Loco
Amor
Fanfic
trilogía “Mi Hombre”
Historia
original de la autora Jodi Ellen Malpas.
CAPITULO 10
Llegamos
al Luzzo y me doy cuenta que Ava ya se durmió. La miro por un rato. Dios,
parece un ángel. Bueno, un ángel borracho, pero ángel al fin y al cabo. Me río
para mis adentros cuando procedo a quitarle el cinturón de seguridad. Al cabo de un momento, la saco del vehículo
con mucho cuidado. Clive me mira, quiere decir algo, pero ante la mirada que le
doy prefiere quedarse callado. Unos minutos después, pongo la clave en el
elevador para subirme a él y llevar mi preciosa carga hacia casa. Cuando
finalmente llegamos al piso, abro la puerta de éste y la llevo directamente a
mi cuarto, a mi cama, en el lugar donde
debe estar.
La
desvisto con mucha sutileza, pero me aseguro de dejarle su ropa interior. Mmm…
Lleva encaje. ¡Vaya, hermosa! Y yo que quería armar nuestra fiesta privada
follándote hasta la semana que viene. Bueno, no se podrá hoy, pero seguro podré
hacerlo mañana. Beso su frente, y empiezo a desvestirme. Acto seguido, voy al
sanitario. Luego, me siento un buen rato en la cama, observándola, pensando qué
voy a hacer, cómo le voy a decir lo del hotel. Mierda, sé que no le va a gustar,
pero tengo que decirle la verdad.
Le
acaricio la cara y con mi pulgar trazo sus labios carnosos, hermosos, exquisitos.
La verdad, es que es muy bella. No, qué estoy diciendo, para mí es la más bella
mujer mundo con esos párpados, con su nariz perfilada, su cabello largo… Jesús,
toda ella es increíble, pero… ¿Como podré retenerla después de lo que le voy a
confesar? ¿Qué hago ahora? Ava es una mujer soltera, independiente, libre, es
del tipo de mujer de carácter fuerte, decidida, que no flaquea ante nada.
¿Y ahora?
De
pronto, tengo una idea. Es una locura, lo sé, pero idea al fin y por ahora la
única solución a cada uno de mis desvaríos y preocupaciones. Mierda, eso no
estaría bien, pero mientras más pienso le sigo dando más vueltas al asunto. Es
mi única solución. Sí, no hay otra. Por
lo tanto, me decido y bajo rápidamente a la sala, busco su bolso, rebusco y por
fin las encuentro, (me refiero a sus píldoras anticonceptivas.)
Mi Dios,
¿qué es lo que estoy haciendo? Sacudo mi cabeza y tomo la decisión. Que suceda
lo que tenga que suceder.
A paso
presuroso, salgo y las lanzo por el bajante del cuarto del servicio que va
directo a la basura, porque si las dejo en el apartamento ella de seguro las va
a encontrar y no puedo arriesgarme, no ahora después de lo que ya tengo en
mente.
Una vez
realizada mi fechoría, regreso tras mis pasos sintiendo que se me va a salir el
corazón, porque en el fondo sé que lo que hice no está para nada de bien, pero
pensar en perderla no es una opción para mí, y con un bebé alojado en su
vientre nuestro vínculo sería para toda la vida. Además, yo la puedo cuidar. De
hecho, quiero y ansío hacerlo porque por ella estoy dispuesto a todo.
Subo
rápidamente y me acuesto a su lado. La admiro embelesado, feliz de tenerla nuevamente
junto a mí. La contemplo y lo vuelvo a hacer notando que, poco a poco, me
voy quedando dormido hasta que mis ojos se cierran del todo.
No sé
cuánto tiempo ha transcurrido, pero me despierto al sentir un leve movimiento a
mi lado. Al cerciorarme de ello, veo que es Ava quien se está levantando. Se ve
mal, muy mal y, de seguro, la resaca que lleva a cuestas debe de ser tremenda.
-¿Como
está mi borrachita esta mañana? -Me acerco despacio, oyéndola que me responde:
-Fatal.
-Fatal.
Su voz
es ronca.
-¿Quieres
desayunar? -formulo mientras le sonrío de medio lado y la acaricio. Al sentir
mis manos hace gestos de que se siente muy mal. Por lo tanto, decido darle algo
para que mejore su estado-. ¿Un poco de agua, entonces?
-Sí,
por favor.
-Ven
aquí. -La cargo y bajo con ella hasta la cocina. En ese sitio, la subo a la encimera
del mesón con suavidad.
-¡Joder!
¡Qué fría está! -alega de inmediato, provocando que me ría. Ava suele decir
muchos tacos, pero en ocasiones es muy graciosa. Aún sonriendo, procedo a
buscarle un vaso. Joder, ¿donde están? Cathy creo que me explicó donde los
situaría, pero por andar pensando en Ava no presté la debida atención.
-¿No
sabes dónde tienes los vasos? -me pregunta confundida.
-Estoy
aprendiendo. Mi asistenta me lo explicó, pero cuando me lo dijo estaba
distraído. -Rasgo un sobre de Alka-Seltzer-. Bébetelo, te encontrarás mejor en
media hora.
Ava
intenta tomar el vaso, pero aún no coordina bien sus temblorosos movimientos, así
que me meto entre sus piernas y se lo voy dando, lentamente.
-¿Más?
Niega
con la cabeza
-No
pienso volver a beber en toda mi vida.
-Me
harías muy feliz si lo llevaras a cabo porque te vuelves muy beligerante cuando
estas borracha.
-¿Sí?
-Sí.
Prométeme que no llegarás a ese estado cuando yo no esté para cuidarte.
-¿Discutimos?
-me pregunta de pronto, logrando hacerme suspirar.
-No.
Renuncié al poder temporalmente.
-Tuvo
que costarte mucho esfuerzo.
Al
instante, alargo el brazo y tiro del tirante de su sujetador.
