Loco Amor (Confesión)
Fanfic trilogía “Mi
Hombre”
Historia original de la
autora Jodi Ellen Malpas.
CAPITULO 1
Después
de confirmar la traición de Sarah me sentí muy mal, nunca me imaginé que
precisamente ella lo hiciera y menos después del dolor que vivimos hace años.
Ava se alegró cuando supo que la había despedido, y le doy toda la razón, pues
creo que Sarah no me dijo ni la cuarta parte de las cochinadas que le habrá
hecho o dicho a ella, pero si entendió mi sentimiento de amistad dolido,
respetó mi molestia y sé que me entiende, y la amo mas por eso. Hice honor a su
respeto, dejando eso a un lado para dedicarme a planificar nuestro matrimonio,
a vivirlo, a disfrutarlo. Al segundo día de mi petición de mano, llevé a Ava a
hablar con Tessa, la mejor organizadora de bodas y la más delicada y rápida, lo
sé porque la conozco, esté plenamente recomendada y también sé de buena fuente
que tiene un gusto exquisito. A ella la conozco algo, pues ha visitado la mansión
con dos novios que ha tenido, con los cuales ha desarrollado sus gustos
peculiares. Siempre me sondeó para estar conmigo, pero no me gustó nunca, fui
atento y amable con ella, pero hasta ahí. Quedamos en una amistad, por eso la
contacté y ella encantada aceptó. Ava me hizo mala cara cuando le hablé de
ella, pero si dejo todo en sus manos nos casaríamos en un año, y ni loco, así
que decidí tomar todo en mis manos.
Cuando
Ava vio el arte y el buen gusto en decoración de Tessa, se quedó prendada de él,
pues en ese sentido Ava es la maestra en el buen gusto, me consta, ya que me
hizo desembolsar mucho por mi apartamento, pero valió la pena. Los dos
escogimos el color de la decoración. Le di mi parecer para escoger el blanco, a
Ava le encantó lo que Tessa nos enseñó y a ésta, a su vez, le pareció bien lo
que decidimos y nos convenció que dejáramos todo en sus manos y quedó de ir a
la mansión para mirar bien el sitio de la ceremonia y de la fiesta.
La
discusión más fuerte fue cuando le planteé hacer nuestra boda en la mansión,
pero la convencí que iba a cerrar el salón comunitario, y que no se darían
cuenta de nada. Su mayor temor era Elizabeth, pues le encanta husmear y ama el
lujo, pero le dije que no se preocupara, que me aseguraría con todo el personal
y en desaparecer todo lo que diera a entender el sitio que era. Al final,
aceptó pero a regañadientes. Debía cerrar la mansión dos días antes del matrimonio,
así estaría cerrado por 4 días, dos antes y dos después del matrimonio para
alojar a la familia de Ava. Tuve que pasar una notificación a todos los
clientes y ofrecerles reembolsarles dinero por las molestias causadas. Algunos
cuando se enteraron me felicitaron, pero otros fueron algo mordaces. Muchos no
ven mi matrimonio en serio, creen que es un juego o un capricho, como si me
conocieran, no saben cuan equivocados están. Mi matrimonio es lo más serio que
haré en mi vida y estoy dispuesto a hacer lo que ninguno de ellos hace, “ser
fiel”. Me dedicaré de lleno a Ava y los hijos que vengan, y espero que sea muy
pronto.
La que me
tenía al borde de estallar fue Coral. Se enteró de mi matrimonio y hacía
visitas sorpresa, todo el tiempo rogándome, menos mal que John estaba
pendiente, sobre todo cuando ella buscaba escabullirse a mi oficina. Ha sido un
verdadero fastidio, sigue así y prohíbo su entrada al hotel. Ya no hallaba de
qué manera decirle que no me interesaba. Por Dios, qué fastidio, nunca le
prometí nada, solo fue follar. Quizás, porque la busqué dos veces pensó que la
quería. No puedo negar que es hermosa y se esmera en la cama, pero no me
enamoré y tampoco me gustó para una relación larga, solo me tentaba su
enamoramiento de mí, fui muy engreído y estúpido y tomé lo que quise. Además,
ella no es una santa, vino con su esposo para buscar otro hombre para hacer un
trío y me escogió a mí. Aun no entiendo cómo es posible que un hombre comparta
a su esposa con otro hombre. Coño, yo ni loco. Menos mal que el grandote en
varias ocasiones la sacó casi del pelo, es joven es hermosa debería tener más
dignidad y respetarse más a sí misma.
Las
mujeres en la mansión también me han agarrado de sorpresa, rodeándome, tratando
de convencerme de no casarme. ¡Coño, están locas! Mi amigo John se ha encargado
de quitármelas de encima, todo el tiempo ha sido como mi ángel guardián. Aparte
que él le tiene mucho cariño a mi Ava.
Han sido
dos semanas de muchas emociones, muchas alegrías, pero sobre todo de mucho
amor. Definitivamente, Ava tomó posesión de mí en cuanto nos vimos por primera
vez, sin ella misma saberlo me marcó. ¡Carajo! Soy un cabrón con suerte. Todos
los días doy gracias al Creador por ponerla en mi camino.
Y aquí
estoy, preparándome para acostarme separado de mi mujer. ¡Mierda! No me gusta.
Elizabeth cuando se propone ser un fastidio se lleva el premio mayor. Esa
mierda que debe dormir aparte y no verla hasta el momento de la ceremonia, es
el peor puto invento que he visto. ¿Por qué? No quiero alejarme de ella ni un
segundo, así que me hice el pendejo, me quedé con ella, a ver si nos dejaban en
paz, pero de pronto escuchamos a la suegrita tocando la puerta para sacarme.
¡Mierda y más mierda! Me levanto furioso, Ava solo me mira, tratando de
calmarme, me provoca golpear algo, coño.
La suegra
es una puta pesadilla, pero al mirar a Ava sé que tengo que calármela. Tengo
que aceptar retirarme. Me acerco a mi mujer le doy un beso desesperado y luego
camino hacia la puerta, la abro y la suegra me mira, señalándome que salga. La
observo con ganas de ahorcarla. Si las miradas mataran, ella estaría muchos
metros bajo tierra.
Me paseo
de un lado a otro en mi habitación, no aguanto los nervios y menos sin Ava a mi
lado, así que me decido y salgo a correr un rato. Luego tengo que hacer el
intento de dormir, o se lo contrario mañana no voy a valer nada.
Me
despierto muy temprano. Al abrir los ojos mi cabeza se empieza a llenar de
información, pego un brinco emocionado porque hoy Ava va a ser mía ante Dios y
los hombres. Me dirijo al baño, me cepillo los dientes, me lavo la cara y salgo
rápidamente a ponerme algo para correr. Antes de empezar mis ejercicios, hago
una estación en el salón de la ceremonia, ahí todo está perfecto y bellísimo,
Tessa se lució, digno de mi Ava. Al dar la vuelta, veo a Mario.
-Señor
Ward, buenos días. ¿Cómo amaneció?
-Bien,
Mario, algo nervioso, pero bien
-Me
imagino, y es lógico que esté nervioso, pero va a ser feliz, lo sé. La señorita
Ava es increíble, una buena muchacha.
-Lo sé,
Mario, lo sé. Bueno, me retiro, veo que todo está en orden.
-Claro
que sí, señor Ward, todos estamos colaborando para que salga todo a pedir de
boca, así que no se preocupe.
-Perfecto
Mario y recuerda, atención VIP a todos los que se te acerquen, ¿okey?
-Por
supuesto. ¡Ande, ande! Vaya a prepararse, no vaya a hacer esperar a esa bella
dama.
-¡Ni
loco, Mario, ni loco! -Y salgo casi corriendo.
A medida
que avanzo en mi carrera, voy pensando en mi doloroso pasado, mi corazón
pareciera que quiere salirse de mi pecho al pensar en mi precioso angelito, ya
que ella ha sido lo único bello que he tenido, porque lo demás… fue pura
mierda. ¡Diablos! Quiero ver a mi Ava.
Corro por
un buen rato y miro el reloj, casi son 12 horas sin ver a Ava. Me muero por
verla, quiero besarla. ¡Coño! ¡Quiero verla y punto! Así que me dirijo hacia el
interior y hacia la habitación donde sé que está ella. Parezco un trompo dando
vueltas frente a la puerta, por los nervios, y porque sé que tengo una piedrota
de tranca: ¡Mi adorada suegra! Uf, pero me sabe a mierda, así que le doy un golpe
a la puerta y como lo imaginé, me abre Elizabeth.
-Buenos
días, suegra, quiero ver a Ava.
