Loco Amor
Fanfic trilogía “Mi Hombre”
Historia original de Jodi Ellen Malpas.
CAPITULO 15
Paso toda la mañana en el hotel
arreglando varios problemas, sobre todo el del cabrón del cual me habló John,
después de hacer lo que hizo, molestarse porque le quitó su carnet. ¡Ufff! ¡Casi
ahorca a la pobre mujer! Al hombre se le fue la mano, bebió de más. Bueno, al
menos ya está fuera y aún así tuvo los cojones para amenazar.
Sarah ha estado algo seria, no le he
preguntado qué le sucede, pero siento la tensión en el ambiente. Arde por saber
de mi relación con Ava, se le nota demasiado ese afán que tiene de querer
preguntármelo y después de un rato cuando quedamos finalmente a solas no se
aguanta las ganas y termina preguntándome:
-¿Y todavía no te has cansado de la
diseñadora?
-Ava, se llama Ava, ¿okay? Y no, no me
he cansado ni me cansaré nunca de ella porque lo es todo para mí. Es más, estoy
pensando en hacer de esto algo más formal, así que deja de meterte y de
preguntarme lo que no te corresponde. Ese no es tu problema, no tienes ningún
derecho ni antes, ni hoy, ni nunca. ¿Está
claro?
-Joder, Jesse, yo solo decía.
-Sé tus intenciones, Sarah, te tengo
cariño, pero como amiga. No abuses, te tengo confianza, pero hasta cierto
límite. Jamás me he metido en tu vida y por ende no acepto que nadie se meta en
la mía. Ya estoy muy grandecito para saber en qué me debo y en qué no me debo
meter, ¿está claro?
-Sí, ya entendí, pero vamos a ver hasta
cuando te dura.
-Coño, ¿no me oyes? Todo el resto de mi
puta vida me durará. Por lo tanto, si quieres seguir siendo mi amiga… ¡No te
metas!
-Está bien, disculpa, ya veo que te
enamoraste. Pero es que has cambiado mucho, todas aquí lo comentan y ya no te reúnes
con ninguna de nosotras. Además, no bebes ni has vuelto al salón comunitario.
-Coño, ni volveré allí, eso se terminó,
esa vida quedo en el pasado, Sarah, porque con Ava tengo otros planes. En
realidad, muchos planes. Y ya vete antes de que me cabree más contigo, quiero
quedarme solo.
Al instante, se voltea algo molesta y
sale como alma que lleva el diablo. Joder, sé muy bien que siempre ha estado
enamorada de mí, pero yo no de ella. Nunca le di esperanzas, es más si no
existiera Ava- gracias a Dios que sí existe-, tampoco llegaría a nada con ella.
Una sola vez sucedió y fue fatal para la vida de los dos. Fue traumático, joder,
y ya quiero olvidar eso. Mi pasado es eso… ¡Pasado!
Decido llamar a Ava. Así lo hago y
después del tercer repique, responde.
-Me gusta.
-A mí también. Luego la pondremos para
hacer el amor.
-No vas a verme luego.
Mierda ya sé, pero me hago el
desentendido. Ojalá se me ocurriera algo para evitar esa salida.
-Te echo de menos.
-¿Mucho de menos? -pregunta
ocultando su ansiedad.
-Mucho, nena. -Ya van cinco horas lejos
de ella y ya ardo por correr a su lado-. No salgas esta noche -le digo.
-No te atrevas, he hecho planes.
-¿Sabes? Puedes estar en la oficina,
pero no creas que no voy a follarte hasta que entres en razón -ya estoy cabreado.
-Sírvete tú mismo.
-Lo decía en serio, señorita.
-Lo sé.
-¿Te duelen las piernas? -“Debe estar
molida, lo sé”, me digo en mi interior.
-Más o menos.
-Más o menos -repito y no me río para
que no se moleste, pero estoy seguro que está que casi no puede moverse-. ¿Recuerdas
nuestro trato?
-No hace falta que me des un polvo de
recordatorio.
-Cuidado con esa boca -le hablo molesto.
Diablos, es chocante escucharla decir tacos, eso queda para los camioneros y los hombres. En las mujeres, y más en mi
Ava, me parece un sacrilegio-. Yo decidiré cuando y si es necesario un polvo de
recordatorio.
-Recibido -me dice con mucho sarcasmo.
-¿Te veo esta noche? -formulo.
-¿Mañana?
-Te recojo a las 8.
-Al medio día.
-A las 8.
-A las 11.
-A las 8 -insisto enfurruñado.
-¡Se supone que tienes que ceder un
poco!
-Te veo a las 8 -exijo y cuelgo. ¡Mierda!
Camino de un lado a otro pensando qué coño haré, pero la verdad, no se me
ocurre nada original. Voy saliendo del hotel y, de pronto, me frena Drew.
-Amigo, ¿cómo estás?
-Bien, Drew, como ves ya de salida.
-¿Alguna cita?
-Sí, con el gimnasio. Quiero sacarme la
mala vibra que tengo encima.
-¿Ava? -me pregunta sarcástico.
-Joder, sí. Va a salir esta noche con
Kate y sus amigos y no quiero que lo haga.
-Sí sé, pero si se lo prohíbes la vas a
alejar.
-Lo sé, coño, lo sé. ¿Por qué crees que
estoy así?
-Debes calmarte, Jesse, así no
conseguirás nada.
-Mira quien lo dice. ¿Y tú qué sabes?
