Loco
Amor
Fanfic
trilogía “Mi Hombre”
Historia
original de Jodi Ellen Malpas
CAPITULO 17
Me despierto temprano -ya es mi
costumbre-, para hacer mis ejercicios. Generalmente salgo a correr, pero no
quiero dejar sola a Ava, a quien tengo a mi lado. Me quedo mirándola, se ven
tan joven, tan bella… Dios, sin ningún artificio y al natural se ve
adorable. Me levanto con cuidado para no
despertarla, es muy temprano, merece que disfrute de su sueño, así que me
decido y bajo a ejercitarme a mi gimnasio, lo cual es una gran ventaja, claro
está.
Ya han pasado casi dos horas, escuché las noticias mientras hacía mi
rutina. Extraño a Ava, por lo tanto voy a verla. Luego, me doy mi buena ducha y
me recuesto a su lado. Sí, es una idea estupenda.
Cuando llego al cuarto, veo la cama
vacía. Voy al baño, tampoco está. Mierda, ¿se fue? Bajo como un loco y veo la
puerta de la nevera abierta. Dios, ¡aquí está! Casi me da un infarto.
-Joder estas aquí. -La levanto y la pego
a mi pecho, no me importa estar sudado.
-No estabas en la cama.
-No, estaba en la cocina -La abrazo
fuerte. Que horrible es desarrollar ese sentimiento de no tenerla a mi lado.
-He visto que estabas corriendo y no he
querido molestarte -Se mueve incomoda. Ops, la estoy abrazando muy fuerte. La
bajo y la miro a la cara… “Está bien. Sí, está aquí, conmigo.” ¿ Cómo es
posible que sienta este grado de desesperación?
-Solo estaba en la cocina -me dice.
Joder, solo de pensar en no verla me
entra un frío en el cuerpo y casi se me sale el corazón, pero ¿por qué siento este
miedo? Sacudo mi cabeza como si así borrara mis pensamientos, y la subo a la
encimera y me meto entre sus piernas.
-¿Has dormido bien?
-Genial. ¿Te encuentras bien? -me
pregunta obteniendo de mí una radiante sonrisa.
-Me he despertado en mi cama contigo
vestida de encaje, es domingo, son las 10.30 de la mañana y estás en mi cocina
-La miro de arriba hacia abajo… Vaya, vestida de encaje, estoy genial.
-¿Ah sí?
-Por supuesto -La tomo por la barbilla y
la beso, un sencillo piquito-. Podría despertarme así todos los días, eres
preciosa, señorita.
-Tú también -Le acomodo el pelo y la miro
babeando de amor. Sí, esto tiene que ser amor-. Bésame -Y lo hace lentamente,
deliciosamente cuando ambos gemimos de placer. Dios, esto es el cielo, sí,
señor. En eso suena mi móvil, quien nos baja de nuestra nube de inmediato. Alargo
el brazo sin dejar de besarla al tiempo que observo el teléfono por encima de su cabeza-.
No, ahora no - protesto. Mierda, la mansión, es John. Si me llama a esta hora
es porque debe ser algo importante, ya que el grandote no llama para saludar-. Nena,
tengo que cogerlo -Me aparto y contesto-. ¿Qué pasa John?
-El Cabron de Willi armó un lío de
nuevo.
-¿Y que hace ahí? -Le doy un fugaz beso
a Ava.
-Jesse, aún no se le había quitado el
carnet, así que de todas maneras pudo entrar. ¿Qué hago? ¿Lo echo a patadas?
-No, voy para allá.
-¿Seguro? Yo puedo arreglar esto, pero
si quieres arreglarlo personalmente…
-Sí …Te veo dentro de un rato -Y cuelgo-.
Tengo que ir a la mansión, te vienes conmigo. -Ella retrocede.
-¡No!
Mierda, ¿Cuál será el motivo de Ava para
no querer ir a la mansión? ¿Será que presiente algo? ¿O será que tiene sus sospechas?
-Quiero que vengas.
-Pero vas a estar trabajando -añade-.
Haz lo que tengas que hacer y nos vemos luego.
-No, tú vienes -le insisto. Coño, no
quiero alejarme de ella.
-No, no voy -replica, tratando de
zafarse.
-¿Por qué no?
-Porque no.
La estoy cabreando, la miro molesto.