-Jesse,
tú y yo vamos a acabar mal si no haces lo que se te dice.
-Déjame
entrar y no acabaremos mal, mamá -se lo digo con una sonrisa, sé que se va a
cabrear por lo de “mama.”
-Jesse
Ward, no te atrevas a llamarme “Mamá” cuando solo soy nueve años mayor que tú.
¡Vete! La verás dentro de media hora.
-¡Ava!
-grito para que Ava me oiga y, al menos, se asome. ¿No pueden entender que
quiero ver a mi mujer? Trato de entrar y Elizabeth empuja la puerta, como si
ella pudiera conmigo.
-¡Jesse,
no! ¡Qué no! ¡Qué trae mala suerte! ¿Es que eres tan testarudo que no tienes
ningún respeto por la tradición?
-Déjame
entrar, Elizabeth -le hablo masticando con rabia las palabras.
-Déjalo
entrar, Elizabeth. Nunca conseguirás detenerlo. Es como un rinoceronte -Escucho
a Kate dándole el mejor consejo, pero la suegra es mas terca que una mula, coño,
y yo que un rinoceronte como dice Kate así que… empujo, pero no muy fuerte.
-¡No!_¡No
va a ….! ¡No, Jesse Ward!
-¡Pero
bueno! -Elizabeth sigue en su tragedia-. ¡Ava, dile que se marche!
-No pasa
nada, mamá. Danos cinco minutos.
¡Yeees!
Me salí con la mía. Kate se la lleva. ¡Coño, gracias!
-Vamos,
Elizabeth. Solo serán unos minutos.
Por fin
la veo, me tiemblan hasta las rodillas. ¿Cómo puede ser posible que esta bella
mujer me haga sentir tanto?
Dios no
puedo quitarle los ojos de encima. ¡Mírenla, no mas, está divina! Parece una
diosa, y eso que aun no se ha puesto el vestido. Nada importa, ni la quejadera
de la suegra
-¡Es la
tradición!
-¿Y qué
hay del cardenal que lleva en el pecho? -pregunta la suegra, alias la “vieja
metiche”.
En este
momento todo me rueda. No dejamos de mirarnos, sin decirnos nada en lo que
parece una eternidad hasta que percibo los ojos de Ava que dejan de mirarme y
me escanea de pies a cabeza, me come con ellos, noto cómo se acrecienta su
deseo por mí y ella ve el mío por ella.
-No
quiero dejar de mirarte la cara -le digo extasiado
-¿Ah no?
Niego con
la cabeza.
-Veré
encaje si miro a otra parte, ¿verdad?
Ella
asiente.
-¡Dios! ¿Encaje
blanco?
-Marfil.
Respiro
muy profundamente, obligándome a no brincarle encima. ¡Por todos los cielos, amo
a esta mujer! ¡Estoy loco por ella!
-Y estás
más alta, ¿llevas los tacones puestos?
Ella solo
asiente. Coño, no puedo aguantarme, tengo que mirarla, sé que no la puedo
tocar, estoy muy sudado y puedo mancharle lo que ya tiene puesto, pero tengo
que mirarla. Ava si se da banquete, mirándome, sus ojos chispean de deseo. Yo
empiezo a mirarla centímetro a centímetro, quiero grabarla en mi memoria, este
momento nunca lo voy a olvidar. ¿Cómo es posible que sea tan bonita? Y lo mejor
de todo, es mía y en una hora va a ser mía ante Dios.
-Acabas de
pasar por encima de mi madre.
Y lo
haría mil veces si se interpone, pero en este momento me importa un carajo y
menos viéndole ese brillo lujurioso en esos hermosos ojos. Está loca por
brincarme encima, lo sé, lo siento, porque yo estoy loco por hacer lo mismo.
Ella no se aguanta y da un paso hacia mí y me mira la boca, la energía que
desprenden nuestros cuerpos es demasiada. Huelo y palpo su deseo, casi no puedo
respirar de la ansiedad por ella. Qué gran regalo del creador poder sentir un
amor tan grande, quiero sentirlo por lo que me resta de vida.
-Se
estaba interponiendo en mi camino -le digo con toda tranquilidad.
-Trae
mala suerte ver a la novia antes de la boda.
_-Impídemelo
-No me aguanto y me inclino aunque sea para rozar su boca-. Te he echado de
menos.
-Solo han
pasado doce horas.
-Demasiado
tiempo -le acaricio el labio inferior con la lengua, gimo de placer-. Has bebido
- la acuso, ella debería saber que huelo el licor a distancia y sabe el por qué.
-Solo un
sorbo, no deberíamos hacer esto.
-No
puedes estar así de bella y luego decir esas cosas, Ava -Aprieto su boca,
quiero besarla con todo y busco que le dé entrada a mi lengua. Nuestras lenguas
se acarician, sin tocarle ninguna otra parte de su cuerpo nos fundimos en un
beso, hambrientos de contacto.
-Jesse,
vamos a llegar tarde a nuestra propia boda.
-No me digas
que deje de besarte, Ava -muerdo su labio inferior, lo dejo deslizar-. No me
digas nunca que deje de besarte -Me agacho despacio y quedo de rodillas y tiro
de sus manos para que se arrodille conmigo. Ella se quita los zapatos y lo
hace. Acaricio sus manos con mis pulgares y luego levanto la vista para mirarla
con adoración-. ¿Estás lista? -le pregunto, me frunce el ceño.
-¿Me estás
preguntando si todavía quiero casarme contigo?
-No. No
tienes elección. Solo te pregunto si estas lista.
-¿Y si te
digo que no?
-No lo
harás.
-¿Por
qué? -Sonrío y me encojo de hombros.
-¿Estas
nerviosa? No quiero que estés nerviosa.
-Jesse,
estoy nerviosa por el lugar en el que voy a casarme.
Dejo de
sonreír.
-Ava, lo
tengo todo controlado. Te dije que no te preocuparas y no deberías preocuparte,
y punto.
-No puedo
creer que me convencieras para hacer esto.
Ella
agacha su cabeza y piensa, sigue dándole a la pensadora, coño
-Oye -tomo
su barbilla y le levanto su cabeza para que me mire-, no le des más vueltas.
-Perdona.
-Ava,
cielo, quiero que disfrutes de este día, no que te agobies por algo que no va a
pasar. No se enteraran jamás, te lo prometo.
Ella me
sonríe.
-Vale.
Ya está.
Me levanto y voy a la cómoda, saco unas toallas, vuelvo a ponerme de rodillas,
pero me seco la cara y el pelo, y luego me cubro el cuerpo con otra y le abro
mis brazos.
-Ven aquí
-le ordeno en voz baja.
Ella ni
corta ni perezosa se acurruca en mi regazo y la abrazo.
-¿Mejor?
-Mucho
mejor –susurra-. Te quiero mi señor. -Yo sonrío.
-Creía
que era tu “dios”.
-Eso
también.
-Y tú
eres mi “Seductora”. O podrías ser mi señora de la mansión -Pega un brinco, yo
me burlo de ella.
-¡No voy
a ser la señora de la mansión del sexo!
Sigo
riéndome y la vuelvo a jalar hacia mí, le acaricio el pelo, huele
increíblemente delicioso.
-Lo que
tú quieras, señorita.
-Con ser
“señorita” tengo más que suficiente.
Siento
que me acaricia mi espalda húmeda por el sudor.
-Te
quiero muchísimo.
-Lo sé,
Ava.
-Tengo
que vestirme, voy a casarme.
-¿De
verdad? ¿Quién es el cabrón afortunado?
Ella se
aparta para mirarme.
-Es un
hombre controlador, neurótico e imposible -Me acaricia la mejilla mientras
sigue hablando-. Es muy guapo -susurra buscando mis ojos, yo la miro
fijamente-. Ese hombre me deja sin aliento solo con tocarme y me folla hasta
que pierdo el sentido -guardo silencio y ella cariñosa me besa la barbilla y
sigue hacia mi boca. ¡Dios, qué seductora! Estoy temblando como un adolescente-.
Me muero por casarme con él. Deberías marcharte para que no tenga que hacerlo
esperar.
-¿Qué
diría ese hombre si te pillara con otro?_-le pregunto, besándola por toda la
cara. Ella sonríe con picardía,
-Pues,
primero lo castraría y luego le preguntaría si prefiere que lo entierren o que
lo incineren, esas cosas.
Abro los
ojos con fingido miedo, pero divertido.
-Parece
un tío posesivo. No me gustaría vérmelas con él.
-Mejor
que no, te aplastaría.
Me río a
carcajadas, verla encogiéndose de hombros.
-¿Eres
feliz? -me pregunta de pronto.