-La vida, amigo, la vida… Tengo amigos
que han pasado por algo similar.
-Veré que hago. Diablos, estoy que
muerdo, ella va a beber y eso es lo que más me molesta.
-Te entiendo, pero como te lo dije, ella
ya es mayor de edad y desde hace un tiempo muy independiente, tienes que
hacerlo con calma o de lo contrario…
-De lo contrario, ¡qué! -Lo miro
cabreado.
-Amigo, que no debes ni puedes obligarla
a hacer nada, la puedes perder. No te molestes con mi apreciación, por favor,
pero es así, cálmate.
-Coño, qué fácil es decirlo. ¡Okay, me
largo! Nos vemos. ¿Te vas a quedar?
-No, solo beberé otra cerveza y también
me iré, tengo una cita.
-Okay, hasta luego.
-Hasta pronto, Jesse.
Tomo mi coche y salgo a lo máximo que me
da el acelerador. Dios, esto no es normal. ¿Será que tengo que ver a un
loquero? Este desesperación que siento no es normal y tampoco es de un ser
racional. Mejor me voy a correr y luego me interno en mi gimnasio, así le doy
tiempo a que ella salga de la oficina.
Ya son la 6,30 de la tarde, ya tuvo que
haber salido, así que me ducho lo más rápido que puedo, me visto y me dirijo a
la casa de Kate, y es ella quien me abre en persona. Sonríe, veo que está
terminando de arreglarse. Le pregunto por Ava y me señala con su dedo el
segundo piso, la dejo y subo las escaleras de dos en dos, si no la veo sé que voy a
explotar.
Entro y la encuentro buscando algo,
tiene una toalla envuelta en su cuerpo. Instintivamente, la agarro por detrás,
le arranco la toalla y la tiro en la cama. La beso con desesperación, le
levanto las nalgas y la pongo en cuatro, pero primero la preparo,
introduciéndole dos dedos. Empiezo mis caricias adentro, afuera, girando,
cuando la siento lista me bajo la bragueta y la penetro sin miramientos. Mi Dios,
qué bien se siente. Ava da un chillido y rápidamente le tapo la boca.
-Silencio -Sigo con mis embestidas. Quisiera
estar siempre así con ella. Segundos después, le quito la mano de la boca y la
agarro firmemente de su cadera, tirando de ella hacia mí, sé que la estoy
follando duro, pero no puedo evitarlo.
-¡Jesse! -grita Ava.
-Silencio he dicho -La penetro con mucha
fuerza, quiero marcarla como mía, ¡solo Mía! Le doy rápido, entro y salgo con
decisión, me muero por esta mujer, me angustio de solo pensar que la puedo
perder. Ava ya está frenética. Por lo tanto, está a punto de tener y disfrutar
de su orgasmo cuando decide meter su cara en la almohada. La sigo yo, explotando
en un orgasmo fantástico. ¡¡Joder!! Esto fue demasiado. Quedo temblando y
jadeando.
-Por favor, dime que eres tú -me
pregunta de la misma manera.
-Soy yo -casi no puedo ni hablar. Le
paso mi lengua por su delicada piel desnuda, dándole pequeños mordisquitos.
-No te duches.
-¿Por qué?
Me aparto y le doy la vuelta, amarrándola
por las muñecas y poniéndoselas a los lados de su cabeza.
-Porque quiero que me lleves encima
cuando salgas -La beso. Le lamo la boca, gimo y le mordisqueo los labios. ¿Por
qué diablos no puedo hacer que me obedezca? Siento terror, si le pasa algo voy
a enloquecer.
-¿Los hombres se sienten atraídos por
las mujeres que acaban de follar? -me dice Ava contra mi boca.
-Esa boca -Me aparto y la miro molesto-.
Has bebido, abre los ojos.
-No. -Se tensa. Está mintiendo.
-Ni una más -le hablo con cariño a ver
si así logro algo y luego de ello, la beso con todo lo que tengo-. Esperaba
encontrarte cubierta de encaje de color crema -le susurro en su boca.
-Lo habrías destrozado.
Tiene razón, me gusta el acceso rápido a
mi paraíso personal. Le vuelvo a meter dos dedos en su vagina.
-Es probable -Los introduzco hasta lo
más profundo y los muevo en círculos, llego al punto exacto donde sé que más la
excita-. Hummm -también la escucho ronronear. ¡La tengo!-. Tampoco te pases con
el modelito de esta noche -Quiere atraerme hacia ella, pero yo no la dejo. La
miro medio incorporado, añadiendo-: espero que me hayas entendido.
-¡No lo haré!
Mientras aún tengo dos de mis dedos
dentro de ella, le paso el pulgar por el clítoris, ya se ve desesperada, ya
está ansiosa por alcanzar su segundo orgasmo, pero yo tengo otros planes.
-Ava, ¿vas a correrte?
-¡Sí! -me grita, pegándose a mi cara-. Por
favor -Me acerco más.
-Hummm… ¿Te gusta, nena? -Y empujo más
mis dedos, voy hacia arriba.
-¡Dios! -grita-. Por favor, Jesse -Levanta
la cabeza para besarme, pero me aparto.
-¿Me deseas?
-Sí.
-¿Quieres complacerme?
-Sí, Jesse, por favor -me suplica.
Le saco mis dedos y, también, me salgo
de la cama dejándola perpleja.
-¿Qué estás haciendo?
-¿Quieres que termine? -Mientas le hablo
me abrocho los pantalones.
