sábado, 9 de julio de 2016

Loco Amor / Capítulo 10




Loco Amor
Fanfic trilogía “Mi Hombre”
Historia original de la autora Jodi Ellen Malpas.


CAPITULO 10


Llegamos al Luzzo y me doy cuenta que Ava ya se durmió. La miro por un rato. Dios, parece un ángel. Bueno, un ángel borracho, pero ángel al fin y al cabo. Me río para mis adentros cuando procedo a quitarle el cinturón de seguridad.  Al cabo de un momento, la saco del vehículo con mucho cuidado. Clive me mira, quiere decir algo, pero ante la mirada que le doy prefiere quedarse callado. Unos minutos después, pongo la clave en el elevador para subirme a él y llevar mi preciosa carga hacia casa. Cuando finalmente llegamos al piso, abro la puerta de éste y la llevo directamente a mi cuarto, a mi cama, en el lugar donde debe estar.
La desvisto con mucha sutileza, pero me aseguro de dejarle su ropa interior. Mmm… Lleva encaje. ¡Vaya, hermosa! Y yo que quería armar nuestra fiesta privada follándote hasta la semana que viene. Bueno, no se podrá hoy, pero seguro podré hacerlo mañana. Beso su frente, y empiezo a desvestirme. Acto seguido, voy al sanitario. Luego, me siento un buen rato en la cama, observándola, pensando qué voy a hacer, cómo le voy a decir lo del hotel. Mierda, sé que no le va a gustar, pero tengo que decirle la verdad.
Le acaricio la cara y con mi pulgar trazo sus labios carnosos, hermosos, exquisitos. La verdad, es que es muy bella. No, qué estoy diciendo, para mí es la más bella mujer mundo con esos párpados, con su nariz perfilada, su cabello largo… Jesús, toda ella es increíble, pero… ¿Como podré retenerla después de lo que le voy a confesar? ¿Qué hago ahora? Ava es una mujer soltera, independiente, libre, es del tipo de mujer de carácter fuerte, decidida, que no flaquea ante nada. ¿Y ahora?


De pronto, tengo una idea. Es una locura, lo sé, pero idea al fin y por ahora la única solución a cada uno de mis desvaríos y preocupaciones. Mierda, eso no estaría bien, pero mientras más pienso le sigo dando más vueltas al asunto. Es mi única solución. Sí, no hay otra.  Por lo tanto, me decido y bajo rápidamente a la sala, busco su bolso, rebusco y por fin las encuentro, (me refiero a sus píldoras anticonceptivas.)
Mi Dios, ¿qué es lo que estoy haciendo? Sacudo mi cabeza y tomo la decisión. Que suceda lo que tenga que suceder.
A paso presuroso, salgo y las lanzo por el bajante del cuarto del servicio que va directo a la basura, porque si las dejo en el apartamento ella de seguro las va a encontrar y no puedo arriesgarme, no ahora después de lo que ya tengo en mente.
Una vez realizada mi fechoría, regreso tras mis pasos sintiendo que se me va a salir el corazón, porque en el fondo sé que lo que hice no está para nada de bien, pero pensar en perderla no es una opción para mí, y con un bebé alojado en su vientre nuestro vínculo sería para toda la vida. Además, yo la puedo cuidar. De hecho, quiero y ansío hacerlo porque por ella estoy dispuesto a todo.
Subo rápidamente y me acuesto a su lado. La admiro embelesado, feliz de tenerla nuevamente junto a mí. La contemplo y lo vuelvo a hacer notando que, poco a poco, me voy quedando dormido hasta que mis ojos se cierran del todo.

No sé cuánto tiempo ha transcurrido, pero me despierto al sentir un leve movimiento a mi lado. Al cerciorarme de ello, veo que es Ava quien se está levantando. Se ve mal, muy mal y, de seguro, la resaca que lleva a cuestas debe de ser tremenda.
-¿Como está mi borrachita esta mañana? -Me acerco despacio, oyéndola que me responde:
-Fatal.
Su voz es ronca.
-¿Quieres desayunar? -formulo mientras le sonrío de medio lado y la acaricio. Al sentir mis manos hace gestos de que se siente muy mal. Por lo tanto, decido darle algo para que mejore su estado-. ¿Un poco de agua, entonces?
-Sí, por favor.
-Ven aquí. -La cargo y bajo con ella hasta la cocina. En ese sitio, la subo a la encimera del mesón con suavidad.
-¡Joder! ¡Qué fría está! -alega de inmediato, provocando que me ría. Ava suele decir muchos tacos, pero en ocasiones es muy graciosa. Aún sonriendo, procedo a buscarle un vaso. Joder, ¿donde están? Cathy creo que me explicó donde los situaría, pero por andar pensando en Ava no presté la debida atención.
-¿No sabes dónde tienes los vasos? -me pregunta confundida.
-Estoy aprendiendo. Mi asistenta me lo explicó, pero cuando me lo dijo estaba distraído. -Rasgo un sobre de Alka-Seltzer-. Bébetelo, te encontrarás mejor en media hora.
Ava intenta tomar el vaso, pero aún no coordina bien sus temblorosos movimientos, así que me meto entre sus piernas y se lo voy dando, lentamente.
-¿Más?
Niega con la cabeza
-No pienso volver a beber en toda mi vida.
-Me harías muy feliz si lo llevaras a cabo porque te vuelves muy beligerante cuando estas borracha.
-¿Sí?
-Sí. Prométeme que no llegarás a ese estado cuando yo no esté para cuidarte.
