viernes, 26 de agosto de 2016

Loco Amor (Obsesión) / Capítulo 2




Loco Amor (Obsesión)
Fanfic trilogía “Mi Hombre”
Historia original de Jodi Ellen Malpas. 
                                           

CAPITULO 2


“¡Te quiero!”

Palabras tan cortas, pero tan significativas, las cuales salen desde el fondo de mi corazón y por primera vez en mi vida gracias a este amor que es intenso, loco, desesperado… La verdad, me encanta sentirlo, me encanta expresarlo.

-No, Jesse.

-Ava, mírame -le hablo con algo de brusquedad para que me entienda-, llevo todo el tiempo diciéndote lo que siento.

-No, no lo has hecho. Me robabas el móvil e intentabas controlarme -me responde Ava cuando yo continúo con mis movimientos.

-Ava, nunca antes me he sentido así -Salgo y vuelvo a hundirme lentamente en ella hasta lo más profundo cuando Ava gime-. Llevo toda la vida rodeado de mujeres desnudas que no se respetan a sí mismas. -Tomo sus muñecas y las sitúo a los lados de su cabeza, la embisto.

-¡Jesse!
-Tú no eres como ellas. -Y la vuelvo a embestir.

-¡Ay Dios!

Salgo y entro. Joder, me encanta esta mujer, mi mujer.

-¡Jesús! -Respiro-. Eres mía y solo mía, nena. Solo para mis ojos, solo para mis caricias y solo para mi placer. Solo mía. ¿Me has entendido?

-¿Y que hay de ti? ¿Tú también eres solo mío? -me pregunta saliendo a mi encuentro con su cadera.

- Solo tuyo -reafirmo-. Dime que me quieres.

-¡¿Qué?! -chilla.

-Ya me has oído -le hablo en voz baja-. No hagas que te folle hasta que lo digas, cielo -Ava guarda silencio, lo está pensando-. Ava, contéstame -Y la penetro balanceándome-. No te lo guardes para ti -Sigo rotando mi cadera, sé que le encanta que haga esto y para mí es un placer complacerla.

-¿Cómo lo has sabido? -Ava ya no va a aguantar mucho, está muy excitada.

-Maldita sea, Ava, mírame -La embisto y ella abre sus ojos-. ¡Te quiero! -le grito, retirándome lentamente y luego la embisto duro.

-¡Yo también te quiero! -grita Ava por fin. Me detengo y la tomo por sus muñecas de nuevo y se las pongo al lado de su cabeza.

-Te quiero tanto, joder. No pensé que fuera posible -Le sonrío-. Ahora vamos a hacer el amor -Comienzo un beso lento, derramando mi amor por ella porque hacer el amor con Ava es algo de otro mundo, es mi mitad. La mitad que me faltaba, me complementa y siento la más absoluta felicidad por la oportunidad que me está dando.

Ahora me balanceo y entro y salgo muy lento, balanceándome con mi cadera, sintiendo cómo me aprieta. Es muy calida, receptiva, sensible y muy apasionada. La amo, es mi vida-. Juntos.

-Sí - lo reafirma jadeando.

-Cielos, Ava -La miro a los ojos, quiero ver lo que siente paso a paso cuando se arquea y explota en un orgasmo muy intenso. Grita de placer, me encanta, por un momento cierra los ojos-. ¡No! ¡Ábrelos! ¡Quiero verlos! ¡Los ojos! -le digo y ella los abre. Me tenso y es el turno de mi orgasmo. Mmm… Lo disfruto, me quedo quieto, me esta exprimiendo hasta la última gota. Ava se mueve, yo continuo reclamándola como mía. Dios, la deseo mucho. ¡Nunca quise nada más después de todas estas mujeres, después de todos estos años nada funcionó para mi satisfacción. No puedo conformarme con algo inferior después que he probado sus mieles, su calidez. Me he vuelto su amante, la he reclamado como mía porque ¡ella es MIA! Es mi mujer.

-Te quiero -me dice Ava. La beso

-Ya lo sé, nena.

-¿Cómo lo sabes? -De verdad, no lo recuerda.

-Me lo dijiste cuando estabas borracha -sonrío-, después de que te enseñara a bailar. -Veo que intenta hacer memoria.
-No me acuerdo.
-Ya lo sé. -Suspiro-. Fue de lo más frustrante.

-Lo has sabido siempre.

-Estabas borracha. Quería oírtelo decir estando sobria. Cuando las mujeres se emborrachan siempre me confiesan amor eterno.

-¿De verdad? -Sonrío porque esto es verdad. Creo que todas las mujeres con las que he estado en mi vida me han dicho que me aman, por eso quería que mi Ava me lo dijera en su sano juicio.

-Pues sí -La miro-. No estaba seguro de que aún me querías después de… -me callo por un momento-. En fin, después de mi pequeño ataque de nervios.

-Te quiero -me repite Ava y me abraza más a hacia su cuerpo.

-¿Cuántos años tienes, Jesse?

Mierda, ¿otra vez? ¿Cuál es su problema con la edad?

-No me acuerdo.

-Estábamos en 33 -me dice y yo le sonrío.

-Deberíamos empezar otra vez.

-¡No! -Toma mi cara y refriega su nariz por mi cuello-. Íbamos por 33.

-Mientes fatal, nena -Acaricio nuestras narices.
-Me gusta este juego, creo que deberíamos empezar otra vez. Tengo 18 años.

-¡18! No juegues conmigo, Ava.

-¿Por qué no me dices cuántos años tienes y punto? -me lo dice algo molesta, la curiosidad la está matando.

-31.
Se revuelve debajo de mí.

-¿Cuántos años tienes?

-Te lo acabo de decir. 31.
Me mira con cara de brava. Solo es un número.