-¡Sí!
La miro fijamente.
-Entonces, no salgas esta noche.
-No, eso no.
Me encojo de hombros.
-Mi trabajo aquí está hecho -Le lanzo un
beso y sigo mirándola. Ava no dice nada. De acuerdo, doy media vuelta y me largo
hasta que oigo cuando me grita.
-¡Ya lo terminaré yo!
Sonrío, sé que no lo hará. ¿Qué voy a
lograr con esto? No lo sé en verdad, pero al menos la pondré a pensar un buen
rato. Ava es muy sexual y me quiere, me desea, creo que va a pensarlo mejor para
la próxima vez.
Me alejo furioso porque aún no puedo
dominarla y porque no puedo forzar más las cosas de lo que ya lo he hecho por hoy.
Me dirijo al Lusso, quiero comer algo y
organizar unos documentos y unos proyectos que quien sabe si logre llevarlos a
cabo. A ver si así consigo sacármela de la cabeza, al menos por un rato, porque
con el solo hecho de imaginármela en ese lugar se me sube la sangre a la
cabeza. Mierda, menos mal que hablé con Jay -el vigilante de ese sitio-. Él me
avisará si sucede algo.
No hago sino mirar el reloj, y después
de cuatro horas suena mi móvil.
-Jesse.
-¿¡¡Sí!!? -Es Jay.
-Es mejor que vengas por tu mujer y su
amiga, ambas se han pasado un poco de copas. Ya casi no hay gente y es
peligroso que salgan solas por ahí, cualquier loco se les puede pegar. Además, están
gritando y haciendo algo de escándalo.
-¿Pero qué es lo que hacen?
-Bailar, beber y se ríen. Se ríen mucho
y se ven…
-Coño, ¿¡¡se ven qué!!?
-Muy provocativas. Ya muchos tíos se han
acercado a preguntarme por ellas, que si las conozco y que si puedo hacer algo
para ellos como… llevárselas, sobre todo a tu mujer, amigo.
-¡Puta mierda! -vocifero furioso-. Ya
voy, Jay, no me tardo.
-Okay, te espero.
Enseguida llamo a Sam y le cuento lo que
sucede, nos ponemos de acuerdo para vernos en el bar. Lo sabía. ¡Maldición, lo
sabía! No me hace caso, ésta mujer va a volverme loco.
Bajo corriendo. ¡Mierda! Quisiera tener
alas para llegar hasta ella porque si algún cabrón se le acerca lo mato.
Llego al bar y estaciono mal el
coche, no me importa, estoy muy
cabreado. Veo llegar a Sam, pero no me dice nada y menos cuando me ve la cara.
Acto seguido, voy entrando y las veo cerca de la pista, Kate se cae y arrastra
a Ava con ella, quien cae despatarrada en la pista. Ambas se ríen como locas,
menos mal que no hay mucha gente porque simplemente están montando un
espectáculo. De pronto, las escucho hablar.
-¿Crees que los de seguridad vendrán a
ayudarnos? -Y siguen riéndose, es lo único que saben hacer.
-No lo sé… ¿Gritamos? -dice Kate
apoyándose en Ava y cuando intenta incorporarse me ve.
-¡Mierda! -exclama, atónita.
-¿Qué? -Ava se pone de pie y me ve la
cara furiosa. Me cruzo de brazos y las miro a las dos, ya sabe lo que le
espera. Por su parte, solo aprieta la boca para no reírse. Mierda, si por mí
fuera le daría unas buenas nalgadas-. ¡Ay, no me va a tener un mes castigada!
-le dice al oído a Kate, pero yo aún así la escucho. “¡Ay señorita, no tienes
ni idea!”. Ambas explotan en carcajadas, Sam casi se ríe también, pero al ver
mi cara se aguanta cuando Jay se nos acerca.
-Jesse, encárgate de tu chica -me dice
molesto al tiempo que nos damos la mano, sé que no le gusta el papel de niñero,
pero para eso le pagué y por la plata baila el perro, así que debe aguantarse.
-Descuida -Miro con furia a Ava-. Yo me
encargo. Gracias por la llamada.
-Vamos, pesada -le dice Sam a Kate,
burlándose, mientras la levanta. Kate le lanza los brazos al cuello y se ríe.
-Llévame a la cama, Samuel, dejaré que
me ates otra vez. -Y le cae encima. Sam quiere reírse, pero se contiene, pues
también está molesto con Kate.
Volteo a ver a Ava cuando se está
levantando. ¡¡LA PUTA MADRE!! Joder… Joder, se puso el condenado vestido. Ya va
a ver… pero se ve de infarto, pero también es demasiado provocativo.
-Vamos, levántate -le gruño.
-Relájate, plasta.
Por Dios, esté borracha, tiene más vino
en su cabeza que una licorería y lo peor de todo es que se lo advertí.
-¿Estás enojado conmigo? -Me mira muy
achispada, agarrándose a mi solapa.
-Muchísimo -La furia me brota por todos
mis poros. La agarro por el codo y la saco de allí. Jay se despide dándome la
mano de nuevo, mira a Ava y sacude la cabeza. ¿Qué no se da cuenta que con esto
la que pierde es ella? Primero, no es un espectáculo propio de una dama, sé que
se divierte sanamente, pero de ahí pueden derivar muchos problemas y muchas
cosas malas. Coño, si lo sabré yo. Ella es muy débil, delicada… Cualquier cabrón
la agarra fácilmente en este estado. ¡No!