-¿Discutimos? -me pregunta de pronto, logrando hacerme suspirar.
-No. Renuncié al poder temporalmente.
-Tuvo que costarte mucho esfuerzo.
Al instante, alargo el brazo y tiro del tirante de su sujetador.
-Pues sí, debo admitirlo, pero tú mereces la pena -Le beso el pelo, le miro el cuerpo-. Además, me gusta verte con encaje -La sigo acariciando sin dejar de hacerlo-. ¿Te apetece una ducha, preciosa?
Ella asiente con la cabeza y se pega a mí como un mono con sus brazos y piernas. No tengo que preguntarle si eso es un sí.
Me encanta cargarla, Ava es ligera, y con ella entre mis brazos llego al baño donde, finalmente, la bajo para que sus pies entren en contacto con el piso.
-Te arrepientes de haber bebido tanto, ¿no? -La subo en el lavabo-. ¡Ay, Ava! Tengo bonitos recuerdos de ti sentada justo aquí. -De más está decir que en este sitio fue nuestro primer encuentro sexual y fue alucinante. Qué digo, fue el mejor.
-Por fin has conseguido justo lo que querías, ¿verdad?
Le tomo la cara para que me mire solo a mí.
-Iba a pasar antes o después. -En un acto reflejo, tomo mi cepillo de dientes al tiempo que anoto mentalmente que debo comprar un cepillo para Ava. ¿Por qué? Porque quiero que tenga comodidad aquí. 
Pongo crema en él, lo humedezco en el grifo y le ordeno:
-Abre la boca -a lo que obedece sin chistar. Le cepillo sus dientes con suavidad, sosteniéndola de la barbilla y trazando círculos por toda su dentadura. Al rato, Ava me toma la cara pasando sus manos por mi barbilla y se queda mirándome. Vuelvo mi cara, le beso una de sus palmas-. Escupe -Se aparta y lo hace. Cuando vuelve a poner sus ojos sobre mí noto que le ha quedado algo de crema a un lado de la comisura del labio inferior. Paso mi dedo por él, limpiándola, y lo meto en mi boca.
-Gracias -dice en casi un susurro.
-Lo hago tanto por mí como por ti -Sonrío y le doy un beso muy suave y lento para luego meter mi lengua en su cavidad. Humm, deliciosa-. ¿Puedo hacer algo para que te sientas mejor? -La bajo, la ayudo a que se ponga de pie, pero pegada a mí y siempre agarrándola por el culo.
-Sí. ¿Tienes una pistola? El dolor de cabeza que tengo me está matando.
Me río fuerte y con ganas porque sé muy bien lo que se siente. Joder, claro que lo sé.
-¿Tanto te duele?
-Sí. ¿Por qué te hace tanta gracia que te lo diga?
-Tienes razón, perdona -Mi reacción la ha molestado-. Ahora voy a hacer que te sientas mejor. -Empiezo desabrochando su sujetador para luego quitárselo. Le miro sus pezones, ya están erguidos. Beso cada uno, levanto la cabeza y comienzo a besarla cuando ella, de forma automática, sube sus manos, tomándome por el pelo-. Eres adictiva -manifiesto pegado a su boca-. Ahora, vamos a hacer las paces como es debido.
-¿No lo hemos hecho ya?
-No, oficialmente, pero descuida, vamos a solucionarlo, nena.
Beso su nariz y me arrodillo delante de ella, le sujeto sus caderas y deslizo mi pulgar por debajo de sus bragas. Apoyo mi frente en su regazo, arrodillado, y le acaricio su vientre plano con mi frente. Mi Dios, si la embarazara sería mi sueño hecho realidad, pero a la vez pienso en la mala acción que estoy cometiendo al esconderle sus píldoras. Si Ava se da cuenta me mata. Pero ¡basta de remordimientos, Jesse!, lo primero es no perderla. ¿Y cómo voy a hacerlo? Amarrándola a mí. Quiero a esta mujer conmigo y sé muy bien que contándole la verdad sobre mi pasado lo único que voy a conseguir a manos llenas es alejarla. 
Le beso el ombligo y comienzo a bajarle sus bragas, lentamente. Doy unos golpecitos en sus tobillos para que levante el pie y así realice el mismo movimiento con el otro. Ava me toma por el pelo para que la mire y es cuando pongo mis manos en su trasero y vuelvo a hundir mi cabeza en su estómago. La beso, no puedo ni quiero dejar de hacerlo.
-¿Qué pasa? -me pregunta extrañada, logrando que la mire y trate de sonreírle. Tengo que sacarme este remordimiento de encima a como dé lugar.
-Nada. No pasa nada. -Pero sin previo aviso entierro mi cabeza entre sus muslos, en su centro, y a Ava se le doblan las piernas.
-Humm…
La taladro con mi lengua haciendo círculos alrededor de su clítoris, la chupo toda
-Necesito… ducharme -alude.
-Y yo te necesito a ti. -Sigo lamiendo, chupando y disfrutando, y la pego más a mí porque esto es como tener miel sobre mis labios. Por lo tanto, desato mi lengua en su centro, mi objetivo es volverla loca, haré que me quiera, haré que desee estar conmigo siempre. Siento como se va tensando. Muy bien, porque ansío darle un orgasmo alucinante y demoledor-. Tienes un sabor delicioso. Dime que estás cerca…
-¡Estoy…! ¡Estoy cerca!
Quito la mano de su cadera y le hundo dos dedos en su delicioso coño.
-¡Joder! -grita Ava-. ¡Por favor! -Me jala fuerte el pelo.
-Esa…puta….boca -la regaño si dejar de lamerla. Le abro su vulva trazando círculos con mis dedos y sigo lamiéndole sus sensibles labios con mi lengua.
-¡Jesse! -grita con placer sintiendo como se tensa y luego explota en un delicioso e increíble orgasmo, dejándose caer desmadejada, relajando todo su cuerpo cuando yo, por mi parte, sigo bebiendo de ella.
-Eres, sin duda alguna, el mejor remedio para la resaca que existe -me dice extasiada.
-Y tú eres el mejor remedio para todo -sigo lamiendo hacia arriba por su vientre y por sus pechos mientras me levanto y prosigo con su cuello-. Humm… Y ahora… -le beso la barbilla-… voy a follarte en la ducha -beso sus labios con frenesí-. ¿Vale?
-Vale -accede, observando mi cuerpo con avidez, con lujuria, quedándose prendada de  mi cicatriz.
-Ni se te ocurra preguntar -La miro serio-. ¿Qué tal va tu cabeza?
-Mejor. -Menos mal. Bajo mi mirada hacia mi boxer y así ella entiende que es para que me los quite. En el camino, primero, aprovecha para acariciarme, me roza mi erección mañanera con sutileza. Luego de ello, nos miramos a los ojos y apoyo mi frente en la suya.
El agua ya suelta vapor, empiezo a mojarme y Ava me acaricia el culo con las palmas de sus manos.
-Me encanta esto -me dice mientras me masajea.
-Es todo tuyo, nena.
Ava sonríe y lleva sus manos hacia mi gran polla.
-Y también me encanta esto -y lo aprieta, arrancándome un colosal gruñido de placer. La beso posesivamente, pegándome más a su centro. Ava rápidamente me baja los boxer, mi polla se sacude emocionada porque, la verdad, estoy muy excitado.
-Rodéame la cintura con los muslos mientras sigo chupando y mordiendo suavemente tu cara y cuello. -Ava obedece. Le acomodo mi polla en su entrada, está desesperada como si no hubiera acabado de tener un orgasmo y yo más aún. En nuestro beso nos batimos a duelo con nuestras lenguas, la llevo hacia la derecha, hacia la izquierda, pegándola a las baldosas, esto es increíble.
-Esto va a ser intenso, Ava -le advierto, poniéndola sobre aviso-, puedes gritar todo lo que quieras. -Me preparo para penetrarla y así lograr moverme a mis anchas. Y luego de ello, la miro a los ojos cuando inserto en ella la cabeza de mi prominente erección-. Tú y yo. -La beso con afán-, no nos peleemos más, por favor -Y la embisto de un solo movimiento de caderas, llevando mi miembro hasta el fondo.
-¡Dios! -grita Ava.
-No nena, no soy Dios, sino yo. -Mientras arremeto contra ella con ímpetu mi voz sale desde mí como un gruñido gutural-. Te gusta ¿verdad?
-¿Qué? -No comprende. ¿Por qué? Porque está ida del placer que le estoy otorgando. 


-Me encanta follarte - hablo sin detenerme-. ¿ Lo recuerdas ya? ¿Te has acordado de lo que te he dicho? -Y sigo empujando contra ella.
-¡No lo había olvidado! -exclama con fuerza.
Sigo con mis fieras embestidas. Mmm… Esto es el paraíso. Ava toma mi cara, añadiendo:
-No se me había olvidado.
La beso con devoción y loca pasión mientras una nebulosa nos envuelve. Tenerla así, sentirla así, disfrutarla así es algo fuera de este mundo porque este sentimiento que me provoca es demasiado elevado e intenso. Joder, me provoca en todos los niveles y en los decibeles también. 
Por un momento, consigo echar la cabeza hacia atrás.
-Jesse, por favor -la miro.
-¿Más fuerte, Ava? ¡Contéstame!
-¡Sí! -grita y yo acelero mis embestidas casi con furia porque es demasiado el placer.
-¡Jesse! -Yo solo gruño-. Vamos, nena, sígueme. -Tiemblo y me dejo ir en el más fabuloso orgasmo. Estoy seguro que es el más intenso de mi vida. Entierro mi cara en su cuello, ella me envuelve mi polla casi exprimiéndola. Es demasiado buena, deliciosa, no he conocido a nadie como ella porque aún dentro de su cavidad mi erección se sacude mientras el agua cae sobre nosotros, pero nuestra respiración entrecortada amortigua su sonido.
-¡Joder! -Esto fue intenso, casi no siento las piernas. Vuelvo mi espalda contra las baldosas y me dejo caer con ella  quedando así, a horcadas en mi regazo y en el suelo de la ducha.
-Eres mía para siempre, señorita -le digo con dulzura mientras la acaricio.
-¿Amigos? -me pregunta Ava, besando mis pezones.
-Amigos, nena.
-Me alegro -sonríe.
-Yo también.
-¿Donde te habías metido?
-Eso no importa, Ava.
-A mí, sí.
-He vuelto, eso es lo único que importa. -La tomo por el culo y la pego mas a mi cuerpo.
-Dímelo.
Ni loco lo haré.
-Ava, olvídalo -le hablo muy serio para que deje el tema.
-Vale, tengo que lavarme el pelo. -Le recojo unos mechones y se los pongo hacia atrás. Después de eso, la beso.
-¿Tienes hambre ya?
-Muchísima. ¿No tienes acondicionador?