-Pues
sí, debo admitirlo, pero tú mereces la pena -Le beso el pelo, le miro el
cuerpo-. Además, me gusta verte con encaje -La sigo acariciando sin dejar de
hacerlo-. ¿Te apetece una ducha, preciosa?
Ella
asiente con la cabeza y se pega a mí como un mono con sus brazos y piernas. No
tengo que preguntarle si eso es un sí.
Me
encanta cargarla, Ava es ligera, y con ella entre mis brazos llego al baño
donde, finalmente, la bajo para que sus pies entren en contacto con el piso.
-Te
arrepientes de haber bebido tanto, ¿no? -La subo en el lavabo-. ¡Ay, Ava! Tengo
bonitos recuerdos de ti sentada justo aquí. -De más está decir que en este sitio
fue nuestro primer encuentro sexual y fue alucinante. Qué digo, fue el mejor.
-Por
fin has conseguido justo lo que querías, ¿verdad?
Le tomo
la cara para que me mire solo a mí.
-Iba a
pasar antes o después. -En un acto reflejo, tomo mi cepillo de dientes al
tiempo que anoto mentalmente que debo comprar un cepillo para Ava. ¿Por
qué? Porque quiero que tenga comodidad aquí.
Pongo crema en él, lo humedezco en
el grifo y le ordeno:
-Abre la boca -a lo que obedece sin chistar. Le cepillo
sus dientes con suavidad, sosteniéndola de la barbilla y trazando círculos por
toda su dentadura. Al rato, Ava me toma la cara pasando sus manos por mi barbilla
y se queda mirándome. Vuelvo mi cara, le beso una de sus palmas-. Escupe -Se
aparta y lo hace. Cuando vuelve a poner sus ojos sobre mí noto que le ha
quedado algo de crema a un lado de la
comisura del labio inferior. Paso mi dedo por él, limpiándola, y lo meto en mi
boca.
-Gracias -dice en casi un susurro.
-Lo
hago tanto por mí como por ti -Sonrío y le doy un beso muy suave y lento para
luego meter mi lengua en su cavidad. Humm, deliciosa-. ¿Puedo hacer algo para que te sientas mejor? -La bajo, la ayudo a que se ponga
de pie, pero pegada a mí y siempre agarrándola por el culo.
-Sí. ¿Tienes
una pistola? El dolor de cabeza que tengo me está matando.
Me río
fuerte y con ganas porque sé muy bien lo que se siente. Joder, claro que lo sé.
-¿Tanto
te duele?
-Sí. ¿Por
qué te hace tanta gracia que te lo diga?
-Tienes
razón, perdona -Mi reacción la ha molestado-. Ahora voy a hacer que te sientas
mejor. -Empiezo desabrochando su sujetador para luego quitárselo. Le miro sus
pezones, ya están erguidos. Beso cada uno, levanto la cabeza y comienzo a
besarla cuando ella, de forma automática, sube sus manos, tomándome por el
pelo-. Eres adictiva -manifiesto pegado a su boca-. Ahora, vamos a hacer las
paces como es debido.
-¿No lo
hemos hecho ya?
-No,
oficialmente, pero descuida, vamos a solucionarlo, nena.
Beso su
nariz y me arrodillo delante de ella, le sujeto sus caderas y deslizo mi pulgar
por debajo de sus bragas. Apoyo mi frente en su regazo, arrodillado, y le
acaricio su vientre plano con mi frente. Mi Dios, si la embarazara sería mi
sueño hecho realidad, pero a la vez pienso en la mala acción que estoy cometiendo
al esconderle sus píldoras. Si Ava se da cuenta me mata. Pero ¡basta de
remordimientos, Jesse!, lo primero es no perderla. ¿Y cómo voy a hacerlo?
Amarrándola a mí. Quiero a esta mujer conmigo y sé muy bien que contándole la
verdad sobre mi pasado lo único que voy a conseguir a manos llenas es alejarla.
Le beso el ombligo y comienzo a bajarle sus bragas, lentamente. Doy unos
golpecitos en sus tobillos para que levante el pie y así realice el mismo
movimiento con el otro. Ava me toma por el pelo para que la mire y es cuando pongo
mis manos en su trasero y vuelvo a hundir mi cabeza en su estómago. La beso, no
puedo ni quiero dejar de hacerlo.
-¿Qué
pasa? -me pregunta extrañada, logrando que la mire y trate de sonreírle. Tengo
que sacarme este remordimiento de encima a como dé lugar.
-Nada.
No pasa nada. -Pero sin previo aviso entierro mi cabeza entre sus muslos, en su
centro, y a Ava se le doblan las piernas.
-Humm…
La
taladro con mi lengua haciendo círculos alrededor de su clítoris, la chupo toda
-Necesito…
ducharme -alude.
-Y yo
te necesito a ti. -Sigo lamiendo, chupando y disfrutando, y la pego más a mí
porque esto es como tener miel sobre mis labios. Por lo tanto, desato mi lengua
en su centro, mi objetivo es volverla loca, haré que me quiera, haré que desee
estar conmigo siempre. Siento como se va tensando. Muy bien, porque ansío darle
un orgasmo alucinante y demoledor-. Tienes un sabor delicioso. Dime que estás
cerca…
-¡Estoy…!
¡Estoy cerca!
Quito
la mano de su cadera y le hundo dos dedos en su delicioso coño.
-¡Joder!
-grita Ava-. ¡Por favor! -Me jala fuerte el pelo.
-Esa…puta….boca
-la regaño si dejar de lamerla. Le abro su vulva trazando círculos con mis
dedos y sigo lamiéndole sus sensibles labios con mi lengua.
-¡Jesse!
-grita con placer sintiendo como se tensa y luego explota en un delicioso e increíble
orgasmo, dejándose caer desmadejada, relajando todo su cuerpo cuando yo, por mi
parte, sigo bebiendo de ella.
