lunes, 18 de julio de 2016

Loco Amor / Capítulo 12




Loco Amor
Fanfic trilogía “Mi Hombre”
Historia original de la autora Jodi Ellen Malpas.


CAPITULO 12


Recordando la conversación con Ava, decido ganar puntos y llamar a la floristería. Doy la orden para que confeccionen un ramo alegre para Sally y una preciosas calas para mi Ava. Me preguntan qué mensaje voy a enviar junto a ambos y les digo que en la tarjeta del ramo alegre escriban lo siguiente:

“ SALLY, POR FAVOR, ACEPTA MIS DISCULPAS. TODO ES CULPA DE AVA. ESA MUJER ME VUELVE LOCO.
SINCERAMENTE.
J. WARD.”

 Y en las calas:

“AVA, ERES LA MUJER A LA QUE LLEVO ESPERANDO TANTO TIEMPO.
UN BESO.
J.”



No lo quiero confesar, no lo deseo admitir, pero estoy enamorado de Ava hasta los huesos y pienso que se acerca el momento de decírselo, pues creo que no podría vivir sin ella. Además, he llegado al punto en que no puedo pensar en nada más que no sea Ava, casi no puedo concentrarme en nada, veo su rostro en todas partes y todas las mujeres me parecen nada al lado de mi amor.
Nunca ha habido escasez de mujeres en mi vida, y he visto de todo como para convertirme en un ser cínico cuando se trata del amor, pero de alguna manera Ava hace que quiera creer y estoy seguro de que puedo serle fiel; ella me llena por completo y más, luego de mi locura de dejarla y querer olvidarla, porque ahora la sola idea de estar con alguien más me deja un mal sabor en la boca.
Tengo que salir, me levanto y salgo del hotel a buena hora. No hay casi gente y ni Sarah se me atravesó, tengo que comprar otros regalos. Me decido a comprarle una furgoneta a Kate, rosada tal vez. Sonrío para mis adentros, me cae muy bien Kate, pero aquí el beneficiado soy yo, no aceptaré que le pase nada más a Ava. Decido hacerle una tarjeta:

”NI UN MORETON MÁS EN EL CULO, POR FAVOR.”