-No, lo siento. -Le quito el shampoo, me echo un poco en las manos-. Deja que lo haga yo. -Le masajeo suavemente su cabello y luego lo enjuago al igual que a todo su cuerpo.
-¿Qué coño es esto? -le pregunto molesto.
-¿El qué?
-¿Esto? -Tiene el culo lleno de moretones, parece que se lo hubieran agarrado a patadas entre dos.
Ava pone los ojos en blanco
-Me caí en la parte de atrás de la furgoneta -me da un par de golpes.
Exclamo incoherencias a viva voz mientras le sobo el culo.
-Ava, parece que te han usado como balón de Rugby -Ella sonríe-. De más está decir que… se acabó lo de sujetar tartas - lo expreso en serio.
-No seas exagerado.
-Estoy molesto, ¿qué no lo ves? No es justo que trates a estas bellezas así. -Me arrodillo y le beso cada nalga-. Ya hablaré yo con Kate. -Me levanto y la pongo frente a mí, no es aceptable, no concibo que me la maltraten, no quiero que nadie me la toque,  joder. Le beso la clavícula, el cuello, y llego a su oreja, le muerdo el lóbulo con cariño, ¡mierda! Ya quiero follármela de nuevo.
-Fuera -le ordeno, dándole la vuelta, tomándola de la cintura por detrás y sacándola de la ducha. Procedo a secarle su cabello. No sé por qué, pero me provoca hacerle todo tipo de atenciones, todo tipo de mimos. La verdad, me encanta consentirla-. Ya está -Me enrollo una toalla por la cintura, sin secarme. Veo la cara de Ava y adivino sus intenciones, me quiere poner las manos encima. No puedo creerlo, estamos en plena sintonía. Calma, nena, más tarde haremos todo lo que quieras.
Al cabo de unos minutos, me pongo unos pantalones casuales sin interiores.
-¿No te pones calzoncillos? -me pregunta Ava viendo como me acomodo mi polla y subo la cremallera, mirándola con picardía.
-No. No quiero obstrucciones innecesarias -le hablo con doble sentido.
Ava frunce el ceño.
-¿Obstrucciones? 
Me pongo una franela, Ava no me quita los ojos de encima.
-Sin obstrucciones -reitero, tomándola por el cuello y acercándola a mí-. Vístete -le susurro y la beso con fuerza.
-¿Mi vestido? -pregunta. La suelto.
-No lo sé -digo desdeñosamente y salgo de la habitación, sonriendo para mis adentros antes de dárselo, quiero que me prometa algo. Cuando llego a la cocina busco mi pote de mantequilla de cacahuate, me fascina y sobre todo comerlo con los dedos. Ese es otro de mis placeres.
Ava, de pronto, aparece con una camisa mía. Wow, se ve espectacular. Le sonrío al instante.
-Ven aquí, nena.
-No -replica molesta y dejo de sonreír.
-He dicho, ven aquí.
-Dime donde está el vestido -me exige altaneramente.
Dejo bruscamente el tarro de mantequilla encima de la mesa de la cocina, me molesta que no me haga caso, pero ya lo había dicho con anterioridad, ella es muy terca.
-Te doy tres segundos -le hablo serio. Muy, muy serio.
-¿Tres segundos para qué? -quiere saber, enarcando su ceja.
-Para mover el culo hasta aquí -le respondo furioso-. ¡Tres! -Ava abre los ojos como platos.
-¿Qué pasa si llegas a cero?
-¿Quieres descubrirlo? Dos… Uno… -Y corre como alma en pena a mis brazos y se estrella contra mi cuerpo. La abrazo. Joder, esto es vida, por mí la tendría así siempre. Ava me huele y refriega su nariz por mi pecho. Al instante, la levanto y la monto en la isla, sobre la encimera, y me meto de nuevo entre sus muslos.
-Me gusta tu camisa.
La acaricio con ternura, pero también con deleite.
-¿Es cara?
-Mucho. -Sonrío, sé lo que pretende, no me importa, que la queme si quiere hacerlo. Por mí no hay problema.
-¿Qué recuerdas de anoche?
-Que bailas muy bien.
-No puedo evitarlo, me encanta Justin Timberlake.
-Dime, ¿qué más recuerdas?
-¿Por? -pregunta extrañada, oyéndome suspirar.
-¿Hasta cuándo recuerdas?
-No recuerdo llegar a esta casa, si eso es lo que quieres saber. Sé de sobra que estaba muy borracha y que fui una completa estúpida bebiéndome esa última copa.
-¿No recuerdas nada después del bar?
-No.
Mierda, lo sospechaba, estaba muy bebida, pero sé que fue sincera, que dijo lo que sentía por mí.
-Es una lástima -digo algo triste.
-¿Qué es una lástima?
-Nada. -La beso con ternura y la acaricio, sé que en un futuro muy cercano ella me lo va a decir, me va a expresar que me ama y lo hará estando en su sano juicio.
-¿Cuántos años tienes? -Me mira  a los ojos, pero no le doy tiempo para nada más. Por lo tato, lamo sus labios, le muerdo el labio inferior e introduzco mi lengua.
-Veintiséis -le susurro, dándole besitos por toda la boca.
-Te has saltado el veinticinco -advierte, recordándolo.
-No, anoche me lo preguntaste, pero no te acuerdas.
-Ah. ¿Después del bar?
Froto mi nariz con la suya.
-Sí. Después del bar -Le sigo acariciando la cara y sus divinos labios con mis dedos-.  ¿Te encuentras mejor?
-Sí, pero tienes que darme de comer.