De solo pensarlo me provoca matar a quien se me cruce por delante.
Ya en el estacionamiento, Sam ayuda a Kate
a meterla en su Porsche, le pone la mano en la cabeza cuando se agacha para que
no se golpee mientras ella solo se ríe.
-Samuel, hoy es tu noche de suerte.
Me despido de Sam y él se acerca a Ava.
-Hasta luego, bonita -Le da un beso en
la mejilla. Sam aprecia a Ava.
Por mi parte, ayudo a Ava a entrar al
coche, le pongo el cinturón al tiempo que empieza a darme manotazos.
-Déjame. Puedo ponérmelo sola -gruñe
molesta. Si será… Ahora resulta que la molesta es ella. ¡Descarada! La miro
furioso sintiendo como me olfatea.
-Hueles a gloria -me dice en voz baja. Sonrío
para mis adentros, pero sigo con mi mala cara, no puedo demostrarle debilidad.
No le hablo doy la vuelta al coche entro en él y arranco con rabia-. La casa de
Kate esta por ahí -me señala.
-¿Y?
-Y es donde vivo.
-Duermes en mi casa.
-No, eso no forma parte del trato -me
dice-. Recuerda que tengo hasta las ocho de la mañana antes de que vuelvas a
distraerme.
-He cambiado el trato.
-¡No puedes cambiarlo!
La miro, volteando mi cabeza lentamente.
-Tú lo has hecho.
Se recuesta vencida contra el cojín,
sabe que tengo razón. Luego de un momento, entro al Lusso y Ava intenta bajarse
por sus propios medios, seguro lo hace por orgullo o por pena con Clive
mientras estoy pendiente que no vaya a caer. Cierro la puerta del carro y la
veo caminar derechita, se está esforzando demasiado. Saluda a Clive con la
cabeza, pero él no responde al ver mi cara de cabreo y se queda mudo. Y así, entramos
al ascensor al tiempo que digito la clave.
-Tienes que cambiar el código.
No le hablo, solo la miro fijamente
disimulando cualquier emoción. Abro la puerta sin mirarla, voy directo a la
nevera y saco una botella de agua, bebo un poco y se la paso bruscamente a ella
porque debe hidratarse. La recibe y se la bebe toda.
-Date la vuelta -Obedece de inmediato,
se lo que está pensando, le bajo la cremallera despacio y la toco, resbalando
mis manos por todo su cuerpo. Luego, me arrodillo, le doy un golpecito en el
tobillo y le bajo este vestido al que ya le tengo marcado su destino porque a
mí no me vuelve a joder. Ava me mira mientras le devuelvo la mirada. Me
levanto, froto mi nariz entre sus senos y voy directo a su garganta, la huelo. Jesús,
huele divino. La succiono, la mordisqueo, le lamo su piel, la cual está que
arde, pero coño yo también. No, esta noche ¡NO! ¡No merece mis caricias!-. ¿Quieres
que te coma, Ava? -le digo, susurrándole al oído-. Tienes que decir la palabra
mágica. -Le rozo su oreja, ya está temblando-. Quédate ahí -le ordeno. Voy hacia el armario
de la cocina y saco mi arma letal. Me dirijo hacia ella de nuevo, quien me mira
de arriba hacia abajo, comiéndome con sus ojos. Joder, eso me pone muchísimo,
mi polla ya está en saludo firme. Me acerco a su cara y la olfateo, rozo sus
mejillas, sus ojos y su barbilla, la beso con suavidad. Ella solo gime, está a
millón. Me despego de su boca y bajo lentamente, mirándola, paso mi nariz por
sus bragas de encaje, se apoya en mis hombros, sonrío y sigo bajando,
apretándola-. Te pongo a mil -le digo al oído.
-Sí -me responde casi sin aliento.
-Lo sé -Me aparto, levanto sus manos con
el vestido en una y las tijeras en la otra, las pongo en su vestido, la miro y
lo corto por el medio y luego en pedacitos. Ava queda estupefacta con su boca
abierta y yo sigo destrozándolo. Dejo los trozos en la encimera, mirándola todo
el tiempo.
-No puedo creer lo que acabas de hacer.
-No juegues conmigo, Ava -Estoy tranquilo,
me meto las manos en los bolsillos y la miro, quiero ver qué carajo va a hacer.
-¡Tú! -Me pone su dedo en mi cara-.
¡Estás loco!
-Así es como me siento. ¡Ahora lleva ese
culo a la cama!
Abre sus ojazos sumamente desconcertada.
Además, de furiosa.
-¡No voy a meterme en la cama contigo! -Se
saca los zapatos a patadas, da media vuelta y se aleja hecha una furia solo en
ropa interior. Mi Dios, ese juego que carga puesto se le ve de infarto,
espectacular, miren nada más ese culo… Ufff me encanta como lo mueve. Sube las
escaleras de dos en dos, pisando fuerte hecha una fiera. Oigo portazos y ruidos
mientras tomo un poco más de agua. Unos minutos después, subo, entro al cuarto
y veo que no está, pero… ¿Dónde se acostó? La busco en todo el segundo piso y
no está por ninguna parte. ¿A qué hora bajó? Sigo buscándola hasta que la veo
en uno de los de abajo. No, señorita, usted siempre duerme conmigo. Me agacho y la tomo en brazos, sin
hablar la subo al cuarto cuando ella se voltea boca abajo. Me desvisto, voy al
baño y me acuesto a su lado, tomándola por la cintura. Tiro de ella al tiempo
que intenta alejarse de mí.