-Ava, por favor. ¿Vas a hacer lo que te
digo?
-¡No!- me grita.
Joder, ¿por qué esa aversión a la mansión?
Cierro los ojos para calmarme.
-Ava, ¿por qué te empeñas en complicar
las cosas?
-¿Que yo complico las cosas? -Me mira
perpleja.
-Sí, yo lo estoy intentando con todas
mis fuerzas.
-¿Qué estas intentando? ¿Volverme loca?
¡Pues, lo estás consiguiendo! -Me empuja y corre hacia las escaleras, la sigo
cabreado. Lo dicho, esta mujer me quiere volver loco.
-¡Está bien! -le grito-. Me esperarás
aquí, volveré en cuanto pueda.
-¡Me voy a casa! -me grita la muy terca
y sigue caminando hasta encerrarse en el baño. Coño, sí será… si será… Ahhh, ya
sé, marco a Kate.
-Hola, Kate.
-Hey, amigo, Ava ¿está bien?
-Claro que está bien. Tengo que ir a la
mansión, pero no quiero que se vaya de la casa, ¿puedes venir tú?
-Y ¿eso por qué?
-Pues para que no se vaya, ¿me
puedes hacer el favor?
-Claro, Jesse, pero eso sí después me
explicas ¿okey?
-Lo pensaré.
-Me lo dirás, amigo, eso escríbelo. Bueno,
ya salgo.
-Hasta dentro de un momento -Me quedo un
rato pensando, sé que la tengo atrás, pero me hago el tonto. Unos minutos
después me volteo, la miro y luego me meto al baño. Me baño lo más rápido que
puedo. Al salir de la ducha, ella espera a ver que le digo. Salgo medio
vestido-. Tengo que irme, Kate viene para acá. -Al oíme frunce el ceño.
-¿Por qué?
-Para que no te vayas. -Entro al
vestidor y ella me sigue, me pongo mis vaqueros, una camiseta y mis converse.
-Me voy a casa -me dice mientras la
miro. Veo que empieza a descolgar su ropa.
-¿Qué estás haciendo? -Le quito la ropa
y vuelvo a colgarla-. ¡No vas a marcharte! -exclamo furioso.
-¡Claro que me marcho! -Y vuelve a
descolgar la ropa. Coño, es más terca que una mula.
-¡Pon la puta ropa en su sitio, Ava! -le
grito, pero a la vez y sin querer le rompo algo, pero me salgo con la mía
quitándole la ropa y sacándola del vestidor. La lanzo a la cama,
inmovilizándola, ella se resiste, pero no la suelto-. ¡Cálmate, joder! - le
grito otra vez y la obligo a que me mire al tiempo que ella cierra los ojos con
fuerza-. Abre los ojos, Ava.
-¡No!
-¡Vale! -vocifero. Trata de zafarse, ja,
pierde su tiempo-. Escúchame, señorita, no vas a ninguna parte, te lo he dicho
una y otra vez. ¡Así que empieza a metértelo en la cabeza! -La sujeto con más
fuerza-. Me voy a la mansión, y cuando vuelva vamos a sentarnos y a hablar
sobre nosotros -Ava al instante se queda quieta-. Las cartas sobre la mesa,
Ava. Se acabaron las estupideces, las confesiones de borracha y el guardarte
cosas para ti, ¿lo has entendido? -Respiro fuerte, casi resollo como un toro
porque logra sacarme de mis casillas con suma rapidez.
Abre sus ojos y me mira.
-Ven conmigo, te necesito conmigo -le
suplico.
-¿Por qué?
-Porque sí. ¿Por qué no quieres venir?
Da un suspiro profundo y confiesa.
-No me siento cómoda en la mansión.
-¿Por qué no te sientes cómoda?
-Por que no -me responde.
-Por favor, Ava.
Mueve la cabeza, negándose.
-No voy a ir, Jesse.
Suspiro resignado. Coño, no puedo hacer más.
-Entonces, prométeme que estarás aquí
cuando vuelva, necesitamos aclarar esta mierda.
-Estaré aquí -y me lo dice de tal manera
que se lo creo.
-Gracias -Apoyo mi frente en la suya y
cierro los ojos. Joder, menos mal que accedió a quedarse y a esperarme. Me
levanto y salgo, quiero salir de ese problema que se suscitó en la mansión de
una buena vez.