Me río y la beso castamente.
-¿Ordena algo más su señoría?
-Sí. Devuélveme mi ropa.
Le tomo la cadera, se la aprieto con fuerza logrando que pegue un brinco y chille.
-¿Quien manda aquí, Ava?
-No sé a qué te refieres.
-Me refiero a lo bien que nos llevaríamos si aceptas quien manda aquí -Le hago cosquillas sin detenerme.
-¡Tú! ¡Tú mandas! -suplica. La suelto.
-Buena chica. -La agarro por el pelo, tiro de él y la beso con pasión-. Espero que no se te olvide. -Me aparto de ella y busco su ropa de donde la tengo escondida. Al ver lo que hago me mira feo, como si quisiera matarme. ¡Ay sí, qué susto!
-No me  mires así, señorita.  No vas a ponerte ese vestido otra vez. Eso te lo garantizo. Ponte la camisa encima si quieres colocártelo. -Joder, ella y todo de sí es solo para mis ojos y además, no me da la puta gana que los demás vean lo divina que es. Ava es ¡MIA!-. ¿Estás lista? -Le tiendo mi mano.
-Un momento. -Busca algo en su bolso. Ya sé, ¿podrían ser las píldoras? ¡Diablos!
-¿Has perdido algo?
-Sí, pero creo que lo que busco lo he dejado en casa.
Finjo curiosidad.
-Me refiero a las píldoras -especifica.
-Menos mal que no está Cathy, le daría un infarto si te viera con ese vestido. -Con eso desvío su atención.
-¿Quién es Cathy?
-Mi asistente. -Le ayudo a que se ponga encima mi camisa y se la abotono-.  Mejor. Mucho mejor. -Y sonrío satisfecho.
Le jalo su mano para que vayamos hacia el ascensor.  Lo tomamos y cuando ya estamos fuera de él, Clive nos mira perplejo.
-Buenos días, señor Ward -me saluda alegremente. Le devuelvo el saludo con la cabeza, pero sin detenernos. Unos minutos después, ayudo a Ava a entrar en mi Aston Martin, le pongo el cinturón y así podré llevarla a su casa mientras escuchamos una canción. Vaya, ¿qué más puedo pedir? Escucho una hermosa canción, llevo a mi lado a hermosa chica, mi chica, mi vida cada vez está mejor. Le doy una  mirada a mi amor quien, sin saberlo, ya marcó su destino.

Llegamos a la casa de Kate, Ava debe cambiarse. Tomo nota mental: tener ropa para ella en mi casa. Veo que se baja, solo la observo. ¡Jesús, es preciosa!, y eso que está con mi camisa encima. Es que la verdad, creo que hasta con un saco se vería preciosa.
Ava se para enfrente de mí, en cambio yo solo la miro con mis manos en los bolsillos. Me contempla fijamente y se le ve cierta picardía y algo de… ¿Admiración? Si creo que es eso ¿Qué más estará pensando? Y sin más se pega a mí, se pone de puntillas y roza mis labios con los suyos. No me aguanto, rápidamente saco las manos y la estrecho contra mi cuerpo, la beso hundiendo mi lengua en su deliciosa boca y prácticamente nos comemos en ese beso. ¡Vaya! Nunca tengo suficiente de ella. La devoro, quisiera tenerla pegada a mí siempre. Esto es nuevo, pues ninguna mujer me había inspirado este instinto de posesión y de celos. Debo averiguar qué tengo que hacer para tenerla conmigo siempre.
Suspiramos. Quedamos extasiados con ese beso. Ava se da media vuelta y se encamina hacia la entrada de la casa. ¿Ella pensó que era la despedida? ¡Ja, ni loco! Cuando está en la puerta, voltea y su cara de sorpresa es bellísima al verme detrás, a su espalda. No, la verdad, no tiene precio.
-¿Qué haces? -me pregunta.
-Te esperaré dentro.
-¿A dónde crees que voy a ir?
-Te vienes conmigo al trabajo.
-Acabas de darme un beso de despedida.
Sonrío.
-No, Ava, solo te he besado -Y rozo su pelo húmedo, retirándolo de su cara-. Arréglate -pero no responde.
Entramos a la sala y en ella vemos a Kate y a Sam tirados en el sofá, todos enrollados  y semidesnudos desayunando cereal. Se quedan tan tranquilos al vernos.
-Eh, colega -me saluda Sam a la distancia. 
Mierda, está en pelotas y Ava aquí. Esto no me gusta.
-¿Cómo te encuentras, Ava?
-Bien -me mira y dice-: me daré prisa. Ya vuelvo. -Le da una mirada a Kate mientras me quedo con Sam y veo que Kate se levanta, envolviéndose con un cobertor. Va detrás de Ava.
-Mierda Sam, ve pensando en ponerte algo.
-¿Por qué amigo? Estoy cómodo.
-Sí, pero Ava está aquí. Algo de respeto, amigo, ¿okay?
-Jesse, relájate, no me va a ver nada y ¡diablos! ¿No se va contigo? Entonces ¿para qué me voy a vestir?
Lo observo como si quisiera cortarle las pelotas cuando Sam pone sus ojos en blanco. Se queda tan tranquilo. Bueno, la verdad siempre ha sido muy descarado y exhibicionista y a las mujeres parece que le gusta eso de él.
