con alguien más me deja un mal sabor en la boca.
Tengo
que salir, me levanto y salgo del hotel a buena hora. No hay casi gente y ni
Sarah se me atravesó, tengo que comprar otros regalos. Me decido a comprarle
una furgoneta a Kate, rosada tal vez. Sonrío para mis adentros, me cae muy bien
Kate, pero aquí el beneficiado soy yo, no aceptaré que le pase nada más a Ava.
Decido hacerle una tarjeta:
”NI UN MORETON MÁS EN EL CULO,
POR FAVOR.”
Sé
qué no le va a gustar mucho esto a Ava, pero no me importa, es por su
seguridad.
Paso
el resto del día haciendo diligencias y me decido a llamarla, no he querido
molestarla temprano. Marco el móvil de Ava y no me contesta. Diablos, ¿será que
le cuesta mucho? ¿O estará quedando sorda? Vuelvo a marcar y nada. Mierda, ¿cuál
es el problema con ese puto teléfono?
Ya
es tarde, debió haber salido de su trabajo. Dios, no responde, voy a tener que
pegarle el teléfono en la oreja.
Llego a la casa de Kate y voy como alma que se
la lleva el diablo mientras sigo marcando a su teléfono. Estoy en el frente
haciéndole una zanja al jardín de la casa. Vuelvo a marcar.
-¡Hola!
-me contesta muy tranquilamente.
-¿Dónde
diablos estás? -vocifero por el móvil.
-¿Dónde
estás tú?
-Estoy
en casa de Kate, echando la puerta abajo a patadas. ¿Es mucho pedir que me
cojas el teléfono a la primera? -le digo molesto.
-Estaba
ocupada con otras cosas. ¿Por qué no me has llamado en todo el día?
-Por
qué, Ava, ¡no quiero que sientas que te estoy agobiando!
-Pero
aún me estas gritando.
-Lo
sé. Me estás volviendo loco. ¿Dónde estás? -Me pego a la pared de la casa y me
voy deslizando como si no pudiera con mi alma, pero en ese momento abren la
puerta. Jesús, es Ava.
-Aquí.
La
miro y dejo el teléfono a un lado. Suspiro. Gracias a Dios ella está bien y ya está
conmigo. Ava sale y se acomoda frente a mí, está solo con una toalla sin nada
abajo.
-Estaba
en la ducha.
-La
próxima vez, llévate el móvil al baño.
-Vale
-y la muy me da un saludo militar, se burla de mí.
-¿Y
tu ropa? -La miro completa.
-En
mi armario. -Meto la mano bajo la tolla y la pongo encima de su cadera, allí
donde sé que le dan cosquillas. Se le afloja la tolla y, de repente…
-Amigo
mío -me saluda Sam. Ava está desnuda. Me levanto y cargo a Ava, apretándola en
mis brazos para que no se le vea nada.
-Sam,
joder, no te muevas. -Rápidamente la meto a la casa y subo las escaleras-. Diablos,
hay muchos curiosos en el mundo, voy a arrancarles los ojos por curiosos -voy murmurando.
Mierda, no me gusta que Sam esté tanto aquí, es mi amigo pero no les brinda
intimidad a las muchachas. Parece que se hubiera mudado ya. Llego a la
habitación de Ava y la lanzo a su cama.
-Vístete,
vamos a salir.
-¿A
dónde?
Le
miro lentamente el cuerpo desnudo. Mi Dios bendito, está divina, su cuerpo es
hermoso, tiene buenas curvas y es terso, espectacular, amo cada centímetro de
su cuerpo.
-He
salido a correr, y mientras tanto se me ha ocurrido que aún no te he llevado a
cenar. Tienes unas piernas increíbles. Vístete.
-¿A
dónde?
-A
un pequeño restaurante italiano que conozco. Anda, vístete antes de que me cobre
la deuda. -Miro como se unta una crema por todo el cuerpo. Joder, quiero
enterrarme en ella ya, si no hubieran llegado mis amigos juro que me la follo.
Esta mujer me vuelve loco de deseo.
-¿Qué
deuda?
-Me
debes una.
-¿Cómo
que te debo una?
-Claro
que me la debes. Te espero afuera, no sea que me dé por cobrármela antes de
tiempo -Me río y la miro con picardía-. No quiero que pienses que es solo sexo.
Bajo
y converso un rato con los amigos, pero veo que van saliendo, Kate le quiere
mostrar la furgoneta a Sam. Sonrío, se ve que le encantó, me alegro, ella lo
merece, sobre todo por ser buena amiga de Ava.
Empiezo
a pasearme de un lado a otro, esperándola, yo nunca he esperado a nadie, pero a
ella sí, la esperaré, ¡siempre!
-Tampoco
he tardado tanto -Sonrío de oreja a oreja, feliz y orgulloso. Ava se me acerca
y la miro de arriba hacia abajo, es demasiado bella, tiro de ella hacia mí.
-¿Cómo
es posible que seas tan bonita?
-Lo
mismo digo. ¿Dónde está Sam?
-Kate
le está dando un paseo en su furgoneta nueva.
-¿Le
has comprado tú esa furgoneta a Kate?
-¿Estás
celosa? Espero que no, Kate me cae bien, pero no me inspira malos pensamientos.
-¡No!
-me responde rotunda.
-Sí,
se la he comprado yo.
-¿Por
qué?
-Pues,
Ava, porque no quiero que vayas dando
tumbos en esa chatarra sobre ruedas, por eso, y no tengo que darte
explicaciones -Me cruzo de brazos, me alejo un poco de ella.
-¿Le
has comprado una furgoneta a mi mejor amiga para que no me lastime cuando
sujete una tarta?
-Como
he dicho, no tengo por qué darte explicaciones. Vámonos. -La tomo de la mano, la
saco de la casa y ella va sonriendo.
-Le
has alegrado el día a Sally.
-¿Quién
es Sally?
-La
criatura desvalida de mi oficina.
-Ah.
¿Me ha perdonado?