Voy como alma que lleva el diablo y
cuando por fin llego a la mansión John me espera en la entrada. Sarah está
hablando con alguien.
-Menos mal que llegaste, el muy cabrón
solo vocifera incoherencias. Metió la pata y tiene los bríos de cabrearse, solo sabe decir
vulgaridades y, amigo, casi todas hacen referencia a ti.
-¿A mí?
-Parece que la mujer lo dejo o él a ella,
no sé cómo es la cosa, pero te culpa a ti.
-¿A mí? ¿Por qué carajo no cuida mejor a
su mujer? Y ahora el culpable soy yo.
Nunca le he dado esperanzas a nadie, nunca he tenido una relación formal con
nadie, pero ¿qué coño le pasa?
-No sé, amigo, pero no acepta que lo
saquen.
-Me sabe a mierda. ¡¡¡Se va, YA!!! -Me
dirijo a mi oficina y Sarah va detrás.
-Jesse, el hombre está que echa humo.
-No me importa, se la pasamos una vez,
ya no más, esto da muy mala reputación. Por lo tanto, si tengo que echarlo a
patadas lo haré porque el mismo se lo ha buscado. ¿Dónde lo tienen?
-En una de las habitaciones, tuvieron
que encerrarlo, hacía mucho escándalo y ya esto se está llenando de gente.
-Dame su carnet de socio. -Sarah me lo
entrega, tomo una tijera y lo pico en pedazos-. ¿Se le debe dinero? ¿Algo?
-No, nada, más bien está atrasado.
-Déjalo así. No debe nada, pero que se
largue ya.
-Okey -dice John y sale a buscarlo
cuando en ese momento entra Sam con los ojos como platos.
-¡Jesse, corre! …¡Ava está aquí!
-¡¡¡¿Qué? ¿Cómo?!!! ¡Mierda! ¡Mierda! Me cago en la puta madre. ¿Quién la dejo
entrar?
-No sé, amigo, vino con Kate. Estoy tan
sorprendido como tú, dijo que te había enviado un mensaje.
-Coño no, a mí no me llegó nada.
¡Mierda! ¿Dónde está?
-Las dejé en el bar.
-Dios, que nadie hable con ella. Vamos
-Corro hacia el bar y no la veo, pero ahí está Drew-. ¿Dónde está?
-No lo sé, creí que estaba contigo.
Cuando fui al baño las dejé aquí, y cuando regrese ya no estaban.
-¡Puta vida la mía! ¡Joder! ¿Dónde
diablos está? -Mierda, el salón comunitario. Cuando voy corriendo, la señora de
la limpieza me dice:
-Señor Ward, su novia es muy linda y ha
entrado al salón comunitario, lo estaba admirando cuando salí, está con una amiga.
-¡¡¡Coño, no, no, no!!! ¡¡¡Joder, no!!
Cuando llego a la puerta del salón
derrapo, casi me caigo. Joder, juro que siento que el corazón se me quiere
salir por la boca. ¿Por qué? Diablos, la cagué. Trato de calmarme, pero al
entrar al salón veo a Ava mirando todo con sumo interés, se ve nerviosa, está
atando cabos. De pronto, suelta una de sus perlas.
-¡Me cago en la puta!
-Cuidado con esa boca -le hablo bajo,
suave, tranquilizador, como si yo no estuviera ardiendo en el infierno porque ya
siento su rabia, su desconcierto. Meto mis manos en los bolsillos para así
poder apretarlas. Kate aparece con cara de asombro, la miro y le doy una
sonrisa nerviosa. Luego, llega Sam, quien también derrapa en la entrada y entra
corriendo.
-¡Mierda! ¡Te dije que no te movieras! -le
grita a Kate-. ¡Maldita seas, mujer!
-Creo que será mejor que nos vayamos
-dice ella y salen, sabe lo que me espera.
-Gracias -le agradezco que nos dejen
solos. Kate y Sam se van peleando en susurros. Joder, tenía años que no me
asustaba de esta manera. ¿Cómo va a reaccionar? Dios, ¿por qué mierda no hablé
antes con ella?
-Ava, ¿por qué no me has esperado en
casa?
-Tú querías que viniera, ¿no?
-Pero no así.
-Te he enviado un mensaje, te decía que
estaba en camino.