-¡Suéltame! -grita.
-Ava -le hablo muy despacio y por ahora
sereno.
-Mañana me largo de aquí.
-Ya veremos -Me río y vuelvo a atraerla
hacia mí, poniéndola sobre mi pecho. Se queda tranquila, sé que está feliz
entre mis brazos, pero lo disimula muy bien.
Ya amanece y la tengo pegadita a mí.
¡Qué delicia! Veo como comienza a despertarse. Abre sus ojos, me mira y se
aparta de mi lado, dándome la espalda. Seguro fue por los recuerdos de anoche. No
es justo que haga esto. Trato de pegarla otra vez a mí.
-¡Déjame! -grita mientras yo sonrío-. No
quiero hablar contigo.
¿Qué? Sí será. Le doy una nalgada y la
coloco boca arriba, agarrándola de las muñecas.
-¡Eso me ha dolido!
-Hoy pueden ocurrir dos cosas -le
informo-. Puedes ser razonable y pasaremos un día encantador o puedes seguir
siendo una seductora rebelde y, entonces, me veré obligado a esposarte a la
cama y hacerte cosquillas hasta dejarte inconsciente. ¿Qué prefieres,
nena? -Levanta la cabeza y se acerca más
a mí.
-¡Que te jodan!
Casi lo deletrea, hay que ver que es una
pesada.
-¡Cuidado con esa puta boca!
-¡No! ¿Por qué demonios tienes porteros
que te informan de mis movimientos?
Mierda, debí disimular más con Jay.
-Ava, lo único que quiero es asegurarme
de que estás a salvo. Me preocupo, eso es todo.
-Tengo 26 años, Jesse.
La miro enfurruñado.
-¿Por qué te pusiste ese vestido?
-Porque quería cabrearte -lo dice
revolviéndose debajo de mí, ni loco la suelto.
-Porque pensabas que no ibas a verme.
-Lo hice por principios. Me debes un
vestido -asegura.
-Lo pondremos en la lista de cosas por
hacer hoy.
Ava se mueve debajo de mí y también
mueve su cadera hacia mí. Mmmmm…
-¿Qué ha sido eso? -Sonrío
socarronamente, pues ella sabe que no voy a hacerle el amor, no voy a
complacerla así me muera. Tiene que aprender.
-Es señal de lo mucho que me importas -Se
dirige al baño, escucho el agua y espero a que grite o a que salga. Ojalá no
explote cuando comience a ver sus cosas. Se está demorando, ya vio todo. Joder,
la espera me pone más tenso que cuerda de violín. Como no dice nada, me levanto
y voy hacia el baño.
-¿Algún problema?
Se voltea con el cepillo en su boca, ya
estoy preocupado. Al rato dice “¿Qué.+#.*^?&*?” y sigue, pero no le
entiendo nada. La miro juguetón.
-Perdona, pero vas a tener que
repetírmelo -Sonrío aún más porque me encanta tomarle el pelo. Pongo mis ojos
en blanco.
-Escupe -le ordeno. Ella así lo hace y,
después, me mira furiosa.
-¿Que es todo esto? -Añade, mostrándome
con su dedo todo lo que quedó de… el desastre. Trato de no reírme y le lamo el
resto de pasta de dientes de sus labios, me tardo un poco en su labio inferior.
Mmm…delicioso.
-Ya está. ¿Qué es qué? -Paso mi lengua
por su sien, le respiro al oído y pongo mi mano en su sexo.
-¡No! -Me empuja, apartándome-. ¡No vas
a manipularme con tus deliciosas habilidades divinas!
Sonrío de oreja a oreja, es bueno saber
eso, muy bueno.
-¿Crees que soy una especie de dios?
Ella resopla. La tomo por la cintura, abrazándola, y
apoyo mi barbilla en su hombro mientras me mira. Y para provocarla, le pego mi
erección matinal contra sus muslos y muevo mi cadera en círculos. Gime al
contacto.
-No me importa ser tu dios -le susurro.
-¿Por qué están mis cosas aquí?
-Las he recogido antes de casa de Kate,
pensé que podrías quedarte aquí unos días.
-¿Puedo opinar?
Vuelvo a menear mi cadera, Ava gime y da
un gritito.
-¿Te he permitido hacerlo alguna vez? -Solo
le sonrío y vuelvo a pegarle mi polla, pero se aguanta, ya conoce mi juego-.
Arréglate, señorita -Beso su cuello y le doy otra nalgada en su delicioso culo-.
Vamos a salir. ¿A dónde te gustaría ir? -Se queda inerte por un momento y dice.
-¿Me dejas decidirlo a mí?
Me encojo de hombros.
-Tengo que dejar que te salgas con la
tuya alguna vez. Ahora dime, ¿qué te apetece hacer?
-Vamos a Camden.
-Vale -Me dirijo al baño a darme mi
ducha. Me afeito y me peino con fijador, me echo algo de mi colonia y me visto.
Ya estoy listo. Bajo a llamar a John-. Hey, amigo, ¿cómo estás? Te llamaba
porque hoy no iré al hotel, voy a pasar todo el día con Ava, la llevo de
compras, te agradezco que estés pendiente, iré mañana ¿Va todo bien? -Me vuelvo
en el taburete cuando escucho los pasos de Ava y la veo. Qué linda se ve-. Gracias,
John, llámame si me necesitas -Corto y guardo el celular, mirándola-. Me gusta
tu vestido -Se ve preciosa luciendo un vestido estampado-. ¿Estás lista? -añado
mientras me acerco lentamente y tomo mis lentes. La tomo de la mano, ella no me
quita la mirada de encima, está a la expectativa.