-Del
todo.
-Lo sabía, las flores no fallan.
Cuando vamos saliendo, llegan Sam y Kate; ella se lanza a mis brazos.
-Gracias
-lo repite casi en mi oído, la tomo con un brazo.
-El
que sale ganando soy yo -me suelta.
-¡Lo
sé! -Es pura risa, ella es increíble-. ¡Lo adoro!
-¡Eh!
¿Y a mí no? -grita Sam, asombrado. Kate se le lanza encima a abrazarlo.
Por
fin salimos y al rato llegamos al restaurante italiano “West end”. Salgo rápido
para abrirle la puerta a Ava. Le tomo la mano y entramos. Al estar en el sitio se siente uno de verdad
en Italia, es por la decoración. Aquí todo es muy agradable.
-Señor
Jesse, me alegro de verlo -me dice el dueño, al que le estrecho la mano con afecto-. Luigi,
yo también me alegro de verte.
-Venga,
venga -hace un gesto para que nos acomodemos en el lugar y finalmente nos da
una mesa en un rincón muy agradable.
-Luigi,
ella es Ava -los presento.
-Un
nombre precioso para una dama preciosa. -Ava se ruboriza.
-¿Qué
desea el señor Jesse?
-¿Me
permites? -le digo a Ava, quiero elegir por ella.
-¿Es
lo que sueles hacer? -Me mira extrañada.
Le
pongo cara seria.
-Muy
bien, Luigi. Tomaremos dos fettuccini con calabaza, parmesano y salsa limón con
nata, una botella de Fanaglia Anselma Barolo del año 2000 y agua. ¿Lo tienes todo?
Luigi
toma nota y retrocede.
-Sí,
sí, señor Jesse. Ahora me voy.
Le sonrío, me agrada este hombre.
-Gracias,
Luigi.
-A
esto sí que se le llama mierda italiana misma -dice Ava y yo solo sonrío al
escucharla-. ¿Vienes
a menudo? -Sonrío más mientras Ava toca mis rodillas, tiene doble intención-.
¿Estás intentando seducirme?
-Por
supuesto.
-Mario,
el barman de la mansión, insistió en que lo probara y eso hice. Luigi es su
hermano.
-Luigi
y Mario -dice Ava, sorprendida-. Lo siento, ¡es que esa no me la esperaba!
-Ya
lo veo.
Luigi
llega con las bebidas. Le sirvo a Ava. Yo no debo ni puedo beber, sobre todo
porque voy a conducir.
-No habrás pedido una botella entera para mí,
¿verdad? ¿Tú no vas a beber?
-No,
tengo que conducir.
-¿Y
a mí me permites beber?
La miro y pienso “seguro está brava. Sí, como no, con
lo que le gusta el vino”. Sonrío, pero no le digo nada.
-Te
lo permito -Ava sonríe y luego me mira. Le gusta el vino. De verdad, es
exquisito este vino, lo sé.
-Quiero
saber qué edad tienes.
-28.
Ahora tú, háblame de tu familia.
-Yo
he preguntado primero.
-Y
yo te he contestado, háblame de tu familia. -Sacude su cabeza y se da por
vencida.
-Se
jubilaron y viven en New Quay desde hace unos años. Mi padre dirige una empresa
de construcción y mi madre es ama de casa. Mi padre tubo un amago de infarto, cogió
la jubilación anticipada y se fueron a Cormualles. Mi hermano está viviendo su
sueño en Australia. ¿Por
qué no hablas de los tuyos? -me pregunta.
-Viven
en Marbella, mi hermana también está allí. No hablo con ellos desde hace años,
no aprobaron que Carmichael me dejara la mansión y todas sus posesiones.
-¿Te
lo dejo todo a ti? -pregunta asombrada.
-Estábamos
muy unidos y no tenía relación con mis padres. No les gustaba.
-¿No
les gustaba vuestra relación?
-No.
-Me muerdo mi labio. Lo hago cuando estoy nervioso o pienso profundamente. Y
hablar de mi familia me pone nervioso, no me gusta.
-¿Había
algo reprobable?
Suspiro. Debería aprovechar este momento para decirle la
verdad del hotel, pero siento pánico.
-Cuando
dejé la universidad me pasaba todo el tiempo con mi tío. Mis padres y mi
hermana se fueron a vivir a España y yo me negué a irme con ellos, tenía 18
años y me la estaba pasando como nunca. Me fui a vivir con Carmichael. Cuando se
marcharon no les hizo mucha gracia -Me encojo los hombros-. Tres años después,
Carmichael murió y yo me hice cargo de la mansión -Bebo un trago de agua-. La
relación se resintió después de aquello, me exigieron que vendiera la mansión,
pero yo no podía, ese era el legado de Carmichael.
-¿Que
sueles hacer para divertirte? -prosigue.
-¡Follarte!
-¿Te
gusta utilizar el poder en el dormitorio?
-Sí.
-Nos miramos fijamente.
-¿Eres
un dominante?
Me
atraganto. ¡Joder! ¿Qué pregunta es esa? Tomo la servilleta y me limpio la
boca. Sonrío sacudiendo la cabeza, es increíble.
-Ava,
no necesito esa clase de arreglos para conseguir que una mujer haga lo que yo
quiero en el dormitorio. No tengo tiempo, ni ganas de practicar ese tipo de
mierda.
-Parece
que me estás dedicando mucho tiempo.
-Supongo
que sí. -Me pongo a pensar en ello y que es cierto desde que la conocí.
-Eres
muy controlador.
-Mírame
-le pido en voz baja-, solo contigo.
-¿Por
qué?
-No
lo sé -Vuelvo a morder mi labio y lo reconozco-, pero me vuelves loco.
-Aquí
está tu pasta. -Veo que Luigi se acerca cantando y coloca los cuencos uno en
frente de nosotros. Todo se ve delicioso-. ”Buon appetito”. -dice el simpático
italiano con una sonrisa.