-No,
estoy cagado de miedo -Me siento en el suelo y la atraigo conmigo-, pero hoy me
siento valiente. Bésame -Y ella emocionada, me cubre de besos divinos. Mi mujer
es exquisitamente seductora, pero ya me extrañaba tanta tranquilidad. De repente, se abre la puerta y entra mi
adorada suegrita, gritando.
-¡Jesse
Ward! ¡Aparta tu cuerpo sudoroso de mi hija!
Ava se
ríe, no nos movemos.
-¡Ava!
¿Vas a oler a sobaco! -Se acerca a nosotros-. Tessa, ayúdame -Y de la nada
aparecen unas manos jalando a mi Ava para alejarla de mí.
-¡Mama,
para!_-le dice Ava riéndose y ella se abraza mas a mí-. ¡Ya me levanto!
-¡Pues,
venga! Te casas dentro de media hora, te has destrozado el peinado y te has
pasado la tradición por el forro revolcándote por el suelo con tu futuro marido
-dice mi suegra echando humo-. ¡Tessa, explícaselo tú!
-Vamos,
Ava. -Tessa sí tiene un carácter de los mil demonios, nada hace que tuerza sus
planes, así seamos los novios.
-Vale,
vale -les dice Ava algo molesta y se despega de mí de mala gana.
-Por
Dios, mírate -refunfuña la suegra al verle unos mechones fuera de lugar. Coño,
si se va a parar la boda por eso._Yo me acomodo muy forondo con mis brazos bajo
mi cabeza a observar a Elizabeth regañar a Ava-. ¡Son como niños! -sigue
chillando y se voltea, mirándome, y me echa-. ¡Fuera!
-Vale,
vale -me levanto del suelo, veo a Ava mirando a Tessa que también me está
comiendo con la mirada. ¡Hay mujeres descaradas! ¡Ja, ja, ja! Me río para mis
adentros.
-Yo me
encargo del novio -dice Tessa, disimulando, y mirando a otra parte-. Vamos,
Jesse.
-Espera
-le digo a Ava-. ¿Dónde está tu diamante?
-¡Mierda!
-Ava se pone a buscar con la mirada debajo de la cama-. ¡Mierda. Mierda,
mierda! ¡Mamá!
-¡Ava,
esa boca, por favor! -le grito, ya que detesto que una mujer diga tacos y más mi
mujer.
-No te
alteres -dice la suegra, todos nos apuramos a buscarlo.
-¡Lo
encontré! -dice Tessa recogiéndolo del suelo. Se lo quito de las manos y voy
hacia Ava.
-Date la
vuelta -Y vuelvo a colocárselo-. Ya está -le doy un beso en el hombro y de
pasadita le pego mi polla en su trasero.
-Eso les
enseñará a no retozar en el suelo -dice la suegra-. ¡Y ahora, fuera! -Tira de
mi brazo y me dejo llevar, no me queda de otra. Ava me dice adiós con la mano.
Ahora me está sacando Tessa, pero cuando la vuelva a ver será para ser mi
esposa, ¡y para siempre!
-Está
bien, Tessa, voy solo a mi habitación. -Ella se pone colorada.
-Claro,
Jesse. Yo iré a revisar que todo esté en orden.
-Perfecto
y gracias, todo está quedando muy bien, a Ava le va a encantar.
-Me
alegro que te guste, Jesse. Pero apúrate, queda poco tiempo, ya la gente se
está reuniendo.
-Sí, sí,
ya voy.
Cuando
voy a entrar al baño repica mi móvil, veo quien es. ¡Mierda! No puede ser.
Coral se está pasando. Lo pienso y le respondo, quiero quitármela de encima.
-Coral.
-Me
alegra que contestes.
-¿Qué
quieres? -Sé que sueno odioso y cortante, pero ya estoy llegando a mi límite.
-Aun
puedes salir de allí, Jesse, déjala y vente conmigo.
¡No me
jodas! Esta mujer está de manicomio.
-¡Coral!
Antes muerto que dejar a Ava, te lo he dicho de todas las maneras posibles.
¿Eres bruta o te haces?
-No me
hables así, por favor -dice con voz llorosa.
-Escúchame…
No existe una puta persona en este mundo que pueda influir o cambiar lo que
siento por Ava y mucho menos tú. Y ya está bueno de charla, no me jodas, Coral.
Ava es mi dueña, es mi vida, mi todo, así que adiós. -Cuelgo y apago el móvil.
Qué no me joda. ¿Hasta cuándo tengo que ser amable con ella?
Me meto
al baño y me doy un muy buen baño. ¡Carajo! Me siento feliz, nervioso,
emocionado y cagado, todo junto, pero sobre todo feliz. Es algo increíble porque
nunca, pero nunca en mi vida había tenido tamaña alegría. Ver realizado un sueño
de un matrimonio por amor es algo que todo el mundo debería hacer.
Procedo a
vestirme, me pongo mi traje gris, hecho a la medida, la ocasión lo ameritaba,
me peino y me echo mi colonia. Ya estoy listo. Me miro por un rato en el
espejo. Me doy mi último vistazo. ¡Coño, me veo muy bien! Modesto el niño, ja,
ja, ja.. Y arranco con mi sonrisa de oreja a oreja.
Entro al
salón y todo el mundo me saluda. Miro a mi alrededor y veo que todo esté bien.
Se ve perfecto, como debe ser. Tessa se me acerca.
-Jesee.
ve hacia donde está el cura, allí es donde debes espera a Ava.
-Claro
que sí -Siento que el corazón se me va a salir del pecho, debo disimular, pero
es difícil siendo observado por todos. Entonces, John se me acerca. El va a ser
mi padrino.
-Amigo,
¿cómo te sientes?
-¡Feliz! -Y
le doy mi mejor sonrisa.
-Sí, se
te nota, cabrón, resplandeces, ja, ja, ja, ja.
-Shhh,
sin groserías, mira que el cura está cerca.
-Ja, ja, ja,
me importa un carajo y ya me retiro, creo que se acerca la novia, amigo.
¡Felicitaciones! -Se que él se alegra por mí de corazón.
-Gracias,
grandote, y no te alejes.
-Ya lo sé.
Veo que
se abren las puertas del salón de verano. ¡Dios, por fin! En ese momento
comienza a sonar la canción de Etta James “At Last”. Cuando la escucho, me
recorre un delicioso escalofrío de emoción por el cuerpo, me encanta, y desde
este momento mas, pues será nuestra canción.
Ava hace
su aparición junto a su padre. Abro la boca y sacudo la cabeza. Mi Ava parece
una diosa, un ángel. ¡Por Dios! Ese vestido, si no me contengo me pongo a
jadear cual perro. Soy un cabrón con muchísima suerte. ¡Qué belleza! Todo de
encaje, es un sueño hecho realidad, es
demasiado bella, se le ciñe en todas esas curvas que me vuelven loco. Para mi
es la mujer más bella del mundo, es un ángel, mi ángel.
Ava no me
quita la mirada, está nerviosa, casi no puede caminar por la emoción. Da dos
pasos y vuelve a parar, así que me decido y voy en su busca. Me detengo a su
lado, mirándola, veo cada centímetro de su rostro y de último miro sus
preciosos labios. Levanto mi brazo despacio y toco su mejilla, acariciándola
con mi pulgar, suave, cálida, preciosa, ella apoya su rostro en mi mano.
¡Hermosa, mi Ava! Veo que, de inmediato, se relaja, ¡Contacto constante! Me
inclino, acercándome a su oído.
-Dame la
mano -le susurro. Ella me la da y yo la tomo, la llevo a mis labios, besándola.
Y luego le doy la sorpresa de ponerle unas esposas. Ella me mira sorprendida,
yo sonrío, pero sin mirarla. Agacho mi cabeza y rápidamente cierro la otra parte
de las esposas en mi muñeca. Ava mira a sus padres asombrada, ya me imagino los
reproches de mi suegra. Todos mis amigos se ríen de mi travesura y otros solo
se asombran. Miro a John, se está riendo con ganas hasta mostrar su diente de
oro. Ava no se aguanta y me pregunta.
-¿Qué
haces? -La beso en sus labios, en la mejilla y en la oreja.
-Me pones
mucho. -Ava se ruboriza hasta la raíz de su pelo.
-Jesse,
la gente está esperando.
-Pues,
qué esperen -y vuelvo a besarla en su boca-. Tu vestido me gusta mucho, mucho,
mucho.
-Señor
Ward, es a mí a quien está haciendo esperar.
Sonrío en
su oído.
-¿Estas
lista para amarme, respetarme y obedecerme?
-Sí,
cásate conmigo de una vez. -Me aparto y sonrío feliz por sus palabras.