Sé qué no le va a gustar mucho esto a Ava, pero no me importa, es por su seguridad.
Paso el resto del día haciendo diligencias y me decido a llamarla, no he querido molestarla temprano. Marco el móvil de Ava y no me contesta. Diablos, ¿será que le cuesta mucho? ¿O estará quedando sorda? Vuelvo a marcar y nada. Mierda, ¿cuál es el problema con ese puto teléfono?
Ya es tarde, debió haber salido de su trabajo. Dios, no responde, voy a tener que pegarle el teléfono en la oreja. 
Llego a la casa de Kate y voy como alma que se la lleva el diablo mientras sigo marcando a su teléfono. Estoy en el frente haciéndole una zanja al jardín de la casa. Vuelvo a marcar.
-¡Hola! -me contesta muy tranquilamente.
-¿Dónde diablos estás? -vocifero por el móvil.
-¿Dónde estás tú?
-Estoy en casa de Kate, echando la puerta abajo a patadas. ¿Es mucho pedir que me cojas el teléfono a la primera? -le digo molesto.
-Estaba ocupada con otras cosas. ¿Por qué no me has llamado en todo el día?
-Por qué, Ava, ¡no quiero que sientas que te estoy agobiando!
-Pero aún me estas gritando.
-Lo sé. Me estás volviendo loco. ¿Dónde estás? -Me pego a la pared de la casa y me voy deslizando como si no pudiera con mi alma, pero en ese momento abren la puerta. Jesús, es Ava.
-Aquí.
La miro y dejo el teléfono a un lado. Suspiro. Gracias a Dios ella está bien y ya está conmigo. Ava sale y se acomoda frente a mí, está solo con una toalla sin nada abajo.
-Estaba en la ducha.
-La próxima vez, llévate el móvil al baño.
-Vale -y la muy me da un saludo militar, se burla de mí.
-¿Y tu ropa? -La miro completa.
-En mi armario. -Meto la mano bajo la tolla y la pongo encima de su cadera, allí donde sé que le dan cosquillas. Se le afloja la tolla y, de repente…
-Amigo mío -me saluda Sam. Ava está desnuda. Me levanto y cargo a Ava, apretándola en mis brazos para que no se le vea nada.
-Sam, joder, no te muevas. -Rápidamente la meto a la casa y subo las escaleras-. Diablos, hay muchos curiosos en el mundo, voy a arrancarles los ojos por curiosos -voy murmurando. Mierda, no me gusta que Sam esté tanto aquí, es mi amigo pero no les brinda intimidad a las muchachas. Parece que se hubiera mudado ya. Llego a la habitación de Ava y la lanzo a su cama.
-Vístete, vamos a salir.
-¿A dónde?
Le miro lentamente el cuerpo desnudo. Mi Dios bendito, está divina, su cuerpo es hermoso, tiene buenas curvas y es terso, espectacular, amo cada centímetro de su cuerpo.
-He salido a correr, y mientras tanto se me ha ocurrido que aún no te he llevado a cenar. Tienes unas piernas increíbles. Vístete.
-¿A dónde?
-A un pequeño restaurante italiano que conozco. Anda, vístete antes de que me cobre la deuda. -Miro como se unta una crema por todo el cuerpo. Joder, quiero enterrarme en ella ya, si no hubieran llegado mis amigos juro que me la follo. Esta mujer me vuelve loco de deseo.
-¿Qué deuda?
-Me debes una.
-¿Cómo que te debo una?
-Claro que me la debes. Te espero afuera, no sea que me dé por cobrármela antes de tiempo -Me río y la miro con picardía-. No quiero que pienses que es solo sexo.
Bajo y converso un rato con los amigos, pero veo que van saliendo, Kate le quiere mostrar la furgoneta a Sam. Sonrío, se ve que le encantó, me alegro, ella lo merece, sobre todo por ser buena amiga de Ava.
Empiezo a pasearme de un lado a otro, esperándola, yo nunca he esperado a nadie, pero a ella sí, la esperaré, ¡siempre!
-Tampoco he tardado tanto -Sonrío de oreja a oreja, feliz y orgulloso. Ava se me acerca y la miro de arriba hacia abajo, es demasiado bella, tiro de ella hacia mí.
-¿Cómo es posible que seas tan bonita?
-Lo mismo digo. ¿Dónde está Sam?
-Kate le está dando un paseo en su furgoneta nueva.
-¿Le has comprado tú esa furgoneta a Kate?
-¿Estás celosa? Espero que no, Kate me cae bien, pero no me inspira malos pensamientos.
-¡No! -me responde rotunda.
-Sí, se la he comprado yo.
-¿Por qué?
-Pues, Ava, porque no quiero que vayas dando  tumbos en esa chatarra sobre ruedas, por eso, y no tengo que darte explicaciones -Me cruzo de brazos, me alejo un poco de ella.
-¿Le has comprado una furgoneta a mi mejor amiga para que no me lastime cuando sujete una tarta?
-Como he dicho, no tengo por qué darte explicaciones. Vámonos. -La tomo de la mano, la saco de la casa y ella va sonriendo.
-Le has alegrado el día a Sally.
-¿Quién es Sally?
-La criatura desvalida de mi oficina.
-Ah. ¿Me ha perdonado?
-Del todo. 
-Lo sabía, las flores no fallan.
Cuando vamos saliendo, llegan Sam y Kate; ella se lanza a mis brazos.          
-Gracias -lo repite casi en mi oído, la tomo con un brazo.
-El que sale ganando soy yo -me suelta.
-¡Lo sé! -Es pura risa, ella es increíble-. ¡Lo adoro!
-¡Eh! ¿Y a mí no? -grita Sam, asombrado. Kate se le lanza encima a abrazarlo.
Por fin salimos y al rato llegamos al restaurante italiano “West end”. Salgo rápido para abrirle la puerta a Ava. Le tomo la mano y entramos.  Al estar en el sitio se siente uno de verdad en Italia, es por la decoración. Aquí todo es muy agradable.
-Señor Jesse, me alegro de verlo -me dice el dueño, al que le estrecho la mano con afecto-. Luigi, yo también me alegro de verte.
-Venga, venga -hace un gesto para que nos acomodemos en el lugar y finalmente nos da una mesa en un rincón muy agradable.
-Luigi, ella es Ava -los presento.
-Un nombre precioso para una dama preciosa. -Ava se ruboriza.
-¿Qué desea el señor Jesse?
-¿Me permites? -le digo a Ava, quiero elegir por ella.
-¿Es lo que sueles hacer? -Me mira extrañada.
Le pongo cara seria.
-Muy bien, Luigi. Tomaremos dos fettuccini con calabaza, parmesano y salsa limón con nata, una botella de Fanaglia Anselma Barolo del año 2000 y agua. ¿Lo tienes todo?
Luigi toma nota y retrocede.
-Sí, sí, señor Jesse. Ahora me voy. 
Le sonrío, me agrada este hombre.
-Gracias, Luigi.
-A esto sí que se le llama mierda italiana misma -dice Ava y yo solo sonrío al escucharla-. ¿Vienes a menudo? -Sonrío más mientras Ava toca mis rodillas, tiene doble intención-. ¿Estás intentando seducirme?
-Por supuesto.
-Mario, el barman de la mansión, insistió en que lo probara y eso hice. Luigi es su hermano.
-Luigi y Mario -dice Ava, sorprendida-. Lo siento, ¡es que esa no me la esperaba!
-Ya lo veo.
Luigi llega con las bebidas. Le sirvo a Ava. Yo no debo ni puedo beber, sobre todo porque voy a conducir.
-No  habrás pedido una botella entera para mí, ¿verdad? ¿Tú no vas a beber?
-No, tengo que conducir.
-¿Y a mí me permites beber?
La miro y pienso “seguro está brava. Sí, como no, con lo que le gusta el vino”. Sonrío, pero no le digo nada.
-Te lo permito -Ava sonríe y luego me mira. Le gusta el vino. De verdad, es exquisito este vino, lo sé.
-Quiero saber qué edad tienes.
-28. Ahora tú, háblame de tu familia.
-Yo he preguntado primero.
-Y yo te he contestado, háblame de tu familia. -Sacude su cabeza y se da por vencida.
-Se jubilaron y viven en New Quay desde hace unos años. Mi padre dirige una empresa de construcción y mi madre es ama de casa. Mi padre tubo un amago de infarto, cogió la jubilación anticipada y se fueron a Cormualles. Mi hermano está viviendo su sueño en Australia. ¿Por qué no hablas de los tuyos? -me pregunta.
-Viven en Marbella, mi hermana también está allí. No hablo con ellos desde hace años, no aprobaron que Carmichael me dejara la mansión y todas sus posesiones.