-Gracias,
Luigi -Le sonríoy miro a Ava, quien prueba su pasta-. ¿Está bueno? -Ella solo
asiente con la cabeza mientras comemos y nos miramos.
-¿Cuándo
compraste el ático?
Detengo
mi tenedor a medio camino para responderle.
-En
marzo -Termino mi comida, aparto el cuenco y tomo agua.
-Nunca
me has dicho por qué pediste que fuera yo personalmente quien se encargara de
la ampliación de la mansión. -Ava retira su plato por la mitad.
-Compré
el ático y me encantó lo que hiciste con él, te garantizo que no esperaba que
aparecieras contoneando tu silueta perfecta, con esa piel aceitunada y esos
ojazos marrones -Sacudo la cabeza-. Ese día cambiaste mi vida al aparecer ante mí y fue cuando supe que tenía un corazón.
-No
eras exactamente el señor de la mansión que me esperaba -me dice Ava-. ¿Cómo
sabías donde estaría el lunes al mediodía, cuando tropecé contigo en el bar?
Me
encojo de hombros. No voy a reconocer jamás que la seguí.
-Tuve
suerte. Mucha suerte.
-Ya,
claro -me seguiste, más bien.
Mierda,
me pilló. Sonrío.
-Cuando
te fuiste de la mansión, no podía pensar en otra cosa.
-Así
que me perseguiste sin descanso -me dice tranquilamente.
-Tenías
que ser mía.
-Y
ya soy tuya. ¿Siempre consigues lo que deseas?
La
miro fijamente y me inclino hacia delante.
-No
puedo contestar a eso porque nunca he deseado nada lo suficiente como para
perseguirlo sin descanso, no del modo en que te deseaba a ti. -Uf, fue el deseo
más increíble, intenso y grandioso que sentí en mi vida.
-¿Aún
me deseas?
Acaricio
mi copa y la miro.
-Más
que nada.
Ava
suspira.
-Soy
tuya.
-Te
aclaro que eres mía desde que apareciste en la mansión.
-¿Ah
sí?
-Sí.
¿Pasarás la noche conmigo?
-¿Es
una orden o una pregunta?
-Una
pregunta, pero si das la respuesta equivocada estoy seguro de que pensaré en
algo para hacerte cambiar de idea. Le sonrío.
-Pasaré
la noche contigo.
Asiento,
estoy encantado.
-¿Y
la noche de mañana?
-Sí.
-Tomate
el día libre -le sugiero.
-No.
-¿Y
el viernes por la noche?
-He
quedado con Kate para salir.
La
miro ideando un plan, el que le hará cambiar los suyos.
-Cancélalo.
-Voy
a tomar unas copas con mis amigos, no puedes impedirme que los vea, Jesse.
-¿Unas
copas? ¿Cuántas son “unas copas, Ava? -Ya estoy enfurruñado.
-No
lo sé, depende de cómo me encuentre. -Me mira como queriendo adivinar lo que
estoy pensando. ¡Diablos! Algo se me tiene que ocurrir.
-No
quiero que salgas a beber sin mí.
-Pues,
mala suerte para ti.
Mírenla
cómo me contesta. ¡Joder! Y para colmo eso me hace desearla muchísimo más.
-Ya
veremos. -Nos miramos, ella con una sonrisa de triunfo y yo molesto
cuando Luigi se acerca para recoger los platos.
-¿Les
ha gustado? -pregunta sin que yo deje de mirarla.
-Todo
estuvo estupendo, Luigi, gracias -Estoy más encendido que un bombillo de 250
voltios, solo quiero salir de aquí, llegar al apartamento, arrancarle esa ropa
y follármela hasta la semana que viene, pero antes… Estoy rozando su pierna,
quiero tener contacto siempre con ella y ponerla a millón. Sé que está
excitada, lo sé por su mirada y por la manera en que se le ha acelerado la
respiración.
-Luigi,
¡la cuenta por favor! -le hablo desesperado y como si fuera a cobrar una herencia.
Luigi
parece que me entendió, pues se marcha y vuelve rápidamente, a eso le llamo yo
un buen servicio. Trae consigo un plato negro con caramelos de menta y un
papel. No miro más, solo le entrego un fajo de billetes y los dejo encima de la
mesa. Estiro mi brazo y le ofrezco mi mano a Ava-. Nos vamos. -La saco casi en
volandas.
-¿Tienes
prisa?
Yo
sigo caminando como si no la hubiera escuchado.
-Sí.
-Quisiera tener alas en este momento. No
me aguanto y al llegar al coche la empujo contra la puerta, pongo mi
frente pegada a la suya, respiro con dificultad y mi erección parece que me
fuera a traspasar el pantalón. Me pego a ella en la parte baja de su abdomen,
le balanceo la cadera. Joder, me la quiero follar aquí y ahora-. Voy a follarte
hasta que veas las estrellas, Ava -y le sigo meneando la cadera. Ella gime-.
Mañana no podrás ir a trabajar porque no vas a poder ni andar. Sube al coche -Me
mira, pero no se mueve. Yo mismo la acomodo en el asiento del copiloto, me subo
y arranco porque soy un hombre con una misión. Jesús, este deseo es casi
doloroso, ¿Que me dio esta mujer? Si no
es porque nos meten presos, me la follo en el estacionamiento. Hay algo
especial en ella que me vuelve un demente. Diablos, pero que rico y que bien se
siente padecer esta demencia.
Hoy
es uno de esos días en que me gustaría que el carro tuviera cohetes y, de paso,
que tuviera una pala mecánica para ir quitando del camino a los cretinos que se
me atraviesan. ¿Por qué coño son tan lentos? Joder, quiero llegar rápido. En
definitiva, a algunos no deberían darles carnet ¡Muévete!
Nos
miramos y mi deseo crece a pasos agigantados, el aire se siente como si fueran
nubes totalmente cargadas, estoy perdiendo mi compostura, mi polla palpita,
tengo que estar reacomodándola, pareciera que quiere romper mi pantalón.
-Te
va a dar un ataque si no te tranquilizas.
La
miro molesto.
-Ava,
me ha dado un puñetero ataque todos los días desde que te conocí.
-Estás
diciendo muchos tacos.
Es
cierto, con Ava me altero, me desespero sufro… Pero, joder, vale la pena cada rabieta
mía, solo por tenerla conmigo.
-Y
tú vas a gritar mucho. Fuera del coche. -Apenas me estaciono, la veo que sale
con aquella parsimonia, como si estuviera lela mirando la luna y las estrellas.
-¿Qué
haces? -pregunto al verla observar los muelles con una sonrisita traviesa.
-¿Te
apetece ir a dar un paseo antes de subir?
Al
oírla, mi puta quijada cae al piso de un solo tirón.
-¿Qué
si me apetece ir a dar un paseo antes de subir?
-Sí,
hace una noche preciosa. -Ella sigue con su sonrisita mamona, se está burlando
de mí, eso tiene que ser. Diablos, ¿no ve cómo me tiene?
¡No
Ava! Lo que me apetece es follarte hasta que me supliques que pare. Y
rápidamente me agacho y me la tiro al hombro como si yo fuera un hombre de las
cavernas.
-¡Jesse!
¡Puedo andar! -No la escucho, tengo una misión en la vida, y nada ni nadie me
va a desviar de hacerle ver las estrellas y la luna si quiere …¡Pero a mi
manera, coño!
-No
lo bastante rápido. Buenas noches, Clive. -Paso casi corriendo por su lado.
-¡No
estoy borracha! -grita Ava, seguro lo hace por lo del otro día. Voy entrando al
ascensor y noto que está juguetona, siento que me mete las manos dentro del
pantalón y me agarra el culo, apretándolo.
-Nada
de jueguecitos. Quiero estar dentro de
ti, como te pongas a hacer tonterías te juro por Dios… -Ava me interrumpe.
-Eres
un romántico.
-Tenemos
todo el tiempo del mundo para el romanticismo, señorita.
Entro
con fuerza al apartamento y doy un portazo con mi espalda. Al ingresar, la dejo
de pie en la cocina mientras ella se queda muy quieta.
-¿Sabes?
Es cierto que mañana no vas a estar en condiciones de trabajar -le hablo pegado
a su rostro-. Desnúdate. -La miro y entre más lo hago más la deseo, estoy que ardo.
La siento temblar, retiro sus manos de mí y se las coloco en su vientre.
-Empieza
con la camisa -le hablo con voz temblorosa a causa de mi desesperación. Mi Dios,
quiero un striptease, pero ahora.
-Entonces,
¿yo estoy al mando?
-Si
eso te hace feliz -me quito el reloj. Ava es atrevida, joder, pero me encanta.
Me mira directo a los ojos y se va desabrochando los botones uno a uno,
lentamente. Mi polla brinca de alegría, estoy a punto de babear, esta mujer es
una diosa. Se abre la camisa, woow… Quiero pasar mi lengua por su torso. De
pronto, deja resbalar la camisa hasta medio camino mientras recorro su cuerpo centímetro
a centímetro. Estoy sudando, ya quiero poseerla cuando suelta la camisa
dramáticamente. Mmm… es fascinante-. Me encanta como te queda el encaje -Sonríe-.
Y baja sus manos a los pantalones. Va bajando su cierre, y los desabrocha botón
a botón. Ya no aguanto, quiero caerle encima como león a su presa. Joder, me
tiene babeando, literalmente, porque ella sabe lo que tiene y sabe cómo usarlo.
-Te
los arrancaría en dos segundos.
-Pero
no lo harás -me habla toda mimosa-, vas a esperar.
Ava
se quita los zapatos, les da un puntapié y salen volando. Yo, como idiota, sigo
el trayecto, no les pierdo pie ni pisada.
-¿No
lo estás llevando demasiado lejos?
Ava
sonríe, dulce y suavemente, mientras se baja su pantalón y cuando están a media
pierna los saca y los lanza como si fuera una experta. Queda de pie frente a mí
en su ropa interior de encaje color coral, se ve preciosa porque ese color
resalta más su hermosa tonalidad de piel. En verdad, el encaje le queda para
morirse, me encanta. No aguanto y estiro mi brazo para tocarla.
-No
-Ava me frena. Dios mío, estoy jadeando, pero ya veo su juego y ahora va a
saber quién es el que manda.
-¡Qué te jodan!
Abre sus ojos algo sorprendida y
veo que se da por vencida.
-Adelante.
Ahora soy yo el que sonríe. Muy bien, cayó en mi juego.
-Suplícamelo.
Está
muy excitada, pero quiere disimularlo.
-Deja
de tocarte el pelo, Ava
Ella lo suelta
-Todavía llevas la ropa interior
puesta.
Baja su vista y se mira.
-¿Y
qué vamos a hacer al respecto? -me pregunta.
-Yo
no voy a hacer nada. -Me
encojo de hombros-. A
menos que me supliques.
-No
pienso hacerlo.
-Entonces,
puede que nos quedemos así un rato.
-Eso
parece.
-Quizá,
sigamos así hasta el sábado. -Me mira mal, está molesta y excitada, todo al mismo
tiempo. Joder, quiero verla rogando por mis caricias, pero solo me mira y, de
pronto, da media vuelta.
-Lo
siento. No puedo andarme con tonterías, mañana tengo que trabajar.
Y
la muy… se dispone a retirarse. Mierda, ¿qué pasa?
-¡Claro
que no! -gruño, tomándola por la cintura con un brazo y levantándola. Ava
empieza a reírse. Ya no puedo esperar más, voy hacia la cocina y la siento
sobre la mesa de granito, la miro ceñudo.
-¿Cuándo
vas a escucharme, señorita? Nunca vas a ir a ninguna parte -La abro de piernas
y me acomodo entre ellas. La miro serio. Ava aún se ríe, pero se calla cuando
tiro de ella para acercarla a mi polla. La pongo en el punto exacto de su
paraíso personal mientras la oigo gemir y ver cómo me rodea el cuello con sus
brazos-. Y
vigila esa boca.
