martes, 16 de agosto de 2016

Loco Amor / Capítulo 17




Loco Amor
Fanfic trilogía “Mi Hombre”
Historia original de Jodi Ellen Malpas


CAPITULO 17


Me despierto temprano -ya es mi costumbre-, para hacer mis ejercicios. Generalmente salgo a correr, pero no quiero dejar sola a Ava, a quien tengo a mi lado. Me quedo mirándola, se ven tan joven, tan bella… Dios, sin ningún artificio y al natural se ve adorable.  Me levanto con cuidado para no despertarla, es muy temprano, merece que disfrute de su sueño, así que me decido y bajo a ejercitarme a mi gimnasio, lo cual es una gran ventaja, claro está.
Ya han pasado casi dos  horas, escuché las noticias mientras hacía mi rutina. Extraño a Ava, por lo tanto voy a verla. Luego, me doy mi buena ducha y me recuesto a su lado. Sí, es una idea estupenda.
Cuando llego al cuarto, veo la cama vacía. Voy al baño, tampoco está. Mierda, ¿se fue? Bajo como un loco y veo la puerta de la nevera abierta. Dios, ¡aquí está! Casi me da un infarto.
-Joder estas aquí. -La levanto y la pego a mi pecho, no me importa estar sudado.
-No estabas en la cama.
-No, estaba en la cocina -La abrazo fuerte. Que horrible es desarrollar ese sentimiento de no tenerla a mi lado.
-He visto que estabas corriendo y no he querido molestarte -Se mueve incomoda. Ops, la estoy abrazando muy fuerte. La bajo y la miro a la cara… “Está bien. Sí, está aquí, conmigo.” ¿ Cómo es posible que sienta este grado de desesperación?
-Solo estaba en la cocina -me dice.
Joder, solo de pensar en no verla me entra un frío en el cuerpo y casi se me sale el corazón, pero ¿por qué siento este miedo? Sacudo mi cabeza como si así borrara mis pensamientos, y la subo a la encimera y me meto entre sus piernas.
-¿Has dormido bien?
-Genial. ¿Te encuentras bien? -me pregunta obteniendo de mí una radiante sonrisa.
-Me he despertado en mi cama contigo vestida de encaje, es domingo, son las 10.30 de la mañana y estás en mi cocina -La miro de arriba hacia abajo… Vaya, vestida de encaje, estoy genial.
-¿Ah sí?
-Por supuesto -La tomo por la barbilla y la beso, un sencillo piquito-. Podría despertarme así todos los días, eres preciosa, señorita.
-Tú también -Le acomodo el pelo y la miro babeando de amor. Sí, esto tiene que ser amor-. Bésame -Y lo hace lentamente, deliciosamente cuando ambos gemimos de placer. Dios, esto es el cielo, sí, señor. En eso suena mi móvil, quien nos baja de nuestra nube de inmediato. Alargo el brazo sin dejar de besarla al tiempo que observo el teléfono por encima de su cabeza-. No, ahora no - protesto. Mierda, la mansión, es John. Si me llama a esta hora es porque debe ser algo importante, ya que el grandote no llama para saludar-. Nena, tengo que cogerlo -Me aparto y contesto-. ¿Qué pasa John?
-El Cabron de Willi armó un lío de nuevo.
-¿Y que hace ahí? -Le doy un fugaz beso a Ava.
-Jesse, aún no se le había quitado el carnet, así que de todas maneras pudo entrar. ¿Qué hago? ¿Lo echo a patadas?
-No, voy para allá.
-¿Seguro? Yo puedo arreglar esto, pero si quieres arreglarlo personalmente…
-Sí …Te veo dentro de un rato -Y cuelgo-. Tengo que ir a la mansión, te vienes conmigo. -Ella retrocede.
-¡No!
Mierda, ¿Cuál será el motivo de Ava para no querer ir a la mansión? ¿Será que presiente algo? ¿O será que tiene sus sospechas?
-Quiero que vengas.
-Pero vas a estar trabajando -añade-. Haz lo que tengas que hacer y nos vemos luego.
-No, tú vienes -le insisto. Coño, no quiero alejarme de ella.
-No, no voy -replica, tratando de zafarse.