-Ava, no he recibido ningún mensaje.
-¿Dónde está tu móvil?
-En mi despacho.
Ella saca su móvil, pero de pronto
recuerda algo.
-¿De esto era de lo que querías hablar?
-me pregunta.
Coño, sí, de esto, de nosotros, de la
vida… ¿Por qué diablos no lo hice con tiempo?
-Era hora de que lo supieras.
-No, hace mucho tiempo que debí saberlo.
De repente, se gira sobre sí misma mirándolo
todo. ¡Mierda, mierda!
-¡Joder!
-Cuidado con esa boca, Ava -le llamo la
atención cuando Ava se voltea furiosa.
-¡No te atrevas! -me dice gritando y se
golpea la frente con la palma de su mano-.
¡¡Joder, joder, joder!!
-¡Cuidado!
-¡No! -Y me lanza una mirada que me
paraliza de inmediato-. ¡Jesse! No te atrevas a decir que tenga cuidado con lo
que digo -Y con su mano me señala el salón-. ¡¡¡MIRA!!!
-Ya lo veo, Ava -Trato de fingir
tranquilidad y le hablo en voz baja, suavemente, a ver si así se tranquiliza.
-¿Por qué no me lo dijiste?
-Pensé que habrías comprendido el tipo
de operaciones que se realizan en la mansión en nuestra primera reunión, Ava.
Cuando resultó evidente que no era así, se me hizo cada vez más difícil
decírtelo -Se queda quieta, pensando. Dios, ¿qué estará pensando? ¿Qué va a
hacer?
-Voy a marcharme ahora mismo y vas a
dejar que me vaya -me habla con mucha seguridad. Joder, yo solo me muerdo el
labio tan fuerte que duele. Pasa junto a mí y baja como si la persiguiera el
diablo.
-Ava, espera -le ruego, pero sigue
corriendo.
-Ava, por favor -Cuando llega abajo se
voltea y me grita.
-¡Ni se te ocurra! -Me desconcierta su
furia-. Vas a dejar que me vaya.
-Ni siquiera me has dado ocasión de
explicarme -Dios, me va a dejar, se va-. Por favor, deja que te lo explique.
-¿Explicarme qué? ¡He visto todo lo que
necesito ver! -grita-. ¡No es necesaria ninguna explicación cuando esto lo dice
todo y bien claro!
Trato de acercarme a ella extendiendo mi
mano, pero retrocede.
-No tendrías que haberlo descubierto
así.
Ava voltea a los lados y ve que tenemos público,
y entre el público está el cabrón de William, el que, de paso, le da por hablar
delante de Ava.
-Eres un gilipollas -me grita con odio.
John lo tiene bien agarrado y lo
zarandea.
-Ya no eres miembro, ¡hijo de puta! Te
acompañaré a la salida. -El imbécil se ríe a carcajadas.
-Adelante, parece que tu fulana ha visto
la luz, Ward.
Este hijo de puta me está echando más
mierda encima, joder.
-¡Cierra la puta boca! -le grita John.
El mal nacido tiene que estar muy tomado cuando ni siquiera respeta al grandote
que es tan temible-. Anulamos tu carnet de socio -El desgraciado mira a Ava con
frialdad y arrogancia, y le dice:
-Coge lo que quiere y deja un reguero de
mierda a su paso.
Joder , joder, este desgraciado se fue
de boca.
-Y para acabar de componer el daño,
folla con todas y las deja bien jodidas.
Ava me mira con sus ojos como platos.
-¿Por qué? -le pregunta Ava al cabrón.
¡No! ¡Por qué diablos se dirige al infeliz!
-No lo escuches, Ava. -Si sigue hablando
lo muelo a golpes.
-¡Pregúntale como está mi mujer! -grita
el cretino-. Le hizo lo mismo que les hace a todas, los maridos y la conciencia
no se interponen en su camino.
¡Mierda! No aguanto y me lanzo encima de
él, se lo quito a John y lo tiro al piso, el ruido es escalofriante, pero no me
importa cuando lo golpeo con toda mi furia contenida. Sí, estoy ciego de rabia,
solo oigo a lo lejos gritos y ya no puedo parar. John trata de separarme y no
lo logra, tiene que emplear toda su fuerza para alejarme.
-¡Coño, Jesse, cálmate! ¡Lo vas a matar!
-Mierda, John, si pierdo a Ava no me
importa nada. ¿Dónde está?
-Se fue con su amiga. Ya, tranquilízate,
así no vas a lograr nada. -Volteo buscando a Sam.
-¡¡Sam!!
-Aquí, amigo, dime.
-¿Qué pasó? ¿Qué dijo Ava?
-Nada, pero iba mal, amigo, muy mal.
-Mierda la he cagado monumentalmente. Ella
me va a odiar -Repetirlo en mi mente me hace emitir un sonido ahogado que sale
de mi garganta.
-Jesse, cálmate, vete a casa de Kate, yo
te sigo -Corro a mi despacho, tomo las llaves, mi móvil y salgo corriendo,
escucho los murmullos de la gente, en este momento todo me rueda. Me largo.
Tengo que hablar con Ava. Dios, ¡tengo que hablar con ella!
Sam me rebasa. Nunca lo había visto
correr tanto, está preocupado y hay razones de sobra para estarlo. Eso último
va para los dos.
Mierda no puede ser, juro que siento que
me viene un infarto, mi primer y único amor y la cagué monumentalmente. Hace
días debí hablar con ella… pero ya no lo hice.
Voy como loco, ¡casi choco! “Tengo que
tranquilizarme”, me repito a mí mismo. ¡Coño, pero cómo lo hago!
Llego a un semáforo y aprovecho de
llamar a Ava. Estoy desesperado. Su móvil repica solo dos veces y no acepta mi
llamada. Diablos, marco de nuevo.
-Mi Dios… responde, mi amor, por favor
-Pero nada. Joder, me va a dejar. Unas lágrimas de mierda osan asomar por las
comisuras de mis ojos, traicionándome. Rápidamente, levanto mis manos y las
llevo a ellas para tratar de contenerlas. Me froto los párpados como si así se
fuera este puto dolor. Vaya, realmente la he jodido.
Llamo a Sam y le aviso que estoy cerca.
Cuando por fin llego dejo el coche mal estacionado, corro hacia la casa de Kate
y golpeo la puerta, pero ni Ava ni Kate se asoman. Sigo tocando por que sé que
están aquí. Le doy más golpes a la puerta, unos tras de otros cuando escucho
las bocinas de otros carros. Sí, estoy mal estacionado, pero me importa una
mierda.
¡¡¡Ava!!! -grito, sigo llamándola y no
sale, no responde, parezco una fiera enjaulada camino de un lado a otro, pero
aún así sigo marcando el teléfono. ¡Joder, responde! ¿Por qué me hace esto? Veo que Kate sale agitando los brazos y
levanta su voz, exclamando:
-¡Joder, Jesse, estaciónate bien! Si
quieres hablar, hazlo, por favor.
-Kate, yo…
-Nada, Jesse, mueve el coche -Kate tiene
razón, lo que menos quiero en este momento es a la policía rondando por este lado
de la ciudad, así que muevo el carro y se me acerca cuando me reclino en
el coche de Ava.
-Diablos, Kate estoy desesperado.
Ella empieza a hablar.
-Jesse, tienes que calmarte porque con
Ava no conseguirás nada si estás gritando como un demente. Creo que ya lo
sabes.
-Joder, Kate, la quiero, no quise
hacerle daño, no quiero perderla, sé que hice mal en no contarle, pero fue por
el miedo y mira lo que está pasando. Me voy a arrepentir el resto de mi vida
por esto.
-Te entiendo, pero Ava está muy mal y a
la vez demasiado furiosa.
-Déjame entrar para hablar con ella, por
favor.
Me acaricia el brazo, tratando de
consolarme.
-Pero hablarás, Jesse, no quiero gritos,
escándalos ni que me rompas algo, ¿te parece?
-Claro. Te lo agradezco. De verdad,
gracias.
Kate empieza a caminar hacia su casa
mientras la sigo como perrito regañado. Entra primero que yo y oigo lo que le
dice a la distancia.
-Solo deja que se explique, está hecho polvo -Y luego levanta la voz y añade-: ¡Y tú! ¡A la
cocina! - Eso fue para Sam. Él habla con gemidos.
-¡No puedo moverme, zorra malvada! -Sam
se agarra su entrepierna con el dolor pintado en su cara. Escucho pasos que se
alejan y entro yo, la veo mirando por la ventana, está dándome la espalda. Mi Dios,
el solo tenerla cerca me hace sentir una cierta energía que es muy latente y
muy fuerte.
-Ava, por favor, mírame -me tiembla la
voz-. Ava, por favor -Le rozo el brazo, pero se pone tensa.
-No me toques. -Y se voltea.
Tengo la cabeza agachada, siento el peso
del mundo encima de mí, levanto mi mirada hacia ella.
-¿Por qué me llevaste allí? -me
pregunta.
-Porque te quiero a mi lado a todas
horas. No puedo estar lejos de ti.
-Pues ve acostumbrándote porque no
quiero volver a verte -me lo dice muy segura y serena. Joder, esto va en serio.
-No lo dices en serio. ¡Sé que no lo
dices en serio!
-Lo digo muy en serio, Jesse Ward.
Casi no puedo respirar, tomo aire con
dificultad, esto no puede estar pasando.
-Nunca he querido hacerte daño.
-Pues me lo has hecho. Me has puesto la
vida patas arriba y me has pisoteado el corazón. He intentado huir. Sabía que
ocultabas algo. ¿Por qué no me has dejado marchar?
-Nunca quisiste huir de verdad -le hablo
en voz baja.
-¡Claro que sí! Me resistí, sabía que me
estaba metiendo en la boca del lobo, pero tú no cejaste en tu empeño de que me
quedara. ¿Qué te pasó? ¿Te quedaste sin mujeres casadas a las que follarte?
Niego con mi cabeza.
-No, te conocí a ti. -Intento ir hacia
ella, pero no deja ni que me acerque.
-Fuera -me habla con calma, pasa a mi
lado y me da un empujón. No puedo creer que esté
pasando esto.
-No puedo, te necesito, Ava -le suplico,
si es necesario me arrodillo porque en este momento me doy cuenta de mis
sentimientos. “La amas, hijo de puta, de
todas las mujeres que has tenido, te has enamorado precisamente de un ángel.” ¿Será
que no la merezco?
-¡No me necesitas! Tú me deseas, eres un
dominante ¿verdad?
-¡No!
-Entonces, ¿a qué viene el rollo del
control? ¿Y el dominio y las órdenes?
-El sexo es solo sexo. No puedo
acercarme lo suficiente a ti. Lo del control es porque me da un miedo atroz que
te pase algo, que te apartes de mi lado. Te he esperado durante demasiado
tiempo, Ava. Haría cualquier cosa con tal de mantenerte a salvo, he llevado una
vida sin control y sin preocupaciones. Créeme, te necesito… por favor… por
favor no me dejes. -Camino hacia ella, pero Ava retrocede. Me detengo. No lo
superaré nunca si se digna a dejarme ir.
-¡¡¿Crees que a mí va a resultarme
fácil?!! -me grita y empieza a llorar, palideciendo más de lo que ya lo estaba.
-Si pudiera cambiar el modo en que he
llevado las cosas, lo haría.
-Pero no puedes, el daño ya está hecho.
Carajo, está demasiado molesta porque me
habla con desprecio.
-El daño será mayor si me dejas.
-¡Fuera!
-¡No! -Sacudo mi cabeza con desespero y
doy un paso hacia ella-. Ava, por favor,
te lo ruego -La contemplo suplicante. Dios, ¿qué es este dolor? Duele demasiado.
La sigo mirando como si con eso ella fuera a cambiar de parecer, pero ni
parpadea, más bien se ve decidida, no parece mi Ava, está distante, y si de
algo estoy seguro es que ella me quiere y de verdad-. Ava, mírame. -Respira
profundo y me mira.
-Adiós, Jesse.
-Por favor. -Casi no me sale la voz.
-He dicho adiós.
Mierda, y lo está diciendo en serio. Y…
¿Ahora qué voy a hacer?
La miro como queriendo grabarla en mi
memoria. No puedo creer que no la vaya a ver más, que no la voy a tener más. ¡¡Nooo!!
¡Maldición! ¿Por qué coño no hablé a tiempo con ella? Doy la vuelta y cierro,
dando un portazo. Siento que me estoy desarmando y, a la vez, siento mucha
rabia, y sin pensarlo dos veces lanzo un golpe con toda mi fuerza al vidrio del
Aston. Joder, lo hice añicos al igual que lo he hecho con mi mano, pero no
siento dolor alguno en ella porque el dolor solo está canalizado en mi pecho,
en mi corazón. Me siento morir.