Al rato veo a Kate bajar y subo rápidamente hacia la habitación de Ava, quien se está secando el cabello. Tiene su cabeza hacia abajo, no me ve entrar. De inmediato, me tiendo cuán largo es su cama. Humm, muy cómoda. Algún día me la voy a follar aquí. La miro, tengo mis brazos bajo mi cabeza y la veo con el secador en plena acción. Diablos, qué sexy. De pronto, sube su cabeza, se ve más bella. Mierda, mi polla pega un brinco por su culpa.
-Hola, nena -le digo y la miro de arriba abajo. Mi Dios, está para comérsela, pero no puedo hacer nada con Sam y Kate ahí abajo.
-Hola -me sonríe-. ¿Estás cómodo?
-No, últimamente solo estoy cómodo con una cosa debajo de mí -le hablo con picardía y en doble sentido y muevo mis cejas sugerentemente. Después, me levanto con lentitud y voy a su armario para sacarle lo que se va a poner. Sí, tiene ropa bonita, pero algunos son muy cortos. Vuelvo a tomar nota mental: llevarla a comprar muchos vestidos. Claro, primero debo convencerla-. Ponte este… Y añádele ropa interior de encaje -se lo digo al oído. Le saco un hermoso vestido color crema, se va a ver preciosa con él. Y en el movimiento que hago le rozo sus senos y le rozo su trasero con mi cuerpo.
-Date prisa -Le doy una nalgada y salgo porque ya quiero follármela, pero con lo gritona que es, aquí no puedo hacerlo y, además, debo ir al hotel cuanto antes.
Al rato entro a la cocina y las veo cuchicheando. Frunzo el ceño.
-¿Qué pasa?
-No encuentro mis píldoras. -Mi corazón pega un brinco o ¿sería mi conciencia?
-Luego las buscas. Vamos -Le tiendo mi mano-. Me gusta tu vestido. -La miro de arriba abajo, lo dicho está exquisita.
Meto la mano por el dobladillo y acaricio su centro. Ava se queda quieta mientras yo solo sonrío satisfecho, deslizando un dedo para acariciar su sexo con mucha suavidad cuando da un fuerte respiro.
-Estás mojada -Trazo círculos en toda su vagina. Después, retiro el dedo y me lo llevo a la boca. Ava me mira mal.
-Tienes que dejar de hacer eso.
-Jamás. -Dios, me encanta su olor, me encanta su sabor, huele a mujer, la mía por supuesto.
-Despídete de tu amiga.
-¡Adiós! -grita-. También es amiga tuya, ¿verdad? Anoche en el bar le susurraste algo al oído -me dice tratando de disimular sus… ¿Celos?
Le abro la puerta y le doy espacio para que salga ella primero.
-Me echó la bronca por haber desaparecido de tu vida y solo me disculpé. No suelo disculparme muy a menudo, así que no te acostumbres.
Ava sonríe.
-Vamos al hotel por Surry Hills. -A ratos la miro y me pilla haciéndolo mientras le sonrío de vuelta y le acaricio posesivamente su rodilla. Voy muy contento solo porque ella va conmigo, tal y como debe ser.
-¿Cuánto  hace que tienes la mansión? -formula.
Le bajo el volumen a la música para poder responderle.
-Desde que tenía veintiún años.
-¿Tan joven?
 Sonrío.
-Heredé la mansión de mi tío Carmichael.
-¿Falleció?
Al instante, mi rostro se endurece.
-Sí.
-¿Cuántos años tienes, Jesse?
-Veintisiete.
Ava suspira.
-¿Por qué no quieres decirme tu edad?
-Porque temo que creas que soy demasiado viejo para ti y salgas huyendo de mi vida.
-Vale, pero… ¿Cuántas veces voy a tener que preguntártelo hasta que lleguemos a tu verdadera edad?
-Muchas.
-Yo tengo veintiséis.
-Ya lo sé -la miro.
-¿Cómo lo sabes?
-Por tu carnet de conducir.
-¿Además del teléfono también has cotilleado en mi bolso?
Me encojo de hombros tratando de parecer indiferente, cuando es todo lo contrario. No quiero que me deje por algo como mi edad.
-¿Es que crees que eres demasiado mayor para mí?
-No, en absoluto, el único conflicto que tengo es que sea un problema para ti.
-No me supone ningún problema.
“Coño, entonces ¿para qué me lo pregunta tanto?”, pienso.
-Entonces deja de preguntármelo
-¿Y tus padres?
Mierda, este es el día de las preguntas, pero tiene derecho a hacerlas.
-No tenemos relación -le comento con indiferencia.
Llegamos a la Mansión y pulso el botón del salpicadero. Se abren las puertas y cuando llegamos está John, el grandulón va saliendo de su Range Rover. Veo que saluda a Ava con la cabeza y se dirige a mí.
-¿Cómo va, John? -le pregunto, tomando de la mano a Ava para entrar a la mansión y saludando a mi amigo con un apretón de manos.
-Todo bien. -Nos deja pasar y nos sigue, nos dirigimos al restaurante. Miro a Ava y le pregunto:
-¿Qué quieres comer?
-Cualquier cosa -me responde tensa. Debido a ello suavizo mi tono de voz.
-Pero ¿qué te apetece?
-Salmón Ahumado.
-¿Un Sándwich?
Asiente, confirmándomelo.
-¿Y un café?
-Por favor.
-¿Cómo sueles tomarlo?
-Capuchino, con doble de café, sin chocolate ni azúcar.
-Desayunamos en mi despacho -expreso.
-Como quieras.
Así me gusta, que acepte lo que le digo y que no me contradiga, menos que articule una sola palabra, contrariándome.
-¿Me lo estabas preguntando, Jesse?
