martes, 1 de noviembre de 2016

Loco Amor (Obsesión) / Capítulo 14




Loco Amor (Obsesión)
Fanfic Trilogía Mi Hombre
Historia original de la autora Jodi Ellen Malpas.

CAPITULO 14


Corro unos cuantos kilómetros, pero me siento mal, no físicamente, pero lo sucedido anoche me tiene loco. ¿Quién coño hizo esto? ¿Quién me odia tanto para atreverse a hacer algo tan grave? Tengo que solucionarlo, no quiero arriesgar a Ava, pero si tengo que ponerle guardaespaldas, lo haré. Claro, sin que ella se dé cuenta, pues  ahora estoy seguro  que tengo un enemigo muy grande.
Le compro algo a Ava para que desayune y compro algo para mí, debo irme ya. Jay debe estar por llegar.
Desayuno acompañado de mi mantequilla de cacahuate cuando, de repente, veo entrar a Ava bañada y vestida, quien se ha puesto una franela que parece que se la hubiera prestado John, por lo ancha. Le sonrío.
-Capuchino doble sin chocolate -Le acerco la taza de Starbucks, ella se alegra, sé que le gusta-. Te he traído de todo, pero no tenían salmón.
-Gracias. -Me regala una sonrisa.
-Espero que lleves algo de encaje debajo de esa camisa tan ancha - yo sigo disfrutando de mi mantequilla. Ella se mira y sonríe.
-Pues, sí -Se levanta la camiseta y me enseña su ropa interior de color crema. Precioso. Asiento contento-. Creía que traerías también algo para cenar-. Busca su croissant y comienza a comer con ganas.
-Como has estado durmiendo todo el día, técnicamente, ahora es la hora del desayuno -le planto mi dedo con mantequilla en su nariz, ella se levanta, negando con la cabeza cuando yo solo sonrío y me meto mi dedo a la boca-. ¿Qué quieres que hagamos esta noche?
-¿Puedo elegir? -Me habla con la boca llena. La miro inclinando la cabeza.
-Ya te dije que de vez en cuando tengo que dejar que te salgas con la tuya -alargo mi brazo y le limpio una miga de la comisura de sus labios-. Tengo que dar para recibir y toda esa mierda -Ava suelta tremenda carcajada, por poco se le sale el croissant. Tose, casi se ahoga.
-¿He dicho algo gracioso? -Ella me mira, yo no le veo el chiste. ¿Por qué se ríe, me mira y de inmediato deja de reírse?
-No, nada, es que se me ha ido por donde no debía -Tose y veo que se ahogó con lo que estaba comiendo, le doy palmaditas en la espalda. Ya repuesta, oímos el video portero y me levanto a contestar.
-Sí, Clive, que suba -Cuelgo y pongo el teléfono en su lugar-. Es Jay -le informo a Ava.
-¿Jay? ¿Quién es Jay? -Suelta su croissant.
-El portero del bar. Tiene las grabaciones de las cámaras de seguridad -Guardo la mantequilla y salgo de la cocina. Ava se tensa.
-Señor Ward, ¿cómo está?
-Mal. Como entenderás, esto me tiene con la cabeza echando humo -Invito a Jay que pase. Cuando así lo hace mira a Ava. Ella se levanta para retirarse.
-¿Adónde vas? -le pregunto, pero no me mira.
-Al baño -responde y sube casi corriendo. ¿Qué le pasa? Eso no es normal en ella.
-Espera un momento, Jay, no me tardo.
-No se preocupe, aquí lo espero -lo dice mirando todo el apartamento con la boca abierta mientras subo a la habitación y no la veo, así que me dirijo al baño
-¿Ava?
-¿Qué? -Le tiembla un poco la voz.
-¿Qué pasa, nena? ¿Estás bien?
Sí, estoy bien. ¡Bajo dentro de un minuto!
-¿Por qué? ¿Has cerrado con el pestillo?
-No me he dado cuenta. Estoy haciendo pis.
-Vale. No tardes -Mmm... Está extraña. La veo nerviosa.

Ya estoy con Jay colocando el video, pero le doy tiempo para que tome el control remoto. Todo en la pantalla se ve enorme, pero no es totalmente nítido. Jay pasa las imágenes rápido para llegar al momento de cuando Ava aparece. Ya, ahí está, la veo sentada en la mesa con sus amigos, todo se ve normal allí.
-Más despacio -le ordeno y Jay lo reproduce a una velocidad normal-. Eso es, déjalo así -Ahí está el gay agarrando la mano de Ava para verle el anillo, pareciera que se le fueran a salir sus ojos de las orbitas. Victoria sale y Kate se levanta con ella. Tom también sale y un cabrón se le acerca. ¿Quién? Coño, es el imbécil de Matt. ¡Diablos! Siento la presión sobre mis hombros y en mi cuello de la rabia que siento. ¿Por qué no me lo dijo? Por eso subió, sabía que lo iba a ver. Levanto mis hombros como para quitarme este temblor. El cabrón está de espaldas, pero lo reconozco a leguas, el maldito anda detrás de ella, la quiere de vuelta. ¡Coño! ¡Sobre mi cadáver!-. Páralo -le ordeno a Jay y me acerco para verificar que es el. Asiento con mi cabeza cuando lo confirmo-. Continúa -le digo a Jay, quien pulsa “Play” y yo retrocedo.
Se ve el regreso de Tom y Matt se larga. Al instante, se le caen las cosas a Ava. Ella se baja de su taburete y recoge las cosas.
-Necesito verlo desde otro ángulo -le digo a Jay.
-Hay otra cámara -responde rápidamente.
-Tráemela. ¿La viste hablando con él?
-Señor Ward, hago lo que puedo, pero si me llaman para encargarme de algún gilipollas borracho o de alguna pelea de niñitas, no puedo estar encima de ella.
-No necesito que nadie me vigile -Oigo a Ava molesta. Los dos volteamos a mirarla. Jay incómodo y yo más tenso que cuerda de violín. Nos miramos fijamente en silencio. El ambiente se siente pesado, Ava se cruza de brazo, y yo solo la miro.


-¿Dejaste tu bebida desatendida en algún momento? -le pregunta Jay. Aquello es válido, eso suele suceder. Ava lo mira asombrada.
-No.
-¿Cuándo empezaste a sentirte rara? -le pregunto yo, cruzándome de brazos.
-Me tambaleé un poco en la barra, pero pensaba que había sido cosa de los tacones.
-¿Hablaste con alguien en la barra?
Ava se queda paralizada pensando, está nerviosa y yo, coño, estoy que exploto.
-Responde a la pregunta, Ava -trato de hablar calmado, pero ya me siento en ebullición.
-Había un tipo en la barra que se ofreció a invitarme a una copa, pero me negué.
¡Mierda, lo sabía! Ava se mira los pies, preocupada.
-No pasó nada. Me fui de la barra y volví con Kate -me lo dice para que me calme. ¡Sí, cómo no!
-¡Deja de decir que no pasó nada! -le grito. Y de pronto Ava mira la pantalla con asombro, me volteo rápidamente al ver a un tipo alto, bien vestido, se parece a… ¿El Danés? No puede ser. El hombre retrocede cuando Ava va hacia la barra, parece que estuviera vigilándola. Después aparece el cabrón que le ofreció la copa. Maldito, cómo se le acerca, la está acorralando, pero Ava se retira y en el movimiento se le cae el dinero de las manos. Se agacha a recogerlo, pero cuando se levanta se nota que ya tambalea más, ese fue el maldito que le echó la droga. Seguro se la untó, (esa droga con solo pasarla por alguna parte del cuerpo actúa de inmediato y jode a quien sea), o quizá tenía alguna pulsera o anillo con un pequeño deposito. ¿Y si se le acercó lo suficiente a ella o a su bebida pudo echarle la droga sin que Ava se percatara de ello? Esos malditos se preparan para todo. Coño, vuelve a aparecer el tipo, pero no se deja ver, él sabe de las cámaras, pero es Mikael, se le parece demasiado. ¡Hijo de puta, maldita sea, él y la madre que lo parió! Si lo veo lo mato.
Sam aparece en escena. Se queda luego con Kate coqueteando, y ahí aparezco yo, que es cuando Ava se desmaya. Coño, se dio fuerte, por todos los santos. Pobrecita. Me volteo y miro a Ava, si le hubiera pasado algo… Dios, juro que siento que mi corazón se me sale del pecho. Ava empieza a llorar, Jay carraspea y entonces lo mira.
-¿Ya han visto suficiente? -nos pregunta.
-Sí -le respondo y no dejo de mirarla. ¡Sabrá Dios qué hubiera pasado si no me aparezco! Seguro que el maldito se la hubiera llevado diciendo que la iba a llevar al hospital. Y de ahí… ¡¡¡¡ ***%% ¡¡¡Por Dios que me muero!!! No es exageración, si solo lo estoy pensando y casi siento el infarto. ¡No me jodas!
-Entonces, me marcho -Jay se prepara para irse. Extrae el disco del reproductor-. Sé dónde está la salida. -No hablo, guardo silencio porque si abro la boca, grito.
-¡Jay, quiero una copia y a ser posible hoy mismo! Él me mira y afirma moviendo su cabeza, no dice nada ya que el ambiente se siente muy tenso. Luego, Jay se marcha y cierra la puerta tranquilamente al salir.
Ava se queda sentada en la escalera, está esperando el chaparrón que le va a caer encima pero, la verdad, no lo voy a hacer.
-No me habías dicho nada de Matt -le hablo con voz tranquila (tranquilidad que no siento para nada). Ava solo se encoge de hombros sin mirarme.
-No quería que te enfadaras.
-¿Enfadarme yo?
-Vale, no quería que te cabrearas -Nos míranos-. Nos encontramos por casualidad.
-Pero estuvieron hablando durante unos minutos. ¿De qué hablaron?
-Él se disculpó.
-¿Durante todo ese tiempo? Te dije que no volvieras a verlo.
Ava abre la boca como asombrada por lo que le digo.
-Jesse, no lo planeé. Ya te he dicho que fue una coincidencia. Quería  saber cómo se había enterado de lo tuyo.
-¿Tanto te importa?
-No, la verdad es que no -No la entiendo. ¿Por qué coño tiene que verlo? No quiero ni que le hable, ya que se imbécil lo único que quiere es volver a meterse en sus bragas, aunque sé que Ava no lo va a aceptar, pero ellos tuvieron una relación hace poco y me molesta demasiado que se vean. ¡Ella es Mía! Pero ya tendré la oportunidad de enseñarle al Matt quien es Jesse Ward. Ardo por que llegue ese momento.
-Entonces, olvídalo. Voy a ducharme -La dejo atónita. No quiero discutir, ella fue la víctima, y me conozco, si exploto sé que la voy a asustar. Lo que quiero de verdad es beberme unos tragos, coño, ¡no sé qué voy a hacer! Ava me sigue al baño, ya me conoce y sabe que estoy furioso.
-¿Quieres hacer el favor de echarme la bronca para que podamos zanjar esto?
No le respondo, termino de ducharme y busco una toalla para secarme. La dejo plantada, pero ella me sigue, tengo que irme, tengo que ver que hago-. ¿¡Jesse!?
No respondo, me pongo unos vaqueros desgastados y una franela, me duele la cabeza, me duele todo, esto que pasó es por mí.
Entro de nuevo al baño y me cepillo los dientes, la miro a través del espejo.
-Habla conmigo, por favor -Está sufriendo, veo que se siente mal, quiere discutir, pero yo no puedo hacerlo, no en este momento, ya que saldría mal parada y la quiero demasiado. No  quiero que sufra por mi temperamento, me conozco demasiado. Paso a su lado y vuelvo al dormitorio-. ¿A dónde vas? -Me freno  y pienso qué coño le voy a decir.
-Tengo  asuntos que solucionar en la mansión -La cara de Ava es de dolor. Diablos, no quiero hacerle esto, pero no me puedo quedar.
-Creía que íbamos a hacer algo juntos esta noche.
-Ha surgido algo -Ava debe estar pensando lo peor, pero ella aún no conoce lo peor de mí, y no quiero que lo conozca.
-¡Estás furioso conmigo! -grita histérica. Sacudo mi cabeza, no puedo quedarme, esto que estoy sintiendo es… demasiado. Mierda, quiero hasta llorar. ¡Me la querían joder, Dios! ¡Me la querían quitar! ¡Me la querían matar!
Salgo como un loco del apartamento y cuando llego al lado de Clive, él se queda con la boca abierta al verme, ya que mi cara debe expresar el infierno que siento.
-Clive, por favor, no dejes que Ava salga, cualquier cosa me avisas. Espero que estas vez si puedas controlarla.
-Sí, señor Ward, haré lo posible, pero usted sabe que Ava no es fácil.
-Bueno, me avisas de inmediato.
-Sí, señor -me responde entre asombrado y asustado
Voy a toda velocidad hacia la mansión. Todos mis temores se están haciendo realidad, éste fue un intento, la están vigilando. ¿Cómo sabían que ella estaría allí? Alguien la está siguiendo y le quiere hacer daño por mí, esto es una venganza. En este momento, todos mis demonios están en ebullición, quiero beber, pero no puedo hacerle esto a ella, sé lo que va a pasar y eso no me lo perdonaría nunca. Ya veré que hago, aunque quiero gritar, quiero matar, quiero llorar. ¡Mierda! ¡Qué puta vida!
Voy como alma que lleva el diablo, estoy que grito, esta desesperación no es normal, es como si presintiera algo. Pero en este momento solo me encantaría beberme una botella completa de vodka. ¡Diablos! No puedo, Así solo lograría perder a mi Ava, pues ella me odiaría, y ahí sí que yo me muero. Ava no tiene ni idea del alcance de mis sentimientos por ella, es un amor sublime y por eso estoy como loco pensando en lo sucedido. Tampoco lo ve desde la visión que lo veo yo, ella no tiene ni idea de los enemigos que tengo. ¡Dios! He hecho mucho daño, muchas veces sin querer, todo en mi vida era como un juego y en estos momentos es que veo lo que hice y pienso en las personas que dañé directa e indirectamente. Tomaba todo como si me lo mereciera, no abusé de nadie, pero sé que muchos hombres me odian, perdieron a sus mujeres indirectamente por mí, aunque yo nunca las busqué ni les di esperanzas de nada, ellas llegaron solas a la mansión, solo fue sexo de mi parte, nunca me enamoré, no sentí nada por ellas, pero ellas sí lo pensaron y enloquecieron, esto que me hace, digámoslo tan deseable para las mujeres, lo utilicé para mi beneficio, fui muy egoísta, como yo no tenía sentimiento por nadie, no me importaba nada en lo absoluto. Fui cínico y solo disfrutaba de lo que se me daba, pero ahora todo aquello se me está devolviendo como un boomerang. Sé que ningún hombre me la va a quitar por sexo o algo sentimental, pero esto es peor porque quieren hacerle daño para así alejarla de mí sin vuelta atrás.
Diviso la mansión y veo a John en la entrada, y cuando me ve se queda paralizado y levanta las cejas, él ya sabe que me pasa algo.
-Jesse, ¿cómo te sientes?
-Mal, malditamente mal, John.
-Para cabrón. ¡Háblame!
-Ven conmigo. -John casi corre detrás de mí.
Mientras voy hacia mi oficina, se me cruzan algunas mujeres, tratan de acercarse, pero al verme la cara se frenan. ¡Coño, gracias!
-Cuenta, Jesse, ¿qué pasó?
-¡Maldita sea, John! La drogaron, le dieron o untaron ropynol, la droga de los violadores. Pero eso no es lo que más me asusta, John, sino ¿cómo coño supieron que ella saldría esa noche? Estoy seguro que solo habló con Kate y con sus dos amigos de la oficina, pues lo hizo al lado mío. ¿Cómo diablos supieron adónde iba a ir? Eso me da a entender que la están siguiendo.
-Y… ¿los teléfonos? ¿No los habrá intervenido alguien?
-Tanto así, no lo creo. Pienso que la están siguiendo, ya saben los sitios que ella visita y han estado pendientes de esos lugares, y anoche sencillamente la hicieron. Lo que me asombra es que hasta tenían a alguien para que les hiciera el trabajo, hubo un hijo de puta que se le acercó, hasta le ofreció un trago, cosa que ella no acepto, pero él intentó pegarse a ella ahí fue cuando aprovechó, amigo. Esa droga es tan jodida que la untan en cualquier parte del cuerpo y te jode como si la hubieras bebido, también la pueden echar en la bebida con disimulo, ya que viene en cápsulas. Abren una en algún depósito escondido y la persona no se da cuenta. Es una droga maldita, el tipo tubo que tener puesto un dedil para no caer o algo con que echárselo. ¡Maldición, John! Me la querían malograr y todo es por mi culpa, amigo, solo por mi puta culpa. -Mi voz es de completo desespero.
-¿Crees que es algún enemigo?
-Mi primer sospechoso es el maldito Danés. John, usa tus contactos, averigua donde está, con quien está, todo, John, porque si es él se las va a ver conmigo. Ésta no se la paso, no tengo la culpa de que su mujer sea una loca, yo no la busqué. No sabía nada cuando la vi, solo después me enteré, pero no sé la quité, ella vino al hotel, nadie la obligó, se emperró conmigo y yo no quise que eso sucediera, aunque sé que eso no me quita parte de culpa, pero coño, llegar a esos extremos…
-Claro que no, Jesse, pero cálmate, por favor.
-¿Qué me calme? ¿Cómo, amigo? Podría estar muerta en este momento, John. ¿Me entiendes? ¡Muerta! -Y como un niño empiezo a llorar. Me cubro la cara, esto parece una pesadilla. John solo me mira y guarda silencio muy conmovido cuando ve que estoy más calmado, habla.
-Debes tranquilizarte, tener la cabeza fría para lograr averiguar qué pasó y quién está detrás de esto, pero en tu estado ni lo sueñes. Yo, por mi lado, voy a hacer unas averiguaciones, cualquier cosa te informo. Pero dime algo, Jesse, ¿vas a beber? ¿Vas a hacer esa estupidez?
-¡No! No debo, tú sabes lo que puede suceder si lo hago, esas malditas mujeres están al acecho y yo no le voy a hacer eso a Ava, se lo prometí.
-Me alegro. De todas maneras, voy a estar pendiente para que nadie te joda.
-Si ves a Sarah, dile que venga.
-Coño, ¿qué vas a hacer?
-Algo tengo que hacer, John, no sé cómo manejar esto. En este momento, quiero hasta matar. Dejé a Ava en el apartamento para no hacer esto delante de ella, no quiero que me vea.
-Esta no es la solución, todo lo tuyo es a extremo, Jesse.
-¡Déjame en paz! Y dile a Sarah que venga.
-Tú sabrás lo que haces, cabrón, pero esto no está bien y tú lo sabes.
-¡Coño, qué me dejes!
Bebo agua, y miro el bar. ¡Qué tentación! Y en ese momento se me viene a la mente Ava y estoy tentado a salir corriendo, pero siento la puerta de mi oficina, es Sarah con una amplia sonrisa. Veremos que dice cuando le diga por qué la llamé.
-¿Para qué soy buena, Jesse? John me dijo que me necesitabas.
-Sarah, quiero que apliques en mí tu trabajo en el salón comunitario.
-¿Queee? ¿Por qué? ¿Qué te pasa? -dice ella con sus ojos como platos del asombro.
-Ese no es tu problema. ¿Lo vas a hacer o llamo a otra?
-¿Alguna discusión con Ava? Ella solo te altera, desde que estas con ella has cambiado.
-¡COÑO, SARAH! Esto no es directamente por ella. Déjala en paz, es algo mío ¿okey? Anda, prepárate.
-¡Mierda! Está bien, ya vengo -La miro y no sé por qué, pero creo ver en ella una sonrisa. No, son figuraciones mías. ¿Por qué carajo iba a sonreír?
Al rato llega. Me tomé una de las pastillas que toman algunos aquí, es como una droga, te ayuda a soportar el dolor, aunque mi idea es sentir eso. ¡Dolor! De alguna manera debo sacarme esto que llevo encima y que no veo de qué otra manera puedo hacerlo.
Al rato se aparece vestida de Latex. ¡Horrible! Odio esa indumentaria, pero es la clásica para el acto que ella siempre hace.


-¿Estás preparado? ¿Cuántos quieres? ¿Fuerte?
-Fuerte. Y dale, yo te aviso.
-¡Diablos, Jesse! No te entiendo, pero tú eres el jefe. Tú mandas.
Me quito la remera, me descalzo, ya me siento embotado, es fuerte esta mierda, me siento como cuando bebo, pero no quiero seguir pensando, siento que todo me da vueltas.
-Jesse… ¿Tomaste la pastilla?
-¡Coño, sí! No hables tanto y comienza.
-Ya está bien. Y siento cuando ella viene con el látigo. Zass. ¡Mierda! Sigue.
Sarah está concentrada dándome y sacándome la mierda. ¡Dios! ¡Qué maldito dolor! Me siento ido, completamente vacío, cuanto más golpes, mas dejo de sentir este puto dolor que llevo adentro para pasar a sentir el dolor en mi espalda. De pronto, siento un grito muy conocido y levanto la cabeza, veo entre la neblina de mis ojos a Ava forcejeando con John.
-¡Suéltame! -le grita alterada, golpeando a John, pero ¿será? No, no puede ser.
-¿Ava?_-Me asombro al escuchar mi voz rota, giro y la miro. ¡Maldita sea, mi vida! Ella no me puede ver así. Sarah quiere seguir golpeando y escucho el vozarrón de John.
-¡Sarah! ¡Detente, mierda! -Y Ava cae de rodillas.
-¿Ava? -Intento levantarme, pero mis piernas no me dan. Ava no me debe ver así. ¿Por qué esta aquí? ¡Joder, no! Se me hiela la sangre, ella me mira con dolor. ¿Ahora qué le voy a decir? ¡Mierda! ¡Mierda! Y es cuando Sarah intenta agarrarme del brazo-. ¡Suéltame! -Mi movimiento casi le voltea el brazo. La empujo hacia atrás-. Ava, nena, ¿qué estás haciendo aquí? -Por fin logro levantarme, corro hacia Ava, cayendo de rodillas delante de ella. Al instante, cojo su cara y busco que me mire. Pero mi amor está llorando, solo me mira, no puede hablar, sacude su cabeza como negándose a lo que está viendo. De pronto, empieza a golpearme para zafarse de mi agarre y se pone en pie. Voltea, empuja a John y sale corriendo con el más puro dolor instalado en su hermoso rostro. ¡Dios! ¿Qué he hecho? John y yo salimos corriendo detrás de ella, pero parece como huyendo de un fantasma. Escucho las exclamaciones de la gente que está en el salón de verano, veo que entra despavorida al baño, entro golpeando desesperado la puerta del baño en la pared y alcanzo a escuchar a Ava vomitando. ¡Ava! -le grito golpeando la puerta del escusado-. ¡Ava, abre la puerta! -Solo vomita más fuerte, pero ¿por qué?-. ¡Por favor! -le ruego y golpeo la puerta con mi frente-. Ava, abre, por favor -Y empieza a llorar con infinita tristeza, no la veo, pero lo siento. De pronto, pienso en lo que está pasando y comienzo a gritar-: ¿Quien la ha dejado entrar? -Me pongo como una fiera, golpeo la puerta. ¡Joder! ¿Quién coño la ha dejado entrar?
-Jesse, no la dejé entrar. Jamás haría eso -responde John en tono severo. Yo sé que él no fue, ¿pero quién?
Y de la nada aparece Kate.
-¿Qué está pasando? ¡Joder, Jesse! ¿Qué cojones le ha pasado a tu espalda?
-¡Nada! -vocifero.
-A mí no me hables así. ¿Dónde está Ava? ¿Qué coño está pasando? ¡¿Ava?! -grita Kate cabreada.
-Está ahí dentro y no quiere salir. ¿Ava? -le digo-. Kate, por favor, hazla salir -Y golpeo la puerta de nuevo. Estoy desesperado. Siento que voy a enloquecer.
-Vale, pero antes explícame que hace ahí encerrada y ¡por qué estas sangrando por todas partes? -exige furiosa.
-Ava ha visto algo que no debería haber visto. Está fuera de sí. Tengo que verla -la voz se me va por la desesperación, casi no puedo respirar.
-¡Ay de ti como le hayas hecho algo, Jesse! -me grita Kate-. ¿Ava?
-¡No! ¡No es nada de eso!
-¿Qué ha sido entonces? Esta ahí dentro vomitando. ¿Ava? -Y comienza a darle a la puerta con su puño, pero suavemente-. Ava, vamos. Abre la puerta.
-¡Ava! -grito como un loco y ya casi histérico.
-Jesse, vete de aquí -me dice Kate. Coño, ni loco.
-¡No!
-No va a salir contigo aquí. ¡Eh, grandulón, llévatelo de aquí!
-¿Jesse? -ruge John-. Vamos a ver si te espabilas un poco, pedazo de gilipollas -John me mira suplicante y creo que tiene razón, debo calmarme y quitarme este sopor de encima, me siento mareado. Salgo con él hacia mi despacho, tengo que tomar algo-. Jesse, espera, te voy a dar algo para que te calmes.
Me siento, pero no puedo quedarme como un marica esperando a que se vaya. ¡No señor! Y me levanto como empujado por un resorte.
-¡Mierda, Jesse, tomate esto! -John me da algo diluido en agua, me lo tomo rápidamente, entro al sanitario y me lavo la cara. ¡Increíble! Pero es tanto el susto que tengo encima que ya estoy más consciente. Luego, dejo a John parado, con los ojos como platos, porque no puedo quedarme aquí. Ava saldrá corriendo, lo sé, la conozco. Y eso no lo voy a consentir, antes muerto. Corro como alma que lleva el diablo hacia los sanitarios y empujo la puerta con fuerza. ¡Aun está! Gracias Dios.
Nos miramos fijamente. Kate observa a uno primero y al otro después, como esperando saber qué vamos a hacer. Me acerco, me agacho y sin más la tomo en mis brazos. Salgo del sanitario en dirección a mi despacho, camino con seguridad, con mi carga, con mi tesoro, atravesamos el salón de nuevo y los socios nos miran. ¡Me importan una mierda! Ava va llorando.
Entro a mi despacho y cierro la puerta de una patada, me agacho para bajarla con cuidado, pero siento el corrientazo y un fuerte dolor en mi espalda. Aun así la abrazo con fuerza y hundo mi cabeza en su cuello. No hablo, solo quiero sentirla y olerla porque es mi mejor calmante.
-Por favor, no llores.
Me está matando.
-¿Por qué? -me pregunta-. ¿Por qué has hecho eso?
-Te prometí que no bebería.
-¿Querías beber?
-Quería evitarlo.
-Mírame -me ordena, pero no hago caso. ¡Maldita sea, Jesse, mírame! -Ava se revuelve, quiere agarrarme, pero ante  la forma que lo hace silbo del dolor, así ella se detiene-. Tres - Hace la cuenta atrás, yo me tenso, pero aun así no la miro-. Dos.
-¿Qué pasa si llegas a cero? -le pregunto como si nada.
-Me largo -me responde muy tranquilamente. Levanto en el acto mi cabeza y Ava se desconcierta al verme el rostro, debe ser un poema al dolor, la barbilla hasta me tiembla. La miro a los ojos, pero con mirada de súplica.
-Por favor, no lo hagas.
Ava se conmueve de tal manera que se lanza encima de mí, agarrándome la cara entre sus manos. Se pega muy cerca de mi boca, se mueve casi con furia y queda a ahorcajadas sobre mi regazo. Me pega más a ella, pero lo hace con cuidado, para que no me duela la espalda.
-¿Qué querías evitar?
-Herirte.
-No lo entiendo -Se ve confundida-. Habría preferido que hubieras bebido.
-No, no lo habrías preferido -me carcajeo tenebrosamente. Ella se aparta para mirarme.
-Preferiría verte con media destilería de vodka en el cuerpo a presenciar lo que acabo de ver -Coño siento una profunda vergüenza, ella no tiene idea de lo que dice. Agacho mi cabeza.
-Créeme, Ava, no lo habrías preferido.
-Te digo que sí –insiste-. ¿Cómo quieres que confíe en ti de este modo? Jesse, me siento traicionada -Se levanta y quiero agarrarla, pero me rechaza. Creo que el pánico se me dibuja en mi cara-. No voy a marcharme -me asegura fríamente porque está cabreada y con sobrada razón
La veo caminando de un lado al otro en mi despacho. La veo también con su tic nervioso, se da con su uña en los dientes, La miro tenso y con angustia caminando de un lado a otro, pensando… Uyy eso es peligros para mí. Se detiene y se sienta en el sofá delante de mí y apoya su cabeza en sus manos.
-¿Hay algo que deba saber?
-¿Como qué?_
-¡Mierda! Lo sabía -me pongo a la defensiva. Ava me mira molesta..
-No lo sé, dímelo tú. Dijiste que no habría más secretos -y levanta sus brazos más molesta, si cabe-. ¿Por qué iba a preferir esto a verte borracho?
Me inclino hacia delante, apretando mi mandíbula y apoyo los codos sobre las rodillas y comienzo a frotarme mis sienes pensando qué coño voy a decirle.
-Para mí la bebida y el sexo van de la mano.
-¿Y eso qué quiere decir? -me pregunta nerviosa.
-Ava, heredé La Mansión con 21 años. ¿Te imaginas lo que siente un joven que, de pronto, se ve con este lugar y con un montón de mujeres dispuestas a satisfacerlo? -La miro con vergüenza.
-¿Te refieres a las incursiones sexuales? –pregunta ahora en voz baja mientras me oye suspirar.
-Sí, a las incursiones, pero todo eso ha quedado atrás -Me inclino hacia delante con una mueca de dolor-. Porque ahora en mi vida solo estás tú.
-¿Bebías y follabas?
-Sí, como te he dicho, la bebida y el sexo van de la mano. Ven aquí, por favor -Extiendo mi brazo sobre la mesa que separa los dos sofás, pero ella se aparta. Dejo caer la mano, mirando al suelo.
-Entonces, ¿no has bebido porque habrías querido follar? -formula muy confusa.
-No me fío de mí mismo cuando bebo, Ava.
-¿Por qué crees que saltarás sobre la mujer que tengas más a mano?
Me río muy nervioso y me paso mis manos por mi pelo.
-No lo creo. No te haría algo así.
-¿No lo crees? -me dice estupefacta.
-Es un riesgo que no voy a correr. Bebo demasiado, pierdo la razón y las mujeres se abalanzan sobre mí, dispuestas a todo. Ya lo has visto –Coño, qué pena. Ava se burla.
-¡No parecías estar en condiciones de hacer nada el viernes de la semana pasada!
-Sí, ese no es mi nivel normal de embriaguez. Quería olvidar -se lo digo muy incómodo, no me gusta hablar con ella de esto. ¡Diablos!
-¿Así que normalmente mantienes un nivel de embriaguez estable y después te follas a un montón de mujeres dispuestas a todo? Nunca has bebido cuando te has acostado conmigo -¡Carajo! ¿Cómo puede pensar eso? Me levanto y aparto la mesa, luego me arrodillo delante de ella, apoyo mis manos sobre sus muslos. La miro de frente.
-No, Ava, porque nunca me he hallado bajo los efectos del alcohol cuando he estado contigo. No lo necesito. El alcohol me hacía bloquear cosas, me ayudaba a olvidar lo vacía que era mi existencia. Todas esas mujeres me importaban una mierda. Y entonces apareciste tú y todo cambió. Me devolviste a la vida. No quiero volver a beber, porque si empiezo, puede que no pare, y no quiero perderme ni un segundo contigo. -Ava está a punto de llorar.
-¿Has echado un polvo  soñoliento con alguien más? -me pregunta con el alma en vilo.
-No –le respondo, pero me mira con desconfianza.
-¿Y te has follado a alguien para hacerla entrar en razón?
-¡No, Ava! Nunca me había importado nadie lo suficiente como para necesitar o querer hacerla entrar en razón respecto a nada -aprieto sus muslos-. Solo tú -Veo su rostro y me doy cuenta que lo que le respondí en parte la tranquiliza, y como no si ninguna mujer me llegó a interesar, ni para rogarle un vaso con agua. Cruel, pero cierto. Ella se levanta, yo me quedo acuclillado sin  saber qué hacer.
-Entonces, el jueves en tu despacho… ¿Me estás diciendo que si te hubieras bebido el vodka te habría encontrado tirándote a Sarah sobre la mesa en lugar de verte acurrucadito con ella?
¡Mierda, no! Me levanto y me acerco a ella, la tomo por las caderas para que se quede quieta y hago que me mire a los ojos.
-¡No! ¡No seas idiota!
-No estoy siendo idiota –replica-, bastante tengo ya con preocuparme por si bebes o no. ¡No sé si podré soportar las complicaciones adicionales de que te emborraches y te apetezca follarte a otras mujeres! -Está fuera de sí, grita enfurecida.
-¿Quieres hacer el favor de cuidar tu puto lenguaje? No hace que me apetezca follarme a otras mujeres. ¡Hace que me apetezca follar!
-Entonces, más me vale estar contigo cuando bebas ¿no?
-¡¡¡No voy a volver a beber!!! ¡¿Es que no me escuchas?! -le grito-. No necesito beber -me levanto y camino furioso hacia la ventana para devolverme de inmediato y apuntarla con el dedo-. ¡Te necesito a ti! -Me aparta la mano y me habla a punto de llorar.
-Me necesitas como sustituta del alcohol y del sexo. Me manipulas.
-¡No te manipulo! –Coño, tan poco así, esa duda no me agrada, ella no tiene por qué pensar así.
-¡Claro que lo haces! ¡Con el sexo! Para hacerme entrar en razón y para recordar. Todo es manipulación. ¡Yo te necesito y tú lo utilizas contra mí!
-¡No! -rujo enfurecido y paso mis brazos por el mueble donde están los licores y los vasos, barro con  todo y caen al piso, el estrépito suena muy fuerte. Ava se asusta y retrocede, pero yo la agarro de los hombros.
-Necesito que me necesites, Ava. Es así de simple. ¿Cuántas veces he de decírtelo? Si tú me necesitas, yo cuido de mí mismo, así de simple.
-¿Y dejar que te azoten te parece que es cuidar de ti mismo? -me grita en mi cara. La suelto, voy a enloquecer. Comienzo a jalarme del pelo.
-¡No lo sé, joder! -Da un suspiro de frustración.
-Te necesito, pero no así. -La tomo de las manos-. Mírame -le digo ya con la cabeza fría, ella me mira-. ¿Cómo te hago sentir? Yo sé cómo me haces sentir tú. Sí, he estado con muchas mujeres, pero solo era sexo. Sexo sin compromiso. No sentía nada. Ava, te necesito a ti -Se queda mirándome con su cara de consternación.
-¿Cómo puede ser que me necesites si yo consigo que te hagas esto a ti mismo -su voz es cansada-. Te has vuelto muy autodestructivo ahora más que antes de conocerme. Hago que necesites beber. Te he convertido en un loco irracional y, desde luego, yo tampoco estoy ya muy cuerda que digamos. ¿No ves lo que nos estamos haciendo el uno al otro?
-Ava -le advierto, porque esa manera de hablar es como si me dijera que tenemos que alejarnos el uno del otro, y eso no lo voy a aceptar.
-Y para que lo sepas, detesto el hecho de que la hayas metido en todas partes -Y de repente abre los ojos y la boca como si recordara algo grande y da un grito ahogado-. Cuando desapareciste durante cuatro días… -¡Mierda! ¡Mierda! Y más ¡mierda! Abro los ojos como platos, me entra un temor más grande aun. ¡Puta vida!  ¿Por qué tuve que meter la pata de esa manera? No puedo seguir mintiéndole, ya no. Por lo tanto, comienzo a temblar sin control.
-No significaron nada en absoluto. Te quiero. Te necesito.
-¡Joder! -Y cae de rodillas. Soy un imbécil por ser tan bruto y hacer lo que sé que no debo hacer. Mira cómo sufre, Dios-. Te estuviste follando a otras mujeres -Se lleva sus manos a la cara y comienza a llorar de nuevo. Me agacho a su lado en el suelo, la agarro de los brazos y la sacudo.
-Ava, escúchame. No significaron nada. Me estaba enamorando de ti. Sabía que te dolería. No quería hacerte daño.
-Dijiste que no podrías hacerme eso. Olvidaste añadir “otra vez”. Deberías haber dicho que no podrías hacérmelo “otra vez”.
-No quería hacerte daño.
-¿Y para remediarlo te tiraste a otras mujeres? ¿A cuántas?
-Ava, no hagas esto, por favor. Me doy asco.
-¡A mí también me das asco! -me grita en la cara, temblando y sollozando sin parar-. ¿Cómo pudiste hacerlo?
-Ava, ¿no me estas escuchando?
-¡Claro que sí, y no me gusta lo que oigo!
Intenta levantarse, pero yo se lo impido. Apoyo mi frente en su estómago y empiezo a llorar como un niño. ¡Por Dios bendito, no quiero perderla! Sé que hice mal, pero aún no sabía qué sentía por ella, por eso metí la pata hasta el fondo. Te lo pido, ayúdame, tú sabes que  estoy muy arrepentido.
 -Lo siento. Te quiero. Por favor, te lo suplico, no me dejes. Cásate conmigo.
-¿¡Qué!? -me grita-. No puedo casarme con alguien a quien no entiendo -habla lentamente y lo que dice lo siento como un golpe, casi no puedo respirar-. Creía que empezaba a comprenderte, pero has vuelto a destruirme, Jesse.
-Ava, por favor. Estaba hecho polvo, perdí el control. Creía que así podría olvidarte.
-¿Emborrachándote y tirándote a otras mujeres?
-No sabía qué hacer -hablo susurrando de la vergüenza que siento.
-Podrías haber hablado conmigo.
-Ava, habrías huido de mí otra vez.
-Todas las veces que has estado disculpándote conmigo eran porque te remordía la conciencia, y no por haberte emborrachado, ni por lo de la Mansión. Era porque me engañabas con otras. Dijiste que habías dejado tus correrías mucho antes de conocerme. Me mentiste. Cada vez que creo que damos un paso hacia delante, estalla una nueva bomba. No puedo seguir con esto. No sé quién eres, Jesse.
-Ava, claro que lo sabes -la miro suplicante-. La he jodido. La he jodido bien, pero nadie me conoce mejor que tú. Nadie.
-Puede que Sarah, sí. Parece que ella te conoce muy bien -el tono de su voz es de pura decepción. Caigo sobre mis talones y le digo la verdad.
-Te he decepcionado. Quería beber, pero te prometí que no lo haría, y sé lo que puede pasar si lo hago.
-¿Así que pediste que te azotara?
-Sí.
-No lo entiendo.
Mantengo la cabeza gacha, no me atrevo a mirarla a la cara con lo que le estoy diciendo.
-Ava, sabes que he sido un vividor –Coño, qué vergüenza tener que decirle esto-. He roto matrimonios, he tratado a las mujeres como si fueran objetos y he tomado lo que no me pertenecía. He hecho daño a algunas personas y siento que todo esto es mi penitencia. Contigo encontré la gloria y tengo constantemente la sensación de que alguien va a venir a arrebatármela.
-Tú eres el único que va a joder esto. Tú y solo tú. Bebiendo, siendo tan controlador y tirándote a otras mujeres. ¡Tú!
-Podría haber detenido todo esto. No creo que seas mía. Me aterra que alguien te aparte de mi lado.
-¿Y por eso le pediste a una mujer que detesto, a una mujer que quiere alejarte de mí, que te azotara?
Le frunzo el ceño, mirándola..
-Sarah no quiere alejarme de ti.
Sacude la cabeza, frustrada.
-¡Sí, Jesse, claro que quiere! Haciéndote esto me hace daño a mí. Me está castigando a mí, no a ti -me habla con desesperación-. Pero no puede ser. Te amo a pesar de toda la mierda que voy descubriendo de ti, pero no puedo ver cómo te haces esto a ti mismo.
-No me dejes -aprieto mis dientes al hablar de la desesperación que tengo encima. Levanto los brazos y le agarro sus manos-. Me moriré sin ti, Ava.
-¡No digas eso! -me grita-. Es una estupidez -.Tiro de ella y logro ponerla de rodillas.
-No es ninguna estupidez. No sabes por lo que pasé cuando desapareciste sin más. Me hizo ver lo que sería mi vida sin ti -mi manos tiemblan-. Ava, era insoportable.
-Si te dejara sería porque no puedo soportar que te hagas daño a ti mismo, no puedo ver cómo te torturas.
-Jamás te harás una idea de cuánto te quiero -agarro su cara y ella se aparta de mí-. Deja que te toque -intento ordenarle, pero estoy aterrado.
-¡Me hago una idea, Jesse! ¡Porque yo siento lo mismo! -grita desesperada-. Aunque me has destrozado por completo, sigo amándote y joder, me odio por ello. ¡Así que no te atrevas a decirme que no me hago una idea!
-Es imposible -La agarro y la atraigo hacia mí, al borde-. ¡Es imposible! - Ella no me quiere más de lo que yo la quiero. Y la abrazo, fuerte, pero no corresponde mi abrazo. Esta tensa, se le siente la molestia, ésta no es mi Ava.
-Voy a buscar algo para limpiarte las heridas -forcejea entre mis brazos para zafarse-. Jesse, tengo que limpiarte eso.
-No me dejes solo -pero logra soltarse y se pone de pie.
-Cuando dije que jamás te dejaría, lo decía en serio -Gira y sale de mi despacho, muy seria para mi gusto. Me levanto y camino de un lado a otro con la angustia a mil, me siento mal por Ava, debió ser terrible para ella saber tanta porquería, pero en medio de todo lo prefiero, no tengo que temer a lo que diga el Danés ni nadie. Este fue el temor que me desvelaba, pero ahora ya lo sabe, aunque siento una profunda vergüenza y me pregunto: ¿Cómo es posible que no me hubiera dado cuenta lo hijo de puta que yo era? ¡Qué Dios me perdone! ¡Dios y mi Ava! Es lo único que pido. “Juro que estoy muy arrepentido”, ella me abrió los ojos y me sacó del fango en que me encontraba, ya ni el hotel lo veo ni lo siento igual.
Sigo caminado de un lado a otro, ¿Qué pasa? ¿Por qué demora tanto? No estoy tranquilo, siento algo y no es bueno. Mejor voy a buscarla. Rápidamente me pongo la franela. ¡Coño, duele! Salgo, desviándome del salón de verano y me topo con unas mujeres que vienen cuchicheando. Cuando me ven se callan, pero Vicky no se aguanta y dice:
-Jesse, la novia que tienes es de arma tomar, ¿eh?
-¿Por qué lo dices?
-Le dio a Sarah un puñetazo que, de broma, no le partió la nariz. Luego, la arrastró del pelo y le cantó unas cuantas cosas. ¡Es tremenda!
En ese momento viene John, alarmado.
-John, ¿qué pasa?
-Jesse, Ava se dirigía al Salón Comunitario. Me lo acaba de decir un Bedel, eso no es bueno.
-¡Coño! Claro que no -Y salgo como alma que lleva el diablo, John va detrás de mí. ¿Qué fue a hacer allí? ¿Está loca? ¡Puta vida! El que le ponga la mano encima, lo mato. Le saco la mierda a punta de coñazos.
Voy corriendo y subo las escaleras casi de tres en tres, derrapo enfrente de la puerta y escucho el ruido de latigazos. No, no puede ser. ¡Dios! ¡No puede ser! Cuando abro la puerta veo al maldito de Steve dándole latigazos a mi Ava.
-¡¡¡NOOOOOOOOOOO!!! –grito con el alma-. ¡Maldito, cabrón! -Veo caer desmadejada  a Ava, con sangre en su espalda-. ¡Joder! ¡Ava, no! -grito todavía más para no llorar. Llego a ella y le toco todo el cuerpo, quisiera haber podido protegerla de esta monstruosidad, nada más miren lo que le hicieron-. ¡John, suéltale las manos! ¡Joder! ¡No, no, no, no!
-¡Hijo de puta! -grita John.
-¡John, joder, bájala de ahí! -Siento un terror infinito. Mi amor, por Dios. ¿Por qué? Le acaricio el cuerpo, quiero tomarla entre mis brazos para siempre y para que nadie la vuelva a tocar. John por fin logra quitarle los grilletes, sus brazos caen pesados y se desploma en mis brazos-. ¿¡Ava!? ¡No, por favor ¿Ava? -la muevo y ella hace un gesto de gran dolor. Esto me lo paga ese hijo de puta, por mucho menos me he agarrado a coñazos, pero por esto ¡mato y como del muerto! Volteo  y veo al Steve que quiere largarse, pero de una vez le doy la orden a John.
-¡No lo dejes salir de aquí! -Maldito cabrón, mira lo que le hizo. No la puedo tener aquí. Por lo tanto, me la llevo al despacho, la cargo con mucho cuidado, sin tocarle su espalda. ¡Mierda! Tengo que pasar por el salón de verano, pero qué coño me importa a mí la gente.
-¿Pero, qué…? -oigo a Kate-. ¿Jesse? -no le respondo, ahora no quiero hablar ni ver a nadie, me quiero concentrar en Ava, solo en ella. Alcanzo a escuchar a John rugir dando órdenes, está muy cabreado, él quiere a Ava. Llego a mi despacho, entro y con el pie cierro la puerta de una patada. La acomodo con delicadeza en el sofá, y la acuno en mis brazos. Mi amor, mi vida… Me provoca toda la ternura del mundo, no quiero que sufra, no quiero que pase penurias y mira lo que hace. ¡Diablos! Y comienzo a llorar como un niño.
-¡Eres una estúpida! -le hablo llorando, casi no me sale la voz del dolor que siento al verla así. Meto mi cabeza en su pelo, oliéndola y acariciándoselo con desesperación-. Estás loca -Así nos quedamos un largo rato, no puedo parar de llorar, ella se queda quietita. ¡Pobrecita!  Dios, debe dolerle mucho. Mal nacido ese. ¡Juro que ésta me la paga! No sé cuánto tiempo ha pasado, pero al rato siento que tocan a la puerta. ¿Quién se atreve a venir aquí?-. ¿Qué? - Hablo agrio. Es John, me trae un tazón con el preparado especial, el que siempre se ha utilizado cuando algún loco se le va la mano. Diablos, no quiero que le queden cicatrices. John, en absoluto silencio, lo deja sobre la mesa, nos mira, pero no dice nada, se le ve la pena y la tristeza por lo que pasó. Luego, se retira y cierra silenciosamente la puerta. Me muevo un poco para curarle las heridas y ella silba del dolor-. Joder -digo desesperado-. Nena, tengo que moverte, tengo que verte la espalda -Solo mueve la cabeza, queriendo negarse, pero así no puedo dejarla. Doy un profundo suspiro y apoyo mi mentón en su cabeza-. ¿Por qué? -le pregunto y le beso la cabeza-. No lo entiendo. Ava, tengo que verte la espalda -Me voy sentando y la pongo sobre mis piernas, pero fue tanto su dolor que vomita violentamente en el suelo-. ¡Mierda, Ava! ¡Lo siento! ¡Joder! -la ayudo, retirando su pelo de la cara, así puedo ver mejor el daño-. Ava… ¿Qué has hecho? Voy a moverte ahora, ¿vale? -La agarro debajo de los brazos y me levanto. Ella lanza un grito-. No puedo levantarte sin tocarte -Intento  acomodarla en otro sillón sin tocarle la espalda-. Ponte boca abajo -la acomodo y le pongo sus brazos de almohada-. Ava, no puedo creer que hayas hecho esto -Me arrodillo junto al sofá y tomo el cuenco de cristal que contiene agua. Tomo el líquido, vierto un poco en el agua y con algodón lo sumerjo, lo escurro y me preparo para comenzar a limpiarla-. Esto te va a doler, nena. Tendré cuidado -Me pongo de frente para que me vea-. Estoy furioso contigo -le hablo con suavidad. Me inclino y la beso con todo mi amor. La noto angustiada, por ello sacudo mi cabeza y procedo a atender su espalda. Primero, le desabrocho con sumo cuidado el sujetador y hago que las tiras le caigan a los lados. Y con toquecitos le voy limpiando las heridas. Ava solloza-. Lo siento -le digo-. Lo siento mucho. Ella hunde su cara entre sus brazos y yo sigo limpiando y, de paso, el líquido penetra para que vaya curándola. Gasto casi todo el algodón. Ella varias veces se encoge sin soltar quejido alguno. ¡Maldición! Creo que ya está limpia y cubrí toda su espalda con el líquido, casi ninguna herida es profunda, eso hará que cicatrice más rápido y mejor. Retiro el cuenco, y cuando lo hago Ava da un profundo suspiro, me levanto para buscar una botella de agua. Me agacho enfrente de ella y le pregunto-: ¿Puedes sentarte? -Ella asiente y la ayudo a que lo haga lentamente hasta que queda sentada. Asimismo, no dejo de murmurar maldiciones, aun no creo que esto haya sucedido. El sujetador le cae en las piernas, intenta colocárselo, pero sin querer hacerlo-. Déjalo -Aparto sus manos y le doy a beber un poco de agua-. Abre la boca. Bebe.
La ayudo, sé que cualquier movimiento es horrible para ella, lo sé porque yo siento un dolor parecido, pero ella es más delicada. Me acerco a mi escritorio y cojo las llaves, el teléfono también, me duele un poco la espalda, pero no creo que tanto como a ella.
Recojo su ropa desde el sofá y me pongo en cuclillas frente a ella.
-Voy a llevarte a casa -la ayudo a meterse los vaqueros, doy un golpecito en su tobillo y levanta el pie. Repito el proceso con la otra pierna y le subo los pantalones. Miro la camiseta, después sus senos y luego la miro a ella, no creo que soporte ningún contacto, pero como la saco de aquí sin camiseta, desnuda. Ni por el coño, hay demasiada gente-. ¿Lo intentamos? -Le estiro el cuello a la camiseta, retiro su sujetador y procedo a pasárselo por su cabeza, trata de levantar los brazos, pero es tanto su dolor que las lágrimas empiezan a caer. Dios, ¿qué hago? Sé que le va a doler.
-Ava, no sé qué hacer. No puedes salir de aquí desnuda -me inclino y la miro-. No llores, por favor -le beso la frente, su dolor es mi dolor-. ¡A la mierda! -le saco la camiseta por la cabeza y la lanzo al sofá-. Ven aquí -Me inclino y paso mi brazo por debajo de su culo y la levanto-. Cógete a mi cintura con las piernas y a mi cuello con los brazos. Ten cuidado -ella me obedece muy lentamente.
-¿Estás bien? -le pregunto. Ella asiente contra mi hombro y se pega a mí como un mono. Así sus tetas quedan contra mi pecho y no se le ven, su espalda va descubierta. Me dirijo a la puerta, le suelto el cuello para abrir la puerta, y vuelvo a cogerla del cuello-. ¿Estás bien, nena? -le pregunto mientras voy caminando hacia el salón de verano. Ella asiente contra mi cuello-.¡John! –grito. Se escuchan las exclamaciones de todos, están estupefactos.
-¿Cómo está la muchacha? -pregunta ya cerca de nosotros.
-¿A ti qué coño te parece? -Cojo una sábana de algodón del cuarto de limpieza.
-Jesse, ¿hay algo que pueda hacer? -Es Natasha, pero ¿qué coño va a poder hacer?
-No, Natasha -le contesto seco.
-¿Ava? -se oye la voz de Kate asustada-. ¡Joder! Pero… ¿Qué has hecho, inconsciente?
-Voy a llevarla a casa -.Se lo informo sin detenerme-. Está bien. Te llamare.
-¡Pero, Jesse, está sangrando!
-¡Joder, Kate, ya lo sé! Te llamaré -Sam la agarra para tranquilizarla.
Cuando ya estamos cerca de la salida, escucho al  hijo de puta de Steve.
-Jesse, tío, no lo sabía -Me freno de inmediato, se me detiene hasta el corazón. Todo el mundo a nuestro alrededor se calla. Ava me aprieta, para que me calme.
-Steve, ya puedes dar gracias a todos los santos de que tenga a mi chica en brazos porque, de no ser así, el servicio de limpieza tendría que pasarse un año recogiendo tus putos restos -le hablo con toda mi rabia contenida. Siento que se me va a salir el corazón de la furia que me da ver al cabrón enfrente de nosotros.
-Yo…yo.. -tartamudea el mal nacido-. No lo sabía.
-¿Nadie te dijo que era mía? -le pregunto, sorprendido.
-Yo… creía que…
-¡Es MIA! -rujo furioso y me sacudo por la rabia. Ava gimotea por el dolor, y de una me calmo-. Lo siento -le susurro. Me tiembla todo el cuerpo. Me tenso-. Eres hombre muerto, Steve -Lo miro con toda la rabia que tengo y con ganas de matarlo.
-¿Jesse? -habla John con su fuerte vozarrón-, relájate. Lo primero es lo primero. ¿De acuerdo?
-Sí -camino nuevamente y bajo las escaleras sin afán.
-Les abro la puerta -nos dice Kate, quien baja corriendo.
-Tranquila, Kate, no es necesario.
-¡Jesse, deja de comportarte como un imbécil testarudo y acepta la puta ayuda! ¡No eres el único que se preocupa por ella! -Pego a Ava más hacia mí.
-Las llaves están en mi bolsillo. -Kate saca las llaves de mi bolsillo.
-¡Ay, Ava! -le dice Kate y pulsa el control para abrirnos las puertas del carro. Me volteo hacia la mansión.
-Regresen todos adentro -No quiero que le vean sus senos mientras la meto al carro. Miro que todos entren y la aparto de mi cuerpo-. Ava, voy a meterte en el coche, tienes que ponerte de lado, de cara al asiento del conductor. ¿Podrás hacerlo? -le pregunto con dulzura mientras afloja sus manos, con eso me indica que lo va a hacer. La ayudo-. No te apoyes hacia atrás -La acomodo y le extiendo la sabana por encima y cierro la puerta, no le pongo el cinturón. Doy rápidamente la vuelta y entro al carro. Ava abre sus ojos, la miro con compasión porque sé que está sufriendo. Esto no debería estar pasando.
Le acaricio sus mejillas con mis nudillos.
-Para -le ordeno para que no llore más. Acto seguido, arranco el motor y conduzco lento, tomo las curvas con sumo cuidado y la miro de vez en cuando. Coloco un poco de música “Run” de Snow Patrol para hacerle más ligero el viaje.
Llegamos al Lusso, salgo y me acerco al lado, donde está Ava. La ayudo a salir, cubriéndola.
-A saber lo que va a pensar Clive -le digo mientras la coloco contra mi pecho. Ava se asusta cuando trato de cubrirla-. Lo siento, pero a menos que me dejes cubrirte la espalda con la sabana no puedo hacer otra cosa -Meto la sabana entre los dos y la sostengo, así la protejo de la mirada de Clive y de algún vecino.
-¿Señor Ward? -Clive queda perplejo al ver la espalda de mi Ava. ¡Coño, pero que no pregunte!
-Tranquilo Clive -le hablo disimulando. Entramos al ascensor y los espejos que nos rodean reflejan nuestra imagen. Llegamos y salgo rápidamente. Abro y subo directamente a nuestra habitación-. Despacito -La coloco sobre la cama, boca abajo. Le quito sus vaqueros y procedo a desvestirme. Me tumbo a su lado, en la misma posición que ella. Estiro mi mano y la pasó por su mejilla, siempre quiero estar en contacto con ella. Se va relajando. Pasamos mucho rato mirándonos fijamente. Es agradable. En este momento, no necesitamos decirnos nada. Le sigo acariciando su cara y veo que sus párpados comienzan a cerrarse. Paso mis dedos sobre ellos y no los vuelve a abrir, ya se durmió. Menos mal, así descansa.
Mañana será otro día, hablaremos y aclararemos lo que haya quedado guardado y, sobre todo quiero que me aclare… ¿Por qué hizo esto? Por un lado quedo tranquilo, nuestro futuro es algo incierto, pero seguiré luchando por nuestro amor, por mí nunca nos separaremos, solo espero que ella piense lo mismo. ¡Amo con todo mi corazón a esta mujer! Y nada ni nadie la va a separar de mí, de eso me encargo yo.
Hoy sacamos algunos demonios y estoy seguro que mi vida y mis sentimientos son muy profundos. Es por ello que haré todo lo que esté a mi alcance para que ella olvide tanto dolor y todas mis locuras. Además, necesito que me perdone y que sienta el alcance de mi amor por ella. Juro que nunca más vuelvo a ocultarle algo o a mentirle, ni loco vuelvo a pasar por este puto calvario. Y por ahora solo trataremos de olvidar el infierno que vivimos hoy. Mirándola, me dejo llevar por el sueño. Juntos, de ahora en adelante, solo planificaremos nuestro futuro, porque ella... Mi Ava… es mi vida y punto.



CONTINUARÁ…
**Por Fanny Rebellón.

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