-¿Te lo dejo todo a ti? -pregunta asombrada.
-Estábamos muy unidos y no tenía relación con mis padres. No les gustaba.
-¿No les gustaba vuestra relación?
-No. -Me muerdo mi labio. Lo hago cuando estoy nervioso o pienso profundamente. Y hablar de mi familia me pone nervioso, no me gusta.
-¿Había algo reprobable? 
Suspiro. Debería aprovechar este momento para decirle la verdad del hotel, pero siento pánico.
-Cuando dejé la universidad me pasaba todo el tiempo con mi tío. Mis padres y mi hermana se fueron a vivir a España y yo me negué a irme con ellos, tenía 18 años y me la estaba pasando como nunca. Me fui a vivir con Carmichael. Cuando se marcharon no les hizo mucha gracia -Me encojo los hombros-. Tres años después, Carmichael murió y yo me hice cargo de la mansión -Bebo un trago de agua-. La relación se resintió después de aquello, me exigieron que vendiera la mansión, pero yo no podía, ese era el legado de Carmichael.
-¿Que sueles hacer para divertirte? -prosigue.
-¡Follarte!
-¿Te gusta utilizar el poder en el dormitorio?
-Sí. -Nos miramos fijamente.
-¿Eres un dominante?
Me atraganto. ¡Joder! ¿Qué pregunta es esa? Tomo la servilleta y me limpio la boca. Sonrío sacudiendo la cabeza, es increíble.
-Ava, no necesito esa clase de arreglos para conseguir que una mujer haga lo que yo quiero en el dormitorio. No tengo tiempo, ni ganas de practicar ese tipo de mierda.
-Parece que me estás dedicando mucho tiempo.
-Supongo que sí. -Me pongo a pensar en ello y que es cierto desde que la conocí.
-Eres muy controlador.
-Mírame -le pido en voz baja-, solo contigo.
-¿Por qué?
-No lo sé -Vuelvo a morder mi labio y lo reconozco-, pero me vuelves loco.
-Aquí está tu pasta. -Veo que Luigi se acerca cantando y coloca los cuencos uno en frente de nosotros. Todo se ve delicioso-. ”Buon appetito”. -dice el simpático italiano con una sonrisa.
-Gracias, Luigi -Le sonríoy miro a Ava, quien prueba su pasta-. ¿Está bueno? -Ella solo asiente con la cabeza mientras comemos y nos miramos.
-¿Cuándo compraste el ático?
Detengo mi tenedor a medio camino para responderle.
-En marzo -Termino mi comida, aparto el cuenco y tomo agua.
-Nunca me has dicho por qué pediste que fuera yo personalmente quien se encargara de la ampliación de la mansión. -Ava retira su plato por la mitad.
-Compré el ático y me encantó lo que hiciste con él, te garantizo que no esperaba que aparecieras contoneando tu silueta perfecta, con esa piel aceitunada y esos ojazos marrones -Sacudo la cabeza-. Ese día cambiaste mi vida al aparecer ante mí y fue cuando supe que tenía un corazón.
-No eras exactamente el señor de la mansión que me esperaba -me dice Ava-. ¿Cómo sabías donde estaría el lunes al mediodía, cuando tropecé contigo en el bar?
Me encojo de hombros. No voy a reconocer jamás que la seguí.
-Tuve suerte. Mucha suerte.
-Ya, claro -me seguiste, más bien.
Mierda, me pilló. Sonrío.
-Cuando te fuiste de la mansión, no podía pensar en otra cosa.
-Así que me perseguiste sin descanso -me dice tranquilamente.
-Tenías que ser mía.
-Y ya soy tuya. ¿Siempre consigues lo que deseas?
La miro fijamente y me inclino hacia delante.
-No puedo contestar a eso porque nunca he deseado nada lo suficiente como para perseguirlo sin descanso, no del modo en que te deseaba a ti. -Uf, fue el deseo más increíble, intenso y grandioso que sentí en mi vida.
-¿Aún me deseas?
Acaricio mi copa y la miro.
-Más que nada.
Ava suspira.
-Soy tuya.
-Te aclaro que eres mía desde que apareciste en la mansión.
-¿Ah sí?
-Sí. ¿Pasarás la noche conmigo?
-¿Es una orden o una pregunta?
-Una pregunta, pero si das la respuesta equivocada estoy seguro de que pensaré en algo para hacerte cambiar de idea. Le sonrío.
-Pasaré la noche contigo.
Asiento, estoy encantado.
-¿Y la noche de mañana?
-Sí.
-Tomate el día libre -le sugiero.
-No.
-¿Y el viernes por la noche?
-He quedado con Kate para salir.
La miro ideando un plan, el que le hará cambiar los suyos.
-Cancélalo.
-Voy a tomar unas copas con mis amigos, no puedes impedirme que los vea, Jesse.
-¿Unas copas? ¿Cuántas son “unas copas, Ava? -Ya estoy enfurruñado.
-No lo sé, depende de cómo me encuentre. -Me mira como queriendo adivinar lo que estoy pensando. ¡Diablos! Algo se me tiene que ocurrir.
-No quiero que salgas a  beber sin mí.
-Pues, mala suerte para ti.
Mírenla cómo me contesta. ¡Joder! Y para colmo eso me hace desearla muchísimo más.
-Ya veremos. -Nos miramos, ella con una sonrisa de triunfo y yo molesto cuando Luigi se acerca para recoger los platos.
-¿Les ha gustado? -pregunta sin que yo deje de mirarla.
-Todo estuvo estupendo, Luigi, gracias -Estoy más encendido que un bombillo de 250 voltios, solo quiero salir de aquí, llegar al apartamento, arrancarle esa ropa y follármela hasta la semana que viene, pero antes… Estoy rozando su pierna, quiero tener contacto siempre con ella y ponerla a millón. Sé que está excitada, lo sé por su mirada y por la manera en que se le ha acelerado la respiración.
-Luigi, ¡la cuenta por favor! -le hablo desesperado y como si fuera a cobrar una herencia.
Luigi parece que me entendió, pues se marcha y vuelve rápidamente, a eso le llamo yo un buen servicio. Trae consigo un plato negro con caramelos de menta y un papel. No miro más, solo le entrego un fajo de billetes y los dejo encima de la mesa. Estiro mi brazo y le ofrezco mi mano a Ava-. Nos vamos. -La saco casi en volandas.
-¿Tienes prisa?
Yo sigo caminando como si no la hubiera escuchado.
-Sí. -Quisiera tener alas en este momento. No  me aguanto y al llegar al coche la empujo contra la puerta, pongo mi frente pegada a la suya, respiro con dificultad y mi erección parece que me fuera a traspasar el pantalón. Me pego a ella en la parte baja de su abdomen, le balanceo la cadera. Joder, me la quiero follar aquí y ahora-. Voy a follarte hasta que veas las estrellas, Ava -y le sigo meneando la cadera. Ella gime-. Mañana no podrás ir a trabajar porque no vas a poder ni andar. Sube al coche -Me mira, pero no se mueve. Yo mismo la acomodo en el asiento del copiloto, me subo y arranco porque soy un hombre con una misión. Jesús, este deseo es casi doloroso,  ¿Que me dio esta mujer? Si no es porque nos meten presos, me la follo en el estacionamiento. Hay algo especial en ella que me vuelve un demente. Diablos, pero que rico y que bien se siente padecer esta demencia.
Hoy es uno de esos días en que me gustaría que el carro tuviera cohetes y, de paso, que tuviera una pala mecánica para ir quitando del camino a los cretinos que se me atraviesan. ¿Por qué coño son tan lentos? Joder, quiero llegar rápido. En definitiva, a algunos no deberían darles carnet ¡Muévete!
Nos miramos y mi deseo crece a pasos agigantados, el aire se siente como si fueran nubes totalmente cargadas, estoy perdiendo mi compostura, mi polla palpita, tengo que estar reacomodándola, pareciera que quiere romper mi pantalón.
-Te va a dar un ataque si no te tranquilizas.
La miro molesto.
-Ava, me ha dado un puñetero ataque todos los días desde que te conocí.
-Estás diciendo muchos tacos.
Es cierto, con Ava me altero, me desespero sufro… Pero, joder, vale la pena cada rabieta mía, solo por tenerla conmigo.
-Y tú vas a gritar mucho. Fuera del coche. -Apenas me estaciono, la veo que sale con aquella parsimonia, como si estuviera lela mirando la luna y las estrellas.