-Lo
siento.
-Sabes
cómo sacarme de mis casillas, pero a partir de ahora haremos las cosas a mi
manera.
-Siempre
hacemos las cosas a tu manera.
-Cierto,
a ver si lo aprendes de una vez. -Me
retiro un poco y empiezo a desnudarme, Ava me come con la mirada, va bajando
poco a poco, mira mi cicatriz, pero pasa de largo admirando mi polla fijamente.
Abre un poco su boca, pareciera que me quiere para desayuno, almuerzo y cena. ¡Joder!
Me pone muchísimo ver ese deseo en su rostro por mí, así como yo lo siento por
ella-. Quedarse
mirando es de mala educación.
Levanta
la vista, la rodeo con mis brazos y le desabrocho el sujetador, se lo quito
lentamente y luego lo lanzo a mi espalda. La miro y bajo un poco, tomo uno de
sus pezones acariciándolo despacio mientras nuestro deseo crece a pasos
agigantados. Voy disfrutando de uno y otro, lamo chupo, succiono, mmm… son una
delicia. Suelto y voy hacia su cuello, le beso su barbilla. La
levanto y termino de bajarle sus bragas. Se me ocurre algo, lo que deseo hacer
con ella desde hace días y sé que voy a disfrutar.
-Ahora
vuelvo tengo hambre.
Ava
me suelta el pelo. Me dirijo a la nevera, desnudo. Me pica la espalda al sentir
clavados sus ojos en mi cuerpo. Volteo a verla y está embelesada mirándome el culo, me
encanta que le guste lo que ve porque yo disfruto igual o más verla a ella.
-¿Disfrutando
de las vistas? -Tomo el bote de nata montada y sonrío al imaginarme lo que
estoy a punto de hacer. La bato y me echo un poco en la boca para probarla.
Humm delicioso, este va a ser un verdadero placer.
-¿Y
eso en tu mundo es un alimento básico?
Camino
hacia ella, agitándolo aún.
-Pues
claro -Mientras me vuelvo a acomodar entre sus piernas le levanto la barbilla-. ¡Abre!
-Ava abre su boca, le apoyo el tubo en la lengua, presiono y le deposito una
bola de nata, ella la cierra y veo el disfrute en su cara.
-Haber
que se le ocurre, señor Ward -Me lanza un reto. Yo le sonrío salaz. Está un
poco fría y sin previo aviso trazo un sendero de nata por el centro de su
cuerpo, ella se mueve al sentirla. Sigo con mi delicioso juego y llego a su
centro, el frío de la nata hace que sus pezones se endurezcan. ¡Joder! Es una
exquisitez de mujer, retrocedo un poco para ver mi obra y estoy satisfecho-. Un
poco típico. ¿No me echas algo más de nata en mi boca?
-Los
clásicos son los mejores. -La miro y vuelvo a la nevera.
-Aquí
está -Esto va a ser orgásmico porque busco una espátula para hacer mi pastel. Llevo
crema de cacao. Me vuelvo a acomodar entre sus piernas y procedo, hundo la
espátula en el tarro y saco bastante crema de cacao y se la pongo a Ava en el
pecho con algo de fuerza.
-¡Ay!
-grita. Yo sonrío, ya se le va a pasar. Empiezo a trazar círculos alrededor del
pezón y también del otro y sigo con su torso, le voy a untar todo el cuerpo. Vacío
el tarro, suelto mis implementos y retrocedo para admirarla, sonriendo de oreja
a oreja de lo satisfecho que estoy. ¡Qué delicia! Me voy a dar un atracón de
Ava.
-Mi
pastelito -me lamo los labios.
-Supongo,
ahora que ya te has divertido, que debería ir a ducharme.
Quiere moverse pero yo no la dejo. La abrazo pegándola a mí, está resbalosa. Ava
empieza a reírse y se refriega contra mi torso. Me aparto y la empujo suavemente
sobre su espalda.
-Ni
siquiera he empezado a divertirme, señorita.
Ella
me sonríe.
-Estoy
sucia.
-Ah,
como me gusta esa sonrisa, no estarás sucia mucho tiempo -Me agacho un poco y
le paso mi polla por su sexo y con mis dedos dibujo senderos de chocolate. Comienzo
a lamer un pezón, sin dejar de mirarla sigo lamiendo el más exquisito de los
helados-. Humm… Cacao, nata y sudor -Ava se retuerce de placer. Ella
trata de atraerme con sus brazos, quiere contacto continuo, estamos en perfecta
sintonía. La dejo hacer y llego a sus labios, toco su pecho y nos restregamos,
embadurnándonos otra vez. Sigo lamiendo con deleite, ella quiere mi lengua y la
complazco, yo solo gimo de placer. Quiero levantarla, deslizo mi brazo bajo sus
nalgas y la coloco mejor en la encimera al tiempo que la beso con todo lo que
tengo. Ava no quiere soltarme, me tiene agarrado por el pelo. Mi Dios, está muy
excitada y me encanta eso de ella porque siempre responde a mí. Suelto su boca
y sigo por su mejilla, su oreja, la voy besando y lamiendo por todo mi
recorrido, se incorpora y le muerdo el lóbulo y tiro de él con mis dientes,
pero con mucha suavidad cuando Ava gime y grita, jadeando:
-¡¡Jesse!!
-Lo
sé -le susurro en el oído-. ¿Quieres que me ocupe de ello?
-Sí
-grita-. La beso en su oreja, la voy soltando, retiro su pelo de la cara y la
miro.
-Todo
es mucho más llevadero contigo, Ava -le hablo en voz baja. Comienzo a pasarle
mi lengua, nada ni nadie me va a impedir comer el mejor pastel del mundo, “Mi
Ava”. Voy a su seno, se lo muerdo con suavidad, ella arquea su espalda y pega
su pecho más hacia mí-. ¿Te gusta?
-¡Sí!
-¿Quieres
más de mi boca?
-¡Jesús,
Jesse!
Y
yo feliz con mis dos tetas, recogiendo, lamiendo, chupando todo el chocolate y
la nata muy cuidadosamente. Dios mío, ¿podría ser más feliz?
-Ya
estás limpia -Me aparto y la miro, le lamo sus labios y bajo mi mirada hacia su
sexo. Pongo mis palmas en sus muslos y las separo un poco-. Joder, Ava, estás
chorreando -Es asombroso ver lo excitada y lo que logro en ella, casi no puedo
respirar. Me agacho y paso mi lengua por su sexo, rodeo su clítoris, la deseo
demasiado, tengo que poseerla.
Veo
de nuevo su sexo y no puedo resistirme, así que sumerjo mi cabeza de nuevo y
paso mi lengua a través de esa pequeña tela que nos separa. La beso suavemente,
chupo, me fascina hacerle esto.
-Ah….¡Dios!
-Le meto un dedo y luego el segundo hasta el fondo, ella da un respingo y se
quiere apartar un poco pero yo no la dejo.
-¿Quieres
que pare? -Ava se exaspera. Yo vuelvo y le penetro dos de mis dedos y con mi
pulgar le acaricio el clítoris y luego lo hago con mi lengua. Ava está
frenética, se tensa y explota en un increíble orgasmo. Su rostro se ve pleno de
satisfacción y yo estoy feliz por lograr que ella disfrute tanto como yo lo
hago.
En
el momento, se me ocurre y saco mis dedos de su sexo y los llevo a su boca, así
ella prueba su néctar y sigue disfrutando de su maravilloso orgasmo.
-¿Has
visto lo bien que sabes? -Luego, retiro mis dedos de su boca y los introduzco
en la mía y con mi lengua recojo hasta la última gota mientras la miro y la
beso-. Eres asombrosa, necesito estar dentro de ti.
Cambio
de postura rápidamente, tiro de ella y me hundo en su caliente sexo, hasta la
empuñadura. Ella me atrapa como un guante perfecto haciéndome gemir en éxtasis
puro. La sigo embistiendo
-¿Te
gusta, Ava? -le grito.
-¡Dios,
sí!
-No
vas a volver a huir de mí; ¿verdad?
-¡No
La
levanto y la empotro en la pared. Ella grita de sorpresa y se prende con sus
dientes a mi hombro y me los clava. Joder. Gruño y muevo más mi cadera,
girándola como sé que le gusta. Embisto con desespero, con fuerza y Ava vuelve
a explotar con su segundo orgasmo. Freno un poco, pero solo para tomar impulso
y doy mi última estocada.
-¡Jesús!
-Y me sacudo dentro de ella, gimiendo. Joder, ha sido el mejor sexo de mi vida.
Ava me abraza con brazos y piernas, como si me fuera a escapar.
La
levanto y vuelvo a llevarla a la isla de la cocina. Comienzo a darle besitos
tiranos, así le demuestro que aparte de deseo, la quiero.
-Tú y yo. -Jala de mí y entierra su rostro en mi cuello, así nos vamos relajando
poco a poco-. Necesitamos
una ducha -Ava me mira pesarosa. La cargo, se aferra a mí.
-Quiero
quedarme aquí -Se está durmiendo, se le ve muy cansada.
-Tú
agárrate que yo me encargo. -Se prende de mí como un mono con piernas y brazos.
-Méteme
en la cama.
-Estas
pegajosa y yo también. Nos lavaremos los dos y luego ya podremos meternos en la
cama para acurrucarnos. ¿Trato hecho?
Abro
la ducha, Ava se está durmiendo.
-No,
méteme en la cama.
-Ava
eres adorable cuando estás medio dormida. -La levanto de nuevo y la meto bajo
el agua, ella mete su cara en mi cuello-. Te voy a soltar -pero se pega más a
mí-. No puedo enjabonarte con las manos ocupadas.
-Quiero
seguir pegada a ti.
La
pego a los azulejos, le beso su frente, siento una infinita ternura por ella.
Yo gimo al tiempo que Ava pasa su nariz por mi cuello.
Aparto
uno de mis brazos, pero pongo mi rodilla para sujetar su trasero, tomo el gel y
el shampoo y me deslizo con ella hasta el suelo para así mover mis manos y
limpiarnos. Nos quedamos sentados, la lavo con cuidado y retiro los restos de
nata y cacao de su cuerpo y del mío, siempre con mucho cuidado. Ella sigue
abrazada a mí.
-Voy
a cuidar de ti para siempre -le digo, dándole un beso en la sien.
-Vale.
-Se ve que está agotada.
-Venga,
vamos a secarte. -Nos levantamos, pero ella casi no puede estar en pie. Mira mi
pecho y ve aún nata en él. Toma gel, se echa en sus manos, me frota y me limpia
con mucho cariño, lo puedo palpar. Cuando termina, me besa en el centro de mi
pecho. Levanto mi cara con los ojos cerrados hacia el techo. Mi Dios, no puedo
perder a esta mujer, Ava es mi vida. Bendita seas por hacerme sentir esto. Me besa el cuello para llamar mi atención, tardo en mirarla, siento un profundo
miedo a que alguien me la quite, sé que hay enemigos ocultos que lo harían
encantados, pero yo no lo puedo permitir. La miro y le sonrío, está preocupada.
-¿Qué
te pasa? -me pregunta.
-Nada,
todo va bien.
Le
tomo el rostro con mis manos, le sonrío para calmarla. Cierro la ducha, me
envuelvo en una toalla por mi cintura y salimos del baño, ella va detrás de mí.
La seco de pies a cabeza, elimino la humedad de su pelo, no sea que se resfríe.
-¿Quieres
que te lleve en brazos? -le pregunto, ella asiente y sonrío para mí porque es
un placer. La cargo y la llevo a nuestra cama, se mete bajo las sabanas, retiro
mi toalla y Ava levanta las sábanas, invitándome a su lado. Encantado lo hago
cuando se acurruca en mi pecho, mete su cara bajo mi barbilla y sube una pierna
entre mis muslos.
-Eres
demasiado cómodo -me susurra.
-¿Sí?
-Sí.
-Me
alegro, pero ya es hora de dormir, pequeña. -Beso su coronilla y la abrazo
contra mí, quiero estar así con ella por el resto de mi vida. ¿La merezco?
Pienso que sí y que también nos merecemos.
Que
increíble es amanecer con Ava a mi lado. Siempre la observo dormir, es tan
bella por fuera como por dentro. ¿Sus defectos? Quizá, lo terca que es y los
tacos que suelta, pero no son mal de morir, para mí es perfecta. Me meto entre
sus piernas y froto mi nariz con la suya.
-Buenos
días, señorita -Ava se despereza, es dormilona, pero siempre despierta con
una sonrisa en su cara, o ¿será que está tan plena por este galán y eso la hace
sonreír?
-Buenos
días.
Se contonea y sin pensarlo dos veces me hundo en ella, lentamente, esto
sí es un buen despertar.
-Me
encanta el sexo soñoliento contigo -Ahora quiero que esté bien despierta, así
que me doy la vuelta con ella para que quede encima de mí, pero sin salirme de ella.
La siento a horcadas para llegar más profundo-. Móntame, Ava. -La tomo
por las caderas y ella pone sus manos en mis pectorales.
-¿Mando
yo?
-A
ver qué se te ocurre, nena -Me mira, está preciosa aún sin una gota de
maquillaje y el pelo revuelto. Se ve divina y sexy a rabiar.
Ava
se levanta un poco y queda suspendida, luego va bajando, despacio. ¡Joder! Esto es lo
máximo. Ava está tan apretada que la fricción es el doble de placentera, tanto
así que con un solo movimiento casi tengo el orgasmo en mis manos. Echo mi
cabeza hacia atrás y gimo, pareciera que es de dolor, pero es de placer puro.
-¿Otra
vez? -me pregunta coqueta.
-¡Sí,
joder! -Jadeo desesperado.
-¡Cuidado
con esa boca! -Ahora ella se burla de mí y vuelve a hacer el mismo movimiento.
Gira deliciosamente su cadera, lo sigue haciendo y yo ya no aguanto más, esto
es demasiado bueno. Le acaricio los senos, tiene sus pezones duros y firmes,
trazo círculos alrededor mientras tengo los ojos cerrados.
-¿Bajo?
-Sí,
por Dios, baja de nuevo -Esto es indescriptible, ya casi exploto, pero no quiero
que esto termine tan rápido. Ava vuelve a quedar suspendida, pensé que iba a
seguir con sus suaves movimientos, pero esta vez cae con fuerza, moviendo en
círculos sus caderas-. ¡Por Dios bendito! -Me tiene sudando. Aprieta mi
polla como un guante y dentro de ella pareciera que me succionara, es
fantástica.
-¡¡Joder,
joder, joder!! Ava, ¡voy a correrme!
-Espera
-me ordena. Abro mis ojos, ya no puedo más-. Ava, yo… -le ruego.
-¡Mierda!
Espera.
-¡Esa
boca! -le grito para no correrme. Cierro los ojos de nuevo para intentar
aguantar un poco más, pero esto es demasiado intenso.
-¡Que
te den, Jesse!
La
miro para advertirle de su lenguaje. Veo que se apoya más firme y aprieta sus
piernas, se levanta y grita:
-¡Ahora!
-Y se lanza con fuerza mientras yo exploto en un intenso orgasmo, solo gimo de
placer y me doy cuenta que Ava ha colapsado igualmente. Siento que me exprime
hasta la última gota, pegando su cuerpo a mí. Pareciera que nuestros corazones van
a salir de nuestros cuerpos.
-Me
encanta el sexo soñoliento contigo -replico, pero ahora con más ansias mientras
beso su frente-. Excepto por esa boca tan sucia que tienes -le digo molesto.
Ella
se ríe y acaricia mi cara sin afeitar. Beso sus dedos y le sonrío.
-No
creo que podamos llamar a esto sexo soñoliento, nena.
-¿No?
-No,
tendremos que pensar en un nombre nuevo.
-Vale.
Nos
quedamos un rato acostados tratando de calmar la agitación que aún tenemos,
ella me acaricia uno de mis pezones.
-¿Cuántos
años tienes, Jesse?
-29.
Se ríe y luego suspira como dándose por vencida.
-¿Qué
hora es?
-Me
olvidé del reloj abajo, iré a ver.
-Necesitas
un reloj aquí -me dice al tiempo que me levanto.
-Me
quejaré con la decoradora.
Ava
se acomoda en la cama y abraza una almohada mientras tanto yo bajo las
escaleras.
-Las
7.30 -le grito.
-Mierda
-le oigo decir. Baja corriendo, está apurada por su trabajo. Respeto eso, pero
debo hacer que me prometa algo-. Tienes que acercarme a casa. -Me quedo
tranquilo tal y como me trajo mi madre al mundo. La veo buscando su ropa-. Jesse,
¿dónde está mi ropa? -Sigo chupando mi dedo con mantequilla de cacahuate.
-No
tengo ni idea.
-¿Dónde
está mi puta ropa?
-¡Esa
puta boca!
-Jesse,
nunca había dicho tacos hasta que te conocí, tiene gracia ¿no crees? Necesito
ir a casa para arreglarme e ir a trabajar.
-Ya
lo sé. -Sigo comiendo de mi mantequilla de cacahuate.
-¿Dónde
está mi ropa?
-Está
por ahí -le sonrío.
-¿Dónde
es por ahí?
-Si
te lo digo tendrás que darme algo a cambio.
-¿Qué?
-No
bebas mañana en la noche. -Coño, no quiero que beba más, sé muy bien las
consecuencias de perder la cabeza por el puto licor. Ava está muy molesta, pero
ella no me entiende y por ahora no le puedo decir nada más, solo insistir y pedírselo.
-¡De
acuerdo!
-Ha
sido más fácil de lo que creía. ¿Comemos juntos?
-Vale,
pero dame mi ropa.
-¿Quién
manda aquí, Ava?
-Tú.
¡Ahora tráeme mi ropa!
-Correcto
-Me río para mis adentros, nunca la hubiera encontrado. Voy hacia la nevera-. Aquí
tienes, señorita -Ava me mira con la boca abierta cuando le pregunto-: ¿Me da
tiempo de ducharme?
-¡NO!
Me
río y al regresar y pasar por su lado le cacheteo ese culo hermoso que tiene.
La
llevo a toda velocidad a casa de Kate y le digo que la espero. Se baja
corriendo mientras pongo música y miro mi móvil. De pronto, se me acerca un
guardia de tráfico y empieza a leerme la cartilla todo porque estoy mal
estacionado. Me quedo callado, lo dejo hablar, no voy a aceptar que un tipo me
venga a decir que puedo y que no puedo hacer. Ava va saliendo y se va acercando,
me bajo para abrirle la puerta del copiloto.
-Disculpe
-Y el cabrón no da paso.
-¡Por
el amor de Dios! -Me paro enfrente del hombre, quien es bajo de estatura y
cuando me ve pegado a él recula y retrocede, menos mal que no va armado, porque
ahí si me tendría que meter la lengua por donde no se ve el sol.
-Solo
está haciendo su trabajo, Jesse.
-Fracasados
hambrientos de poder incapaces de entrar en la policía -gruño molesto. La miro
y sonrío-. Estás preciosa.
Ella
se ríe.
-Mira
la carretera, por favor. Ah, Sam dice que hoy no puede salir a correr contigo.
-Cabrón
perezoso. ¿No me digas que sigue allí? -Ava intenta maquillarse, pero creo que
no la estoy ayudando mucho.
-Tiene
a Kate atada a la cama -continúa mientras se sigue maquillando.
-Es
probable.
Me mira asombrada.
-No
pareces sorprendido.
-Porque
no lo estoy -Me callo. Si Ava supiera los jueguitos de mi amigo quedaría loca.
-No
quiero saberlo.
-No,
no quieres saberlo -digo tan tranquilo porque a mi amigo le gustan algunas
cosas medio extrañas, pero no le hace daño a nadie. Sam es una muy buena
persona y un fiel amigo.
Dejo
a Ava lo más cerca posible de su trabajo y ya me estoy cabreando, ni que
fuéramos unos niños y además somos adultos, libres y tenemos nuestros derechos.
-¿A
qué hora sales a comer? -le pregunto, acariciándole el muslo.
-A
la una.
-Entonces,
estaré aquí a esa hora.
-Justo
aquí -Dejo mi mano entre sus piernas, me encanta el efecto que tengo en ella, cero
resistencia a mis caricias, eso me pone muchísimo.
-Jesse,
para -Hago que no escucho y pongo mi mano justo en su centro, por encima de los
pantalones. Ava gime de placer, amo esto de ella, no finge nada, hace y dice lo
que siente.
-No
puedo quitarte las manos de encima -le hablo en un susurro y sé que ella le
excita que le hable así porque cada día la conozco más-, y no vas a detenerme
¿verdad?-. Me inclino un poco hacia ella, la tomo por la nuca para así
acercarla más a mí y empiezo a acariciarle su delicioso sexo. La beso lascivamente
y ya está lista para mí y todo esto a plena luz del día. Diablos, pero no me
importa. De verdad, no me puedo quedar quieto cuando la tengo cerca.
-No
lo reprimas, Ava -le digo mientras la beso-. Te quiero en esa oficina pensando
en lo que puedo hacerte -Al momento, Ava explota en un delicioso orgasmo y absorbo
con mi boca su éxtasis. Por lo tanto, voy suavizando mis movimientos mientras suspira profundamente y ya relajada-. ¿Mejor? -Y la beso con gran cariño. Ava
me provoca toda clase de sentimientos, desde la pasión más explosiva hasta la
ternura más sublime.
-Ya
puedo trabajar tranquila.
Me
río y la suelto.
-Bueno,
me voy a casa a pensar en ti y a resolver esto. -Señalo mi erección que parece
querer romper mi pantalón.
Sonríe con picardía, se me acerca y le doy un casto beso.
-Yo
podría encargarme de eso -me ofrece y a la vez me acaricia mi polla. Abro los
ojos como platos, se ha vuelto descarada y eso “me encanta”. Ava mete su mano y
me la agarra y hace suaves movimientos, arriba, abajo y muy despacio. Joder,
joder… Acomodo mi cabeza en el reposacabezas del asiento.
-Joder,
Ava, qué gusto. -Gimo del placer que me está dando, me tenso, ya estoy cerca. De pronto, Ava se agacha y se la mete en la boca. Mi Dios, qué delicia siento
cuando traza círculos con su lengua, da lametones a lo largo y ancho de mi
miembro y luego se la mete hasta el fondo de su garganta-. Eso
es, nena, hasta el fondo -Es increíble con esa boca-. Sigue, justo así -pero de
un momento a otro me suelta, tiene una sonrisa malévola en sus labios cuando se
limpia su boca.
-Me
encantaría, pero me has hecho llegar tarde al trabajo -Y sale rápidamente del
coche, desconcertándome.
-Ava,
¿qué coño haces? -La muy…. Me dejo así, más prendido que árbol de navidad y a
punto de acabar. Ésta me la cobro. Ava se voltea, sonriendo.
-¿Cuántos
años tienes Jesse?
-30,
pero eso no ha estado bien, pequeña provocadora.
Me
lanza un beso y hace una reverencia, yo hago que tomo el beso en el aire cuando veo que continúa su andar y se va meneando su delicioso culo. ¡Ay, Ava! Ya pensaré cómo
me la cobrar. Y arranco así sin más, pero esta vez con una sonrisa de idiota en
mi cara.
**Por
Fanny Rebellón.
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