-Eres,
sin duda alguna, el mejor remedio para la resaca que existe -me dice extasiada.
-Y tú
eres el mejor remedio para todo -sigo lamiendo hacia arriba por su vientre y por
sus pechos mientras me levanto y prosigo con su cuello-. Humm… Y ahora… -le
beso la barbilla-… voy a follarte en la ducha -beso sus labios con frenesí-. ¿Vale?
-Vale
-accede, observando mi cuerpo con avidez, con lujuria, quedándose prendada
de mi cicatriz.
-Ni se
te ocurra preguntar -La miro serio-. ¿Qué tal va tu cabeza?
-Mejor.
-Menos mal. Bajo mi mirada hacia mi boxer y así ella entiende que es para que
me los quite. En el camino, primero, aprovecha para acariciarme, me roza mi erección
mañanera con sutileza. Luego de ello, nos miramos a los ojos y apoyo mi frente
en la suya.
El agua
ya suelta vapor, empiezo a mojarme y Ava me acaricia el culo con las palmas de
sus manos.
-Me
encanta esto -me dice mientras me masajea.
-Es
todo tuyo, nena.
Ava
sonríe y lleva sus manos hacia mi gran polla.
-Y también
me encanta esto -y lo aprieta, arrancándome un colosal gruñido de placer. La beso
posesivamente, pegándome más a su centro. Ava rápidamente me baja los boxer, mi
polla se sacude emocionada porque, la verdad, estoy muy excitado.
-Rodéame
la cintura con los muslos mientras sigo chupando y mordiendo suavemente tu cara
y cuello. -Ava obedece. Le acomodo mi polla en su entrada, está desesperada
como si no hubiera acabado de tener un orgasmo y yo más aún. En nuestro beso
nos batimos a duelo con nuestras lenguas, la llevo hacia la derecha, hacia la
izquierda, pegándola a las baldosas, esto es increíble.
-Esto
va a ser intenso, Ava -le advierto, poniéndola sobre aviso-, puedes gritar todo
lo que quieras. -Me preparo para penetrarla y así lograr moverme a mis anchas.
Y luego de ello, la miro a los ojos cuando inserto en ella la cabeza de mi prominente
erección-. Tú y yo. -La beso con afán-, no nos peleemos más, por favor -Y la
embisto de un solo movimiento de caderas, llevando mi miembro hasta el fondo.
-¡Dios!
-grita Ava.
-No
nena, no soy Dios, sino yo. -Mientras arremeto contra ella con ímpetu mi voz
sale desde mí como un gruñido gutural-. Te gusta ¿verdad?
-¿Qué? -No comprende. ¿Por qué? Porque está ida del placer que le estoy otorgando.
-¿Qué? -No comprende. ¿Por qué? Porque está ida del placer que le estoy otorgando.
-Me encanta follarte - hablo sin detenerme-. ¿ Lo recuerdas ya? ¿Te has acordado de lo que te he dicho? -Y sigo empujando contra ella.
-¡No lo había olvidado! -exclama con fuerza.
Sigo
con mis fieras embestidas. Mmm… Esto es el paraíso. Ava toma mi cara,
añadiendo:
-No se
me había olvidado.
La beso
con devoción y loca pasión mientras una nebulosa nos envuelve. Tenerla así,
sentirla así, disfrutarla así es algo fuera de este mundo porque este
sentimiento que me provoca es demasiado elevado e intenso. Joder, me provoca en
todos los niveles y en los decibeles también.
Por un momento, consigo echar la
cabeza hacia atrás.
-Jesse,
por favor -la miro.
-¿Más fuerte, Ava? ¡Contéstame!
-¿Más fuerte, Ava? ¡Contéstame!
-¡Sí! -grita
y yo acelero mis embestidas casi con furia porque es demasiado el placer.
-¡Jesse!
-Yo solo gruño-. Vamos, nena, sígueme. -Tiemblo y me dejo ir en el más fabuloso
orgasmo. Estoy seguro que es el más intenso de mi vida. Entierro mi cara en su
cuello, ella me envuelve mi polla casi exprimiéndola. Es demasiado buena,
deliciosa, no he conocido a nadie como ella porque aún dentro de su cavidad mi
erección se sacude mientras el agua cae sobre nosotros, pero nuestra
respiración entrecortada amortigua su sonido.
-¡Joder!
-Esto fue intenso, casi no siento las piernas. Vuelvo mi espalda contra las
baldosas y me dejo caer con ella
quedando así, a horcadas en mi regazo y en el suelo de la ducha.
-Eres
mía para siempre, señorita -le digo con dulzura mientras la acaricio.
-¿Amigos?
-me pregunta Ava, besando mis pezones.
-Amigos,
nena.
-Me
alegro -sonríe.
-Yo
también.
-¿Donde
te habías metido?
-Eso no
importa, Ava.
-A mí,
sí.
-He
vuelto, eso es lo único que importa. -La tomo por el culo y la pego mas a mi
cuerpo.
-Dímelo.
-Dímelo.
Ni loco
lo haré.
-Ava,
olvídalo -le hablo muy serio para que deje el tema.
-Vale,
tengo que lavarme el pelo. -Le recojo unos mechones y se los pongo hacia atrás.
Después de eso, la beso.
-¿Tienes
hambre ya?
-Muchísima.
¿No tienes acondicionador?
-No, lo
siento. -Le quito el shampoo, me echo un poco en las manos-. Deja que lo haga
yo. -Le masajeo suavemente su cabello y luego lo enjuago al igual que a todo su
cuerpo.
-¿Qué coño es esto? -le pregunto molesto.
-¿Qué coño es esto? -le pregunto molesto.
-¿El
qué?
-¿Esto?
-Tiene el culo lleno de moretones, parece que se lo hubieran agarrado a patadas
entre dos.