-¿Qué haces? -pregunto al verla observar los muelles con una sonrisita traviesa.
-¿Te apetece ir a dar un paseo antes de subir?
Al oírla, mi puta quijada cae al piso de un solo tirón.
-¿Qué si me apetece ir a dar un paseo antes de subir?
-Sí, hace una noche preciosa. -Ella sigue con su sonrisita mamona, se está burlando de mí, eso tiene que ser. Diablos, ¿no ve cómo me tiene?
¡No Ava! Lo que me apetece es follarte hasta que me supliques que pare. Y rápidamente me agacho y me la tiro al hombro como si yo fuera un hombre de las cavernas.
-¡Jesse! ¡Puedo andar! -No la escucho, tengo una misión en la vida, y nada ni nadie me va a desviar de hacerle ver las estrellas y la luna si quiere …¡Pero a mi manera, coño!
-No lo bastante rápido. Buenas noches, Clive. -Paso casi corriendo por su lado.
-¡No estoy borracha! -grita Ava, seguro lo hace por lo del otro día. Voy entrando al ascensor y noto que está juguetona, siento que me mete las manos dentro del pantalón y me agarra el culo, apretándolo.
-Nada de  jueguecitos. Quiero estar dentro de ti, como te pongas a hacer tonterías te juro por Dios… -Ava me interrumpe.
-Eres un romántico.
-Tenemos todo el tiempo del mundo para el romanticismo, señorita.
Entro con fuerza al apartamento y doy un portazo con mi espalda. Al ingresar, la dejo de pie en la cocina mientras ella se queda muy quieta.
-¿Sabes? Es cierto que mañana no vas a estar en condiciones de trabajar -le hablo pegado a su rostro-. Desnúdate. -La miro y entre más lo hago más la deseo, estoy que ardo. La siento temblar, retiro sus manos de mí y se las coloco en su vientre.
-Empieza con la camisa -le hablo con voz temblorosa a causa de mi desesperación. Mi Dios, quiero un striptease, pero ahora.
-Entonces, ¿yo estoy al mando?
-Si eso te hace feliz -me quito el reloj. Ava es atrevida, joder, pero me encanta. Me mira directo a los ojos y se va desabrochando los botones uno a uno, lentamente. Mi polla brinca de alegría, estoy a punto de babear, esta mujer es una diosa. Se abre la camisa, woow… Quiero pasar mi lengua por su torso. De pronto, deja resbalar la camisa hasta medio camino mientras recorro su cuerpo centímetro a centímetro. Estoy sudando, ya quiero poseerla cuando suelta la camisa dramáticamente. Mmm… es fascinante-. Me encanta como te queda el encaje -Sonríe-. Y baja sus manos a los pantalones. Va bajando su cierre, y los desabrocha botón a botón. Ya no aguanto, quiero caerle encima como león a su presa. Joder, me tiene babeando, literalmente, porque ella sabe lo que tiene y sabe cómo usarlo.
-Te los arrancaría en dos segundos.
-Pero no lo harás -me habla toda mimosa-, vas a esperar.
Ava se quita los zapatos, les da un puntapié y salen volando. Yo, como idiota, sigo el trayecto, no les pierdo pie ni pisada.
-¿No lo estás llevando demasiado lejos?
Ava sonríe, dulce y suavemente, mientras se baja su pantalón y cuando están a media pierna los saca y los lanza como si fuera una experta. Queda de pie frente a mí en su ropa interior de encaje color coral, se ve preciosa porque ese color resalta más su hermosa tonalidad de piel. En verdad, el encaje le queda para morirse, me encanta. No aguanto y estiro mi brazo para tocarla.
-No -Ava me frena. Dios mío, estoy jadeando, pero ya veo su juego y ahora va a saber quién es el que manda.
-¡Qué te jodan!
Abre sus ojos algo sorprendida y veo que se da por vencida.
-Adelante.
Ahora soy yo el que sonríe. Muy bien, cayó en mi juego.
-Suplícamelo.
Está muy excitada, pero quiere disimularlo.
-Deja de tocarte el pelo, Ava 
Ella lo suelta
-Todavía llevas la ropa interior puesta. 
Baja su vista y se mira.
-¿Y qué vamos a hacer al respecto? -me pregunta.
-Yo no voy a hacer nada. -Me encojo de hombros-. A menos que me supliques.
-No pienso hacerlo.
-Entonces, puede que nos quedemos así un rato.
-Eso parece.
-Quizá, sigamos así hasta el sábado. -Me mira mal, está molesta y excitada, todo al mismo tiempo. Joder, quiero verla rogando por mis caricias, pero solo me mira y, de pronto, da media vuelta.
-Lo siento. No puedo andarme con tonterías, mañana tengo que trabajar.
Y la muy… se dispone a retirarse. Mierda, ¿qué pasa?
-¡Claro que no! -gruño, tomándola por la cintura con un brazo y levantándola. Ava empieza a reírse. Ya no puedo esperar más, voy hacia la cocina y la siento sobre la mesa de granito, la miro ceñudo.
-¿Cuándo vas a escucharme, señorita? Nunca vas a ir a ninguna parte -La abro de piernas y me acomodo entre ellas. La miro serio. Ava aún se ríe, pero se calla cuando tiro de ella para acercarla a mi polla. La pongo en el punto exacto de su paraíso personal mientras la oigo gemir y ver cómo me rodea el cuello con sus brazos-. Y vigila esa boca.
-Lo siento.
-Sabes cómo sacarme de mis casillas, pero a partir de ahora haremos las cosas a mi manera.
-Siempre hacemos las cosas a tu manera.
-Cierto, a ver si lo aprendes de una vez. -Me retiro un poco y empiezo a desnudarme, Ava me come con la mirada, va bajando poco a poco, mira mi cicatriz, pero pasa de largo admirando mi polla fijamente. Abre un poco su boca, pareciera que me quiere para desayuno, almuerzo y cena. ¡Joder! Me pone muchísimo ver ese deseo en su rostro por mí, así como yo lo siento por ella-. Quedarse mirando es de mala educación.
Levanta la vista, la rodeo con mis brazos y le desabrocho el sujetador, se lo quito lentamente y luego lo lanzo a mi espalda. La miro y bajo un poco, tomo uno de sus pezones acariciándolo despacio mientras nuestro deseo crece a pasos agigantados. Voy disfrutando de uno y otro, lamo chupo, succiono, mmm… son una delicia. Suelto y voy hacia su cuello, le beso su barbilla. La levanto y termino de bajarle sus bragas. Se me ocurre algo, lo que deseo hacer con ella desde hace días y sé que voy a disfrutar.
-Ahora vuelvo tengo hambre.
Ava me suelta el pelo. Me dirijo a la nevera, desnudo. Me pica la espalda al sentir clavados sus ojos en mi cuerpo. Volteo a verla y está embelesada mirándome el culo, me encanta que le guste lo que ve porque yo disfruto igual o más verla a ella.
-¿Disfrutando de las vistas? -Tomo el bote de nata montada y sonrío al imaginarme lo que estoy a punto de hacer. La bato y me echo un poco en la boca para probarla. Humm delicioso, este va a ser un verdadero placer.
-¿Y eso en tu mundo es un alimento básico?
Camino hacia ella, agitándolo aún.
-Pues claro -Mientras me vuelvo a acomodar entre sus piernas le levanto la barbilla-. ¡Abre! -Ava abre su boca, le apoyo el tubo en la lengua, presiono y le deposito una bola de nata, ella la cierra y veo el disfrute en su cara.
-Haber que se le ocurre, señor Ward -Me lanza un reto. Yo le sonrío salaz. Está un poco fría y sin previo aviso trazo un sendero de nata por el centro de su cuerpo, ella se mueve al sentirla. Sigo con mi delicioso juego y llego a su centro, el frío de la nata hace que sus pezones se endurezcan. ¡Joder! Es una exquisitez de mujer, retrocedo un poco para ver mi obra y estoy satisfecho-. Un poco típico. ¿No me echas algo más de nata en mi boca?
-Los clásicos son los mejores. -La miro y vuelvo a la nevera.
-Aquí está -Esto va a ser orgásmico porque busco una espátula para hacer mi pastel. Llevo crema de cacao. Me vuelvo a acomodar entre sus piernas y procedo, hundo la espátula en el tarro y saco bastante crema de cacao y se la pongo a Ava en el pecho con algo de fuerza.


-¡Ay! -grita. Yo sonrío, ya se le va a pasar. Empiezo a trazar círculos alrededor del pezón y también del otro y sigo con su torso, le voy a untar todo el cuerpo. Vacío el tarro, suelto mis implementos y retrocedo para admirarla, sonriendo de oreja a oreja de lo satisfecho que estoy. ¡Qué delicia! Me voy a dar un atracón de Ava.
-Mi pastelito -me lamo los labios.
-Supongo, ahora que ya te has divertido, que debería ir a ducharme.
Quiere moverse pero yo no la dejo. La abrazo pegándola a mí, está resbalosa. Ava empieza a reírse y se refriega contra mi torso. Me aparto y la empujo suavemente sobre su espalda.
-Ni siquiera he empezado a divertirme, señorita.
Ella me sonríe.
-Estoy sucia.
-Ah, como me gusta esa sonrisa, no estarás sucia mucho tiempo -Me agacho un poco y le paso mi polla por su sexo y con mis dedos dibujo senderos de chocolate. Comienzo a lamer un pezón, sin dejar de mirarla sigo lamiendo el más exquisito de los helados-. Humm… Cacao, nata y sudor -Ava se retuerce de placer. Ella trata de atraerme con sus brazos, quiere contacto continuo, estamos en perfecta sintonía. La dejo hacer y llego a sus labios, toco su pecho y nos restregamos, embadurnándonos otra vez. Sigo lamiendo con deleite, ella quiere mi lengua y la complazco, yo solo gimo de placer. Quiero levantarla, deslizo mi brazo bajo sus nalgas y la coloco mejor en la encimera al tiempo que la beso con todo lo que tengo. Ava no quiere soltarme, me tiene agarrado por el pelo. Mi Dios, está muy excitada y me encanta eso de ella porque siempre responde a mí. Suelto su boca y sigo por su mejilla, su oreja, la voy besando y lamiendo por todo mi recorrido, se incorpora y le muerdo el lóbulo y tiro de él con mis dientes, pero con mucha suavidad cuando Ava gime y grita, jadeando:
-¡¡Jesse!!
-Lo sé -le susurro en el oído-. ¿Quieres que me ocupe de ello?
-Sí -grita-. La beso en su oreja, la voy soltando, retiro su pelo de la cara y la miro.
-Todo es mucho más llevadero contigo, Ava -le hablo en voz baja. Comienzo a pasarle mi lengua, nada ni nadie me va a impedir comer el mejor pastel del mundo, “Mi Ava”. Voy a su seno, se lo muerdo con suavidad, ella arquea su espalda y pega su pecho más hacia mí-. ¿Te gusta?
-¡Sí!
-¿Quieres más de mi boca?
-¡Jesús, Jesse!
Y yo feliz con mis dos tetas, recogiendo, lamiendo, chupando todo el chocolate y la nata muy cuidadosamente. Dios mío, ¿podría ser más feliz?
-Ya estás limpia -Me aparto y la miro, le lamo sus labios y bajo mi mirada hacia su sexo. Pongo mis palmas en sus muslos y las separo un poco-. Joder, Ava, estás chorreando -Es asombroso ver lo excitada y lo que logro en ella, casi no puedo respirar. Me agacho y paso mi lengua por su sexo, rodeo su clítoris, la deseo demasiado, tengo que poseerla.
Veo de nuevo su sexo y no puedo resistirme, así que sumerjo mi cabeza de nuevo y paso mi lengua a través de esa pequeña tela que nos separa. La beso suavemente, chupo, me fascina hacerle esto.
-Ah….¡Dios! -Le meto un dedo y luego el segundo hasta el fondo, ella da un respingo y se quiere apartar un poco pero yo no la dejo.
-¿Quieres que pare? -Ava se exaspera. Yo vuelvo y le penetro dos de mis dedos y con mi pulgar le acaricio el clítoris y luego lo hago con mi lengua. Ava está frenética, se tensa y explota en un increíble orgasmo. Su rostro se ve pleno de satisfacción y yo estoy feliz por lograr que ella disfrute tanto como yo lo hago.
En el momento, se me ocurre y saco mis dedos de su sexo y los llevo a su boca, así ella prueba su néctar y sigue disfrutando de su maravilloso orgasmo.
-¿Has visto lo bien que sabes? -Luego, retiro mis dedos de su boca y los introduzco en la mía y con mi lengua recojo hasta la última gota mientras la miro y la beso-. Eres asombrosa, necesito estar dentro de ti.
Cambio de postura rápidamente, tiro de ella y me hundo en su caliente sexo, hasta la empuñadura. Ella me atrapa como un guante perfecto haciéndome gemir en éxtasis puro. La sigo embistiendo
-¿Te gusta, Ava? -le grito.
-¡Dios, sí!
-No vas a volver a huir de mí; ¿verdad?
-¡No
La levanto y la empotro en la pared. Ella grita de sorpresa y se prende con sus dientes a mi hombro y me los clava. Joder. Gruño y muevo más mi cadera, girándola como sé que le gusta. Embisto con desespero, con fuerza y Ava vuelve a explotar con su segundo orgasmo. Freno un poco, pero solo para tomar impulso y doy mi última estocada.
-¡Jesús! -Y me sacudo dentro de ella, gimiendo. Joder, ha sido el mejor sexo de mi vida. Ava me abraza con brazos y piernas, como si me fuera a escapar.
La levanto y vuelvo a llevarla a la isla de la cocina. Comienzo a darle besitos tiranos, así le demuestro que aparte de deseo, la quiero.
-Tú y yo. -Jala de mí y entierra su rostro en mi cuello, así nos vamos relajando poco a poco-. Necesitamos una ducha -Ava me mira pesarosa. La cargo, se aferra a mí.
-Quiero quedarme aquí -Se está durmiendo, se le ve muy cansada.
-Tú agárrate que yo me encargo. -Se prende de mí como un mono con piernas y brazos.
-Méteme en la cama.
-Estas pegajosa y yo también. Nos lavaremos los dos y luego ya podremos meternos en la cama para acurrucarnos. ¿Trato hecho?
Abro la ducha, Ava se está durmiendo.
-No, méteme en la cama.
-Ava eres adorable cuando estás medio dormida. -La levanto de nuevo y la meto bajo el agua, ella mete su cara en mi cuello-. Te voy a soltar -pero se pega más a mí-. No puedo enjabonarte con las manos ocupadas.
-Quiero seguir pegada a ti.
La pego a los azulejos, le beso su frente, siento una infinita ternura por ella. Yo gimo al tiempo que Ava pasa su nariz por mi cuello.
Aparto uno de mis brazos, pero pongo mi rodilla para sujetar su trasero, tomo el gel y el shampoo y me deslizo con ella hasta el suelo para así mover mis manos y limpiarnos. Nos quedamos sentados, la lavo con cuidado y retiro los restos de nata y cacao de su cuerpo y del mío, siempre con mucho cuidado. Ella sigue abrazada a mí.
-Voy a cuidar de ti para siempre -le digo, dándole un beso en la sien.