-No, más bien era una afirmación. John, dame 20 minutos. Pete ¿has tomado nota?
-Sí, señor.
-Bien. Sírvele a Ava el desayuno en mi despacho. -La cojo de la mano y la llevo casi a rastras. Al llegar a mi oficina cierro rápidamente, le jalo el bolso y la empotro a la puerta, le levanto con desespero el vestido. Mierda, enloquezco cuando estoy cerca de ella.
-Sabía que no era buena idea traerte aquí -Hundo mi cara en su cuello-. No voy a trabajar -añado mientras la acaricio por todos lados. Me faltan manos para hacerlo. Llego a sus senos y los amaso sin delicadeza.
-Si quieres me voy -me dice como si fuera una opción. La embisto con más fuerza, la empujo y la beso con mucha ansiedad. Es tanta la que poseo que a veces siento deseos de violarla, literalmente, porque jamás le haría algo en contra de su voluntad.
-Esa puta boca -gimo, dándole lametones en su boca.- No vas a ir a ninguna parte -Le muerdo el labio inferior-. Nunca. ¿Estás mojada?
-Sí -dice jadeando, tratando de quitarme la franela. Me desabrocho la cremallera de mi pantalón, aparto su braga a un lado, le levanto una pierna, me acomodo para poder moverme a mis anchas y me hundo en ella hasta su infinito sin darle tiempo a nada, empotrándola más a la puerta al tiempo que bramo como un toro y Ava grita.
-No grites -le ordeno, penetrándola con todo el ímpetu del que soy capaz de hacerlo-. ¿Lo sientes Ava? -le hablo con mis dientes apretados cuando ella no dice nada-. ¡Contesta la pregunta! -le grito.
-Sí, lo siento.
Le doy con tal fuerza que pareciera que la quiero traspasar. Es tal la locura que me hace sentir, la pasión, el deseo irrefrenable… Mierda, siento como me envuelve la polla, siento que alcanzo el cielo.
-¿Te gusta?
-¡Joder, sí!
La beso para acallar su inesperado grito.
-Te he dicho que no grites -Le muerdo fuerte el labio, ella logra enloquecerme cuando también entra en caída libre. Está delirante, jadeante, ida, es demasiado receptiva, me fascina esta bella mujer que cae un orgasmo muy intenso, lanzando un fuerte alarido que yo atrapo en mi boca mientras continuo con mis movimientos, balanceando mi cadera para luego explotar en otro orgasmo alucinante. Joder, joder y joder, ha sido demasiado bueno.
-Creo que voy a traerte al trabajo todos los días. -Suspiro y voy saliendo de ella, la dejo resbalar suavemente-. ¿Estás bien?
-No me sueltes aún -me pide.
Me río, la tomo por la cintura y la enderezo. Soplo su cabello para despejarle la cara, la miro, la beso, la levanto y la llevo hasta el sofá. Luego de ello, me guardo mi polla en el pantalón y me abrocho la cremallera. Me siento a su lado y paso mi brazo por encima de su hombro, abrazándola.
-He pensado que podrías acercarte a la nueva ala y empezar a esbozar algunas ideas -Ava me mira.
-¿De verdad quieres que me encargue del diseño? -habla con duda.
-Pues, claro que sí.
-Creía que solo me querías por mi cuerpo.
Le pellizco un pezón, no debió decir eso.
-Te quiero por muchas cosas, además de tu cuerpo, señorita.
-Es domingo, Jesse, y yo no trabajo los domingos. Y, además, no tengo aquí mi equipo de trabajo.
La miro ceñudo y la siento sobre mí.
-¿Papel y lápiz? -Le muerdo la oreja juguetonamente-. Créeme, podemos proporcionártelo, pero te lo descontaré de tus honorarios -Veo que Ava se pone seria cuando tocan a la puerta-. ¡Adelante! -Es Pete, quien trae la bandeja con comida-. Gracias Pete -le digo sin dejar de mirar a Ava.
-Señor, señorita.
-¿Me das unas hojas de papel? -De repente, advierto que coge la bandeja y se cuelga su bolso. ¿Qué está haciendo?-. ¿Ava, no vas a desayunar?
-Me lo tomaré arriba si no te importa.
-Ah, de acuerdo. -Busco en mi escritorio lo necesario para que dibuje y le doy lo que necesita. Ava pone todo debajo de la bandeja y camina hacia la puerta-. Oye, ¿no se te olvida algo? -La miro fieramente. Estoy que muerdo. ¡Diablos, por qué lo hace! Me choca que me trate con tanta indiferencia.
-¿Qué?
-Mueve ese culo hasta aquí -se lo digo también con la cabeza. Se pone enfrente de mí-. Dame un beso -exijo cuando la veo ponerse de puntillas. Me quedo quieto-. Bésame de verdad, Ava -. Ante mi clara exigencia, descarga las cosas, se me acerca y de una vez la beso como si se fuera a acabar el mundo, agachándome para compensar su estatura-. Mucho mejor -le hablo pegado a sus labios-. No me niegues nunca lo que te pido -la suelto-. Ahora vete -y se lo hago saber, señalándole la puerta con la cabeza. John ya la está esperando tal como le dije. No puedo dejarla sola por ahí cuando Ava le dice:
-Conozco el camino, John. Gracias.
“Tranquila mujer, el grandulón no se deja amedrentar por nadie.”