-Vamos a
casarnos mi hermosa jovencita. -Entrelazamos los dedos de las manos esposadas y
la conduzco hacia el altar.
Este día
queda grabado en mi mente hasta el fin de mis días. El éxtasis que sentí cuando
leímos nuestros votos, cuando nos preguntaron si nos aceptábamos hasta que la
muerte nos separe, siempre mirándonos a los ojos. ¡Por Dios! Entre más la miro,
más bella la veo. Todo fue inolvidable, y antes que el cura me dijera que podía
besarla yo no me aguanté y la besé con toda la pasión que tengo acumulada, no
me importa que nos estén mirando, ya es mi esposa. Luego, la tomo entre mis
brazos y la saco del salón de verano. Escucho a Elizabeth gritándome que espera
que sonara la música. Hago como si no fuera conmigo. Llego al bar y la deposito
en un taburete y la cubro de besos.
Veo que
Ava mira a los invitados, pero sobre todo a su hermano, algo le pasa.
-¿En qué
piensas? -Me mira y sonríe.
-En nada.
-¿Eres
feliz?
-Sí. -Me
doy cuenta que estamos en la misma nube.
-Estupendo,
entonces mi trabajo aquí ha terminado. Bésame, mujer –le ordeno, acercándome a
ella.
-Has hecho
enfadar a mi madre.
-Se le
pasará. He dicho que me beses.
-No lo
creo. Le has arruinado su gran día -me dice riéndose.
-No me
obligues a pedírtelo otra vez, Ava -le advierto. Entonces, ella tira de mí y me
da un delicioso beso.
-¡Ya
basta! -Nos grita la suegra muy cerca-. ¡Jesse Ward, le agotas la paciencia a
un santo! ¿Dónde está la llave? Coño, ¡qué fastidio! Me volteo y la miro mal.
-Tu
marido es un peligro.
-Lo
quiero -escucharla decir eso hace que me derrita, y la suegra sonríe
disimuladamente, se que le agrado, pero quiere dominarme y a la única que quizá
le permitiría eso es a Ava.
-Ya lo
sé, cariño -Le pellizca la mejilla a Ava y se voltea, pidiéndole a Mario su
famoso “Sublime”. El Italiano se anotó un triunfo con esa bebida para las
mujeres.
-¡Bien! -Tessa
se nos acerca y le quita la copa a Ava-. El fotógrafo está listo. He pensado
que lo mejor será hacer primero las fotos de familia y luego se harán unas de
ustedes solos. Pero van a tener que quitarse las esposas.
-Ya te he
dicho que no vamos a salir en las fotos -le digo a Tessa.
-¿Ah, no?
-me pregunta Ava asombrada. Coño, esto de las tradiciones, la verdad, es que me
resbala, ya Ava es mi esposa, así que haremos lo que nos dé la gana.
-Tienen
que salir en las fotos, de lo contrario, ¿qué recuerdos van a tener? -replica
ella horrorizada.
-Tessa, haz
las fotos de familia fuera -le hablo con voz de orden-. Yo no necesito fotos
para tener recuerdos. -Pero parece que a mi mujer no le agrada mucho esa idea.
-¿No
vamos a salir en las fotos de familia?
-No -le
digo resuelto.
-¡No
puedes negarle una foto con su hija!_-No respondo y me encojo de hombros.
-Lo estás
haciendo a propósito -me dice Ava, molesta-. Vamos a hacernos fotos.
-De eso,
nada –Coño, aquí el que manda soy yo, pero mi Ava me lanza una mirada
fulminante.
-Vamos a
hacernos fotos. También es mi boda, Ward -¡Diablos! Como que metí la pata, ya
se molestó. Iba a beber agua, pero mejor me quedo quieto. Le monto mala cara,
pero la verdad es que tienen razón, reconozco que a veces me porto malcriado, pero
es que no me gusta que me estén diciendo qué tengo que hacer, toda mi vida he
hecho lo que se me da la gana, nunca acepté ordenes de nadie, pero ya está, me
quedo tranquilo, y Tessa procede a llevar a los invitados al terreno que hay en
la parte de atrás de la mansión. Y comienza a dar órdenes, gritando, hace que
todos salgan del bar.
-Así sea
-me levanto y bajo a Ava del taburete. La saco hacia la luz, ¿quieren fotos?
Pues, vamos a tomarnos fotos. Tessa hace que tomemos diferentes posiciones.
-Por
favor, haz lo que te digan -casi que me ruega, claro que voy a hacerlo, me
siento un poco mal, y solo quiero que sea feliz, solo que no quiero
compartirla, y la verdad es que habrán muchas ocasiones en nuestra vida que sé
que tengo que compartirla. Pero hasta este amor ha hecho esto, me convirtió en
un egoísta, pero solo por ella.
-Si me
prometes que después pasaremos un rato a solas.
-Te lo
prometo -me responde, riendo a carcajadas.
-Vale.
Odio compartirte.
Intento
cooperar todo lo que pueda. Me muevo para donde me ordenan, sonrío cuando tengo
que sonreír. Tessa quiere que le tomen fotos a Ava sola, le quito las esposas y,
la verdad, es que, de pronto, sí me encantaría tener fotos de mi Ava con ese
fabuloso vestido, pondré una sobre mi escritorio para verla todo el tiempo. Y
cuando terminan, de inmediato, la vuelvo a tomar en mis brazos y entro de nuevo
a la mansión.
Me la
llevo a la Suite en la cual la acorralé. Dios, qué recuerdos. Entramos y cierro
de una patada la puerta, la deposito con sumo cuidado en la cama y me tumbo
encima de ella. Luego, la miro a esos ojazos que tiene.
-Un rato
a solas -le susurro y le doy un beso. Luego, hundo mi cara en su cuello.
-¿Te apetece
que nos acurruquemos? -me pregunta sorprendida.
Huelo su
pelo, Mmm… delicioso. Quiero retozar con mi esposa.
-¿Me vas
a decir que no?
-No.
-Estupendo.
Nuestro matrimonio no podría empezar mejor.
Me siento
satisfecho. Nos acurrucamos, esto es vida, esto es felicidad.
-¿Harías
algo por mi? -me pregunta en voz baja.
-Lo que
quieras -se lo digo con mi cara clavada en su cuello, si por mí fuera nos
quedaríamos aquí, pero eso sería pedir un milagro-. ¿Qué quieres, nena?
-¿Podrías
contenerte y no contarle nada sobre Mikael a Patrick?
Hace días
debí hablar con Patrick, el no puede obligar a mi mujer a que trabaje para ese
cabrón.
-Acepté
no visitar a Patrick si tú te encargabas de hablar con él y creo que no lo has
hecho -le digo sacando mi cara de mi lugar favorito. La miro.
-El lunes
-me mira con cara de suplica-, hablare con él.
-El lunes
-miro escéptico-. Lo digo en serio, Ava. Si no se lo dices tú el lunes, se lo
diré yo.
-Vale.
Gruño y
vuelvo a hundirme en su delicioso cuello.
-El lunes.
¿Y cuándo podré llevarte de viaje?
-Ya te
advertí que si querías casarte conmigo tan pronto no podríamos ir de luna de
miel en una temporada y estuviste de acuerdo. ¿Recuerdas?
Levanto
mi cabeza y la miro molesto.
-¿Y cuándo
voy a tener a mi esposa para mí solo? ¿Cuándo voy a poder quererla?
-Siempre.
Cuando no estoy trabajando, estoy contigo, y me llamas y me mandas mensajes
cada cinco minutos así que, técnicamente, estoy conectada a ti a todas horas.
Coño, la
quiero solo para mí, no quiero que siga trabajando, quiero que tengamos un bebé,
la quiero siempre a mi lado. Acaso, ¿es un delito?
-Quiero
que dejes el trabajo -Ella sacude su cabeza, negándose, veremos, no cejaré en
mi empeño.
-Quiero
que te dediques a tus quehaceres.
-¿Cómo
voy a dedicarme a mis quehaceres si siempre estoy pegada a ti? -Le aprieto mis
caderas contra su centro de placer, ella contiene su respiración.
-Vale, te
dedicarás a tus quehaceres -le sonrío con picardía, voy a tener que echarle un
polvo de entrar en razón. Estoy loco por hacerle el amor y luego follármela o,
quizá, las dos cosas mezcladas.
-Ward, no
vas a hacerme tuya. Deberíamos bajar antes que mi madre suba a buscarnos.
Le pongo
los ojos en blanco.
-Tu madre
es un grano en el culo.
-Pues,
deja de picarla -se echa a reír. Me levanto y tiro de ella hacia el borde de la
cama.
-Tiene
que aceptar que aquí mando yo -Vuelvo a colocarle las esposas, Ava pela los
ojos. Unos segundos después, ella sacude su mano, mostrándome que la amarre a
mí. Sonrío feliz.
-Perdona
-muevo nuestras muñecas-. ¿Quién manda aquí?
-Tú
mandas por hoy -La veo acomodándose su pelo y el diamante.
-Estas
siendo de lo más razonable -le digo tranquilamente y la beso, tomándola por la
nuca-. Mmm…Sabes a gloria. ¿Lista, señora Ward?
Sí,
porque si nos quedamos un poco más, no salimos -Y al verla le miro su vientre y
acerco un poco la mano. Estoy seguro que ya está embarazada. Dios, sueño con el
momento en que me lo confirme. Hago círculos en su vientre sin mirarla a la
cara, ella se aparta.
-Vámonos
-Ni me mira. Va hacia la puerta, pero se detiene obligada por las esposas, la
escuecen un poco, hace un gesto de dolor.
-¿No
vamos a hablar de ello, Ava?
-¿Hablar
de qué? -Ella lo sospecha, pero no quiere hablar del tema.
-Ya sabes
de qué -Mantiene un silencio algo incómodo. Tenemos que hablarlo, aunque sé que
va a estar muy molesta. Voy a hablar cuando, de repente, Elizabeth entra sin
avisar. ¡Mierda! Más fastidiosa que una piña bajo el brazo.
-¿Puedo
preguntarles por qué no se fugaron para casarse solos? -Lo dice seria y molesta-.
Tienen a los invitados abajo, están sirviendo la cena, y me estoy hartando de
correr de un lado a otro para intentar controlarlos.
-Ya vamos
-dice Ava tirando de las esposas, pero yo ni me muevo.
-Danos
unos minutos, Elizabeth -le digo cortante.
-No, ya
vamos -me dice Ava, que con su mirada está rogando para que no le diga nada a
su madre. Me mira suplicante, niego con la cabeza.
-Por
favor -me dice en voz baja. ¡Diablos! Frustrado me paso la mano por mi pelo y
aprieto mis dientes cuando Ava me saca casi a rastras de la habitación. Quiero
que hablemos de una buena vez, pero ella solo quiere que salgamos de la
habitación. En silencio bajamos, Elizabeth parece no darse cuenta.
Llegamos
al salón de verano que resplandece en lujo y belleza, decorado con muchas
calas, la flor que representa a mi Ava. Tessa puso jarrones muy hermosos con
agua cristalina y llenos de calas blancas, se ven espectaculares, Tessa se
lució. Todo sencillo, pero con lujo, tal y como me ha gustado siempre.
Ava y yo
comemos los variados platos que se prepararon y la veo muy conversadora, claro,
todos se le acercan porque, en definitiva, es la hermosa novia. Tengo que
aprender a controlar un poco mi egoísmo, a ver si puedo. John ha dado su
discurso como el padrino de boda de mi parte, fue breve, pero muy agradable. Quiero
mucho al grandote, dijo poco y mucho, la gente lo aplaudió, ni de broma se
atreverían a abuchearlo. Solo sonrió un poco cuando dijo que se le hacía
gracioso mi comportamiento con Ava, solo allí se rieron. ¿Es tan obvio? Bueno,
pues no puedo evitarlo.
Luego,
dio su discurso mi suegro. Por un momento se puso algo sentimental, recordó un
poco la infancia de mi Ava, me encantó esa parte. Después dijo que era una
guerrera, claro que sí, y luego echó un chiste de una vez que ella se robo un
gominola, y para que no la acusaran se lo comió, todos nos reímos. Por último,
levanta su copa, nos mira y muy serio me dice:
-Buena
suerte, Jesse -lo dice tan serio que todo los invitados se echan a reír. Yo
sonrío ampliamente y levanto la copa para brindar. Todos lo aplauden y mi
suegra le masajea el hombro, sonriendo.
Dejo el
agua en la mesa y me volteo hacia Ava, me pongo de rodillas y tomo sus manos.
Ava se endereza dando una mirada a los invitados y todos nos miran. Con mis
pulgares dibujo círculos en el dorso de sus manos y luego juego con sus anillos,
dándoles vueltas y colocándolos derechos de nuevo. Alzo la vista sonriendo, soy
muy feliz.
-Ava -hablo
primero en voz baja, pero sé que todos me escuchan, hay absoluto silencio-, mi
preciosidad –sonrío-, eres toda mía -Me incorporo solo un poco y le doy un beso
con mucha ternura-. No necesito ponerme de pie y anunciarles a todos lo mucho
que te quiero. No me interesa complacer a nadie, solo a ti -Ava suspira-. Me
has conquistado, nena. Me has hecho tuyo y tu belleza y tu fuerza me han
embriagado. Sabes que no puedo vivir sin ti. Has hecho que mi vida sea tan
hermosa como tú. Has hecho que quiera tener una vida que valga la pena, una
vida a tu lado. Tú eres todo lo que necesito. Necesito verte, escucharte,
sentirte -pongo mis manos en sus muslos y los acaricio-, amarte -Ava se muerde
el labio y tiene los ojos llenos de lágrimas, pero son lagrimas de felicidad,
lo sé-. Necesito que me dejes hacer todo eso, Ava. Necesito que me dejes cuidar
de ti para siempre-. Escucho a la suegra sollozar y Ava se le une, se le ve la
emoción.
-Lo sé -susurra.
Asiento y
dejo escapar el aire que no sabía que estaba conteniendo. Me levanto y la
aprieto contra mi cuerpo, con toda mis fuerzas, pero mas con el alma, Ava hunde
su cara en mi cuello y siento que respira, que me olfatea, los dos hacemos eso,
me encanta su olor. Cuando nos soltamos la gente se pone de pie y me aplauden.
Se nos acerca la suegra y me abraza.
-Jesse
Ward, te quiero -me dice al oído. Solo la abrazo con la mano libre-, pero
quítale las esposas a mi hija, por favor.
-De eso
nada, Elizabeth -Ella sonríe y me da una palmadita en el hombro cuando Kate se
me abalanza.
-¡Ay,
Dios, quiero besarte los pies! -me dice emocionada.
Todos se
acercan a felicitarme, parece que mis palabras calaron, pues me salieron del
alma. ¿Sentirán todos los hombres esta alegría y sobre todo este gran amor al
casarse? La verdad, no lo sé, pero pienso que nuestro amor es único. Pues, no
es solo pasión y deseo, es ternura, cariño, amistad y sobre todo un gran amor,
todo reunido en este sentimiento.
Ahora nos
vamos a preparar para la fiesta, y lo único que deseo es estar solo con mi Ava,
porque ya quiero adorar a mi esposa a mi… para siempre.
Veo que
ya están llegando los invitados para la fiesta y empiezo a jalar de Ava para
llevármela, y se aparece de repente el cuñadito.
-¿Ava?
¡Diablos!
Veo que quiere hablar con ella, que más remedio, tengo que dejarla, pero Dan no
me cae bien, hay algo en él que no me gusta. Y parece que el sentimiento es
mutuo. Lo peor es que Ava ama a su hermano y no me lo puedo echar de enemigo. Debo
intentar aceptarlo, así que saco la llave de las esposas y la suelto.
-Ve -digo
en voz baja, mirando a Dan con cara de perro. Él me mira igual. Ava me da un
beso en la mejilla y resbalo mi mano por sus caderas y su trasero. Dejo de
mirar a Dan y beso a Ava en sus labios.
-No
tardes -la dejo a solas con él, dirigiéndome hacia el bar, pero esto solo fue
para disimular delante de Ava, porque apenas se alejen los buscaré, quiero
escuchar lo que tiene que decirle el cuñadito. Cuando regrese a la mansión para
trabajar voy a investigar un poco a Dan, el oculta algo y quiero saber qué, así
tendré en mis manos algo con que sacarle el cuerpo y quizá alejarlo un poco de
mi Ava. Creo que es algo nocivo para nuestra salud.
A lo que
desaparecen, miro a mi alrededor y me alejo rápidamente, sé al lugar que van,
cuando los encuentro alcanzo a escuchar a Ava hacerle una pregunta a su
hermano.
-Suéltalo,
Dan. Dime lo que sea que te mueres por decirme desde que conociste a Jesse.
-Está
bien, no me gusta. –Coño, el sentimiento es mutuo cabrón.
-Vale -Ava
se ríe, incomoda-. No esperaba que te mostraras tan directo.
-¿Qué
quieres que te diga?
-Ni
siquiera lo conoces. Solo has hablado con él una vez, cuando intentaste hacerle
una advertencia -le dice Ava, acusadora.
-Pues,
explícame lo de su problema con la bebida -le dice el grosero y esto tiene que
ver con el maldito de Matt, seguro él les dijo lo que Sarah le comentó. Joder, Sarah,
qué cagada hiciste.
-¿De qué
estás hablando?
-Hablo de
ese problema con la bebida del que Matt nos alertó, ese que nadie ha mencionado
desde entonces. El hecho de que no haya tocado el alcohol en todo el día no se
me ha pasado por alto, Ava. Al menos, yo me he dado cuenta. Mama estaba
demasiado ocupada haciendo de madre de la novia para verlo.
El tipo
ha estado pendiente de mí, ¡mierda!
-¿Y dónde
está su familia? -le pregunta.
-Ya te lo
he dicho, no se habla con ellos.
-Ya -se
ríe. ¡Qué oportuno! Y mira que Matt me caía fatal, pero miren al imbecil este,
¿ahora va a defender a ese hijo de puta? Esto sí no me lo esperaba, si no me
gustaba mucho ahora menos.
-¿Así que
ahora vas a respaldar a Matt? -le responde Ava muy molesta. Así mi gusta mi
amor, mírenla cómo me defiende. ¡Diablos! Y tener que disimular delante de todo
el mundo con este idiota, pero esto no se queda así, de alguna manera me desquito-.
No busques donde no hay nada. No tiene familia, déjalo estar. Hablemos de lo
que de verdad te tiene de tan mal humos. Hablemos de Kate –Ja,ja, ja, el cabrón
recula, buena táctica. A Ava no se le escapa un solo detalle.
-¡No
estoy de mal humor!_-grita. Error, está pillado-. Kate me importa una mierda.
-¡Ja! Por
eso no le has quitado los ojos de encima en todo el día. No te acerques a ella,
Dan. -¿Y quién coño es Sam?
-Es
alguien con quien Kate encaja.
-Déjalo
estar -Ava quiere retirarse, veo que se levanta su vestido da media vuelta y el
imbécil la agarra del brazo. ¿Qué diablos…?
-¿Qué
pasa si no quiero?
-¡Quítale
las manos de encima! -No me aguanto, este estúpido no la va a maltratar, nadie
la toca ni aunque sea su hermano. Eso… ¡Me sabe a mierda!
-No pasa
nada. Ya nos íbamos -Y jala con brusquedad su brazo. El gallito da un paso al
frente-. Es mi hermana.
Yo doy
dos zancadas y me acerco rápidamente.
-Es mi
mujer -el cabrón se echa a reír. Salió alzado, se siente guapo y apoyado, pero voy
acomodando mi puño, si me toca le pongo uno donde más le duela. Pero siento la
mano de Ava en mi brazo. Por un momento aparto mi mirada de Dan y la miro. Coño,
ella no tiene la culpa.
-Vámonos
-me dice calmadamente, deslizando su mano hacia la mía para entrelazarla.
Asiento, la tomo y damos media vuelta sin mirar a Dan.
-Dame la
mano -le pido a Ava, ella me la da y la esposo a mí de nuevo-. No vuelvas a
pedirme que te las quite.
-No lo
haré -me responde-. Tira la llave.
-¿Desearías
haber estado atada a mí?
-Sí -me
confiesa-. No vuelvas a soltarme.
-Vale. ¿Te
apetece tomar un trago? -Y entramos a la mansión muy juntos.
-Por
favor.
-Ven -Tiro
de ella y le doy un beso en su frente-. No voy a consentirlo, Ava, por mucho
que sea tu hermano.
-Lo sé
-me responde bajito. Se debe sentir muy mal, sé que ella odiaría verme
enfrentado a su hermano porque lo quiere y se lo respeto y admiro, por eso tengo
que aprender a controlarme cuando Dan esté cerca de mí. Eso sí, que no vuelva a
intentar llevársela o retenerla a la fuerza, porque ahí sí va a conocer al
Jesse malo, pues le parto todo lo que se llama cara.
Vemos que
ya han llegado varios invitados a la fiesta. Todos nos saludan, besan y nos
recitan sus buenos deseos, no podemos dar un paso sin que alguien nos atrape,
así que planto una sonrisa en mi cara. Volvemos al bar y le tiendo un vaso con
agua a Ava. Ella me mira sorprendida, sé que quiere licor, yo me hago el
pendejo. Tessa se nos acerca cabreada.
-¿Dónde
estaban? -Nos mira a los dos-. Tenían que cortar la torta. Abro la botella con
agua y bebo un buen trago con toda mi parcimonia.
-No pasa
nada -Tessa sacude su cabeza, negando cabreada, y se va hacia la entrada.
-¿No
quieres cortar la tarta? -me pregunta Ava. Kate hizo el pino puente para poder
tenerla lista en tan poco tiempo. -Le acomodo el brillante.
-Entonces,
será mejor que no la estropeemos -le digo serio.
-Eres
imposible -Miramos alrededor, todos están contentos mis suegros se ven bien,
los dos me caen muy bien, aunque mi suegra, a veces, sea un fastidio. Kate y
Sam están algo bebidos, y los amigos y compañeros de Ava la saludan con una
sonrisa en sus caras. Tessa vuelve a aparecer, furiosa.
-Muy bien,
he hablado con Elizabeth. En breve vamos a cortar la tarta y le seguirá el
primer baile, así que no vuelvan a desaparecer -Y se va cabreada, me molesta
que me den órdenes, y Tessa parece un puto general.
-¿Estás
bien, nena? -Le acaricio su mejilla.
-Sí.
-Pues, no
lo parece. Te dije que quería que lo pasaras bien hoy.
-Estoy
bien -bebe su agua. ¿Será por eso que está molesta? ¿Por el agua? Pero… Y ¿si
está embarazada?
Patrick y
creo que su esposa se nos acercan.
-Aquí
llega Patrick. Me has dado hasta el lunes, acuérdate. -Yo los miro.
-Me
acuerdo. Pero solo tienes hasta el lunes.
-¡Flor!_-Y
le entrega a Ava una gran bolsa de regalo y le da un beso en la mejilla. Luego,
me ofrece la mano, se la acepto con gusto.
-Señor
Ward -saluda y mira las esposas, sorprendido, pero no dice nada..
-Por
favor, llámeme Jesse. Gracias por venir -le digo al aceptarle la mano.
-Vale,
Jesse. Te presento a Irene -Y me señala a su esposa, ella se acerca con una sonrisa
de oreja a oreja. Mujeres…
-Encantada
de conocerte. -Se ríe nerviosa.
-Igualmente
-le doy mi mejor sonrisa, la mujer parpadea toda nerviosa. Ja, ja, ja, me río
para mis adentros. Creo que esto no lo voy a evitar nunca o, al menos, hasta
que no me vuelva una pasa por lo arrugado, pero me encanta ver la reacción de
las mujeres, esta cara me ha ayudado mucho, solo que ahora ya tiene dueña y, la
verdad, estoy feliz por tenerla. Qué digo feliz, estoy ¡dichoso! ¡Pletórico!-.
Pidan lo que quieran. El personal del bar los cuidará muy bien.
-¡Gracias!
-dice ella entusiasmada-. ¡Este hotel es maravilloso!
-Hola,
Irene -la saluda Ava con una sonrisa, no muy sincera. Ella se pica por las
miradas que me lanzaba Irene. No tiene de qué preocuparse. Casi me río en su
cara, está toda tiesa, tratando de meter la barriga y levantando las tetas.
Todas las mujeres hacen eso. ¿Por qué será? Ja, ja, ja-. ¿Cómo estás?
-¡Fenomenal!
Ava, estás impresionante.
-Gracias.
-Patrick la toma por el codo y se la lleva.
-Vamos a
tomar algo -dice el jefe a Ava, y se alejan. Veo a la mujer contoneándose,
pareciera que se fuera a partir. Y ese vestido, uf, ni loco dejo que mi Ava se
ponga un trapo tan feo. Veo que Ava se ríe.
-Una
mujer interesante.
-Le da
muy mala vida a Patrick.
-Ya me lo
imagino.
-Ahí está
John -El grandulón se nos acerca con sus gafas, pero por su cara veo que pasa
algo-. Tengo que hablar contigo, Jesse -Está demasiado serio para mi gusto,
coño. ¿Y ahora qué diablos pasa? Busco en mi bolsillo la llave de las esposas y
libero a Ava.
-¿Qué
haces?
-John
tiene que hablar conmigo -le digo tenso.
-Ah, no. No
vale que me sueltes cuando a ti te conviene. De eso, nada, Ward -y mira a John.
-Vuelvo
en seguida, Ava -le respondo y tomo su muñeca.
-¡No!
¿Adónde vas? -Mira a John-. ¿Adónde va?
-Todo va
bien -le responde él.
-¡No! ¡Y
una mierda va bien! -Levanta la voz y la miro mal, ya empieza con sus tacos.
-¡Esa
boca! -Me acerco a su oído-. Volveré dentro de cinco minutos. No te muevas de
aquí -le digo agresivo, no me gusta responderle así, pero es la única forma de
frenarla. Camino con John al lado, rápidamente, no me aguanto y le pregunto:
-¿Qué
pasa?
-Que ahí
está Coral.
-¿Qué? ¿Qué
coño hace aquí? ¿Y precisamente hoy?
-¡Y cómo
diablos voy a saber yo, Jesse, tú sabrás! Pensé en sacarla, pero me amenazo con
formar un escándalo, por eso te molesté.
-¡Mierda!
Déjame arreglar esto. Gracias, amigo.
-Estoy
cerca, cualquier cosa me llamas y corro hacia tu despacho.
-Vale.
Cuando
entro a mi oficina, Coral se pone de pie. Viene vestida de fiesta. ¡Diablos!
-¿Qué
haces aquí, Coral? -Me mira como tanteando qué debe decir.
-Por un
momento, quise aparecerme antes que te casaras, pero me contuve.
-¿Y por
qué coño ibas a hacer eso? ¿Tú creías, aunque sea por un momento, que no me iba
a casar por ti?
-Jesse… yo..
-Ni loco,
Coral, no me jodas. Te estoy atendiendo por evitar un escándalo. Mi esposa no
se merece esto. Los días que has estado aquí, y que me has llamado, te he dicho
hasta el cansancio que no me interesas.
-¿Tu
esposa?
-Sí, mi
esposa, Coral, ella es mi vida, la amo, te lo he dicho de todas las formas que
existen y tú pareciera que no te da la gana entender.
-Jesse,
te pedí ayuda y no lo has hecho.
-Y no lo
haré. Ava está enterada de todo. Ella piensa que yo, no tengo obligación
contigo, y tiene toda la razón del mundo, así que ni pienses en chantajearme. Y
si te enfrentas a ella puede que te lleves tremenda sorpresa.
-Sí, ya
me enteré lo que le hizo a Sarah.
-No voy a
hablar contigo, nada de mi vida privada, eres muy atrevida -Y me siento lejos
de ella.
-¿Por qué
te sientas tan lejos, Jesse? ¿Me tienes miedo? -me dice sugestiva.
-¿Miedo?
No seas ridícula. ¿Sabes algo? Ya me estoy cabreando, se te fue la mano, no
debiste venir hoy aquí. Esto no te lo voy a pasar por alto, Coral.
-Jesse,
por favor, no me trates así. En medio de todo tú tuviste que quererme aunque
sea un poquito -me dice muy nerviosa. ¡Mierda! Y aun tiene esperanzas... Coño,
ya se me salió la lástima.
-Coral,
te he atendido por tu situación, pero estás abusando, tú no eres una mansa
paloma, no viniste a mi casta y pura y vuelvo y te repito, solo fue sexo, este
hotel es de sexo. Te equivocaste conmigo -En ese preciso momento, siento que
abren la puerta. ¡Mierda! ¡Es Ava!
Ava por
Dios, no, esto no es lo que yo quería. Siempre meto la pata, joder. No quería
que la viera. ¡Mierda! Ella, muy señora, nos mira, pero vi en sus ojos el
dolor, sentí como un puñal en el pecho. Mi amor, no, por Dios. ¿Hasta cuándo la
cago? Y la veo retirarse sin hacer ni decir nada. Ya esta bueno de tanta
mierda, hasta aquí el Jesse caballeroso, ¡no me jodas!
Me volteo
y miro a Coral, ella al verme la cara enfurecida, abre los ojos como platos.
-Coral, última
vez que me jodes la vida, hasta aquí llegó esta mierda. Nunca he tenido
obligaciones contigo, así que desde este mismo momento tienes prohibido entrar
a este hotel. Voy a dar la orden, y si vuelves a poner un pie aquí te demando y
creo que saldrías muy mal parada. No quiero volver a verte, no quiero saber un
coño de ti, no me importa qué hagas con tu vida. No me interesas para nada,
nunca me interesaste, nunca te quise, solo fue sexo. No sé si eres bruta o estúpida,
te lo he dicho hasta el cansancio y tú sigues jodiendo. Lo siento, no quería
llegar a esto, pero lo estabas pidiendo a gritos. ¡Así que te largas!
-Todo por
ella ¿no?
-Sí, todo
por ella. Daría hasta mi vida por ella ¡La amo! Métetelo en la cabeza. Ya me
tienes hasta la coronilla -Saco mi móvil y doy marcación rápida a John, quien
en cuestión de segundos aparece.
-Dime,
Jesse.
-Sácala
del hotel, tú sabes por dónde. Y desde hoy queda terminantemente prohibido
aceptarla aquí, ¿entendido, John? Se lo dices a todos los empleados y él que la
deje entrar queda despedido de inmediato. ¿Está claro?
-Por
supuesto. Carajo, te habías demorado mucho.
Coral
tiene cara de espanto, John intimida demasiado.
Por mi
parte, me retiro casi corriendo, solo alcanzo a ver a John tomar por un brazo a
Coral, ella está sacudiéndose. ¿Hasta cuando mi pasado me va a estar queriendo
joder, coño?
¿Dónde se
habrá metido Ava? La conozco, sé que no fue hacia donde está la gente. Me
detengo un momento y pienso. Ya sé y salgo corriendo, pero aquí no está. Corro
hacia otro posible lugar y… Aquí está. Gracias a Dios, siento que el puto
corazón se me va a salir por la boca.
La
encuentro sentada en un tronco, y me doy cuenta que está llorando por mi culpa.
Quería evitar que viera a Coral y pasara un mal rato, y mira lo que pasó.
¡Mierda! y más mierda! Soy un bruto, nunca hago bien las cosas, pero qué carajo
iba yo a saber que Coral se iba a aparecer. Lo hizo varias veces días atrás,
siempre fui seco y muy cortante con ella, en ningún momento me sentí tentado a
nada, ni antes y mucho menos ahora, solo anda detrás del dinero, y a mí no me
lo va a sacar, y no di la orden de sacarla porque en medio de todo sentí algo
de lastima por ella, pero se le pasó la mano y abusó de mi buena voluntad, y
después de lo de hoy ¡se jodió conmigo! Ava tenía razón. No debí darle pie a
que pensara otra cosa, ella vio mi, digamos, debilidad como un sentimiento
hacia ella. Gran error. Y en este momento solo me importa mi esposa. Ava se
seca las lágrimas, sé que ya se dio cuenta de mi presencia.
-Sé que
estás ahí.
Camino
hacia ella y me agacho a su lado, aun respiro agitado por la carrera que pegué
por la desesperación de verla y tratar de calmarla. Entrelazo mis manos y hago
círculos con mis pulgares, no me atrevo a tocarla aun.
-Tiene
gracia lo compenetrados que estamos y, sin embargo, estas ahí sentado sin saber
qué decirme.
Tiene
razón; estiro mi mano y la pongo en su muslo, se lo aprieto. Dios, es muy cálida.
Y como no habla, me acaricia.
-Te
quiero -le susurro-. Desearía poder borrar el pasado que tanto daño te hace. -Me
mira.
-¿Y por
qué has ido a verla? Es el día de nuestra boda, habías jurado estar a mi lado
todo el día. ¿Por qué me has abandonado para estar con ella?
-No podía
dejarla en la entrada con todo el ir y venir de los invitados, Ava.
-Pues,
haberle dicho que se fuera.
-¿Y brindar
un espectáculo?
-¿Qué quería?
Habrá venido para algo. ¿Sabía que nos casábamos hoy?
Me muerdo
el labio inferior, los nervios me joden, porque pude haber evitado este mal
rato, debí prohibir su entrada. ¡Mierda!
-Sí, lo
sabía.
-¿Y aún
así ha venido? ¿Qué esperaba? ¿Impedir la boda? ¿Pensaba entrar corriendo en el
salón de verano y proclamar que no deberíamos unirnos en sagrado matrimonio?
¡Coño,
no! Lo pienso y se me erizan toda la piel.
-No lo sé,
Ava.
-¿Cuándo
fue la última vez que hablaste con ella?
Suspiro,
tengo que decirle la verdad.
-Ha
estado llamando y viniendo a la mansión. Le he dicho una y otra vez que no voy
a ayudarla. Le he dicho que no siento nada por ella. No sé qué más puedo hacer.
-¿Cómo
definirías una aventura? -La miro confuso.
-¿Qué
quieres decir?
-Quiero
decir que está enamorada de ti y tú dices que fue solo sexo. Está claro que
para ella hubo algo más.
-Nena, ya
te lo he dicho, fue solo sexo. Ellas siempre querían más, pero nunca les di
motivos para esperar nada. Nunca -Ava hace una mueca molesta, pero debo hablar con
la verdad. Además, no tengo nada que ocultarle, al menos respecto a Coral o
alguna otra mujer en la mansión.
-No
quiero que vuelvas a verla. -La miro de inmediato.
-No lo
haré, no tengo por qué. -Ella respira y mira al suelo.
-Ya he
tenido bastante boda. Quiero irme.
-Ava, mírame
-le ordeno con dulzura.
-Jesse,
no empieces con exigencias cuando me encuentro así de mal.
-Creo que
no me has oído bien. He dicho que me mires -Esta vez le hablo con algo de
autoridad. Pongo mi rodilla en el suelo y la tomo de las manos-. Te he
fastidiado y lo siento, pero estaba intentando que no se te acercara. Me ha
entrado el pánico y he intentado hacerla entrar en razón. No quería que armara
un escándalo en este día tan especial para ti.
-También
lo es para ti -muy cierto-. Deberías habérmelo dicho.
-Lo sé -me
incorporo y la rodeo con mis brazos-. Te lo compensaré. ¿Qué quieres que haga?
Pídeme lo que quieras. -Siento cómo se relaja pegada a mí.
-Llévame
a la cama.
-Trato
hecho -La levanto y la beso profundamente, tratando de disculparme, quiero que
vea que solo me interesa ella, nadie más. Luego haremos las paces como es
debido La tomo en mis brazos y me dirijo de nuevo a la mansión.
Entramos
en el salón de verano y nos recibe mi querida suegrita muy molesta.
-¡Por
fin! -la suegra está algo chispeada-. No han cortado la torta ni ha habido
primer baile. ¿De verdad, es esto una boda?
-Voy a
llevar a Ava a la habitación. Está cansada -me detengo, pero no suelto a Ava. Luego
sigo por entre los invitados, sin detenerme.
-¡Si solo
son las diez! -dice mi suegra, espantada-. ¿Qué hay de los invitados?
-Hay
barra libre, comida y música, Elizabeth. Estoy seguro que sobrevivirán –A veces
la suegra es un verdadero fastidio. Sigo mi camino y siento la mano de Ava en
mi mejilla y acerca mi cara a la suya.
-Solo un
ratito más -me dice y me freno. ¿Quién la entiende?-. Podemos regalarle un
ratito más.
-Estás
cansada.
-Voy a
llevarte a la cama.
-Baila
conmigo -me dice, y se pone cariñosa-. Vamos a bailar. Doy la vuelta y aprieto
mi cara contra su nariz. La verdad, es que sí quiero que disfrutemos nuestra
boda, quiero hacerla olvidar los malos ratos que la he hecho pasar. Mi Ava se
merece una noche inolvidable, pero por cosas buenas, no por pesadillas.
-¡Gracias
a Dios! -exclama Elizabeth.
Nos
dirigimos al centro de la pista y la dejo un momento para hablar con el
cantante. Le estoy pidiendo “Chasing Cars” de Snow Patrol. Luego, miro a mi
esposa. ¡Qué gran palabra! “Esposa”. Por un momento, nos da algo de pena, son
muchos ojos sobre nosotros, pero la música comienza a sonar y me quedo de pie,
mirándola un rato, quiero tener esta imagen de ella vestida de novia. Me
derrito mirándola y a mi Ava se le está llenando sus ojos de lágrimas, está emocionada
y yo estoy temblando. Aun no puedo creer que me esté pasando algo tan
increíble. Ava me mira fijamente, llego a su lado y la abrazo contra mi pecho.
Ella apoya su mejilla en mi hombro y empiezo a bailar, apretándola fuerte entre
mis brazos, nuestros movimientos son lentos y suaves. Ava me acarician la
espalda con sus manos, nos dejamos llevar.
-Lo siento
-le susurro al oído-. Siento mucho haberte dejado sola -ella suspira y me da un
apretón suave. Me está perdonando.
-No digas
nada más. -Respiro muy aliviado y le beso el cuello.
-Cuanto
más intento no herirte, más daño te hago. No tengo remedio.
-Calla.
-Me callo,
pero de verdad que lo siento -La abrazo más fuerte-. Me muero de ganas por
meterme en la cama contigo.
-Y yo. Mañana
nos pasaremos el día entero en la cama. -Me encanta como piensa mi amor-. Primero,
tenemos que ir a casa.
-Pues,
nos iremos mañana a primera hora.
-Eso
haremos. Después de darnos un buen baño y de desayunar con tus padres.
-Me
habría gustado que me llevaras lejos, a un sitio tranquilo donde estuviéramos
solos los dos.
-A mí
también, pero estoy seguro que a tu madre no le habría gustado tanto. Señora
Ward, ¿se está quedando dormida?
-Mmm… -Ella
me huele, se soba contra mí como una gatita deliciosa-. Te quiero -me susurra y
se apodera de mi boca. Esto me desarma por completo, me derrite, gimo de
felicidad y la levanto del suelo. Nuestras lenguas se acarician, se prueban.
-Señor
Ward, está usted llamando la atención.
-¡Qué les
den!
-Cuando
quiera y donde quiera, nena. Ya lo sabes -Me aparto. Quiero ver tus ojos.
-¿Por qué
me ordenas siempre que te los muestre? -Sonrío.
-Porque,
cuando los veo, sé que existes de verdad. -Ella me sonríe.
-Existo
de verdad.
-No sabes
cuánto me alegro. No te he dicho lo deslumbrante que estás -La beso aun
bailando-. Lo he pensado, pero me quedo bobo cada vez que te miro. Es como
verte por primera vez. La miro y suspiro. Mi corazón late por ti y eres la
única que lo hace latir, ¿Entendido? -Ella asiente no muy convencida.
-Solo por
mí -Mete suavemente sus dedos en mi cabello-. Llévame a la cama -Yo sonrío.
-¿Consentirá
mi encantadora suegra? -Ella se encoje de hombros.
-Me da
igual. Te quiero solo para mí. Llévame a la cama.
-Trato
hecho -La dejo en el suelo y la beso castamente-. No va a tener que decírmelo
dos veces, señora Ward.
-Acabo de
hacerlo. -Le frunzo el ceño.
-Es culpa
de tu madre -La voy sacando de la pista de baile. Esquivamos a todas las
parejas abrazadas.
-¡Mira,
son Clive y Cathy! -Me río cuando los veo. También vemos a Kate y a Sam, y mi
cuñadito mirando como perro asechando a su presa. Ese tipo aun le gusta Kate y
mi amigo puede sufrir por su causa. Coño, otro detalle más para que me siga
cayendo gordo. Sé que a Sam le encanta la pelirroja, casi diría que está
enamorado de ella y Dan puede dañarle sus planes, aunque si, de alguna manera,
puedo ayudar a mi amigo lo hago, y muerto de la risa. Tiro de Ava, no quiero
que se siga preocupando.
-A mí no
me parece que sea agua pasada -le digo a Ava algo irónico, y me agacho para
tomarla en mis brazos cuando Snow Patrol pierde volumen y empieza a sonar la
canción de mi cantante favorito. Ava se ríe cuando ve que me quedo parado medio
agachado al oír la voz del cantante.
-Hola,
Justin -Me enderezo, doy un paso atrás, lo pienso, y me jalo las solapas, hago
que me quito pelusas imaginarias y la miro muy emocionado.
-Señora
Ward -Estoy a punto de levantar el suelo. La tomo de la mano y la llevo
corriendo de nuevo a la pista hasta el propio centro. Ava me sonríe divertida,
me quito la chaqueta y me froto las manos y comienzo a bailar, me encanta
Justin T. Paso prácticamente una hora bailando con todas las mujeres que se me
acercan, entre ellas mi suegra, quien tiene una sonrisota de satisfacción y
hecha la loca me mira hasta con deseo. Uf, Ava a veces se queda seria, pero
esta vez la veo medio sonreír. Así que termino mi demostración de cómo se debe
bailar y tomo a mi esposa en mis brazos y voy ya subiendo las escaleras. En
este momento, solo deseo perderme en mi esposa. Adorarla, hacerla mía. Ella de
hoy en adelante será mi todo, hoy celebro mi para siempre. Mi Ava de Ward... ¡Mi
mujer!... Esto sí es felicidad.
CONTINUARÁ…
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