-Vale. -Se ve que está agotada.
-Venga, vamos a secarte. -Nos levantamos, pero ella casi no puede estar en pie. Mira mi pecho y ve aún nata en él. Toma gel, se echa en sus manos, me frota y me limpia con mucho cariño, lo puedo palpar. Cuando termina, me besa en el centro de mi pecho. Levanto mi cara con los ojos cerrados hacia el techo. Mi Dios, no puedo perder a esta mujer, Ava es mi vida. Bendita seas por hacerme sentir esto. Me besa el cuello para llamar mi atención, tardo en mirarla, siento un profundo miedo a que alguien me la quite, sé que hay enemigos ocultos que lo harían encantados, pero yo no lo puedo permitir. La miro y le sonrío, está preocupada.
-¿Qué te pasa? -me pregunta.
-Nada, todo va bien.
Le tomo el rostro con mis manos, le sonrío para calmarla. Cierro la ducha, me envuelvo en una toalla por mi cintura y salimos del baño, ella va detrás de mí. La seco de pies a cabeza, elimino la humedad de su pelo, no sea que se resfríe.
-¿Quieres que te lleve en brazos? -le pregunto, ella asiente y sonrío para mí porque es un placer. La cargo y la llevo a nuestra cama, se mete bajo las sabanas, retiro mi toalla y Ava levanta las sábanas, invitándome a su lado. Encantado lo hago cuando se acurruca en mi pecho, mete su cara bajo mi barbilla y sube una pierna entre mis muslos.
-Eres demasiado cómodo -me susurra.
-¿Sí?
-Sí.
-Me alegro, pero ya es hora de dormir, pequeña. -Beso su coronilla y la abrazo contra mí, quiero estar así con ella por el resto de mi vida. ¿La merezco? Pienso que sí y que también nos merecemos.