-¿Por qué no?
-Porque no.
La estoy cabreando, la miro molesto.
-Ava, por favor. ¿Vas a hacer lo que te digo?
-¡No!- me grita.
Joder, ¿por qué esa aversión a la mansión? Cierro los ojos para calmarme.
-Ava, ¿por qué te empeñas en complicar las cosas?
-¿Que yo complico las cosas? -Me mira perpleja.
-Sí, yo lo estoy intentando con todas mis fuerzas.
-¿Qué estas intentando? ¿Volverme loca? ¡Pues, lo estás consiguiendo! -Me empuja y corre hacia las escaleras, la sigo cabreado. Lo dicho, esta mujer me quiere volver loco.
-¡Está bien! -le grito-. Me esperarás aquí, volveré en cuanto pueda.
-¡Me voy a casa! -me grita la muy terca y sigue caminando hasta encerrarse en el baño. Coño, sí será… si será… Ahhh, ya sé, marco a Kate.
-Hola, Kate.
-Hey, amigo, Ava ¿está bien?
-Claro que está bien. Tengo que ir a la mansión, pero no quiero que se vaya de la casa, ¿puedes venir tú?
-Y ¿eso por qué?
-Pues para que no se vaya, ¿me puedes hacer el favor?
-Claro, Jesse, pero eso sí después me explicas ¿okey?
-Lo pensaré.
-Me lo dirás, amigo, eso escríbelo. Bueno, ya salgo.
-Hasta dentro de un momento -Me quedo un rato pensando, sé que la tengo atrás, pero me hago el tonto. Unos minutos después me volteo, la miro y luego me meto al baño. Me baño lo más rápido que puedo. Al salir de la ducha, ella espera a ver que le digo. Salgo medio vestido-. Tengo que irme, Kate viene para acá. -Al oíme frunce el ceño.
-¿Por qué?
-Para que no te vayas. -Entro al vestidor y ella me sigue, me pongo mis vaqueros, una camiseta y mis converse.
-Me voy a casa -me dice mientras la miro. Veo que empieza a descolgar su ropa.
-¿Qué estás haciendo? -Le quito la ropa y vuelvo a colgarla-. ¡No vas a marcharte! -exclamo furioso.
-¡Claro que me marcho! -Y vuelve a descolgar la ropa. Coño, es más terca que una mula.
-¡Pon la puta ropa en su sitio, Ava! -le grito, pero a la vez y sin querer le rompo algo, pero me salgo con la mía quitándole la ropa y sacándola del vestidor. La lanzo a la cama, inmovilizándola, ella se resiste, pero no la suelto-. ¡Cálmate, joder! - le grito otra vez y la obligo a que me mire al tiempo que ella cierra los ojos con fuerza-. Abre los ojos, Ava.
-¡No!
-¡Vale! -vocifero. Trata de zafarse, ja, pierde su tiempo-. Escúchame, señorita, no vas a ninguna parte, te lo he dicho una y otra vez. ¡Así que empieza a metértelo en la cabeza! -La sujeto con más fuerza-. Me voy a la mansión, y cuando vuelva vamos a sentarnos y a hablar sobre nosotros -Ava al instante se queda quieta-. Las cartas sobre la mesa, Ava. Se acabaron las estupideces, las confesiones de borracha y el guardarte cosas para ti, ¿lo has entendido? -Respiro fuerte, casi resollo como un toro porque logra sacarme de mis casillas con suma rapidez.
Abre sus ojos y me mira.
-Ven conmigo, te necesito conmigo -le suplico.
-¿Por qué?
-Porque sí. ¿Por qué no quieres venir?
Da un suspiro profundo y confiesa.
-No me siento cómoda en la mansión.
-¿Por qué no te sientes cómoda?
-Por que no -me responde.
-Por favor, Ava.
Mueve la cabeza, negándose.
-No voy a ir, Jesse.
Suspiro resignado. Coño, no puedo hacer más.
-Entonces, prométeme que estarás aquí cuando vuelva, necesitamos aclarar esta mierda.
-Estaré aquí -y me lo dice de tal manera que se lo creo.
-Gracias -Apoyo mi frente en la suya y cierro los ojos. Joder, menos mal que accedió a quedarse y a esperarme. Me levanto y salgo, quiero salir de ese problema que se suscitó en la mansión de una buena vez.
Voy como alma que lleva el diablo y cuando por fin llego a la mansión John me espera en la entrada. Sarah está hablando con alguien.
-Menos mal que llegaste, el muy cabrón solo vocifera incoherencias. Metió la pata y tiene los bríos de cabrearse, solo sabe decir vulgaridades y, amigo, casi todas hacen referencia a ti.
-¿A mí?
-Parece que la mujer lo dejo o él a ella, no sé cómo es la cosa, pero te culpa a ti.
-¿A mí? ¿Por qué carajo no cuida mejor a su mujer?  Y ahora el culpable soy yo. Nunca le he dado esperanzas a nadie, nunca he tenido una relación formal con nadie, pero ¿qué coño le pasa?
-No sé, amigo, pero no acepta que lo saquen.
-Me sabe a mierda. ¡¡¡Se va, YA!!! -Me dirijo a mi oficina y Sarah va detrás.
-Jesse, el hombre está que echa humo.
-No me importa, se la pasamos una vez, ya no más, esto da muy mala reputación. Por lo tanto, si tengo que echarlo a patadas lo haré porque el mismo se lo ha buscado. ¿Dónde lo tienen?
-En una de las habitaciones, tuvieron que encerrarlo, hacía mucho escándalo y ya esto se está llenando de gente.
-Dame su carnet de socio. -Sarah me lo entrega, tomo una tijera y lo pico en pedazos-. ¿Se le debe dinero? ¿Algo?
-No, nada, más bien está atrasado.
-Déjalo así. No debe nada, pero que se largue ya.
-Okey -dice John y sale a buscarlo cuando en ese momento entra Sam con los ojos como platos.
-¡Jesse, corre! …¡Ava está aquí!
-¡¡¡¿Qué? ¿Cómo?!!! ¡Mierda! ¡Mierda!  Me cago en la puta madre. ¿Quién la dejo entrar?
-No sé, amigo, vino con Kate. Estoy tan sorprendido como tú, dijo que te había enviado un mensaje.
-Coño no, a mí no me llegó nada. ¡Mierda! ¿Dónde está?
-Las dejé en el bar.
-Dios, que nadie hable con ella. Vamos -Corro hacia el bar y no la veo, pero ahí está Drew-. ¿Dónde está?
-No lo sé, creí que estaba contigo. Cuando fui al baño las dejé aquí, y cuando regrese ya no estaban.
-¡Puta vida la mía! ¡Joder! ¿Dónde diablos está? -Mierda, el salón comunitario. Cuando voy corriendo, la señora de la limpieza me dice:
-Señor Ward, su novia es muy linda y ha entrado al salón comunitario, lo estaba admirando cuando salí, está con una amiga.
-¡¡¡Coño, no, no, no!!! ¡¡¡Joder, no!!
Cuando llego a la puerta del salón derrapo, casi me caigo. Joder, juro que siento que el corazón se me quiere salir por la boca. ¿Por qué? Diablos, la cagué. Trato de calmarme, pero al entrar al salón veo a Ava mirando todo con sumo interés, se ve nerviosa, está atando cabos. De pronto, suelta una de sus perlas.
-¡Me cago en la puta!
-Cuidado con esa boca -le hablo bajo, suave, tranquilizador, como si yo no estuviera ardiendo en el infierno porque ya siento su rabia, su desconcierto. Meto mis manos en los bolsillos para así poder apretarlas. Kate aparece con cara de asombro, la miro y le doy una sonrisa nerviosa. Luego, llega Sam, quien también derrapa en la entrada y entra corriendo.
-¡Mierda! ¡Te dije que no te movieras! -le grita a Kate-. ¡Maldita seas, mujer!
-Creo que será mejor que nos vayamos -dice ella y salen, sabe lo que me espera.
-Gracias -le agradezco que nos dejen solos. Kate y Sam se van peleando en susurros. Joder, tenía años que no me asustaba de esta manera. ¿Cómo va a reaccionar? Dios, ¿por qué mierda no hablé antes con ella?
-Ava, ¿por qué no me has esperado en casa?
-Tú querías que viniera, ¿no?
-Pero no así.
-Te he enviado un mensaje, te decía que estaba en camino.
-Ava, no he recibido ningún mensaje.
-¿Dónde está tu móvil?
-En mi despacho.
Ella saca su móvil, pero de pronto recuerda algo.
-¿De esto era de lo que querías hablar? -me pregunta.
Coño, sí, de esto, de nosotros, de la vida… ¿Por qué diablos no lo hice con tiempo?
-Era hora de que lo supieras.
-No, hace mucho tiempo que debí saberlo.
De repente, se gira sobre sí misma mirándolo todo. ¡Mierda, mierda!
-¡Joder!
-Cuidado con esa boca, Ava -le llamo la atención cuando Ava se voltea furiosa.
-¡No te atrevas! -me dice gritando y se golpea la frente con la palma de su mano-.  ¡¡Joder, joder, joder!!
-¡Cuidado!
-¡No! -Y me lanza una mirada que me paraliza de inmediato-. ¡Jesse! No te atrevas a decir que tenga cuidado con lo que digo -Y con su mano me señala el salón-. ¡¡¡MIRA!!!
-Ya lo veo, Ava -Trato de fingir tranquilidad y le hablo en voz baja, suavemente, a ver si así se tranquiliza.
-¿Por qué no me lo dijiste?
-Pensé que habrías comprendido el tipo de operaciones que se realizan en la mansión en nuestra primera reunión, Ava. Cuando resultó evidente que no era así, se me hizo cada vez más difícil decírtelo -Se queda quieta, pensando. Dios, ¿qué estará pensando? ¿Qué va a hacer?
-Voy a marcharme ahora mismo y vas a dejar que me vaya -me habla con mucha seguridad. Joder, yo solo me muerdo el labio tan fuerte que duele. Pasa junto a mí y baja como si la persiguiera el diablo.
-Ava, espera -le ruego, pero sigue corriendo.
-Ava, por favor -Cuando llega abajo se voltea y me grita.
-¡Ni se te ocurra! -Me desconcierta su furia-. Vas a dejar que me vaya.
-Ni siquiera me has dado ocasión de explicarme -Dios, me va a dejar, se va-. Por favor, deja que te lo explique.
-¿Explicarme qué? ¡He visto todo lo que necesito ver! -grita-. ¡No es necesaria ninguna explicación cuando esto lo dice todo y bien claro!
Trato de acercarme a ella extendiendo mi mano, pero retrocede.
-No tendrías que haberlo descubierto así.
Ava voltea a los lados y ve que tenemos público, y entre el público está el cabrón de William, el que, de paso, le da por hablar delante de Ava.
-Eres un gilipollas -me grita con odio. John lo tiene bien agarrado y  lo zarandea.
-Ya no eres miembro, ¡hijo de puta! Te acompañaré a la salida. -El imbécil se ríe a carcajadas.
-Adelante, parece que tu fulana ha visto la luz, Ward.
Este hijo de puta me está echando más mierda encima, joder.
-¡Cierra la puta boca! -le grita John. El mal nacido tiene que estar muy tomado cuando ni siquiera respeta al grandote que es tan temible-. Anulamos tu carnet de socio -El desgraciado mira a Ava con frialdad y arrogancia, y le dice:
-Coge lo que quiere y deja un reguero de mierda a su paso.
Joder , joder, este desgraciado se fue de boca.
-Y para acabar de componer el daño, folla con todas y las deja bien jodidas.
Ava me mira con sus ojos como platos.
-¿Por qué? -le pregunta Ava al cabrón. ¡No! ¡Por qué diablos se dirige al infeliz!
-No lo escuches, Ava. -Si sigue hablando lo muelo a golpes.
-¡Pregúntale como está mi mujer! -grita el cretino-. Le hizo lo mismo que les hace a todas, los maridos y la conciencia no se interponen en su camino.
¡Mierda! No aguanto y me lanzo encima de él, se lo quito a John y lo tiro al piso, el ruido es escalofriante, pero no me importa cuando lo golpeo con toda mi furia contenida. Sí, estoy ciego de rabia, solo oigo a lo lejos gritos y ya no puedo parar. John trata de separarme y no lo logra, tiene que emplear toda su fuerza para alejarme.
-¡Coño, Jesse, cálmate! ¡Lo vas a matar!
-Mierda, John, si pierdo a Ava no me importa nada.  ¿Dónde está?
-Se fue con su amiga. Ya, tranquilízate, así no vas a lograr nada. -Volteo buscando a Sam.
-¡¡Sam!!
-Aquí, amigo, dime.
-¿Qué pasó? ¿Qué dijo Ava?
-Nada, pero iba mal, amigo, muy mal.
-Mierda la he cagado monumentalmente. Ella me va a odiar -Repetirlo en mi mente me hace emitir un sonido ahogado que sale de mi garganta.
-Jesse, cálmate, vete a casa de Kate, yo te sigo -Corro a mi despacho, tomo las llaves, mi móvil y salgo corriendo, escucho los murmullos de la gente, en este momento todo me rueda. Me largo. Tengo que hablar con Ava. Dios, ¡tengo que hablar con ella! 


Sam me rebasa. Nunca lo había visto correr tanto, está preocupado y hay razones de sobra para estarlo. Eso último va para los dos.
Mierda no puede ser, juro que siento que me viene un infarto, mi primer y único amor y la cagué monumentalmente. Hace días debí hablar con ella… pero ya no lo hice.
Voy como loco, ¡casi choco! “Tengo que tranquilizarme”, me repito a mí mismo. ¡Coño, pero cómo lo hago!
Llego a un semáforo y aprovecho de llamar a Ava. Estoy desesperado. Su móvil repica solo dos veces y no acepta mi llamada. Diablos, marco de nuevo.
-Mi Dios… responde, mi amor, por favor -Pero nada. Joder, me va a dejar. Unas lágrimas de mierda osan asomar por las comisuras de mis ojos, traicionándome. Rápidamente, levanto mis manos y las llevo a ellas para tratar de contenerlas. Me froto los párpados como si así se fuera este puto dolor. Vaya, realmente la he jodido.
Llamo a Sam y le aviso que estoy cerca. Cuando por fin llego dejo el coche mal estacionado, corro hacia la casa de Kate y golpeo la puerta, pero ni Ava ni Kate se asoman. Sigo tocando por que sé que están aquí. Le doy más golpes a la puerta, unos tras de otros cuando escucho las bocinas de otros carros. Sí, estoy mal estacionado, pero me importa una mierda.
¡¡¡Ava!!! -grito, sigo llamándola y no sale, no responde, parezco una fiera enjaulada camino de un lado a otro, pero aún así sigo marcando el teléfono. ¡Joder, responde! ¿Por qué me hace esto?  Veo que Kate sale agitando los brazos y levanta su voz, exclamando:
-¡Joder, Jesse, estaciónate bien! Si quieres hablar, hazlo, por favor.  
-Kate, yo…
-Nada, Jesse, mueve el coche -Kate tiene razón, lo que menos quiero en este momento es a la policía rondando por este lado de la ciudad, así que muevo el carro y se me acerca cuando me reclino en el coche de Ava.
-Diablos, Kate estoy desesperado.
Ella empieza a hablar.
-Jesse, tienes que calmarte porque con Ava no conseguirás nada si estás gritando como un demente. Creo que ya lo sabes.
-Joder, Kate, la quiero, no quise hacerle daño, no quiero perderla, sé que hice mal en no contarle, pero fue por el miedo y mira lo que está pasando. Me voy a arrepentir el resto de mi vida por esto.
-Te entiendo, pero Ava está muy mal y a la vez demasiado furiosa.
-Déjame entrar para hablar con ella, por favor.
Me acaricia el brazo, tratando de consolarme.
-Pero hablarás, Jesse, no quiero gritos, escándalos ni que me rompas algo, ¿te parece?
-Claro. Te lo agradezco. De verdad, gracias.
Kate empieza a caminar hacia su casa mientras la sigo como perrito regañado. Entra primero que yo y oigo lo que le dice a la distancia.
-Solo deja que se explique, está hecho  polvo  -Y luego levanta la voz y añade-: ¡Y tú! ¡A la cocina! - Eso fue para Sam. Él habla con gemidos.
-¡No puedo moverme, zorra malvada! -Sam se agarra su entrepierna con el dolor pintado en su cara. Escucho pasos que se alejan y entro yo, la veo mirando por la ventana, está dándome la espalda. Mi Dios, el solo tenerla cerca me hace sentir una cierta energía que es muy latente y muy fuerte.
-Ava, por favor, mírame -me tiembla la voz-. Ava, por favor -Le rozo el brazo, pero se pone tensa.
-No me toques. -Y se voltea.
Tengo la cabeza agachada, siento el peso del mundo encima de mí, levanto mi mirada hacia ella.
-¿Por qué me llevaste allí? -me pregunta.
-Porque te quiero a mi lado a todas horas. No puedo estar lejos de ti.
-Pues ve acostumbrándote porque no quiero volver a verte -me lo dice muy segura y serena. Joder, esto va en serio.
-No lo dices en serio. ¡Sé que no lo dices en serio!
-Lo digo muy en serio, Jesse Ward.
Casi no puedo respirar, tomo aire con dificultad, esto no puede estar pasando.
-Nunca he querido hacerte daño.
-Pues me lo has hecho. Me has puesto la vida patas arriba y me has pisoteado el corazón. He intentado huir. Sabía que ocultabas algo. ¿Por qué no me has dejado marchar?
-Nunca quisiste huir de verdad -le hablo en voz baja.
-¡Claro que sí! Me resistí, sabía que me estaba metiendo en la boca del lobo, pero tú no cejaste en tu empeño de que me quedara. ¿Qué te pasó? ¿Te quedaste sin mujeres casadas a las que follarte?
Niego con mi cabeza.
-No, te conocí a ti. -Intento ir hacia ella, pero no deja ni que me acerque.
-Fuera -me habla con calma, pasa a mi lado y me da un empujón. No puedo creer que esté pasando esto.
-No puedo, te necesito, Ava -le suplico, si es necesario me arrodillo porque en este momento me doy cuenta de mis sentimientos.  “La amas, hijo de puta, de todas las mujeres que has tenido, te has enamorado precisamente de un ángel.” ¿Será que no la merezco?
-¡No me necesitas! Tú me deseas, eres un dominante ¿verdad?
-¡No!
-Entonces, ¿a qué viene el rollo del control? ¿Y el dominio y las órdenes?
-El sexo es solo sexo. No puedo acercarme lo suficiente a ti. Lo del control es porque me da un miedo atroz que te pase algo, que te apartes de mi lado. Te he esperado durante demasiado tiempo, Ava. Haría cualquier cosa con tal de mantenerte a salvo, he llevado una vida sin control y sin preocupaciones. Créeme, te necesito… por favor… por favor no me dejes. -Camino hacia ella, pero Ava retrocede. Me detengo. No lo superaré nunca si se digna a dejarme ir.
-¡¡¿Crees que a mí va a resultarme fácil?!! -me grita y empieza a llorar, palideciendo más de lo que ya lo estaba.
-Si pudiera cambiar el modo en que he llevado las cosas, lo haría.
-Pero no puedes, el daño ya está hecho.
Carajo, está demasiado molesta porque me habla con desprecio.
-El daño será mayor si me dejas.
-¡Fuera!
-¡No! -Sacudo mi cabeza con desespero y doy un paso hacia ella-.  Ava, por favor, te lo ruego -La contemplo suplicante. Dios, ¿qué es este dolor? Duele demasiado. La sigo mirando como si con eso ella fuera a cambiar de parecer, pero ni parpadea, más bien se ve decidida, no parece mi Ava, está distante, y si de algo estoy seguro es que ella me quiere y de verdad-. Ava, mírame. -Respira profundo y me mira.
-Adiós, Jesse.
-Por favor. -Casi no me sale la voz.
-He dicho adiós.
Mierda, y lo está diciendo en serio. Y… ¿Ahora qué voy a hacer?
La miro como queriendo grabarla en mi memoria. No puedo creer que no la vaya a ver más, que no la voy a tener más. ¡¡Nooo!! ¡Maldición! ¿Por qué coño no hablé a tiempo con ella? Doy la vuelta y cierro, dando un portazo. Siento que me estoy desarmando y, a la vez, siento mucha rabia, y sin pensarlo dos veces lanzo un golpe con toda mi fuerza al vidrio del Aston. Joder, lo hice añicos al igual que lo he hecho con mi mano, pero no siento dolor alguno en ella porque el dolor solo está canalizado en mi pecho, en mi corazón. Me siento morir.
Me meto al coche y me sigo descargando, dándole puños al volante. ¡Maldita sea mi vida! Enciendo el carro y salgo con tanta fuerza que el coche derrapa. Escucho a lo lejos las bocinas de los otros coches protestando por mi abuso. Siento un puto agujero en mi alma, este es un dolor que nunca había experimentado, como si una parte de mí hubiese muerto. Qué miseria de mierda estoy pasando, he perdido mi propósito en la vida.
John me llama muy preocupado y le digo que no iré a la mansión, que él se encargue de todo.
-¿Que pasó, Jesse?
No le respondo y cuelgo. No quiero saber nada de la mansión. En este momento hasta siento que la odio. Sí, odio todo lo que representa. En el camino veo una licorería y me detengo, le digo al encargado que quiero una caja de Vodka, el hombre se queda mirándome y abre los ojos como platos cuando ve mi mano lastimada. No le pongo atención, le paso mi tarjeta, se cobra, le pido que pongan todo en la caja, dentro del coche, y me largo.
Llego al Lusso y le pido a Clive que busque la manera de hacerme llegar al apartamento la caja que traigo dentro del carro porque yo no puedo cargarla por mi mano, la cual está empezando a doler. Clive la mira asombrado, pero es inteligente y no pregunta qué me sucedió.
Ya estoy en casa, qué vacío tan grande, siento que voy a explotar. Subo, me desnudo, pongo mi música a todo volumen, bajo y me dirijo a la cocina para servirme mi trago, lo bebo de un golpe. ¡Mierda!  Me castigo, está fuerte, pero mejor que me arda a que me duela, lo merezco. Camino de un lado al otro, no sé cuánto tiempo pasa y solo pienso en ella. ¡Joder, cómo no pensó en mí! ¡Por qué no quiere entenderme! Y después pienso, qué coño va a entender después de todo lo que se enteró hoy. Maldición, debí hablar con ella cuando aún podía hacerlo. ¿Qué voy a hacer sin ella? Una vez en la vida se encuentra a alguien que te ama con igual intensidad, una vez en la vida, y la he perdido. ¡Mierda! Caigo de rodillas, las lágrimas empiezan a rodar por mi cara, a nublar mi visión y estallo en llanto como un niño. Me desplomo en el piso desmadejado y luego pateo lo que tengo cerca. ¿Qué he hecho? ¿Qué clase de mierda soy?  Dios, la amo, la amo más que a mi vida. Me encojo del dolor y sigo llorando. No puedo con esto. ¿Será que no merezco algo de felicidad? ¿Sera este mi castigo? El no tener a Ava es como ir muriendo poco a poco.


Me calmo, al menos pretendo hacerlo, me levanto y sigo bebiendo, pero ahora de la botella y así me voy hacia la terraza. No puedo dejar de pensar en Ava sin hacerme daño física y emocionalmente. Sigo bebiendo como el peor de los borrachos porque lo que quiero es morirme, sin mi Ava solo quiero morir. Cuando creo que me estoy durmiendo, siento un ruido fuerte. Intento ponerme de pie, pero no puedo siquiera con mi alma. Caigo en una tumbona buscando fuerza para ponerme en pie. Lo logro, pues siento que hay alguien en casa. ¿Será Ava? Al fin consigo levantarme, volteo y la veo, pero algo borrosa.
-Demasiado tarde, señorita -le hablo con rabia.
-¿Estás borracho?
-Qué observadora -Levanto la botella y bebo otro trago-, aunque no lo bastante borracho. -Camino hacia ella, pero se aparta.
-¿A dónde vas?
-A ti qué te importa -Voy a la nevera y saco otra botella fría de vodka, boto la que tengo en la otra mano, pero al querer abrir el tapón, joder, me ha dolido muchísimo la mano.
-¡Mierda! -La sacudo.
-Jesse, alguien tiene que mirarte esa mano.
La miro, duele que jode, pero eso está bien, que duela lo que tenga que doler.
-Pues, mírala. Pero tú has causado un daño mayor que esto. Sí, quédate ahí parada… ahí pasmada … y… y… ¡Confiesa, te lo dije! -le grito- ¿Acaso no te lo advertí? -grito más fuerte, me siento enloquecer.
-¿Que me advertiste?
Joder, ¿ahora cree que soy  estúpido? ¿Por qué me lo pregunta? Ella lo sabe. Aquello me hace beber todavía más.
-¡Que típico! voceo con rabia mientras miro al techo.
-No lo sabía.
Me río.
-¿Cómo que no lo sabías? Te dije que causarías más daño si me dejabas y aun así lo hiciste. Ahora mira como estoy -Trato de acercarme, pero vuelve a apartarse-. Eso es, échate a correr -Sigo acercándome a ella-. Eres una calienta braguetas, Ava. Te tengo, no te tengo, luego te tengo otra vez. ¡Decídete de una puta vez, coño!
-¿Por qué no me dijiste que eras un alcohólico?
-¿Y darte otra razón para no quererme? Mmm…  ¡No soy un alcohólico!
-Necesitas ayuda.
-No, te necesito a ti y… tú… tú… me dejaste -Me balanceo. Mierda, estoy muy bebido-. Perdona Ava se aparta-. ¿Estoy invadiendo tu espacio? Antes no te molestaba.
-Antes no estabas borracho.
-No, es cierto. Estaba demasiado ocupado follándote como para beber -La miro con rabia-. Sí, estaba demasiado ocupado follándote como para pensar en nada y a ti te encantaba -Ahora me río-. Eres buena… De hecho, la mejor que he tenido, ¡y vaya qué he tenido muchas! -Y sin más, Ava me abofetea casi volteándome la cara para atrás. Mierda, me quedo con mi cara ladeada por un instante.
-Ha sido divertido, ¿verdad?
Sacude su cabeza y me mira con asco.
-Estás hecho una puta mierda.
-¡Cuidado con esa boca!
-¡No me digas cómo tengo que hablar! -grita fuerte-. No tienes derecho a decirme cómo debo hacer nada. ¡Ya no!
-Estoy hecho una puta mierda por tu  culpa -Le pongo mi dedo en su cara, Ava me empuja y sube corriendo hacia el cuarto, pero la sigo hasta el cuarto de baño-. ¿Te trae recuerdos? -Acaricio el mármol cuando pretende salir, pero le cierro el paso-. ¿Te vas de verdad? -le pregunto enredado con mi propia lengua. Sí, estoy demasiado bebido.
-¿Creías que iba a quedarme?
-Así que… ¿Se acabó? Me has puesto la vida patas arriba, has causado todo este daño y ahora te vas ¿sin arreglarlo?
-¡Adiós, Jesse! -Y sale corriendo.
-¡Quería decírtelo, pero te empecinaste en ser tan difícil como siempre! ¿Cómo puedes irte? -le grito- ¡Ava! Nena, por favor -Tropiezo con todo, casi me caigo, y solo veo cuando se cierra la puerta de la entrada.

No sé cuantas horas han pasado. Entro al baño de nuevo. ¡Joder, para qué entré! Caigo al suelo. En este baño le hice el amor por primera vez. Recuerdo cuando me la follé, los sonidos maravillosos que hacía cuando llegaba a su clímax. Ya nunca voy a volver a oler su aroma, nunca más voy a estar enterrado en ella. 
Lo cierto es que estoy enamorado de ella, profundamente, la amo más que mi propia vida, ella es mi maldita alma. Y ya no la tengo, la perdí por estúpido.
Sigo bebiendo como un loco. ¡Qué más da!
Pienso en el día que la conocí, en cómo me marcó. Pienso en nuestros momentos conversando, riéndonos, en su calidez, en su amor, en su olor… Y sobre todo pienso en las veces que hicimos el amor. ¡Dios! La Amo. ¡La Amo!
-¡Ava! ¡Ava! No te vayas -Caigo al suelo,  ya no se más de mí o de mi cuerpo. Siento que caigo en un profundo abismo, siento que… sin ella ya he perdido la razón.

CONTINUARÁ…


**Por Fanny Rebellón.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario