Loco Amor (Obsesión)
Fanfic Trilogía Mi Hombre
Historia original de la autora Jodi Ellen Malpas.
CAPITULO 14
Corro unos cuantos kilómetros, pero me
siento mal, no físicamente, pero lo sucedido anoche me tiene loco. ¿Quién coño
hizo esto? ¿Quién me odia tanto para atreverse a hacer algo tan grave? Tengo
que solucionarlo, no quiero arriesgar a Ava, pero si tengo que ponerle
guardaespaldas, lo haré. Claro, sin que ella se dé cuenta, pues ahora estoy seguro que tengo un enemigo muy grande.
Le compro algo a Ava para que desayune y
compro algo para mí, debo irme ya. Jay debe estar por llegar.
Desayuno acompañado de mi mantequilla de
cacahuate cuando, de repente, veo entrar a Ava bañada y vestida, quien se ha
puesto una franela que parece que se la hubiera prestado John, por lo ancha. Le
sonrío.
-Capuchino doble sin chocolate -Le
acerco la taza de Starbucks, ella se alegra, sé que le gusta-. Te he traído de
todo, pero no tenían salmón.
-Gracias. -Me regala una sonrisa.
-Espero que lleves algo de encaje debajo
de esa camisa tan ancha - yo sigo disfrutando de mi mantequilla. Ella se mira y
sonríe.
-Pues, sí -Se levanta la camiseta y me
enseña su ropa interior de color crema. Precioso. Asiento contento-. Creía que traerías
también algo para cenar-. Busca su croissant y comienza a comer con ganas.
-Como has estado durmiendo todo el día,
técnicamente, ahora es la hora del desayuno -le planto mi dedo con mantequilla
en su nariz, ella se levanta, negando con la cabeza cuando yo solo sonrío y me
meto mi dedo a la boca-. ¿Qué quieres que hagamos esta noche?
-¿Puedo elegir? -Me habla con la boca
llena. La miro inclinando la cabeza.
-Ya te dije que de vez en cuando tengo
que dejar que te salgas con la tuya -alargo mi brazo y le limpio una miga de la
comisura de sus labios-. Tengo que dar para recibir y toda esa mierda -Ava
suelta tremenda carcajada, por poco se le sale el croissant. Tose, casi se
ahoga.
-¿He dicho algo gracioso? -Ella me mira,
yo no le veo el chiste. ¿Por qué se ríe, me mira y de inmediato deja de reírse?
-No, nada, es que se me ha ido por donde
no debía -Tose y veo que se ahogó con lo que estaba comiendo, le doy palmaditas
en la espalda. Ya repuesta, oímos el video portero y me levanto a contestar.
-Sí, Clive, que suba -Cuelgo y pongo el
teléfono en su lugar-. Es Jay -le informo a Ava.
-¿Jay? ¿Quién es Jay? -Suelta su
croissant.
-El portero del bar. Tiene las
grabaciones de las cámaras de seguridad -Guardo la mantequilla y salgo de la
cocina. Ava se tensa.
-Señor Ward, ¿cómo está?
-Mal. Como entenderás, esto me tiene con
la cabeza echando humo -Invito a Jay que pase. Cuando así lo hace mira a Ava.
Ella se levanta para retirarse.
-¿Adónde vas? -le pregunto, pero no me
mira.
-Al baño -responde y sube casi corriendo.
¿Qué le pasa? Eso no es normal en ella.
-Espera un momento, Jay, no me tardo.
-No se preocupe, aquí lo espero -lo dice
mirando todo el apartamento con la boca abierta mientras subo a la habitación y
no la veo, así que me dirijo al baño
-¿Ava?
-¿Qué? -Le tiembla un poco la voz.
-¿Qué pasa, nena? ¿Estás bien?
Sí, estoy bien. ¡Bajo dentro de un
minuto!
-¿Por qué? ¿Has cerrado con el pestillo?
-No me he dado cuenta. Estoy haciendo
pis.
-Vale. No tardes -Mmm... Está extraña.
La veo nerviosa.
Ya estoy con Jay colocando el video, pero
le doy tiempo para que tome el control remoto. Todo en la pantalla se ve
enorme, pero no es totalmente nítido. Jay pasa las imágenes rápido para llegar al
momento de cuando Ava aparece. Ya, ahí está, la veo sentada en la mesa con sus
amigos, todo se ve normal allí.
-Más despacio -le ordeno y Jay lo reproduce
a una velocidad normal-. Eso es, déjalo así -Ahí está el gay agarrando la mano
de Ava para verle el anillo, pareciera que se le fueran a salir sus ojos de las
orbitas. Victoria sale y Kate se levanta con ella. Tom también sale y un cabrón
se le acerca. ¿Quién? Coño, es el imbécil de Matt. ¡Diablos! Siento la presión
sobre mis hombros y en mi cuello de la rabia que siento. ¿Por qué no me lo
dijo? Por eso subió, sabía que lo iba a ver. Levanto mis hombros como para
quitarme este temblor. El cabrón está de espaldas, pero lo reconozco a leguas,
el maldito anda detrás de ella, la quiere de vuelta. ¡Coño! ¡Sobre mi cadáver!-.
Páralo -le ordeno a Jay y me acerco para verificar que es el. Asiento con mi
cabeza cuando lo confirmo-. Continúa -le digo a Jay, quien pulsa “Play” y yo
retrocedo.
Se ve el regreso de Tom y Matt se larga.
Al instante, se le caen las cosas a Ava. Ella se baja de su taburete y recoge
las cosas.
-Necesito verlo desde otro ángulo -le
digo a Jay.
-Hay otra cámara -responde rápidamente.
-Tráemela. ¿La viste hablando con él?
-Señor Ward, hago lo que puedo, pero si
me llaman para encargarme de algún gilipollas borracho o de alguna pelea de
niñitas, no puedo estar encima de ella.
-No necesito que nadie me vigile -Oigo a
Ava molesta. Los dos volteamos a mirarla. Jay incómodo y yo más tenso que
cuerda de violín. Nos miramos fijamente en silencio. El ambiente se siente
pesado, Ava se cruza de brazo, y yo solo la miro.
-¿Dejaste tu bebida desatendida en algún
momento? -le pregunta Jay. Aquello es válido, eso suele suceder. Ava lo mira
asombrada.
-No.
-¿Cuándo empezaste a sentirte rara? -le
pregunto yo, cruzándome de brazos.
-Me tambaleé un poco en la barra, pero
pensaba que había sido cosa de los tacones.
-¿Hablaste con alguien en la barra?
Ava se queda paralizada pensando, está
nerviosa y yo, coño, estoy que exploto.
-Responde a la pregunta, Ava -trato de
hablar calmado, pero ya me siento en ebullición.
-Había un tipo en la barra que se
ofreció a invitarme a una copa, pero me negué.
¡Mierda, lo sabía! Ava se mira los pies,
preocupada.
-No pasó nada. Me fui de la barra y
volví con Kate -me lo dice para que me calme. ¡Sí, cómo no!
-¡Deja de decir que no pasó nada! -le
grito. Y de pronto Ava mira la pantalla con asombro, me volteo rápidamente al
ver a un tipo alto, bien vestido, se parece a… ¿El Danés? No puede ser. El
hombre retrocede cuando Ava va hacia la barra, parece que estuviera
vigilándola. Después aparece el cabrón que le ofreció la copa. Maldito, cómo se
le acerca, la está acorralando, pero Ava se retira y en el movimiento se le cae
el dinero de las manos. Se agacha a recogerlo, pero cuando se levanta se nota
que ya tambalea más, ese fue el maldito que le echó la droga. Seguro se la untó,
(esa droga con solo pasarla por alguna parte del cuerpo actúa de inmediato y
jode a quien sea), o quizá tenía alguna pulsera o anillo con un pequeño
deposito. ¿Y si se le acercó lo suficiente a ella o a su bebida pudo echarle la
droga sin que Ava se percatara de ello? Esos malditos se preparan para todo. Coño,
vuelve a aparecer el tipo, pero no se deja ver, él sabe de las cámaras, pero es
Mikael, se le parece demasiado. ¡Hijo de puta, maldita sea, él y la madre que
lo parió! Si lo veo lo mato.
Sam aparece en escena. Se queda luego
con Kate coqueteando, y ahí aparezco yo, que es cuando Ava se desmaya. Coño, se
dio fuerte, por todos los santos. Pobrecita. Me volteo y miro a Ava, si le
hubiera pasado algo… Dios, juro que siento que mi corazón se me sale del pecho.
Ava empieza a llorar, Jay carraspea y entonces lo mira.
-¿Ya han visto suficiente? -nos
pregunta.
-Sí -le respondo y no dejo de mirarla.
¡Sabrá Dios qué hubiera pasado si no me aparezco! Seguro que el maldito se la
hubiera llevado diciendo que la iba a llevar al hospital. Y de ahí… ¡¡¡¡ ***%%
¡¡¡Por Dios que me muero!!! No es exageración, si solo lo estoy pensando y casi
siento el infarto. ¡No me jodas!
-Entonces, me marcho -Jay se prepara
para irse. Extrae el disco del reproductor-. Sé dónde está la salida. -No
hablo, guardo silencio porque si abro la boca, grito.
-¡Jay, quiero una copia y a ser posible
hoy mismo! Él me mira y afirma moviendo su cabeza, no dice nada ya que el
ambiente se siente muy tenso. Luego, Jay se marcha y cierra la puerta
tranquilamente al salir.
Ava se queda sentada en la escalera, está
esperando el chaparrón que le va a caer encima pero, la verdad, no lo voy a
hacer.
-No me habías dicho nada de Matt -le
hablo con voz tranquila (tranquilidad que no siento para nada). Ava solo se
encoge de hombros sin mirarme.
-No quería que te enfadaras.
-¿Enfadarme yo?
-Vale, no quería que te cabrearas -Nos míranos-.
Nos encontramos por casualidad.
-Pero estuvieron hablando durante unos
minutos. ¿De qué hablaron?
-Él se disculpó.
-¿Durante todo ese tiempo? Te dije que
no volvieras a verlo.
Ava abre la boca como asombrada por lo
que le digo.
-Jesse, no lo planeé. Ya te he dicho que
fue una coincidencia. Quería saber cómo
se había enterado de lo tuyo.
-¿Tanto te importa?
-No, la verdad es que no -No la
entiendo. ¿Por qué coño tiene que verlo? No quiero ni que le hable, ya que se imbécil
lo único que quiere es volver a meterse en sus bragas, aunque sé que Ava no lo
va a aceptar, pero ellos tuvieron una relación hace poco y me molesta demasiado
que se vean. ¡Ella es Mía! Pero ya tendré la oportunidad de enseñarle al Matt
quien es Jesse Ward. Ardo por que llegue ese momento.
-Entonces, olvídalo. Voy a ducharme -La
dejo atónita. No quiero discutir, ella fue la víctima, y me conozco, si exploto
sé que la voy a asustar. Lo que quiero de verdad es beberme unos tragos, coño, ¡no
sé qué voy a hacer! Ava me sigue al baño, ya me conoce y sabe que estoy
furioso.
-¿Quieres hacer el favor de echarme la
bronca para que podamos zanjar esto?
No le respondo, termino de ducharme y
busco una toalla para secarme. La dejo plantada, pero ella me sigue, tengo que
irme, tengo que ver que hago-. ¿¡Jesse!?
No respondo, me pongo unos vaqueros
desgastados y una franela, me duele la cabeza, me duele todo, esto que pasó es
por mí.
Entro de nuevo al baño y me cepillo los
dientes, la miro a través del espejo.
-Habla conmigo, por favor -Está
sufriendo, veo que se siente mal, quiere discutir, pero yo no puedo hacerlo, no
en este momento, ya que saldría mal parada y la quiero demasiado. No quiero que sufra por mi temperamento, me
conozco demasiado. Paso a su lado y vuelvo al dormitorio-. ¿A dónde vas? -Me
freno y pienso qué coño le voy a decir.
-Tengo
asuntos que solucionar en la mansión -La cara de Ava es de dolor. Diablos,
no quiero hacerle esto, pero no me puedo quedar.
-Creía que íbamos a hacer algo juntos
esta noche.
-Ha surgido algo -Ava debe estar
pensando lo peor, pero ella aún no conoce lo peor de mí, y no quiero que lo
conozca.
-¡Estás furioso conmigo! -grita
histérica. Sacudo mi cabeza, no puedo quedarme, esto que estoy sintiendo es…
demasiado. Mierda, quiero hasta llorar. ¡Me la querían joder, Dios! ¡Me la querían
quitar! ¡Me la querían matar!
Salgo como un loco del apartamento y cuando
llego al lado de Clive, él se queda con la boca abierta al verme, ya que mi
cara debe expresar el infierno que siento.
-Clive, por favor, no dejes que Ava
salga, cualquier cosa me avisas. Espero que estas vez si puedas controlarla.
-Sí, señor Ward, haré lo posible, pero
usted sabe que Ava no es fácil.
-Bueno, me avisas de inmediato.
-Sí, señor -me responde entre asombrado
y asustado
Voy a toda velocidad hacia la mansión.
Todos mis temores se están haciendo realidad, éste fue un intento, la están
vigilando. ¿Cómo sabían que ella estaría allí? Alguien la está siguiendo y le
quiere hacer daño por mí, esto es una venganza. En este momento, todos mis
demonios están en ebullición, quiero beber, pero no puedo hacerle esto a ella,
sé lo que va a pasar y eso no me lo perdonaría nunca. Ya veré que hago, aunque quiero
gritar, quiero matar, quiero llorar. ¡Mierda! ¡Qué puta vida!
Voy como alma que lleva el diablo, estoy
que grito, esta desesperación no es normal, es como si presintiera algo. Pero
en este momento solo me encantaría beberme una botella completa de vodka.
¡Diablos! No puedo, Así solo lograría perder a mi Ava, pues ella me odiaría, y
ahí sí que yo me muero. Ava no tiene ni idea del alcance de mis sentimientos
por ella, es un amor sublime y por eso estoy como loco pensando en lo sucedido.
Tampoco lo ve desde la visión que lo veo yo, ella no tiene ni idea de los
enemigos que tengo. ¡Dios! He hecho mucho daño, muchas veces sin querer, todo
en mi vida era como un juego y en estos momentos es que veo lo que hice y
pienso en las personas que dañé directa e indirectamente. Tomaba todo como si
me lo mereciera, no abusé de nadie, pero sé que muchos hombres me odian,
perdieron a sus mujeres indirectamente por mí, aunque yo nunca las busqué ni
les di esperanzas de nada, ellas llegaron solas a la mansión, solo fue sexo de
mi parte, nunca me enamoré, no sentí nada por ellas, pero ellas sí lo pensaron
y enloquecieron, esto que me hace, digámoslo tan deseable para las mujeres, lo
utilicé para mi beneficio, fui muy egoísta, como yo no tenía sentimiento por
nadie, no me importaba nada en lo absoluto. Fui cínico y solo disfrutaba de lo
que se me daba, pero ahora todo aquello se me está devolviendo como un
boomerang. Sé que ningún hombre me la va a quitar por sexo o algo sentimental,
pero esto es peor porque quieren hacerle daño para así alejarla de mí sin
vuelta atrás.
Diviso la mansión y veo a John en la
entrada, y cuando me ve se queda paralizado y levanta las cejas, él ya sabe que
me pasa algo.
-Jesse, ¿cómo te sientes?
-Mal, malditamente mal, John.
-Para cabrón. ¡Háblame!
-Ven conmigo. -John casi corre detrás de
mí.
Mientras voy hacia mi oficina, se me cruzan
algunas mujeres, tratan de acercarse, pero al verme la cara se frenan. ¡Coño,
gracias!
-Cuenta, Jesse, ¿qué pasó?
-¡Maldita sea, John! La drogaron, le
dieron o untaron ropynol, la droga de los violadores. Pero eso no es lo que más
me asusta, John, sino ¿cómo coño supieron que ella saldría esa noche? Estoy
seguro que solo habló con Kate y con sus dos amigos de la oficina, pues lo hizo
al lado mío. ¿Cómo diablos supieron adónde iba a ir? Eso me da a entender que
la están siguiendo.
-Y… ¿los teléfonos? ¿No los habrá
intervenido alguien?
-Tanto así, no lo creo. Pienso que la
están siguiendo, ya saben los sitios que ella visita y han estado pendientes de
esos lugares, y anoche sencillamente la hicieron. Lo que me asombra es que
hasta tenían a alguien para que les hiciera el trabajo, hubo un hijo de puta
que se le acercó, hasta le ofreció un trago, cosa que ella no acepto, pero él
intentó pegarse a ella ahí fue cuando aprovechó, amigo. Esa droga es tan jodida
que la untan en cualquier parte del cuerpo y te jode como si la hubieras
bebido, también la pueden echar en la bebida con disimulo, ya que viene en
cápsulas. Abren una en algún depósito escondido y la persona no se da cuenta. Es
una droga maldita, el tipo tubo que tener puesto un dedil para no caer o algo
con que echárselo. ¡Maldición, John! Me la querían malograr y todo es por mi
culpa, amigo, solo por mi puta culpa. -Mi voz es de completo desespero.
-¿Crees que es algún enemigo?
-Mi primer sospechoso es el maldito
Danés. John, usa tus contactos, averigua donde está, con quien está, todo,
John, porque si es él se las va a ver conmigo. Ésta no se la paso, no tengo la
culpa de que su mujer sea una loca, yo no la busqué. No sabía nada cuando la
vi, solo después me enteré, pero no sé la quité, ella vino al hotel, nadie la
obligó, se emperró conmigo y yo no quise que eso sucediera, aunque sé que eso
no me quita parte de culpa, pero coño, llegar a esos extremos…
-Claro que no, Jesse, pero cálmate, por
favor.
-¿Qué me calme? ¿Cómo, amigo? Podría
estar muerta en este momento, John. ¿Me entiendes? ¡Muerta! -Y como un niño
empiezo a llorar. Me cubro la cara, esto parece una pesadilla. John solo me
mira y guarda silencio muy conmovido cuando ve que estoy más calmado, habla.
-Debes tranquilizarte, tener la cabeza
fría para lograr averiguar qué pasó y quién está detrás de esto, pero en tu
estado ni lo sueñes. Yo, por mi lado, voy a hacer unas averiguaciones,
cualquier cosa te informo. Pero dime algo, Jesse, ¿vas a beber? ¿Vas a hacer
esa estupidez?
-¡No! No debo, tú sabes lo que puede
suceder si lo hago, esas malditas mujeres están al acecho y yo no le voy a
hacer eso a Ava, se lo prometí.
-Me alegro. De todas maneras, voy a
estar pendiente para que nadie te joda.
-Si ves a Sarah, dile que venga.
-Coño, ¿qué vas a hacer?
-Algo tengo que hacer, John, no sé cómo
manejar esto. En este momento, quiero hasta matar. Dejé a Ava en el apartamento
para no hacer esto delante de ella, no quiero que me vea.
-Esta no es la solución, todo lo tuyo es
a extremo, Jesse.
-¡Déjame en paz! Y dile a Sarah que
venga.
-Tú sabrás lo que haces, cabrón, pero
esto no está bien y tú lo sabes.
-¡Coño, qué me dejes!
Bebo agua, y miro el bar. ¡Qué
tentación! Y en ese momento se me viene a la mente Ava y estoy tentado a salir
corriendo, pero siento la puerta de mi oficina, es Sarah con una amplia
sonrisa. Veremos que dice cuando le diga por qué la llamé.
-¿Para qué soy buena, Jesse? John me
dijo que me necesitabas.
-Sarah, quiero que apliques en mí tu
trabajo en el salón comunitario.
-¿Queee? ¿Por qué? ¿Qué te pasa? -dice
ella con sus ojos como platos del asombro.
-Ese no es tu problema. ¿Lo vas a hacer
o llamo a otra?
-¿Alguna discusión con Ava? Ella solo te
altera, desde que estas con ella has cambiado.
-¡COÑO, SARAH! Esto no es directamente
por ella. Déjala en paz, es algo mío ¿okey? Anda, prepárate.
-¡Mierda! Está bien, ya vengo -La miro y
no sé por qué, pero creo ver en ella una sonrisa. No, son figuraciones mías. ¿Por
qué carajo iba a sonreír?
Al rato llega. Me tomé una de las
pastillas que toman algunos aquí, es como una droga, te ayuda a soportar el
dolor, aunque mi idea es sentir eso. ¡Dolor! De alguna manera debo sacarme esto
que llevo encima y que no veo de qué otra manera puedo hacerlo.
Al rato se aparece vestida de Latex.
¡Horrible! Odio esa indumentaria, pero es la clásica para el acto que ella
siempre hace.
-¿Estás preparado? ¿Cuántos quieres?
¿Fuerte?
-Fuerte. Y dale, yo te aviso.
-¡Diablos, Jesse! No te entiendo, pero
tú eres el jefe. Tú mandas.
Me quito la remera, me descalzo, ya me
siento embotado, es fuerte esta mierda, me siento como cuando bebo, pero no
quiero seguir pensando, siento que todo me da vueltas.
-Jesse… ¿Tomaste la pastilla?
-¡Coño, sí! No hables tanto y comienza.
-Ya está bien. Y siento cuando ella
viene con el látigo. Zass. ¡Mierda! Sigue.
Sarah está concentrada dándome y
sacándome la mierda. ¡Dios! ¡Qué maldito dolor! Me siento ido, completamente
vacío, cuanto más golpes, mas dejo de sentir este puto dolor que llevo adentro
para pasar a sentir el dolor en mi espalda. De pronto, siento un grito muy
conocido y levanto la cabeza, veo entre la neblina de mis ojos a Ava
forcejeando con John.
-¡Suéltame! -le grita alterada,
golpeando a John, pero ¿será? No, no puede ser.
-¿Ava?_-Me asombro al escuchar mi voz
rota, giro y la miro. ¡Maldita sea, mi vida! Ella no me puede ver así. Sarah
quiere seguir golpeando y escucho el vozarrón de John.
-¡Sarah! ¡Detente, mierda! -Y Ava cae de
rodillas.
-¿Ava? -Intento levantarme, pero mis piernas
no me dan. Ava no me debe ver así. ¿Por qué esta aquí? ¡Joder, no! Se me hiela
la sangre, ella me mira con dolor. ¿Ahora qué le voy a decir? ¡Mierda! ¡Mierda!
Y es cuando Sarah intenta agarrarme del brazo-. ¡Suéltame! -Mi movimiento casi
le voltea el brazo. La empujo hacia atrás-. Ava, nena, ¿qué estás haciendo
aquí? -Por fin logro levantarme, corro hacia Ava, cayendo de rodillas delante
de ella. Al instante, cojo su cara y busco que me mire. Pero mi amor está
llorando, solo me mira, no puede hablar, sacude su cabeza como negándose a lo
que está viendo. De pronto, empieza a golpearme para zafarse de mi agarre y se
pone en pie. Voltea, empuja a John y sale corriendo con el más puro dolor instalado
en su hermoso rostro. ¡Dios! ¿Qué he hecho? John y yo salimos corriendo detrás
de ella, pero parece como huyendo de un fantasma. Escucho las exclamaciones de
la gente que está en el salón de verano, veo que entra despavorida al baño,
entro golpeando desesperado la puerta del baño en la pared y alcanzo a escuchar
a Ava vomitando. ¡Ava! -le grito golpeando la puerta del escusado-. ¡Ava, abre
la puerta! -Solo vomita más fuerte, pero ¿por qué?-. ¡Por favor! -le ruego y golpeo
la puerta con mi frente-. Ava, abre, por favor -Y empieza a llorar con infinita
tristeza, no la veo, pero lo siento. De pronto, pienso en lo que está pasando y
comienzo a gritar-: ¿Quien la ha dejado entrar? -Me pongo como una fiera,
golpeo la puerta. ¡Joder! ¿Quién coño la ha dejado entrar?
-Jesse, no la dejé entrar. Jamás haría
eso -responde John en tono severo. Yo sé que él no fue, ¿pero quién?
Y de la nada aparece Kate.
-¿Qué está pasando? ¡Joder, Jesse! ¿Qué
cojones le ha pasado a tu espalda?
-¡Nada! -vocifero.
-A mí no me hables así. ¿Dónde está Ava?
¿Qué coño está pasando? ¡¿Ava?! -grita Kate cabreada.
-Está ahí dentro y no quiere salir.
¿Ava? -le digo-. Kate, por favor, hazla salir -Y golpeo la puerta de nuevo.
Estoy desesperado. Siento que voy a enloquecer.
-Vale, pero antes explícame que hace ahí
encerrada y ¡por qué estas sangrando por todas partes? -exige furiosa.
-Ava ha visto algo que no debería haber
visto. Está fuera de sí. Tengo que verla -la voz se me va por la desesperación,
casi no puedo respirar.
-¡Ay de ti como le hayas hecho algo,
Jesse! -me grita Kate-. ¿Ava?
-¡No! ¡No es nada de eso!
-¿Qué ha sido entonces? Esta ahí dentro
vomitando. ¿Ava? -Y comienza a darle a la puerta con su puño, pero suavemente-.
Ava, vamos. Abre la puerta.
-¡Ava! -grito como un loco y ya casi
histérico.
-Jesse, vete de aquí -me dice Kate. Coño,
ni loco.
-¡No!
-No va a salir contigo aquí. ¡Eh, grandulón,
llévatelo de aquí!
-¿Jesse? -ruge John-. Vamos a ver si te
espabilas un poco, pedazo de gilipollas -John me mira suplicante y creo que
tiene razón, debo calmarme y quitarme este sopor de encima, me siento mareado.
Salgo con él hacia mi despacho, tengo que tomar algo-. Jesse, espera, te voy a
dar algo para que te calmes.
Me siento, pero no puedo quedarme como
un marica esperando a que se vaya. ¡No señor! Y me levanto como empujado por un
resorte.
-¡Mierda, Jesse, tomate esto! -John me
da algo diluido en agua, me lo tomo rápidamente, entro al sanitario y me lavo
la cara. ¡Increíble! Pero es tanto el susto que tengo encima que ya estoy más
consciente. Luego, dejo a John parado, con los ojos como platos, porque no
puedo quedarme aquí. Ava saldrá corriendo, lo sé, la conozco. Y eso no lo voy a
consentir, antes muerto. Corro como alma que lleva el diablo hacia los
sanitarios y empujo la puerta con fuerza. ¡Aun está! Gracias Dios.
Nos miramos fijamente. Kate observa a
uno primero y al otro después, como esperando saber qué vamos a hacer. Me
acerco, me agacho y sin más la tomo en mis brazos. Salgo del sanitario en
dirección a mi despacho, camino con seguridad, con mi carga, con mi tesoro,
atravesamos el salón de nuevo y los socios nos miran. ¡Me importan una mierda!
Ava va llorando.
Entro a mi despacho y cierro la puerta
de una patada, me agacho para bajarla con cuidado, pero siento el corrientazo y
un fuerte dolor en mi espalda. Aun así la abrazo con fuerza y hundo mi cabeza
en su cuello. No hablo, solo quiero sentirla y olerla porque es mi mejor
calmante.
-Por favor, no llores.
Me está matando.
-¿Por qué? -me pregunta-. ¿Por qué has
hecho eso?
-Te prometí que no bebería.
-¿Querías beber?
-Quería evitarlo.
-Mírame -me ordena, pero no hago caso. ¡Maldita
sea, Jesse, mírame! -Ava se revuelve, quiere agarrarme, pero ante la forma que lo hace silbo del dolor, así ella
se detiene-. Tres - Hace la cuenta atrás, yo me tenso, pero aun así no la miro-.
Dos.
-¿Qué pasa si llegas a cero? -le
pregunto como si nada.
-Me largo -me responde muy
tranquilamente. Levanto en el acto mi cabeza y Ava se desconcierta al verme el
rostro, debe ser un poema al dolor, la barbilla hasta me tiembla. La miro a los
ojos, pero con mirada de súplica.
-Por favor, no lo hagas.
Ava se conmueve de tal manera que se
lanza encima de mí, agarrándome la cara entre sus manos. Se pega muy cerca de
mi boca, se mueve casi con furia y queda a ahorcajadas sobre mi regazo. Me pega
más a ella, pero lo hace con cuidado, para que no me duela la espalda.
-¿Qué querías evitar?
-Herirte.
-No lo entiendo -Se ve confundida-. Habría
preferido que hubieras bebido.
-No, no lo habrías preferido -me
carcajeo tenebrosamente. Ella se aparta para mirarme.
-Preferiría verte con media destilería
de vodka en el cuerpo a presenciar lo que acabo de ver -Coño siento una
profunda vergüenza, ella no tiene idea de lo que dice. Agacho mi cabeza.
-Créeme, Ava, no lo habrías preferido.
-Te digo que sí –insiste-. ¿Cómo quieres
que confíe en ti de este modo? Jesse, me siento traicionada -Se levanta y
quiero agarrarla, pero me rechaza. Creo que el pánico se me dibuja en mi cara-.
No voy a marcharme -me asegura fríamente porque está cabreada y con sobrada
razón
La veo caminando de un lado al otro en
mi despacho. La veo también con su tic nervioso, se da con su uña en los
dientes, La miro tenso y con angustia caminando de un lado a otro, pensando… Uyy
eso es peligros para mí. Se detiene y se sienta en el sofá delante de mí y
apoya su cabeza en sus manos.
-¿Hay algo que deba saber?
-¿Como qué?_
-¡Mierda! Lo sabía -me pongo a la
defensiva. Ava me mira molesta..
-No lo sé, dímelo tú. Dijiste que no
habría más secretos -y levanta sus brazos más molesta, si cabe-. ¿Por qué iba a
preferir esto a verte borracho?
Me inclino hacia delante, apretando mi
mandíbula y apoyo los codos sobre las rodillas y comienzo a frotarme mis sienes
pensando qué coño voy a decirle.
-Para mí la bebida y el sexo van de la
mano.
-¿Y eso qué quiere decir? -me pregunta
nerviosa.
-Ava, heredé La Mansión con 21 años. ¿Te
imaginas lo que siente un joven que, de pronto, se ve con este lugar y con un
montón de mujeres dispuestas a satisfacerlo? -La miro con vergüenza.
-¿Te refieres a las incursiones
sexuales? –pregunta ahora en voz baja mientras me oye suspirar.
-Sí, a las incursiones, pero todo eso ha
quedado atrás -Me inclino hacia delante con una mueca de dolor-. Porque ahora
en mi vida solo estás tú.
-¿Bebías y follabas?
-Sí, como te he dicho, la bebida y el
sexo van de la mano. Ven aquí, por favor -Extiendo mi brazo sobre la mesa que
separa los dos sofás, pero ella se aparta. Dejo caer la mano, mirando al suelo.
-Entonces, ¿no has bebido porque habrías
querido follar? -formula muy confusa.
-No me fío de mí mismo cuando bebo, Ava.
-¿Por qué crees que saltarás sobre la
mujer que tengas más a mano?
Me río muy nervioso y me paso mis manos
por mi pelo.
-No lo creo. No te haría algo así.
-¿No lo crees? -me dice estupefacta.
-Es un riesgo que no voy a correr. Bebo
demasiado, pierdo la razón y las mujeres se abalanzan sobre mí, dispuestas a
todo. Ya lo has visto –Coño, qué pena. Ava se burla.
-¡No parecías estar en condiciones de
hacer nada el viernes de la semana pasada!
-Sí, ese no es mi nivel normal de
embriaguez. Quería olvidar -se lo digo muy incómodo, no me gusta hablar con
ella de esto. ¡Diablos!
-¿Así que normalmente mantienes un nivel
de embriaguez estable y después te follas a un montón de mujeres dispuestas a
todo? Nunca has bebido cuando te has acostado conmigo -¡Carajo! ¿Cómo puede pensar
eso? Me levanto y aparto la mesa, luego me arrodillo delante de ella, apoyo mis
manos sobre sus muslos. La miro de frente.
-No, Ava, porque nunca me he hallado
bajo los efectos del alcohol cuando he estado contigo. No lo necesito. El
alcohol me hacía bloquear cosas, me ayudaba a olvidar lo vacía que era mi
existencia. Todas esas mujeres me importaban una mierda. Y entonces apareciste tú
y todo cambió. Me devolviste a la vida. No quiero volver a beber, porque si
empiezo, puede que no pare, y no quiero perderme ni un segundo contigo. -Ava está
a punto de llorar.
-¿Has echado un polvo soñoliento con alguien más? -me pregunta con
el alma en vilo.
-No –le respondo, pero me mira con
desconfianza.
-¿Y te has follado a alguien para
hacerla entrar en razón?
-¡No, Ava! Nunca me había importado
nadie lo suficiente como para necesitar o querer hacerla entrar en razón
respecto a nada -aprieto sus muslos-. Solo tú -Veo su rostro y me doy cuenta
que lo que le respondí en parte la tranquiliza, y como no si ninguna mujer me
llegó a interesar, ni para rogarle un vaso con agua. Cruel, pero cierto. Ella
se levanta, yo me quedo acuclillado sin
saber qué hacer.
-Entonces, el jueves en tu despacho… ¿Me
estás diciendo que si te hubieras bebido el vodka te habría encontrado tirándote
a Sarah sobre la mesa en lugar de verte acurrucadito con ella?
¡Mierda, no! Me levanto y me acerco a
ella, la tomo por las caderas para que se quede quieta y hago que me mire a los
ojos.
-¡No! ¡No seas idiota!
-No estoy siendo idiota –replica-, bastante
tengo ya con preocuparme por si bebes o no. ¡No sé si podré soportar las
complicaciones adicionales de que te emborraches y te apetezca follarte a otras
mujeres! -Está fuera de sí, grita enfurecida.
-¿Quieres hacer el favor de cuidar tu
puto lenguaje? No hace que me apetezca follarme a otras mujeres. ¡Hace que me
apetezca follar!
-Entonces, más me vale estar contigo
cuando bebas ¿no?
-¡¡¡No voy a volver a beber!!! ¡¿Es que
no me escuchas?! -le grito-. No necesito beber -me levanto y camino furioso
hacia la ventana para devolverme de inmediato y apuntarla con el dedo-. ¡Te
necesito a ti! -Me aparta la mano y me habla a punto de llorar.
-Me necesitas como sustituta del alcohol
y del sexo. Me manipulas.
-¡No te manipulo! –Coño, tan poco así,
esa duda no me agrada, ella no tiene por qué pensar así.
-¡Claro que lo haces! ¡Con el sexo! Para
hacerme entrar en razón y para recordar. Todo es manipulación. ¡Yo te necesito
y tú lo utilizas contra mí!
-¡No! -rujo enfurecido y paso mis brazos
por el mueble donde están los licores y los vasos, barro con todo y caen al piso, el estrépito suena muy
fuerte. Ava se asusta y retrocede, pero yo la agarro de los hombros.
-Necesito que me necesites, Ava. Es así
de simple. ¿Cuántas veces he de decírtelo? Si tú me necesitas, yo cuido de mí
mismo, así de simple.
-¿Y dejar que te azoten te parece que es
cuidar de ti mismo? -me grita en mi cara. La suelto, voy a enloquecer. Comienzo
a jalarme del pelo.
-¡No lo sé, joder! -Da un suspiro de
frustración.
-Te necesito, pero no así. -La tomo de
las manos-. Mírame -le digo ya con la cabeza fría, ella me mira-. ¿Cómo te hago
sentir? Yo sé cómo me haces sentir tú. Sí, he estado con muchas mujeres, pero
solo era sexo. Sexo sin compromiso. No sentía nada. Ava, te necesito a ti -Se
queda mirándome con su cara de consternación.
-¿Cómo puede ser que me necesites si yo
consigo que te hagas esto a ti mismo -su voz es cansada-. Te has vuelto muy
autodestructivo ahora más que antes de conocerme. Hago que necesites beber. Te
he convertido en un loco irracional y, desde luego, yo tampoco estoy ya muy
cuerda que digamos. ¿No ves lo que nos estamos haciendo el uno al otro?
-Ava -le advierto, porque esa manera de
hablar es como si me dijera que tenemos que alejarnos el uno del otro, y eso no
lo voy a aceptar.
-Y para que lo sepas, detesto el hecho
de que la hayas metido en todas partes -Y de repente abre los ojos y la boca
como si recordara algo grande y da un grito ahogado-. Cuando desapareciste
durante cuatro días… -¡Mierda! ¡Mierda! Y más ¡mierda! Abro los ojos como platos,
me entra un temor más grande aun. ¡Puta vida!