Me meto al coche y me sigo descargando,
dándole puños al volante. ¡Maldita sea mi vida! Enciendo el carro y salgo con
tanta fuerza que el coche derrapa. Escucho a lo lejos las bocinas de los otros
coches protestando por mi abuso. Siento un puto agujero en mi alma, este es un
dolor que nunca había experimentado, como si una parte de mí hubiese muerto.
Qué miseria de mierda estoy pasando, he perdido mi propósito en la vida.
John me llama muy preocupado y le digo
que no iré a la mansión, que él se encargue de todo.
-¿Que pasó, Jesse?
No le respondo y cuelgo. No quiero saber
nada de la mansión. En este momento hasta siento que la odio. Sí, odio todo lo
que representa. En el camino veo una licorería y me detengo, le digo al
encargado que quiero una caja de Vodka, el hombre se queda mirándome y abre los
ojos como platos cuando ve mi mano lastimada. No le pongo atención, le paso mi
tarjeta, se cobra, le pido que pongan todo en la caja, dentro del coche, y me
largo.
Llego al Lusso y le pido a Clive que
busque la manera de hacerme llegar al apartamento la caja que traigo dentro del
carro porque yo no puedo cargarla por mi mano, la cual está empezando a doler. Clive
la mira asombrado, pero es inteligente y no pregunta qué me sucedió.
Ya estoy en casa, qué vacío tan grande,
siento que voy a explotar. Subo, me desnudo, pongo mi música a todo volumen,
bajo y me dirijo a la cocina para servirme mi trago, lo bebo de un golpe. ¡Mierda! Me castigo, está fuerte, pero mejor que me
arda a que me duela, lo merezco. Camino de un lado al otro, no sé cuánto tiempo
pasa y solo pienso en ella. ¡Joder, cómo no pensó en mí! ¡Por qué no quiere
entenderme! Y después pienso, qué coño va a entender después de todo lo que se enteró
hoy. Maldición, debí hablar con ella cuando aún podía hacerlo. ¿Qué voy a hacer
sin ella? Una vez en la vida se encuentra a alguien que te ama con igual
intensidad, una vez en la vida, y la he perdido. ¡Mierda! Caigo de rodillas,
las lágrimas empiezan a rodar por mi cara, a nublar mi visión y estallo en
llanto como un niño. Me desplomo en el piso desmadejado y luego pateo lo que
tengo cerca. ¿Qué he hecho? ¿Qué clase de mierda soy? Dios, la amo, la amo más que a mi vida. Me encojo
del dolor y sigo llorando. No puedo con esto. ¿Será que no merezco algo de
felicidad? ¿Sera este mi castigo? El no tener a Ava es como ir muriendo poco a
poco.
Me calmo, al menos pretendo hacerlo, me
levanto y sigo bebiendo, pero ahora de la botella y así me voy hacia la terraza.
No puedo dejar de pensar en Ava sin hacerme daño física y emocionalmente. Sigo
bebiendo como el peor de los borrachos porque lo que quiero es morirme, sin mi
Ava solo quiero morir. Cuando creo que me estoy durmiendo, siento un ruido
fuerte. Intento ponerme de pie, pero no puedo siquiera con mi alma. Caigo en
una tumbona buscando fuerza para ponerme en pie. Lo logro, pues siento que hay
alguien en casa. ¿Será Ava? Al fin consigo levantarme, volteo y la veo, pero
algo borrosa.
-Demasiado tarde, señorita -le hablo con
rabia.
-¿Estás borracho?
-Qué observadora -Levanto la botella y
bebo otro trago-, aunque no lo bastante borracho. -Camino hacia ella, pero se
aparta.
-¿A dónde vas?
-A ti qué te importa -Voy a la nevera y
saco otra botella fría de vodka, boto la que tengo en la otra mano, pero al
querer abrir el tapón, joder, me ha dolido muchísimo la mano.
-¡Mierda! -La sacudo.
-Jesse, alguien tiene que mirarte esa mano.
La miro, duele que jode, pero
eso está bien, que duela lo que tenga que doler.