-No vas a tocarme en todo el día
¿verdad?
Le señalo nuestras manos entrelazadas.
-Te estoy tocando.
-Ya me entiendes. Me estas castigando.
-¿Por qué iba a hacerlo? -Nos dirigimos
al ascensor, entramos en él y ella me sigue mirando.
-Quiero que me toques.
Joder, yo también.
-Ya lo sé. -Introduzco el código.
-Pero ¿no vas a hacerlo?
-Dame lo que quiero y lo haré.
-¿Una disculpa?
-No lo sé, Ava. ¿Tienes que disculparte?
-Le hablo sin mirarla porque si lo hago de seguro le brinco encima.
-Lo siento.
-Oye, si vas a disculparte, que al menos
parezca que lo sientes.
-Lo siento -repite cuando nos miramos a
través del espejo.
-¿De verdad?
-Sí, lo siento.
-¿Quieres que te toque?
-Sí.
Diablos, ya no aguantaba más, estoy loco
por ponerle las manos en todo su cuerpo. Por lo tanto, la empujo contra la
pared y la cubro con mi cuerpo como un manto.
-Empiezas a entenderlo, ¿verdad? -le
hablo sobre sus labios aún sin besarla.
-Lo entiendo.
La beso con total frenetismo, Ava me
clava sus uñas en mis hombros, nos fundimos en un beso embriagador, gemimos de
placer, no podemos dejar de tocarnos.
-¿Contenta?
-Sí -Sonríe.
-Yo también. Ahora, vámonos.
Desayunamos en Camden, nos dirigimos
hacia un café hermoso y muy agradable. Nos sentamos afuera, le aparto su silla
para que se siente, me gusta atenderla como una reina.
-Te va a encantar.
-¿Porque me va a encantar?
-Hacen los mejores huevos a la
benedictina -Sonrío al ver su expresión, veo que le gustan. Al segundo, se nos
acerca una camarera y le hacemos el pedido.
-Dos servicios de huevos a la
benedictina -señalo el menú-. Un café solo y un capuchino con extra de café y
sin chocolate, por favor. -Miro a la camarera sonriéndole para darle las gracias.
-¿Van a querer salmón o jamón con los
huevos?
Le entrego el menú y me quito los lentes,
la mujer está temblorosa, sonrío espero que Ava no se moleste por la reacción
de la mujer, siempre ha sido así, y en muchas ocasiones me ayudó a conseguir lo
que quería. Hay que usar lo que se tiene, dicen por ahí.
-Salmón, por favor. ¿Pan blanco o
integral? -le pregunto a Ava.
-Ah, integral, por favor.
Miro a la camarera.
-Integral para los dos. Gracias -La
mujer me lanza una sonrisa coqueta, si será descarada, ve que ando acompañado y
aun así coquetea.
-¿Qué tal las piernas? -admiro a Ava.
-Bien. ¿Sueles correr a menudo?
-Me distrae. -No le quito la vista de
encima.
-¿De qué?
-De ti.
-¿Por qué necesitas distraerte de mí?
-Porque…no puedo estar lejos de ti, y lo
que es más preocupante…
La camarera nos sirve los cafés, pero yo
no puedo quitar mis ojos de los de Ava.
-¿Y por qué es preocupante?
Mierda, qué pregunta. Pues, porque no
controlo nada, no puedo hacer casi nada, solo pienso en Ava. Exhalo y le
respondo.
-Me preocupa porque siento que no lo
controlo. No llevo bien lo de no controlar, Ava, no en lo que a ti respecta.
-Si fueras razonable no tendrías la
sensación de no tener el control. ¿Eres así con todas las mujeres?
No me jodas. ¡Por qué tiene que hacerme esas
preguntas!
-Nunca me ha importado nadie lo
suficiente como para hacerme sentir así -Tomo mi taza de café-. Es típico que
vaya y me busque a la mujer más rebelde del planeta para…..
-¿Intentar controlarla?
Le pongo malos ojos.
-¿Y tus relaciones pasadas?
-No tengo relaciones pasadas. No me
interesa comprometerme con nadie, además no tengo tiempo.
-Has dedicado bastante tiempo a pasar
sobre mí y a fastidiarme -Toma su café, y sé que está dispuesta a no dejar de
interrogarme. Sacudo mi cabeza desechando pensamientos de mi pasado porque eso
es algo que Ava nunca sabrá.
-Tú eres distinta, te lo he dicho,
pasaré por encima de quien intente interponerse en mi camino. -Llegan nuestros
desayunos, se ven bien y huelen aún mejor.
-¿Por qué soy distinta?
-No lo sé, Ava. Eres diferente y lo sentí desde el día que te
vi por primera vez.
-No sabes gran cosa ¿no?
-Sé que nunca he querido follarme a una
mujer más de una vez. De ti, sin embargo, no me canso -Ava retrocede con sus
ojos como platos. Mierda, creo que me exprese mal. No debí decirlo-. Eso no ha
sonado bien -Suelto mi tenedor y me sobo la sien-. Lo que intentaba decir es
que… en… fin… nunca me ha importado una mujer lo suficiente como para querer
algo más que sexo, no hasta que te conocí-. Me froto la sien como si quisiera
sacarme y olvidar este sentimiento, pero no es así, es solo desconcierto-. No
puedo explicarlo, pero tú también lo sentiste, ¿verdad? -¿Sentirá Ava lo
mismo?-. Cuando nos conocimos, lo sentiste. -Ava me sonríe.
-Sí, lo sentí.
Sonrío, lo sabía. ¡Lo sabía!
-Toma tu desayuno -Se lo señalo, espero
que deje de hacer preguntas un tanto incómodas-. Tenemos que comprarte un
vestido para la fiesta de aniversario de la mansión.
-Tengo muchos vestidos.
La miro molesto.
-Necesitas uno nuevo -Por mi tono de voz
cesa de desafiarme. Si digo que necesita un vestido nuevo es porque lo necesita
y punto.
-Además, te debo un vestido.
-¿Podría escogerlo yo?
-Por supuesto -La miro enfurruñado-, tampoco
soy tan controlador -Ava me mira como diciendo “¿Hablas en serio?”.
-Jesse, eres verdaderamente especial
-Está siendo irónica.
-No tanto como tú -Le guiño un ojo-. ¿Lista
para Camden?
Asiente y toma su bolso de la silla, la
miro intrigado. ¿Qué es lo que va a hacer? Obtengo mi respuesta cuando la veo sacar
un billete de 20 y lo pone bajo el salero. Eso sí que no ¡joder! Resoplo
molesto, saco dinero de mi billetera y cambio su dinero por el mío. Le quito su
monedero y le meto su dinero dentro, yo pago las cosas de mi mujer. ¡Y si soy
un controlador de mierda! ¿Qué más da?
En ese momento, suena el celular de Ava,
lo tomo antes que ella, sé que estoy abusando de mi suerte.
-¿Hola? -Ava me mira perpleja.
-¿Quién habla? Soy la madre de Ava.
-Señora O’Shea -Muy tranquilo lo expreso
mientras la quijada de Ava llega a la mesa. Luego, intenta arrebatarme el
teléfono, pero me aparto y le sonrío con picardía-. Tengo el placer de estar en
compañía de su preciosa hija. -Ava se desespera y trata de quitármelo de nuevo,
pero le digo que no con la cabeza-. Sí… Ava me ha hablado mucho de usted,
tengo ganas de conocerla.
-Pues, ella no me ha dicho nada de usted,
sería bueno conocerlo caballero -dice la señora cuando Ava me mira con rabia,
pero yo me echo hacia atrás-. Sí, será un día de estos. Ahora, deme con ella,
por favor.
-Sí, ya se la paso, ha sido un placer
hablar con usted -Le extiendo el teléfono a Ava, quien me lo arrebata furibunda
de un jalón.
-¿Mamá? Solo es un amigo. ¿Qué pasa?
Le hago una pantomima, llevándome las
manos al pecho, como si me hubiera herido el corazón, pero en el fondo estoy
que muerdo. Coño, ¿cómo que un amigo?
-Mamá, ¿podemos hablar luego? Estoy en
Camden y hay mucha gente y ruido.
Mierda, ¿por qué no quiere hablar
delante de mí? ¿Qué le estará preguntando? La miro molesto.
-Vale, te llamo luego -Cuelga y se
voltea hacia mí, pero también muy molesta-. ¿Por qué has hecho eso? -me
pregunta.
-¿Solo un amigo? ¿Sueles permitir que
tus amigos te follen hasta partirte en dos?
Ahora me mira consternada.
-¿Es que el objetivo de tu misión es
complicarme la vida todo lo posible?
¡Diablos no! Parece que esta vez sí me
pasé.
-No -bajo la voz-. Lo siento.
-Olvídalo.
A medida que caminamos por Camden, se va
relajando y yo la abrazo, no puedo quitar mis manazas de encima de ella. Miramos
varios puestos, me gusta estar así, tenerla así. Al rato, se ve agitada y se
para en seco para quitarse la chaqueta, tiene calor. Termina atándosela a la
ata a la cintura.
-¡Ava, a tu vestido le falta un buen
trozo!
Me mira sonriendo.
-No, está diseñado así -me lo explica
mientras se amarra su chaqueta y se cuelga el bolso al hombro. Trato de subirle
la chaqueta para cubrirla-. ¿Quieres parar? -Se ríe burlándose de mí. Eso no me
hace gracia.
-Lo haces a propósito -Pongo mi mano
abierta en su espalda cuando me dice muy suelta de cuerpo-: Si quieres faldas
largas y jersey de cuello alto te sugiero que te busques a alguien de tu edad.
Comienzo a hacerle cosquillas por sus
palabras atrevidas. ¿Me está diciendo viejo?
-¿Cuántos años crees que tengo? -le
pregunto incrédulo.
-Resulta que no sé. ¿Recuerdas? -Me
devuelve la pelota-. ¿Quieres sacarme de la ignorancia?
-No.
-Me lo imaginaba -De pronto, se desvía,
algo vio que le llamó la atención. Maldición, trato de seguirla, pero hay mucha
gente. Mira algo de hippies, el lugar huele mucho a cosas aromáticas y esencias.
Al instante, veo que saluda a un hippie, el cual tiene rastas y piercings.
-¡Hola!
-¡Buenas tardes! -Le contesta el hombre.
Ava pide lo que desea.
-¿Te ayudo con eso? -El hombre atiende
su negocio.
-Gracias.
Le sigo cubriendo la espalda y veo que
saca un trapo muy extraño de la bolsa.
-¿Qué es eso? -le pregunto.
-Son unos pantalones tailandeses -me
dice, estirándolos.
-Creo que necesitas unas tallas menos. -Advierto
que es enorme y negro.
-Son talla única -Se ríe de mí-. Te lo
enrollas a la cintura, le van a todo el mundo. Hace meses que quiero cambiar
los míos ya gastados por unos nuevos. -Me aparto un poco para mirarlos, y la
verdad es que no les veo ni pies ni cabeza porque eso es un simple trapo.
-Se lo enseñaré -dice el rasta,
arrodillándose enfrente de Ava. Mierda, pero ¿qué coño hace?
-Nos los llevamos. -dice Ava rápidamente,
asustada por mi reacción con el hippie.
-Necesita una demostración -Sonríe el
cabrón, abriéndole los pantalones. Ni de coña lo dejo que la desvista aquí. La
miro con ansias de querer estrangularlo cuando noto que se los trata de poner
encima de lo que ella carga puesto. Tiro de Ava hacia atrás, ella me mira molesta
y regañándome con la mirada.
-Tiene unas piernas estupendas, señorita
-le dice el rastas todo alegre. Sí, coño, y es mía, retírate.
-Gracias.
-Dame eso -Miro el trapo sin forma , me
arrodillo para abrirlo y se los subo. Lo miro y la verdad no le veo forma.
Extiendo las dos mitades, pero Ava me las quita y se los acomoda.
-Así ¿lo ves? -Se dobla los pantalones y
se los amarra a un lado.
-Maravilloso -le digo burlón. Nos
miramos y ella me da una hermosa sonrisa. Okay, ya me jodió-. ¿Los quieres? -Se
los desata.
-Sí, pero los pago yo.
Pongo los ojos en blanco y saco el dinero.
-¿Cuánto cuestan los pantalones extra
grandes? -le pregunto al hombre.
-Son 10 libras, amigo mío.
-Voy a pagarlos yo, Jesse.
Me encojo de hombros y le pago.
-Gracias - me responde y guarda su
dinero.
-Vamos. -Y vuelvo a cubrir su espalda
con mi mano.
-No tenías por qué pasar por encima del
pobre hombre, y yo quería pagar los pantalones -Me hace un puchero. La abrazo y
le beso la sien. Es mi mujer, mi amor así que yo pago todo lo que desee. ¡Y no
acepto que nada ni nadie me lo impida!
-Eres imposible.
-Y tú preciosa ¿Puedo llevarte a casa?
-Sí.
Seguimos caminando y la bulla nos llama
la atención, es música tecno y está a todo volumen, hay muchas luces, yo
conozco el lugar, pero disimulo con Ava.
-¿Te apetece ir a verlo? -le digo.
-Pensé que querías ir a casa.
-Podemos echar un vistazo -Quiero ver su
cara cuando vea esto. Nos dirigimos al lugar. Ava abre los ojos como platos al
ver a dos mujeres en un balcón elevado (gogos), están en ropa interior y se
menean muy sugerentemente. No puede creer lo que ve, solo abre la boca por la
sorpresa. Hay muchas prendas fluorescentes-. No es precisamente encaje -añado cuando
está mirando una falda con pinchos de metal en el ruedo.
-No, no es encaje -Está horrorizada-. ¿De
verdad la gente se pone eso?
Me río. Dios, la amo por su inocencia. Saludo
a algunos que conozco mientras bajamos unos escalones y llegamos al centro del
negocio. En él hay juguetes para adultos por doquier. Ava se ruboriza, la
música es vulgar y hay un tipo gritando algo de chupar pollas y una loca
vestida de cuero restregándose contra un tubo de metal negro. Está muy nerviosa
viendo esto, disfruto verle la cara de asombro.
-¿Sorprendida?
-Más o menos. -confiesa porque no sabe a
dónde mirar.
-¿Es un poco exagerado ¿no? -Se queda
muda al tropezar de frente con un vibrador gigante cubierto de diamantes-. No
te emociones -le digo al oído-, tú no necesitas de eso -Se ríe.
-No lo sé, parece divertido.
Ahora el sorprendido soy yo.
-Antes muerto que dejarte usar uno de
esos. -Odio esas porquerías y más en mi mujer-. No voy a compartirte con nadie
ni con nada, ni siquiera con un aparato a pilas -Se ríe-, aunque es posible que
acepte unas esposas.
-Esto no te pone ¿verdad? -me pregunta
señalándome el lugar, tan ingenua. La abrazo con ternura y le beso la frente.
-Solo hay una cosa en el mundo que me
pone y me gusta mucho cuando lleva encaje.
-Llévame a casa.
Le sonrío y la beso con algo de lujuria.
-¿Me estás dando órdenes? -formulo sobre
sus labios.
-Sí, llevas demasiado tiempo sin estar
dentro de mí… es inaceptable.
¿Qué acaba de decir? Me aparto y la miro
detenidamente mientras pienso.
-Tienes razón, es inaceptable -Y la saco
rápidamente del lugar con mi cabeza llena de imágenes de todo lo que quiero
hacer con ella. Es sorprendente todo lo que me provoca, y no es solo sexo, son
demasiados sentimientos que tengo en mí, y ojala que sea así para el resto de
mi vida. No pido más que eso.
**Por
Fanny Rebellón.
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