Pasan varias horas y estoy colmado de trabajo. Tuve que atender nuevos clientes y hablar “ciertas cosas” que no podría hacer con Ava delante de ellos. No, no sería una buena opción y menos el caso de un cabrón que se le fue la mano de nuevo. Esta es la segunda vez, pero ya está fuera. No es aceptable que golpeen a nadie como si fueran animales.
Me siento incómodo lejos de ella, ya es mucho tiempo. Voy a ver que ha hecho, sé que va a ser algo espectacular, me siento orgulloso de Ava, es tan joven, pero está bien preparada profesionalmente, es inteligente y su gusto es exquisito. Me encantaría que fuera mi diseñadora personal. ¿Por qué? Porque no quiero que trabaje con más nadie que conmigo.  Buena idea, “mi diseñadora personal”, suena bien. Sí señor, tengo que ver como lo consigo.
Me dirijo a la habitación, en el camino me encuentro con algunos clientes, sobre todo mujeres. ¿Por qué cuando me ven todas se acomodan las tetas? Como si fuera lo que yo viera siempre. Les sonrío por diplomacia. Mierda, tengo que sacar a Ava de aquí, está llegando mucha gente y tengo que buscar el momento de hablar con ella sobre lo que ocurre en el hotel. Coño, me asusta que llegue ese momento.
Camino rápidamente y encuentro a Sarah hablando con Ava. Ojalá no meta la pata. Al verme, se acerca a mí toda coqueta. ¿Pero qué hace? ¿Qué le pasa?
-¿Todo bien?
-Sí, cariño. Ava y yo solo estábamos hablando sobre las habitaciones nuevas, tiene unas ideas fantásticas -me lo dice como si yo no lo supiera.
-Es muy buena -le digo todo orgulloso.
-Sí, tiene mucho talento. Los dejo. -Sara se me acerca de nuevo y me da un beso en la mejilla. Me tenso al segundo-. Ava, ha sido un placer verte otra vez.
-Lo mismo digo, Sarah -responde, ¿tensa?
-A ver, señorita, ¿qué has hecho? -Me siento en el piso a su lado y le cojo el block-. ¡Vaya! Me encanta esa cama.
-A mí también -manifiesta en un tono seco y molesto. ¿Y ahora? ¿Qué se me escapa?
-¿Qué es todo esto? -Le señalo el dosel.
-Es un diseño reticular. Todas las vigas de madera se superponen y crean ese efecto.
-¿Y se puede colgar cosas de él? -pregunto curioso.
-Sí, como telas o luces.
Me encanta, es lujoso, bello, sensual. ¡Vaya, captó el punto sin saber nada!
-¿En qué colores habías pensado?
-Negro y dorado.
-Me encanta. -Paso mi mano por el dibujo-. ¿Cuándo podemos empezar?
-Esto es solo un boceto. Tengo que considerar varias ideas, hacer dibujos a escala, planes de iluminación y esas cosas -me mira y añade-: ¿Te importaría llevarme a casa? -le devuelvo la mirada muy preocupado. Joder, ¿qué pasa ahora? Está muy seria.
-¿Estás bien?
-Sí, es que tengo que preparar unas cosas para mañana.
-¿No has dicho que no trabajas los fines de semana?
-No es trabajo, propiamente dicho.
-Ah. -Diablos, las mujeres son tan extrañas. ¿Qué pasará ahora?-. Está bien. -Me levanto y le devuelvo el block.
-Pero… ¿Estás segura? ¿Estás  bien?
-Estoy bien, Jesse. ¿Por qué no iba a estarlo?
La contemplo pensativo. Cómo quisiera poder leerle la mente.
-Vamos, entonces. -Le cojo su bolso, la mano y jalo de ella.
-La bandeja.
-No te preocupes por eso. Ya la recogerá Pete.
Ya estamos en el vestíbulo y estoy sumamente nervioso. Por Dios, tengo que sacarla cuanto antes de aquí.
-Espérame aquí, voy por las llaves y el móvil bueno? No, mejor ve hacia el coche, está abierto. -La dejo y salgo corriendo. Tengo que apurarme, no quiero tentar al diablo porque cada vez confirmo más dentro de mí que tengo que hablar con Ava. Ella debe saber. Sí, debe estar al tanto de todo.
Cuando voy saliendo vuelve a acercárseme Sarah.
-Vale cariño, luego nos vemos, y me da otro beso en la mejilla. Sarah está muy babosa, qué se traerá entre manos. Miro a Ava de reojo, quien aún está donde la dejé. Mierda, está cabreada, sé que no le gusta esta confianza con Sarah, pero me hago el loco.
-Espero volver a verte -le dice Sarah a la distancia.  Si será hipócrita. Esa mujer algo se trae entre manos.
Mi cabeza da vueltas, solo pienso en cómo se lo voy a decir, tengo que hablar con mis amigos, pedirles consejos… Mierda, esto me puede explotar en la cara.
Ya de regreso, le entrego el resto de las cosas a Ava. Luego, entro al carro y arranco como si me estuvieran persiguiendo. Pongo algo de música, Creep de Radioheand.
Llegamos a la casa de Kate y Ava me da un beso simplón, casi casto, dejándome bastante confundido por su reacción.
-Te llamaré -dice con indiferencia.
Algo sucede, lo sé.  Mientras medito en eso también pienso en cómo decirle todo lo que ocurre dentro de la mansión porque acabo de darme cuenta de que no tenía una vida. Simplemente estaba medio muerto. Y ahora la tengo, pero con ella. Sí, y no voy a perderla esta vez, no por culpa de mi pasado.

CONTINUARÁ…


**Fanny Rebellón.

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