-Pues, mírala. Pero tú has causado un
daño mayor que esto. Sí, quédate ahí parada… ahí pasmada … y… y… ¡Confiesa, te
lo dije! -le grito- ¿Acaso no te lo advertí? -grito más fuerte, me siento
enloquecer.
-¿Que me advertiste?
Joder, ¿ahora cree que soy estúpido? ¿Por qué me lo pregunta? Ella lo
sabe. Aquello me hace beber todavía más.
-¡Que típico! voceo con rabia mientras
miro al techo.
-No lo sabía.
Me río.
-¿Cómo que no lo sabías? Te dije que
causarías más daño si me dejabas y aun así lo hiciste. Ahora mira como estoy -Trato
de acercarme, pero vuelve a apartarse-. Eso es, échate a correr -Sigo
acercándome a ella-. Eres una calienta braguetas, Ava. Te tengo, no te tengo,
luego te tengo otra vez. ¡Decídete de una puta vez, coño!
-¿Por qué no me dijiste que eras un
alcohólico?
-¿Y darte otra razón para no quererme?
Mmm… ¡No soy un alcohólico!
-Necesitas ayuda.
-No, te necesito a ti y… tú… tú… me
dejaste -Me balanceo. Mierda, estoy muy bebido-. Perdona Ava se aparta-. ¿Estoy
invadiendo tu espacio? Antes no te molestaba.
-Antes no estabas borracho.
-No, es cierto. Estaba demasiado ocupado
follándote como para beber -La miro con rabia-. Sí, estaba demasiado ocupado follándote
como para pensar en nada y a ti te encantaba -Ahora me río-. Eres buena… De hecho,
la mejor que he tenido, ¡y vaya qué he tenido muchas! -Y sin más, Ava me
abofetea casi volteándome la cara para atrás. Mierda, me quedo con mi cara
ladeada por un instante.
-Ha sido divertido, ¿verdad?
Sacude su cabeza y me mira con asco.
-Estás hecho una puta mierda.
-¡Cuidado con esa boca!
-¡No me digas cómo tengo que hablar! -grita
fuerte-. No tienes derecho a decirme cómo debo hacer nada. ¡Ya no!
-Estoy hecho una puta mierda por tu culpa -Le pongo mi dedo en su cara, Ava me
empuja y sube corriendo hacia el cuarto, pero la sigo hasta el cuarto de baño-.
¿Te trae recuerdos? -Acaricio el mármol cuando pretende salir, pero le cierro
el paso-. ¿Te vas de verdad? -le pregunto enredado con mi propia lengua. Sí, estoy
demasiado bebido.
-¿Creías que iba a quedarme?
-Así que… ¿Se acabó? Me has puesto la
vida patas arriba, has causado todo este daño y ahora te vas ¿sin arreglarlo?
-¡Adiós, Jesse! -Y sale corriendo.
-¡Quería decírtelo, pero te empecinaste
en ser tan difícil como siempre! ¿Cómo puedes irte? -le grito- ¡Ava! Nena, por
favor -Tropiezo con todo, casi me caigo, y solo veo cuando se cierra la puerta
de la entrada.
No sé cuantas horas han pasado. Entro al
baño de nuevo. ¡Joder, para qué entré! Caigo al suelo. En este baño le hice el
amor por primera vez. Recuerdo cuando me la follé, los sonidos maravillosos que
hacía cuando llegaba a su clímax. Ya nunca voy a volver a oler su aroma, nunca más
voy a estar enterrado en ella.
Lo cierto es que estoy enamorado de ella,
profundamente, la amo más que mi propia vida, ella es mi maldita alma. Y ya no
la tengo, la perdí por estúpido.
Sigo bebiendo como un loco. ¡Qué más da!
Pienso en el día que la conocí, en cómo
me marcó. Pienso en nuestros momentos conversando, riéndonos, en su calidez, en
su amor, en su olor… Y sobre todo pienso en las veces que hicimos el amor. ¡Dios!
La Amo. ¡La Amo!
-¡Ava! ¡Ava! No te vayas -Caigo al
suelo, ya no se más de mí o de mi cuerpo.
Siento que caigo en un profundo abismo, siento que… sin ella ya he perdido la
razón.
CONTINUARÁ…
**Por
Fanny
Rebellón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario