Loco Amor (Confesión)
Fanfic trilogía “Mi Hombre”
Historia original de la autora Jodi Ellen Malpas.
CAPITULO 2
Más de
una hora bailé con todas las mujeres que se me acercaban, fue divertido,
algunas querían pegarse y yo, hecho el loco, me movía hacia atrás, alejándolas,
hasta mi suegra estaba entre ellas. _Sonreía con picardía mirando a mi bella
esposa mientras Ava solo sonreía, viendo mi exhibición a lo Justin T.
Más
tarde, termino mi demostración de cómo se debe bailar y tomo a mi esposa en mis
brazos, para con ella ya subir las escaleras. Ella se ha quitado los zapatos y
tiene apoyada su cabeza en mi hombro. Llegamos a nuestro cuarto y suelto sus
zapatos, ayudándola a ponerse en pie mientras pone su frente en mi pecho.
-Tenemos
que consumar el matrimonio -me lo dice mientras me olfatea, me encanta cuando
hace eso. Me río.
-Nena,
estás demasiado cansada. Lo consumaremos por la mañana. -La aparto, tomándola de
la nuca para mirarla; se está durmiendo. En realidad, ha sido mucho trajín y yo
también me siento algo agotado.
-Lo sé
-quiere pegarse a mí otra vez, pero no la dejo. Aun no me lo creo que ya sea mi
esposa. La amo más que a mí mismo y, la verdad, no sé lo que haría sin ella.
-Dime que
me quieres -le ordeno.
-Te
quiero -me lo dice sin dudarlo.
-Dime
que…
-Te
necesito. -Sonrío satisfecho.
-No sabes
lo feliz que me haces.
-Lo sé.
-Veo y siento que ella piensa igual que yo. Amo eso. La beso.
-Te
quiero desnuda y encima de mí. -Voy a quitarte el vestido. La pongo de espaldas
y le voy desabrochando la gran cantidad de botones perlados del vestido, y lo
voy haciendo con una sonrisota en mi cara. Luego, se me vienen mis amigos a la
mente.
-¿Qué
está pasando entre Kate y tu hermano?
-No lo
sé.
-¿O has
aprendido a controlar tu mala costumbre o me estás diciendo la verdad? -Le bajo
el vestido por los hombros y cae, finalmente, a sus pies.
-Te estoy
diciendo la verdad -se voltea y me mira. Tomo el vestido para colgarlo-. Creo
que el hecho de volver a verse les ha traído recuerdos, eso es todo.
-¿Recuerdos?
-le pregunto, regresando a su lado cuando ya voy desabrochando su corsé.
-No eran
buenos el uno para el otro. Ya conoces a Kate, y Dan no es el hombre más
tolerante del planeta. Chocaban sin parar. Que Dan se marchara fue lo mejor
para ambos.
-Pero ha
vuelto…
-Sí, pero
no para quedarse. ¿Qué pasa con Kate y Sam?
-Ya te he
dicho que no es asunto tuyo.
-Pero
Kate es socia de la mansión - me acusa-. ¿Por qué se lo has permitido?
-Mi
trabajo no consiste es preguntarles a los socios potenciales por qué quieren
serlo. Compruebo si la policía los tiene fichados, historial médico y
solvencia. Si pueden pagar, están sanos y no han cometido delitos graves, los
aceptamos. Lo que no ofrezco son sesiones de psicoterapia para indagar en sus
motivos, Ava. -Me pone mala cara-. Los socios son miembros respetables de la
sociedad, Ava.
-A los
que les gusta el sexo raro con desconocidos y con aparatos extraños.
-Eso no
es asunto mío.
-Kate va
a salir mal parada -ella está preocupada más por su amiga.
Enrosco
mis brazos en su vientre desnudo y la atraigo hacia mí.
-¿Qué te
hace pensar eso? - está muy tensa por este tema..
-Sé que
Sam le gusta -le pego mis caderas a su trasero y me muevo suavemente en
círculos, muy despacio, sé cuánto le gusta.
-Y yo que
a Sam le gusta Kate. -Clavo mi polla y empujo hacia arriba. Acerco mi boca a su
oído. No puedo aguantarme, el solo olerla me enciende.
-Entonces,
¿por qué no pueden salir juntos como una pareja normal?
-No es
asunto nuestro. -Ava se voltea y comienza a caminar hacia delante, me empuja en
la cama.
-Vamos a
consumar este matrimonio. -Me tira sobre el colchón y se monta sobre mis
caderas. Me gusta. Me sorprende, pero me gusta.
-Señor
Ward, ahora mando yo. ¿Alguna queja?
Sonrío.
-Vuélvete
loca, nena. Pero, por favor, ten cuidado con esa boca.
-Esa
boca… -susurra y me jala de la corbata, pegando su nariz a la mía.
-¿Quién
manda aquí? -me pregunta con voz baja.
-Tú, al
menos, por ahora - aguanto mi sonrisa-, pero no te acostumbres -sonríe y me
besa como si no hubiera un mañana mientras gemimos de gusto. Se aprieta a mí y
me hace tender en la cama cuando nuestras lenguas bailan al mismo compás, en
perfecta armonía. Se mueve con absoluta sensualidad, es innato en ella-. Eres
tremenda mujer.
-¿No me
deseas? -Le encanta provocarme, pero esta pregunta no va. Se me erizan todos
los vellos del cuerpo cuando me mordisquea mi oreja.
-No me
preguntes estupideces. -Estoy tentado a echarle uno de mis polvos favoritos, pero
ella me frena.
-De eso
nada, Ward._-Se sienta sobre mí con firmeza, está dispuesta a mandar, pero no
quiero forzarla, además se ve caliente encima de mí. Hoy manda ella, hago lo
que quiera. Me toma la mano, donde están las esposas, me está indicando que
quiere esposarme a la cama, lo acepto, pero solo una mano. Coño, aunque nunca
me ha gustado que me amarren, pero es mi Ava, así que me dejo hacer.
-Esta vez
no vas a ninguna parte -jadeo-. Prométeme que esta vez no te irás.
-Si tú me
prometes no enfadarte -y cierra las esposas-. No te enfades conmigo.
-Bésame -le
ordeno.
-La que
manda soy yo.
-Nena, no
me lo pongas aun más difícil. -Y la agarro con la mano libre y hago que caiga
sobre mí. Su boca queda pegada a la mía y la beso con el alma. Adoro su boca,
besa delicioso, y nunca tengo suficiente de ella. Lentamente, me quita la
corbata, luego sigue con los botones, y cuando pone sus manos en mi pecho el
corazón se me quiere salir. ¡La quiero tanto que duele!
Me besa
ahora con menos intensidad y se separa un poco. Gruño, quiero que siga pegada a
mí por siempre. Ahh... Comienza a besarme el cuello, el pecho y el estomago y
ya va llegando a la bragueta. ¡Dios! Me acaricia la polla con la nariz por
encima de los pantalones. Coño, ya me estoy desesperando. La ayudo con su pelo,
me desabrocha el pantalón y baja la cremallera con cuidado y mete su mano
cálida dentro de mis interiores, agarra mi polla que ya está pidiendo sus
deliciosas atenciones mientras empujo mi cadera. Ya estoy muy excitado.
-¡Joder,
Ava! -La miro ansioso.
-¡Esa
boca! -Se sienta en mi cintura y me toma la cara entre sus manos.
-¿Quieres
que me la meta en la boca? -Y me besa de tal manera que me deja extasiado.
-Sí.
-¿Quién
manda aquí, Jesse? -Sonríe con picardía y desciende por mi cuerpo. Toma mi
polla y me la chupa y luego la mordisquea, lame la punta y luego me la lame
completa. ¡Por Dios! ¡Qué delicia!
-¡Joder! ¡Por
dios, Ava! Tu boca es alucinante.
-¿Te
gusta? -Se la mete hasta la mitad y vuelve a sacársela.
-Demasiado.
Ya sé por qué me case contigo. -Me muerde suavemente.
-¿Entera?
-Sí. -De
pronto, Ava me suelta y salta fuera de la cama y corre hacia el baño, la
escucho vomitar con violencia. Coño, ¿qué le pasa? Y jalo de las esposas.
¡Mierda!-. ¡Ava! -aúllo desesperado, muevo las putas esposas desesperado-. ¡Ava!
-Estoy….
¡Por Dios,
no puede ni hablar!
-¡Ava! -Quiero
reventar las malditas esposas. Coño, más nunca dejo que me amarre-. ¡Por todos
los santos, Ava! -No aguanto, de que me suelto, me suelto. Las jalo con todas
mis fuerzas, protegiendo mi muñeca con un trapo y jalo hasta que reviento, es
el espaldar de la cama, el cual suena fuerte. Me hice daño, pero no me importa.
Corro hacia el baño, aterrado, ella me hace gestos con sus manos, pero no se ve
bien. Por todos los santos ¿qué le pasa?-. Por Dios, nena -Trato de ayudarle
con su pelo, mientras le acaricio su espalda.
-Estoy
bien -me dice y se enjuaga la cara.
-Salta a
la vista -le digo algo molesto por no reconocerme que se siente mal-. Deja que te
vea -Me siento en el suelo, detrás de ella, al tiempo que se voltea y me mira.
-¿Todavía
quieres follarme?
Pongo los
ojos en blanco, ella y su sarcasmo.
-Por
favor, Ava.
-Perdona.
-Señorita,
te juro que vas a acabar conmigo - le aparto el pelo de la cara-. ¿Estás bien?
-No,
tengo nauseas -y deja caer su mejilla contra mi pecho desnudo.
-¿Qué
crees que ha sido? -le pregunto en voz baja. Estoy casi seguro que está embarazada,
pero no le digo nada. No hoy.
-Llévame
a la cama, por favor. -¡Diablos! Rehúye el tema, será en otro momento. Me
levanto y tiro de ella.
-Eres la
mujer más frustrante del mundo. ¿Te lavo los dientes?
-Sí, por
favor.
Sonrío y
le acaricio la mejilla.
-Todo
saldrá bien -Siempre la cuidaré, me encanta hacerlo, la siento como mi más
valiosa posesión. La quiero demasiado.
-Ya -entonces,
me ve la muñeca herida-. Jesse, ¿qué te has hecho? -Me toma de la muñeca y, la
verdad, es que está fea la herida. Jalo mi mano con algo de brusquedad, me
quito las esposas, dejándolas caer al piso.
-Mi
corazón late por ti, nena, pero también se para por ti -la levanto para
sentarla en el mueble del lavabo-. Dijiste que no podías vivir sin mí, ¿verdad?
-Sí. -La
miro.
-Pues,
entonces deja de intentar matarme.
Ella
sonríe.
-Eres un
adicto al melodrama.
-No es
ningún melodrama que me preocupe cuando mi esposa vomita justo después de haberle
metido la polla en la boca -Y sin más, Ava se carcajea, echando la cabeza hacia
atrás, le brotan lágrimas del ataque de risa que le da. Solo espero que se le
pase para cepillarle los dientes, pues aun lo tengo en mis manos.
-¡Perdona!
-me dice entre risas-. Lo siento, de verdad -Se limpia los ojos, yo no veo la
gracia por ningún lado-. La verdad es que tiene gracia.
-Me
alegro de que te divierta. Ahora, abre la boca -Así lo hace y empiezo a
cepillarle sus dientes. Cuando termino, la seco con una toalla, luego la cojo
en mis brazos y la llevo a la cama. Ava queda atónita cuando ve la cabecera
destrozada-. Adentro -Se sube y se acurruca tranquila. ¡Gracias a Dios! Termino
de desvestirme y Ava se voltea, se embelesa mirándome.
-No puedo
creer que vaya a pasar mi primera noche de casada en una de tus cámaras de
tortura.
-Nadie ha
dormido en esta cama, Ava -Ella cree que por esta habitación han desfilado gran
cantidad de parejas para follar, lo sé, pero nunca haría eso.
-¿Ah no?
-Sonrío y me quito la camisa.
-Nadie ha
estado en esta habitación desde el día en que te acorralé -Se queda mirándome-.
Y la cama
es nueva.
-¿De
verdad?
-De
verdad.
-¿Por qué?
-Porque
no voy a hacerte mía en una cama que otros han… -pienso qué palabra usar-, frecuentado.
-¿Y nadie
más ha estado en esta habitación desde entonces? -Me quito los pantalones y los
bóxer.
-Solo yo.
Quítate la ropa interior, te quiero desnuda. -Ella se la quita.
-¿Y venias
a sentarte aquí a pensar en mí? -me pregunta con una sonrisita en su cara.
Me acerco
a la cómoda y abro el cajón.
-¿No lo
sabes tú bien?_-Y me volteo con su sujetador en mi mano.
-¡Eso es
mío! -Eso es lo que ella cree. Vuelvo a guardarlo y me acuesto a su lado,
mientras apoya su cabeza en mi pecho y me abraza con su brazo y pierna. Luego,
se zambulle en mi cuello.
-¿Estás a
gusto?
-Mmmmm.
-¿Cómo te
encuentras? -Me acaricia.
-Bien.
La abrazo
con más fuerza.
-A
dormir, mi preciosa mujer. -Poco a poco, nos va ganando el sueño, hoy fue un día
de muchas emociones.
Me
despierto muy temprano, como ya es mi costumbre, pero la gran diferencia es que
hoy tengo una gran sonrisa de oreja a oreja, porque tengo al lado a mi esposa.
¡Mi esposa! La miro por un rato, se ve más joven, su piel lozana, se ve
resplandeciente, su boca la tiene formando una “O”, se ve preciosa, ¿será por
el embarazo? Ojala, pues yo me voy a encargar de cuidarla muy bien siempre,
aunque sé que me las voy a ver negras por la terquedad de la “Señora Ward”. Me
levanto con mucho cuidado para no despertarla, el día de ayer fue muy intenso y
más con la bruja de Coral. Eso fue mi culpa, debí evitarlo, pero jamás me
imaginé que ella vendría. Definitivamente, Coral está loca, obsesionada... Debo
cuidarme de ella.
Voy
corriendo al baño y hago mis necesidades, me cepillo y voy a buscar todas las
cosas para preparar la bañera. Me imagino que la familia de Ava debe estar por
ir a desayunar. Pero tengo que ver cómo la hago hablar del embarazo. Ella, como
yo, sabemos que está embarazada, solo falta que lo reconozca. El tema no es
fácil, sobre todo por la carga que llevo en esto. Sé que no actué bien, mi amor
y mi deseo de retenerla a como diera lugar me hizo hacer tanta locura.
Me siento
un rato en la ventana que da hacia los jardines de la mansión, recordando el
día que la conocí, estábamos destinados el uno para el otro. Ahora sé que,
definitivamente, sí existe el amor a primera vista. Antes me reía de esto,
porque uno pasa por la vida con alegrías y tristezas. Mi tío me dejó todos sus
bienes, fue demasiado, él me quería y era plenamente correspondido, fue
demasiado bondadoso conmigo. Me decía que yo era igual que él. Siempre me trató
como un hijo, me dejó todos sus bienes sin mirar atrás, cosa que le agradezco,
y yo lo he sabido duplicar todo, he trabajado y mucho, también me he dado mis
gustos, pero siempre sentía un vacío, sentía que algo me faltaba, y me doy
cuenta que era ella lo que me faltaba, mi Ava, quien es mi complemento. No
quiero ni imaginarme cómo me sentiría si no estuviera a mi lado, no sería nada,
y ahora con un bebé en camino. Sonrío, porque estoy más que completo, estoy
pleno.
Quiero
convencerla que mañana no trabaje, ¿Qué le invento? Con ella siempre tengo que ingeniármelas
o, a lo mejor, con uno de mis polvos favoritos lo logro. Y en ese momento
siento una energía a mis espaldas, es mi mujer, ya se levantó, es increíble lo
que siento cuando la tengo cerca, es como un cosquilleo delicioso, somos como
imanes, nos atraemos.
-Sé
cuando estás cerca, mi preciosa mujer -ni siquiera miro, se que está a mis
espaldas-. Nunca vas a conseguir pillarme por sorpresa -Se pone delante de mí y
se sienta en mi regazo, pega su mejilla en mi pecho, siempre que hace esto me
recuerda a una gatita tierna y sensual. Me encanta, huelo su pelo, huele a
limpio, a mujer divina, a mi Ava-. ¿Intentabas darme un susto?
-Pero no
hay manera.
-No lo
conseguirás nunca. ¿Cómo te encuentras? -Siento su sonrisa.
-Bien.
-Bien -Y
la abrazo fuerte-. No vayas a trabajar mañana.
-Necesito
trabajar.
Niego con
la cabeza.
-No.
Necesitamos estar juntos.
-Ya
estamos juntos.
-Ya sabes
a qué me refiero. El sarcasmo no te pega, nena.
Ella se
levanta.
-¿Qué
haces? -Me molesta que siempre rehúya las conversaciones que nos interesan.
-Voy a
bañarme -y se mete en la bañera, le hago un gesto para que me dé espacio. Me
meto y me siento detrás de ella y la atraigo hacia mi pecho, comienzo a
morderle la oreja con mucha suavidad.
-Ya te lo
he dicho, no te resistas.
-Pues, deja
de ser tan poco razonable - me responde cortante. Vuelvo a morderla en su oreja,
pero más fuerte.
-No hay
nada poco razonable en querer mantenerte a salvo, eso también te lo he dicho
antes.
-Quieres
decir en mantenerme pegada a ti -me acaricia con sus piernas. ¡Diablos! Un solo
toque y ya estoy excitado.
-No -entrelazo
mis dedos con los suyos-, lo que quiero es mantenerte a salvo.
-Esa es
una excusa para poder seguir siendo imposible.
-No. Es
que me vuelves loco.
-Te
vuelves loco tu solito. Mañana voy a ir a trabajar y vas a dejarme ir sin
montar una escena ni coger un berrinche. Lo prometiste.
Coño, es
cierto, se lo prometí. Me dedico a pasarle mi boca por su oreja.
-Y tú has
prometido obedecerme. Creo que los votos matrimoniales pesan más que las promesas
hechas antes del matrimonio -le replico y le pego mi polla en el trasero-. Creo
que alguien necesita un polvo de entrar en razón -Ella reacciona, salpicando
agua a nuestro alrededor.
-También
prometiste dejar de echarme polvos de entrar en razón porque acordamos que su
único propósito era que yo te diera siempre la razón.
-Amar,
respetar y obedecer - le susurro y ella voltea y toma mi boca-. ¿Es razonable, no?
-No. Casi
nada de lo que me pides es razonable.
-Pero que
tú y yo estemos juntos sí que tiene sentido -La devoro con mi boca-. Dime que
tiene sentido.
-Lo
tiene.
-Buena
chica. Ponte derecha para que pueda enjabonarte -dejo de besarla, tengo que
alejarla un poco o, de lo contrario, no salimos de la habitación-. Vamos a
desayunar con tu familia y luego te llevare a casa, ¿trato hecho?
-Trato
hecho -Ardo por tenerla a solas para mí sin nadie que nos joda. Gracias a Dios
que hoy se van todos. Miro a Ava y la veo muy pensativa.
-¿En qué
piensas?
-En Kate
-me responde-. Estoy pensando en Kate y en Sam.
-Ya te he
dicho…
-Jesse,
no me digas que no es asunto mío. Kate es mi mejor amiga. Es como estar viendo
a un tren descarrilar a cámara lenta. Tengo que impedirlo.
-No, lo
que necesitas es ocuparte de tus asuntos -la regaño-. Ya está -Suelto la
esponja, me levanto, salgo de la bañera y me coloco una toalla-. Lávate el pelo
-me seco y me coloco la toalla alrededor de mi cintura-. Quizá, podrías mostrar
la misma preocupación por un pequeño detalle de nuestra relación del que
tenemos que hablar -La miro fijamente, pero nada, solo se sumerge en la bañera,
haciéndose la loca. Pongo los ojos en blanco.
Nos
vestimos y salimos directo al restaurante de la mansión, entramos cogidos de la
mano y nos reciben aplausos y vítores. Veo de reojo al cuñadito, ni lo
determino, tomo a Ava en brazos y la llevo hacia la mesa, la depósito en una
silla, enfrente de mis suegros, yo me siento a su lado.
-¡Cariño!_-chilla
Elizabeth-. Ayer fue un día maravilloso, a pesar de cierto hombre imposible. -Me
mira.
-Buenos
días, Elizabeth -le doy mi mejor sonrisa, ella me pone los ojos en blanco, pero
sé que le caigo bien-. ¿Qué tal, Joseph? -me dirijo al suegro. Él me saluda con
la cabeza, mientras corta una salchicha.
-Perfectamente.
¿Lo pasaron bien ayer?
-De
maravilla, gracias. ¿Los están tratando bien? -Miro en derredor para comprobar
que el personal del restaurante está atendiendo a los invitados que quedan.
-Demasiado
bien -se sonríe. Nos iremos después de desayunar, por lo que quiero aprovechar
la ocasión para agradecerte tu hospitalidad. Fue un día realmente especial.
Me agrada
mi suegro, es muy educado, no es metiche, y me gustan sus modales. Me alegra
muchísimo que la hayan pasado bien.
-¿Dan va
a volver con ustedes? -les pregunta Ava, ansiosa por deshacerse de su
hermanito. La apoyo.
-No. ¿No
te lo ha dicho? -dice el suegro mientras yo unto mantequilla en una tostada. Tomo
la mano de Ava y se la pongo en ella, porque debe comer.
-¿El qué?
–pregunta, mordiendo su tostada.
-Se va a quedar
una temporada en Londres -la suegra le quita la grasa al jamón que el suegro va
a comerse, pero Ava se atraganta.
-¿Qué?
-Que va a
quedarse en Londres, cariño.
Ava está
molesta, presiente que lo hace por Kate, y creo que tiene razón, este tipo va a
ser un problema.
-¿Por
qué? Pensaba que tenía que expandir la escuela de surf y que tenía mucho
trabajo por hacer -Suelta su tostada, cabreada, yo la tomo y vuelvo a ponerla
en su mano.
-Dice que
no hay prisa, y yo no voy a protestar -Pete le sirve en ese momento un café a
la suegra, luego le ofrece uno a Ava.
-Sin
chocolate y sin azúcar, por favor -le dice, dándole una sonrisa, se nota que lo
aprecia-. Gracias, Pete -Y vuelve a soltar la tostada, yo vuelvo a tomarla de
nuevo.
-Come -se
la pongo en su mano libre.
-¡No
quiero la puta tostada! -dice con brusquedad, todos dejan de hacer lo que están
haciendo.
-¡Ava,
esa boca! -la regaño, aunque la entiendo, se por qué está tan molesta. Mis suegros nos miran asombrados, no esperaban
esta reacción tan desagradable. Ava se levanta de la mesa.
-¿A dónde
vas? -Me levanto detrás de ella-. Ava, siéntate -le advierto. Coño, que no
busque las cuatro patas al gato, porque le va a encontrar cinco. Está muy
alzadita, ella sabe que a mí me importa un cuerno quien esté con nosotros, si
me cabreo, la aplaco, así sea a punta de polvos lo hago y punto.
-Siéntate
y desayuna, Jesse -Intenta alejarse, pero la tomo rápidamente de la muñeca.
-¿Perdona?
-me río, ella me mira a los ojos.
-He dicho
que te sientes y que termines de desayunar.
-Sí, eso
he oído -y tiro de ella, la siento y vuelvo a colocarle la tostada en su mano,
luego me acerco a su oído-. Ava, no es el momento ni el lugar para que te
pongas chula, y muestra un poco de respeto cuando tus padres están delante -Y
hecho el loco, le rozo el interior de su muslo desnudo-. Me gusta tu vestido
-le susurro, rozando la costura de sus bragas, luego le soplo el oído. Ya la
tengo, si de algo estoy bien seguro es de mi poder sobre ella en cuanto a sexo
se refiere, y el hecho que estén mis suegros presentes no representa para mí
ningún problema para acariciarla donde quiera y cuando quiera. La miro con cara
de satisfacción.
-Jesse
tiene razón, Ava -habla mi suegro-, no deberías usar ese lenguaje.
-Sí. -
¡Carajo! La suegra está de acuerdo.
-No es
propio de una dama -dice mi suegro. Menos mal que me apoyan en esto, odio oírla
decir tacos, no es propio de una mujer.
-Gracias,
Joseph - le doy un golpecito con mi rodilla, ella me lo devuelve.
-¿Para
cuándo la luna de miel? -nos pregunta la suegra.
-Para
cuando diga mi mujer -le respondo-. ¿Cuándo crees que podremos irnos, señorita?
-Ella se encoje de hombros.
-Cuando
tenga tiempo. Tengo muchas cosas pendientes en el trabajo, mi marido ya lo sabe
-Me mira acusadora, yo sonrío.
-¿De qué
te ríes?
-De ti.
-¿Qué
tengo de gracioso?
-Todo. Tu
belleza, tu forma de ser, tu necesidad de volverme loco -enderezo su diamante-,
y el hecho de que seas mía.
-¡Ay,
Joseph! -Suspira su madre emocionada-. ¿Te acuerdas de cómo era estar así de
enamorado?
-Pues, no
-contesta mi suegro muy forondo a carcajadas. Es el tipo de hombre que no le
gusta demostrar nada en público, pero se ve que quiere a su esposa-. Vamos, es
hora de irse -Se limpia la boca con una servilleta y se levanta de la mesa.
-Iré al baño
y a recoger las maletas.
Mi suegra
no dice nada. Nos mira y sonríe con afecto, eso me agrada, que ellos me vean
con buenos ojos. Aunque en este momento estoy es pendiente de mi esposa, está
preocupada. Sigo su mirada, es por su amiga, ella la quiere y sabe que va a
sufrir, sabe que con su hermano ella no está bien. Debe ser difícil estar en el
medio, su hermano y su mejor amiga. A mí me preocupa Sam, es muy buena persona
y mejor amigo, y sé que el aun no lo quiere reconocer, pero está enamorado de
Kate y Dan puede ocasionar problemas, pero si yo puedo hacer algo para alejarlo,
lo hago, y sin remordimientos.
-¿Tú
también te has dado cuenta? - le pregunto en voz baja a Ava.
-Sí, pero
me han advertido que me meta en mis asuntos -lo dice muy seria, mirando fijamente
a su hermano.
-Cierto,
pero no te dije que no pudieras darle un toque a Dan para que la deje en paz -Ava
me mira sorprendida, pero trata de disimularlo. Me levanto cuando veo que
Elizabeth se pone de pie para abandonar la mesa.
-Volveré
en seguida para despedirme -se alisa la falda y sale del restaurante, después de
darle una palmadita a Kate. La amiga está bien chispeada, la cara de resaca le
gana.
-¿Quieres
que le diga a mi hermano que se esfume? -me vuelvo a sentar, la miro con
recelo.
-Creo que
necesita que alguien le dé un toque. No quiero hacerlo yo y que por ello te
enfades conmigo, así que deberías ser tú quien hable con él.
-Hablaré
con él -suelta la tostada en el plato-, y no tengo hambre, así que no empieces.
-Tienes
que comer, nena -vuelvo a intentar agarrar la tostada, pero Ava me da un
manotazo.
-No tengo
hambre -me dice muy molesta y autoritaria. Creo que se está pasando de
alzadita-, ya podemos irnos a casa.
Nos
despedimos de mis suegros, hablo con John para que haga unas diligencias, pues
ya que no está Sarah, ahora él es mi mano derecha y sé que siempre cuento con
él. Solo le comento que me voy a perder por lo menos cinco días, solo una emergencia
me haría venir hasta aquí. Él solo se ríe y me largo ya con Ava en el DBS.
Vamos en
camino al Lusso y ya como marido y mujer, ¡qué sensación tan increíble! En
cuanto llegamos, le abro la puerta del coche y la tomo rápidamente en mis
brazos, Ava da un grito de sorpresa.
-¡Qué
tengo piernas! -Y se agarra de mi cuello.
-Y yo
tengo brazos. Estos brazos se crearon para abrazarte. -La beso en los labios,
cerrando la puerta de un puntapié y me dirijo hacia el edificio con mi preciosa
carga-. Voy a meterte en la cama y no voy a dejar que te levantes hasta mañana
por la mañana.
-Trato
hecho.
Cuando nos
acercamos al mostrador de la conserjería hay un tipo. Un tipo muy joven, no me
gusta, está hablando por teléfono y no nos presta atención, los dos lo miramos
fijamente. Por fin se digna a mirarnos y ahora me gusta menos, el cabrón está
babeando, mirando a Ava. Gruño, ya me estoy cabreando.
-¿Donde
está Clive? -Ava se revuelve para que la baje yo no la dejo, y la sujeto más
fuerte-. No te muevas, señorita.
-Te
comportas como un troglodita.
-Cállate,
Ava -y miro al hombre, menos mal que colgó-. Clive - le insisto. El hombre sale
de detrás del mostrador y lo miro de arriba abajo. Coño, no me gusta, es muy
joven.
-Voy a
trabajar con Clive, señor. En realidad, tendría que haberme incorporado hace
algún tiempo -habla asustado. ¿Por qué tan nervioso? -Por razones personales he
tenido que retrasarlo -se ve nervioso, y se acerca y me ofrece la mano. Yo me
doy un paso atrás-. Me llamo Casey, señor. Espero poder ayudarlo en todo lo…
que necesite.
-Señor
Ward - le digo cortante, ignorando la mano que tiene estirada.
-Encantada
de conocerte, Casey -Ava le sonríe y le ofrece la mano. No me gusta como mira a
mi esposa. ¿Qué se cree? Yo doy un paso atrás de nuevo y no dejo que lo toque. ¿Por
qué, coño? Siento la mirada de Ava y me suelta y se adelanta, volviendo a
ofrecerle su mano al conserje.
-Bienvenido
al Lusso, Casey –Coño, no me gusta que ella le sonría, no me gusta que él la
toque, no me da buena vibra este cabrón.
-Gracias,
Ava. Encantado de conocerla -El hombre le sonríe todo melcochudo, pero me mira
por encima del hombro de Ava. Sí, cabrón, aquí estoy yo-. ¿Vive en el Ático?
-Sí.
-Han
llamado de mantenimiento para avisar de que ha llegado la puerta nueva de
Italia.
-Fantástico.
Muchas gracias.
-Que la
coloquen cuanto antes -le gruño.
-Ya lo
han hecho, señor -sonríe como si fuera gran cosa, y toma unas llaves de su mesa
y luego las sostiene en el aire. Dame acá, imbécil, no estoy para jueguitos. Y
se las arrebato, y luego le arrojo las llaves del coche de mala gana.
-Súbenos
las maletas -Y tiro de Ava hacia el ascensor, mi mujer está asombrada. Cuando
entramos, la empujo contra la pared de espejos y la arropo con mi cuerpo. ¡Mierda! Se me va a salir el
corazón, esto que siento son celos, putos celos, que tengo que desahogar ya-.
Te desea.
-Tú crees
que todo el mundo me desea.
-Porque
es verdad, pero eres mía -y la beso como si no hubiera un mañana, levantándola
del suelo. Ava me corresponde con igual intensidad, por eso y más me tiene
loco.
-Soy
tuya.
-No
necesitas recordármelo -subo mi mano por su muslo y cubro mi paraíso de placer,
y en ese justo momento Ava se moja y de una le introduzco mis dedos febriles
entre sus bragas de encaje-. Estas mojada -le digo aun en su boca-. Solo
conmigo, ¿entendido? -Y meto mi dedo-.
-Entendido.
¡Por favor! -Mira como me prensa mi dedo con su vagina, es perfecta, que haga
esto es difícil, no cualquiera lo hace, lo sé por experiencia-. Más -me
suplica. Separo nuestras bocas y meto dos dedos.
-¿Así? -Los
meto profundamente y con fuerza-. ¿Así, Ava? -Echa su cabeza hacia atrás,
contra el espejo, tiene su boca abierta, pero cierra los ojos.
-Sí, así.
-¿O
prefieres que te empale con la polla? -En mi voz se ve mi excitación, se siente
mi deseo, se huele mi desesperación, la deseo como un poseso. Ava me mira y sin
pensarlo baja su mano y abre mi bragueta. Mete la mano en mi interior y agarra
mi polla que ya reclama sus caricias-. No has contestado a mi pregunta -le digo
jadeando.
-La
quiero toda -y me agarra firmemente mi polla desde la base y la sube sin aflojar-.
Te quiero dentro de mí.
Le hago
un círculo dentro de su vagina, pero ya no me aguanto, saco mis dedos y la
levanto del suelo. Ava me rodea la cintura con sus piernas y pone sus manos en
mi nuca.
-Sabia
que eras una chica sensata -Se abre la puerta del ascensor y la cojo en brazos,
abro la puerta rápidamente y subo veloz a nuestra habitación.
-Te tengo
tantas ganas que me haces perder la cabeza, Ava -La deposito en el borde de la
cama. Le quito el vestido, me quito la camiseta de un solo movimiento, me saco
las deportivas, me bajo los vaqueros con los interiores, todo junto, estoy
desesperado por estar dentro de ella. Quiero follármela hasta la semana que
viene.
La tumbo
en la cama, bajo sus bragas y le desabrocho su sujetador, muy rápidamente. Ava
no espera, está tanto o más desesperada que yo. Se sienta y desliza sus manos
por mi culo. Me atrae hacia ella para colocarme dentro de sus acogedoras
piernas. En la posición que estoy mi abdomen queda a la altura de sus ojos y me
acaricia con su lengua. Luego, me besa la cicatriz con mucha ternura. Dios, amo
a esta mujer.
Enredo
mis dedos en su pelo, ella me mira a los ojos. Es grandioso esto que siento, es
un infinito amor. Ella tira de mí para que la bese, luego trepa por mi cuerpo y
me rodea la cintura con las piernas, pongo mi mano en su culo para poderla
sujetar y accedo a su deseo, la beso con devoción. Nos fundimos, somos uno
solo. Nuestro deseo nos consume.
-Tenemos
que hacer las paces -nuestras bocas colisionan-. Nadie podrá impedir que te
haga mía, Ava -Nuestras lenguas batallan, se enredan, se saborean.
-Genial.
Tira de
mi pelo, es algo brusca, mi mujer quiere sexo del duro. ¡Coño! Yo también, pero
temo hacerle daño. ¿Y si está embarazada? Pero la verdad sea dicha, me tiene a
millón, deseo estar ya dentro de ella, la deseo demasiado, siento desespero por
ella.
-Mi chica
lo quiere duro -Me aparto y me preparo para penetrarla, pero Ava me lo impide,
yo sé que es lo que quiere, que me ponga el puto condón, ni loco. La miro
molesto, estoy loco por penetrarla y ella me frena.
-Jesse -habla
igual de deseosa que yo.
-Ava, voy
a hacerte mía y no vas a impedírmelo con peticiones estúpidas -Tiro de ella y
me posesiono de su boca, y sin separarme la penetro de una sola estocada, de
una vez ella me rodea con sus piernas y entrelaza sus tobillos, es mi prisión favorita-. ¡Dios! -Jadeo en su
boca. Ava jadea, amo su gran pasión, es demasiado buena, me clava sus uñas en
mis brazos.
-Muévete
-me ordena-. Por favor, muévete.
-Cuando
sea el momento. Ahora deja que lo disfrute -Tomo sus brazos y hago que los
ponga en mi nuca, sus dedos se enredan en mi pelo y tira de mí. Y mis manos se
van solitas por todo su cuerpo, pasando por sus senos y deteniéndome en su
cintura. La aguanto para que esté quieta. Solo se oyen nuestras respiraciones,
jadeos, quejidos, porque el deseo es enorme. La tomo con fuerza, la levanto,
gimiendo, y la hago descender sobre mí, ella gime de satisfacción, suelta mi
pelo y se apoya en mi pecho, me acaricia, saboreándome con sus ojos y sus manos
y vuelve a mis pectorales. La levanto y la vuelvo a dejar caer, muevo las
caderas en círculos, muy lentamente-. No intentes decirme que no te gusta. No
intentes decirme que no estamos como deberíamos estar -y la meneo como yo sé que le encanta-. Ni lo
intentes.
-No te
corras dentro.
-No me
digas lo que tengo que hacer con tu cuerpo, Ava. Bésame -Ella me besa y se pega
más a mí. Vuelvo a levantarla y la hago caer sobre mí, esto es muy intenso para
los dos, pues mi pene es grande y grueso, y ella es muy cerrada, eso hace que
la fricción sea más exquisita para ambos. Se mueve con mucha sensualidad y pasión
a la vez, le entra el desenfreno, se vuelve libidinosa y entra al delirio puro.
Sigo levantándola y disfrutando de este placer.
-No sabes
cuánto me gusta – gime-. Fóllame, Jesse.
-Esa boca
-la regaño-. Vamos a hacerlo así, justo así. -Tengo que contenerme, así me
muera por darle duro.
-Fóllame,
Jesse.
-¡Jesús,
Ava! ¡Esa boca!
-¡Sí! -Y se
levanta y se deja caer con más fuerza-. ¡Porrr Diosss!
-¡Ava!
-la tengo en alto-. ¡Así, no! -Mi polla se mueve sola dentro de ella. Estoy muy
agitado. Entonces, ella se agarra a mi pelo.
-Deja de
tratarme como si fuera de cristal.
-Para mí
eres de cristal, nena. Eres muy delicada.
-Pero no
voy a romperme, ni hace dos semanas, ni ahora -quiere levantarse, pero no la
dejo-. Necesito que me folles a lo bestia.
Niego con
la cabeza.
-Sexo
somnoliento.
-¿Por qué?
-Porque
no quiero hacerte daño - le susurro.
-No me
harás daño - me replica. Me relajo y ella sube y se deja caer, gritando de
satisfacción. Yo también grito. Ardo por cogérmela duro, pero es más fuerte mi
temor de hacerle daño.
-¡Joder!_
¡No, Ava!
-¡Hazlo! -Toma
mi cara y devora mi boca. Dios, está decidida y demasiado excitada-. Hazme tuya
-me ordena, y arrastra sus labios por mi mejilla. Se devuelve con su boca y le
tomo sus labios y meto mi lengua con rabia, me está provocando, solo quiere
desesperarme. Se levanta de nuevo y se deja caer, se siente hasta muy adentro,
es demasiado-. Te gusta, ¿verdad? Dime que te gusta.
-Por
Dios, Ava, para -y se desboca, dándole arriba y abajo con más fuerza-. Mmmmm…
Sabes a gloria. Te necesito. Carajo, ya no doy más -grito frustrado y la cojo
con firmeza y la subo y la bajo con brusquedad-. ¡¿Así?! -grito, casi molesto,
me revienta en ocasiones no poder resistir.
-¡Sí! -me
grita. Me levanto. Ella me tiene agarrado con sus piernas y me dirijo al baño y
la empotro contra la pared.
-¿Lo
quieres duro, nena?
-¡Fóllame!
-grita enloquecida, apretando sus piernas a mi alrededor y jalándome del pelo,
pero ese lenguaje no me excita, me molesta.
-¡Mierda,
Ava! ¡No seas tan malhablada! -Me retiro y entro una y otra vez. Ella grita
satisfecha-. ¿Mejor? Tú lo has querido. ¿Mejor así? -Estoy cabreado y muy
excitado a la vez. Le sigo dando contra la pared-. ¡Responde a la puta
pregunta!
-¡Más
fuerte! –grita, jalándome del pelo. Está ida del deseo, extasiada.
-¡Joder!
-Y me muevo rápidamente con mis caderas, pero ya mis piernas casi no me dan. Y
ahí es cuando Ava explota en un muy intenso orgasmo, cierra los ojos y echa la
cabeza hacia atrás, dando un grito de desesperación-. ¡Aun no he terminado,
Ava! -Meto mis manos bajo su culo y empujo como un ariete. Ella se aprieta mas
con sus piernas y los dos gritamos.
-¡Sí!
-Echa su cabeza hacia atrás-. ¡Ay, Dios!
-¡Abre
los ojos! -le ordeno y obedece de inmediato, pero me detengo en seco, sudando,
y muy agitado. Luego, vuelvo a embestirla más fuerte. Prácticamente, pierdo el
control, ella se agarra más fuerte y me acomoda mejor entre sus piernas.
-¿Te
parece lo bastante fuerte, Ava? - le digo, clavándosela.
-¡Sí!
-grita. Mi mujer es muy lujuriosa. Adora el sexo igual que yo.
Le sigo
dando muy duro y rápido, pero mis piernas están cediendo, así que me decido y
voy hacia la habitación. La tiro sobre el colchón, no soy nada delicado, ella
se lo buscó. La pongo en cuatro patas, me coloco atrás, tomándola de las
caderas, y la penetro casi brutalmente y doy un grito frenético. Con cada
embestida, tiro de ella para hacerla chocar contra mis caderas. Ella solo hunde
su cara en las sábanas, la tengo sudando.
-¡Jesse!
-grita.
-Tú lo
has querido, Ava. Ahora, no te quejes -Vuelvo y la penetro, aun con más fuerza,
parezco un verdadero animal. Estoy como enloquecido, nunca había sentido esto.
-¡Más
fuerte! -grita.
-¡Ava! -
Mis dedos parecen tenazas en sus caderas, ella recibe todo el impacto,
delirante. Y de repente, grita y yo la sigo, creo que es el orgasmo más intenso
de mi vida, veo hasta estrellas, la vista se me nubla y caigo sobre ella, rendido, la cubro por completo. Respiro en su oído con
mucha dificultad, estamos bañados en sudor, nuestros cuerpos enrojecidos. Sigo
mi descarga lentamente, dando giros con mi cadera. Fue brutal, pero a la vez glorioso.
-Gracias.
-Solo se oyen nuestras respiraciones alteradas, pero satisfechas.
Me
levanto y me alejo con mis manos en mi cabeza, el remordimiento me está
jodiendo. Voy al baño. ¡Mierda! Perdí el control y eso solo lo logra ella, mas
nadie. Pero debemos hablar. Salgo y me quedo en el umbral de la puerta del
baño, aun desnudo y agitado, muy sudado. Nos miramos. Ella se incorpora y
recoge sus rodillas al pecho, se siente la tensión.
-Te he
estado robando las píldoras -le suelto, antes de que me arrepienta, pero no le
digo que me perdone ni muestro arrepentimiento, me quedo impasible. Ava abre
sus ojos como platos-. He dicho que te he estado robando las píldoras -le
repito molesto. ¡Ava, por el amor de Dios! -Me llevo las manos a la cabeza,
frustrado-. ¡Te he estado robando las putas píldoras!
Salta
intempestivamente de la cama y explota. No habla, solo camina hacia mí y cuando
se me acerca, me cruza la cara de una cachetada. La cara me queda volteada,
luego miro al suelo, hay absoluto silencio. Levanto la cabeza para mirarla,
ella suelta su mano nuevamente, pero se la agarro cerca de mi cara. La retira
de un fuerte jalón y comienza a darme puñetazos en el pecho con sus dos manos,
esta frenética de ira. Dejo que se desahogue, acepto la paliza, ella grita y
chilla, luego se cansa y comienza a llorar.
-¿Por
qué? - me grita.
No me
acerco, está demasiado enfurecida.
-Estabas
haciendo como si nada, Ava. Necesito que lo aceptes -le hablo con firmeza, pero
con dulzura a la vez. Necesitaba iniciar algún tipo de reacción en ti.
-No me
refiero a lo que me has contado. ¡Eso ya lo sé! ¡Me refiero a por qué coño lo
hiciste! Me muerdo mi labio, nervioso.
-Me vuelves
loco -niego con la cabeza-, me haces cometer locuras, Ava.
-¡Así que
resulta que es culpa mía! -vocifera-. Mis píldoras empezaron a desaparecer al
poco de conocerte.
-Lo sé. -Miro
al suelo.
-No vas a
huir de tus razones para hacerme esto. Tú solo has decidido qué rumbo iba a
tomar mi vida. ¡No quiero un puto bebé! ¡Es mi cuerpo! ¡No tienes derecho a
decidir por mí! -Se le va la voz de los gritos que pega, está furiosa. ¡Dime
por qué coño me has hecho esto! -Me tiene agarrada la cara.
-Porque
quería tenerte conmigo para siempre -susurro. Me suelta y da un paso atrás.
-¿Querías
atraparme?
-Sí -le
respondo, y agacho mi cabeza, ya que en este momento siento mucha vergüenza.
-Porque
sabías que saldría pitando en cuanto descubriera a qué te dedicabas y lo de tu
problema con la bebida.
-Sí -se
lo digo sin mirarla.
-Pero
cuando descubrí lo de la mansión y el problema con el alcohol volví, y aun así seguiste
robándome las píldoras.
-No sabías
nada de mi pasado.
-Ahora lo
sé.
-Lo sé.
-¡Deja de
decir que lo sabes! -chilla, agitando sus brazos delante de mí. Nunca la había
visto tan enfurecida, ya me estoy preocupando. Levanto un poco la vista, pero
miro a mi alrededor, no la miro a ella, por primera vez siento vergüenza y me
doy cuenta del gran error que cometí, nunca pensé en su reacción, siempre las
mujeres me aceptaron todo, solo por tenerme aunque sea una segunda vez, pero
por eso Ava es diferente.
-¿Qué
quieres que te diga? -le pregunto en voz baja. Y sin más, se dirige al
vestidor, toma unos vaqueros y se los pone de un tirón. Dios, ¿qué está
haciendo? Acaso, ¿se va?-. ¿Qué estás haciendo? -me entra el pánico-. Ava, ¿qué
diablos estás haciendo? -Y le arranco la bolsa de la mano-. No vas a dejarme -le
ordeno, pero es más una súplica.
-Necesito
espacio. -Y empieza a llenar una bolsa con ropa.
-¿Espacio
para qué? -La agarro del brazo, pero se libera de un tirón-. Ava, por favor.
-¿Por
favor qué? -Está enloquecida, y ni me mira.
-Ava, por
favor, no te vayas.
-Me voy.
-Se vuelve y va hacia el baño por sus cosas de aseo. ¡Mierda! Y no puedo
forzarla, si está embarazada puedo causarle daño. Solo camino cerca de ella.
-Ava, por
favor, vamos a hablarlo. -Voltea, incrédula.
-¿Hablarlo?
-Asiento.
-Por
favor.
-No hay
nada de qué hablar. Has hecho la cosa más sucia que se puede hacer. Nada de lo
que digas me hará entenderlo. No tienes derecho a tomar decisiones como ésa. No
tienes derecho a controlarme hasta ese punto. ¡Es mi vida!
-Pero tú
sabías que te las estaba quitando.
-¡Cierto!
Pero desde que te conocí me has hecho pasar por tantas mierdas que ni siquiera
pude pensar en lo jodido que era lo que estabas haciendo. Esto es muy jodido,
Jesse, y no hay nada que lo justifique. Que quisieras tenerme siempre a tu lado
no es razón suficiente. ¡No puedes tomar esa decisión tú solo! Además, ¡¿qué
hay de mí?! -me grita en mi cara-. ¡¿Qué hay de lo que yo quiero?!
-¡Pero yo
te amo! -Me mira, apretando su bolsa, y voltea y se va. Baja rápidamente las
escaleras. Corro detrás de ella-. No te vayas, Ava. Haré lo que sea -La sigo,
pero no puedo salir, coño, aun sigo desnudo. Cuando llega a la puerta, se
vuelve y me mira.
-¿Harías
lo que sea?
-Sí, y tú
lo sabes -Dios, me va a dejar. ¡No puedo estar sin ella! No me puede dejar. Creo
que en mi cara se ve el miedo y la desesperación que tengo.
-Entonces,
vas a darme espacio.
-Y se va.
-¡Coño, se fue! Volvió a dejarme. Soy una mierda, soy el culpable... ¡Dios!
Caigo de
rodillas al piso, me jalo el pelo y comienzo a llorar como un niño. No puede ser
que la vaya a perder así. La amo, la necesito como el aire que respiro. Sé que
hice mal, pero tenía que confesárselo, nunca me imaginé que reaccionaría
dejándome. No es excusa suficiente, pero todo lo que he hecho es porque la quiero,
ella tienen que entenderme. Acaso, ¿todo en mi vida va a ser desgracia? Ahora
que había alcanzado mi felicidad, vengo y la cago de esta manera. Caigo como un
niño en posición fetal y me desahogo llorando por un rato con verdadera
desesperación. De pronto, me calmo y me voy enderezando, mirando al techo, no
me voy a dar por vencido. Ella es mi esposa, es mi vida, y voy a seguir
luchando por ella.
Me
levanto y busco mi móvil, la llamo, suena un buen rato, pero no me responde.
Así que le envío un mensaje.
”No puedo vivir sin ti,
Ava.”
Me
levanto, me limpio mi cara y subo a nuestra habitación, huele a ella. Miro
alrededor, Dios, qué soledad, esta habitación sin ella no me gusta. Me dirijo
al baño, me doy una ducha. Luego, me pongo ropa deportiva para salir a trotar
un rato, tengo que pensar muy bien lo que voy a hacer. Pero de algo estoy bien
seguro, no la voy a soltar, no voy a dejar de buscarla, voy a seguir en mi
lucha y mucho más ahora que sé que está embarazada. Tengo que lograr que me perdone,
y de ahora en adelante ésa va a ser mi misión de vida: Lograr su perdón.
CONTINUARÁ…
Por Fanny Rebellón.
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