Que increíble es amanecer con Ava a mi lado. Siempre la observo dormir, es tan bella por fuera como por dentro. ¿Sus defectos? Quizá, lo terca que es y los tacos que suelta, pero no son mal de morir, para mí es perfecta. Me meto entre sus piernas y froto mi nariz con la suya.
-Buenos días, señorita -Ava se despereza, es dormilona, pero siempre despierta con una sonrisa en su cara, o ¿será que está tan plena por este galán y eso la hace sonreír?
-Buenos días. 
Se contonea y sin pensarlo dos veces me hundo en ella, lentamente, esto sí es un buen despertar.
-Me encanta el sexo soñoliento contigo -Ahora quiero que esté bien despierta, así que me doy la vuelta con ella para que quede encima de mí, pero sin salirme de ella. La siento a horcadas para llegar más profundo-. Móntame, Ava. -La tomo por las caderas y ella pone sus manos en mis pectorales.
-¿Mando yo?
-A ver qué se te ocurre, nena -Me mira, está preciosa aún sin una gota de maquillaje y el pelo revuelto. Se ve divina y sexy a rabiar.
Ava se levanta un poco y queda suspendida, luego va bajando, despacio. ¡Joder! Esto es lo máximo. Ava está tan apretada que la fricción es el doble de placentera, tanto así que con un solo movimiento casi tengo el orgasmo en mis manos. Echo mi cabeza hacia atrás y gimo, pareciera que es de dolor, pero es de placer puro.
-¿Otra vez? -me pregunta coqueta.
-¡Sí, joder! -Jadeo desesperado.
-¡Cuidado con esa boca! -Ahora ella se burla de mí y vuelve a hacer el mismo movimiento. Gira deliciosamente su cadera, lo sigue haciendo y yo ya no aguanto más, esto es demasiado bueno. Le acaricio los senos, tiene sus pezones duros y firmes, trazo círculos alrededor mientras tengo los ojos cerrados.
-¿Bajo?                                                                                                                                      
-Sí, por Dios, baja de nuevo -Esto es indescriptible, ya casi exploto, pero no quiero que esto termine tan rápido. Ava vuelve a quedar suspendida, pensé que iba a seguir con sus suaves movimientos, pero esta vez cae con fuerza, moviendo en círculos sus caderas-. ¡Por Dios bendito! -Me tiene sudando. Aprieta mi polla como un guante y dentro de ella pareciera que me succionara, es fantástica.
-¡¡Joder, joder, joder!! Ava, ¡voy a correrme!
-Espera -me ordena. Abro mis ojos, ya no puedo más-. Ava, yo… -le ruego.
-¡Mierda! Espera.
-¡Esa boca! -le grito para no correrme. Cierro los ojos de nuevo para intentar aguantar un poco más, pero esto es demasiado intenso.
-¡Que te den, Jesse!
La miro para advertirle de su lenguaje. Veo que se apoya más firme y aprieta sus piernas, se levanta y grita:
-¡Ahora! -Y se lanza con fuerza mientras yo exploto en un intenso orgasmo, solo gimo de placer y me doy cuenta que Ava ha colapsado igualmente. Siento que me exprime hasta la última gota, pegando su cuerpo a mí. Pareciera que nuestros corazones van a salir de nuestros cuerpos.
-Me encanta el sexo soñoliento contigo -replico, pero ahora con más ansias mientras beso su frente-. Excepto por esa boca tan sucia que tienes -le digo molesto.
Ella se ríe y acaricia mi cara sin afeitar. Beso sus dedos y le sonrío.
-No creo que podamos llamar a esto sexo soñoliento, nena.
-¿No?
-No, tendremos que pensar en un nombre nuevo.
-Vale.
Nos quedamos un rato acostados tratando de calmar la agitación que aún tenemos, ella me acaricia uno de mis pezones.
-¿Cuántos años tienes, Jesse?
-29.
Se ríe y luego suspira como dándose por vencida.
-¿Qué hora es?
-Me olvidé del reloj abajo, iré a ver.
-Necesitas un reloj aquí -me dice al tiempo que me levanto.
-Me quejaré con la decoradora.
Ava se acomoda en la cama y abraza una almohada mientras tanto yo bajo las escaleras.
-Las 7.30 -le grito.
-Mierda -le oigo decir. Baja corriendo, está apurada por su trabajo. Respeto eso, pero debo hacer que me prometa algo-. Tienes que acercarme a casa. -Me quedo tranquilo tal y como me trajo mi madre al mundo. La veo buscando su ropa-. Jesse, ¿dónde está mi ropa? -Sigo chupando mi dedo con mantequilla de cacahuate.
-No tengo ni idea.
-¿Dónde está mi puta ropa?
-¡Esa puta boca!
-Jesse, nunca había dicho tacos hasta que te conocí, tiene gracia ¿no crees? Necesito ir a casa para arreglarme e ir a trabajar.
-Ya lo sé. -Sigo comiendo de mi mantequilla de cacahuate.
-¿Dónde está mi ropa?
-Está por ahí -le sonrío.
-¿Dónde es por ahí?
-Si te lo digo tendrás que darme algo a cambio.
-¿Qué?
-No bebas mañana en la noche. -Coño, no quiero que beba más, sé muy bien las consecuencias de perder la cabeza por el puto licor. Ava está muy molesta, pero ella no me entiende y por ahora no le puedo decir nada más, solo insistir y pedírselo.
-¡De acuerdo!
-Ha sido más fácil de lo que creía. ¿Comemos juntos?
-Vale, pero dame mi ropa.
-¿Quién manda aquí, Ava?
-Tú. ¡Ahora tráeme mi ropa!
-Correcto -Me río para mis adentros, nunca la hubiera encontrado. Voy hacia la nevera-. Aquí tienes, señorita -Ava me mira con la boca abierta cuando le pregunto-: ¿Me da tiempo de ducharme?
-¡NO!
Me río y al regresar y pasar por su lado le cacheteo ese culo hermoso que tiene.
La llevo a toda velocidad a casa de Kate y le digo que la espero. Se baja corriendo mientras pongo música y miro mi móvil. De pronto, se me acerca un guardia de tráfico y empieza a leerme la cartilla todo porque estoy mal estacionado. Me quedo callado, lo dejo hablar, no voy a aceptar que un tipo me venga a decir que puedo y que no puedo hacer. Ava va saliendo y se va acercando, me bajo para abrirle la puerta del copiloto.
-Disculpe -Y el cabrón no da paso.
-¡Por el amor de Dios! -Me paro enfrente del hombre, quien es bajo de estatura y cuando me ve pegado a él recula y retrocede, menos mal que no va armado, porque ahí si me tendría que meter la lengua por donde no se ve el sol.
-Solo está haciendo su trabajo, Jesse.
-Fracasados hambrientos de poder incapaces de entrar en la policía -gruño molesto. La miro y sonrío-. Estás preciosa.
Ella se ríe.
-Mira la carretera, por favor. Ah, Sam dice que hoy no puede salir a correr contigo.
-Cabrón perezoso. ¿No me digas que sigue allí? -Ava intenta maquillarse, pero creo que no la estoy ayudando mucho.
-Tiene a Kate atada a la cama -continúa mientras se sigue maquillando.
-Es probable.
Me mira asombrada.
-No pareces sorprendido.
-Porque no lo estoy -Me callo. Si Ava supiera los jueguitos de mi amigo quedaría loca.
-No quiero saberlo.
-No, no quieres saberlo -digo tan tranquilo porque a mi amigo le gustan algunas cosas medio extrañas, pero no le hace daño a nadie. Sam es una muy buena persona y un fiel amigo.
Dejo a Ava lo más cerca posible de su trabajo y ya me estoy cabreando, ni que fuéramos unos niños y además somos adultos, libres y tenemos nuestros derechos.
-¿A qué hora sales a comer? -le pregunto, acariciándole el muslo.
-A la una.
-Entonces, estaré aquí a esa hora.
-Justo aquí -Dejo mi mano entre sus piernas, me encanta el efecto que tengo en ella, cero resistencia a mis caricias, eso me pone muchísimo.
-Jesse, para -Hago que no escucho y pongo mi mano justo en su centro, por encima de los pantalones. Ava gime de placer, amo esto de ella, no finge nada, hace y dice lo que siente.
-No puedo quitarte las manos de encima -le hablo en un susurro y sé que ella le excita que le hable así porque cada día la conozco más-, y no vas a detenerme ¿verdad?-. Me inclino un poco hacia ella, la tomo por la nuca para así acercarla más a mí y empiezo a acariciarle su delicioso sexo. La beso lascivamente y ya está lista para mí y todo esto a plena luz del día. Diablos, pero no me importa. De verdad, no me puedo quedar quieto cuando la tengo cerca.


-No lo reprimas, Ava -le digo mientras la beso-. Te quiero en esa oficina pensando en lo que puedo hacerte -Al momento, Ava explota en un delicioso orgasmo y absorbo con mi boca su éxtasis. Por lo tanto, voy suavizando mis movimientos mientras suspira profundamente y ya relajada-. ¿Mejor? -Y la beso con gran cariño. Ava me provoca toda clase de sentimientos, desde la pasión más explosiva hasta la ternura más sublime.
-Ya puedo trabajar tranquila.
Me río y la suelto.
-Bueno, me voy a casa a pensar en ti y a resolver esto. -Señalo mi erección que parece querer romper mi pantalón.
Sonríe con picardía, se me acerca y le doy un casto beso.
-Yo podría encargarme de eso -me ofrece y a la vez me acaricia mi polla. Abro los ojos como platos, se ha vuelto descarada y eso “me encanta”. Ava mete su mano y me la agarra y hace suaves movimientos, arriba, abajo y muy despacio. Joder, joder… Acomodo mi cabeza en el reposacabezas del asiento.
-Joder, Ava, qué gusto. -Gimo del placer que me está dando, me tenso, ya estoy cerca. De pronto, Ava se agacha y se la mete en la boca. Mi Dios, qué delicia siento cuando traza círculos con su lengua, da lametones a lo largo y ancho de mi miembro y luego se la mete hasta el fondo de su garganta-. Eso es, nena, hasta el fondo -Es increíble con esa boca-. Sigue, justo así -pero de un momento a otro me suelta, tiene una sonrisa malévola en sus labios cuando se limpia su boca.
-Me encantaría, pero me has hecho llegar tarde al trabajo -Y sale rápidamente del coche, desconcertándome.
-Ava, ¿qué coño haces? -La muy…. Me dejo así, más prendido que árbol de navidad y a punto de acabar. Ésta me la cobro. Ava se voltea, sonriendo.
-¿Cuántos años tienes Jesse?
-30, pero eso no ha estado bien, pequeña provocadora.
Me lanza un beso y hace una reverencia, yo hago que tomo el beso en el aire cuando veo que continúa su andar y se va meneando su delicioso culo. ¡Ay, Ava! Ya pensaré cómo me la cobrar. Y arranco así sin más, pero esta vez con una sonrisa de idiota en mi cara.

CONTINUARÁ…

**Por Fanny Rebellón.

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