Loco Amor (Obsesión)
Fanfic trilogía “Mi Hombre”
Historia original de Jodi Ellen Malpas
CAPITULO 9
Vamos camino al Lusso, mañana será otro día. Por
ahora voy a disfrutar esta paz después de haber tenido un día de mierda. Luego
me las veré con ese Danés. Ahora con mi mujer a mi lado, todo está bien, el
mundo está bien.
Llegamos y nos tomamos de la mano. Veo que Clive se
nos para casi al frente y mira cabreado a Ava. Espero que no se atreva a
reclamarle nada, pues no se lo voy a permitir. Al instante, Ava le sonríe como
disculpándose.
-Señor Ward -me dice Clive, cauteloso.
Lo saludo, pero no le digo nada, no le doy
importancia, luego hablo con él. En definitiva, el pobre hombre no lleva las de
ganar con Ava, a quien miro y le sonrío.
Entramos al ascensor y de una vez la acorralo, empotrándola
contra la pared, clavándole mi erección completa en su entrepierna. Me agacho y
meto mi pierna, la levanto y fricciono más su sexo. Ava jadea, está igual de
desesperada que yo.
-Has cabreado al conserje -le digo pegado a su boca.
Nuestros alientos están que arden.
-¡Mierda! -suelta Ava de golpe. Es incorregible con
esos tacos. La beso con fuerza. Por mí me la follo aquí mismo. ¡Por Dios, mi
necesidad por ella lejos de mermar, se acrecienta cada día y cada momento!
-¿Por qué no te has puesto un vestido? -le digo algo
molesto ya que lleva pantalones. Con un vestido ya me habría fundido en ella.
-Me estoy quedando sin vestidos.
-Mañana compraremos vestidos -Vuelvo a frotarme
contra su sexo cuando Ava suspira de placer.
-Mañana compraremos un vestido –me corrige. Entonces,
comienza de nuevo a desabrocharme el cinturón.
Me separo de su boca y pego mi frente a la suya, ya
estoy sudando. Ava me acaricia con sus manos cálidas y deliciosas, recorriendo
a la par mi labio inferior con su lengua. Me baja la bragueta y libera mi
miembro erecto, lo aprieta, lo acaricia, lo soba. ¡Por Dios, esto es el placer
puro! Cierro los ojos, quiero su boca.
-Dame tu boca -le digo con voz baja.
En eso, se abre el ascensor. No hay problema, es
apartamento por piso, no va a haber nadie. Ava se pega a la pared, se desliza
hacia abajo y me mira. Luego, observa a mi polla con mucho deseo, lascivamente,
mientras yo solo levanto mis brazos y los apoyo en la pared, por encima de mi
cabeza. La miro fijamente, me encanta verla con mi polla entre sus manos.
-¿A qué esperas? -Le echo mi cadera hacia delante,
quiero que se la meta ya a esa boca exquisita que tiene. Por su parte, me lanza
una mirada que hace que mi polla vibre. Después, saca su lengua y me da un
lengüetazo, lamiendo una gota de semen, y lentamente mueve su mano alrededor de
mi pene, me chupa las bolas y sube su lengua hasta llegar de nuevo a la punta.
Mmm… ¡Qué delicia! ¿Qué más le puedo pedir a la vida teniendo a mi mujer?
-Métela toda -le digo jadeante.
Se cierra el ascensor y le doy un puñetazo al botón.
Me quedo apoyado en la pared. Me rodea el glande con su boca y hace círculos
con su lengua, me estremezco. Yo solo gimoteo, y tiemblo, porque Ava me provoca
toda clase de sensaciones. Hasta que por fin se la mete casi toda, envuelve mi
polla en sus labios y la mete y la saca, haciendo que casi me den ganas de
chillar de placer. La siento cuando llega casi al fondo de su garganta (debo
tener cuidado), pero es tanto lo que siento que empujo y su cabeza golpea un
poco en la pared, así que pongo mis manos para amortiguar otro golpe y vuelvo a
empujar, gritando excitado, loco de placer, entro y salgo de ella mientras Ava
clava sus uñas en mi culo.
-¡Mas! -le hablo con severidad y desesperado porque
ya estoy cerca. ¡Joder! Ava sigue lamiendo, chupando, succionando…
-¡Joder! -grito y sujeto mi polla en la base. La
miro fijamente-. Quédate quieta y abre la boca -Me tiene agarrado por las bolas
y las amasa entre su mano. Luego, abre su boca y yo entro y salgo a toda
velocidad. Joder, joder, joder… grito extasiado y es cuando llega mi gran
orgasmo, el cual descargo dentro de su boca. Ava se lo traga al instante-. Quiero
uno de estos todos los días durante el resto de mi vida -le digo sonriente-. Y quiero
también que me la hagas tú. Ella sonríe aún con mi polla entre sus expertas manos.
Me las acaricia con suavidad, chupa y lame hasta la última gota y me regala un
beso tierno en la punta. ¡Dios! ¡La Amo!-. Ven aquí -La levanto y la pego
contra mí-. Te quiero a ti y a tu boca sucia -le digo con cariño y sobo mi
nariz contra la suya en un “beso esquimal”
-Lo sé -Trata de cerrarme los pantalones.
-Pierdes el tiempo -le aseguro-. Estarán en el suelo
en cuanto te haya metido en la casa. -La tomo de la mano y entramos al ático.
Mmm… Allí todo huele delicioso.
¡La cena! Entramos a la cocina, la suelto y tomo una
manopla y saco la fuente. Se ve rica la lasaña, pero demasiado cocida. Niego
con la cabeza.
-Tengo asistente y cocinera y aun así te la apañas
para quemar la cena.
-¿Volverá? -pregunta Ava con remordimiento mientras yo me río.
-Eso espero -Pincho la lasaña, la cual es una
delicia de Cathy.
-Parece que habrá que buscar otra cosa para cenar -Retiro
la fuente y me quedo observando a Ava, pequeña, pero preciosa, tan cálida, tan
complaciente y no puedo evitar desearla otra vez. Por lo tanto, voy hacia ella.
Paso mi brazo por su espalda y la pego a mí, llevándola hacia la terraza cuando
ella, por su parte, frunce el ceño.
-¿A dónde vamos?
-Un polvo al fresco -le aviso y la beso con pasión.
Además, hace una noche preciosa y vamos a aprovecharla.
Comienzo a desabrocharle la blusa. Estos jodidos
botones, ¡Dios!, son diminutos y muy incómodos para mis manotas. Ava me jala el
cinturón y me baja la bragueta. Luego, comienza a desabrocharme ella a mí y mientras lo hace acaricia mi pecho,
trazando círculos sobre mis pezones. Sabe lo que me hace, y baja sus manos a mi
pantalón.
-Fanfarrona -le digo, besándola, y ya quiero bajarle
y quitarle por completo ese pantalón. ¿Pero qué, coño? Busco el cierre por
delante y luego por detrás y no lo localizo. ¿Dónde se supone que está la
cremallera?
Ella dirige mis manos hacia el lugar exacto. Se los
bajo, pero primero le quito los zapatos.
-Otra razón para comprar solo vestidos -protesto al
instante y sigo con la blusa-, ya que todo lo que no me ofrezca acceso
inmediato a ti, tiene que desaparecer. Sonríe cuando doy un paso atrás y me
quito los zapatos, los calcetines, los pantalones y con la camisa abierta la
sigo mirando y recorro su cuerpo a plenitud-. Encaje -Lo apruebo porque amo
verla en encaje. Es sensual, es bello. Luego, me bajo mi boxer. Mi polla salta
firme de nuevo. Ava me está comiendo con la mirada. Se desabrocha el sujetador,
lo deja caer al suelo y rápidamente la acomodo debajo de mí. Deslizo un dedo
hacia la elástico, cerca de su sexo, y rozo su clítoris. Ava gime, está muy
excitada.
-Estás mojada -advierto mientras hago círculos y
presiono su centro de placer-. ¿Solo conmigo?
-Solo contigo –Jadea, y yo gruño satisfecho. Nos
besamos hambrientos mientras le bajo sus bragas. Me arrodillo y termino de
bajárselas, dándole un golpecito en su tobillo para que levante su pie. La tomo
por las caderas y me entierro de cabeza en su delicioso sexo, lamiéndolo
lentamente. Ava se contorsiona muy excitada y yo sigo lamiendo. Me encanta mi
mujer. Subo por su cuerpo y llego a sus labios; la beso enloquecido de deseo. Pero
por un momento, me despego, mirándola.
-Eres mi vida -La vuelvo a besar casi con
veneración. Paso mis manos por todo su cuerpo, tomo su pierna y hago que me rodee
la cintura con ella-. ¿Me quieres?
-Sabes que sí -me susurra.
-Dilo, necesito oírtelo decir -le pido con
desespero.
-Te quiero -Y me besa otra vez, rodeándome el cuello
con sus brazos, en su gesto se siente su amor por mí. Me siento feliz-. Siempre
te querré -Se queda mirándome, me emociona ver en sus bellos ojos el amor que
siente. Me acomodo entre sus piernas para así fundirme en su mundo.
-¿Me necesitas? -le pregunto.
-Sí, te necesito.
Dios, no pido más.
Entro en ella lentamente cuando nuestra respiración
se nos corta por un momento. Nos abrazamos. Pero luego, recuperamos el aliento
y seguimos muy juntos.
-¿Has visto lo perfectamente bien que encajamos? -Salgo
lento y vuelvo a entrar, porque ahora mismo solo quiero hacerle el amor y no
follarla-. ¿Lo notas? -le pregunto sin dejar de entrar y salir de ella.
-Sí.
Continuo con mis estocadas lentas, adorándola. Nunca
en mi vida había hecho el amor con ninguna mujer, solo con mi Ava. Ya estoy
cerca, y comienzo a moverme más rápido y con más intensidad, siempre mirándonos
a los ojos.
Estoy sudando a pesar del frío. Ava toma mi cara
entre sus manos, no quiere que deje de mirarla a los ojos. Comienzo a temblar,
trato de controlarme, ya estoy a punto de acabar.
¡Por Dios, Ava! Me entierro completo en ella, esto
definitivamente es el cielo. Y Ava sale a mi encuentro con su cadera.
-Ya estoy, Jesse -grita su orgasmo alucinante y yo
acelero.
¡Dios! Doy mi última penetración y le doy hasta la
última gota. Caigo desplomado sobre ella, quedamos semiinconscientes
-¡Jodeeeerrr! -dice en voz baja, satisfecha.
-Esa boca... ¿Crees que podrás pasar de decir tacos
algún día?
-Suelto tacos cuando te comportas de un modo
imposible o cuando me colmas de placer.
Me recuesto sobre un codo para mirarla a los ojos y
dibujo con un dedo “Esa Boca” sobre sus tetas, y luego le beso los pezones. Sonrío
juguetón, le muerdo suavemente un pezón.
-¡Ay! -se queja, pero luego se ríe.
La suelto, y con mi lengua hago círculos en su
pecho. La agarro de su cadera mientras pega un brinco y luego vuelvo a morder
su pezón. Quiero hacerle cosquillas.
-¡Ni se te ocurra! -grita duro y comienzo a
masajearle su punto débil en la cadera, teniendo aun su pezón entre mis
dientes. Ava patea y se desespera.
-¡Jesse, por favor! -No para de reír, me encanta
verla así-. Te espera un polvo de represalia -añade.
-¡Ava! -Quiero reclamarle, pero sigo con su teta
entre mis dientes. “Estas temblando. Te llevare adentro”. La pobre está
titiritando. Se levanta y yo protesto, le doy un tirón para que vuelva a mí
mientras me río y le muerdo la oreja.
-¿A gusto?
-Mmm…
-A la cama. -La levanto para que se pegue a mí.
-Tienes que comer -me dice.
-No tengo hambre. ¿Y tú?
-No, pero prométeme que desayunaremos en
condiciones.
-Te lo prometo.
-Vale. Entonces, llévame a la cama, mi dios -comenta
sonriéndome. Me siento feliz porque ha dicho que soy ¡Su dios! Genial.
La descargo en la cama y me acuesto a su lado. Ava
se acurruca contra mi pecho. Le beso el pelo y pongo mi mano en su culo..Ella
se arrima más, siente lo mismo que yo: “Cero” distancia entre los dos. Y así,
poco a poco nos sumergimos en un profundo sueño, saciados y muy cansados.
Me despierto temprano, mi sueño fue muy reparador.
Miro a Ava a mi lado. ¡Por Dios! Miren esa posición que tiene, con el culo de
lado y paradito, las piernas una adelante y otra un poco más atrás. Parece una
diosa con ese pelo todo desparramado sobre la almohada, es una bella visión.
¡Diablos! Se ve divina. Es demasiada tentación, y ya mi polla está levantada. Carajo,
no me canso de ella, quiero tenerla siempre pegada a mí. Si por mi fuera estaría
todo el tiempo dentro de ella. Con su sueño profundo se mueve y me roza, ya no
me aguanto, me voy acomodando y logro penetrarla. ¡Joderrr! Esta calientita,
rica, muy cálida y sobre todo apretada. Comienzo a moverme lento, pero me vuelvo
loco, la tomo por la cintura y, por supuesto, Ava ya está despierta y voltea su
cara para buscar mi boca.
Nos besamos salvajemente, yo voy ya a millón.
-Ava, no me canso de ti -Jadeo-. Prométeme que no me
dejaras nunca.
-¡No te dejaré! -Me coge del pelo y tira de el para
que me acerque a su boca. Luego, me aparta un poco y me mira.
-Créeme, por favor.
La miro, quiero creerlo. ¡Ojala y siempre sea así Ava
se agarra de la cama. Le estoy dando mis estocadas fuertes, me siento
desesperado, quiero fundirme en su ser. Ya estoy cerca y siento que ella
comienza a apretar mi polla. Y ambos explotamos en un orgasmo maravilloso e increíble.
-¡Por Dios santo! -Suspiro, salgo de ella y me echo
a mi espalda, esto fue un “señor polvo”. Ava se voltea y se sube sobre mí,
totalmente, y hunde su cara en mi cuello.
-Eso no ha sido sexo soñoliento -Me besa el cuello.
-¿No?
-No. Eso ha sido un puto polvo soñoliento -Hace una
mueca.
-Por el amor de Dios, Ava, ¡no digas más tacos! -le
digo con frustración. Mierda, no me gustan los tacos en la voz de mi mujer.
-Perdona -Me muerde el cuello y luego succiona-.
¿Estas intentando marcarme?
-No, solo te estaba saboreando -La miro, la beso y
luego la abrazo.
-¿Desayunamos?
-Estoy muy a gusto -Con su dedo me acaricia desde el
pecho hacia abajo, y luego vuelve a repetirlo.
-Te quiero, señorita.
-Lo sé.
-¿De verdad? -le pregunto dudoso.
-Sí
La subo sobre mí y luego que volteo, la tomo por las
muñecas y la miro.
-No sé si lo sabes -le digo con suavidad-, a veces
lo dudo -No imagina el alcance de mi amor por ella, haría lo que fuese por
ella.
-Me lo dices siempre, claro que lo sé.
-Las palabras no bastan, Ava -le hablo seriamente.
-¿Por eso me pones a prueba con tu forma imposible
de ser?
-Todo lo que hago es porque estoy locamente enamorado
de ti. Nunca antes me había sentido así, nunca -le hablo con intensidad, muy
serio. Me vuelvo loco solo de penar que puedo perderla. Se me va la cabeza por
completo-. Créeme, soy plenamente consciente -Y la beso-. Te saco de tus
casillas, ¿no?
-Eres un poco difícil., pero eres mi hombre difícil
y te quiero, así que vale la pena la frustración.
-Tú también eres difícil, señorita. -Abre sus ojos
como platos.
-¿Yo?
-Pero también te quiero y vales con creces los
dolores de cabeza -Quiere una disputa, pero la beso. Luego, le doy un beso
fugaz.
-Sabía que eras la mujer de mi vida en cuanto te vi
-Le acaricio su oreja con mi nariz-. La mujer que iba a devolverme la vida. -Ava
me mira sorprendida.
-¿Cómo lo supiste?
-Porque mi corazón volvió a latir -le susurro. Y
esto es muy cierto, yo estaba vivo porque sí, pero no tenía vida, no
significaba nada. Lo que tenía era vivir por vivir, no tenía esperanzas, deseos
de compartir, todo me resbalaba, nada me importaba. Pero eso cambió cuando
conocí a mi Ava. Se quiere soltar de mí, la dejo y se abalanza sobre mí,
abrazándome muy fuerte. Es un abrazo lleno de amor, el cual me lo da con toda
su alma. ¡Dios ella es mi milagro! Con este gran abrazo por fin siento todo el
amor de mi mujer, ¡Gracias Dios! Me dejo abrazar por el tiempo que ella quiera-.
¿Puedo darte de comer? -Me levanto con ella aun pegada a mi cuerpo. Bajo con
ella la escalera y me dirijo a la cocina.
-Se me va a olvidar cómo usar las piernas -comenta
divertida cuando ya estamos abajo.
-Entonces, te llevaré en brazos a todas partes.
-Ya quisieras hacerlo.
-Me encantaría -Sonrío. Voy hacia la nevera y saco
varias cosas para nuestro desayuno y claro está, mi tarro de mantequilla de
cacahuate. Ava se baja de la isleta.
-Se suponía que iba a prepararte yo el desayuno -me
aparta-. Siéntate -me ordena, le sonrío. Tomo mi tarro y de pasada le retuerzo
un pezón y me quito rápidamente antes de que reaccione-. ¿Qué te apetece? -me
pregunta cuando ya tengo un dedo dentro de mi tarro.
-Huevos fritos -le hablo, pero ahora con mi dedo en
mi boca. La miro de arriba abajo. ¡Dios, qué cuerpazo!
-Tu preparas el mío y yo el tuyo.
Me mira como una depredadora de arriba a abajo, me
saco el dedo de la boca.
-Salvaje –comento. Y de pronto escuchamos un ruido
en la puerta, se está abriendo. Ava tiene los ojos como platos y yo tengo mi
dedo embadurnado de mantequilla de cacahuate. Me quedo paralizado, estamos los
dos sorprendidos. ¡Joder! ¡Ahora me acuerdo que Cathy venia hoy!
Salto y se me cae el pote de mantequilla y se hace
añicos contra el suelo, los vidrios se esparcen por todas partes.
-¡Mierda! ¡Es Cathy!
-¡Mierda! -chilla Ava-. ¡Ay, ay, ay! -Comienza a
cojear porque se le ha clavado un vidrio. Yo, simplemente, no aguanto la risa, ¡jajajajajajajajaja!
-¡Esa boca! -Y le doy una nalgada en su culo
delicioso.
-¡Santo Dios! -Oímos decir a Cathy cuando Ava se
mete debajo de las mantas.
-¿Dónde estás? -Y la busco entre las cobijas-. Te
pillé -La volteo y meto mi cara entre sus tetas-. Has hecho enfadar al conserje
y ahora has dejado pasmada a mi asistenta.
-¡No te rías! -Se tapa la cara con sus manos,
desesperada y apenada mientras por mi parte no puedo contener la risa porque
esto es de película. ¡Jajajaja!
-Enséñame esa herida. -Me siento sobre mis tobillos
y le agarro el pie.
-Duele -se queja cuando paso mi dedo por la planta
del pie.
-Te has clavado un cristal, nena -Le beso el pie y salgo
de la cama-. ¿Tienes unas pinzas? -Se quita el brazo de la cara y me señala el
baño.
-En el neceser de maquillaje.
Busco y las encuentro en el fondo de la bolsa. Vuelvo
a la cama y me acomodo para sacarle el vidrio.
-No te muevas -le digo con cariño. Lamo su sangre,
ella me mira. Sé lo que acaba de sentir. Debido a ello sonrío socarronamente.
-Voy a sacarlo -Y succiono el talón. Luego, me
aparto y miro si ya salió mientras Ava sonríe-. Ya está -Le beso el pie y la
suelto-. ¿De qué te ríes?
-De tu arruga en la frente.
-No tengo ninguna arruga en la frente -le digo
ofendido.
-Sí que la tienes.
Me tiro encima de ella.
-Señorita O’Shea, ¿me está usted diciendo que tengo
arrugas?
Ava me da una abierta y hermosa sonrisa.
-No, solo te sale cuando te concentras o cuando estás
preocupado.
-¿Ah sí?
-Sí.
-Vaya -Frunzo el ceño-. ¿La ves ahora?
Se ríe burlona y le muerdo una teta.
-Vístete -Le doy un beso-, quiero que Cathy te
conozca; que vea a mi mujer. Por de pronto, iré a hablar con ella, ya ha dejado
de gritar.
Ava deja de sonreír al recordar lo sucedido.
-Vale.
-Te veo abajo, no tardes -Me levanto y me pongo un
pantalón de pijama a cuadros. Bajo y comienzo a charlar con Cathy.
-Discúlpanos por favor -le pido-, no me acordaba que venías hoy.
-Tranquilo, hijo, es tu casa y en ella tú haces lo
que quieras. No faltaba más. Pero para la próxima vez tocaré antes de abrir -Sonríe
con picardía y dulzura a la vez.
-Gracias. Ava está muy preocupada por lo del otro
día, y ahora por lo de hoy. Imagínate, no quería darte la cara.
-¡Ay no, Jesse!
-Ella no es así, lo que pasa en que veníamos
discutiendo. Es más terca que una mula y muy impetuosa. ¡Pero la Amo! Cathy,
estoy loco por ella, es la mujer de mi vida.
-¿En serio? ¡Ay, hijo, qué alegría! No sabes cuánto
me alegro. Ya era hora que te asentaras, que hicieras muchos cambios en tu vida
y si ella es la indicada, pues bienvenida sea -Se me acerca para abrazarme y me
da un sonoro beso-. Cálmate, Cathy, ya debe estar por bajar. Se estaba poniendo
decente -Al rato la veo bajar, se ve preciosa. La miro de arriba a abajo, ese
vestido está corto, pero se le ve de muerte lenta.
Ava entra en la cocina toda modosita y avergonzada
mientras estoy comiéndome mi bagel con huevos revueltos y salmón. Al segundo, le
sonrío.
-Aquí está, Cathy. Te presento a Ava, el amor de mi
vida -Y le señalo el taburete a mi lado. Ava está ruborizada y la mira sin
decir nada. Cathy también se ruboriza.
-Me gusta tu vestido -le sonrío-, un poco corto,
pero de fácil acceso, nos lo quedamos.
Ahora, Ava me mira horrorizada y me da una patada en
la espinilla. Yo me río y sigo comiendo.
-Encantada de conocerte, Ava. ¿Quieres desayunar?
-Igualmente Cathy. Me gustaría mucho, gracias.
-¿Que te apetece? -Le sonríe. Sí, le cayó bien, me
alegro por eso.
-Tomaré lo mismo que Jesse, por favor -Toma el vaso
con zumo de naranja y me mira, y sin más estira su brazo y mete una mano por un
lado del pantalón y me agarra la polla. ¡Coño!
Empiezo a toser y me atraganto. Cathy se voltea, pero eso no hace que Ava
se detenga. Cathy me ofrece agua preocupada y se lo agradezco.
-¿Estás bien? -me pregunta la muy descarada mientras
me soba mi polla de arriba a abajo. ¡¡Coño!!
-Sí, estoy bien -Casi no puedo hablar. Cathy
continua con el desayuno de Ava, y ella sigue acariciando morbosamente mi
polla. Solo gimo, respiro profundo y la miro desconcertado, perplejo, ella me
ignora y pasa su pulgar por la punta de mi pene, está húmedo y vuelve a bajar.
Me está masturbando con premeditación y alevosía, pero esto es delicioso. ¿Y
Cathy? ¿Qué le pasa a Ava?
-¿Bien? -me dice y sacudo mi cabeza desesperado. ¡Mierda!
Y no puedo hacer nada, no con Cathy aquí.
-Aquí tienes, Ava. -Le sirve el desayuno.
-Gracias Cathy -Suelta mi polla y la muy
sinvergüenza se chupa el pulgar que tiene algo de mi esencia.
-Esto esta delicioso -alude a lo que tiene frente a
sus ojos mientras no le quito los ojos de encima.
-Voy arriba, ahora -Me levanto-. Gracias por el
desayuno. Cathy, voy a ducharme -Miro a Ava, quien ya empezó tiene que
terminarlo. No puede dejarme vestido y alborotado. ¡No, señor!
-De nada -me dice Cathy-. ¿Tienes la lista de mis tareas? -Le respondo, dándole
la espalda, pero debido a una tienda de
campaña que llevo entre mis piernas, y a la cual debo atender de inmediato.
-Ava te lo dirá en cuanto me haya ayudado con una
cosa que debo hacer arriba.
Llego a la habitación y me sobo mi polla, esto no se
me baja así como así, espero que Ava se de prisa, pero pasan los minutos y nada
que aparece. Creo que esto lo hizo como una burla, pero en cualquier momento me
las va a pagar.
Ya me di cuenta que no va a subir. Por lo tanto, entro
al baño y me toca masturbarme, no tengo de otra. Cuando termino, me ducho y
luego procedo a vestirme. Ya listo, bajo, quiero ver cómo se la llevan Cathy y
Ava, a quien veo con el teléfono en la mano. Le sonrío y cuando abre los ojos
se le ve el desespero en su mirada. ¡Mierda! ¿Qué pasara ahora?
-¿Qué ocurre? -inquiero de inmediato-. Cuéntamelo,
por favor, no más secretos.
-Vale.
Me agacho un poco para poderle ver los ojos. La cojo
de la mano.
-Venga, cuéntamelo.
-Matt llamo a mis padres y les ha contado que estoy
viviendo con un alcohólico empedernido que le pego una paliza.
Coño, se le pasó la mano a ese cabrón. Ya me las
cobraré en otro momento.
-No soy un alcohólico -le recuerdo.
-Lo sé.
Me revienta que me digan alcohólico, si lo fuera no
podría aguantarme de beber, pero lo hago y no me desespero. Solo que cuando
empiezo no puedo parar. Ese es mi problema.
-Jesse, ¿Cómo lo sabe?
-No lo sé, Ava. Tenemos que hablar con Cathy.
-¿Por qué tenemos que hablar con Cathy?
-Hay cosas que necesita saber -Ayudo a Ava a
levantarse.
-¿Cómo qué?
Diablos, solo quiero cambiar de tema, pero con Ava
no se puede.
-No lo sé. Por eso tenemos que hablar con ella.
-No, tú tienes que hablar con ella. Es tu casa y tu
asistenta -me replica.
-¡Nuestra! -La agarro del culo y la atraigo hacia mí-.
Se te da muy bien tocarme las pelotas… Lo que
me recuerda… -me refriego en su entrepierna-, que lo de antes ha sido
cruel y en absoluto razonable. Te he estado esperando arriba y no has
aparecido.
Ella suelta una risotada.
-¿Y qué has hecho?.
-¿Tú qué crees?
Ava se ríe a carcajadas. Me vuelvo a restregar y ahora se calla. Luego, se
disculpa.
-Lo siento.
-Sí, como no -La miro mal, pero jugando-. Ya creo
que lo vas a sentir. No vuelvas a hacerlo -La beso y me retiro.
-Ve a hablar con tu asistenta.
-¡Nuestra! ¡Por todos los santos, mujer, siempre
logras frustrarme! ¡Eres imposible!
-Ve a hablar con la asistente. Necesito hacer las paces
con Clive -Y sale, así como así.
Al cabo de unos minutos, Cathy me dice que quiere
saber los gustos de Ava. Le digo que le paso un mensaje.
-Solo prepárame unas comidas para congelar -me
despido-. Ella sabe lo que hay que hacer -Salgo del ascensor-. Vas a tener que
hablar con Cathy. Quiere saber tus gustos, tus platos favoritos, productos de
higiene personal y no sé qué más -Ava me come con la mirada, cree que no me doy
cuenta de ello, pero aun así sonríe.
-¿De qué te ríes?
-¿No te parece raro no saber esas cosas?
La cojo de la mano y seguimos caminando.
-¿A dónde quieres llegar?
-Pues, que no sabemos nada el uno del otro.
Es cierto, no me he propuesto averiguar. Me detengo.
-¿Cuál es tu comida favorita?
Ella frunce el ceño.
-Salmón ahumado -me contesta.
-Lo sabía -le sonrío fascinado-. ¿Qué marca de
desodorante usas? -prosigo. Y pone los ojos en blanco.
-Vaseline.
Doy un suspiro fingido.
-Ahora, ya te conozco mucho mejor -me burlo de ella-.
¿Contenta?
-Lo que ella no sabe, es que mi meta es conocerla por
el resto de mi vida, solo que debemos ir poco a poco, pues ella es muy terca. Por
ahora me conformo con lo que tenemos, y el solo hecho de saber que me ama como
yo a ella me llena de satisfacción. La verdad, tengo muchos planes, pero
primero hay que caminar para luego correr.
Por ahora me la llevo de compras. Quiero tenerla más
bella de lo que es, voy a comprarle muchas cosas bonitas, y va a ser mi modelo.
Vaya que voy a disfrutar esto, pues el día promete y me da nuevas esperanzas
para nuestro futuro. Por eso doy gracias al creador, tengo a mi mujer, la cual me
ama, soy plenamente correspondido y mi única misión de hoy en adelante es
hacerla feliz.
Ava y yo salimos del Lusso. La llevo agarrada de la
mano. Primera vez que voy de compras con una mujer y lo hago con un gustazo
enorme porque soy feliz por compartir esto con ella.
-¿Vamos a ir en coche? -me pregunta deliberadamente.
-No vamos a ir andando y no uso el transporte público.
Sí, vamos a ir en coche. Además, tenemos que pasar un momento por la mansión
para comprobar que todo esté listo para esta noche -Ayudo a Ava a subirse al
coche y doy la vuelta para subir yo. Hay mucho tráfico, pongo música así no
molesta tanto el trafico (Oasis y Morning Glory). Tarareo y tamborileo mis
dedos en el volante, voy más contento que muchacho con juguete nuevo por tener
a mi mujer. De pronto, volteo a mirarla y veo que sonríe.
-¿Qué?
-Estaba pensando en lo mucho que te quiero -Me lo
dice de lo más natural, me derrito, ¿Qué más puedo pedir?
-Lo sé -Acaricio su rodilla-. Guíame, ¿a dónde
vamos?
-A Oxford street.
¡Ufff! Ni loco, ese centro comercial es terrible, tiene muchas tiendas. Claro, no le
digo nada a Ava.
-¿Todas las tiendas?
-Sí.
-¿No hay una a la que vayas siempre?
-También quiero unos zapatos nuevos, y puede que un
bolso. No vamos a encontrarlo todo en una sola tienda.
-¡Yo sí!
¿Tu a dónde sueles ir?
-A Harrods. Zoe me viste siempre, es rápido e
indoloro.
-Sí, porque pagas por un servicio -me dice algo
molesta.
-No hay nada mejor que eso, y es dinero bien
invertido. Son los mejores; además como no vas a pagar tú los vestidos, puedo
elegir cómo vamos a comprar -No he querido decirle desde que salimos que ya
tenemos una cita, la conozco, sé que va a poner inconvenientes.
-Un vestido. Jesse. Me debes un vestido.
Me encojo de hombros.
-Un vestido -me repite.
-Muchos vestidos -comento en voz baja.
-¡No vas a comprarme ropa! -me dice ya molesta
cuando la miro con malos ojos.
-¡Ya lo creo que sí!
-Va a ser que no.
-Ava, esto no es negociable y punto.
-Cierto no es negociable. Mi ropa me la compro yo. Y
sube el volumen.
Coño, ¿por qué tanta terquedad? Tengo que inventar
algo. ¡Ya lo tengo! Estaciono y la miro.
-Tengo una propuesta.
-No voy a negociar contigo, y no puedes echarme un
polvo de entrar en razón.
Salgo del carro y le abro la puerta para que baje.
-¡Esa Boca! Ya me debes un polvo de represalia.
-¿Perdona?
-Por tu pequeño numerito del desayuno.
-Digas lo que digas, no vas a comprarme ropa
-expresa alzada.
-Escucha, mi oferta te va a gustar.
-¿Qué oferta? -me pregunta curiosa.
-Si me dejas que te regale las compras -tapo su boca
con mi dedo, pues ya iba a responder-, te diré cuántos años tengo -La beso con
calma, ardía por hacerlo.
-Ya sé cuántos años tienes.
Me aparto y la miro.
-¿Estás segura?
-¡Me mentiste! –exclama perpleja-. ¡Dímelo! -me
exige.
-No, primero las compras y luego las confesiones. De
lo contrario, puede que te rajes. Sé que las chicas guapas juegan sucio -Sonrío
y la suelto.
-¡No! No puedo creer que me mintieras.
-Aún no puedo creer que me hayas esposado a la cama
-La tomo de la mano y cruzamos la calle hacia la tienda. Apenas entramos, Ava
se queda embelesada viendo todo, es una tienda de lujo, a cualquier mujer se le
caería la baba en un sitio así. Pero yo
ya tengo otros planes, así que la jalo a hacia los ascensores.
-Oye, quiero ir a la cuarta planta.
No le hago caso.
-¿Jesse?
La miro serio, como si nada, y la tomo de la mano
con firmeza. Se abre el ascensor y tiro de ella.
-Por aquí -Llegamos a una puerta que dice “asistente
de compras.”
-No, Jesse. No, no, no -Intenta detenerme pero tiro
de ella.
-Jesse, por favor.
La sigo ignorando. “Dios, qué terca es esta mujer”.
-Tengo una cita con Zoe -le digo al dependiente que
nos saluda.
-¿El señor Ward? -pregunta el hombre
-Sí.
Ava me mira con ganas de matarme. Hay mujeres
extrañas, pero Ava es la más extraña de todas. ¿Por qué? Porque otra estaría
brincando en una pata de la felicidad y le quitaría a uno hasta los interiores,
pero ella no. En parte, es una de las cosas que me encanta de ella, no es
interesada, pero coño, quiero vestir y complacer a mi mujer, ¿qué hay de malo en eso? Quiero
para ella lo más bello quiero que todas
las mujeres se queden con la boca abierta al verla ¿y los hombres…? No, ellos
no, ni que se atrevan. En fin, me voy a salir con la mía, voy a comprarle lo
que me dé la gana..
-Por aquí, por favor. ¿Les apetece beber algo? ¿Una
copa de Champagne? -dice el hombre muy solicito.
-No, gracias.
Después de ello, nos conduce hasta una lujosa zona
privada y jalo a Ava hacia un enorme sofá, ella se sienta y de una vez retira
su mano.
-¿Qué pasa?
Quiero tomar su mano de nuevo, pero me mira mal.
-¿Porque me has preguntado a dónde quería ir si ya
habías concertado una cita?
-No entiendo por qué quieres vagar por docenas de
tiendas si puedes comprar todo aquí.
-¿Así compras tú?
-Sí, y pago por el privilegio, así que sígueme la
corriente -le hablo un poco rudo.
-¡Jesse! -Es Zoe-. ¿Cómo estás? -Me levanto y la
saludo.
-Muy bien, Zoe. ¿Y tú? -le pregunto, dándole mi
mejor sonrisa.
-Muy bien. Ésta debe ser Ava, ¿no? Es un placer
conocerte -Le ofrece la mano a Ava, ella se levanta y le da una sonrisa a
medias, se ve incomoda.
-Ava, me ha
dicho Jesse que estás buscando algo especial para una fiesta importante.
-Algo muy especial -le afirmo-. Quiero que sea la más
bella de la fiesta -Tiro de ella y hago que se siente.
-Bien. ¿Cuál es tu estilo, Ava? Dame una idea de lo
que te gusta. -Mira a Ava curiosa y expectante
-La verdad, no tengo un estilo concreto.
Zoe sonríe.
-Muchos vestidos -digo a Zoe-. Le gustan los
vestidos.
-A ti te gustan los vestidos -Le doy un golpecito
con la rodilla mientras noto que Zoe sonríe con picardía. Menos mal que ya
había hablado con ella, presentía que Ava se iba a poner cómica con su
terquedad.
-Talla 38 ¿verdad?
-Sí -le responde Ava.
-Nada demasiado corto -anuncio antes de que Zoe se
la lleve. Ava me mira boquiabierta.
-Jesse, tiene unas piernas fantásticas, sería una
pena desaprovecharlas. ¿Qué número de zapato, Ava?
-38 también.
Mierda, la respuesta de Zoe no me ayuda mucho que
digamos. Pues, no voy a aceptar que se ponga esos taparrabos, cosa que no puede
ni agacharse.
-Estupendo. Ven conmigo -Ya se retiran y yo ni me
molesto, Ava me gruñe.
-No puedo creer que me estés haciendo esto -le
regalo un beso fugaz.
-Ava, quiero divertirme -La abrazo encantado porque
voy a disfrutar de un desfile de ropa privado y con mi modelo favorita.
-¿Quien elige el vestido, Jesse? -me pregunta Ava
cuando le doy un beso esquimal
-Tú. Yo me limitaré a observar, te lo prometo. Pero
corre, vuélvete loca -Y las dejo para
que por fin salgan. Tomo mi teléfono, debo hacer algunas llamadas, quiero ver cómo va todo en la mansión, hoy debe
salir todo perfecto.
Me dedico a hablar con John, él es el que mejor me
informa. Luego hablo con Sarah, quien está muy nerviosa. Le pido que se
tranquilice. Después de eso respiro profundo, menos mal que todo va viento en
popa. Miro el reloj, ya ha pasado una hora cuando veo a un chico empujando un
enorme perchero con muchos vestidos y zapatos. Cuelgo el teléfono y le doy una
sonrisa.
-¿Lo has pasado bien? -Me levanto y comienzo a
besarle la cara-. Te he echado de menos.
-Solo he tardo una hora -comenta y se ríe
-Mucho tiempo para mí. Dime, ¿qué has encontrado?
-Demasiado de dónde elegir.
-Vamos, pruébatelo todo -Le doy una nalgada y se
encamina al probador. Voy a disfrutarlo de verdad, primera vez que hago esto.
Ava entra y sale, cada vestido que se pone se le ve
precioso. La verdad es que mi Ava es bella, perfecta. ¡Dios! ¡ Soy un maldito
con suerte! Tiene un cuerpo de infarto, con cada curva me hace perder la
chaveta. Zoe sale y luego regresan con otro perchero full de vestidos. Solo sonrío.
Amo hacer esto, tener a alguien con quien compartir mi dinero. Por mí fuera le
bajaba la luna. Vuelve a entrar y salir con más vestidos, Ava camina frente a
mí, baila, se está divirtiendo a lo grande desfilándome vestidos bellísimos,
pero lo que más me divierte es imaginarme cómo se los voy a quitar para follármela.
¡Mierda! Mi polla dio un brinco. Cálmate
Jesse, ahora no, más tarde. De pronto, sale con un vestidito gris que en vez de
vestido parece una blusa.
-¡Quítatelo! -La miro con horror porque ni loco la
dejo salir con eso puesto, aunque se le ve divino, pero no me da la puta gana que
otros se la coman con la mirada. ¡No! ¡Ni loco! Ella se ríe. Parece que ya
terminaron, voy hacia ellas-. ¿Qué nos llevamos? -les pregunto.
-Ha escogido unos vestidos fabulosos, me da mucha
envidia -dice Zoe-. Voy a envolverlos -Mientras lo hace saco mi tarjeta de
crédito.
-Jesse, de verdad que no me siento cómoda con esto.
La miro decepcionado.
-¿Por qué? -Zoe sale rauda y veloz, ya ella tiene
sus órdenes.
-Por favor, no quiero que te gastes todo ese dinero
en mí.
-Tampoco es tanto.
-Cómprame un vestido solamente para esta noche.
Puedo vivir con esto.
-¿Solo un vestido? -Ya me estoy cabreando. Ava está
siendo ridícula. ¿Cómo cree que va a salir de aquí con un solo vestido? No me
jodas o dejo de llamarme Jesse si acepto esa estupidez-. Otros 5 y trato hecho.
-Dos.
-Cinco.
Eso no era parte del trato. Me mira molesta.
-Me da igual la edad que tengas, guárdate tu
secretito.
-Vale, pero siguen siendo 5 vestidos.
-Tengo que hacer una llamada-. Ve a escoger 5
vestidos, Zoe tiene mi tarjeta. La clave es 1-9-7-4 -Ava me mira horrorizada.
-No puedo creer que acabas de darme la clave de tu
tarjeta.
-No más secretos ¿recuerdas?
Ava de golpe se frena.
-¡Sí que tienes 37 años! -me grita mientras se va
cuando por mi parte me detengo-. Es tu número secreto. Naciste en el 74 -dice gozosa-.
¡Me dijiste la verdad! -Le lanzo una sonrisa de oreja a oreja y luego le lanzo
un beso, no quiero más mentiras.
Hago 2 llamadas más y veo a Ava salir, me entrega mi
tarjeta de crédito y luego me regala un beso en la mejilla.
-Gracias.
-De nada -Tomo sus compras-. ¿Me harás otro desfile?
-Por supuesto, aunque no puedes ver el vestido de
noche.
-¿Cual has elegido?
-Ya lo veras -Meto mi cara en su cuello, amo su
olor, ella hace lo mismo.
-Así que mi hombre está rozando los 40…
Me aparto y pongo mis ojos en blanco, la tiro de la
mano y la saco de la tienda.
-¿Te molesta mucho? -Trato de ser indiferente, pero
la verdad es que sí me jode llevarle 11 años.
-En absoluto, pero… ¿Por qué te molesta a ti?
-Ava. ¿Te acuerdas de una de las primeras cosas que me dijiste?
Asiente.
-Porque no me lo habrías preguntado si no fuera un
problema.
Sonríe.
-Tu edad no me molesta para nada -Me asegura cuando tomamos
las escaleras mecánicas egipcias. Quedo más bajo que ella y muy graciosa me
dice:
-¿Eso que tienes ahí es una cana?
La miro con cara de perro.
-¿Te crees muy graciosa? -Me vuelvo y la miro, le
encanta provocarme. Sé que tengo que cuidarme mucho más de ahora en adelante,
solo para llevarle el ritmo, pero por ella lo hago encantado. Y sin que lo vea
venir, la tomo por las piernas y la pongo sobre mi hombro. Me sabe a mierda
donde estemos.
Salimos a Knightsbridge, la dejo en el suelo
mientras se acomoda el vestido. Tomo su mano y vamos hacia el coche
-Podemos comer en la Mansión -le sugiero al mismo
tiempo que guardo las bolsas en el maletero y entro al coche. Una vez dentro, le
doy mi mejor sonrisa-. ¿Lo estás pasando bien?
-De maravilla.
-Yo también. Ahora, ponte el cinturón.
Conduzco toda velocidad, pongo música a todo volumen
ya que voy como niño con juguete nuevo y muy feliz. De ahora en adelante mi
prioridad es Ava. Quiero complacerla en todo y no solo en sexo. Quiero amarla,
atenderla, consentirla. Deseo compartir lo que tengo con ella. En mi vida le
había regalado algo a una mujer y no es por tacañería, solo que nunca tuve una
relación de pareja. Por eso me siento feliz y realizado. Hoy voy a lucir a mi
bella mujer. Doy un profundo suspiro. Me siento pleno de energía porque de esto
se compone la vida, de momentos vividos, ratos de disfrute y que son para hallar “La Felicidad!”. No soy muy
creyente, pero agradezco al que está arriba por ayudarme, dándome este hermoso
regalo de vida... ”Conocer a mi bella Ava O’Shea”.
Sí, para mí no hay vuelta a atrás. Voy a luchar con
todo lo que tengo por hacerme merecedor de este “Milagro”.
**Por
Fanny Rebellón Bolivar.
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