-Okay, pero si me preguntas cualquier cosa en el futuro no te contestaré o, al menos, no te diré la verdad -me amenaza. ¡Joder! Ya no sonrío.

-Ya sé todo lo que necesito sobre ti. Sé lo que sientes y nada de lo que me digas me hará sentir de otro modo. Ojalá tú sintieras lo mismo.

-Dijiste que saldría corriendo cuando lo supiera, pero no voy a ir a ninguna parte.

-Claro que no, Ava, has visto lo peor de mí y no has salido corriendo. Bueno saliste huyendo, pero luego volviste -Le beso la frente-.  ¿De verdad crees que me preocupa mi edad?

-Entonces ¿por qué no me lo dices? -me pregunta enfadada.

-Porque me gusta este juego. -Paso mi nariz por su cuello.

-Pues a mí no -Y Ava  hace lo mismo, olfatea mi cuello mientras acaricia mi espalda. Estamos abrazados y en total silencio, acariciándonos, oliendo nuestros aromas. Amo estos momentos, y sin más comienzo a temblar. Ava se preocupa, son los efectos de mi borrachera. Me lo merezco, coño, soy un bruto en muchas ocasiones, pero eso de beber por casi cinco días,  ¡ufff es el colmo! Es un milagro que esté vivo, pues estuve casi dos días desmayado.

-¿Estás bien? -La abrazo. Ava es mi cura, ella es mi vida.

-Sí. ¿Qué hora es? -Se revuelve debajo de mÍ, quiere levantarse. Joder yo no quiero que lo haga.

-Iré a ver.

-No, estoy muy a gusto -me quejo-, y tampoco es tan tarde.

-Tardo dos segundos.

Mierda, me muevo un poco y la dejo ir, me recuesto sobre mi espalda. Ava vuelve con su teléfono, está desnuda al igual que lo estoy yo. ¡Mi madre! De verdad que es un placer verla desnuda, está buenísima, preciosa, bella.

-Tengo varias llamadas tuyas.

La miro molesto.

-No podía localizarte. Pensé que te habías marchado. Tuve 100 infartos en 10 minutos, Ava. ¿Qué hacías en el otro dormitorio? -La miro mucho más molesto.

-No sabía en qué punto estábamos.

-¿Eso qué significa? -pregunto escéptico.

-Jesse, la última vez que te vi eras un extraño que me dijo que yo era una calientabraguetas y que te había causado un daño indescriptible. Perdóname por no tenerlas todas conmigo.

Mierda, la verdad es que la cagué en forma. Yo y mi bocota, no debí decirle eso.

-Lo siento. No lo decía de verdad.
-Ya. -Suspira.

-Ven -Le doy palmaditas a mi lado de la cama, ella sube y se acuesta a mi lado, estamos de costado, mirándonos a la cara, usando el antebrazo a modo de almohada-. No volverás a ver a ese hombre -Coño, si el tal Matt se le acerca le hago le hago una cirugía gratis en su cara porque le voy a dar hasta por debajo de la lengua.

-¿No volverás a beber nunca? -me pregunta un poco nerviosa.

-No. -Comienzo a acariciarla con mi dedo índice mientras ella se estremece.

-¿Nunca?

Me detengo en mis caricias.

-Nunca, Ava, porque lo único que necesito es a ti y que tú me necesites a mí. Nada más que eso. -Ava frunce su ceño.

-Ya hiciste que te necesitara y luego me destruiste -lo dice con mucha tranquilidad. Tranquilidad que sé que no siente. Me acerco más a ella, nuestras narices se rozan y le digo:

-Nunca te haré daño.

-Eso lo dijiste antes.

Sí, recuerdo que se lo dije, pero quien iba a saber que todo se saldría del carril. Nadie.

-Ava, la idea de verte sufrir, emocional o físicamente, me resulta insoportable. No tengo palabras. Me vuelvo loco solo de pensarlo, me dan ganas de clavarme un cuchillo en el corazón por lo que te he hecho.

-Eso es demasiado, ¿no crees? -me dice asombrada. Por mi parte, ya estoy cabreado.

-Es la verdad, igual lo es el ponerme violento solo de imaginar que otro hombre te desea -Sacudo mi cabeza. Joder, me provoca matar y comer del muerto. Y lo digo completamente en serio.

-No puedes controlarlo todo.

-En lo que a ti respecta, haré todo lo posible. Ya te lo he dicho, te he estado esperando demasiado tiempo. Eres mi pequeño pedacito de cielo. Nada te apartará de mi lado -La beso frenéticamente-. Mientras te tenga a ti, tendré un propósito y una razón de ser. Por eso no voy a beber, y por eso haré todo cuanto esté en mi mano para mantenerte a salvo. ¿Lo entiendes?

Se queda en silencio y me acaricia, llegando a mi cicatriz.

-¿Cómo te la hiciste?

Le miro la mano.

-Estás preguntona esta mañana.

-Sí -admite.

-Ya te lo dije. No me gusta hablar del tema.

-Eres tú el que se guarda cosas.

¡Mierda!  Ava no entiende que no quiero hablar de mi maldito pasado. Me acuesto sobre mi espalda y me tapo la cara con mi brazo, pero Ava está decidida y se monta a horcajadas sobre mí.

-¿Cómo te hiciste la cicatriz?

-Porque es mi pasado, Ava, y revolcarse en el fango no es la mejor manera de limpiarse. No quiero que nada afecte mi futuro.

-No lo hará, no importa lo que me cuentes, te seguiré queriendo. ¿Es que no lo entiendes? -me dice y yo sonrío satisfecho.

-Lo sé, ya me lo dijiste cuando no sentías las piernas.

-Entonces ¿por qué no me lo cuentas?

Coloco mis manos entre sus piernas.

-Si no va a cambiar lo que sientes por mí no tiene sentido llenar tu linda cabecita de feos pensamientos. ¿No crees?

-Cuando me pidas que te cuente algo, no pienso hacerlo -me dice molesta.

-Eso ya lo has dicho -Y es lo que ella cree. Ya me la ingeniaré para sacarle las cosas. Me siento y la beso. Automáticamente, Ava me abraza.

-¿Descubriste por qué las puertas de hierro y principal de la mansión estaban abiertas?

¿Qué? Joder, ¿qué dice? ¿Que alguien la abrió para que ella entrara?

-Cuando fui el domingo a la mansión, las puertas se accionaron sin llamar al portero automático, y la puerta principal estaba entreabierta.

-Ah, por lo visto las puertas se estropearon. Sarah ya lo ha arreglado. -la beso.

-Que oportuno. ¿Y la puerta principal también estará averiada?

-La ironía no te pega, señorita. -Mierda, tengo que investigar, pero no le voy a dar importancia a lo que sí lo tiene, no delante de ella porque… ¿Quién coño se atrevió?-.Bueno, ¿qué te apetece hacer hoy? -le pregunto.
-Pues, hay algo que debo hacer.
Y suena mi móvil. ¡Diablos!

-Por Dios -Suelto a Ava, la dejo en la cama, respondo mientras voy caminando hacia fuera-. ¿John? -Joder no puedo tener un día tranquilo.

-Jesse , llamaron, tienes que ir a las entrevistas.
-Mierda, sí, ya voy saliendo, amigo. Debo ir a la Mansión -le aviso a Ava y me dirijo al baño. ¡Diablos!

-¿Va todo bien?

-Todo ira bien. Vístete.

-Jesse.
La beso.

-¿Ava?

-De verdad, no quiero ir.

Lo sabía, lo presentía.

-¿Puedo preguntar por que?

-¿No puedes darme un tiempo para que me acostumbre? -me pregunta nerviosa. Ava tiene razón, todo debe ser gradual. Suspiro y le paso mi brazo por sus hombros y la pego a mi pecho.

-Lo entiendo -Le beso la sien, tengo que ceder, no me queda de otra-. ¿No lo vas a evitar toda la vida ¿verdad? Sigo queriendo esos diseños para mis nuevas habitaciones.

-No. Además, tendré que ir a supervisar las obras cuando hayamos terminado con los diseños.

-Bien.

-¿Qué ocurre en la mansión?

La suelto y la ayudo a lavarse el pelo con mi shampoo. Nota mental: comprar shampoo y acondicionador para mi Ava.

-La policía apareció anoche -le cuento como si no me importara.

-¿Por qué?
-Algún idiota que quería gastarnos una broma. La policía llamó a John esta mañana para concertar un par de entrevistas. No pueden acusarme de nada. -Le doy media vuelta y la pongo bajo la ducha para aclararle el pelo-. Lo siento -le digo pues no quería dejarla sola.

-No, para nada. Kate estaba en la mansión anoche -me dice preocupada.

-Lo sé -La miro levantando mi ceja-, fue toda una sorpresa.

-¿Estaba bien?

-Sí -Beso su nariz y le doy una nalgada-. Ahora fuera de aquí. Termino de ducharme, salgo rápidamente y me visto-. Me voy -Le doy besos cortos por toda su cara -, ponte encaje para cuando venga. -Le guiño un ojo y salgo.

Voy a toda velocidad, tengo que buscar salir de esto lo más rápido posible.

Llego a la mansión, el grandulón me espera en la entrada y mas atrás veo a los dos abogados. Los saludo, los veo muy relajados y sonrientes.

-Jesse, no te preocupes, esto no es nada, no tienen bases para culparte de nada, tienes todo en regla así que tranquilo.

-Lo sé, pero es muy molesto y también me cuesta dinero.
-Jajajaja -Se ríen como hienas, les vino como anillo al dedo para así quitarme una buena tajada. ¡Mierda! Y sin necesidad.

-Mínimo quiero demandar al cabrón que me acusó.

-Escríbelo, Jesse.

Sarah me llama haciéndome señas.

-Dime, Sarah.

-¿Cómo te sientes?

-Bien, muy bien ¿Por qué lo preguntas?

-Jesse, sé el problema que tuviste, pero no me dijiste nada.

-Sarah, no tengo por qué decírtelo, ese es mi problema. Disculpa. Por cierto, hay que investigar quien coño abrió los portones. Ava entró libremente y pasó lo que pasó, si descubres quien fue me avisas, voy a partirle el alma al maldito que me haya hecho esto -Miro a Sarah y esta pálida-. ¿Estás bien Sarah?

-Eh… Sí, claro que sí, solo es un aviso de resfrío, gracias.

-Cuídate, por favor. Bueno, me voy con los abogados, luego hablamos.

-Okay. Claro que sí.

Sarah  está extraña.

Paso toda la mañana con los abogados y ya sé quien fue el cabrón que quiso joderme. El marido de Coral. Se está vengando. Coño, yo no le quité a su mujer, solo me la follé unas veces y más nada, no hubo compromiso ni promesas. Además, él vino con ella. Él mismo pidió el trío, ahora si ella se hizo ilusiones lo siento por ella y, la verdad, me importa una mierda porque es mi pasado, pero ya veré como me las cobro. Sería mejor que no se me ponga al frente, va a tener que mandarse a hacer dentadura nueva.

Por fin salgo con los abogados de este malentendido, les doy las gracias, aún tengo que pasar por la mansión. Cuando llego solo están afuera los vigilantes, voy directo a la oficina y llamo por el móvil a John, espero que venga a mi oficina.

-Amigo, ¿qué pasó?

-Nada, ya se cerró el caso y tengo la opción de demandar. Tengo todo a mi favor, fue mala intención.

-Me alegro, Jesse, y qué vamos a hacer si se aparece.

-Coño, no lo dejan entrar y me avisas inmediatamente. Tengo que vérmelas con el,  quiso joderme en varias ocasiones, pero la que no le perdono fue toda la mierda que me lanzó delante de Ava.

-Pero… ¿Por qué la venganza?
-Algún problema con su esposa.

-Jajajajaja. Ya sé, te quiere a ti ¿no?

-Eso dice, y la verdad no me interesa. Ellos me buscaron, al hombre le gusta ver a su mujer con otro, pero jamás se imaginó que todo iba a ser diferente.  Por mi lado fue solo sexo, yo nunca prometí nada; y me imagino por el ataque del cabrón que es porque está mal con Coral.

-Bueno, estaré pendiente y les avisaré a los vigilantes. No creo que se arriesgue ahora y menos cuando sepa el resultado de su falsa acusación, pero estaremos pendientes.

-Te lo agradezco, no quiero más escándalos. Y, amigo, me largo, tengo sola a Ava, no me gusta…

-Bien, nos hablamos.

Salgo a todo lo que da el auto, no soporto la ansiedad, muero por tenerla entre mis brazos de nuevo. Llego al Lusso y paso de largo, Clive quería decirme algo, pero no me detengo, entro y llamo a Ava.

-Ava, amor, ya llegué. ¿Dónde estás, nena? -Nada, solo escucho el más absoluto silencio. Corro a la habitación. ¡Joder, no está! Corro por todo el apartamento. Se fue, se fue, ¡Dios! ¿Será que me dejó de nuevo? Corro a la habitación de huéspedes y miro si está su ropa. ¡Está! Sí, está, joder, pero… ¿Pero por qué se fue? Saco mi móvil y marco al suyo. Vamos, nena, contesta.

-Hola.

Me habla como si nada.

-¿Dónde coño estás? -Grito desesperado.

-Cálmate. Estoy con mi hermano.

-¿Qué me calme? ¡Vuelvo a casa y me encuentro con que has salido huyendo!

-¡Deja de gritarme, joder! ¿De verdad es necesario? No he salido huyendo. He ido a ver a mi hermano que ha vuelto de Australia -Ava se calma un poco. Mierda, pero yo no-. Iba a quedar con el ayer, pero me entretuvieron en otra parte.

-Disculpa las molestias -menciono molesto.

-¿Perdona?

-¿Cuánto vas a tardar?

-Le he dicho que pasaría el día con el.

-¡Todo el día! -grito furioso-. ¿Por qué no me lo has contado?

-Tu móvil me interrumpió y estabas muy ocupado con los problemas de la mansión. Mierda, me tapo la boca, pero juro que me va a dar un infarto, casi no puedo respirar. Joder, joder, tengo que calmarme.

-¿Dónde estás? -Hago como que me he tranquilizado.

-En una cafetería.

-¿Dónde?

-Eso no importa. Volveré a tu casa cuando termine.

¡Mierda! No quiere decirme donde está, sabe que iría de inmediato a buscarla. ¡Ya me conoce!

-Vuelve a mí, Ava.

-Lo haré.

Nos quedamos en silencio. Joder, tengo que calmarme, esta mujer me va a matar de una rabieta.

-¿Ava?

-Sigo aquí.

-¡Te quiero!

-Lo sé, Jesse -Y cuelga. Me quedo mirando el celular como todo un imbécil.

Puta vida la mía. Camino de un lado hacia otro como un loco. ¿Pero qué me pasa? ¿Por qué este desespero? Ella volvió conmigo, Ava esta conmigo. No… no me calmo. Me tiro al piso cuan largo es mi cuerpo y trato de relajarme. Por Dios, este amor, si me descuido me va a enterrar antes de disfrutarlo. Coño, si por mi fuera la amarraba a la cama.

Me levanto  y decido irme a correr, tengo que quemar esta puta ansiedad.



Corro dando tres vueltas a los parques reales, trato de sacarme de la cabeza a Ava, y ya de regreso, al entrar al apartamento, la llamo. ¡Nada! ¿Qué voy a hacer? ¿Qué tanto hace con el hermano?

Tomo agua y subo al baño, me quito los zapatos y la franela, me siento en el piso del baño, la ducha está encima de mí, la dejé abierta. Esto es demasiado, debo aprender a canalizar este sentimiento, esta ansia de tenerla siempre cerca de mí. Sé que no es lógico, pero no puedo evitarlo. Mierda, es cierto lo que dicen por ahí: “El amor duele”. Demasiado diría yo. Es algo feroz porque Ava pasó a ser lo más importante en mi vida. No...ella es mi vida.

Siento sus pasos, ya llegó. Levanto la cabeza y allí está. ¡Qué gran paz siento! Le doy una media sonrisa, está preocupada, se mete conmigo, pero antes solo se quita sus zapatos. Se mete con todo y ropa, se coloca en mi regazo y me abraza con piernas y brazos. ¡Esto es una maravilla! Hundo mi cabeza en su cuello.
-¡Te quiero!

-Lo sé. ¿Cuántas vueltas has dado?

-Tres.

-Eso es demasiado -me regaña.

-Me puse fatal cuando vi que no estabas.

-Ya me he dado cuenta -Sarcasmo puro. Llevo mis manos a su cadera, el sitio de sus cosquillas y da un salto.

-Deberías habérmelo dicho -le digo aún sentido.

-Iba a volver luego. No puedo estar siempre pegada a ti.

Doy un largo suspiro y me hundo más en su cuello.

-Ojalá lo estuvieras -Hmmm, le huelo el aliento-. Has bebido -Ava se revuelve-.

-¿Has comido?

-No tengo hambre.

-Tienes que comer, Jesse -me dice algo molesta-. Te prepararé algo.

-Luego. Estoy a gusto.

-Odio esa canción -comenta luego de un largo momento abrazados.

-A mí me encanta. Me recuerda a ti.

-A mí me recuerda a un hombre que no me gusta. No quiero volver a escucharla.

-Lo siento -Muerdo su cuello y luego paso mi lengua por su mandíbula-. Me duele el culo.

-Estoy muy a gusto -me dice repitiendo lo dicho por mí, y vuelvo a hacerle cosquillas, ella grita.

-¡Para! Tienes que comer.

-Cierto, y yo quiero a mi Ava desnuda y en nuestra cama para darme un atracón-. Me levanto con ella aun en mis brazos, me tiene todavía abrazado con sus piernas y brazos-. Me apunto, pero mi hombre tiene que comer. Primero comida, luego mimos.



-Mimos ahora, comida luego. -Y dejo a Ava en el lavabo doble.

-Te voy a dar de comer y punto -me dice seria.

-¿Donde está la venda?

-Y punto. ¿Eh? -Comienzo a secarle el pelo con una toalla. Ava está temblando, pero claro si tiene el vestido pegado al cuerpo. La envuelvo en una toalla y la tiro con ella hacia mí. La beso… fuerte.

-Y punto. Se me empieza a pegar la forma de ser de mi hombre.

-Tu hombre quiere pegarse a ti. -Y pego mi entrepierna a sus muslos y sigo besándola.

-Por favor, come algo primero. -Me aparto algo tristón.
-Vale. Primero comida y luego mimos.

-¿Qué tal la mano? -La miro.

-No va mal. Fui bueno y la puse en un poco de hielo.

-¡Qué valiente!

Sonrío y rozo mi nariz con la de ella, me encantan mis besos de esquimal, y luego le beso la frente.

-Vamos. Necesitas ropa seca -me dice, pero yo quiero cargarla.

-¡Oye! La mano. No se te va a curar nunca si sigues llevándome en brazos a todas partes -Se pone en pie y procede a quitarse el vestido, bajando primero la cremallera para sacárselo por la cabeza. Y sin aviso, la subo a mi hombro y la saco del baño.

-Me gusta llevarte en brazos -La tiro en la cama-. ¿Dónde están tus cosas?

-En la habitación de invitados -Pongo cara de pocos amigos y salgo a buscar sus cosas. No le digo que sabía que su ropa estaba allí. Tomo todo como puedo, tratando de no utilizar mi mano maltrecha y tiro todo sobre la cama.

-Ya está -Veo que saca unas bragas y una sudadera que parece mía por el tamaño. Pero le quito las bragas y me pongo a rebuscar entre sus cosas-. Solo encaje -Se las paso-. Siempre encaje -Se viste y yo hago lo mismo, siento sus ojos sobre mí, sé que le gusta lo que ve, lo mismo me sucede a mí. Ava apaga la música y procede a prepararme algo de comer. Me encanta esta intimidad, el verla trajinando en la cocina, es tan….casero y amaría más verla con un vientre abultado, con mi hijo.¡Dios! Amaría eso. Mis recuerdos de mi familia solo me llenaron en mi niñez. Ya en mi juventud y, quizá, por culpa mía todo cambió y siempre he anhelado mi propio hogar, mi mujer, mis hijos. Y estoy dispuesto a hacerlo con Ava, solo espero que ella también lo esté. Y eso es algo que pronto voy a averiguar.

Amo a mi mujer con todo mi corazón y se lo demostraré todos los días de mi vida, me siento feliz en este momento, verla y tenerla a mi lado es lo único que me llena, ¡Mi Ava!

-¿Qué te apetece?

-Me da igual, lo mismo que vayas a tomar tú. -Me acerco por detrás y tomo mi tarro de mantequilla de cacahuate, la beso en el cuello.

-¡Deja eso! -Intenta arrebatarme el tarro, jajaja, misión imposible. Me alejo rápido de ella, le sonrío mientras llevo mi dedo embadurnado de mi segundo vicio a mi boca y lo voy sacando reluciente, parezco aspiradora cuando de mantequilla de cacahuate se trata-. ¡Eres como un crío!

-¿Soy como un crío porque me gusta la mantequilla de cacahuate? -le pregunto con el dedo en la boca.

-No, eres un crío por el modo en el que comes la mantequilla de cacahuate. Nadie con más de diez años debería meter los dedos en los tarros, y como no me dices tu edad, supongo que tienes más de diez años. -Me lanza una mirada de wacala mientras prepara la comida.

-No hables sin haberlo probado antes. -Tomo más mantequilla y le pongo mi dedo full en su cara. Ava mira mi dedo con asco.

-Paso.

Me encojo de hombros y sigo comiendo. Ella por su parte termina de hacer sus cosas en la cocina y se sienta cerca de mí.

-¿Lo estás disfrutando?

-Puedo comer mantequilla de cacahuate sin parar hasta que me duela la tripa.

-¿Te duele la tripa?

-No, aún no.

-¿Quieres parar ahora que no te duele y dejar espacio para la comida equilibrada que te estoy preparando? -Se ve que quiere reírse, pero yo estoy serio, solo la miro y enrosco la tapa del tarro de mi mantequilla.

-Nena, ¿me estas regañando?

-No, te estoy haciendo una pregunta.

La miro fijamente, me muerdo mi labio ¿Por qué es tan bonita? La quiero y la deseo ferozmente.



-Me gusta tu sudadera -se lo digo mientras la recorro con mis ojos, sus piernas, toda ella es preciosa. De verdad, estoy loco por esta mujer.

-Me gusta cómo te sienta el color negro.

-¿Ah, sí?

-Sí.

-Mañana es lunes -me dice alegremente.

-¿Y? -Me cruzo de brazos. ¿En qué diablos estará pensando?

-Nada, solo me preguntaba qué planes tenías.

La miro preocupado, mañana estaré sin ella, joder.

-¿Tú qué planes tienes?

-Ir a trabajar.

Coño, ¿cómo le hago para que esté conmigo?

-Ni se te ocurra, tengo reuniones importantes a las que debo acudir.

Mierda, adivinó mis verdaderas intenciones.

-¿Solo por un día? -le pregunto haciendo pucheros.

-No, seguro tienes que ponerte al día en la mansión.

Coño, sí, tengo nómina atrasada, debo firmar y hacer otras cosas. ¡Joder!

-Supongo que sí.

-Ah, Clive me ha dicho que antes vino una mujer.

Mi corazón pega un brinco, pero lo disimulo.

-¿Ah, sí? -Pongo cara de sorpresa.

-Dijo que estaba intentando subir al ático, que no le dijo su nombre y que tú no contestabas al teléfono cuando trató de llamarte. Era rubia, de mediana edad, pelo ondulado.

¡Mierda, la mujer del Danés! Dejo mi cara lisa, Ava tiene sus ojos clavados en mí. Joder, tengo que disimular, estas mujeres no me van a venir a joder la vida y menos ahora que ella volvió a mí. Ni loco que fuera, nunca me interesaron, solo fue sexo. Coño, ni que les hubiera pedido matrimonio. El pasado… es pasado.

-Hablare con él. ¿Está ya lista mi comida equilibrada?

-¿Quién era, Jesse?

-Ni idea. -Me levanto para que Ava olvide el tema. Saco los cubiertos para ayudarla.

-¿Seguro que no lo sabes? -dice mientras saca algo del horno.

-Ava, de verdad que no lo sé, pero te prometo que hablaré con Clive para ver si puedo averiguarlo. Ahora, da de comer a tu hombre.

Ava sirve la comida de ambos, pero sé que su cabecita va a cien por hora, ella no es boba, sé que sospecha que fue una mujer con la que tuve algo y quiero que se le salga eso de su mente. Seguro que piensa que le voy a jugar sucio .¡Ni loco le soy infiel! Tengo que hablar con Clive y pronto antes de que Ava lo ataque a preguntas, ¡uff!

Ava me pasa mi plato, que por cierto se ve delicioso, si así como se ve, sabe. Mmm…

En verdad, tengo hambre.

-Ñan, ñan… Mmm… Qué rico. ¿Qué tal lo has pasado con tu hermano?

-Bien. -Se sienta junto a mí.

-¿Solo bien? Oye, esto está muy bueno.

-Lo hemos pasado en grande. Fuimos al museo de Madame Tussand y cenamos en nuestro restaurante chino favorito.

-¿Al Madame Tussand?

-Sí, es lo que hacemos siempre.

Es bonito tener costumbres. Es lo que yo deseo. Sí, ansío tener solo hermosos recuerdos con Ava y nuestros futuros hijos.

-Pero… ¿Tu no habías cenando ya? -Miro de reojo su plato-. ¿Es que estás comiendo por dos? -Y la miro. ¡Ojala!

-¡No! -Tose, atragantándose.

-No te preocupes -Sigo degustando mi comida que está exquisita. Luego, termino y veo que Ava también lo hace y procede a recoger los platos. La veo acomodando todo en el lavavajillas, y para hacerlo se agacha, se le ve el comienzo del trasero. ¡Mi Dios bendito! Miren nada más esas piernas y ese culo, ¡joder! Está demasiado buena. Me dirijo hacia ella, pero no me ve, se voltea y tropieza contra mi pecho.

-¡Ay! -Me mira y baja su mirada, nota mi enorme tienda de campaña que tengo guardada en el pantalón.

-Quítate la sudadera -le ordeno con voz lasciva. Ava me mira a los ojos, sabe que no debe desobedecerme. Toma la parte baja de la sudadera y se la saca despacio por la cabeza, tirándola luego al suelo. Yo solo la miro centímetro a centímetro, sus senos túrgidos y hermosos, su piel parece porcelana, la miro con sus bragas de encaje y me detengo en su entrepierna. ¡Qué bárbara! ¡Hasta su sexo es bonito! Blanco, suave, aterciopelado.

-Eres de una belleza imposible y toda mía. -Hundo los dedos en el elástico de sus bragas y las bajo lentamente, como si fuera un regalo de navidad, doy el golpecito para que levante un pie y luego el otro, rodeo sus tobillos con mis manos. Qué suavidad, es increíble las sensaciones que tengo con solo verla, al tocarla casi no puedo respirar. ¿Será esto normal? Es un amor que pareciera que no me cabe en el pecho. Levanto mi cabeza y nuestras miradas se encuentran-. Creo que dejaré que te corras tu primero. Luego te partiré en dos. Ava jadea y traga saliva, ya está a tono conmigo. Con mi lengua le recorro las piernas, mis manos llegan a sus nalgas y así tiro de ella hacia mi boca que la espera impaciente. Ava gime y me toma por el pelo comenzando a trazar círculos con su cadera hacia mi boca.

-Mierda -gime extasiada.

-Esa boca -La regaño sin dejar su sexo y la pego más a mí. Pongo de nuevo mis manos en sus nalgas, bajo e introduzco un dedo en ella. Ava grita en éxtasis, me suelta el pelo, está delirante en el placer que le estoy brindando. Ya casi está lista-. Dime cuando, Ava -Meto otro dedo y empujo mi mano más adentro, quiero volverla loca de placer, pegarla más a mí, ser su necesidad. Doy con mi lengua sobre su sexo de forma rápida y estalla en un orgasmo increíble. Me encanta hacerla disfrutar con mis pericias, su placer es mi placer.

-¡Ya está! -grita Ava y empuja su cadera con más fuerza hacia mi boca, no le quito mis ojos de encima, es demasiado excitante verla sentir tanto placer, tanto que casi tengo yo mi orgasmo, solo con verla.

Ava queda temblando, se aferra a la encimera, bajo un poco el nivel de mi caricia, doy con más suavidad bebiendo su orgasmo, veo que se va tranquilizando por el suspiro hondo y satisfecho que da.

-Tú tampoco estás mal -dice, agachando su cabeza para mirarme.

-Lo sé -me jacto-. ¿Verdad que eres afortunada? -Me voy poniendo de pie, pero sigo lamiendo en mi trayecto hasta sus senos. Tomo un pezón y se lo mordisqueo con suavidad, paso mi brazo por su culo y la levanto, dejándola a la altura de mis ojos-. ¿Estás lista para que te follen como Dios manda, nena?

-Vuélvete loco. -Y se aferra a mis  hombros.

Le doy un beso feroz, posesivo, es una delicia besarla. La levanto y sin dejar de hacerlo me dirijo hacia mi próximo objetivo. “El Gimnasio”. Lo abro de una patada, la pongo en pie, pero sin dejar su  boca, muerdo su labio inferior y empiezo a caminar hacia delante empujándola a ella a hacerlo hacia atrás. Me detengo, beso su oreja.
-¿Te apetece hacer ejercicio? -le susurro.

-¿Qué tienes en mente? -me pregunta toda mimosa contra mi cuello mientras mordisqueo su oreja. Me aparto un momento para preparar lo que quiero hacer. Ava mira el gimnasio, preguntándose en que estaré pensando. Me bajo los pantalones y sale mi polla en saludo firme y en plena libertad. Jadea al verla y sigue su recorrido hacia mi pecho, se detiene comiéndome con la mirada, se palpa nuestro deseo, le gusta lo que ve, estamos en sintonía pues yo, prácticamente, babeo mirándola. Con la cabeza le señalo detrás, ella asombrada mira y luego voltea a mirarme a mí y vuelvo a señalarle mi objetivo.

Me acerco lentamente hacia ella, la tomo de la mano y la llevo hacia la máquina de remo. Me siento en el banco, mi polla queda en vertical, Ava jadea al entender mis intenciones. Tiro de ella quedando de pie, delante de mí. Con mi mano lastimada tomo su pierna y la guío para que quede a horcadas sobre mis caderas. Le acaricio sus piernas, llego a sus pechos y los tomo a ambos entre mis manos, masajeándolos. Hago un gesto de dolor, todavía duele un poco, pero sigo con mis caricias, nada ni nadie me va a detener.

-Mmm… -gime, echando su cabeza hacia atrás.

-Ava, me estás matando -Es fascinante verla, su rostro transformado con gestos de placer. Nada en ella es fingido, todo se refleja en sus gestos y al ver sus ojos aprecio como estos se dilatan-. Te quiero -le digo, deslizando mis manos por su cadera, tocando su parte más sensible, Ava da un respingo-. Me encanta cuando saltas cada vez que te toco aquí. -Dibujo círculos en su cadera-. Me encanta lo mojada que estás por mí, aquí - Deslizo un dedo dentro de ella, lo saco llevando su fluido conmigo y paso mi dedo por sus labios. Gime al instante-. Me encanta como sabes. Tomo mi dedo y lo meto en mi boca, lamiéndolo lentamente. La miro fijo, le tomo su mano y la acomodo sobre mi erección que la espera, entro en ella hasta lo más profundo, la lleno por completo. Apoyo mi frente a la de ella-. Me encanta como me siento dentro de ti -La levanto-. Rodéame con las piernas -le ordeno. Ava obedece y siento como cruza sus tobillos como si fueran una tenaza a mi alrededor. Siento cómo me aprieta más y más, pone sus manos en mis hombros-. Te quiero -Y comienzo con mis movimientos lentos, pausados, girando, entrando, saliendo. Comienzo el deslizamiento en el banco, al frenar entra más profundamente. Ava busca besarme y la recibo como una bendición. Amo su boca.

-Te quiero -me dice Ava, mi corazón casi se sale de mi pecho de felicidad, sonrío.

-No sabes lo feliz que eso me hace -Vuelvo hacer que nos deslicemos-. ¿Me necesitas? -Cuando freno el banco ambos gemimos.

-Te necesito.

-Eso también me hace muy feliz. ¿Otra vez?

-Por favor -Freno. ¡Ah! Ya estoy cerca, esto es demasiado intenso, me muevo más rápido, otro frenazo.

-¡Ah!

-Lo sé. ¿Mas?

-¡Sí! -Y mi Ava hunde su lengua con desespero en mi boca. Sigo con el banco, ya casi estoy listo, muevo el banco y cuando chocamos Ava clava sus dientes en mi hombro. ¡Joder! Grita de placer, jadea, es exquisita.

-¡Joder , Ava!

Suelta sus dientes de mi hombro y besa las marcas que dejó.

-Vuelve a morderme el hombro -Así lo hace. Jadeo. Qué sensación-. ¡Mierda, voy a correrme! -le digo gritando-. ¿Lista?

-¡Sí!

Ava se prepara todavía con sus dientes en mi hombro. Muevo el banco más rápido, esto es muy intenso. Ava grita mi nombre en su delirio y yo exploto en un orgasmo fantástico. Ambos gemimos, nuestros sexos palpitan y ella exprime hasta la última gota de mi placer. Unos minutos después, me suelta el hombro, me da un beso  y me mira. Giro mi cara y veo mi marca.

-Es usted una salvaje, señorita -Y la beso profundamente. Ava me abraza fuertemente como si quisiera fundirme a ella. Ya quisiera estar siempre así, esto es mi cielo, un placer de dioses-. Voy a dormir enterrado toda la noche en ti -Voy subiendo a nuestra habitación, la llevo agarrándola por sus caderas. Ella pasa sus manos por mi pelo y tira fuerte para acercar  mi boca a la suya-. Una salvaje -murmuro en sus labios. Ava sonríe, nos miramos y no paramos de besarnos, nuestras lenguas bailan su propio tango. Llego a la habitación y la deposito en la cama. Con mi mano sana le agarro el trasero y la voy subiendo hasta  hallar una almohada. Qué barbaridad, ya tengo mi polla firme dentro de ella de nuevo, nuestros cuerpos parecen imanes, nunca se separan-. Quédate conmigo - le pido, apartando algo de su cabello de su rostro. La miro embelesado y satisfecho.

-Estoy aquí.

-Vente a vivir conmigo -Acerco mi cara a la suya y acaricio su nariz con la mía haciendo círculos-. Te quiero aquí cuando me vaya a dormir -Lamo su delicioso labio inferior-, y te quiero aquí al despertarme. Empezar y terminar mi día contigo es todo cuanto necesito. -Ava se queda pensando.

-¿No crees que es un poco pronto para ello?

Diablos.

-Está claro que para ti lo es.

-Solo han pasado dos días.

Mierda, ya va a sacarme lo sucedido, tengo que desviar esos pensamientos de ella.

-¿Dos días de qué? -Me incorporo un poco y quedo en mis codos con Ava debajo de mí, aún sigo dentro de ella, solo salgo un poco y vuelvo a entrar con energía. Ava gime-. Quiero esto todas las mañanas y todas las noches -Le sonrío. Así sea a polvos la voy a convencer. ¡Joder! Me aparto un poco y vuelvo a entrar con fuerza, ella cierra los ojos, vuelvo a penetrarla lentamente.

-¿No te gusta esto?

-No juega usted limpio, señor Ward.

Vuelvo a retirarme despacio.

-¡Di que sí! -grito de pronto, embistiéndola. El movimiento hace que casi llegue a la cabecera de la cama-. ¿Voy a tener que echarte un polvo para que entres en razón?

-¡No! -grita mientras vuelvo a penetrarla con más ímpetu. Con mi mano lastimada le sostengo el cuello y le levanto la cabeza para que me mire, ya estoy cabreado. ¿Por qué coño no se quiere venir a vivir conmigo? ¿Quién o qué se lo impide?

-¡Dilo! -Y vuelvo a entrar con fuerza.

-¡No!

-¡Ava! -grito fuerte y luego la beso-. ¿Te gusta? -le pregunto jadeante y sigo embistiéndola.

-¡Sí!

-¿Quieres esto todos los días?

-¡Sí! -lo dice gritando. Tiro de su pelo y entro más fuerte aun, quiero fundirme en ella.

-¡Entonces dilo! -Está perdida en sí, ya no aguanta, es “MIA”, toda ella hasta su voluntad, ambos estamos locos el uno por el otro, no hay escapatoria.

-¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Joder, sí! -exclama gritando.

-¡Esa boca! -vuelvo a regañarla con voz ronca, me uno a ella en su placer, por mí estaría toda mi vida enterrado en ella. Mi orgasmo es más intenso que el anterior, me adentro y echo mi cabeza hacia atrás, creo que mis ojos giraron en mis orbitas y hasta estrellas que vi. No hay nada como esto, esto es felicidad. Antes que me follaba  a otra mujer, después del orgasmo, sentía hastío, solo quería salir corriendo. Nunca ninguna me atrajo ni un poquito, nunca me provocó hacerle un cariño a alguna, no hasta que conocí a mi Ava. Ella me provoca toda clases de sentimientos.

Nuestras miradas se encuentran.

-¿A que no ha sido tan difícil? -Quedé ronco. Ava me acaricia

-Estaba embriagada.

Le doy mi mejor sonrisa, estoy satisfecha. Comienzo a besarla con toda la ternura de la que soy capaz. Me acuesto sobre mi espalda y jalo a Ava, quedando tendida sobre mi pecho, nos acurrucamos.

-No puedo estar contigo las veinticuatro horas del día.

Suspiro resignado.

-Sé que no puedes, pero ojalá fuera posible.

-Tengo un empleo, Jesse, una vida.

-Yo quiero ser tu vida.

-Lo eres -me responde con dulzura, y mi corazón se hincha de felicidad.

Quiero que Ava entienda de una buena vez que ella es mi vida, la mujer con la que quiero seguir de ahora en adelante porque lo pasado queda atrás. Ava es mi presente, mi ahora y es mi futuro, con ella puedo lograr todo lo que he deseado. Lo pienso sin decirlo en voz alta. El hecho de que ella sea mía de nuevo me pone en la cima del mundo. Cuando estoy separado por largos periodos de tiempo me altera, ni siquiera puedo esperar más de veinticuatro horas. Necesito estar cerca de ella, lo mejor que puedo manejar es un día de trabajo y ya, incluso, es ¡demasiado largo! Quien me iba a decir que yo, Jesse Ward, a quien no le importaba nada ni nadie en el mundo, sienta ahora este deseo de vivir el día a día con esta hermosa mujer que estoy seguro Dios me la envió. Voy a hacerme merecedor de ella, intentaré por todos los medios hacerla feliz, pues sin ella no soy nada. Estoy dispuesto a todo, no hay nada que no haría por ella. ¡La amo! Sí, ¡la amo! Y Punto.

CONTINUARÁ…

  
**Por Fanny Rebellón.