¿Por qué tuve que meter la pata de esa manera? No puedo seguir
mintiéndole, ya no. Por lo tanto, comienzo a temblar sin control.
-No significaron nada en absoluto. Te
quiero. Te necesito.
-¡Joder! -Y cae de rodillas. Soy un imbécil
por ser tan bruto y hacer lo que sé que no debo hacer. Mira cómo sufre, Dios-. Te
estuviste follando a otras mujeres -Se lleva sus manos a la cara y comienza a
llorar de nuevo. Me agacho a su lado en el suelo, la agarro de los brazos y la
sacudo.
-Ava, escúchame. No significaron nada.
Me estaba enamorando de ti. Sabía que te dolería. No quería hacerte daño.
-Dijiste que no podrías hacerme eso.
Olvidaste añadir “otra vez”. Deberías haber dicho que no podrías hacérmelo
“otra vez”.
-No quería hacerte daño.
-¿Y para remediarlo te tiraste a otras
mujeres? ¿A cuántas?
-Ava, no hagas esto, por favor. Me doy
asco.
-¡A mí también me das asco! -me grita en
la cara, temblando y sollozando sin parar-. ¿Cómo pudiste hacerlo?
-Ava, ¿no me estas escuchando?
-¡Claro que sí, y no me gusta lo que oigo!
Intenta levantarse, pero yo se lo
impido. Apoyo mi frente en su estómago y empiezo a llorar como un niño. ¡Por Dios
bendito, no quiero perderla! Sé que hice mal, pero aún no sabía qué sentía por
ella, por eso metí la pata hasta el fondo. Te lo pido, ayúdame, tú sabes
que estoy muy arrepentido.
-Lo
siento. Te quiero. Por favor, te lo suplico, no me dejes. Cásate conmigo.
-¿¡Qué!? -me grita-. No puedo casarme
con alguien a quien no entiendo -habla lentamente y lo que dice lo siento como
un golpe, casi no puedo respirar-. Creía que empezaba a comprenderte, pero has
vuelto a destruirme, Jesse.
-Ava, por favor. Estaba hecho polvo,
perdí el control. Creía que así podría olvidarte.
-¿Emborrachándote y tirándote a otras
mujeres?
-No sabía qué hacer -hablo susurrando de
la vergüenza que siento.
-Podrías haber hablado conmigo.
-Ava, habrías huido de mí otra vez.
-Todas las veces que has estado
disculpándote conmigo eran porque te remordía la conciencia, y no por haberte
emborrachado, ni por lo de la Mansión. Era porque me engañabas con otras.
Dijiste que habías dejado tus correrías mucho antes de conocerme. Me mentiste.
Cada vez que creo que damos un paso hacia delante, estalla una nueva bomba. No
puedo seguir con esto. No sé quién eres, Jesse.
-Ava, claro que lo sabes -la miro
suplicante-. La he jodido. La he jodido bien, pero nadie me conoce mejor que tú.
Nadie.
-Puede que Sarah, sí. Parece que ella te
conoce muy bien -el tono de su voz es de pura decepción. Caigo sobre mis
talones y le digo la verdad.
-Te he decepcionado. Quería beber, pero te
prometí que no lo haría, y sé lo que puede pasar si lo hago.
-¿Así que pediste que te azotara?
-Sí.
-No lo entiendo.
Mantengo la cabeza gacha, no me atrevo a
mirarla a la cara con lo que le estoy diciendo.
-Ava, sabes que he sido un vividor –Coño,
qué vergüenza tener que decirle esto-. He roto matrimonios, he tratado a las
mujeres como si fueran objetos y he tomado lo que no me pertenecía. He hecho daño
a algunas personas y siento que todo esto es mi penitencia. Contigo encontré la
gloria y tengo constantemente la sensación de que alguien va a venir a
arrebatármela.
-Tú eres el único que va a joder esto.
Tú y solo tú. Bebiendo, siendo tan controlador y tirándote a otras mujeres. ¡Tú!
-Podría haber detenido todo esto. No creo
que seas mía. Me aterra que alguien te aparte de mi lado.
-¿Y por eso le pediste a una mujer que
detesto, a una mujer que quiere alejarte de mí, que te azotara?
Le frunzo el ceño, mirándola..
-Sarah no quiere alejarme de ti.
Sacude la cabeza, frustrada.
-¡Sí, Jesse, claro que quiere!
Haciéndote esto me hace daño a mí. Me está castigando a mí, no a ti -me habla
con desesperación-. Pero no puede ser. Te amo a pesar de toda la mierda que voy
descubriendo de ti, pero no puedo ver cómo te haces esto a ti mismo.
-No me dejes -aprieto mis dientes al
hablar de la desesperación que tengo encima. Levanto los brazos y le agarro sus
manos-. Me moriré sin ti, Ava.
-¡No digas eso! -me grita-. Es una estupidez
-.Tiro de ella y logro ponerla de rodillas.
-No es ninguna estupidez. No sabes por
lo que pasé cuando desapareciste sin más. Me hizo ver lo que sería mi vida sin
ti -mi manos tiemblan-. Ava, era insoportable.
-Si te dejara sería porque no puedo soportar
que te hagas daño a ti mismo, no puedo ver cómo te torturas.
-Jamás te harás una idea de cuánto te
quiero -agarro su cara y ella se aparta de mí-. Deja que te toque -intento
ordenarle, pero estoy aterrado.
-¡Me hago una idea, Jesse! ¡Porque yo
siento lo mismo! -grita desesperada-. Aunque me has destrozado por completo,
sigo amándote y joder, me odio por ello. ¡Así que no te atrevas a decirme que
no me hago una idea!
-Es imposible -La agarro y la atraigo
hacia mí, al borde-. ¡Es imposible! - Ella no me quiere más de lo que yo la quiero.
Y la abrazo, fuerte, pero no corresponde mi abrazo. Esta tensa, se le siente la
molestia, ésta no es mi Ava.
-Voy a buscar algo para limpiarte las
heridas -forcejea entre mis brazos para zafarse-. Jesse, tengo que limpiarte
eso.
-No me dejes solo -pero logra soltarse y
se pone de pie.
-Cuando dije que jamás te dejaría, lo
decía en serio -Gira y sale de mi despacho, muy seria para mi gusto. Me levanto
y camino de un lado a otro con la angustia a mil, me siento mal por Ava, debió
ser terrible para ella saber tanta porquería, pero en medio de todo lo
prefiero, no tengo que temer a lo que diga el Danés ni nadie. Este fue el temor
que me desvelaba, pero ahora ya lo sabe, aunque siento una profunda vergüenza y
me pregunto: ¿Cómo es posible que no me hubiera dado cuenta lo hijo de puta que
yo era? ¡Qué Dios me perdone! ¡Dios y mi Ava! Es lo único que pido. “Juro que
estoy muy arrepentido”, ella me abrió los ojos y me sacó del fango en que me
encontraba, ya ni el hotel lo veo ni lo siento igual.
Sigo caminado de un lado a otro, ¿Qué
pasa? ¿Por qué demora tanto? No estoy tranquilo, siento algo y no es bueno.
Mejor voy a buscarla. Rápidamente me pongo la franela. ¡Coño, duele! Salgo,
desviándome del salón de verano y me topo con unas mujeres que vienen cuchicheando.
Cuando me ven se callan, pero Vicky no se aguanta y dice:
-Jesse, la novia que tienes es de arma
tomar, ¿eh?
-¿Por qué lo dices?
-Le dio a Sarah un puñetazo que, de
broma, no le partió la nariz. Luego, la arrastró del pelo y le cantó unas
cuantas cosas. ¡Es tremenda!
En ese momento viene John, alarmado.
-John, ¿qué pasa?
-Jesse, Ava se dirigía al Salón
Comunitario. Me lo acaba de decir un Bedel, eso no es bueno.
-¡Coño! Claro que no -Y salgo como alma
que lleva el diablo, John va detrás de mí. ¿Qué fue a hacer allí? ¿Está loca?
¡Puta vida! El que le ponga la mano encima, lo mato. Le saco la mierda a punta
de coñazos.
Voy corriendo y subo las escaleras casi
de tres en tres, derrapo enfrente de la puerta y escucho el ruido de latigazos.
No, no puede ser. ¡Dios! ¡No puede ser! Cuando abro la puerta veo al maldito de
Steve dándole latigazos a mi Ava.
-¡¡¡NOOOOOOOOOOO!!! –grito con el alma-.
¡Maldito, cabrón! -Veo caer desmadejada
a Ava, con sangre en su espalda-. ¡Joder! ¡Ava, no! -grito todavía más
para no llorar. Llego a ella y le toco todo el cuerpo, quisiera haber podido
protegerla de esta monstruosidad, nada más miren lo que le hicieron-. ¡John, suéltale
las manos! ¡Joder! ¡No, no, no, no!
-¡Hijo de puta! -grita John.
-¡John, joder, bájala de ahí! -Siento un
terror infinito. Mi amor, por Dios. ¿Por qué? Le acaricio el cuerpo, quiero
tomarla entre mis brazos para siempre y para que nadie la vuelva a tocar. John
por fin logra quitarle los grilletes, sus brazos caen pesados y se desploma en
mis brazos-. ¿¡Ava!? ¡No, por favor ¿Ava? -la muevo y ella hace un gesto de
gran dolor. Esto me lo paga ese hijo de puta, por mucho menos me he agarrado a
coñazos, pero por esto ¡mato y como del muerto! Volteo y veo al Steve que quiere largarse, pero de
una vez le doy la orden a John.
-¡No lo dejes salir de aquí! -Maldito cabrón,
mira lo que le hizo. No la puedo tener aquí. Por lo tanto, me la llevo al
despacho, la cargo con mucho cuidado, sin tocarle su espalda. ¡Mierda! Tengo
que pasar por el salón de verano, pero qué coño me importa a mí la gente.
-¿Pero, qué…? -oigo a Kate-. ¿Jesse? -no
le respondo, ahora no quiero hablar ni ver a nadie, me quiero concentrar en
Ava, solo en ella. Alcanzo a escuchar a John rugir dando órdenes, está muy
cabreado, él quiere a Ava. Llego a mi despacho, entro y con el pie cierro la
puerta de una patada. La acomodo con delicadeza en el sofá, y la acuno en mis brazos.
Mi amor, mi vida… Me provoca toda la ternura del mundo, no quiero que sufra, no
quiero que pase penurias y mira lo que hace. ¡Diablos! Y comienzo a llorar como
un niño.
-¡Eres una estúpida! -le hablo llorando,
casi no me sale la voz del dolor que siento al verla así. Meto mi cabeza en su
pelo, oliéndola y acariciándoselo con desesperación-. Estás loca -Así nos
quedamos un largo rato, no puedo parar de llorar, ella se queda quietita. ¡Pobrecita! Dios, debe dolerle mucho. Mal nacido ese.
¡Juro que ésta me la paga! No sé cuánto tiempo ha pasado, pero al rato siento
que tocan a la puerta. ¿Quién se atreve a venir aquí?-. ¿Qué? - Hablo agrio. Es
John, me trae un tazón con el preparado especial, el que siempre se ha
utilizado cuando algún loco se le va la mano. Diablos, no quiero que le queden
cicatrices. John, en absoluto silencio, lo deja sobre la mesa, nos mira, pero
no dice nada, se le ve la pena y la tristeza por lo que pasó. Luego, se retira
y cierra silenciosamente la puerta. Me muevo un poco para curarle las heridas y
ella silba del dolor-. Joder -digo desesperado-. Nena, tengo que moverte, tengo
que verte la espalda -Solo mueve la cabeza, queriendo negarse, pero así no
puedo dejarla. Doy un profundo suspiro y apoyo mi mentón en su cabeza-. ¿Por
qué? -le pregunto y le beso la cabeza-. No lo entiendo. Ava, tengo que verte la
espalda -Me voy sentando y la pongo sobre mis piernas, pero fue tanto su dolor
que vomita violentamente en el suelo-. ¡Mierda, Ava! ¡Lo siento! ¡Joder! -la
ayudo, retirando su pelo de la cara, así puedo ver mejor el daño-. Ava… ¿Qué
has hecho? Voy a moverte ahora, ¿vale? -La agarro debajo de los brazos y me
levanto. Ella lanza un grito-. No puedo levantarte sin tocarte -Intento acomodarla en otro sillón sin tocarle la
espalda-. Ponte boca abajo -la acomodo y le pongo sus brazos de almohada-. Ava,
no puedo creer que hayas hecho esto -Me arrodillo junto al sofá y tomo el
cuenco de cristal que contiene agua. Tomo el líquido, vierto un poco en el agua
y con algodón lo sumerjo, lo escurro y me preparo para comenzar a limpiarla-. Esto
te va a doler, nena. Tendré cuidado -Me pongo de frente para que me vea-. Estoy
furioso contigo -le hablo con suavidad. Me inclino y la beso con todo mi amor.
La noto angustiada, por ello sacudo mi cabeza y procedo a atender su espalda. Primero,
le desabrocho con sumo cuidado el sujetador y hago que las tiras le caigan a
los lados. Y con toquecitos le voy limpiando las heridas. Ava solloza-. Lo
siento -le digo-. Lo siento mucho. Ella hunde su cara entre sus brazos y yo
sigo limpiando y, de paso, el líquido penetra para que vaya curándola. Gasto
casi todo el algodón. Ella varias veces se encoge sin soltar quejido alguno.
¡Maldición! Creo que ya está limpia y cubrí toda su espalda con el líquido,
casi ninguna herida es profunda, eso hará que cicatrice más rápido y mejor.
Retiro el cuenco, y cuando lo hago Ava da un profundo suspiro, me levanto para
buscar una botella de agua. Me agacho enfrente de ella y le pregunto-: ¿Puedes sentarte?
-Ella asiente y la ayudo a que lo haga lentamente hasta que queda sentada. Asimismo,
no dejo de murmurar maldiciones, aun no creo que esto haya sucedido. El sujetador
le cae en las piernas, intenta colocárselo, pero sin querer hacerlo-. Déjalo -Aparto
sus manos y le doy a beber un poco de agua-. Abre la boca. Bebe.
La ayudo, sé que cualquier movimiento es
horrible para ella, lo sé porque yo siento un dolor parecido, pero ella es más
delicada. Me acerco a mi escritorio y cojo las llaves, el teléfono también, me
duele un poco la espalda, pero no creo que tanto como a ella.
Recojo su ropa desde el sofá y me pongo
en cuclillas frente a ella.
-Voy a llevarte a casa -la ayudo a
meterse los vaqueros, doy un golpecito en su tobillo y levanta el pie. Repito
el proceso con la otra pierna y le subo los pantalones. Miro la camiseta,
después sus senos y luego la miro a ella, no creo que soporte ningún contacto,
pero como la saco de aquí sin camiseta, desnuda. Ni por el coño, hay demasiada
gente-. ¿Lo intentamos? -Le estiro el cuello a la camiseta, retiro su sujetador
y procedo a pasárselo por su cabeza, trata de levantar los brazos, pero es
tanto su dolor que las lágrimas empiezan a caer. Dios, ¿qué hago? Sé que le va
a doler.
-Ava, no sé qué hacer. No puedes salir
de aquí desnuda -me inclino y la miro-. No llores, por favor -le beso la
frente, su dolor es mi dolor-. ¡A la mierda! -le saco la camiseta por la cabeza
y la lanzo al sofá-. Ven aquí -Me inclino y paso mi brazo por debajo de su culo
y la levanto-. Cógete a mi cintura con las piernas y a mi cuello con los
brazos. Ten cuidado -ella me obedece muy lentamente.
-¿Estás bien? -le pregunto. Ella asiente
contra mi hombro y se pega a mí como un mono. Así sus tetas quedan contra mi
pecho y no se le ven, su espalda va descubierta. Me dirijo a la puerta, le
suelto el cuello para abrir la puerta, y vuelvo a cogerla del cuello-. ¿Estás
bien, nena? -le pregunto mientras voy caminando hacia el salón de verano. Ella
asiente contra mi cuello-.¡John! –grito. Se escuchan las exclamaciones de todos,
están estupefactos.
-¿Cómo está la muchacha? -pregunta ya
cerca de nosotros.
-¿A ti qué coño te parece? -Cojo una sábana
de algodón del cuarto de limpieza.
-Jesse, ¿hay algo que pueda hacer? -Es
Natasha, pero ¿qué coño va a poder hacer?
-No, Natasha -le contesto seco.
-¿Ava? -se oye la voz de Kate asustada-.
¡Joder! Pero… ¿Qué has hecho, inconsciente?
-Voy a llevarla a casa -.Se lo informo
sin detenerme-. Está bien. Te llamare.
-¡Pero, Jesse, está sangrando!
-¡Joder, Kate, ya lo sé! Te llamaré -Sam
la agarra para tranquilizarla.
Cuando ya estamos cerca de la salida,
escucho al hijo de puta de Steve.
-Jesse, tío, no lo sabía -Me freno de
inmediato, se me detiene hasta el corazón. Todo el mundo a nuestro alrededor se
calla. Ava me aprieta, para que me calme.
-Steve, ya puedes dar gracias a todos
los santos de que tenga a mi chica en brazos porque, de no ser así, el servicio
de limpieza tendría que pasarse un año recogiendo tus putos restos -le hablo
con toda mi rabia contenida. Siento que se me va a salir el corazón de la furia
que me da ver al cabrón enfrente de nosotros.
-Yo…yo.. -tartamudea el mal nacido-. No
lo sabía.
-¿Nadie te dijo que era mía? -le
pregunto, sorprendido.
-Yo… creía que…
-¡Es MIA! -rujo furioso y me sacudo por
la rabia. Ava gimotea por el dolor, y de una me calmo-. Lo siento -le susurro.
Me tiembla todo el cuerpo. Me tenso-. Eres hombre muerto, Steve -Lo miro con
toda la rabia que tengo y con ganas de matarlo.
-¿Jesse? -habla John con su fuerte
vozarrón-, relájate. Lo primero es lo primero. ¿De acuerdo?
-Sí -camino nuevamente y bajo las
escaleras sin afán.
-Les abro la puerta -nos dice Kate, quien
baja corriendo.
-Tranquila, Kate, no es necesario.
-¡Jesse, deja de comportarte como un imbécil
testarudo y acepta la puta ayuda! ¡No eres el único que se preocupa por ella! -Pego
a Ava más hacia mí.
-Las llaves están en mi bolsillo. -Kate
saca las llaves de mi bolsillo.
-¡Ay, Ava! -le dice Kate y pulsa el
control para abrirnos las puertas del carro. Me volteo hacia la mansión.
-Regresen todos adentro -No quiero que
le vean sus senos mientras la meto al carro. Miro que todos entren y la aparto
de mi cuerpo-. Ava, voy a meterte en el coche, tienes que ponerte de lado, de
cara al asiento del conductor. ¿Podrás hacerlo? -le pregunto con dulzura
mientras afloja sus manos, con eso me indica que lo va a hacer. La ayudo-. No
te apoyes hacia atrás -La acomodo y le extiendo la sabana por encima y cierro
la puerta, no le pongo el cinturón. Doy rápidamente la vuelta y entro al carro.
Ava abre sus ojos, la miro con compasión porque sé que está sufriendo. Esto no
debería estar pasando.
Le acaricio sus mejillas con mis
nudillos.
-Para -le ordeno para que no llore más. Acto
seguido, arranco el motor y conduzco lento, tomo las curvas con sumo cuidado y
la miro de vez en cuando. Coloco un poco de música “Run” de Snow Patrol para
hacerle más ligero el viaje.
Llegamos al Lusso, salgo y me acerco al
lado, donde está Ava. La ayudo a salir, cubriéndola.
-A saber lo que va a pensar Clive -le
digo mientras la coloco contra mi pecho. Ava se asusta cuando trato de
cubrirla-. Lo siento, pero a menos que me dejes cubrirte la espalda con la
sabana no puedo hacer otra cosa -Meto la sabana entre los dos y la sostengo,
así la protejo de la mirada de Clive y de algún vecino.
-¿Señor Ward? -Clive queda perplejo al
ver la espalda de mi Ava. ¡Coño, pero que no pregunte!
-Tranquilo Clive -le hablo disimulando.
Entramos al ascensor y los espejos que nos rodean reflejan nuestra imagen.
Llegamos y salgo rápidamente. Abro y subo directamente a nuestra habitación-. Despacito
-La coloco sobre la cama, boca abajo. Le quito sus vaqueros y procedo a
desvestirme. Me tumbo a su lado, en la misma posición que ella. Estiro mi mano
y la pasó por su mejilla, siempre quiero estar en contacto con ella. Se va
relajando. Pasamos mucho rato mirándonos fijamente. Es agradable. En este
momento, no necesitamos decirnos nada. Le sigo acariciando su cara y veo que
sus párpados comienzan a cerrarse. Paso mis dedos sobre ellos y no los vuelve a
abrir, ya se durmió. Menos mal, así descansa.
Mañana será otro día, hablaremos y
aclararemos lo que haya quedado guardado y, sobre todo quiero que me aclare…
¿Por qué hizo esto? Por un lado quedo tranquilo, nuestro futuro es algo
incierto, pero seguiré luchando por nuestro amor, por mí nunca nos separaremos,
solo espero que ella piense lo mismo. ¡Amo con todo mi corazón a esta mujer! Y
nada ni nadie la va a separar de mí, de eso me encargo yo.
Hoy sacamos algunos demonios y estoy
seguro que mi vida y mis sentimientos son muy profundos. Es por ello que haré
todo lo que esté a mi alcance para que ella olvide tanto dolor y todas mis
locuras. Además, necesito que me perdone y que sienta el alcance de mi amor por
ella. Juro que nunca más vuelvo a ocultarle algo o a mentirle, ni loco vuelvo a
pasar por este puto calvario. Y por ahora solo trataremos de olvidar el
infierno que vivimos hoy. Mirándola, me dejo llevar por el sueño. Juntos, de
ahora en adelante, solo planificaremos nuestro futuro, porque ella... Mi Ava…
es mi vida y punto.
**Por
Fanny Rebellón.
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