Ava
pone los ojos en blanco
-Me caí
en la parte de atrás de la furgoneta -me da un par de golpes.
Exclamo
incoherencias a viva voz mientras le sobo el culo.
-Ava,
parece que te han usado como balón de Rugby -Ella sonríe-. De más está decir
que… se acabó lo de sujetar tartas - lo expreso en serio.
-No
seas exagerado.
-Estoy
molesto, ¿qué no lo ves? No es justo que trates a estas bellezas así. -Me
arrodillo y le beso cada nalga-. Ya hablaré yo con Kate. -Me levanto y la pongo
frente a mí, no es aceptable, no concibo que me la maltraten, no quiero que
nadie me la toque, joder. Le beso la
clavícula, el cuello, y llego a su oreja, le muerdo el lóbulo con cariño,
¡mierda! Ya quiero follármela de nuevo.
-Fuera
-le ordeno, dándole la vuelta, tomándola de la cintura por detrás y sacándola
de la ducha. Procedo a secarle su cabello. No sé por qué, pero me
provoca hacerle todo tipo de atenciones, todo tipo de mimos. La verdad, me
encanta consentirla-. Ya está -Me enrollo una toalla por la cintura, sin
secarme. Veo la cara de Ava y adivino sus intenciones, me quiere poner las
manos encima. No puedo creerlo, estamos en plena sintonía. Calma, nena, más
tarde haremos todo lo que quieras.
Al cabo
de unos minutos, me pongo unos pantalones casuales sin interiores.
-¿No te
pones calzoncillos? -me pregunta Ava viendo como me acomodo mi polla y subo la
cremallera, mirándola con picardía.
-No. No
quiero obstrucciones innecesarias -le hablo con doble sentido.
Ava
frunce el ceño.
-¿Obstrucciones?
Me
pongo una franela, Ava no me quita los ojos de encima.
-Sin
obstrucciones -reitero, tomándola por el cuello y acercándola a mí-. Vístete -le
susurro y la beso con fuerza.
-¿Mi vestido? -pregunta. La suelto.
-No lo sé -digo desdeñosamente y salgo de la habitación, sonriendo para mis adentros antes de dárselo, quiero que me prometa algo. Cuando llego a la cocina busco mi pote de mantequilla de cacahuate, me fascina y sobre todo comerlo con los dedos. Ese es otro de mis placeres.
-¿Mi vestido? -pregunta. La suelto.
-No lo sé -digo desdeñosamente y salgo de la habitación, sonriendo para mis adentros antes de dárselo, quiero que me prometa algo. Cuando llego a la cocina busco mi pote de mantequilla de cacahuate, me fascina y sobre todo comerlo con los dedos. Ese es otro de mis placeres.
Ava, de
pronto, aparece con una camisa mía. Wow, se ve espectacular. Le sonrío al
instante.
-Ven
aquí, nena.
-No -replica
molesta y dejo de sonreír.
-He
dicho, ven aquí.
-Dime
donde está el vestido -me exige altaneramente.
Dejo
bruscamente el tarro de mantequilla encima de la mesa de la cocina, me molesta
que no me haga caso, pero ya lo había dicho con anterioridad, ella es muy terca.
-Te doy
tres segundos -le hablo serio. Muy, muy serio.
-¿Tres
segundos para qué? -quiere saber, enarcando su ceja.
-Para
mover el culo hasta aquí -le respondo furioso-. ¡Tres! -Ava abre los ojos como
platos.
-¿Qué pasa si llegas a cero?
-¿Qué pasa si llegas a cero?
-¿Quieres
descubrirlo? Dos… Uno… -Y corre como alma en pena a mis brazos y se estrella
contra mi cuerpo. La abrazo. Joder, esto es vida, por mí la tendría así
siempre. Ava me huele y refriega su nariz por mi pecho. Al instante, la levanto
y la monto en la isla, sobre la encimera, y me meto de nuevo entre sus muslos.
-Me gusta tu camisa.
-Me gusta tu camisa.
La
acaricio con ternura, pero también con deleite.
-¿Es cara?
-¿Es cara?
-Mucho.
-Sonrío, sé lo que pretende, no me importa, que la queme si quiere hacerlo. Por
mí no hay problema.
-¿Qué recuerdas de anoche?
-¿Qué recuerdas de anoche?
-Que
bailas muy bien.
-No
puedo evitarlo, me encanta Justin Timberlake.
-Dime,
¿qué más recuerdas?
-¿Por? -pregunta
extrañada, oyéndome suspirar.
-¿Hasta cuándo recuerdas?
-¿Hasta cuándo recuerdas?
-No
recuerdo llegar a esta casa, si eso es lo que quieres saber. Sé de sobra que
estaba muy borracha y que fui una completa estúpida bebiéndome esa última copa.
-¿No
recuerdas nada después del bar?
-No.
Mierda,
lo sospechaba, estaba muy bebida, pero sé que fue sincera, que dijo lo que sentía
por mí.
-Es una
lástima -digo algo triste.
-¿Qué
es una lástima?
-Nada.
-La beso con ternura y la acaricio, sé que en un futuro muy cercano ella me lo
va a decir, me va a expresar que me ama y lo hará estando en su sano juicio.
-¿Cuántos
años tienes? -Me mira a los ojos, pero
no le doy tiempo para nada más. Por lo tato, lamo sus labios, le muerdo el
labio inferior e introduzco mi lengua.
-Veintiséis
-le susurro, dándole besitos por toda la boca.
-Te has
saltado el veinticinco -advierte, recordándolo.
-No,
anoche me lo preguntaste, pero no te acuerdas.
-Ah.
¿Después del bar?
Froto
mi nariz con la suya.
-Sí. Después
del bar -Le sigo acariciando la cara y sus divinos labios con mis dedos-. ¿Te encuentras mejor?
-Sí,
pero tienes que darme de comer.
Me río
y la beso castamente.
-¿Ordena
algo más su señoría?
-Sí. Devuélveme mi ropa.
-Sí. Devuélveme mi ropa.
Le tomo
la cadera, se la aprieto con fuerza logrando que pegue un brinco y chille.
-¿Quien
manda aquí, Ava?
-No sé
a qué te refieres.
-Me
refiero a lo bien que nos llevaríamos si aceptas quien manda aquí -Le hago
cosquillas sin detenerme.
-¡Tú!
¡Tú mandas! -suplica. La suelto.
-Buena
chica. -La agarro por el pelo, tiro de él y la beso con pasión-. Espero que no
se te olvide. -Me aparto de ella y busco su ropa de donde la tengo escondida.
Al ver lo que hago me mira feo, como si quisiera matarme. ¡Ay sí, qué susto!
-No me mires así, señorita. No vas a ponerte ese vestido otra vez. Eso te
lo garantizo. Ponte la camisa encima si quieres colocártelo. -Joder, ella y
todo de sí es solo para mis ojos y además, no me da la puta gana que los demás
vean lo divina que es. Ava es ¡MIA!-. ¿Estás lista? -Le tiendo mi mano.
-Un
momento. -Busca algo en su bolso. Ya sé, ¿podrían ser las píldoras? ¡Diablos!
-¿Has
perdido algo?
-Sí,
pero creo que lo que busco lo he dejado en casa.
Finjo
curiosidad.
-Me
refiero a las píldoras -especifica.
-Menos
mal que no está Cathy, le daría un infarto si te viera con ese vestido. -Con
eso desvío su atención.
-¿Quién es Cathy?
-¿Quién es Cathy?
-Mi
asistente. -Le ayudo a que se ponga encima mi camisa y se la abotono-. Mejor. Mucho mejor. -Y sonrío satisfecho.
Le jalo su mano para que vayamos hacia el ascensor. Lo tomamos y cuando ya estamos fuera de él, Clive nos mira perplejo.
-Buenos días, señor Ward -me saluda alegremente. Le devuelvo el saludo con la cabeza, pero sin detenernos. Unos minutos después, ayudo a Ava a entrar en mi Aston Martin, le pongo el cinturón y así podré llevarla a su casa mientras escuchamos una canción. Vaya, ¿qué más puedo pedir? Escucho una hermosa canción, llevo a mi lado a hermosa chica, mi chica, mi vida cada vez está mejor. Le doy una mirada a mi amor quien, sin saberlo, ya marcó su destino.
Le jalo su mano para que vayamos hacia el ascensor. Lo tomamos y cuando ya estamos fuera de él, Clive nos mira perplejo.
-Buenos días, señor Ward -me saluda alegremente. Le devuelvo el saludo con la cabeza, pero sin detenernos. Unos minutos después, ayudo a Ava a entrar en mi Aston Martin, le pongo el cinturón y así podré llevarla a su casa mientras escuchamos una canción. Vaya, ¿qué más puedo pedir? Escucho una hermosa canción, llevo a mi lado a hermosa chica, mi chica, mi vida cada vez está mejor. Le doy una mirada a mi amor quien, sin saberlo, ya marcó su destino.
Llegamos
a la casa de Kate, Ava debe cambiarse. Tomo nota mental: tener ropa para ella
en mi casa. Veo que se baja, solo la observo. ¡Jesús, es preciosa!, y eso que
está con mi camisa encima. Es que la verdad, creo que hasta con un saco se
vería preciosa.
Ava se
para enfrente de mí, en cambio yo solo la miro con mis manos en los bolsillos.
Me contempla fijamente y se le ve cierta picardía y algo de… ¿Admiración? Si
creo que es eso ¿Qué más estará pensando? Y sin más se pega a mí, se pone de
puntillas y roza mis labios con los suyos. No me aguanto, rápidamente saco las
manos y la estrecho contra mi cuerpo, la beso hundiendo mi lengua en su
deliciosa boca y prácticamente nos comemos en ese beso. ¡Vaya! Nunca tengo
suficiente de ella. La devoro, quisiera tenerla pegada a mí siempre. Esto es
nuevo, pues ninguna mujer me había inspirado este instinto de posesión y de
celos. Debo averiguar qué tengo que hacer para tenerla conmigo siempre.
Suspiramos.
Quedamos extasiados con ese beso. Ava se da media vuelta y se encamina hacia la
entrada de la casa. ¿Ella pensó que era la despedida? ¡Ja, ni loco! Cuando está
en la puerta, voltea y su cara de sorpresa es bellísima al verme detrás, a su
espalda. No, la verdad, no tiene precio.
-¿Qué
haces? -me pregunta.
-Te
esperaré dentro.
-¿A
dónde crees que voy a ir?
-Te
vienes conmigo al trabajo.
-Acabas
de darme un beso de despedida.
Sonrío.
-No,
Ava, solo te he besado -Y rozo su pelo húmedo, retirándolo de su cara-.
Arréglate -pero no responde.
Entramos
a la sala y en ella vemos a Kate y a Sam tirados en el sofá, todos
enrollados y semidesnudos desayunando
cereal. Se quedan tan tranquilos al vernos.
-Eh,
colega -me saluda Sam a la distancia.
Mierda, está en pelotas y Ava aquí. Esto
no me gusta.
-¿Cómo
te encuentras, Ava?
-Bien -me
mira y dice-: me daré prisa. Ya vuelvo. -Le da una mirada a Kate mientras me
quedo con Sam y veo que Kate se levanta, envolviéndose con un cobertor. Va
detrás de Ava.
-Mierda
Sam, ve pensando en ponerte algo.
-¿Por
qué amigo? Estoy cómodo.
-Sí,
pero Ava está aquí. Algo de respeto, amigo, ¿okay?
-Jesse,
relájate, no me va a ver nada y ¡diablos! ¿No se va contigo? Entonces ¿para qué
me voy a vestir?
Lo
observo como si quisiera cortarle las pelotas cuando Sam pone sus ojos en
blanco. Se queda tan tranquilo. Bueno, la verdad siempre ha sido muy descarado
y exhibicionista y a las mujeres parece que le gusta eso de él.
Al rato
veo a Kate bajar y subo rápidamente hacia la habitación de Ava, quien se está
secando el cabello. Tiene su cabeza hacia abajo, no me ve entrar. De inmediato,
me tiendo cuán largo es su cama. Humm, muy cómoda. Algún día me la voy a follar
aquí. La miro, tengo mis brazos bajo mi cabeza y la veo con el secador en plena
acción. Diablos, qué sexy. De pronto, sube su cabeza, se ve más bella. Mierda,
mi polla pega un brinco por su culpa.
-Hola,
nena -le digo y la miro de arriba abajo. Mi Dios, está para comérsela, pero no
puedo hacer nada con Sam y Kate ahí abajo.
-Hola
-me sonríe-. ¿Estás cómodo?
-No,
últimamente solo estoy cómodo con una cosa debajo de mí -le hablo con picardía
y en doble sentido y muevo mis cejas sugerentemente. Después, me levanto con
lentitud y voy a su armario para sacarle lo que se va a poner. Sí, tiene ropa
bonita, pero algunos son muy cortos. Vuelvo a tomar nota mental: llevarla a
comprar muchos vestidos. Claro, primero debo convencerla-. Ponte este… Y añádele
ropa interior de encaje -se lo digo al oído. Le saco un hermoso vestido color
crema, se va a ver preciosa con él. Y en el movimiento que hago le rozo sus
senos y le rozo su trasero con mi cuerpo.
-Date
prisa -Le doy una nalgada y salgo porque ya quiero follármela, pero con lo
gritona que es, aquí no puedo hacerlo y, además, debo ir al hotel cuanto antes.
Al rato
entro a la cocina y las veo cuchicheando. Frunzo el ceño.
-¿Qué
pasa?
-No
encuentro mis píldoras. -Mi corazón pega un brinco o ¿sería mi conciencia?
-Luego
las buscas. Vamos -Le tiendo mi mano-. Me gusta tu vestido. -La miro de arriba
abajo, lo dicho está exquisita.
Meto la
mano por el dobladillo y acaricio su centro. Ava se queda quieta mientras yo solo
sonrío satisfecho, deslizando un dedo para acariciar su sexo con mucha suavidad
cuando da un fuerte respiro.
-Estás
mojada -Trazo círculos en toda su vagina. Después, retiro el dedo y me lo llevo
a la boca. Ava me mira mal.
-Tienes
que dejar de hacer eso.
-Jamás. -Dios, me encanta su olor, me encanta su sabor, huele a mujer, la mía por
supuesto.
-Despídete
de tu amiga.
-¡Adiós!
-grita-. También es amiga tuya, ¿verdad? Anoche en el bar le susurraste algo al
oído -me dice tratando de disimular sus… ¿Celos?
Le abro
la puerta y le doy espacio para que salga ella primero.
-Me
echó la bronca por haber desaparecido de tu vida y solo me disculpé. No suelo
disculparme muy a menudo, así que no te acostumbres.
Ava
sonríe.
-Vamos
al hotel por Surry Hills. -A ratos la miro y me pilla haciéndolo mientras le
sonrío de vuelta y le acaricio posesivamente su rodilla. Voy muy contento solo
porque ella va conmigo, tal y como debe ser.
-¿Cuánto
hace que tienes la mansión? -formula.
Le bajo
el volumen a la música para poder responderle.
-Desde
que tenía veintiún años.
-¿Tan
joven?
Sonrío.
-Heredé
la mansión de mi tío Carmichael.
-¿Falleció?
Al
instante, mi rostro se endurece.
-Sí.
-¿Cuántos
años tienes, Jesse?
-Veintisiete.
Ava suspira.
-¿Por
qué no quieres decirme tu edad?
-Porque
temo que creas que soy demasiado viejo para ti y salgas huyendo de mi vida.
-Vale,
pero… ¿Cuántas veces voy a tener que preguntártelo hasta que lleguemos a tu
verdadera edad?
-Muchas.
-Yo
tengo veintiséis.
-Ya lo
sé -la miro.
-¿Cómo
lo sabes?
-Por tu
carnet de conducir.
-¿Además
del teléfono también has cotilleado en mi bolso?
Me
encojo de hombros tratando de parecer indiferente, cuando es todo lo contrario.
No quiero que me deje por algo como mi edad.
-¿Es
que crees que eres demasiado mayor para mí?
-No, en
absoluto, el único conflicto que tengo es que sea un problema para ti.
-No me
supone ningún problema.
“Coño,
entonces ¿para qué me lo pregunta tanto?”, pienso.
-Entonces
deja de preguntármelo
-¿Y tus
padres?
Mierda,
este es el día de las preguntas, pero tiene derecho a hacerlas.
-No
tenemos relación -le comento con indiferencia.
Llegamos
a la Mansión y pulso el botón del salpicadero. Se abren las puertas y cuando
llegamos está John, el grandulón va saliendo de su Range Rover. Veo que saluda
a Ava con la cabeza y se dirige a mí.
-¿Cómo
va, John? -le pregunto, tomando de la mano a Ava para entrar a la mansión y
saludando a mi amigo con un apretón de manos.
-Todo
bien. -Nos deja pasar y nos sigue, nos dirigimos al restaurante. Miro a Ava y
le pregunto:
-¿Qué
quieres comer?
-Cualquier
cosa -me responde tensa. Debido a ello suavizo mi tono de voz.
-Pero
¿qué te apetece?
-Salmón
Ahumado.
-¿Un
Sándwich?
Asiente,
confirmándomelo.
-¿Y un
café?
-Por
favor.
-¿Cómo
sueles tomarlo?
-Capuchino,
con doble de café, sin chocolate ni azúcar.
-Desayunamos
en mi despacho -expreso.
-Como quieras.
Así me
gusta, que acepte lo que le digo y que no me contradiga, menos que articule una sola palabra, contrariándome.
-¿Me lo
estabas preguntando, Jesse?
-No,
más bien era una afirmación. John, dame 20 minutos. Pete ¿has tomado nota?
-Sí,
señor.
-Bien.
Sírvele a Ava el desayuno en mi despacho. -La cojo de la mano y la llevo casi a
rastras. Al llegar a mi oficina cierro rápidamente, le jalo el bolso y la
empotro a la puerta, le levanto con desespero el vestido. Mierda, enloquezco
cuando estoy cerca de ella.
-Sabía
que no era buena idea traerte aquí -Hundo mi cara en su cuello-. No voy a
trabajar -añado mientras la acaricio por todos lados. Me faltan manos para
hacerlo. Llego a sus senos y los amaso sin delicadeza.
-Si
quieres me voy -me dice como si fuera una opción. La embisto con más fuerza, la
empujo y la beso con mucha ansiedad. Es tanta la que poseo que a veces siento
deseos de violarla, literalmente, porque jamás le haría algo en contra de su
voluntad.
-Esa puta
boca -gimo, dándole lametones en su boca.- No vas a ir a ninguna parte -Le
muerdo el labio inferior-. Nunca. ¿Estás mojada?
-Sí
-dice jadeando, tratando de quitarme la franela. Me desabrocho la cremallera de
mi pantalón, aparto su braga a un lado, le levanto una pierna, me acomodo para
poder moverme a mis anchas y me hundo en ella hasta su infinito sin darle
tiempo a nada, empotrándola más a la puerta al tiempo que bramo como un toro y Ava
grita.
-No
grites -le ordeno, penetrándola con todo el ímpetu del que soy capaz de
hacerlo-. ¿Lo sientes Ava? -le hablo con mis dientes apretados cuando ella no
dice nada-. ¡Contesta la pregunta! -le grito.
-Sí, lo
siento.
Le doy
con tal fuerza que pareciera que la quiero traspasar. Es tal la locura que me
hace sentir, la pasión, el deseo irrefrenable… Mierda, siento como me envuelve
la polla, siento que alcanzo el cielo.
-¿Te
gusta?
-¡Joder,
sí!
La beso
para acallar su inesperado grito.
-Te he
dicho que no grites -Le muerdo fuerte el labio, ella logra enloquecerme cuando
también entra en caída libre. Está delirante, jadeante, ida, es demasiado
receptiva, me fascina esta bella mujer que cae un orgasmo muy intenso, lanzando
un fuerte alarido que yo atrapo en mi boca mientras continuo con mis
movimientos, balanceando mi cadera para luego explotar en otro orgasmo
alucinante. Joder, joder y joder, ha sido demasiado bueno.
-Creo
que voy a traerte al trabajo todos los días. -Suspiro y voy saliendo de ella,
la dejo resbalar suavemente-. ¿Estás bien?
-No me
sueltes aún -me pide.
Me río,
la tomo por la cintura y la enderezo. Soplo su cabello para despejarle la cara,
la miro, la beso, la levanto y la llevo hasta el sofá. Luego de ello, me guardo
mi polla en el pantalón y me abrocho la cremallera. Me siento a su lado y paso
mi brazo por encima de su hombro, abrazándola.
-He
pensado que podrías acercarte a la nueva ala y empezar a esbozar algunas ideas
-Ava me mira.
-¿De
verdad quieres que me encargue del diseño? -habla con duda.
-Pues,
claro que sí.
-Creía
que solo me querías por mi cuerpo.
Le
pellizco un pezón, no debió decir eso.
-Te
quiero por muchas cosas, además de tu cuerpo, señorita.
-Es
domingo, Jesse, y yo no trabajo los domingos. Y, además, no tengo aquí mi
equipo de trabajo.
La miro
ceñudo y la siento sobre mí.
-¿Papel
y lápiz? -Le muerdo la oreja juguetonamente-. Créeme, podemos proporcionártelo,
pero te lo descontaré de tus honorarios -Veo que Ava se pone seria cuando
tocan a la puerta-. ¡Adelante! -Es Pete, quien trae la bandeja con comida-.
Gracias Pete -le digo sin dejar de mirar a Ava.
-Señor,
señorita.
-¿Me
das unas hojas de papel? -De repente, advierto que coge la bandeja y se cuelga
su bolso. ¿Qué está haciendo?-. ¿Ava,
no vas a desayunar?
-Me lo
tomaré arriba si no te importa.
-Ah, de
acuerdo. -Busco en mi escritorio lo necesario para que dibuje y le doy lo que
necesita. Ava pone todo debajo de la bandeja y camina hacia la puerta-. Oye, ¿no
se te olvida algo? -La miro fieramente. Estoy que muerdo. ¡Diablos, por qué lo
hace! Me choca que me trate con tanta indiferencia.
-¿Qué?
-Mueve
ese culo hasta aquí -se lo digo también con la cabeza. Se pone enfrente de mí-.
Dame un beso -exijo cuando la veo ponerse de puntillas. Me quedo quieto-. Bésame
de verdad, Ava -. Ante mi clara exigencia, descarga las cosas, se me acerca y
de una vez la beso como si se fuera a acabar el mundo, agachándome para
compensar su estatura-. Mucho mejor -le hablo pegado a sus labios-. No me niegues
nunca lo que te pido -la suelto-. Ahora vete -y se lo hago saber, señalándole la
puerta con la cabeza. John ya la está esperando tal como le dije. No puedo
dejarla sola por ahí cuando Ava le dice:
-Conozco
el camino, John. Gracias.
“Tranquila
mujer, el grandulón no se deja amedrentar por nadie.”
Pasan
varias horas y estoy colmado de trabajo. Tuve que atender nuevos clientes y
hablar “ciertas cosas” que no podría hacer con Ava delante de ellos. No, no sería una buena opción y
menos el caso de un cabrón que se le fue la mano de nuevo. Esta es la segunda vez,
pero ya está fuera. No es aceptable que golpeen a nadie como si fueran
animales.
Me
siento incómodo lejos de ella, ya es mucho tiempo. Voy a ver que ha hecho, sé
que va a ser algo espectacular, me siento orgulloso de Ava, es tan joven, pero está
bien preparada profesionalmente, es inteligente y su gusto es exquisito. Me
encantaría que fuera mi diseñadora personal. ¿Por qué? Porque no quiero que
trabaje con más nadie que conmigo. Buena
idea, “mi diseñadora personal”, suena bien. Sí señor, tengo que ver como lo
consigo.
Me
dirijo a la habitación, en el camino me encuentro con algunos clientes, sobre
todo mujeres. ¿Por qué cuando me ven todas se acomodan las tetas? Como si fuera
lo que yo viera siempre. Les sonrío por diplomacia. Mierda, tengo que sacar a
Ava de aquí, está llegando mucha gente y tengo que buscar el momento de hablar
con ella sobre lo que ocurre en el hotel. Coño, me asusta que llegue ese
momento.
Camino
rápidamente y encuentro a Sarah hablando con Ava. Ojalá no meta la pata. Al
verme, se acerca a mí toda coqueta. ¿Pero qué hace? ¿Qué le pasa?
-¿Todo
bien?
-Sí,
cariño. Ava y yo solo estábamos hablando sobre las habitaciones nuevas, tiene
unas ideas fantásticas -me lo dice como si yo no lo supiera.
-Es muy
buena -le digo todo orgulloso.
-Sí,
tiene mucho talento. Los dejo. -Sara se me acerca de nuevo y me da un beso en
la mejilla. Me tenso al segundo-. Ava, ha sido un placer verte otra vez.
-Lo
mismo digo, Sarah -responde, ¿tensa?
-A ver,
señorita, ¿qué has hecho? -Me siento en el piso a su lado y le cojo el block-. ¡Vaya!
Me encanta esa cama.
-A mí
también -manifiesta en un tono seco y molesto. ¿Y ahora? ¿Qué se me escapa?
-¿Qué
es todo esto? -Le señalo el dosel.
-Es un
diseño reticular. Todas las vigas de madera se superponen y crean ese efecto.
-¿Y se
puede colgar cosas de él? -pregunto curioso.
-Sí,
como telas o luces.
Me
encanta, es lujoso, bello, sensual. ¡Vaya, captó el punto sin saber nada!
-¿En qué
colores habías pensado?
-Negro
y dorado.
-Me
encanta. -Paso mi mano por el dibujo-. ¿Cuándo podemos empezar?
-Esto
es solo un boceto. Tengo que considerar varias ideas, hacer dibujos a escala,
planes de iluminación y esas cosas -me mira y añade-: ¿Te importaría llevarme a
casa? -le devuelvo la mirada muy preocupado. Joder, ¿qué pasa ahora? Está muy
seria.
-¿Estás
bien?
-Sí, es
que tengo que preparar unas cosas para mañana.
-¿No
has dicho que no trabajas los fines de semana?
-No es
trabajo, propiamente dicho.
-Ah. -Diablos,
las mujeres son tan extrañas. ¿Qué pasará ahora?-. Está bien. -Me levanto y le
devuelvo el block.
-Pero…
¿Estás segura? ¿Estás bien?
-Estoy
bien, Jesse. ¿Por qué no iba a estarlo?
La
contemplo pensativo. Cómo quisiera poder leerle la mente.
-Vamos,
entonces. -Le cojo su bolso, la mano y jalo de ella.
-La
bandeja.
-No te
preocupes por eso. Ya la recogerá Pete.
Ya estamos
en el vestíbulo y estoy sumamente nervioso. Por Dios, tengo que sacarla cuanto
antes de aquí.
-Espérame
aquí, voy por las llaves y el móvil bueno? No, mejor ve hacia el coche, está
abierto. -La dejo y salgo corriendo. Tengo que apurarme, no quiero tentar
al diablo porque cada vez confirmo más dentro de mí que tengo que hablar con
Ava. Ella debe saber. Sí, debe estar al tanto de todo.
Cuando
voy saliendo vuelve a acercárseme Sarah.
-Vale
cariño, luego nos vemos, y me da otro beso en la mejilla. Sarah está muy babosa,
qué se traerá entre manos. Miro a Ava de reojo, quien aún está donde la dejé. Mierda,
está cabreada, sé que no le gusta esta confianza con Sarah, pero me hago el
loco.
-Espero
volver a verte -le dice Sarah a la distancia.
Si será hipócrita. Esa mujer algo se trae entre manos.
Mi
cabeza da vueltas, solo pienso en cómo se lo voy a decir, tengo que hablar con
mis amigos, pedirles consejos… Mierda, esto me puede explotar en la cara.
Ya de
regreso, le entrego el resto de las cosas a Ava. Luego, entro al carro y
arranco como si me estuvieran persiguiendo. Pongo algo de música, Creep de
Radioheand.
Llegamos
a la casa de Kate y Ava me da un beso simplón, casi casto, dejándome bastante
confundido por su reacción.
-Te llamaré
-dice con indiferencia.
Algo
sucede, lo sé. Mientras medito en eso
también pienso en cómo decirle todo lo que ocurre dentro de la mansión porque acabo
de darme cuenta de que no tenía una vida. Simplemente estaba medio muerto. Y
ahora la tengo, pero con ella. Sí, y no voy a perderla esta vez, no por culpa
de mi pasado.
CONTINUARÁ…
**Fanny
Rebellón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario